Comienza el 10 de marzo o en cualquier momento que tengas una necesidad.
San José, el padre adoptivo de Nuestro Señor y modelo para todos los padres tiene una especie de “cumpleaños” el 19 de marzo.
En el que celebramos la solemnidad de San José y también popularmente lo conocemos como el Día de San José.
Es el santo más importante de la Iglesia luego de la Virgen María.
Mientras que José no dice mucho en la Biblia, es llamado con razón el patrono de la Iglesia universal por su vida, el amor y la protección de María de Nuestro Señor.
El Papa León XIII, observa cómo José actuó como esposo y padre, que lo convierte en un gran santo.
Para su solemnidad se acostumbra a rezar la Novena a San José comenzando el 10 de marzo.
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Pero es tan poderosa su oración que sirve hacerla en cualquier momento de necesidad o angustia.
Esta poderosa oración se califica a la altura de la novena a San Judas en contestar algunas oraciones aparentemente incontestables.
En mi propia vida, la he visto operando con mucha eficacia.
Si deseas iniciar la novena te animo a pensar en alguna gran necesidad que tengas para ti o para otros.
No puedo garantizar que vayas a obtener la respuesta exacta que deseas, pero San José está ahí para escuchar como un padre paciente y que intercede ante Dios, el mayor de los Padres.
Si no tienes una necesidad urgente, tengo una idea pídele a San José, que es el Patrono de la Iglesia Universal, que interceda por la crisis doctrinal y de abusos sexuales que suceden la Iglesia.
Y también por nuestros hermanos y hermanas perseguidos por Cristo en todo el mundo, quienes sufren de manera que no podemos imaginar.
Pero hablemos primero de la importancia de San José en la Iglesia.
LA HISTORIA MÁS RECIENTE DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ EN LA IGLESIA
El 7 de julio de 1871 el Papa Pío IX proclama su decisión de promover la devoción a San José en un breve llamado Inclytum Patriarcham.
Lo hace argumentando el crecimiento de la confianza la protección de San José en los últimos tiempos debido a las persecuciones sufridas por la iglesia.
Esta decisión de Pío Nono se produjo a raíz de las peticiones de los obispos reunidos en el Concilio Vaticano I.
Y no es más que el reconocimiento de un movimiento que había comenzado por reconocer el patronazgo de San José en iglesias particulares, comunidades locales y regiones del mundo.
En el Breve Inclytum Patriarcham el Papa dice,
«El ilustre Patriarca, el bienaventurado José, fue escogido por Dios prefiriéndolo a cualquier otro Santo para que fuera en la tierra el castísimo y verdadero esposo de la Inmaculada Virgen María, y el padre putativo de Su Hijo único.
Con el fin de permitir a José que cumpliera a la perfección un encargo tan sublime, Dios lo colmó de favores absolutamente singulares, y los multiplicó abundantemente.
Por eso, es justo que la Iglesia Católica, ahora que José está coronado de gloria y de honor en el cielo, lo rodee de magníficas manifestaciones de culto, y que lo venere con una íntima y afectuosa devoción».
Y llama al pueblo cristiano a acostumbrarse a implorar a San José con piedad y confianza.
Y es así que el 8 de diciembre de 1870, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, Pío Nono declara a San José Patrono de la Iglesia Universal.
Grandes santos como Santa Teresa de Jesús luego cultivará una gran devoción a San José.
Ella dirá,
“Pedí también a San José que fuera mi custodio.
Mi devoción hacia él, desde la infancia, era una misma cosa con mi amor a la Santísima Virgen.
Todos los días rezaba la oración: ‘¡Oh san José, Padre y Protector de las Vírgenes…’.
Parecíame ir muy protegida y a cubierto de todo peligro”.
Luego vendrá el Papa León XIII quien escribió la primera encíclica dedicada papal a San José llamada Quamquam Pluries.
Y pedirá que los hogares cristianos se consagren a la Sagrada Familia de Nazaret como ejemplo perfecto de sociedad doméstica, modelo de virtud y santidad.
El papa León XIII enseñará en el breve Neminem Fugit,
“La Sagrada Familia, que San José gobernó como investido de autoridad paterna, contenía en germen a la Iglesia…
Él tiene sobre ella la autoridad paterna, puesto que es el esposo de María y el padre de Jesús.
Es lógico que José cubra ahora a la Iglesia con su celestial patronazgo, como en otros tiempos atendía a las necesidades de la Sagrada Familia”.
Y recomienda que al terminar de rezar el Rosario se diga está invocación,
“Recurrimos a Vos en nuestra tribulación, bienaventurado José…”.
Y así llegamos a otro hito papal josefino, Juan XXIII, que tuvo la intención de tomar como nombre de Papa el de José, pero no pudo hacerlo porque no era la costumbre.
Pero tomó como fecha de su fiesta personal el 19 de marzo.
Sus declaraciones públicas a favor de la devoción a San José vienen de cuando era Nuncio Apostólico en París.
Donde reveló que había querido recibir la consagración episcopal en la fiesta de San José porque es el patrono de los diplomáticos.
Y ya siendo Papa dijo públicamente,
“Amo mucho a San José, hasta tal punto que no sé empezar mi jornada, ni terminarla, sin que mi primera palabra y mi último pensamiento se dirijan a él”.
Y exhortó a los cristianos para realizar tareas humildes en misiones importantes sin tomar en cuenta la dignidad de lo que se hacen, a ejemplo de San José.
Juan XXIII pasará a la historia por convocar al Concilio Vaticano II, al que puso bajo la protección de San José.
E introdujo el nombre de San José en el canon de la misa detrás del nombre de la Virgen María.
Otro hito papal es el de Juan Pablo II, quién abogó por darle un sentido más espiritual y contemplativo a la devoción josefina.
Porque la devoción a San José había ido tomando un tono más de predica social.
Ya siendo Obispo Auxiliar de Cracovia dijo en 1960,
“Desde el siglo XIX predomina en la Iglesia, tanto en su Magisterio como en su liturgia, otro modo de interpretar a San José.
No se acentúa tanto el rasgo contemplativo, sino más bien su papel social…
San José, que fue durante su vida en la tierra el tutor del Cristo histórico, tiene que ser ahora necesariamente el tutor del Cristo místico, esto es, de la santa Iglesia”.
Y en la exhortación apostólica Redemptoris Custos llamó a preparar a la Iglesia bajo la protección de San José para entrar en el Tercer Milenio.
Esta nueva forma de ver a San José fue luego seguida por los próximos dos Papas
Benedicto XVI con una prolífica obra doctrinal y teológica sobre San José.
Y Francisco con el decreto del 1º de mayo de 2013, a través de la Congregación para el Culto Divino, que puso el nombre de San José en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV del Misal Romano.
NOVENA A SAN JOSÉ
San José, fiel padre proveedor del Divino Niño, esposo virginal de la madre de Dios, protector poderoso de la Santa Iglesia, venimos a ti para encomendarnos a tu protección especial.
Nada buscaste en este mundo sino la gloria de Dios y el bien del prójimo. Totalmente entregado al salvador, tu felicidad consistía en orar, en trabajar, en sacrificarte, en sufrir, en morir por El.
Fuiste un desconocido en este mundo pero íntimo de Jesús. Su mirada reposaba confiadamente en tu vida simple y oculta en El.
San José, has ayudado ya a tantos hombres, recurrimos a tí con entera confianza. Tú ves a la luz de Dios nuestras necesidades, tu conoces nuestras preocupaciones, nuestras dificultades, nuestras penas. Solicitamos a tu paternal amabilidad este asunto particular… (pedir por tu intención).
La ponemos entre tus manos que protegieron al Niño Jesús, pero antes que nada pide para nosotros las gracias de no separarnos nunca de Jesús por el pecado mortal, de conocerlo y de amarlo cada vez más, así como a su Santa Madre, de vivir siempre en presencia de Dios, de hacer todo en función de su gloria y el bien de las demás almas y de lograr algún día ver a Dios para alabarlo eternamente contigo.
Así sea.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria
ORACIÓN DE CONFIANZA EN MOMENTOS DE ANGUSTIA O DIFICULTAD
Bienaventurado José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, para que tengan una feliz solución de acuerdo a la voluntad de Dios.
Mi bien amado Padre: toda mi confianza la deposito en Vos, y me abandono como un niño pequeño, dormido en brazos de su papá.
Que no se pueda decir que en vano te he invocado y ya que tú lo puedes todo, delante de Jesús y de María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder.
Amén
Padre Nuestro, Ave María, Gloria
ORACIÓN A SAN JOSÉ DE LEÓN XIII
A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de tu santísima esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Con aquella caridad que te tuvo unido con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege, oh providentísimo Custodio de la divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios.
Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del Niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de
Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad.
Y a cada uno de nosotros protégenos con tu constante patrocinio, para que, a ejemplo tuyo, y sostenidos por tu auxilio, podamos vivir y morir santamente y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza.
Amén
Fuentes:
- https://www.almudi.org/articulos-antiguos/7249-la-devocion-a-san-jose-en-los-dos-ultimos-siglos-josemaria-monforte
- https://www.marialuzdivina.com/paginas/snj/1/p15.php
- https://www.thecanadianencyclopedia.ca/en/article/saint-josephs-oratory
- http://www.newworldencyclopedia.org/entry/Joseph_(father_of_Jesus)
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