Un grupo solidario para una iglesia pobre y sencilla.
Está inspirada en la labor del sacerdote asesinado en 1974 y dirigida a los jóvenes. Aclaran que no hay otra ideología que la fe, el compromiso y el amor a los que más necesitan. Lo anunciaron los curas de las villas de emergencias porteñas.
El padre Carlos Mugica, el papa Francisco, los curas villeros porteños y los vecinos y voluntarios en las zonas más pobres de la ciudad fueron los protagonistas de una fiesta religiosa y musical que se vivió en la villa 31, de Retiro.
LA CONMEMORACIÓN
La jornada con la que todos los años la Vicaría Episcopal para las Villas de Emergencia de la Ciudad de Buenos Aires recuerda a Mugica -que fue acribillado en 1974 y aún la Justicia no dio su veredicto- estuvo teñida por la elección del cardenal Jorge Bergoglio como Santo Padre.
Detrás del altar, en el que oficiaba misa el padre José María «Pepe» Di Paola -primer vicario episcopal para las villas, que ayer cumplía 51 años-, una gran bandera blanquiceleste con los rostros de Mugica y de Francisco llevaba la firma de «La Mugica».
COMPROMISO CON LOS MAS NECESITADOS
El presbítero Guillermo Torre, párroco de Cristo Obrero, la iglesia de la villa 31, anunció la creación de una agrupación que llevará ese nombre y estará dirigida especialmente a los jóvenes, no sólo de la 31, sino de todos los barrios pobres.
«Apenas lo eligieron, el papa Francisco dijo que anhelaba una Iglesia pobre y para los pobres. Eso mismo es lo que quería Carlos. Y por eso nació La Mugica», afirmó Torre.
Y continuó:
«Lo que nos identifica es la fe, el compromiso y el amor a los que más necesitan. No hay otra ideología. Lo que nos mueve el corazón es ese compromiso de amor que nos enseñó Jesús y que vivió Carlos hasta darnos su vida».
A 39 AÑOS DE SU ASESINATO, EVOCARON SU LUCHA
El padre Pepe destacó que haya vivido junto a los pobres en la villa. El vicegobernador Mariotto dijo que junto al Papa «representan a la Iglesia que está cerca de la gente». También lo recordaron en el templo donde fue acribillado por la Triple A.
La lucha del padre Carlos Mugica fue evocada el sábado pasado en ceremonias religiosas y actos por referentes eclesiásticos y políticos, al cumplir 39 años del asesinato de quien fue símbolo de la opción preferencial por los pobres y considerado uno de los primeros «curas villeros».
El sacerdote José María «Pepe» Di Paola, a quien el papa Francisco protegió después de ser amenazado por narcos en la villa 21-24 del barrio porteño de Barracas, presidió hoy una misa y una caminata en memoria de Mugica por las calles de la villa La Cárcova, en la localidad bonaerense de José León Suárez.
«Mugica fue un pionero, uno de los primeros en salir a las periferias existenciales como hoy nos pide el Papa. No se quedó encerrado en la sacristía. No sólo estuvo junto a los más pobres en las villas, vivió con ellos», destacó Di Paola.
En tanto, el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, encabezó un acto en la plaza del barrio La Unión, de Cañuelas, donde se inauguró un mural para recordar al sacerdote tercermundista que en la década del 70 trabajó en la villa 31 del barrio porteño de Retiro.
«Mugica fue uno de esos militantes que rompen con las estructuras tradicionales y se juegan por los pobres, por eso el recuerdo de su tarea está permanentemente vivo», aseguró el referente provincial del kirchnerismo.
En otra señal del giro del gobierno tras la elección pontificia de Jorge Bergoglio, Maritto aseveró:
«Mugica y el Papa representan a esa Iglesia que está cerca de la gente».
Hubo otra celebración eucarística en la parroquia Cristo Obrero, el templo de la villa 31 que Mugica creó y donde descansan sus restos. Allí, el oficio religioso fue presidido por el sacerdote Guillemo Torre, integrante de la Pastoral de las Villas porteña.
También una misa en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en Zelada 3771, del barrio porteño de Villa Luro, donde Mugica fue asesinado.
El 11 de mayo de 1974, a las 20.15, cuando salía de celebrar una misa en la iglesia San Francisco Solano y se aprestaba a subir a su Renault 4L, fue asesinado a balazos.
El crimen del padre Mugica, quien recibió cinco tiros -uno de ellos por la espalda cuando ya estaba en el suelo- se atribuye a agentes de la triple A.
Mugica murió horas más tarde en el Hospital Salaberry, en el barrio porteño de Mataderos, y desde allí fue llevado en los hombros de los fieles hasta la parroquia de Retiro. Durante toda la noche sonaron las campanas y hubo filas de más de 100 metros para entrar al velatorio. Al día siguiente, una multitud lo acompañó hasta el cementerio de la Recoleta.
Por demanda de los vecinos, en 1999 los restos de Mugica fueron traslados a la parroquia Cristo Obrero, de la Villa 31, en una caravana que encabezó el entonces cardenal Bergoglio.
En aquella oportunidad, el hoy Papa rezó:
por «los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la iglesia».
Fuentes: Valores Religiosos, Signos de estos Tiempos