Francisco llamo a los sacerdotes a dejar la arrogancia y no ser controladores de la fe [13-05-26]

Un claro mensaje para recordar la humildad y la amplitud.
El viernes el Papa exhortó a dejar la arrogancia y a “caminar en medio y detrás de la manada». Y el sábado señaló la necesidad de tener las “puertas abiertas” y no comportarse como «controladores de fe» y sino como «facilitadores».  

 

papa con paloma

 

Estos dos mensajes de inscriben dentro de la línea de “reforma” de la lógica con que los sacerdotes deben enfocar su ministerio que abrió con su célebre concepto de que los pastores deben “tener olor a oveja”.  

DEJAR LA ARROGANCIA

Durante la Profesión de Fe con todo el Episcopado italiano, el Papa Francisco exhortó a los obispos a:

dejar de lado «cualquier forma de arrogancia para inclinarse ante todos aquellos a los que el Señor confía a nuestro cuidado», en especial de los sacerdotes.

«La consecuencia de amar al Señor es darlo todo, absolutamente todo, hasta la propia vida por Él; esto es lo que debe distinguir nuestro ministerio pastoral; es la prueba que nos dice con qué profundidad hemos abrazado el don recibido respondiendo a la llamada de Jesús y de qué manera estamos unidos a las personas y a las comunidades que nos han sido encomendadas», expresó durante el acto realizado ayer en la Basílica de San Pedro.

El Santo Padre recordó a los obispos que:

«no somos expresiones de una estructura o de una necesidad organizativa: incluso con el servicio de nuestra autoridad estamos llamados a ser signo de la presencia y la acción del Señor resucitado y edificar así la comunidad en la caridad fraterna. Incluso el amor más grande, de hecho, cuando no se alimenta de forma continua, se desvanece y se apaga».

El Papa Francisco alertó que la falta de atención:

«ablanda al Pastor; le distrae, le convierte en olvidadizo e incluso en intolerante; le seduce con la perspectiva de la carrera, le tienta con el dinero y los compromisos con el espíritu del mundo; le convierte en perezoso transformándolo en un funcionario, un clérigo de estado preocupado más por él mismo, por la organización y las estructuras que por el verdadero bien del Pueblo de Dios».

«Se corre el riesgo, entonces, como el apóstol Pedro, de negar al Señor, aunque si formalmente uno se presenta y habla en su nombre; se atenúa la santidad de la Madre Iglesia jerárquica, haciéndola menos fructífera», expresó.

«¿Quiénes somos, hermanos, ante Dios?, ¿Cuáles son nuestras pruebas? -preguntó el Papa-. Como para Pedro, la pregunta insistente y dolorosa de Jesús puede entristecernos y hacernos conscientes de la debilidad de nuestra libertad, amenazada por tantas influencias internas y externas, que a menudo causan confusión, frustración e incluso incredulidad».

Sin embargo, señaló:

«estos no son los sentimientos ni las actitudes que el Señor quiere despertar, más bien, de esto se aprovecha el enemigo, el diablo, para aislar en la amargura, en la queja y en el desaliento …Jesús, buen pastor, no humilla ni abandona en el remordimiento: en Él habla la ternura del Padre, que consuela y anima; te hace pasar de la división de la vergüenza, porque realmente la vergüenza nos separa, a la confianza; restaura el valor, confía nuevamente la responsabilidad, nos entrega a la misión».

Por ello, indicó:

«ser Pastores significa también estar dispuestos a caminar en medio y detrás de la manada: capaces de escuchar la silenciosa historia de quien sufre y de apoyar el paso de quien teme no conseguirlo; pendientes de animar, tranquilizar e infundir esperanza».

«Compartiendo con los humildes, nuestra fe se refuerza; dejemos de lado, entonces, cualquier forma de arrogancia, para inclinarnos ante todos aquellos a los que el Señor confía a nuestro cuidado …Entre estos, reservemos un lugar particular a nuestros sacerdotes: sobre todo para ellos, que nuestro corazón, nuestra mano y nuestra puerta permanezcan siempre abiertos en cualquier momento. Ellos son los primeros fieles que nosotros, los obispos, tenemos: nuestros sacerdotes», concluyó.

NO SER CONTROLADORES DE LA FE

El papa Francisco llamó este sábado a la Iglesia a tener sus «puertas abiertas» y a no actuar como «una aduana», citando el ejemplo de curas que se niegan a bautizar a hijos de parejas que no están casadas.

A menudo nos comportamos como «controladores de fe» y no como «facilitadores», se lamentó el papa durante su misa diaria en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano.

En su homilía, transmitida por Radio Vaticano, el papa argentino citó el ejemplo de un cura que se negó a bautizar al hijo de una madre soltera.

«Esta mujer tuvo la valentía de proseguir su embarazo (…) ¿y qué es lo que encuentra? Una puerta cerrada», lanzó el papa.

«Cuando escogemos este camino, no estamos ayudando al pueblo de Dios», dijo, añadiendo que «Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral!»

En septiembre 2012, Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, había criticado a los sacerdotes que se negaban a bautizar a los niños nacidos fuera del matrimonio, calificándolos de «hipócritas».

Desde su elección, el Papa Francisco ha llamado la atención por su lenguaje simple y directo, así como por su proximidad con los fieles.

Fuentes: ACI Prensa, Periodista Digital, Signos de estos Tiempos

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