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A cada paso en la vida nos enfrentamos a tomar decisiones.

Debemos optar entre varios caminos posibles.

Y a veces tomamos decisiones sin un método, debido al trajín de los hechos.

¿Cómo discernir la situación que tengo enfrente?

¿Hay alguna regla o curso de acción seguro para seguir?

¿Hay alguna manera de discernir que es lo mejor para mi a largo plazo?

¿Hay alguna manera de aprender cómo reconocer lo que Dios quiere separándolo de lo que queremos nosotros o el maligno nos inspira?

Este proceso es el discernimiento y lo tratamos en este artículo.

  

QUE QUIERE DECIR EXACTAMENTE DISCERNIR

Algunas personas usan el término discernimiento como sinónimo de decisión.

Discernir no es decidir, aunque puede preparar una decisión.

Es anterior a la decisión y significa poner a prueba, examinar, estimar, sopesar, separar, elegir.

En la Biblia discernir se maneja básicamente de dos formas.

– Como poner a prueba a examinar, estimar, sopesar

– Y como separar, elegir, juzgar

Allí discernir es diferenciar lo que es de Dios, de lo que es de la carne o el mundo, y de lo que es del maligno.

Y esta diferenciación ayuda a tomar una decisión.

Este mecanismo lo utilizamos en la vida diaria, cuando pensamos o escuchamos algo, o cuando tenemos que decidir algo.

Porque debemos admitir que algunas cosas pueden ser una moción de Dios, pero hay otras que son mezcladas, y por lo tanto hay que tamizar.

  

EL CAMINO SEGURO ES CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS

Estando convencidos que Dios nos ama profundamente y quiere nuestro bien, y a su vez que es omnipotente y omnisciente – o sea que puede todo y sabe todo -, entonces lo más razonable es que nuestra meta sea cumplir la voluntad de Dios.

Pero como seres humanos frágiles, pecadores y desordenados, se plantea una batalla entre nuestra voluntad y la de Dios.

Y a veces inconscientemente confundimos ambas voluntades.

En realidad, nuestra mayor ofrenda sería entregarle a Él nuestra voluntad, como hizo la Virgen María cuando le dijo sí a Dios.

Pero además, al cumplir la voluntad de Dios lograremos paz, gozo, descanso, porque en Mateo 11:30 Jesús dice “mi yugo es suave y mi carga ligera”

Por lo tanto el propósito general es estar en comunión con Dios, el “hágase tu voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo”.

Por eso que en el discernimiento importa sobre todo descubrir con claridad el designio de Dios.

Llegar a la convicción de cuál es la dirección que debo tomar y los medios para llegar a la meta.

Dios nos ha revelado su voluntad en las sagradas escrituras, en la tradición y el magisterio, pero ahora hay que saber aplicarlo a nuestra vida personal.

Además Él nos va a revelar su plan personal, su recomendación para cada momento de nuestra vida, si aprendemos a discernir y a escuchar su voz.

  

EN QUE CONSISTE EL DISCERNIMIENTO CONCRETAMENTE

El discernimiento de espíritus es el conocimiento que nos hace distinguir si las inspiraciones que experimentamos tienen una fuente en Dios, en el espíritu humano o en el maligno.

Descubrir de dónde provienen los movimientos interiores y exteriores; separar la hierba de la cizaña; y determinar cómo lidiar con ellas.

Es diferenciar aquellos impulsos o espíritus que desvirtúan, distraen o impiden la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.

Es un don para identificar la voluntad de Dios y su plan en situaciones diversas, cuando tenemos diferentes alternativas.

Se trata de escoger entre alternativas que tienen un valor similar y no simplemente entre lo evidentemente bueno y lo malo.

También nos permite descubrir cuál es el camino que quiere Dios para nosotros en términos tendenciales.

Este discernimiento cristiano es inseparable de la oración, porque necesita la comunicación con Dios.

También es inseparable de las Escrituras, del Magisterio y de la Tradición de la Iglesia.

Es más que un sentido común, es usar la razón dirigida por la fe en las situaciones de nuestra vida.

El discernimiento implica siempre prudencia, para que nuestros pensamientos no estén fuera de sintonía con la divinidad.

Para que nuestras intenciones no sean impuras.

Y para que nuestros sentimientos sean orientados hacia el espíritu de Dios.

Todo esto está relacionado con el descubrimiento de Su Voz.

La forma más común en que el Espíritu Santo nos habla es a través de inspiraciones que nos surgen en la mente y de los hechos que se nos presentan en la vida.

Aunque también hay formas extraordinarias, como algún tipo de visión, alguna convicción súbita, algún sueño, signos que confirman o disconfirman lo que pensamos y que aparecen de repente sin que lo hayamos pedido.

Y también están obviamente la Tradición, el Magisterio la palabra de Dios en la Biblia – como dijimos -, y nuestros hermanos, nuestro director espiritual, etc.

Hay algunos criterios que pueden orientar el discernimiento en términos bien generales.

En primer lugar desconfiar de las cosas que se salen de contexto o de la línea, de lo que el Señor nos ha estado diciendo nuestras vidas.

En segundo lugar asegurarnos de la pureza de corazón y de intención, y de la humildad y la docilidad.

Y entender que somos parte de un plan mayor, que la obra divina en el mundo y en su Iglesia.

No se trata solamente de nosotros sino lo que Dios está haciendo con Su pueblo.

También implica paciencia, la espera cuándo algo no parece claro, como lo expresa San Ignacio cuando dice que no hay que tomar decisiones en los momentos de desolación.

Además se nos presentan obstáculos, como por ejemplo el orgullo, la arrogancia y la autosuficiencia.

También nuestro escaso conocimiento del magisterio de la iglesia y de las escrituras, que nos pueden llevar a malas interpretaciones.

Además está nuestra inclinación al pecado y al hedonismo, tratando de buscar lo más fácil y menos doloroso.

El apego a nuestros deseos y proyectos y nuestros deseos de grandeza.

  

CRITERIOS PRÁCTICOS PARA UTILIZAR

Estos son principios para guiar la reflexión que lleve al discernimiento.

Son distintas facetas de un mismo propósito.

Por lo cual estos principios deben usarse juntos; sería un error basarse en uno solo.

  

UNO: DISCERNIMIENTO SEGÚN EL ESTADO DE VIDA

Esto implica el filtro de nuestro estado de vida para discernir las mociones.

Por ejemplo difícilmente venga de Dios la moción a un sacerdote de que deje el sacerdocio y fornique con una mujer que está sentada en un banco de la Iglesia.

O que un anciano y enfermo vaya a peregrinar el Camino de Santiago.

Cuando suceden estas cosas debemos tomarlo con cuidado, porque no parecen estar en consonancia con el estado de vida de cada uno.

Pero hay casos más mezclados, como por ejemplo una madre que siente llamada de pasarse horas adorando al Santísimo Sacramento.

Esto es algo bueno pero ¿qué hay del cuidado de sus hijos?

En este caso hay que tener especial precaución porque es distinta su situación al de una mujer soltera sin compromisos familiares, para la que incluso su visita al Santísimo Sacramento podría implicar la comprensión de su vocación a la vida religiosa.

Por lo tanto el criterio es desconfiar de las mociones que contradigan nuestro estado de vida.

Y a su vez supone que debemos tener claridad de lo que implica nuestro estado de vida.

O sea que obligaciones y libertades tenemos cuando somos solteros, casados, sacerdotes, jóvenes, viejos, padres, trabajadores, jefes, estudiantes, pobres, ricos, etc.

  

DOS: DISCERNIMIENTO SEGÚN NUESTROS DONES Y TALENTOS

Dios nos equipó a cada uno con virtudes, talentos, dones y habilidades especiales.

Nos equipó para unas cosas mejor que para otras.

Por lo tanto debemos ser cuidadosos cuando nos llega una moción y evaluarla en función de nuestras habilidades y talentos.

Por ejemplo si a un buen pianista le surge la moción interna de que dedique una buena cantidad de horas al día a jugar al tenis en vez de practicar piano, hay que desconfiar.

Esto no quiere decir que no pueda suceder, porque quizás puede ser que el Espíritu busque una ampliación de la mente y de las experiencias.

Pero en general esto es más posible que suceda entre los jóvenes, que están en un proceso de descubrir sus dones y deberían estar más abiertos a probar cosas nuevas.

En cambio la gente mayor ya ha trabajado y desarrollado sus dones, de modo que sumar otros podría crearles una complicación y una fatiga.

Aunque no hay que olvidar que el Señor es un gran capacitador.

Las preguntas que uno tiene que hacerse en este caso son:

¿Esto que me viene, saca buen partido de los dones y talentos que Dios me dio?

O también,

¿Tiene sentido que me ponga a hacer esto otro sobre lo cual no estoy equipado para hacerlo?

  

TRES: DISCERNIMIENTO POR EL DESEO

Los deseos que nos vienen a la mente y al corazón pueden ser tanto el principio de una buena opción como de una mala opción.

En general tendemos a desconfiar de nuestros deseos porque nos consideramos pecadores y el pecado entra por nuestra emoción desordenada.

Por ejemplo sí no tenemos dinero no deberíamos salir a robar para conseguirlo, porque esto siempre es malo.

Seguramente no está en la voluntad de Dios, sin importar cuanto lo deseemos y necesitemos.

Sin embargo hay casos en que los sentimientos y deseos pueden ayudar a indicar la voluntad de Dios.

Porque a menudo Dios nos inspira cierto nivel de deseo, cuando quiere que avancemos en una dirección específica.

Él nos presenta ese camino como atractivo y deseable.

Porque sería difícil que lo siguiéramos si no sentimos alegría o deseo de hacerlo.

Por lo tanto escuchar nuestras emociones y nuestro corazón es un método importante de discernimiento, entonces:

En primer lugar no debemos descartar nuestros sentimientos.

Y en segundo lugar discernir si esos sentimientos o deseos pasan los otros filtros de discernimiento que estamos presentando aquí.

Tal vez Él nos esté preparando para que hagamos algo distinto, y eso se logra obteniendo nuestra satisfacción inicial.

  

CUATRO: DESARROLLO SECUENCIAL VERSUS RUPTURA

En general se supone que Dios nos mueve secuencialmente en etapas, paso a paso.

Aunque hay momentos de cambio dramático en las personas, que llegan de repente.

En ambos casos el tema es si la tendencia secuencial o el cambio drástico se produce suave y pacíficamente o no.

La pregunta que podemos hacernos es si tiene sentido ir por este camino particular, de acuerdo a la situación en que estoy hoy.

¿Porque Dios me guiaría por un camino tan distinto en este momento?

En general pensamos que los cambios rápidos e inesperados son más producto del deseo que de inspiraciones divinas.

Pero a veces la vida de cada uno puede tomar un rumbo más cerca de los pedidos de Dios, si se hace borrón y cuenta nueva de la vida anterior.

Esto le ha sucedido por ejemplo a quien escribe este artículo, cuyos cambios en la vida se han producido por saltos.

Cortando con lo que estaba haciendo antes y comenzando una cosa absolutamente nueva.

Pero no nueva desde el punto de vista de los dones que Dios ha entregado, sino referida al área dónde aplicar esos dones.

  

CINCO: SERENIDAD Y PAZ INTERIOR

Es natural considerar que lo que viene de Dios nos da serenidad, paz y alegría.

Aunque a veces los sentimientos están mezclados.

Por ejemplo pongamos el caso en que un Obispo le pide a un sacerdote que cambie de parroquia.

Para el sacerdote es un momento de tristeza porque deja a persona que ha aprendido amar a través de los años.

Pero por otro lado implica subir un escalón más para seguir adelante.

La prueba es, si a pesar de la tristeza, siente, paz interior y serenidad en el fondo.

Es difícil sustraerse del estrés y el temor que produce un cambio.

Pero el elemento central corre por debajo.

Es identificar si detrás de estas decisiones difíciles y estresantes no hay una serenidad más profunda que puede indicar la voluntad de Dios.

En principio si no hay consuelos y sólo desolación, y si falta la serenidad, probablemente la propuesta no venga de Dios

Pero todo esto está enturbiado porque el propio cambio genera estrés, entonces debemos diferenciar la angustia del estrés, de la angustia de la nueva situación per se.

En estos casos siempre es conveniente esperar para sentir la voz serena y apacible de Dios, y no precipitarse.

  

SEIS: COINCIDENCIA CON LAS ESCRITURAS Y LA TRADICIÓN

Este es el punto de discernimiento más importante porque Dios y las enseñanzas de la Iglesia deberían tener la última palabra en cualquier decisión.

Suponte que el discernimiento de una persona pasó los 5 filtros anteriores.

Resulta que la moción es que Dios le revela a un sacerdote que la Santísima Trinidad son 4 y no 3.

Y le pide que difunda esta devoción.

Esto estaría profundamente equivocado, porque la revelación de Dios debe prevalecer sobre cualquier otro principio de discernimiento.

Suponte otro caso similar y muy actual en este momento.

Que un sacerdote sienta la emoción de que debe fundar un movimiento con enseñanzas más actualizadas.

Esto coincide con su estado de vida, concuerda con sus habilidades, ha sido un desarrollo lento que ha sucedido en el tiempo y tiene serenidad al pensarlo.

Pero mi querido sacerdote Dios no dice tal cosa.

La fidelidad respecto a la doctrina de los Apóstoles es el primer criterio y no debemos ser deslumbrados por ideas extrañas para sentirnos mejor con el mundo, o para que el mundo nos acepte más.

Porque como dice San Pablo «Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!» (Gálatas 1:8)

  

CÓMO APLICAR ESTOS CRITERIOS

Los puntos que vimos arriba suenan fáciles, pero enfrentados a la situación de discernir tenemos que comenzar con una secuencia de pasos.

Veamos cómo desarrollarlo.

  

Busca un momento de soledad

Es bueno reunir información hablando con alguien que respetemos por su sabiduría.

Pero cuando uno va a tomar decisiones importantes es crucial estar a solas con tu pensamiento y con Dios.

En esa soledad invitarás a Dios al proceso de la toma de tu decisión.

  

Describe un panorama global de los hechos

Expone ordenadamente todos los hechos que están interviniendo en el problema y en la toma de decisión.

O sea, una fotografía de la situación.

Plantea a Dios tus deseos y temores.

Dile en qué tienes dudas, qué dificultades tienes, en que estás.

En definitiva plantéale todo el panorama global de lo que sientes y lo que interpretas.

A veces un buen planteo del problema es suficiente para una iluminación del camino.

  

Tómate tu tiempo para que Dios hable

Espera que te conteste, que quizás no sea en lo inmediato, y quizás puedas esperar cuando la decisión no tenga que ser inmediata.

Quizás Dios te conteste por algo que te suceda, o cuando leas en la escritura y algo que te salte a los ojos, o de repente alguien va a decir algo significativo para lo que tienes que decidir, etc.

En definitiva, vive tu vida especialmente alerta de una respuesta de Dios para tu planteo.

  

Ora para que se haga la voluntad de Dios

Dios tiene un plan amoroso para ti y quiere ayudarte.

Pero a veces nuestros deseos y nuestros temores tornan inaudible su voz.

A veces consideramos inadecuada Su respuesta porque nos obliga a abandonar cosas que deseamos y que Él no quiere para nosotros.

  

Observa los frutos de la decisión que has tomado

Tanto el discernimiento como la toma de decisión es un continuo.

Deberás reafirmar varias veces tu toma de decisión y discernir cada vez si has hecho lo correcto.

Y los buenos frutos son el resultado de un verdadero discernimiento.

Fuentes:

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