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¡Tú puedes lograr la intercesión de san José para los milagros!

Los que llamamos santos, son ejemplos de vida que Dios nos muestra como guía para que los imitemos.

Y también para buscar su intercesión ante los problemas y enfermedades que tengamos.

Y hay un santo más o menos de nuestra época, porque vivió en el siglo XX, al que se considera el más grande sanador de los tiempos actuales.

Lograba las sanaciones pidiendo la intercesión de San José.

Y siempre decía que no lo necesitábamos a él para la sanación, sino que debíamos tener la suficiente fe como para pedirle a San José que intercediera por nosotros.

Porque después de la Virgen María, su esposo José, es el intercesor más grande.

San André Bessette nos enseñó cómo pedir la intercesión de San José consiguiendo más de 10 mil milagros. 

Tenía algunas formas concretas para pedir la mediación de San José, que le daban buenos resultados y que podemos imitar.

Aquí hablaremos sobre los procedimientos que usaba San André Bessette para curar y para buscar otras intercesiones de San José, de las cuales está probada su eficacia y podemos usar nosotros con confianza.

El canadiense San André Bessette, fue un religioso de casi nula educación, pequeñito, con la sotana raída, portero de la Congregación de la Santa Cruz, que además hacía tareas de limpieza. Un hombre muy humilde.

Y que gracias a su fama se construyó el mayor templo del mundo dedicado a San José, que está en Montreal.

Los sacerdotes de la Santa Cruz le atribuyen 10.000 curaciones milagrosas y los milagros para su beatificación y canonización fueron curas de cáncer.

Fue tal la fama de este humilde hombre que un millón de personas desfilaron durante seis días frente a su ataúd y allí se produjeron muchos milagros instantáneos.

El Hermano André pedía básicamente fe en el poder de Dios y en la intercesión de San José para ser sanado y también para solucionar otros problemas.

Y una vez un sanado le dijo: «Hermano Andre, eres mejor que San José. Le recé y no pasó nada, pero cuando vine a verte, quedé curado».

Entonces André se enfureció y lo expulsó diciendo que él no curaba, que San José hacía todo.

Nunca quiso quitar el foco de atención en San José. 

Una sencilla instrucción que siempre daba era, 

«Ve a San José. Pídele que le pida a Dios las gracias y los favores que necesitas. Él no te defraudará».

Y una vez, cuando la revista de su orden religiosa, estaba a punto de publicar la foto del hermano André, le imploró a su superior, que no lo hiciera, que incluyera fotos de San José en su lugar. 

André decía que el milagro de un granjero era el que le había llenado de más alegría.

Un humilde granjero, esposo y padre, había resultado gravemente herido en su pierna cuando trabajaba. 

Fue con sus muletas a visitar al hermano André a la escuela donde éste visitaba a cientos de personas enfermas cada semana.

Y le pidió a André que intercediera para que se le concediera un milagro, porque no podía seguir trabajando y llevar comida a su casa. 

El hermano André miró al hombre y le dijo: «Ve, lleva tus muletas a la iglesia y déjalas allí. Mañana estarás trabajando otra vez».

Le dio una medalla de San José y le pidió confianza en su curación.

El hombre hizo exactamente lo que le dijo y dejó sus muletas en la iglesia como símbolo del milagro, y se fue a su casa con una terrible cojera y un dolor agonizante, que apenas le permitían caminar. 

Al día siguiente se subió a su arado, se puso detrás de los caballos y comenzó a trabajar, aunque no estaba mejor que el día anterior.

Los que lo vieron, incluidos su esposa e hijos, se burlaron de él cuando trataba de plantar los cultivos, como un borracho que apenas se podía mantener erguido.

Sus piernas estaban tan inflamadas y dolorosamente hinchadas que le costaba trabajo estar de pie.

Pero nada lo detuvo, continuó empujando el arado a pesar de que su cojera lo hacía tambalear.

Confiaba en la promesa del hermano André de que sería completamente curado.

Y a la mañana siguiente, este granjero asombró a todos los que le rodeaban. 

Se despertó y sus piernas estaban totalmente curadas. 

La cojera había desaparecido al igual que la inflamación y el dolor espantoso.

La confianza en San José había producido el fruto de la curación.

Por eso André decía que no debíamos recurrir a Él sino a San José.

Y nos dejó una serie de procedimientos que podemos utilizar nosotros mismos para pedir la intercesión del esposo de la Virgen María.

Lo primero que decía era que debíamos llevar con nosotros una medalla de San José.

Y cuando el superior de la congregación fue a pedirle permiso al arzobispo para la construcción del monumental templo a San José, le pidió a André que orara intensamente para que les diera el visto bueno. 

Y el hermano André le dio una medalla de San José y le dijo: 

«Mientras habla con el arzobispo, asegúrese de sostener esto firmemente en su mano y no se preocupe. 

Tener una medalla en la mano hace que uno piense más en San José, que simplemente usar una. Es una señal de mayor confianza».

A un viajante de comercio le aconsejó tener una medalla de San José en la mano, cuando fuera a visitar a sus clientes. 

Y aconsejaba que, cuando hubiera pleitos judiciales, enviaran una medalla de San José a los abogados de la parte contraria o al juez.      

Una vez un comerciante se quejó de que su tienda había quedado destruida por una inundación.

Y el hermano André le dijo, 

«Has tenido poca fe. Deberías haber echado una medalla de San José a las aguas, cuando se acercaban, y te hubieras salvado».

También aconsejaba a los enfermos frotarse con una medalla de San José sobre sus ropas y en la parte enferma de su cuerpo.

Una vez otro comerciante le habló de sus dificultades en su negocio. 

Entonces André le dijo, 

«Toma papel y escribe: buen San José, haz por mí lo que harías si estuvieras en la tierra en mi lugar. 

Tengo una numerosa familia y un negocio difícil de administrar. Escúchame». 

Y después le recomendó dejar el papel al pie de la imagen de San José y todo se solucionó.

El mismo hermano André acostumbraba a escribir sus intenciones en unos papeles y los colocaba debajo de la imagen de San José.

Cuando había pestes recomendaba procesionar imágenes de San José y que en la procesión se rezara el rosario.

Y tenía éxito en disminuir y luego cesar la enfermedad.

Y también en esos casos recomendaba hacer novenas y triduos a San José.

Y sugería decir oraciones fáciles como: 

«San José ruega por mí y ora, como si hubieras estado en mi lugar y con mis problemas».

Y en muchos casos utilizaba el aceite de las lámparas que alumbraban la imagen de San José y lo envasaba en frasquitos pequeños para entregarlos.   

O ponía aceite en pequeños frascos al pie del altar de San José o de una imagen suya y le oraba.

Y con este aceite untaba las partes enfermas. 

Y también recomendaba dispersar por la casa, adentro y afuera, medallitas de San José para obtener protección.

Pero sobre todo consideraba que el primer requisito para obtener favores de Dios era estar en estado de gracia. 

Por ello recomendaba mucho la oración, la confesión y la comunión, como forma de lograr una mejor intercesión de San José. 

En resumen, tenemos un gran intercesor ante Nuestro Señor, que es San José, su padre adoptivo en la tierra, que ha demostrado su enorme capacidad de mediación para obtener milagros de Dios.

Y hay un santo considerado un gran sanador, San André Bessette, que nos ha enseñado cómo pedir la intercesión de San José, utilizando él mismo, esas formas de pedir sanación y otros milagros.

El ingrediente principal es la fe y la confianza en San José y el estado de gracia.

Y luego la oración, la confesión y la comunión frecuente.

San André usaba además las medallitas de San José para todo, desde pasarlas por las heridas, refregarlas por la ropa, llevarlas en la mano cuando había que hacer algo importante.

Hasta dispersarlas por la casa, y enviarlas a lugares que eran un foco de problemas, como por ejemplo ante inundaciones, o a los contendientes en un pleito.

También hacía poner las intenciones debajo de una imagen de San José.

Y procesionar la estatua colectivamente ante un problema mayor.

Y para sanar partes específicas del cuerpo usaba el aceite de las lámparas al pie de la imagen de San José, o el aceite depositado al pie de una imagen del santo pidiendo la intercesión con una oración.  

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cuáles son las formas, probadamente eficaces que utilizaba San André Bessette, para pedir la intercesión de San José, que podemos imitar nosotros. 

Y me gustaría preguntarte qué otras formas conoces que se usan para pedir la intercesión de San José.

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