Estuvimos al borde de un triunfo avasallador del mal.
Entre finales de abril y principios de mayo de 1945 se suceden los hechos que llevaron a la rendición alemana del 7 de mayo de 1945.
El 25 de abril de 1945, las tropas soviéticas y estadounidenses cortaron a Alemania en dos.
En la tarde del 30 de abril de 1945, el canciller alemán Adolf Hitler se suicidó en su búnker de la Cancillería del Reich en Berlín.
Y el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels se suicidó en la mañana del 1 de mayo.
Era el fin de una corriente ocultista que casi se hace con el poder del mundo.
Creían que su poder vendría de las reliquias judeocristianas.
Como en ningún otro momento de la historia contemporánea una corriente ocultista, esotérica y mágica casi se hace con el control del mundo a la vista de todos.
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Nos referimos al nazismo y a la experiencia del tercer Reich, liderado por Adolf Hitler.
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Estaban a la vista de quien lo quisiera ver estas tendencias ocultistas que guiaban su política.
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Cosa que fue encubierta a las generaciones posteriores por un análisis solamente geopolítico de sus intereses.
El nazismo fue la expresión del pensamiento esotérico de sectas que vinculan los mitos de civilizaciones anteriores como las de la Atlántida e Hiperbórea.
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Con razas extraterrestres y descendientes humanos superiores, con el ocultismo y los ovnis.
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Estos conceptos integrados por la sociedad Thule, de la que Hitler era integrante, le llevaron a concebir la idea de la construcción de una fuerza política para construir el imperio del tercer Reich, que siempre estuvo guiado por los conocimientos ocultistas y esotéricos.
Todas estas teorías de la Thule no murieron con la caída del Tercer Reich.
Basta que hables con alguien creyente en los ovnis y en los “maestros ascendidos” para comprobar que tienen muchos adeptos hoy.
UN INVESTIGADOR SOBRE EL NAZISMO ESCRIBIÓ UN LIBRO CONFIRMATORIO
El historiador Giorgio Galli afirma que el nazismo tuvo sus orígenes en el ocultismo esotérico.
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Desde su juventud, las lecturas de revistas esotéricas moldearon el pensamiento de Adolf Hitler, que se veía predestinado a construir “una civilización pura e incorrupta”.
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Su modelo fue extraído del mito de la Atlántida y el plan de exterminio de los judíos se debió a que los consideraba con un proyecto hegemónico como el suyo.
Por los años 20 el grupo de Hitler decidió convertirse en un partido político y Hitler destacó como líder por su capacidad oratoria y de organización.
El historiador Giorgio Galli, reconocido experto en el mundo del nazismo y de su figura principal, Adolf Hitler, ha asegurado a la revista italiana “30 giorni” que
“toda la historia del nazismo ha de ser interpretada teniendo en cuenta la cultura esotérica de Hitler”.
Y es que, según Galli, la pretensión de Hitler de construir una nueva civilización pura se desprende de las consideraciones místicas y espirituales de las que se nutrió en su juventud el líder alemán.
En su juventud en Viena, Hitler era un asiduo lector de la revista “Ostara”.
La publicación, que toma su nombre de una antigua diosa germánica anterior a la difusión del cristianismo en Alemania, fue fundada en 1905 por un ex fraile, Jörg Lanz von Liebenfels.
Éste creó también una organización basada en la teoría de la superioridad de la raza aria.
No fue el único “maestro” esotérico del futuro Führer.
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Rudolf von Sebottendorff, estudioso de la Cábala, de la alquimia, de la secta de los rosacruces y un asiduo de prácticas ocultistas, promovió en 1918, en Munich, la “Thule Gesellschaft”, una sociedad secreta fuertemente caracterizada por su antisemitismo y por el racismo.
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En torno a ella gravitaron Hitler, Rudolf Hess, Karl Haushofer y Hans Franck, el futuro gobernador general de Polonia.
EL MITO DE LA ATLÁNTIDA
La “Thule” se refería a la civilización de la Atlántida, la célebre y enigmática patria de los hiperbóreos.
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Y sobre este mito, el Führer sustentó su acción política.
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“Alrededor de la Thule hay una sabiduría mágica que el dirigente nazi considera que hay que recuperar y en la que reside el instrumento para forjar el luminoso futuro”, señala el historiador italiano.
Esta sociedad secreta fue la auténtica cuna del nazismo.
“El grupo de intelectuales de la Thule que en los años veinte decide transformar la secta ocultista en un partido político cree profundamente en estas cosas”, subraya Galli.
“Tanto Hitler como Himmler, Hess, Rosenberg y Frank se consideran herederos de una antigua sabiduría que les permite convertirse en los constructores de una nueva civilización”, añade.
La primacía de Hitler en el partido nazi, y antes en la secta de los “Thule”, se debe, según el historiador Galli, a dos elementos:
“Se trataba de un orador muy eficaz y de un hábil organizador”.
“Quizás aprendió del mago Hanussen la primera característica, esa forma casi hipnótica de comunicar”, apunta Galli.
“Sabemos con seguridad que Hitler tomó clases de dicción con Hanussen”, prosigue.
UN PLAN DE EXTERMINIO
Con estos ingredientes, el dirigente nazi puso en funcionamiento una de las maquinarias de aniquilación más devastadoras de la historia.
Para reconstruir la civilización aria era necesario conquistar todo el terreno de Europa occidental hasta los Urales.
Se trataba del “Lebensraum”. Alemania se erigía como fundamento de esa nueva civilización y de un nuevo tipo de hombre que recuperaría las antiguas virtudes perdidas.
“Los judíos, que poseen un sueño de hegemonía mundial de signo contrapuesto, debían de ser primero marginados y luego eliminados”, afirma Galli.
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Para potenciar la ideología nazi, era necesario crear una suerte de ritos.
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“Por eso, todas las ceremonias nacionalsocialistas calcan un modelo religioso: las luces, el Führer apareciendo como una mágica agnición. Todo tenía un carácter de mágica liturgia”, explica el historiador italiano.
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El interés de Hitler y sus más fieles aliados por el ocultismo marcó las terribles decisiones que llevaron a la muerte a millones de personas.
QUE MÁS SE SABE DE LAS MANIFESTACIONES ESOTÉRICAS
Se da cuenta en la Alemania nazi de rituales populares de adoración del fuego y de la proliferación de sociedades secretas.
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En 1923, un agitador “del grupo Hitler” proclamaba que “para destruir el cristianismo que ha envenenado al espíritu alemán y sustituirlo por los dioses germánicos harán falta terribles combates.
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De los setenta millones de alemanes, sólo quedarán siete, pero ellos serán los amos del mundo”.
Toda la ritualidad del Tercer Reich proviene de las corrientes esotéricas de Europa perdidas en el olvido del pasado.
Estas corrientes han determinado prácticamente toda la ritualidad protocolar, los símbolos y hasta la arquitectura del Tercer Reich alemán. Así encontramos multitud de signos esotéricos como:
- -el saludo “Heil” (de la runa de la victoria);
- -los uniformes negros;
- -la Cruz Gamada o Esvástica;
- -el Gralsburg (Castillo del Gral o Grial) de Hitler;
- -las expediciones nacionalsocialistas a Asia en busca de reinos perdidos;
- -la Orden de Thule, origen del NSDAP (Partido Nazi);
- -la pertenencia e iniciación secreta de Rudolph Hess;
- -la influencia del sabio Hans Hörbigger y la doctrina de “La lucha eterna del fuego y del hielo”;
- -la mitología de Wagner;
- -las analogías con las órdenes teutonas, maniqueos, gnósticos, cátaros… etc.
LA SOCIEDAD THULE
Uno de los fundamentos de la ideología hitleriana fue el pangermanismo, doctrina que aspira a la unión económica y política de todos los pueblos de origen alemán.
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A esta reivindicación de una comunidad alemana en su sentido más amplio, los nazis agregaron el mito de la pureza de la raza.
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A esta corriente, movilizadora de la opinión pública, se incorporaron numerosas sociedades secretas dedicadas al ocultismo y al extremismo político.
La más influyente de estas sociedades secretas que se extendieron por Alemania a principios del siglo XX fue el grupo de Thulé, fundado en 1912.
Su nombre provenía de la última Thule romana, país mítico ubicado en el Norte Grande, en una llanura rodeada de resplandecientes montañas de hielo y habitada por una raza superior.
Pero no fue la única pero sí la más influyente.
El iniciador de este grupo fue el alemán Sebottendorf y entre sus miembros se encontraban muchas de las personalidades del futuro Tercer Reich y fue una organización que patrocinó al Deutsche Arbeiterpartei (DAP), más tarde transformado por Adolf Hitler en el Partido nazi.
La Sociedad Thule creía (según la revelación de Isaías) en la venida de un Mesías, “el tercer Sargon”, que debía traer la gloria y una nueva cultura aria para Alemania.
La Sociedad Thule se dividió, más tarde, en dos ramas, la rama esotérica (del griego esoteros, que significa interior.), de la cual formaba parte Rudolf Steiner, y la rama exotérica (del griego exoteros, que significa exterior), de la cual Hitler tomó, más tarde, la dirección.
Algunos autores afirman que los exotéricos habían mantenido debates judiciales y condenado a muerte a seres humanos.
En cualquier caso, Hitler persiguió, más tarde a Steiner y a sus discípulos e hizo ejecutar a quéllos que consiguió atrapar.
EN QUE CREÍA LA SOCIEDAD THULE
“Última Thule”, había sido la capital del primer continente colonizado por los arios.
Éste se llamaba Hiperbórea y habría sido más antiguo que Lemuria y la Atlántida (continentes sumergidos, habitados antaño por grandes civilizaciones).
Existe en Escandinava una leyenda con respecto a “Última Thule” un país maravilloso en el Gran Norte donde el sol no se pone jamás, y donde vivirían los ancestros de la raza aria.
El continente “hiperbóreo” habría estado situado en el Mar del Norte y habría desaparecido en las aguas con ocasión de una era glacial.
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Se supone que sus habitantes habían venido antaño del sistema solar de Aldebarán, que es el astro principal de la constelación de Tauro, y que medían cerca de cuatro metros de alto, tenían la piel blanca y eran rubios con los ojos azules.
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No conocían las guerras y eran vegetarianos (¡Hitler también lo era!). Según los supuestos textos de Thule, los hiperbóreos tenían una tecnología muy avanzada.
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Y habrían utilizado los Vril-ya, ingenios voladores que conocemos hoy en día con el nombre de Ovnis.
Cuando el continente hiperbóreo empezó a sumergirse sus habitantes empezaron a perforar gigantescos túneles en la corteza terrestre con grandes máquinas, estableciéndose bajo la región del Himalaya.
Este reino subterráneo recibe el nombre de Agartha o Agarthi, y su capital se denomina Shambhalla.
Los persas denominaron a ese reino subterráneo “Aria” o “Arianne”, el país de origen de los arios.
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Precisemos aquí que Karl Haushofer afirmaba que Thule era, de hecho la Atlántida.
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Y que contrariamente a todos los otros investigadores del Tibet y de la India, decía que los sobrevivientes de Thule-Atlántida se habían dividido en dos grupos, uno bueno y uno malo.
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Los buenos, que debido a su oráculo tomaron el nombre de Agarthi, se habrían instalado en la región del Himalaya.
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Los malos, que según Haushofer se denominaban los Shambhalla, y que querían reducir a los seres humanos a la esclavitud, se habrían dirigido a Occidente.
Haushofer afirmaba que existía una contienda desde hacía millares de años entre los de Agarthi y los de Shambhalla.
Combate que a su vez reemprendió la Sociedad Thule,con el tercer Reich representando los Agarthi, contra los de Shambhalla, francmasones y sionistas.
Probablemente ésta era también la misión de Haushofer.
El soberano de ese reino sería “Rigden Iyepo”, el rey del mundo, y su representante en la Tierra sería el Dalai Lama.
Haushofer estaba persuadido de que ese reino subterráneo bajo el Himalaya era el punto de origen de la raza aria.
Supuestamente habría obtenido la prueba de ello con ocasión de sus numerosos viajes al Tibet y a la India.
La insignia de Thule habría sido la esvástica con los brazos girados a la izquierda.
Según las creencias de los lamas tibetanos y del Dalai-lama en persona, las personas de Agarthi existen aún hoy.
El reino subterráneo, que está bien arraigado en casi todas las enseñanzas orientales, se habría expandido a lo largo de milenios bajo toda la superficie de la tierra.
Con inmensos centros bajo el Sahara, bajo Yucatán en México, bajo las montañas del Mato Grosso y bajo las montañas de Santa Catarina en Brasil, bajo el monte Shasta en California, en Inglaterra, Egipto y Checoslovaquia…
Hitler se habría empeñado concretamente por encontrar las entradas del reino subterráneo de Agartha, y entrar así en contacto con los descendentes de los“hombres-dioses” arios de Aldebarán-Hiperbórea.
En las leyendas y tradiciones de ese reino subterráneo se relata, entre otras cosas, que habrá en nuestro globo una maligna guerra mundial (la tercera).
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Que terminará debido a que temblores de tierra y otras catástrofes naturales, entre ellas la inversión de los polos,causarán la muerte de dos tercios de la humanidad.
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Tras esta “última” guerra las diferentes razas del interior de la tierra se reunirán de nuevo con los supervivientes de la superficie del globo y entrarán en la milenaria “Edad de Oro” (era de Acuario).
Hitler quería crear una “Agartha” o “Ariana” sobre la tierra con la raza de los maestros arios, y el lugar debía ser Alemania.
Durante el “Tercer Reich”, hubo dos grandes expediciones de las SS al Himalaya para encontrar las entradas al reino subterráneo.
Otras expediciones se realizaron en los Andes, las montañas del Mato Grosso y de Santa Catarina en Brasil, en Checoslovaquia y en Inglaterra.
Algunos autores afirman también que las personas de Thule creían que independientemente del sistema de túneles y de ciudades subterráneas, la Tierra era hueca, con dos grandes entradas, una en el polo Norte y otra en el polo Sur.
Se referían a las leyes de la naturaleza: “tal el microcosmos, tal el macrocosmos”.
Ya se trate de una célula sanguínea, una célula corporal o un óvulo, un cometa o un átomo, todos ellos tienen un núcleo y una cavidad envuelta por una cobertura, la corona radiata, la propia vida ocurre, pues, en el interior.
Las personas de Thule habrían llegado a la conclusión de que la Tierra debía estar constituida según el mismo principio.
Incluso los drusos confirman este hecho, ya que son cavidades en las rocas que tienen en su interior vida propia, es decir, minerales y cristales.
Por tanto la Tierra también debía ser hueca (lo que corresponde además con las afirmaciones de los lamas tibetanos y del Dalai Lama), y debía tener un núcleo, es decir, un sol central que confiere a su interior un clima regular y una luz solar permanente.
La verdadera vida de nuestro planeta tenía lugar en su interior, la raza de los maestros viviría adentro, y los mutantes en la superficie.
Esta sería la razón de que no podamos descubrir vida sobre los otros planetas de nuestro sistema solar, ya que los habitantes vivirían también en su interior.
Las entradas principales serían en el polo Norte y en el polo Sur, polos atravesados por la luz del sol central, que crearía las “auroras boreales”, las pretendidas luces de los polos.
La masa sólida ocuparía mayor volumen en el interior de nuestro planeta que la masa de aguas.
Según el explorador de los polos Olaf Jausen y otros exploradores, el agua en el interior sería agua dulce, lo que explicaría por qué el hielo del Ártico y del Antártico no está constituido de agua salada y sino de agua dulce.
Esta tesis sobre la constitución de nuestra tierra estaría apoyada por los testimonios de exploradores de los polos Cook, Peary, Amundsen, Nansen, Kane y también por el almirante E. Byrd.
Ellos todos tuvieron las mismas extrañas experiencias que no concordaban con las teorías “científicas” establecidas.
LA VINCULACIÓN DE HITLER CON LA THULE
En octubre de 1918, el joven ocultista y esotérico Adolf Hitler (llamado en realidad Adolf Schicklgruber, Hitler era el apellido de soltera de su madre) entra al DAP, el partido de Thule, donde se remarca su talento como orador.
Trevor Ravenscroft en su libro Der Speer des Schicksals (La Lanza del Destino), describe lo que también había dicho un amigo de juventud de Hitler, Walter Johannes Stein, convertido más tarde e consejero del francmasón Winston Churchill:
«Hitler, que a la edad de 20 años era ya un gran adepto del misticismo, intentaba alcanzar niveles de conciencia elevados con ayuda de drogas.
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A través del librero Pretzsche en Viena, adepto del misticismo germano, y de la doctrina de la raza de los maestros arios que de ella provenía, Hitler se forjó las bases de su futura visión del mundo.
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Y con su ayuda utilizó el peyote (la mescalina), como droga alucinógena para alcanzar la iluminación mística.
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Fue también en esa época, cuando Hitler tuvo también conocimiento de los “Protocolos de los Sabios de Sión”, lo que acentuó su aversión por los judíos«.
No resulta sorprendente que Hitler, dependiente de las drogas desde joven, tomase fuertes narcóticos durante toda su vida.
Según el diario de a bordo de su médico personal, Theodor Morell, durante los seis años que duró la guerra Hitler recibió inyecciones de diferentes calmantes, de estricnina, de cocaína, de derivados de la morfina y otras drogas.
Hitler fue incorporado por la DAP, el partido de Thule, como orador electoral y más tarde aprendió a leer y a escribir correctamente gracias a Dietrich Eckart, anti-bolchevique y hermano de la Sociedad Thule.
Eckart hizo de él la personalidad que luego conocimos.
Lo introdujo en los círculos de Munich y Berlín, y Hitler adoptó la casi totalidad de los conceptos de la Sociedad Thule.
En 1924, cuando Hitler se encontraba en la prisión en Landsberg a consecuencia del fracasado Putsch de Münich, Haushofer pasó varias horas al día con él transmitiéndole sus teorías y proyectos. Entre otros le suministró el libro de Lord Bulwer-Lytton, «The Coming Race» (La Raza Venidera).
La descripción que hace Bulwer-Lytton de una raza aria altamente desarrollada que vive debajo de la Tierra es casi idéntica de la que antes hablamos.
En su libro, las naves en forma de disco juegan un papel especial. Como también lo tuvo la publicación del libro de Ferdinand Ossendowski, “Bestias, hombres y dioses”, que desvelaba las leyendas de Agartha y Shambhalla.
Hitler se hallaba completamente absorbido por la busca del reino subterráneo y por la doctrina de la raza aria propia de los miembros de la Sociedad Thule.
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Haushofer y Rudolf Hess tuvieron a su cargo la instrucción política de Hitler.
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Fue en la prisión de Landsberg que Hitler escribió «Mein Kampf», haciendo una amalgama de las teorías de Haushofer, los pensamientos de Rosenberg y la propaganda política.
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Rudolf Hess se encargó de la formulación exacta y pasó su texto a máquina.
La influencia de Karl Haushofer, designado como el “gran mago del tercer Reich”, muestra el papel desempeñado por el misticismo y el ocultismo en el Reich.
Le atribuían a Haushofer el “don de la profecía”, y es la precisión de sus predicciones la que le procuró una ascensión fulgurante en los influyentes medios ocultos de la época de pre guerra en Alemania.
Jack Fisherman escribió a este respecto, en el libro «The Seven Men of Spandau», que Rudolf Hess, entre otros, estaba completamente obnubilado por las ideas y teorías de Haushofer. Su extraño viaje a Inglaterra lo demuestra.
En efecto, Haushofer había tenido un sueño en el cual “divisaba a Rudolf Hess atravesando los pasillos de los castillos ingleses llevando la paz a las dos mayores naciones nórdicas”.
Y como Hess estaba persuadido de la certeza de las profecías de Haushofer, siguió ese sueño al pie de la letra.
Nos daremos cuenta de hasta qué punto los dirigentes del tercer Reich tomaron a su cargo el “las formulaciones” mágicas de la Sociedad Thule.
El saludo de Thule, Heil und Sieg (Salvación y Victoria) fue retomado porHitler quién lo transformó en Sieg Heil.
Este saludo dicho con el brazo levantado forma parte de un ritual mágico que se utiliza en la formación de vueltas.
Franz Bardon describió con detalle las vueltas mágicas y sus utilizaciones.
Franz Bardon, denominado también Frabato, ha sido para mí el más conocido mago alemán (1909-1958).
Las SS, denominadas también El Orden Negro, no eran en forma alguna un regimiento policial, sino una verdadera orden religiosa con una estructura jerárquica.
¿Quién hubiera podido pensar que el brutal partido nazi era una orden sagrada?
Tal afirmación puede parecer ridícula, fuera de época, pero no es la primera vez en la historia que una orden sagrada es la responsable de actos y atrocidades sin nombre.
El Orden Negro era la manifestación concreta de las concepciones esotéricas y ocultas de la Sociedad Thule.
En el interior de las SS se encontraba otra sociedad secreta, la elite, el círculo más íntimo de las SS: la SS “Sol Negro”.
Nuestro sol giraría en torno a ese sol negro, es decir, a un gran sol central, el sol primordial, al que se representa por la cruz con los brazos isósceles.
Esta cruz fue dibujada sobre los aviones y coches del tercer Reich.
Los templarios, los Rosacruces y muchas otras antiguas logias todavía la emplean según esa misma óptica.
La Sociedad Thule y aquéllos que más tarde se convertirían en las SS Sol Negro trabajaron en estrecha colaboración no sólo con la colonia tibetana de Berlín, sino también con una orden de magia negra tibetana.
Hitler estaba en contacto permanente con un monje tibetano con guantes verdes, que era designado como el “guardián de la llave” y que habría sabido dónde se encontraba la entrada de Agartha (la Aria).
CUANDO LLEGARON AL PODER BUSCARON AFANOSAMENTE LAS RELIQUIAS DE SU PODEROSO ENEMIGO, EL JUDEOCRISTIANISMO
La búsqueda del poder de los nazis estuvo fundamentada en su pasión ocultista.
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Que les llevó a buscar con ahínco el Santo Grial, la Lanza de Longinos y otras reliquias del cristianismo, así como el Arca de la Alianza judía.
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Persuadidos del poder detrás de Jesús, y del Dios judeo cristiano, para lograr la vida y el poder eternos.
Además de lo visto, la creencia en la alquimia, las runas o el péndulo radioestésico era común en los círculos de poder nazis.
Pues, las creencias esotéricas y ocultistas de Hitler eran más que palpables, y se veían reflejadas.
Por ejemplo, en la importancia que le daba a asuntos místicos, tales como por ejemplo la búsqueda del Santo Grial o la Lanza De Longinos, entre muchos otros.
El ocultista cree que las Fuerzas del Universo le han permitido a cada individuo el Libre Albedrío para determinar por si mismo si usará los secretos y los poderes de lo Oculto para el Bien o para el Mal.
La mayoría de los adherentes a la Nueva Era usarán el término, «Sendero de la Mano Derecha» para referirse a la Magia Blanca y el «Sendero de la Mano Izquierda» para referirse a la MagiaNegra.
Si una persona decide ejercer sus poderes ocultistas para el Bien, se dice que se ha embarcado sobre el «Sendero de la Mano Derecha», y está practicando Magia Blanca.
Sin embargo, si una persona decide ejercer sus poderes ocultistas para el Mal, se dice que se ha embarcado sobre el «Sendero de la Mano Izquierda» y está practicando Magia Negra.
Por supuesto, los cristianos se burlan de tal distinción, ya que creen que todo ocultismo viene de satanás, ¡que no hay diferencia entre la Magia Blanca y la Negra!
A principio de los 1930, los ocultistas del mundo estaban en un estado de anticipación, porque estaban esperando que El Grandioso surgiera en 1933.
La mayoría de los líderes ocultistas, incluyendo Alice A. Bailey, creían que Adolfo Hitler era ese Grande.
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Sin embargo, poco después de llegar al poder, Hitler escogió la cruz gamada como su símbolo nacional, pero el la volteó al revés, significándole a todo el mundo ocultista que había escogido el Sendero de la Mano Izquierda.
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Repentinamente, los líderes del Sendero de la Mano Derecha estaban horrorizados.
HITLER ANHELABA LA POSESIÓN DE LA LANZA DEL DESTINO Y EL SANTO GRIAL
Hitler anhelaba la posesión de la Lanza del Destino, supuestamente la lanza con la cual el soldado romano traspasó el costado de Cristo.
Todos los ocultistas anhelan reliquias religiosas, porque ellas supuestamente han tener poderes inherentemente.
Los ocultistas le atribuyen un gran poder a esta Lanza del Destino, también conocida como la Lanza de Longino.
Supuestamente, el líder que la poseyera y entendiera los poderes que emanaba, sostenía el destino del mundo en sus manos para bien o mal.
Esta lanza ha sido guardada en la Casa de Viena, Austria, por siglos.
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Uno de los primeros actos oficiales de Hitler, una vez que anexó a Austria, fue el ir en carro a Viena en una procesión, llegó al museo, y tomó posesión física de la Lanza del Destino.
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Hitler creyó que él poseía el poder para sobreponerse a todas las posibilidades y conquistar el mundo.
En ese punto, la 2da Guerra Mundial se volvió inevitable.
Poco tiempo después, cuando Hitler publicó la Cruz Gamada invertida como el símbolo de su Partido Nazi, los ocultistas de Magia Blanca en el mundo se quedaron sin aliento en alarma, mientras se daban cuenta que él iba a usar su poder para el Mal, no para el Bien.
Y, ¡se dieron cuenta que el poseía la Lanza del Destino!
Hitler también dedicó su vida a la búsqueda del Santo Grial.
El Santo Grial es supuestamente la copa usada por Jesús en la Ultima Cena, preservada que se llevó a España o Bretaña, y fue custodiada por numerosos caballeros.
La leyenda ocultista comenzó a construir un interés único en referencia al Santo Grial; este vino a representar un sendero Occidental único a una conciencia trascendente.
Los ocultistas generalmente creen que, si uno verdaderamente quiere obtener este Santo Grial, debe aprender el arte de la Magia Negra.
Pero esta ansiedad y fanatismo ocultista no era sólo de Hitler sino de todo su entorno en el partido nazi, que se abocó a buscar las reliquias cristianas.
LA ARQUEOLOGÍA GERMÁNICA EN BUSCA DE RELIQUIAS RELIGIOSAS Y ESOTÉRICAS
Convertido en uno de los hombres más poderosos de la Alemania nazi, Himmler creó en 1935 la Ahnenerbe, denominación con la que se bautizó a la Sociedad de los Estudios para la Historia Antigua del Espíritu, a la que se conocería también con el nombre de “Herencia de los Ancestros”.
Fue dirigida por el coronel Wolfram von Sievers, que convirtió el castillo de Wewelsburg, en Westfalia, en su cuartel general y destino de las reliquias que recogía por todo el mundo.
En su seno se constituyeron diversos departamentos especializados en investigar los antecedentes históricos de la raza alemana, rescatar sus tradiciones y difundir entre la población la cultura tradicional del pueblo germánico.
Uno de sus departamentos, probablemente el más famoso, fue el de arqueología germánica, al que se encomendó la realización de extrañas expediciones con el propósito de buscar reliquias o talismanes a los que se atribuía un extraordinario poder, como el Arca de la Alianza o el Grial.
La obsesión de Himmler por poseer el Grial llevó a los nazis a una sistemática búsqueda por todo el Languedoc francés y España, siguiendo las tesis formuladas por el investigador Otto Rahn.
LA LANZA Y LA PIEDRA
Según cuenta Janire Rámila en La Ahnenerbe, la sección esotérica de las SS, quiso robar de la abadía de Westminster la Piedra de Scone sobre la que se coronan los reyes de Inglaterra y que, creían los nazis, que fue sobre la que Jacob se recostó antes de soñar con la escalera que llevaba a Dios.
Pero el Tercer Reich no consiguió hacerse con esa «poderosa arma».
La Ahnenerbe tuvo también entre sus objetivos la Lanza del Destino, con la que el centurión romano Cayo Casio Longinos hirió en el costado a Cristo.
Existían cuatro lanzas, pero los nazis creían que la que se encontraba en el Museo Hofburg de Viena era la auténtica.
Se suponía que otorgaba la victoria por siempre a su poseedor, y la derrota y muerte a quien la perdiera.
Horas antes de que el «führer» se suicidase en su búnker berlinés, soldados estadounidenses habían logrado hacerse con la Lanza de Longinos o del Destino.
Sobre la autenticidad de la pieza que robó Hitler no hay duda. Los análisis efectuados en 2003 revelaron que la hoja de la lanza es de los siglos VII u VIII.
HIMMLER CONTRA EL PADRE RIPOL
De entre todos los «objetos de poder» que buscó la Ahnenerbe, la pieza más codiciada por la sección ocultista de las SS era el Santo Grial, que utilizó Jesús en la última Cena y que recogió su sangre cuando moría crucificado.
Una historia es que José de Arimatea lo llevó a Europa, y que los cátaros fueron los últimos en guardarlo en el Languedoc francés. Allí, en las ruinas de Montsegur, lo buscó infructuosamente uno de los miembros más destacados de la Ahnenerbe, el ocultista Otto Rahn.
Tras el fracaso de este gurú del esoterismo nazi, Himmler visitó el monasterio de Montserrat y preguntó por el Cáliz. Como señala Rámila, el «reichführer» quiso visitar los pasadizos subterráneos de la montaña, muy cercana a Montsegur, pero el padre Ripol, que hacía de anfitrión, rechazó la solicitud.
Miguel G. Aracil cuenta en ”Himmler en Montserrat: en busca del Grial” que el líder de las SS exigió ver todos los documentos del monasterio que estuviesen relacionados con el Cáliz. Ante la negativa del padre Ripol, Himmler gritó:
«¡Todo el mundo en Alemania sabe que el Grial está en Montserrat!».
Aracil cuenta también que el «reichführer» se negó a besar la imagen de la Virgen negra de Montserrat, la Moreneta, y demostró su ignorancia,
cuando «mientras visitaba el museo del monasterio, al ver unos restos de un hombre íbero de grandes dimensiones, aventuró que se trataba sin duda de un guerrero nórdico.
Cuando el padre Ripol le explicó que era un íbero, no un nórdico, el nazi aseguró enojado que los íberos eran oriundos del norte de Europa».
NAZIS EN TOLEDO
Según cuenta Janire Rámila en Operación Trompetas de Jericó, otro de los tesoros que ambicionó la Ahnenerbe fue el Arca de la Alianza.
Su búsqueda llevó a la sección arqueológica de las SS hasta España.
Según las Sagradas Escrituras, Dios ordenó a Moisés construir un arca como símbolo de la Alianza entre Él y el pueblo de Israel.
Los judíos la construyeron y guardaron en su interior las Tablas con los Diez Mandamientos, la vara de Aarón y maná en un jarrón dorado.
Se trataba de un arma poderosa, pues tocarla provocaba la muerte, y poseerla otorgaba la victoria.
Con ella, 40.000 hebreos marcharon durante siete días alrededor de la ciudad de Jericó, el séptimo día los sacerdotes tocaron sus trompetas y la muralla de la ciudad se derrumbó.
Pero a los nazis de la Ahnenerbe se les presentaría un problema en caso de encontrar el Arca.
Según la tradición hebrea, sólo un gran rabino judío podría abrirla sin morir, porque para ello era necesario conocer el verdadero nombre de Dios.
Únicamente mediante la cabalística, o ciencia que persigue la comprensión de lo divino a través de los números y las letras, podrían los nazis conocer el nombre de Dios y abrir el Arca.
La Ahnenerbe buscó un cabalista judío, y lo encontró en Auschwitz.
Rámila asegura que el cabalista dirigió a la Ahnenerbe hasta la comunidad judía de Toledo.
Allí los nazis debieron encontrar alguna pista del Arca, porque poco después el almirante Wilhelm Canaris, máximo responsable del espionaje de la Wehrmacht, decidió dirigirse al madrileño Museo Arqueológico Nacional, donde creía que podría encontrar el Arca entre una colección de piezas del Antiguo Egipto supuestamente recopiladas por una logia masónica.
Sin duda los nazis no lograron hacerse con este potente «arma», porque perdieron la guerra.
LAS EXPEDICIONES AL TIBET Y SUDAMÉRICA
Algunas teorías de los racistas nazis sostenían que el Tíbet pudo ser la cuna del pueblo ario.
Según cuenta Heather Pringle en El plan maestro: arqueología fantástica al servicio del régimen nazi,
«los investigadores raciales afirmaban que los ancestros de Alemania conquistaron Asia en el pasado remoto, dando lugar a una poderosa clase dominante de cabellos rubios».
La sección arqueológica de las SS envió una expedición al Tíbet dirigida por el biólogo Ernst Schäfer.
Según Pringle, el investigador racial Bruno Beger, encargado de la parte más esotérica de la misión, midió los cráneos de 376 personas y sacó moldes de las cabezas y rostros de 17.
El equipo de Schäfer llevó también a Alemania numerosos volúmenes de textos sagrados tibetanos. La Orden Negra, organización paralela a la sección ocultista de las SS, estaba interesada en los rituales de los lamas para contactar con los «seres superiores».
Los nazis de Ahnenerbe también se interesaron por Sudamérica. Heather Pringle cuenta en su obra que
el ocultista «Edmund Kiss creía que la antigua capital andina de Tiwanaku era creación de unos colonos nórdicos que habían llegado a Bolivia por mar hacía más de un millón de años […]
Convenció a Himmler de que le enviara en una expedición de veinte hombres a Bolivia, un plan que sólo se vería frustrado por el inicio de la guerra».
Según Rámila, un comando de la sección esotérica de las SS, al mando de Karl-Maria Wiligut, viajó a Sudamérica a fin de hacerse con distintos «objetos de poder», como el Martillo de Wotan o las misteriosas calaveras de cristal precolombinas.
HIMMLER Y HITLER, ALGUNAS DIFERENCIAS
En el gran mitin del partido nazi en septiembre de 1936, Adolf Hitler dirigió contra el primer presidente de la Ahnenerbe, Herman Wirth, las siguientes palabras:
«Nosotros no tenemos nada que ver con esos elementos que sólo entienden el nacionalismo en términos de habladurías y sagas y que, en consecuencia, lo confunden demasiado fácilmente con vagas frases nórdicas, y que ahora están iniciando una investigación basándose en una mítica cultura atlante».
Himmler no pensaba igual. Sobre el «reichführer», Heather Pringle afirma: «Himmler quería librar a la Alemania nazi del catolicismo.
Para conseguirlo cultivó de forma muy especial una gran amistad con Karl-Maria Wiligut, un excoronel del Ejército Imperial de Austria y antiguo paciente psiquiátrico que a sus 67 años afirmaba ser descendiente del dios nórdico Thor y poseer conocimientos secretos de las antiguas tribus germánicas».