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Dios Mostró a una Mística las Gracias Desconocidas que Otorgó a San José ¿Cuáles fueron?

Impresionantes visiones de la Hermana María Cecilia Baij sobre la vida de San José.

San José fue elegido desde el principio de la historia por Dios para ser el padre de Jesucristo en la Tierra.

Y por eso lo adornó de gracias que exceden las que son dadas a los demás seres humanos.

Y también Dios previó que José muriera antes de la Pasión de Jesús, pero no obstante se enteró que eso iba a suceder y Jesús desde niño lo fue preparando.

Aquí hablaremos de las revelaciones que tuvo la hermana María Cecilia Baij, sobre las gracias que Dios otorgó a San José, para que cumpliera la misión de ser padre de Jesucristo en la Tierra, cómo le fue revelado la futura crucifixión de Jesús y cuál fue su reacción hasta que murió en brazos de Jesús y María.

María Cecilia Baij fue una abadesa benedictina del siglo XVIII en Italia, que tuvo impresionantes visiones sobre la vida de San José.

Se afirma que recibía frecuentes ataques del diablo y también revelaciones sobre la vida de Cristo, la Sagrada Familia y San Juan Bautista, que escribió en obediencia a su confesor.

La religiosa murió en 1766 y sus visiones permanecieron prácticamente desconocidas, hasta que en 1900 un monje benedictino, Willibrord van Heteren, encontró el texto en el monasterio de San Pietro en Montefiascone y comenzó a publicar algunos extractos.

Y en 1920, el obispo local Pietro Bergamaschi se interesó por esos escritos guardados en el convento y los presentó a Benedicto XV, y el Sumo Pontífice le animó a publicarlos.

Hoy la causa de beatificación de la hermana María Cecilia Baij está abierta.?

Las más célebres de las visiones que tuvo fue sobre San José, básicamente porque pocos místicos han recibido visiones sobre él.

Nos dice que ya a los siete años José mostraba el criterio de un hombre de edad madura.

Sus palabras y sus obras eran perfectas, de tal modo que su padre, no encontraba mejor consejero que su propio hijo cuando tenía que decidir acerca de las cosas importantes.

Y todo le salía muy bien con el consejo que el hijo le daba, porque estaba muy iluminado por Dios.

Sus padres no hacían nada, sin antes haber pedido el parecer de su hijo.

Y se comportaba con tanta humildad y sumisión, que sus mismos padres quedaban sorprendidos. 

Dios lo apoyaba con sus gracias, y lo iluminaba en la oración y a través del Ángel que le hablaba en el sueño.

Una noche se le apareció el Ángel en el sueño y le dijo que Dios había aceptado de muy buen agrado su propósito de conservarse virgen y le prometía su favor.

Y le trajo un cinturón enviado por Dios, en señal de complacencia.

Mientras el demonio le asaltaba con variadas tentaciones, pero Dios no permitía que lo asaltara con tentaciones contra la pureza.

Otra vez el Ángel le habló en el sueño y le dijo que Dios había destinado darle un don muy grande y sublime, sin informarle de qué se trataba.

Y le pidió se ocupara en suplicarle y hacerse digno de esas gracias, con la práctica de las virtudes y con las súplicas, porque Dios gozaba mucho en ser suplicado.

José no tuvo curiosidad para investigar cuál era este favor, sino que se puso con todo su espíritu a suplicar a su Dios.

Y le suplicaba por dos gracias: que se acelerara la venida del Mesías, y que se hiciera la gracia que le había prometido a través del Ángel. 

Esta gracia después sabría que consistía en darle una esposa, pero no lo supo hasta cuando le fue revelado, y ni siquiera entonces le fue manifestada la maternidad divina. 

Otra vez, fue arrebatado en un éxtasis, y le fueron manifestadas las virtudes que el Mesías tendría, cuando hubiera venido al mundo.

Entre las cuales la humildad y la mansedumbre se destacaban.

José se apasiono mucho, y puso gran empeño en practicar estas virtudes. 

José era muy devoto de Dios y de la oración en el Templo y se preparaba con ayuno y oración, instruido por su Ángel para las fechas religiosas. 

Y un día, mientras oraba en el Templo con más fervor que de costumbre, oyó la voz interna de Dios que le aseguro que sus oraciones le agradaban mucho y que le había concedido todo lo que él le pedía.

Fue tan grande la alegría que sintió José al oír esta voz, que quedó inmóvil horas enteras gozando de la incomparable dulzura y suavidad del Espíritu de Dios.

Y pedía a los demás, “Orad a nuestro Dios para que se digne acortar el tiempo de sus promesas”.

Además de los muchos dones que Dios le dio, uno en particular fue ocuparse de los pobres moribundos. ?

Pero el demonio se enfurecía al ver las virtudes de José, y cómo con su ejemplo atraía a muchos a la práctica de las virtudes.

Instigaba a algunos de mala vida para alejarlo de su fervor en el servicio a Dios, poniendo en sus corazones una gran aversión hacia él y que lo atacaran constantemente.

Siempre el demonio ideaba nuevas formas para inquietarlo y hacerle perder la virtud de la paciencia y de la mansedumbre. 

Los ataques eran de las formas más variadas, pero José los tomaba con mansedumbre, y nunca se defendía.

Por regla general Dios no permitía que el demonio se acercara demasiado para inquietarlo, pero a veces le daba libertad para que lo angustiara, para mayor mérito del santo y para confusión del maligno.?

Habiendo llegado a los 30 años la Hermana Baij dice que Dios cumplió la promesa de otorgarle una esposa.

Y en honor a la brevedad nos saltaremos todos los demás eventos de la vida de San José, para centrarnos en su reacción cuando Jesús le reveló su futura crucifixión. 

El niño Jesús era pequeño y ya estaba en el taller tratando de comenzar con el oficio de su padre.

Y lo primero que hizo fue ponerse a trabajar en una pequeña Cruz, se le veía por momentos muy feliz, y en otros momentos triste y suspirando, mientras seguía los coloquios internos que tenía con su Padre Divino.

Y cuando José se dio cuenta de lo que Jesús estaba haciendo, sintió en su corazón un presagio de lo que habría de cumplirse en el futuro, que Jesús sería crucificado.

Fue así que Jesús le dijo, “he aquí el instrumento donde se cumplirá la Obra de la Redención humana»

Lo dijo con alegría y con el deseo de que pronto llegara el tiempo tan deseado por Él. 

Mientras San José casi se desmaya al oír estas palabras, si no fuera porque intervino la gracia de Dios.

Derramó abundantes lágrimas, pero Jesús lo consoló, diciéndole que se debía cumplir la Voluntad del Padre Eterno.

Y así José se conformó, pero no se le quitó la pena de su corazón.

Este dolor le siguió todo el resto de su vida.

De ahí en adelante, cada vez que se ponía a trabajar, se acordaba de la Cruz sobre la cual moriría Jesús y derramaba abundantes lágrimas de dolor.

A veces, cuando Jesús se retiraba para conversar con su Padre Divino, José se quedaba con María desahogando la pena y decía, 

“¡Qué cara costará la Redención humana a nuestro Jesús!” 

¡A costa de cuántos dolores Él volverá a comprar nuestras almas y las de todas las criaturas! 

¡Qué gratitud se le debe por este gran beneficio!”.

Y agregaba “Yo deseo sacrificar mi vida y deseo sufrir todos los tormentos que le están preparados. Si pudiera tener este gran privilegio, que feliz me sentiría” 

“Pero si no lo sufrirá mi cuerpo, lo sufrirá mi corazón, que ya está probando ese gran dolor”.

Mientras María le decía “nuestro Dios te consolará, y no permitirá que tú seas espectador de las penas que están preparadas a nuestro Jesús”.

A veces, cuando se daba cuenta más que de costumbre de la gravedad de las penas que tenía que sufrir su Jesús, quedaba tan traspasado por el dolor que caía desmayado, no podía alimentarse, ni encontrar descanso, y se deshacía en llanto.

Y lo más doloroso era cuando meditaba las Palabras sobre el Redentor en las Escrituras, por lo que luego Dios permitió que en adelante no entendiera muchos pasajes de la Escritura que hablaban al respecto.

Mientras tanto, Jesús le hablaba de las divinas perfecciones de su Padre Celestial y sobre la Gloria del Paraíso, para darle consuelo.

Y José se llenaba de júbilo, encendiéndose en él un vivo deseo de ir pronto a gozar de un bien tan grande.?

Cuando le llegó su hora, se sentía más que nunca encendido de un amor hacia Dios, que lo iba consumiendo. 

Su hijo le permitió un éxtasis, que le posibilitó gozar por horas las delicias del Paraíso y mantener dulces coloquios con Dios. 

Y al volver del éxtasis, haciendo un esfuerzo, habló con Jesús y María, les pidió perdón por todo en lo que había fallado.

Y Jesús le confirmó el encargo de ser abogado y protector de los agonizantes, lo cual el José aceptó de buen corazón.

Entonces Jesús invitó a su alma bendita a salir del cuerpo para recibirla en sus manos santísimas y entregarla a los Ángeles.

Y José expiró invocando el nombre de María y de Jesús.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las revelaciones sobre la vida de San José, que le llegaron a la Hermana María Cecilia Baij como visiones, en especial su reacción sobre la futura crucifixión de Jesús.

Y me gustaría preguntarte qué otras cosas conoces sobre la vida de San José, que no están reveladas en la Biblia y se saben por revelaciones místicas o por la tradición. 

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Impresionantes Revelaciones sobre el Dolor que acompañó a San José durante su vida

Cómo fue la Pasión de José, cual es la misión que le da el Cielo ahora, y como quiere que sea venerado.

San José se apareció a la Hermana Mildred Neuzil en la década de 1950 hasta la de 1980, en Ohio, EE.UU., conducido por Nuestra Señora de América y Jesucristo. 

Las apariciones de San José han sido pocas en la historia, pero éstas fueron excepcionales, porque reveló algunas cosas que no se sabían, y que son dignas de atención.

San José fue presentado por la Virgen y Nuestro Señor para que informara esto y diera una serie de consejos.

Aquí contaremos las revelaciones que San José le hizo a la Hermana Mildred Neuzil a partir de 1958, algunas de las cuales están siendo discutidas por los teólogos, y otras ya eran parte del acervo de la religiosidad popular, y contaremos también los pedidos que José está haciendo a los hombres, incluido cómo quiere que lo veneren.

Una de las características de las apariciones a la monja Mildred Neuzil en EE.UU., en la época de la posguerra, fue que Nuestra Señora de América y Jesucristo aparecieron acompañados por San José.

Y que allí ocurrieron revelaciones muy trascendentes sobre el santo.

Mira el video sobre las Apariciones de Nuestra Señora de América, para conocerlas.

Y verás, que al igual que esas revelaciones de la Virgen a la hermana Mildred, las referidas a San José también son críticas para comprender el momento actual. 

Estas apariciones a la Hermana Mildred fueron plenamente reconocidas por el Arzobispo Paul Leibold, quien fue su director espiritual desde que era Vicario General de la Arquidiócesis de Cincinnati, hasta que murió en 1972. 

El arzobispo Cardenal Raymond Burke fue comisionado para examinar las apariciones de Nuestra Señora de América, y en su evaluación oficial de 2007 señaló que esta devoción ya estaba canónicamente aprobada.

Sin embargo, en el 2020 el nuevo obispo Kevin Rhoades, dijo que no hay constancia de su sobrenaturalidad y le quitó la aprobación a las apariciones recibidas por la hermana Mildred, aunque no las condenó.?

¿Cómo fue la aparición de San José?

El 11 de marzo de 1958 la Virgen le dijo a la hermana Mildred que San José vendría en la víspera de su fiesta del 19 de marzo. 

Y que daría un mensaje especial, dijo “Mi santo esposo tiene un papel importante que desempeñar para traer la paz al mundo”.

Y tal como dijo, San José se le apareció como lo había prometido y le hizo una serie de revelaciones a través de los años.

Le dijo “honrando de modo especial mi paternidad, honráis también a Jesús y a María”. 

Y además que “la Santísima Trinidad ha puesto a nuestro cuidado la paz del mundo”. 

De modo que reveló que la Sagrada Familia es la designada por el Cielo para ocuparse de la paz del mundo, por lo que habría que rezarle a ella por la paz. 

Y le agregó, “la imitación de las virtudes que practicábamos en nuestra casita de Nazaret es el camino de todas las almas hacia la paz que sólo viene de Dios y que ningún otro puede dar».

José reveló también que la Santísima Trinidad desea dar a conocer a las almas su deseo de que sea honrado y amado dentro del interior de sus corazones. 

«Porque llevo a las almas la pureza de mi vida y la obediencia.”

También dijo que su importancia central, la de San José, radica en la paternidad, “toda paternidad es bendecida en mí.

A través de mí, el Padre Celestial ha bendecido toda paternidad, y a través de mí, Él continúa y continuará haciéndolo hasta el final de los tiempos”.

Y continuó revelando,

“Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios, y junto con mi Esposa Virgen velo por ellos con gran amor y solicitud».

¿Y cuál es el mensaje de fondo que hay en esto? 

José lo dijo de esta manera, «los padres deben venir a mí, el pequeño, para aprender a ser obedientes a la autoridad: a la Iglesia, siempre como portavoz de Dios; y a las leyes del país en el que viven, en la medida en que éstas no vayan contra Dios y el prójimo”.

Y especificó, “La mía fue una perfecta obediencia a la Voluntad Divina, ser descuidado en esto es muy desagradable para Dios y será severamente castigado en el mundo por venir”.

Repitió además algo que ya estaba presente en el acervo devocional del pueblo de Dios, “que los padres imiten también mi gran pureza de vida y el profundo respeto que tuve por mi Esposa Inmaculada. 

Que sean un ejemplo para sus hijos y cercanos, sin hacer nunca nada que pueda causar escándalo entre el pueblo de Dios. 

La paternidad es de Dios y debe volver a ocupar el lugar que le corresponde entre los hombres».?

Cuando apareció esa vez, José parecía estar recostado sobre una cruz marrón. 

De su corazón brotaban llamas y en medio de ellas aparecía lo que parecía un lirio.

Y cuando dejó de hablar, la hermana Mildred fue favorecida con una visión única y maravillosa del glorioso San José. 

Parecía suspendido a corta distancia por encima de lo que tenía la apariencia de un gran globo con nubes moviéndose a su alrededor. 

Su cabeza estaba ligeramente levantada, los ojos mirando hacia arriba como si estuviera en éxtasis. 

Las manos estaban en una posición similar a la del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa, solo que se extendían algo más hacia arriba. 

El color de su cabello, como también de su barba, parecía de un castaño muy oscuro, y sus ojos se asemejaban en color al cabello y la barba. 

Estaba vestido con una túnica blanca que le llegaba hasta los tobillos. Sobre esto llevaba una especie de capa que le cubría los hombros y colgaba con gracia sobre cada brazo, llegando hasta el borde de la túnica. 

La capa a veces parecía tener la apariencia de un tono marrón, a veces púrpura, o quizás una mezcla de los dos. 

El cinturón de su cintura era de color dorado, al igual que sus sandalias.

Su apariencia era bastante juvenil, aunque daba al mismo tiempo la impresión de una rara madurez, combinada con una gran fuerza. 

Parecía un poco más alto que la estatura media. 

Las líneas de su rostro parecían fuertes, pero algo suavizadas por una suave serenidad. 

También vio su purísimo corazón en ese momento y al Espíritu Santo en forma de paloma revoloteando sobre su cabeza.?

Durante el resto de sus apariciones, San José le hizo a la hermana Mildred algunas revelaciones de carácter teológico que actualmente discuten los teólogos, algunos las comparten mientras otros no.

Dijo, “Me convertí, en unión con mi santa esposa, en corredentor del género humano. Cooperé, como ningún otro, en la salvación del mundo”.?

Y reveló que fue limpiado por Dios de todo pecado, dijo “inmediatamente después de mi concepción, fui, por los méritos futuros de Jesús y por mi papel excepcional de futuro padre-virgen, limpiado de la mancha del pecado original. 

Desde ese momento fui confirmado en gracia y nunca tuve la menor mancha en mi alma. Este es mi privilegio único entre los hombres».

Y agregó, “la gracia fue infundida en mi, en tal abundancia que, excluyendo a mi santa esposa, sobrepasé la santidad del más alto ángel del coro angélico”.

Y dijo también algo que muchos católicos intuyen, “Mi corazón sufrió con los corazones de Jesús y María. 

El mío era un sufrimiento silencioso, porque mi especial vocación era ocultar y proteger de la malicia y el odio de los hombres a la Virgen Madre y al Hijo, mientras Dios quisiera”.

Otra revelación fue para Pio XII, “el Santo Padre, Pío XII, no debe temer, porque he sido designado su protector especial. 

Así como Dios me eligió para ser el guardián especial de Su Hijo, así me ha elegido como guardián especial de aquel que en el Nombre de Cristo es cabeza del Cuerpo Místico de ese mismo Hijo en la Tierra”. 

Y agregó, “durante la guerra, hijita, fui yo quien lo salvó de la muerte a manos de sus enemigos. 

Siempre vigilo por él y por la Iglesia, y deseo que esto se reconozca para mayor gloria de Dios y bien de las almas”.?

Por otro lado, la devoción popular ha creído que San José murió algún tiempo antes de la Pasión de Nuestro Señor. 

Que expiró rodeado de Jesús y María, convirtiéndose en patrón de una buena muerte. 

Pero aquí reveló que sufrió lo que se llama “la Pasión de San José” en los hechos del Viernes Santo.

¿Cómo fue esto?

A San José se le dio un conocimiento previo de la Pasión de Nuestro Señor. 

Él reveló, “la más dolorosa de mis penas fue que sabía de antemano de Su pasión, pero no estaría allí para consolarlos.

Su futuro sufrimiento estuvo siempre presente para mí y se convirtió en mi cruz diaria”. 

En estas apariciones los integrantes de la Sagrada Familia manifestaron que José debe ser honrado de una manera excepcional.

¿Y cómo él quiere ser honrado?

Él dijo, “Que mis hijos honren de manera especial mi purísimo corazón el Primer Miércoles de mes rezando los misterios gozosos del Rosario en memoria de mi vida con Jesús y María, el amor que les tuve y el dolor que sufrí con ellos. 

Que reciban la sagrada Comunión en unión con el amor con el que recibí al Salvador por primera vez y cada vez que lo tuve entre mis brazos”.

“Los que me honren de esta manera serán consolados por mi presencia en su muerte, y yo mismo los conduciré con seguridad a la presencia de Jesús y de María”.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las revelaciones excepcionales que le hizo San José a la hermana Mildred Neuzil.

Y me gustaría preguntarte cuál de estas revelaciones te ha impactado más. 

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Cómo San José auxilia en la hora de nuestro Pasaje, como Patrono de la Buena Muerte https://forosdelavirgen.org/san-jose-hora-muerte/

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Cómo San José auxilia en la hora de nuestro Pasaje, como Patrono de la Buena Muerte 

Las credenciales que muestra San José como Patrono de la Buena Muerte.

La única cosa segura que tenemos todos los seres humanos es que vamos a morir en algún momento.

Y lo peor que podemos hacer es no pensar en ella, no prepararnos para hacer el pasaje.

Le tenemos miedo a la muerte porque pensamos que vamos a sufrir y que va a ser un momento de gran tensión.

Pero no tiene que ser así si nos encomendamos a San José, el Patrono de la Buena Muerte.

Si le pedimos que nos auxilie, él nos irá preparando en esta vida para hacer el pasaje y le irá mostrando a Dios nuestras obras, para obtener esa gracia.

Aquí hablaremos sobre las razones por las que se considera a San José el Patrono de la Buena Muerte, y qué prerrogativas dadas por Dios a San José aseguran que pueda conseguir para nosotros una muerte pacífica y feliz.

Se dice muy poco sobre San José en las páginas de las Sagradas Escrituras.

Tan silenciosa fue su vida, que se fue de este mundo callada y apaciblemente.

Pero hay un gran cuerpo de enseñanzas acerca de este gran Santo en los escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia y en la tradición oral de nuestra fe.

Y dentro de ellas, que se le considera el Santo Patrono de la Buena Muerte, porque él mismo la experimentó y logró esa gracia para nosotros.

San Epifanio cree que José murió poco después de cumplir Jesús 12 años, es decir poco después de que sus padres lo hallaron discutiendo con los doctores de la Ley en el Templo. 

Pero la mayoría piensa que José murió poco antes de la vida pública de Jesús, porque María aparece sola en las Bodas de Caná, donde Jesús hizo su primer milagro público y nada se dice de José. 

Y la Virgen no hubiera ido a una boda sin su esposo, lo que indica que José ya había fallecido.

María de Ágreda dice que José llegó hasta la edad de sesenta años, porque a los treinta y tres años se desposó con la Santísima Virgen y vivió con Ella poco más de veintisiete años, y cuando José murió, Ella había cumplido cuarenta y dos años.

¿Y cómo murió José?

José fue elegido muy cuidadosamente por Dios para que custodiara a su Hijo Jesús, y a Su Madre.

José era un predilecto de Dios y por lo tanto el Señor le debió conceder una muerte plácida, recibiendo los cuidados y el cariño personal de su esposa María y de su hijo Jesús.

San Francisco de Sales dice que San José, que tanto había amado en su vida, no podía morir sino de amor, lo mismo que afirma María de Ágreda.

Esta misma mística dice que un tiempo antes de su muerte, María le suplicó a Jesús que asistiera a José en la hora de la muerte.

Y Jesús le contestó que lo asistiría y le asignaría un lugar entre los príncipes de Su pueblo, y que tan alto, que sería la admiración de los ángeles, y que ellos y todos los hombres prorrumpirían en la más alta alabanza. 

Durante nueve días y noches antes de la muerte, San José disfrutó ininterrumpidamente de la compañía y asistencia de María o su divino Hijo. 

Y por mandato del Señor, los santos ángeles proporcionaron música celestial, mezclándola con sus himnos de alabanza, tres veces en cada uno de los nueve días.

Y un día antes de morir, estando totalmente inflamado de amor divino por estas bendiciones, fue envuelto en un éxtasis que duró veinticuatro horas. 

En este éxtasis vio claramente la Esencia divina y todo lo que había creído por la fe: la Divinidad incomprensible, el misterio de la Encarnación y de la Redención, la Iglesia militante con todos sus Sacramentos y misterios, y más.

Además la Santísima Trinidad lo comisionó como mensajero de nuestro Salvador a los santos Patriarcas y Profetas del limbo.

Le ordenó que los preparara para salir del seno de Abraham al descanso y la felicidad eternos, que sucedería luego de la Resurrección de Jesús.

A partir de estas y otras muchas revelaciones fue que San José es considerado el Patrono de la Buena Muerte.

San Alfonso de Ligorio dice que como todos debemos morir, deberíamos tener una devoción especial a San José, para que nos obtenga una muerte feliz. 

Y esto lo justifica en tres razones,

Primero, porque Jesucristo amó a San José no sólo como a un amigo, sino como a un padre, y por eso su mediación es mucho más eficaz que la de cualquier otro Santo. 

Segundo, porque San José ha obtenido un poder especial contra los malos espíritus, que nos tientan con redoblado vigor en la hora de la muerte, por eso se le considera el Terror de los Demonios. 

Y tercero, porque con la asistencia en su muerte por Jesús y María, obtuvo para él el derecho de asegurar una muerte santa y pacífica, también para sus siervos. 

Por eso, si lo invocamos en la hora de la muerte, no sólo nos ayudará, sino que nos obtendrá también la asistencia de Jesús y de María. 

San José murió y su cuerpo fue acompañado por su Hijo Jesús y los parientes, cumpliéndose el ritual establecido por la Ley del pueblo israelita. 

Los funerales fueron humildes, María derramó lágrimas sobre el lecho fúnebre, y Jesús presidió la ceremonia del entierro de su padre en la Tierra. 

Nada dice la tradición del lugar de la sepultura de José, ni del paradero de sus restos mortales.

Algunos creen que después del pasaje feliz y santo de San José, su cuerpo fue sepultado en las estribaciones del Monte de los Olivos en Jerusalén, pero no hay hallazgos arqueológicos al respecto.

Mientras tanto el alma de José fue al seno de Abrahán con los demás justos del Antiguo Testamento, hasta consumada la redención, porque aunque habían expiado la culpa, tenían la naturaleza manchada por el pecado original.

Y hay una corriente constante de pensamiento teológico, que data de los tiempos apostólicos, que le concede a San José muchas de las mismas prerrogativas atribuidas a Nuestra Señora.

La Sierva de Dios, Madre Cecilia Baij, revela que tuvo visiones de que José fue santificado en el seno materno varios meses después de su concepción, o sea liberado de la mancha del pecado original por la gracia de Dios.

Dios permitió que el matrimonio de sus padres, Jacob y Raquel, tuviera dificultades para concebir un hijo, porque deseaba que José fuera un niño obtenido por medio de la súplica en oración.

Ellos otorgaron generosamente limosnas a los pobres y al templo de Jerusalén.

Hicieron muchas peregrinaciones para suplicar a Dios por la descendencia deseada.

Y Dios proporcionó el consuelo en poco tiempo.

Fue en una ocasión en el templo, que la madre de José experimentó una convicción interna de que Dios había escuchado su oración, y de hecho concibió a San José.

La felicidad y la piedad de los padres aumentaron cuando un ángel vino a revelarles hechos secretos sobre este niño.

Les reveló que el niño tendría el feliz privilegio de ver al Mesías prometido y asociarse con Él.

Fue así que en el trascendental momento, la madre de José dio a luz a su hijo con facilidad.

Y otra de las prerrogativas que habría tenido San José es la asunción en cuerpo y alma al cielo cuando su muerte.

Porque, del mismo modo que sucede con María, no hay en la Tierra reliquias suyas de primer orden de su cuerpo.

Si el cuerpo de San José hubiera permanecido en la tierra, ¿sus reliquias no se habrían convertido hace mucho tiempo en objeto de veneración como tantos otros santos?

¿No se mostrarían sus huesos para la edificación de nuestras almas?

San Agustín y otros Padres de la Iglesia afirman que sería impropio que el cuerpo de San José permaneciera en la Tierra hasta la Segunda Venida de Jesucristo.

Y algunos santos, como san Juan XXIII, creían que san José ascendió en cuerpo y alma a los cielos.

Lo mismo que San Pedro Damián, San Bernardino de Siena, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio, la venerable Madre María Jesús de Ágreda y muchos más.

San Francisco de Sales declaró en un sermón, que «San José está en el Cielo en cuerpo y en alma, de eso no hay duda».

Pero además hay revelaciones a videntes sobre su Asunción, su Coronación y su Corredención.

Mary Efren, una religiosa norteamericana, a quien se le apareció Nuestra Señora y San José en 1956, fue informada de las 4 prerrogativas que tuvo San José.

La primera es que José fue limpiado del pecado original al nacer.

La segunda es la Asunción de José a los cielos, de la misma forma que ascendió Nuestra Señora.

La tercera es la coronación de San José en el cielo de la misma forma que la Virgen María.

Y la cuarta es su papel como Corredentor de la misma manera que la Santísima Virgen.

Pero lo importante a retener es que San José, patrono de la Buena Muerte, nos puede acompañar con Jesús y María en el tránsito de nuestra vida a la vida eterna, y hacer que sea apacible. 

Y que encomendándonos a San José en la hora de la muerte, y pidiéndole que nos conceda la paz en el alma y la participación en la vida beatífica del cielo tras dejar la vida mortal, él lo logrará, porque está habilitado por el Señor para eso, debido a las prerrogativas que le otorgó Dios.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre las razones por las que se considera a San José el Santo Patrono de la Buena Muerte.  

Y me gustaría preguntarte si tu le has rezado a algún santo para que asista para una buena muerte a alguna persona o para ti, o no.

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Se quitó al mundo la protección de San José y vino la guerra [¿cómo podemos volver a su protección?]?

Cómo invocar a San José para obtener sus favores.

Los videntes nos dicen las cosas que ellos entienden que el cielo les mandó difundir.

Es bueno tomar con pinzas lo que dicen, examinarlo a fondo y sin prejuicios, pero también reconocer cuando lo que les manda decir el cielo se cumple.

Aunque la incredulidad y confiar más en teorías humanas ha sido una constante desde los tiempos bíblicos.

La guerra en Ucrania vino dos meses después, de que un vidente anunció que al terminar el año de San José se quitaría su protección al mundo, porque él era el katejon.

Aquí hablaremos sobre lo que sucedió, y sobre dos devociones a San José que deberíamos practicar para asegurarnos su protección personal en los tiempos que vienen.

Sobre finales del año 2021 el místico padre Michel Rodrigué profetizó, por un mensaje recibido del cielo, que a la conclusión del Año Santo de San José, el 8 de diciembre de 2021, se levantaría el katejon y el mundo no tendría la especial protección de San José.

Y por lo tanto el mal escalaría aún más en la tierra. 

Y algo más de dos meses después Rusia invadió a Ucrania y está amenazando con sus armamentos nucleares a las potencias extranjeras que quieran intervenir. 

Esto demuestra que a los videntes y profetas hay que evaluarlos por la materialización de sus profecías.

Porque han sido elegidos para anunciar hechos, no para ser expertos teólogos.

De modo que cuando la realidad se impone, y los hechos profetizados suceden, las teorías sesudas deben callar.

Nótese que Rodrigué habló de que el 8 de diciembre del 2021 sería levantada la protección al mundo, al mundo

Lo que podría indicar que quizás haya también, por analogía, un katejon para la Iglesia.

O sea algo que protege a la Iglesia.

Y esto cierra con lo que se ha dicho de que Benedicto XVI es el katejon de la Iglesia.

Pero no por haber llegado al pontificado, sino porque Ratzinger ha demostrado ser el teólogo más importante de la Iglesia post Concilio Vaticano II.

Y haberse hoy constituído en la conciencia de la recta doctrina en la Iglesia, tan atacada desde adentro por herejías y apostasía.

¿Y que es el katejon se preguntarán algunos?

Es la palabra que utiliza San Pablo en la segunda carta a los Tesalonicenses capítulo 2, para indicar algo que retiene la manifestación más profunda del mal.

La palabra significa retener o impedir.

Él dice,

«ya está en acción el misterio de la iniquidad, sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que sea quitado de en medio».

Lo que significa que los agentes del mal están en la tierra, los anticristos, pero no actúan con toda intensidad porque hay frenos que los detienen. 

Entonces, según Rodrigué el katejon del mundo sería San José, su protección fue quitada al terminar el año santo de San José, del 2021 y por eso el mal se iba a manifestar con mayor poder, y ya lo vimos en Ucrania.

Pero esto no significa que haya sido levantada la protección de San José para cada uno de los fieles y de las comunidades católicas.

Sino de los sucesos globales del mundo.

O sea que la protección aún permanecería activa para las personas. 

Y por eso es necesario, más que nunca, que a partir del 2022 se pida su protección especial para cada persona, la familia, la comunidad.

Esa fue la razón por la que comenzamos una consagración permanente a San José, que cada fiel puede arrancar a realizar cuando pueda.

El link para realizarla lo dejamos en la descripción de este video en youtube https://t.me/Consagracion_SanJose.

Pero además deberíamos prodigarnos en realizar otras devociones para honrar a este santo, porque Jesucristo y María se aparecieron en Itapiranga, Brasil, con grandes promesas a quienes se hicieran devotos de San José.

Lo más tradicional y simple es reservar los miércoles y el mes de marzo para recordarlo y venerarlo. 

Pero hay muchísimas devociones más y en un video hablamos de 20 devociones a San José.

Pero ahora este este video nos queremos detener en dos de ellas que no mencionamos antes y que tienen fundamento en reliquias del santo que hoy existen.

La primera es la devoción al cordón de San José, cíngulo o cinturón.

La desarrolló una monja agustina belga, llamada Hermana Elizabeth. 

En 1657, después de tres años de una dolorosa enfermedad, estaba desahuciada por los médicos, y en espera de una cercana muerte. 

Y habiendo sido muy devota del Santo Patriarca, confeccionó un cíngulo, lo hizo bendecir en honor a San José, y se lo ciñó. 

Unos días después, mientras rezaba, se sintió sana, atribuyéndolo a un milagro.

Su ejemplo fue seguido por numerosas personas, que también alcanzaron gracias espirituales y temporales.

Entre las gracias que se obtienen están: la protección especial del Santo Patriarca, un auxilio especial en la enfermedad, la pureza del alma, la gracia de la castidad, la perseverancia final y su particular asistencia a la hora de la muerte.

La devoción se expresa por el uso del cíngulo, que debe ser un cordón de lana o de algodón blanco, lo suficientemente largo como para que una persona se lo pueda atar a la cintura, y caiga un poco a los lados.

Se hacen siete nudos en uno de sus extremos, en recuerdo de los gozos y dolores de San José.

Y es un sacramental que debe ser bendecido, pidiéndole a un sacerdote que lo bendiga y lo imponga, la primera vez.

La reliquia del cíngulo de San José se encuentra en Joinville, un pequeño pueblo del Alto Marne, en una capilla lateral de la iglesia de Notre-Dame de Joinville. 

El cinturón está hecho de una tela de corteza bastante áspera y de un color grisáceo, probablemente de cáñamo. 

Mide 1,10 metros de largo por 4,5 centímetros de ancho y tiene un broche de marfil o hueso y un ojal en cada extremo.

Cuenta una tradición oriental que este cinturón fue confeccionado por la Santísima Virgen, que lo guardó como un recuerdo muy querido a la muerte de San José, y luego le fue entregado a San Juan.

La segunda devoción es al manto de San José.

Cuenta una historia que San José debía ir a buscar madera a su proveedor, para realizar algunos trabajos, pero no había logrado reunir todo el dinero necesario, tenía sólo la mitad.

Pero la necesitaba, y entonces pensó decirle a su proveedor que le permitiera llevarse la madera y que le dejaría su manto como prenda hasta que volviera con el resto del dinero.

El proveedor, de nombre Ismael, era un hombre rudo, de mal genio y avaro, que tenía pasión por el dinero.

Y después de mucho conversar aceptó el trato que le ofreció José.

Tenía enfermos los ojos hacía tiempo con úlceras y había perdido la esperanza de sanar, pero a la mañana siguiente se encontró que sus ojos estaban sanos totalmente.

Y su esposa, que tenía un genio de fiera comenzó a comportarse como una cordera, sintiendo una gran paz.

Y empezaron a conversar de que tal vez podría ser efecto del manto de José.

Cuando de repente oyeron ruido en el establo y encontraron que su mejor vaca se retorcía presa de dolor y a pesar que esposos se prodigaron no mejoraba.

Entonces Ismael se acordó del manto de José y pensaron que no perdían nada si lo ponían sobre la vaca. 

Fue nada más ponerle la capa y el animal se levantó y se puso a comer como si nada hubiese pasado.

Y a partir de ahí se dieron cuenta que la prenda era de los cielos y que irían a ver a José para negociar con él para quedárselo, ofreciendo a José condonarle la deuda, no cobrarle nunca más por la madera y regalarle el manto más fino que encontraran.

Y mientras estaban haciendo los preparativos para ir a visitar a la sagrada familia, llevando una serie de regalos para cada uno de los integrantes, le llegó la noticia que la casa del padre de Ismael se estaba incendiando.

Éste corrió a la casa con el manto, cortó un pedazo, lo arrojó al fuego y fue suficiente para que el incendio se apagara, con lo que todos los presentes bendijeron al Señor.

Más tarde Ismael y su esposa llegaron a la casa de José, se arrodillaron ante él, le contaron lo sucedido, y le ofrecieron el trato.

Y la Santísima Virgen les dijo, 

«Sabed buenos esposos, que Dios ha determinado bendecir todas aquellas familias que se pongan bajo el manto protector de mi santo esposo. 

No os extrañe, pues mayores prodigios veréis».

Para ponerse bajo el manto protector hay una novena al santo manto de José que se puede encontrar fácilmente en internet.

Una parte de la reliquia del mando, con el que José cubrió a Jesús recién nacido, se conserva en Roma, en la iglesia de Santa Cecilia.

Fue llevado de Tierra Santa a Roma por San Jerónimo en el siglo IV.

Y está en un relicario acompañado por un velo aún colorido que habría pertenecido a la Virgen María.

De la reliquia del manto se cortó una porción que conservan los Carmelitas Descalzos de Amberes, otra que se venera en la iglesia de Santo Domingo en Bolonia, Italia, una más en el convento de Tepoztlán, México y otra en la capilla del Colegio Seminario de Corpus Christi de Valencia.

Bueno hasta aquí dos devociones a San José que se pueden practicar para rogar al santo la protección personal y de la familia, luego que la hubiera quitado del mundo. 

Y me gustaría preguntarte si practicas alguna devoción a San José y cual.

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Un Santo muestra cómo puedes lograr Milagros por la Intercesión de San José [san André Bessette]

¡Tú puedes lograr la intercesión de san José para los milagros!

Los que llamamos santos, son ejemplos de vida que Dios nos muestra como guía para que los imitemos.

Y también para buscar su intercesión ante los problemas y enfermedades que tengamos.

Y hay un santo más o menos de nuestra época, porque vivió en el siglo XX, al que se considera el más grande sanador de los tiempos actuales.

Lograba las sanaciones pidiendo la intercesión de San José.

Y siempre decía que no lo necesitábamos a él para la sanación, sino que debíamos tener la suficiente fe como para pedirle a San José que intercediera por nosotros.

Porque después de la Virgen María, su esposo José, es el intercesor más grande.

San André Bessette nos enseñó cómo pedir la intercesión de San José consiguiendo más de 10 mil milagros. 

Tenía algunas formas concretas para pedir la mediación de San José, que le daban buenos resultados y que podemos imitar.

Aquí hablaremos sobre los procedimientos que usaba San André Bessette para curar y para buscar otras intercesiones de San José, de las cuales está probada su eficacia y podemos usar nosotros con confianza.

El canadiense San André Bessette, fue un religioso de casi nula educación, pequeñito, con la sotana raída, portero de la Congregación de la Santa Cruz, que además hacía tareas de limpieza. Un hombre muy humilde.

Y que gracias a su fama se construyó el mayor templo del mundo dedicado a San José, que está en Montreal.

Los sacerdotes de la Santa Cruz le atribuyen 10.000 curaciones milagrosas y los milagros para su beatificación y canonización fueron curas de cáncer.

Fue tal la fama de este humilde hombre que un millón de personas desfilaron durante seis días frente a su ataúd y allí se produjeron muchos milagros instantáneos.

El Hermano André pedía básicamente fe en el poder de Dios y en la intercesión de San José para ser sanado y también para solucionar otros problemas.

Y una vez un sanado le dijo: «Hermano Andre, eres mejor que San José. Le recé y no pasó nada, pero cuando vine a verte, quedé curado».

Entonces André se enfureció y lo expulsó diciendo que él no curaba, que San José hacía todo.

Nunca quiso quitar el foco de atención en San José. 

Una sencilla instrucción que siempre daba era, 

«Ve a San José. Pídele que le pida a Dios las gracias y los favores que necesitas. Él no te defraudará».

Y una vez, cuando la revista de su orden religiosa, estaba a punto de publicar la foto del hermano André, le imploró a su superior, que no lo hiciera, que incluyera fotos de San José en su lugar. 

André decía que el milagro de un granjero era el que le había llenado de más alegría.

Un humilde granjero, esposo y padre, había resultado gravemente herido en su pierna cuando trabajaba. 

Fue con sus muletas a visitar al hermano André a la escuela donde éste visitaba a cientos de personas enfermas cada semana.

Y le pidió a André que intercediera para que se le concediera un milagro, porque no podía seguir trabajando y llevar comida a su casa. 

El hermano André miró al hombre y le dijo: «Ve, lleva tus muletas a la iglesia y déjalas allí. Mañana estarás trabajando otra vez».

Le dio una medalla de San José y le pidió confianza en su curación.

El hombre hizo exactamente lo que le dijo y dejó sus muletas en la iglesia como símbolo del milagro, y se fue a su casa con una terrible cojera y un dolor agonizante, que apenas le permitían caminar. 

Al día siguiente se subió a su arado, se puso detrás de los caballos y comenzó a trabajar, aunque no estaba mejor que el día anterior.

Los que lo vieron, incluidos su esposa e hijos, se burlaron de él cuando trataba de plantar los cultivos, como un borracho que apenas se podía mantener erguido.

Sus piernas estaban tan inflamadas y dolorosamente hinchadas que le costaba trabajo estar de pie.

Pero nada lo detuvo, continuó empujando el arado a pesar de que su cojera lo hacía tambalear.

Confiaba en la promesa del hermano André de que sería completamente curado.

Y a la mañana siguiente, este granjero asombró a todos los que le rodeaban. 

Se despertó y sus piernas estaban totalmente curadas. 

La cojera había desaparecido al igual que la inflamación y el dolor espantoso.

La confianza en San José había producido el fruto de la curación.

Por eso André decía que no debíamos recurrir a Él sino a San José.

Y nos dejó una serie de procedimientos que podemos utilizar nosotros mismos para pedir la intercesión del esposo de la Virgen María.

Lo primero que decía era que debíamos llevar con nosotros una medalla de San José.

Y cuando el superior de la congregación fue a pedirle permiso al arzobispo para la construcción del monumental templo a San José, le pidió a André que orara intensamente para que les diera el visto bueno. 

Y el hermano André le dio una medalla de San José y le dijo: 

«Mientras habla con el arzobispo, asegúrese de sostener esto firmemente en su mano y no se preocupe. 

Tener una medalla en la mano hace que uno piense más en San José, que simplemente usar una. Es una señal de mayor confianza».

A un viajante de comercio le aconsejó tener una medalla de San José en la mano, cuando fuera a visitar a sus clientes. 

Y aconsejaba que, cuando hubiera pleitos judiciales, enviaran una medalla de San José a los abogados de la parte contraria o al juez.      

Una vez un comerciante se quejó de que su tienda había quedado destruida por una inundación.

Y el hermano André le dijo, 

«Has tenido poca fe. Deberías haber echado una medalla de San José a las aguas, cuando se acercaban, y te hubieras salvado».

También aconsejaba a los enfermos frotarse con una medalla de San José sobre sus ropas y en la parte enferma de su cuerpo.

Una vez otro comerciante le habló de sus dificultades en su negocio. 

Entonces André le dijo, 

«Toma papel y escribe: buen San José, haz por mí lo que harías si estuvieras en la tierra en mi lugar. 

Tengo una numerosa familia y un negocio difícil de administrar. Escúchame». 

Y después le recomendó dejar el papel al pie de la imagen de San José y todo se solucionó.

El mismo hermano André acostumbraba a escribir sus intenciones en unos papeles y los colocaba debajo de la imagen de San José.

Cuando había pestes recomendaba procesionar imágenes de San José y que en la procesión se rezara el rosario.

Y tenía éxito en disminuir y luego cesar la enfermedad.

Y también en esos casos recomendaba hacer novenas y triduos a San José.

Y sugería decir oraciones fáciles como: 

«San José ruega por mí y ora, como si hubieras estado en mi lugar y con mis problemas».

Y en muchos casos utilizaba el aceite de las lámparas que alumbraban la imagen de San José y lo envasaba en frasquitos pequeños para entregarlos.   

O ponía aceite en pequeños frascos al pie del altar de San José o de una imagen suya y le oraba.

Y con este aceite untaba las partes enfermas. 

Y también recomendaba dispersar por la casa, adentro y afuera, medallitas de San José para obtener protección.

Pero sobre todo consideraba que el primer requisito para obtener favores de Dios era estar en estado de gracia. 

Por ello recomendaba mucho la oración, la confesión y la comunión, como forma de lograr una mejor intercesión de San José. 

En resumen, tenemos un gran intercesor ante Nuestro Señor, que es San José, su padre adoptivo en la tierra, que ha demostrado su enorme capacidad de mediación para obtener milagros de Dios.

Y hay un santo considerado un gran sanador, San André Bessette, que nos ha enseñado cómo pedir la intercesión de San José, utilizando él mismo, esas formas de pedir sanación y otros milagros.

El ingrediente principal es la fe y la confianza en San José y el estado de gracia.

Y luego la oración, la confesión y la comunión frecuente.

San André usaba además las medallitas de San José para todo, desde pasarlas por las heridas, refregarlas por la ropa, llevarlas en la mano cuando había que hacer algo importante.

Hasta dispersarlas por la casa, y enviarlas a lugares que eran un foco de problemas, como por ejemplo ante inundaciones, o a los contendientes en un pleito.

También hacía poner las intenciones debajo de una imagen de San José.

Y procesionar la estatua colectivamente ante un problema mayor.

Y para sanar partes específicas del cuerpo usaba el aceite de las lámparas al pie de la imagen de San José, o el aceite depositado al pie de una imagen del santo pidiendo la intercesión con una oración.  

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cuáles son las formas, probadamente eficaces que utilizaba San André Bessette, para pedir la intercesión de San José, que podemos imitar nosotros. 

Y me gustaría preguntarte qué otras formas conoces que se usan para pedir la intercesión de San José.

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La Poderosa Novena a San José [el santo más importante de la Iglesia]

Comienza el 10 de marzo o en cualquier momento que tengas una necesidad.

San José, el padre adoptivo de Nuestro Señor y modelo para todos los padres tiene una especie de “cumpleaños” el 19 de marzo.

En el que celebramos la solemnidad de San José y también popularmente lo conocemos como el Día de San José. 

Es el santo más importante de la Iglesia luego de la Virgen María.

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Mientras que José no dice mucho en la Biblia, es llamado con razón el patrono de la Iglesia universal por su vida, el amor y la protección de María de Nuestro Señor. 

El Papa León XIII, observa cómo José actuó como esposo y padre, que lo convierte en un gran santo.

Para su solemnidad se acostumbra a rezar la Novena a San José comenzando el 10 de marzo.
.
Pero es tan poderosa su oración que sirve hacerla en cualquier momento de necesidad o angustia.

Esta poderosa oración se califica a la altura de la novena a San Judas en contestar algunas oraciones aparentemente incontestables.

En mi propia vida, la he visto operando con mucha eficacia.

Si deseas iniciar la novena te animo a pensar en alguna gran necesidad que tengas para ti o para otros.

No puedo garantizar que vayas a obtener la respuesta exacta que deseas, pero San José está ahí para escuchar como un padre paciente y que intercede ante Dios, el mayor de los Padres.

Si no tienes una necesidad urgente, tengo una idea pídele a San José, que es el Patrono de la Iglesia Universal, que interceda por la crisis doctrinal y de abusos sexuales que suceden la Iglesia.

Y también por nuestros hermanos y hermanas perseguidos por Cristo en todo el mundo, quienes sufren de manera que no podemos imaginar.

Pero hablemos primero de la importancia de San José en la Iglesia.

  

LA HISTORIA MÁS RECIENTE DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ EN LA IGLESIA

El 7 de julio de 1871 el Papa Pío IX proclama su decisión de promover la devoción a San José en un breve llamado Inclytum Patriarcham.

Lo hace argumentando el crecimiento de la confianza la protección de San José en los últimos tiempos debido a las persecuciones sufridas por la iglesia.

Esta decisión de Pío Nono se produjo a raíz de las peticiones de los obispos reunidos en el Concilio Vaticano I.

Y no es más que el reconocimiento de un movimiento que había comenzado por reconocer el patronazgo de San José en iglesias particulares, comunidades locales y regiones del mundo.

En el Breve Inclytum Patriarcham el Papa dice,

«El ilustre Patriarca, el bienaventurado José, fue escogido por Dios prefiriéndolo a cualquier otro Santo para que fuera en la tierra el castísimo y verdadero esposo de la Inmaculada Virgen María, y el padre putativo de Su Hijo único.

Con el fin de permitir a José que cumpliera a la perfección un encargo tan sublime, Dios lo colmó de favores absolutamente singulares, y los multiplicó abundantemente.

Por eso, es justo que la Iglesia Católica, ahora que José está coronado de gloria y de honor en el cielo, lo rodee de magníficas manifestaciones de culto, y que lo venere con una íntima y afectuosa devoción».

Y llama al pueblo cristiano a acostumbrarse a implorar a San José con piedad y confianza.

Y es así que el 8 de diciembre de 1870, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, Pío Nono declara a San José Patrono de la Iglesia Universal.

Grandes santos como Santa Teresa de Jesús luego cultivará una gran devoción a San José.

Ella dirá,

Pedí también a San José que fuera mi custodio.

Mi devoción hacia él, desde la infancia, era una misma cosa con mi amor a la Santísima Virgen.

Todos los días rezaba la oración: ‘¡Oh san José, Padre y Protector de las Vírgenes…’.

Parecíame ir muy protegida y a cubierto de todo peligro”.

Luego vendrá el Papa León XIII quien escribió la primera encíclica dedicada papal a San José llamada Quamquam Pluries.

Y pedirá que los hogares cristianos se consagren a la Sagrada Familia de Nazaret como ejemplo perfecto de sociedad doméstica, modelo de virtud y santidad.

El papa León XIII enseñará en el breve Neminem Fugit,

“La Sagrada Familia, que San José gobernó como investido de autoridad paterna, contenía en germen a la Iglesia…

Él tiene sobre ella la autoridad paterna, puesto que es el esposo de María y el padre de Jesús.

Es lógico que José cubra ahora a la Iglesia con su celestial patronazgo, como en otros tiempos atendía a las necesidades de la Sagrada Familia”.

Y recomienda que al terminar de rezar el Rosario se diga está invocación,

“Recurrimos a Vos en nuestra tribulación, bienaventurado José…”.

Y así llegamos a otro hito papal josefino, Juan XXIII, que tuvo la intención de tomar como nombre de Papa el de José, pero no pudo hacerlo porque no era la costumbre.

Pero tomó como fecha de su fiesta personal el 19 de marzo.

Sus declaraciones públicas a favor de la devoción a San José vienen de cuando era Nuncio Apostólico en París.

Donde reveló que había querido recibir la consagración episcopal en la fiesta de San José porque es el patrono de los diplomáticos.

Y ya siendo Papa dijo públicamente,

Amo mucho a San José, hasta tal punto que no sé empezar mi jornada, ni terminarla, sin que mi primera palabra y mi último pensamiento se dirijan a él”.

Y exhortó a los cristianos para realizar tareas humildes en misiones importantes sin tomar en cuenta la dignidad de lo que se hacen, a ejemplo de San José.

Juan XXIII pasará a la historia por convocar al Concilio Vaticano II, al que puso bajo la protección de San José.

E introdujo el nombre de San José en el canon de la misa detrás del nombre de la Virgen María.

Otro hito papal es el de Juan Pablo II, quién abogó por darle un sentido más espiritual y contemplativo a la devoción josefina.

Porque la devoción a San José había ido tomando un tono más de predica social.

Ya siendo Obispo Auxiliar de Cracovia dijo en 1960,

“Desde el siglo XIX predomina en la Iglesia, tanto en su Magisterio como en su liturgia, otro modo de interpretar a San José.

No se acentúa tanto el rasgo contemplativo, sino más bien su papel social

San José, que fue durante su vida en la tierra el tutor del Cristo histórico, tiene que ser ahora necesariamente el tutor del Cristo místico, esto es, de la santa Iglesia”.

Y en la exhortación apostólica Redemptoris Custos llamó a preparar a la Iglesia bajo la protección de San José para entrar en el Tercer Milenio.

Esta nueva forma de ver a San José fue luego seguida por los próximos dos Papas

Benedicto XVI con una prolífica obra doctrinal y teológica sobre San José.

Y Francisco con el decreto del 1º de mayo de 2013, a través de la Congregación para el Culto Divino, que puso el nombre de San José en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV del Misal Romano.

san jose c jesus

  

NOVENA A SAN JOSÉ

San José, fiel padre proveedor del Divino Niño, esposo virginal de la madre de Dios, protector poderoso de la Santa Iglesia, venimos a ti para encomendarnos a tu protección especial.

Nada buscaste en este mundo sino la gloria de Dios y el bien del prójimo. Totalmente entregado al salvador, tu felicidad consistía en orar, en trabajar, en sacrificarte, en sufrir, en morir por El.

Fuiste un desconocido en este mundo pero íntimo de Jesús. Su mirada reposaba confiadamente en tu vida simple y oculta en El.

San José, has ayudado ya a tantos hombres, recurrimos a tí con entera confianza. Tú ves a la luz de Dios nuestras necesidades, tu conoces nuestras preocupaciones, nuestras dificultades, nuestras penas. Solicitamos a tu paternal amabilidad este asunto particular… (pedir por tu intención).

La ponemos entre tus manos que protegieron al Niño Jesús, pero antes que nada pide para nosotros las gracias de no separarnos nunca de Jesús por el pecado mortal, de conocerlo y de amarlo cada vez más, así como a su Santa Madre, de vivir siempre en presencia de Dios, de hacer todo en función de su gloria y el bien de las demás almas y de lograr algún día ver a Dios para alabarlo eternamente contigo.

Así sea.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria

san jose con jesus

  

ORACIÓN DE CONFIANZA EN MOMENTOS DE ANGUSTIA O DIFICULTAD

Bienaventurado José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, para que tengan una feliz solución de acuerdo a la voluntad de Dios.

Mi bien amado Padre: toda mi confianza la deposito en Vos, y me abandono como un niño pequeño, dormido en brazos de su papá.

Que no se pueda decir que en vano te he invocado y ya que tú lo puedes todo, delante de Jesús y de María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder.

Amén

Padre Nuestro, Ave María, Gloria

  

ORACIÓN A SAN JOSÉ DE LEÓN XIII

A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de tu santísima esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.

Con aquella caridad que te tuvo unido con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, oh providentísimo Custodio de la divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios.

Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del Niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de

Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad.
Y a cada uno de nosotros protégenos con tu constante patrocinio, para que, a ejemplo tuyo, y sostenidos por tu auxilio, podamos vivir y morir santamente y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza.

Amén

Fuentes:

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Oraciones a san José Obrero

ORACIÓN CON LA QUE EL PAPA JUAN XXIII TERMINABA SU ALOCUCIÓN EN ESTA FIESTA EL AÑO 1959

¡Oh glorioso San José, que velaste tu incomparable y real dignidad de guardián de Jesús y de la Virgen María bajo la humilde apariencia de artesano, y con tu trabajo sustentaste sus vidas, protege con amable poder a los hijos que te están especialmente confiados!
Tú conoces sus angustias y sus sufrimientos porque tú mismo los probaste al lado de Jesús y de su Madre. No permitas que, oprimidos por tantas preocupaciones, olviden el fin para el que fueron creados por Dios; no dejes que los gérmenes de la desconfianza se adueñen de sus almas inmortales. Recuerda a todos los trabajadores que en los campos, en las oficinas, en las minas, en los laboratorios de la ciencia no están solos para trabajar, gozar y servir, sino que junto a ellos está Jesús con María, Madre suya y nuestra, para sostenerlos, para enjugar el sudor, para mitigar sus fatigas. Enséñales a hacer del trabajo, como hiciste tú, un instrumento altísimo de santificación.

ORACIÓN A SAN JOSÉ OBRERO (I)

Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José,
nuestro protector en la tierra,
como quien conoce el valor del trabajo
y la respuesta a nuestro llamado.
A través de tu Santa Esposa,
la Inmaculada Virgen Madre de Dios,
y sabiendo el amor paternal
que tuviste a nuestro Señor Jesús,
te pedimos nos asistas en nuestras necesidades
y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar
dignamente nuestras tareas diarias,
líbranos de caer en el pecado,
de la avaricia, de un corazón corrupto.
Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo,
nuestro defensor y fortaleza
contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio.
Socórrenos en todos nuestros esfuerzos,
para así poder obtener contigo
el descanso eterno en el Cielo,
Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ OBRERO (II)

A tí acudimos, amoroso padre nuestro San José,
modelo de los hombres y las mujeres trabajadores,
para rogarte me obtengas del Señor la gracia de
que el trabajo que tengo me sirva de relación con Dios
y sea un medio de santificación.Que sepa trabajar a conciencia, haciendo de mi deber
una ofrenda agradable a Dios, que utilice debidamente
los dones recibidos de El, para trabajar con ahínco,
paciencia, orden y en paz, como trabajaste Tú, en el
taller de Nazareth; que la alegre esperanza de la
Resurrección, me sostenga ante las dificultades cotidianas,
que no pierda de vista la cuenta que tengo que dar a Dios
por el tiempo que me ha brindado y por la manera de
recibir y dar amor.Esto te lo pido por el amor a tu santísima esposa María
y por el gran amor que le tienes a tu Hijo, Jesucristo,
que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por
los siglos de los siglos.

ORACIÓN A SAN JOSÉ OBRERO (III)

Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto.
Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo, Amén.

PARA OBTENER EL ESPÍRITU DEL TRABAJO

Glorioso San José, modelo de todos los trabajadores,
obtenme la gracia de trabajar
en un espíritu penitente para compensar mis pecados;
para trabajar conscientemente,
anteponiendo el deber a mis tendencias e inclinaciones;
para trabajar con gratitud y gozo,
considerando como un honor usar y desarrollar
en mi trabajo los dones que he recibido de Dios;
para trabajar con orden, paz, moderación y paciencia,
y nunca ceder ante el cansancio o las dificultades.
Ayúdame a trabajar, sobre todo,
con pureza de intención y desprendimiento,
teniendo siempre ante mis ojos la hora de la muerte
y la cuenta que debo dar a Dios por mi tiempo perdido,
talentos desperdiciados, omisión de buenas obras,
y vana complacencia por el éxito,
tan fatal para el trabajo de Dios.
Todo por Jesús, todo por María,
todo por seguir tu ejemplo,
¡Oh Patriarca San José! Amén


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Oraciones y Súplicas a San Jose

San Bernardo dijo que “en el transcurso de los años pasados en Nazaret, Jesús colmó el corazón de San José con ternura de amor tal como jamás ningún padre creado la sintió ni sentirá, ‘no sólo – como dice el Padre Huguet- para que José lo pudiese amar como Hijo, sino para que pudiese amar a todos los hombres como a sus hijos, pues, del mismo modo que todos somos hijos de María, así lo somos también de San José. (…) Y después de la devoción a la Santísima Virgen, nada hay más agradable a Dios ni más provechoso para nuestra almas que la devoción al santo Patriarca San José”.

 

Súplicas al Glorioso Patriarca San José

Oh glorioso Patriarca San José, en quien Dios ha concentrado los esplendores de todos los Santos (1), concédenos que en este mundo de soberbia nos refugiemos en la virtud de la humildad.

Oh glorioso San José, en quien Dios ha reunido las prerrogativas de los Nueve Coros Angélicos (2), concédenos que en este mundo de lujuria nos mantengamos puros en cuerpo y alma.

Oh glorioso San José, firme consuelo de la Madre de Dios (3), concédenos que en este mundo esclavizado al pecado seamos fieles a la santa esclavitud mariana.

Oh glorioso San José, custodio de la humanidad del Verbo de Dios, Jesucristo Nuestro Salvador (4), concédenos que en medio de la cultura de la muerte vivamos en la verdadera caridad.

Oh glorioso San José, fidelísimo cooperador en la tierra del gran designio de la Encarnación redentora (5), concédenos que en estos tiempos de idolatría, seamos perseverantes adoradores de Jesús Sacramentado.

Oh glorioso San José, sostén providente (6) de tu Sagrada Familia, provee a nuestras necesidades de alma, mente y cuerpo.

Oh glorioso San José, que jamás dejaste de hacer lo que te han suplicado (7), y de quien se espantaba Santa Teresa por las grandes gracias que Dios le había hecho por medio tuyo(8), concédenos también a nosotros las gracias que hoy te suplicamos.

1 San Gregorio Nascianceno.
2 Isidoro de los Isleños
3,4,5,6 San Bernardo.
7,8 Santa Teresa de Jesús de Ávila

 

SÚPLICA A SAN JOSÉ

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón,
a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte;
y consagro a tu culto este día,
en recompensa y satisfacción
de los muchos que vanamente he dado al mundo,
y a sus vanísimas vanidades.
Yo te suplico con todo mi corazón
que por tus siete dolores y goces
me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús
y de tu verdadera esposa, María Santísima,
la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya,
y en bien y provecho de mi alma.
Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas,
lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas,
propósitos firmes para no cometerlas más,
fortaleza para resistir a las tentaciones,
perseverancia para seguir el camino de la virtud;
particularmente lo que te pido en esta oración

(hágase aquí la petición)

y una cristiana disposición para morir bien.

Esto es, Santo mío, lo que te suplico;
y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión,
espero alcanzar de mi Dios y Señor,
a quien deseo amar y servir,
como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre,
y por una eternidad.
Amén.

 

PARA PEDIR UN FAVOR

Amadísimo Padre mío San José:
confiando en el valioso poder
que tenéis ante el trono de la Santísima Trinidad
y de María vuestra Esposa y nuestra Madre,
os suplico intercedáis por mí y me alcancéis la gracia…

(hágase aquí la petición)

José, con Jesús y María, viva siempre en el alma mía.
José, con Jesús y María, asistidme en mi última agonía.
José, con Jesús y María, llevad al cielo el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ ANTE LAS TRIBULACIONES

¡Oíd, querido San José, una palabra mía !…
Yo me veo abrumadO de aflicciones y cruces,
y a menudo lloro…
DespedazadO bajo el peso de estas cruces,
me siento desfallecer,
ni tengo fuerzas para levantarme
y deseo que mi Bien me llame pronto.
En la tranquilidad, empero,
entiendo que no es cosa difícil el morir…
pero si el bien vivir.
¿A quién, pues, acudiré sino a Vos,
que sois tan bueno y querido,
para recibir luz… consuelo… y ayuda?
A Vos, pues, consagro toda mi vida,
y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces,
los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores…
para que, después de una vida tan trabajosa,
podamos ir a gozar para siempre con Vos
de la bienaventuranza del Paraíso.
Amén.

Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.

 

ACORDAOS

Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María
y amable protector mío San José,
que jamás se ha oído decir
que ninguno haya invocado vuestra protección
e implorado vuestro auxilio
sin haber sido consolado.
Lleno, pues, de confianza en vuestro poder,
ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre,
vengo a vuestra presencia
y me encomiendo a Vos con todo fervor.
No desechéis mis súplicas,
antes bien acogedlas propicio
y dignaos acceder a ellas piadosamente.
Amén.

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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Oraciones a San José en momentos de Angustia y Tribulación

ORACIÓN DE LEÓN XIII

A ti bienaventurado José acudimos en nuestra tribulación y después de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido y por el paternal amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, providente custodio de la divina familia, a la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción, asístenos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así ahora defiende a la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con tu perpetuo patrocinio para que, a ejemplo tuyo y sostenidos con tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna bienaventuranza. Amén

 

ORACIÓN DE CONFIANZA EN MOMENTOS DE ANGUSTIA O DIFICULTAD

Bienaventurado José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, para que tengan una feliz solución de acuerdo a la voluntad de Dios.

Mi bien amado Padre: toda mi confianza la deposito en Vos, y me abandono como un niño pequeño, dormido en brazos de su papá.

Que no se pueda decir que en vano te he invocado y ya que tú lo puedes todo, delante de Jesús y de María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén

 

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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES

Un Pensamiento Diario para San José en el Mes dedicado a Él

Día 1:
Padre adoptivo de Jesús. Escogido por el Eterno Padre con amor previsor y gratuito, para ser custodio y defensor de Jesús, tú, oh San José, entras plenamente en el proyecto de la Salvación, según las promesas hechas por Dios al pueblo hebreo. Ayúdame, San José, a leer hoy, con amor, el Evangelio que describe la genealogía de Jesús.

Día 2:
Custodio de Jesús. Durante la vida terrena de Jesús, tú, oh San José, no te has preocupado de hacer cosas grandes sino de hacer bien la voluntad de Dios, también en las cosas más sencillas y humildes, con mucho empeño y amor. Enséñame San José la prontitud en buscar y realizar la voluntad de Dios.

Día 3:
Esposo de la Madre de Dios. Después de la perturbación inicial, oh San José, tu «sí» a la voluntad de Dios fue claro y preciso, aceptando a María como Esposa. Entonces, por ti, Jesús entró en la genealogía de David con pleno derecho delante de la ley y de la sociedad. Te confiamos, oh San José, a todos los padres para que siguiendo tu ejemplo acepten en el seno materno el don inestimable de la vida humana.

Día 4:
El hombre del silencio. Te acostumbraste al silencio, oh San José, estando con Jesús y María. La casa de Nazaret era un templo y ¡en el templo, sobre todo, se reza!.Enséñame, oh San José, a dominar mi locuacidad y a cultivar el espíritu de recogimiento.

Día 5:
El hombre de fe. Más que Abraham, a ti, oh San José, te tocó creer en lo que es humanamente impensable: la maternidad de una virgen, la encarnación del hijo de Dios. Fortalece, oh San José, a quien se desanima y abre los corazones para confiar en la Providencia de Dios.

Día 6:
El hombre de la esperanza. En la persona de Jesús, oh San José, tuviste la garantía del cielo y, por lo tanto, siempre estuviste lleno de profunda paz interior. Aumenta, oh San José, mis motivos para tener coraje, alimenta el aceite para mis lámparas.

Día 7:
El hombre del amor a Dios. Oh San José, tú distepruebas de amor a Dios cuidando amorosamente a Jeús en vida escondida y en profunda sintonía con la voluntad de Dios. Enséñame oh San José, a amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas.

Día 8:
El hombre de la acogida. Oh San José, diste ejemplo de espíritu de acogida en la afectuosa ternura con tu esposa, en los servicios prestados a la gente, buena o mala, y estando siempre al lado de Jesús, el salvador de las almas. Oh San José, ¡Que yo descubra aquellos gestos que me hacen imagen viva de Dios amor, los gestos de acogida y de paz, los gestos de disponibilidad y de dedicación incondicional !.

Día 9:
El hombre del discernimiento. Con los ojos del alma, oh San José, ordenaste tu vida de piedad, tu trabajo, tu alimento, tu reposo, tus pensamientos más profundos, tus afectos, tus juicios, tus intenciones en el obrar. Ayúdame oh San José, a avanzar en las virtudes por la acción del Espíritu Santo que renueva la vida de las personas y de las comunidades.

Día 10:
El hombre de la docilidad. Santo Tomás define la docilidad como atención constante y deferente a las enseñanzas de los sabios. Tú, oh José, fuiste siempre muy dócil a las enseñanzas de Jesús y de María, su Madre. Aleja de nosotros oh San José, la presunción, la tonta estima de mis opiniones, la obstinación de seguir mis ideas.

Día 11:
El hombre de la entrega. Tú oh San José, no perdías tiempo en cosas vanas e inútiles y no obrabas con disgusto o mala gana. Ayúdame oh San José, en la oración, a no permitir que mi alma, se quede dormida y alcánzame una habitual disposición y fervor en mi vida.

Día 12:
El hombre de la simplicidad. Esta virtud oh San José, hacía parte de tu carácter y cada día más se perfeccionaba por el desapego de las criaturas. Ayúdame oh San José, a desear y gustar solamente a Dios y a despegarme de todo lo que no sirve para mi vida espiritual.

Día 13:
El hombre de la confianza. Tu seguridad oh San José, estaba en adherir a la voluntad de Dios como se manifestaba día tras día. Haz oh San José, que nosotros tengamos la seguridad de quien confía en Dios y que en cualquier situación, aunque adversa, estemos en sus manos.

Día 14:
El hombre de la paz. Tú, oh San José, fuiste el custodio de aquel que trajo la paz al mundo, que predicó el amor, la fraternidad y la unidad y proclamó » felices los que trabajan por la paz». Oh San José, ayúdame a promover la paz en el ambiente donde yo vivo y trabajo.

Día 15:
Ejemplo de humildad. ¡ Como te sentías pequeño a tus ojos, oh San José!, ¡Como amabas tu pequeñez!. No hiciste milagros y mantuviste tu vida tan escondida que casi nada sabemos de ella. Ayúdame, oh San José, a huir de las alabanzas y de la gloria humana. Haz que encuentre gusto en vivir escondido y en relativizar mis intereses personales.

Día 16:
Ejemplo de fortaleza. Sin duda, oh San José, tu fortaleza alcanzó un grado de perfección muy elevado. Ella se manifestó especialmente en el soportar con serenidad el exilio en Egipto y la dureza del trabajo de cada día. Ayúdame oh San José, a no desfallecer frente a las tentaciones, fatigas y sufrimientos.

Día 17:
Ejemplo de obediencia. Tu obediencia, oh San José, fue admirable, especialmente cuando tuviste que huir a Egipto, luego de una orden delante de la cual habías tenido tantas razones para no realizar. Aleja de mí, oh San José, todas las excusas que mi egoísmo plantea para no cumplir la voluntad de Dios.

Día 18:
Ejemplo de justicia. Viviendo alejado de las cosas del mundo, oh San José, practicaste siempre la virtud de la justicia especialmente a través de tu trabajo de carpintero. Y ¡qué respeto tuviste para con el Rey y la Reina del Cielo! Alcánzame, oh San José total pureza de intenciones y de corazón y plena adhesión a Dios y a su voluntad.

Día 19:
Ejemplo de prudencia. Tu prudencia, oh San José, se manifestó en el desapego del mundo, en la castidad, en la pobreza, en tu espíritu de pobre y en la dedicación al trabajo de cada día. Haz, oh San José, que yo no haga nada sin antes confirmarme: «que sirve esto para la eternidad».

Día 20:
Ejemplo de pobreza. Tú, oh San José, viviste la pobreza voluntaria, sufriste las privaciones y las incomodidades de la pobreza, pero no quisiste cambiar tu condición por ningún tesoro de este mundo. Obténme, oh San José, la gracia del desapegarme de las riquezas y de desear únicamente los bienes eternos.

Día 21:
Ejemplo de gratitud. Nadie después de tu Esposa, oh San José, recibió tanto como tú, de la bondad de Dios. En tu justicia dabas gracias a Dios continuamente. Veías solo a Dios, pensabas sólo en Dios ; no obrabas sino por ÉL. Haz, oh San José, que yo tenga verguenza de mis ingratitudes y que tenga valentía de humillarme delante de Dios.

Día 22:
Ejemplo a los obreros. Como cada uno de nosotros, también tú, oh San José, probaste la fatiga, y el cansancio del trabajo de cada día. Ayúdame, oh San José, a redescubrir la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y de desarrollarlo con entusiasmo para el bien de todos.

Día 23:
Ejemplo de la misión. Oh, San José, ¡Que gran amor tuvistes por las almas! ¡Cuantas oraciones hiciste para su salvación! ¡Y todo eso inspirado por Cristo que habría de morir por la salvación del mundo!. Haz, oh San José, que yo pueda con la palabra y con la vida, ayudar al hombre de hoy a encontrar a Jesús, la Palabra que da respuesta definitiva a todas las preguntas esenciales del hombre.

Día 24:
Custodio de la virginidad. La Voz del Espíritu Santo encontró en tí, oh San José total acogida, porque tu vida fue llena únicamente de Dios y tu fuerza fue sólo el amor que tuviste para Él. Haz, oh San José, que yo deje mis caminos y siga sólo a Dios que me llama a participar de su vida, y que tenga fuerza de hacer fructificar sus dones.

Día 25:
Consuelo de los que sufren. Oh San José, toda tu vida estuvo marcada por el sufrimiento: exilio, trabajo, pobreza. Pero tu corazón era feliz y tu alma siempre serena. Ayúdame oh San José, a darme cuenta de que la vida eterna y no el dolor, es la verdadera vocación del hombre. Presérvame ahora y siempre del llanto de los que no tienen esperanza.

Día 26:
Esperanza de los enfermos. En tu vida, oh San José, no todo fue claro y fácil de comprender. Sin embargo supiste encontrar tu misión única e irrepetible en la historia. Te ruego, oh San José, consolar hoy a todos los que están afligidos por la enfermedad. Llena sus días de personas amigas y desinteresadas.

Día 27:
Patrono de los moribundos. Tú, oh San José, tuviste la suerte de morir asistido por Jesús y tu esposa María. Tuviste siempre presente en tu vida la meta final o sea el cielo, con la certeza de alcanzarla; siempre atento a tu interioridad y dedicado a la contemplación. Ayúdame, oh San José, a pensar a menudo en el cielo donde todos somos invitados al banquete eterno.

Día 28:
Amparo de las familias. Oh, San José, la Escritura afirma que a tu lado y de María, Jesús «crecía en edad, sabiduría y gracia». Te ruego, oh San José, que los niños encuentren en la familia el ambiente ideal para desarrollar el amor y asumir los verdaderos valores.

Día 29:
Modelo de vida doméstica. Oh, San José, en la Familia de Nazaret asumiste plenamente tu responsabilidad con espíritu de colaboración y de humildad evangélica. Haz, oh San José, que los padres sepan unir todas las potencialidades del amor humano a las de una sana y adecuada espiritualidad.

Día 30:
Terror de los demonios. Oh, San José, fortificado por la presencia y el recuerdo de Jesús has podido vencer siempre cualquier ataque a tu fe por parte del demonio. Limpia, oh San José, mi corazón y mi mente de toda maldad para que sea un cristiano lleno de vida redimido por la sangre de Cristo.

Día 31:
Patrono de la Iglesia Universal. Oh, San José, por la misión que te fue confiada a la iglesia de Cristo haciendo que camine siempre en la verdad y el amor para ser luz del mundo. Guía oh, San José, a la Iglesia de Cristo en el camino de la santidad para que sea siempre más eficaz y alegre anunciadora del Evangelio.

Autor: P. Orides Ballardín. Prov.

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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES

Devoción en honor de los dolores y gozos de San José

El día 19 de marzo es la festividad de San José y los 7 Domingos anteriores a esa fiesta se recitan los principales gozos y dolores de la vida de San José. Hoy es el séptimo Domingo antes del 19 de marzo.

Toda la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera para con su Fundador y Madre.
En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar ese veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos…

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. – Acto de contrición.

 

Ofrecimiento

Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén.

 

Primer dolor y gozo

Esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa! ¡Pero cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la vuestra asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Segundo dolor y gozo

Bienaventurado patriarca glorioso S. José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre, el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en tan gran pobreza, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Tercer dolor y gozo

Ejecutor obediente de las leyes divinas, glorioso San José, la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó llenándoos de alegría,
Por este dolor y por este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el nombre de Jesús en el corazón y en los labios,
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Cuarto dolor y gozo

Santo fiel, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José, aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María, os causó dolor, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.
Por este dolor y por este gozo, conseguidnos ser del número de los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la Virgen María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Quinto dolor y gozo

Custodio vigilante del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo de Dios, particularmente a vuestra huida a Egipto!, ¡pero cuán grande fue vuestra alegría teniendo siempre con vos al mismo Dos y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al demonio, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Sexto dolor y gozo

Ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos, aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el Ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesús y María y de morir también asistidos de ellos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Séptimo dolor y gozo

Modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que lleno de gozo, le encontrasteis en el templo, en medio de los doctores.
Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que no nos suceda jamás perder a Jesús por algún pecado grave. Mas si por desgracia le perdemos, haced que le busquemos con tal dolor que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y a cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Antífona

Jesús mismo era tenido por hijo de José, cuando empezaba a tener como unos treinta años. Rogad por nosotros, San José, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

Oración Final

Oh Dios, que con inefable providencia, os dignasteis elegir al bienaventurado José por esposo de vuestra Santísima Madre, os rogamos nos concedáis tener como intercesor en los cielos al que en la tierra veneramos como protector. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.

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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES

Letanías de San José

Santa Teresa dice de San José: «no recuerdo haber pedido alguna cosa a San José y que no me la haya concedido, como así también no he conocido persona devota de él que no haya obtenida alguna gracia por su gloriosa virtud, pues él ayuda muchísimo a las almas que a él se consagran».

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ DE SANTA TERESA

Glorioso Patriarca San José,
cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles,
venid en mi auxilio en estos momentos de angustia y dificultad.
Tomad bajo vuestra protección
las situaciones tan serias y difíciles que os encomiendo,
a fin de que tengan una feliz solución.
Mi bienamado Padre,
toda mi confianza está puesta en Vos.
Que no se diga que Os he invocado en vano
y puesto que Vos podéis todo ante Jesús y María,
mostradme que vuestra bondad es tan grande como vuestro poder.
Amén.

 

LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros, (se repite)
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial, (ten piedad de nosotros)
Dios Hijo redentor,
Dios espíritu Santo,

Santa María, (ruega por nosotros)
San José, descendiente de David,
Luz de los patriarcas,
Esposo de la Madre de Dios,
Casto Custodio de la Virgen,
Padre nutricio del Hijo de Dios,
Diligente defensor de Cristo,
Jefe de la sagrada familia,
José justísimo,
José castísimo,
José prudentísimo,
José fortísimo,
José fidelísimo,
Espejo de paciencia,
Amador de la pobreza,
Modelo de los obreros,
Gloria de la vida doméstica,
Custodio e las vírgenes,
Sostén de las familias,
Consuelo de los miserables,
Esperanza de los enfermos,
Patrono de los moribundos,
Terror de los demonios,
Protector de la santa Iglesia,

Cordero de Dios, que quietas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quietas los pecados del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quietas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros

V. Lo hizo dueño de su casa
R. Y el gobernador de todos sus dominios

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia
elegiste al bienaventurado José esposo de tu madre,
te rogamos que nos concedas
tener por intercesor en el Cielo
a quien veneramos por protector en la tierra.
Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

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