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¡Impresionantes Milagros! Cómo obtener la Ayuda de San José para Situaciones Difíciles

Invocación a San José en tiempos difíciles y los milagros que produce.

¿Alguna vez le has pedido algo a San José? ¿Qué sucedió? ¿Te ha defraudado o cumplió con creces?

Bueno, los franciscanos, a lo largo de los siglos, han sido testigos de la poderosa intercesión de San José en innumerables ocasiones. 

Sus vidas están impregnadas de historias asombrosas de favores recibidos, por el amor de este humilde santo.

Hoy te invitamos a sumergirte en el fascinante mundo de los milagros de San José.

Desde el auxilio en naufragios en alta mar, hasta en momentos de desesperación en tierras inhóspitas, estos relatos son testimonios vibrantes de una fe inquebrantable y la asombrosa gracia de San José.

Aquí te contaremos algunos de los milagros más extraordinarios que San José ha obrado para frailes franciscanos. 

Historias inspiradoras que fortalecerán tu fe y te animarán a confiar más en su poderosa intercesión.

¡Estas historias te van a sorprender!  

La Orden de San Francisco de Asís fue una de las primeras en fijar los ojos en San José, persuadidos por las narraciones de la infancia de Jesús de Mateo y Lucas.

Quienes mencionan a menudo a José como un «hombre justo» y una figura clave en los primeros años de la vida de Jesús.

Además un ejemplo elocuente de la «obediencia a la fe».

En su silencio obedece al mensajero de Dios y acepta a María como su esposa, da el nombre de Jesús al recién nacido y, tras huir a Egipto para escapar de Herodes, se retira con la Sagrada Familia a Nazaret, en Galilea.

Estos episodios han quedado inmortalizados en Tierra Santa, donde los franciscanos están presentes desde hace 8 siglos. 

Y tras el ejemplo de San Francisco, cuando creó el primer Pesebre para Navidad en Greccio, la Iglesia comenzó a prestar más atención a la figura silenciosa de San José.

Los franciscanos fueron especialmente importantes para extender la devoción a San José a través de la predicación popular de frailes como Bernardino de Siena y Bernardino de Feltre. 

En 1480, un Papa franciscano, Sixto IV, permitió que la Orden Franciscana celebrara la fiesta de San José el 19 de marzo, y luego se extendió gradualmente por toda la Iglesia.

Y dos Papas franciscanos seglares también fueron importantes.

En 1870 Pío IX declaró a San José patrón de la Iglesia Universal, y en 1962 Juan XXIII insertó el nombre de José en el Canon Romano de la Misa.

Por esto los franciscanos han obtenido muchos milagros de San José.

Cuentan que dos frailes franciscanos navegaban por la costa de Flandes, cuando se levantó una terrible tormenta que hizo naufragar su barco.

En la terrible confusión que siguió, los dos frailes franciscanos nunca perdieron la presencia de ánimo y se aferraron a una tabla en el mar.

Pero pronto sintieron que sus fuerzas flaqueaban y en la desesperada emergencia llamaron a San José para que los salvara. 

Sus miembros se entumecían y la tabla se hacía más resbaladiza e insegura.

Su confianza en San José fue puesta en la prueba más severa. 

Entonces, de repente, un joven hermoso y majestuoso se interpuso entre ellos.

Les dijo que tuvieran ánimo, y pareció impartir nueva fuerza a sus miembros cansados.

La tabla inestable asumió el carácter de un bote que los condujo hasta la orilla. 

Y después de tocar tierra se arrodillaron y, alzando las manos al cielo, alabaron a Dios por su maravilloso auxilio. 

Luego expresaron su agradecimiento a su amable salvador y le preguntaron su nombre.

“Yo”, respondió, “soy José, a quien clamasteis en vuestra angustia”. 

Ante estas palabras, los corazones de los franciscanos se desbordaron de éxtasis. 

Y San José les recompensó aún más su confianza en él contándoles los dolores y alegrías que había experimentado, añadiendo que siempre ayudaría a aquellos que meditaran piadosamente estos misterios.

Y como resultado del naufragio de estos franciscanos, surgió en la Iglesia la devoción de los Siete Dolores y Gozos de San José, que se conoció también como la Devoción de los Siete Domingos a San José, y rápidamente se difundió.

Y hay una serie de milagros de San José realizados a San Junípero Serra, un fraile franciscano español que fundó una serie de misiones, en lo que más tarde se convertiría en el estado de California.

Serra tenía una fuerte devoción a San José, a quien ofrecía una misa votiva todos los miércoles.

En 1769, mientras intentaba fundar una misión en San Diego, hubo una grave escasez de alimentos y hasta pensaron que la misión tendría que ser abandonada antes de comenzar. 

En preparación de la fiesta de San José el 19 de marzo, Serra y los frailes comenzaron una novena.

Y ese día, el 19 de marzo, llegó un barco con los suministros que tanto se necesitaban.

Otra vez San Junípero y dos compañeros intentaban vadear un río, pero se enfrentaban a un gran peligro. 

Rodeados por un paisaje inquietante, se sorprendieron cuando un extraño apareció al otro lado del río y les indicó, en español, que cruzarán el río más abajo. 

Siguieron las instrucciones y todo funcionó a la perfección, pero el hombre había desaparecido.

En otra ocasión, pasando hambre mientras atravesaban una gran llanura, San Junípero y sus franciscanos fueron sorprendidos por un jinete al galope que arrojó a los frailes tres frutos de granada y siguió cabalgando.

Y algunos años más tarde, San José regresó con todos los miembros de la Sagrada Familia, con el expreso propósito de proporcionarle al cansado fraile una buena noche de alojamiento.

Una de las historias narra que San Junípero y un compañero llegaron a la puerta de un apartado monasterio a pie.

El superior del monasterio en medio del desierto no lo podía creer.

¿Cómo pudieron cruzar semejante vasto desierto sin guía ni comida?

El padre Serra respondió que en el camino fueron ayudados por una humilde familia mexicana. 

Los hermanos del monasterio consideraron esto inverosímil, ya que no había ninguna casa en el camino que habían seguido los franciscanos.

Ante la incredulidad, San Junípero dijo que en el camino encontraron una casa cerca de tres grandes álamos, donde se encontraron con un pastor, su esposa y su pequeño hijo, que estaba jugando con un cordero.

La familia compartió su cena con los sacerdotes antes de que los cansados viajeros se quedaran dormidos. 

Cuando despertaron, encontraron comida fresca en la mesa, pero la familia y el cordero ya no estaban.

Quienes escucharon la historia quedaron asombrados porque en el camino hacia el monasterio había tres grandes árboles, pero definitivamente no había una casa y mucho menos una familia con un niño pequeño.

Entonces algunos de los hermanos regresaron a los tres árboles con el padre Junípero. 

Y efectivamente no había señales de actividad humana. 

Y allí San Junípero añadió un detalle que dio sentido al encuentro providencial. 

Después de los rezos, al despedirse de sus anfitriones, San Junípero se inclinó ante el niño para darle su bendición.

Pero en ese momento, fue el niño quien levantó la mano y con el dedo meñique trazó la cruz en la frente del padre Junípero.

Y desde entonces estuvieron convencidos de que la Sagrada Familia fue quien ayudó a San Junípero y a su compañero a cruzar el desierto en su gesta evangelizadora.

Bueno, hasta aquí una serie de milagros que cuentan los franciscanos sobre cómo San José ayudó a los frailes en varias ocasiones, debido a su fervor hacia él. 

Y me gustaría preguntarte si has recurrido a San José ante problemas y qué resultado has tenido.

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Dios Mostró a una Mística las Gracias Desconocidas que Otorgó a San José ¿Cuáles fueron?

Impresionantes visiones de la Hermana María Cecilia Baij sobre la vida de San José.

San José fue elegido desde el principio de la historia por Dios para ser el padre de Jesucristo en la Tierra.

Y por eso lo adornó de gracias que exceden las que son dadas a los demás seres humanos.

Y también Dios previó que José muriera antes de la Pasión de Jesús, pero no obstante se enteró que eso iba a suceder y Jesús desde niño lo fue preparando.

Aquí hablaremos de las revelaciones que tuvo la hermana María Cecilia Baij, sobre las gracias que Dios otorgó a San José, para que cumpliera la misión de ser padre de Jesucristo en la Tierra, cómo le fue revelado la futura crucifixión de Jesús y cuál fue su reacción hasta que murió en brazos de Jesús y María.

María Cecilia Baij fue una abadesa benedictina del siglo XVIII en Italia, que tuvo impresionantes visiones sobre la vida de San José.

Se afirma que recibía frecuentes ataques del diablo y también revelaciones sobre la vida de Cristo, la Sagrada Familia y San Juan Bautista, que escribió en obediencia a su confesor.

La religiosa murió en 1766 y sus visiones permanecieron prácticamente desconocidas, hasta que en 1900 un monje benedictino, Willibrord van Heteren, encontró el texto en el monasterio de San Pietro en Montefiascone y comenzó a publicar algunos extractos.

Y en 1920, el obispo local Pietro Bergamaschi se interesó por esos escritos guardados en el convento y los presentó a Benedicto XV, y el Sumo Pontífice le animó a publicarlos.

Hoy la causa de beatificación de la hermana María Cecilia Baij está abierta.?

Las más célebres de las visiones que tuvo fue sobre San José, básicamente porque pocos místicos han recibido visiones sobre él.

Nos dice que ya a los siete años José mostraba el criterio de un hombre de edad madura.

Sus palabras y sus obras eran perfectas, de tal modo que su padre, no encontraba mejor consejero que su propio hijo cuando tenía que decidir acerca de las cosas importantes.

Y todo le salía muy bien con el consejo que el hijo le daba, porque estaba muy iluminado por Dios.

Sus padres no hacían nada, sin antes haber pedido el parecer de su hijo.

Y se comportaba con tanta humildad y sumisión, que sus mismos padres quedaban sorprendidos. 

Dios lo apoyaba con sus gracias, y lo iluminaba en la oración y a través del Ángel que le hablaba en el sueño.

Una noche se le apareció el Ángel en el sueño y le dijo que Dios había aceptado de muy buen agrado su propósito de conservarse virgen y le prometía su favor.

Y le trajo un cinturón enviado por Dios, en señal de complacencia.

Mientras el demonio le asaltaba con variadas tentaciones, pero Dios no permitía que lo asaltara con tentaciones contra la pureza.

Otra vez el Ángel le habló en el sueño y le dijo que Dios había destinado darle un don muy grande y sublime, sin informarle de qué se trataba.

Y le pidió se ocupara en suplicarle y hacerse digno de esas gracias, con la práctica de las virtudes y con las súplicas, porque Dios gozaba mucho en ser suplicado.

José no tuvo curiosidad para investigar cuál era este favor, sino que se puso con todo su espíritu a suplicar a su Dios.

Y le suplicaba por dos gracias: que se acelerara la venida del Mesías, y que se hiciera la gracia que le había prometido a través del Ángel. 

Esta gracia después sabría que consistía en darle una esposa, pero no lo supo hasta cuando le fue revelado, y ni siquiera entonces le fue manifestada la maternidad divina. 

Otra vez, fue arrebatado en un éxtasis, y le fueron manifestadas las virtudes que el Mesías tendría, cuando hubiera venido al mundo.

Entre las cuales la humildad y la mansedumbre se destacaban.

José se apasiono mucho, y puso gran empeño en practicar estas virtudes. 

José era muy devoto de Dios y de la oración en el Templo y se preparaba con ayuno y oración, instruido por su Ángel para las fechas religiosas. 

Y un día, mientras oraba en el Templo con más fervor que de costumbre, oyó la voz interna de Dios que le aseguro que sus oraciones le agradaban mucho y que le había concedido todo lo que él le pedía.

Fue tan grande la alegría que sintió José al oír esta voz, que quedó inmóvil horas enteras gozando de la incomparable dulzura y suavidad del Espíritu de Dios.

Y pedía a los demás, “Orad a nuestro Dios para que se digne acortar el tiempo de sus promesas”.

Además de los muchos dones que Dios le dio, uno en particular fue ocuparse de los pobres moribundos. ?

Pero el demonio se enfurecía al ver las virtudes de José, y cómo con su ejemplo atraía a muchos a la práctica de las virtudes.

Instigaba a algunos de mala vida para alejarlo de su fervor en el servicio a Dios, poniendo en sus corazones una gran aversión hacia él y que lo atacaran constantemente.

Siempre el demonio ideaba nuevas formas para inquietarlo y hacerle perder la virtud de la paciencia y de la mansedumbre. 

Los ataques eran de las formas más variadas, pero José los tomaba con mansedumbre, y nunca se defendía.

Por regla general Dios no permitía que el demonio se acercara demasiado para inquietarlo, pero a veces le daba libertad para que lo angustiara, para mayor mérito del santo y para confusión del maligno.?

Habiendo llegado a los 30 años la Hermana Baij dice que Dios cumplió la promesa de otorgarle una esposa.

Y en honor a la brevedad nos saltaremos todos los demás eventos de la vida de San José, para centrarnos en su reacción cuando Jesús le reveló su futura crucifixión. 

El niño Jesús era pequeño y ya estaba en el taller tratando de comenzar con el oficio de su padre.

Y lo primero que hizo fue ponerse a trabajar en una pequeña Cruz, se le veía por momentos muy feliz, y en otros momentos triste y suspirando, mientras seguía los coloquios internos que tenía con su Padre Divino.

Y cuando José se dio cuenta de lo que Jesús estaba haciendo, sintió en su corazón un presagio de lo que habría de cumplirse en el futuro, que Jesús sería crucificado.

Fue así que Jesús le dijo, “he aquí el instrumento donde se cumplirá la Obra de la Redención humana»

Lo dijo con alegría y con el deseo de que pronto llegara el tiempo tan deseado por Él. 

Mientras San José casi se desmaya al oír estas palabras, si no fuera porque intervino la gracia de Dios.

Derramó abundantes lágrimas, pero Jesús lo consoló, diciéndole que se debía cumplir la Voluntad del Padre Eterno.

Y así José se conformó, pero no se le quitó la pena de su corazón.

Este dolor le siguió todo el resto de su vida.

De ahí en adelante, cada vez que se ponía a trabajar, se acordaba de la Cruz sobre la cual moriría Jesús y derramaba abundantes lágrimas de dolor.

A veces, cuando Jesús se retiraba para conversar con su Padre Divino, José se quedaba con María desahogando la pena y decía, 

“¡Qué cara costará la Redención humana a nuestro Jesús!” 

¡A costa de cuántos dolores Él volverá a comprar nuestras almas y las de todas las criaturas! 

¡Qué gratitud se le debe por este gran beneficio!”.

Y agregaba “Yo deseo sacrificar mi vida y deseo sufrir todos los tormentos que le están preparados. Si pudiera tener este gran privilegio, que feliz me sentiría” 

“Pero si no lo sufrirá mi cuerpo, lo sufrirá mi corazón, que ya está probando ese gran dolor”.

Mientras María le decía “nuestro Dios te consolará, y no permitirá que tú seas espectador de las penas que están preparadas a nuestro Jesús”.

A veces, cuando se daba cuenta más que de costumbre de la gravedad de las penas que tenía que sufrir su Jesús, quedaba tan traspasado por el dolor que caía desmayado, no podía alimentarse, ni encontrar descanso, y se deshacía en llanto.

Y lo más doloroso era cuando meditaba las Palabras sobre el Redentor en las Escrituras, por lo que luego Dios permitió que en adelante no entendiera muchos pasajes de la Escritura que hablaban al respecto.

Mientras tanto, Jesús le hablaba de las divinas perfecciones de su Padre Celestial y sobre la Gloria del Paraíso, para darle consuelo.

Y José se llenaba de júbilo, encendiéndose en él un vivo deseo de ir pronto a gozar de un bien tan grande.?

Cuando le llegó su hora, se sentía más que nunca encendido de un amor hacia Dios, que lo iba consumiendo. 

Su hijo le permitió un éxtasis, que le posibilitó gozar por horas las delicias del Paraíso y mantener dulces coloquios con Dios. 

Y al volver del éxtasis, haciendo un esfuerzo, habló con Jesús y María, les pidió perdón por todo en lo que había fallado.

Y Jesús le confirmó el encargo de ser abogado y protector de los agonizantes, lo cual el José aceptó de buen corazón.

Entonces Jesús invitó a su alma bendita a salir del cuerpo para recibirla en sus manos santísimas y entregarla a los Ángeles.

Y José expiró invocando el nombre de María y de Jesús.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las revelaciones sobre la vida de San José, que le llegaron a la Hermana María Cecilia Baij como visiones, en especial su reacción sobre la futura crucifixión de Jesús.

Y me gustaría preguntarte qué otras cosas conoces sobre la vida de San José, que no están reveladas en la Biblia y se saben por revelaciones místicas o por la tradición. 

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Impresionantes Revelaciones sobre el Dolor que acompañó a San José durante su vida

Cómo fue la Pasión de José, cual es la misión que le da el Cielo ahora, y como quiere que sea venerado.

San José se apareció a la Hermana Mildred Neuzil en la década de 1950 hasta la de 1980, en Ohio, EE.UU., conducido por Nuestra Señora de América y Jesucristo. 

Las apariciones de San José han sido pocas en la historia, pero éstas fueron excepcionales, porque reveló algunas cosas que no se sabían, y que son dignas de atención.

San José fue presentado por la Virgen y Nuestro Señor para que informara esto y diera una serie de consejos.

Aquí contaremos las revelaciones que San José le hizo a la Hermana Mildred Neuzil a partir de 1958, algunas de las cuales están siendo discutidas por los teólogos, y otras ya eran parte del acervo de la religiosidad popular, y contaremos también los pedidos que José está haciendo a los hombres, incluido cómo quiere que lo veneren.

Una de las características de las apariciones a la monja Mildred Neuzil en EE.UU., en la época de la posguerra, fue que Nuestra Señora de América y Jesucristo aparecieron acompañados por San José.

Y que allí ocurrieron revelaciones muy trascendentes sobre el santo.

Mira el video sobre las Apariciones de Nuestra Señora de América, para conocerlas.

Y verás, que al igual que esas revelaciones de la Virgen a la hermana Mildred, las referidas a San José también son críticas para comprender el momento actual. 

Estas apariciones a la Hermana Mildred fueron plenamente reconocidas por el Arzobispo Paul Leibold, quien fue su director espiritual desde que era Vicario General de la Arquidiócesis de Cincinnati, hasta que murió en 1972. 

El arzobispo Cardenal Raymond Burke fue comisionado para examinar las apariciones de Nuestra Señora de América, y en su evaluación oficial de 2007 señaló que esta devoción ya estaba canónicamente aprobada.

Sin embargo, en el 2020 el nuevo obispo Kevin Rhoades, dijo que no hay constancia de su sobrenaturalidad y le quitó la aprobación a las apariciones recibidas por la hermana Mildred, aunque no las condenó.?

¿Cómo fue la aparición de San José?

El 11 de marzo de 1958 la Virgen le dijo a la hermana Mildred que San José vendría en la víspera de su fiesta del 19 de marzo. 

Y que daría un mensaje especial, dijo “Mi santo esposo tiene un papel importante que desempeñar para traer la paz al mundo”.

Y tal como dijo, San José se le apareció como lo había prometido y le hizo una serie de revelaciones a través de los años.

Le dijo “honrando de modo especial mi paternidad, honráis también a Jesús y a María”. 

Y además que “la Santísima Trinidad ha puesto a nuestro cuidado la paz del mundo”. 

De modo que reveló que la Sagrada Familia es la designada por el Cielo para ocuparse de la paz del mundo, por lo que habría que rezarle a ella por la paz. 

Y le agregó, “la imitación de las virtudes que practicábamos en nuestra casita de Nazaret es el camino de todas las almas hacia la paz que sólo viene de Dios y que ningún otro puede dar».

José reveló también que la Santísima Trinidad desea dar a conocer a las almas su deseo de que sea honrado y amado dentro del interior de sus corazones. 

«Porque llevo a las almas la pureza de mi vida y la obediencia.”

También dijo que su importancia central, la de San José, radica en la paternidad, “toda paternidad es bendecida en mí.

A través de mí, el Padre Celestial ha bendecido toda paternidad, y a través de mí, Él continúa y continuará haciéndolo hasta el final de los tiempos”.

Y continuó revelando,

“Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios, y junto con mi Esposa Virgen velo por ellos con gran amor y solicitud».

¿Y cuál es el mensaje de fondo que hay en esto? 

José lo dijo de esta manera, «los padres deben venir a mí, el pequeño, para aprender a ser obedientes a la autoridad: a la Iglesia, siempre como portavoz de Dios; y a las leyes del país en el que viven, en la medida en que éstas no vayan contra Dios y el prójimo”.

Y especificó, “La mía fue una perfecta obediencia a la Voluntad Divina, ser descuidado en esto es muy desagradable para Dios y será severamente castigado en el mundo por venir”.

Repitió además algo que ya estaba presente en el acervo devocional del pueblo de Dios, “que los padres imiten también mi gran pureza de vida y el profundo respeto que tuve por mi Esposa Inmaculada. 

Que sean un ejemplo para sus hijos y cercanos, sin hacer nunca nada que pueda causar escándalo entre el pueblo de Dios. 

La paternidad es de Dios y debe volver a ocupar el lugar que le corresponde entre los hombres».?

Cuando apareció esa vez, José parecía estar recostado sobre una cruz marrón. 

De su corazón brotaban llamas y en medio de ellas aparecía lo que parecía un lirio.

Y cuando dejó de hablar, la hermana Mildred fue favorecida con una visión única y maravillosa del glorioso San José. 

Parecía suspendido a corta distancia por encima de lo que tenía la apariencia de un gran globo con nubes moviéndose a su alrededor. 

Su cabeza estaba ligeramente levantada, los ojos mirando hacia arriba como si estuviera en éxtasis. 

Las manos estaban en una posición similar a la del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa, solo que se extendían algo más hacia arriba. 

El color de su cabello, como también de su barba, parecía de un castaño muy oscuro, y sus ojos se asemejaban en color al cabello y la barba. 

Estaba vestido con una túnica blanca que le llegaba hasta los tobillos. Sobre esto llevaba una especie de capa que le cubría los hombros y colgaba con gracia sobre cada brazo, llegando hasta el borde de la túnica. 

La capa a veces parecía tener la apariencia de un tono marrón, a veces púrpura, o quizás una mezcla de los dos. 

El cinturón de su cintura era de color dorado, al igual que sus sandalias.

Su apariencia era bastante juvenil, aunque daba al mismo tiempo la impresión de una rara madurez, combinada con una gran fuerza. 

Parecía un poco más alto que la estatura media. 

Las líneas de su rostro parecían fuertes, pero algo suavizadas por una suave serenidad. 

También vio su purísimo corazón en ese momento y al Espíritu Santo en forma de paloma revoloteando sobre su cabeza.?

Durante el resto de sus apariciones, San José le hizo a la hermana Mildred algunas revelaciones de carácter teológico que actualmente discuten los teólogos, algunos las comparten mientras otros no.

Dijo, “Me convertí, en unión con mi santa esposa, en corredentor del género humano. Cooperé, como ningún otro, en la salvación del mundo”.?

Y reveló que fue limpiado por Dios de todo pecado, dijo “inmediatamente después de mi concepción, fui, por los méritos futuros de Jesús y por mi papel excepcional de futuro padre-virgen, limpiado de la mancha del pecado original. 

Desde ese momento fui confirmado en gracia y nunca tuve la menor mancha en mi alma. Este es mi privilegio único entre los hombres».

Y agregó, “la gracia fue infundida en mi, en tal abundancia que, excluyendo a mi santa esposa, sobrepasé la santidad del más alto ángel del coro angélico”.

Y dijo también algo que muchos católicos intuyen, “Mi corazón sufrió con los corazones de Jesús y María. 

El mío era un sufrimiento silencioso, porque mi especial vocación era ocultar y proteger de la malicia y el odio de los hombres a la Virgen Madre y al Hijo, mientras Dios quisiera”.

Otra revelación fue para Pio XII, “el Santo Padre, Pío XII, no debe temer, porque he sido designado su protector especial. 

Así como Dios me eligió para ser el guardián especial de Su Hijo, así me ha elegido como guardián especial de aquel que en el Nombre de Cristo es cabeza del Cuerpo Místico de ese mismo Hijo en la Tierra”. 

Y agregó, “durante la guerra, hijita, fui yo quien lo salvó de la muerte a manos de sus enemigos. 

Siempre vigilo por él y por la Iglesia, y deseo que esto se reconozca para mayor gloria de Dios y bien de las almas”.?

Por otro lado, la devoción popular ha creído que San José murió algún tiempo antes de la Pasión de Nuestro Señor. 

Que expiró rodeado de Jesús y María, convirtiéndose en patrón de una buena muerte. 

Pero aquí reveló que sufrió lo que se llama “la Pasión de San José” en los hechos del Viernes Santo.

¿Cómo fue esto?

A San José se le dio un conocimiento previo de la Pasión de Nuestro Señor. 

Él reveló, “la más dolorosa de mis penas fue que sabía de antemano de Su pasión, pero no estaría allí para consolarlos.

Su futuro sufrimiento estuvo siempre presente para mí y se convirtió en mi cruz diaria”. 

En estas apariciones los integrantes de la Sagrada Familia manifestaron que José debe ser honrado de una manera excepcional.

¿Y cómo él quiere ser honrado?

Él dijo, “Que mis hijos honren de manera especial mi purísimo corazón el Primer Miércoles de mes rezando los misterios gozosos del Rosario en memoria de mi vida con Jesús y María, el amor que les tuve y el dolor que sufrí con ellos. 

Que reciban la sagrada Comunión en unión con el amor con el que recibí al Salvador por primera vez y cada vez que lo tuve entre mis brazos”.

“Los que me honren de esta manera serán consolados por mi presencia en su muerte, y yo mismo los conduciré con seguridad a la presencia de Jesús y de María”.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las revelaciones excepcionales que le hizo San José a la hermana Mildred Neuzil.

Y me gustaría preguntarte cuál de estas revelaciones te ha impactado más. 

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Cómo San José auxilia en la hora de nuestro Pasaje, como Patrono de la Buena Muerte https://forosdelavirgen.org/san-jose-hora-muerte/

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Cómo San José auxilia en la hora de nuestro Pasaje, como Patrono de la Buena Muerte 

Las credenciales que muestra San José como Patrono de la Buena Muerte.

La única cosa segura que tenemos todos los seres humanos es que vamos a morir en algún momento.

Y lo peor que podemos hacer es no pensar en ella, no prepararnos para hacer el pasaje.

Le tenemos miedo a la muerte porque pensamos que vamos a sufrir y que va a ser un momento de gran tensión.

Pero no tiene que ser así si nos encomendamos a San José, el Patrono de la Buena Muerte.

Si le pedimos que nos auxilie, él nos irá preparando en esta vida para hacer el pasaje y le irá mostrando a Dios nuestras obras, para obtener esa gracia.

Aquí hablaremos sobre las razones por las que se considera a San José el Patrono de la Buena Muerte, y qué prerrogativas dadas por Dios a San José aseguran que pueda conseguir para nosotros una muerte pacífica y feliz.

Se dice muy poco sobre San José en las páginas de las Sagradas Escrituras.

Tan silenciosa fue su vida, que se fue de este mundo callada y apaciblemente.

Pero hay un gran cuerpo de enseñanzas acerca de este gran Santo en los escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia y en la tradición oral de nuestra fe.

Y dentro de ellas, que se le considera el Santo Patrono de la Buena Muerte, porque él mismo la experimentó y logró esa gracia para nosotros.

San Epifanio cree que José murió poco después de cumplir Jesús 12 años, es decir poco después de que sus padres lo hallaron discutiendo con los doctores de la Ley en el Templo. 

Pero la mayoría piensa que José murió poco antes de la vida pública de Jesús, porque María aparece sola en las Bodas de Caná, donde Jesús hizo su primer milagro público y nada se dice de José. 

Y la Virgen no hubiera ido a una boda sin su esposo, lo que indica que José ya había fallecido.

María de Ágreda dice que José llegó hasta la edad de sesenta años, porque a los treinta y tres años se desposó con la Santísima Virgen y vivió con Ella poco más de veintisiete años, y cuando José murió, Ella había cumplido cuarenta y dos años.

¿Y cómo murió José?

José fue elegido muy cuidadosamente por Dios para que custodiara a su Hijo Jesús, y a Su Madre.

José era un predilecto de Dios y por lo tanto el Señor le debió conceder una muerte plácida, recibiendo los cuidados y el cariño personal de su esposa María y de su hijo Jesús.

San Francisco de Sales dice que San José, que tanto había amado en su vida, no podía morir sino de amor, lo mismo que afirma María de Ágreda.

Esta misma mística dice que un tiempo antes de su muerte, María le suplicó a Jesús que asistiera a José en la hora de la muerte.

Y Jesús le contestó que lo asistiría y le asignaría un lugar entre los príncipes de Su pueblo, y que tan alto, que sería la admiración de los ángeles, y que ellos y todos los hombres prorrumpirían en la más alta alabanza. 

Durante nueve días y noches antes de la muerte, San José disfrutó ininterrumpidamente de la compañía y asistencia de María o su divino Hijo. 

Y por mandato del Señor, los santos ángeles proporcionaron música celestial, mezclándola con sus himnos de alabanza, tres veces en cada uno de los nueve días.

Y un día antes de morir, estando totalmente inflamado de amor divino por estas bendiciones, fue envuelto en un éxtasis que duró veinticuatro horas. 

En este éxtasis vio claramente la Esencia divina y todo lo que había creído por la fe: la Divinidad incomprensible, el misterio de la Encarnación y de la Redención, la Iglesia militante con todos sus Sacramentos y misterios, y más.

Además la Santísima Trinidad lo comisionó como mensajero de nuestro Salvador a los santos Patriarcas y Profetas del limbo.

Le ordenó que los preparara para salir del seno de Abraham al descanso y la felicidad eternos, que sucedería luego de la Resurrección de Jesús.

A partir de estas y otras muchas revelaciones fue que San José es considerado el Patrono de la Buena Muerte.

San Alfonso de Ligorio dice que como todos debemos morir, deberíamos tener una devoción especial a San José, para que nos obtenga una muerte feliz. 

Y esto lo justifica en tres razones,

Primero, porque Jesucristo amó a San José no sólo como a un amigo, sino como a un padre, y por eso su mediación es mucho más eficaz que la de cualquier otro Santo. 

Segundo, porque San José ha obtenido un poder especial contra los malos espíritus, que nos tientan con redoblado vigor en la hora de la muerte, por eso se le considera el Terror de los Demonios. 

Y tercero, porque con la asistencia en su muerte por Jesús y María, obtuvo para él el derecho de asegurar una muerte santa y pacífica, también para sus siervos. 

Por eso, si lo invocamos en la hora de la muerte, no sólo nos ayudará, sino que nos obtendrá también la asistencia de Jesús y de María. 

San José murió y su cuerpo fue acompañado por su Hijo Jesús y los parientes, cumpliéndose el ritual establecido por la Ley del pueblo israelita. 

Los funerales fueron humildes, María derramó lágrimas sobre el lecho fúnebre, y Jesús presidió la ceremonia del entierro de su padre en la Tierra. 

Nada dice la tradición del lugar de la sepultura de José, ni del paradero de sus restos mortales.

Algunos creen que después del pasaje feliz y santo de San José, su cuerpo fue sepultado en las estribaciones del Monte de los Olivos en Jerusalén, pero no hay hallazgos arqueológicos al respecto.

Mientras tanto el alma de José fue al seno de Abrahán con los demás justos del Antiguo Testamento, hasta consumada la redención, porque aunque habían expiado la culpa, tenían la naturaleza manchada por el pecado original.

Y hay una corriente constante de pensamiento teológico, que data de los tiempos apostólicos, que le concede a San José muchas de las mismas prerrogativas atribuidas a Nuestra Señora.

La Sierva de Dios, Madre Cecilia Baij, revela que tuvo visiones de que José fue santificado en el seno materno varios meses después de su concepción, o sea liberado de la mancha del pecado original por la gracia de Dios.

Dios permitió que el matrimonio de sus padres, Jacob y Raquel, tuviera dificultades para concebir un hijo, porque deseaba que José fuera un niño obtenido por medio de la súplica en oración.

Ellos otorgaron generosamente limosnas a los pobres y al templo de Jerusalén.

Hicieron muchas peregrinaciones para suplicar a Dios por la descendencia deseada.

Y Dios proporcionó el consuelo en poco tiempo.

Fue en una ocasión en el templo, que la madre de José experimentó una convicción interna de que Dios había escuchado su oración, y de hecho concibió a San José.

La felicidad y la piedad de los padres aumentaron cuando un ángel vino a revelarles hechos secretos sobre este niño.

Les reveló que el niño tendría el feliz privilegio de ver al Mesías prometido y asociarse con Él.

Fue así que en el trascendental momento, la madre de José dio a luz a su hijo con facilidad.

Y otra de las prerrogativas que habría tenido San José es la asunción en cuerpo y alma al cielo cuando su muerte.

Porque, del mismo modo que sucede con María, no hay en la Tierra reliquias suyas de primer orden de su cuerpo.

Si el cuerpo de San José hubiera permanecido en la tierra, ¿sus reliquias no se habrían convertido hace mucho tiempo en objeto de veneración como tantos otros santos?

¿No se mostrarían sus huesos para la edificación de nuestras almas?

San Agustín y otros Padres de la Iglesia afirman que sería impropio que el cuerpo de San José permaneciera en la Tierra hasta la Segunda Venida de Jesucristo.

Y algunos santos, como san Juan XXIII, creían que san José ascendió en cuerpo y alma a los cielos.

Lo mismo que San Pedro Damián, San Bernardino de Siena, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio, la venerable Madre María Jesús de Ágreda y muchos más.

San Francisco de Sales declaró en un sermón, que «San José está en el Cielo en cuerpo y en alma, de eso no hay duda».

Pero además hay revelaciones a videntes sobre su Asunción, su Coronación y su Corredención.

Mary Efren, una religiosa norteamericana, a quien se le apareció Nuestra Señora y San José en 1956, fue informada de las 4 prerrogativas que tuvo San José.

La primera es que José fue limpiado del pecado original al nacer.

La segunda es la Asunción de José a los cielos, de la misma forma que ascendió Nuestra Señora.

La tercera es la coronación de San José en el cielo de la misma forma que la Virgen María.

Y la cuarta es su papel como Corredentor de la misma manera que la Santísima Virgen.

Pero lo importante a retener es que San José, patrono de la Buena Muerte, nos puede acompañar con Jesús y María en el tránsito de nuestra vida a la vida eterna, y hacer que sea apacible. 

Y que encomendándonos a San José en la hora de la muerte, y pidiéndole que nos conceda la paz en el alma y la participación en la vida beatífica del cielo tras dejar la vida mortal, él lo logrará, porque está habilitado por el Señor para eso, debido a las prerrogativas que le otorgó Dios.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre las razones por las que se considera a San José el Santo Patrono de la Buena Muerte.  

Y me gustaría preguntarte si tu le has rezado a algún santo para que asista para una buena muerte a alguna persona o para ti, o no.

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Se quitó al mundo la protección de San José y vino la guerra [¿cómo podemos volver a su protección?]?

Cómo invocar a San José para obtener sus favores.

Los videntes nos dicen las cosas que ellos entienden que el cielo les mandó difundir.

Es bueno tomar con pinzas lo que dicen, examinarlo a fondo y sin prejuicios, pero también reconocer cuando lo que les manda decir el cielo se cumple.

Aunque la incredulidad y confiar más en teorías humanas ha sido una constante desde los tiempos bíblicos.

La guerra en Ucrania vino dos meses después, de que un vidente anunció que al terminar el año de San José se quitaría su protección al mundo, porque él era el katejon.

Aquí hablaremos sobre lo que sucedió, y sobre dos devociones a San José que deberíamos practicar para asegurarnos su protección personal en los tiempos que vienen.

Sobre finales del año 2021 el místico padre Michel Rodrigué profetizó, por un mensaje recibido del cielo, que a la conclusión del Año Santo de San José, el 8 de diciembre de 2021, se levantaría el katejon y el mundo no tendría la especial protección de San José.

Y por lo tanto el mal escalaría aún más en la tierra. 

Y algo más de dos meses después Rusia invadió a Ucrania y está amenazando con sus armamentos nucleares a las potencias extranjeras que quieran intervenir. 

Esto demuestra que a los videntes y profetas hay que evaluarlos por la materialización de sus profecías.

Porque han sido elegidos para anunciar hechos, no para ser expertos teólogos.

De modo que cuando la realidad se impone, y los hechos profetizados suceden, las teorías sesudas deben callar.

Nótese que Rodrigué habló de que el 8 de diciembre del 2021 sería levantada la protección al mundo, al mundo

Lo que podría indicar que quizás haya también, por analogía, un katejon para la Iglesia.

O sea algo que protege a la Iglesia.

Y esto cierra con lo que se ha dicho de que Benedicto XVI es el katejon de la Iglesia.

Pero no por haber llegado al pontificado, sino porque Ratzinger ha demostrado ser el teólogo más importante de la Iglesia post Concilio Vaticano II.

Y haberse hoy constituído en la conciencia de la recta doctrina en la Iglesia, tan atacada desde adentro por herejías y apostasía.

¿Y que es el katejon se preguntarán algunos?

Es la palabra que utiliza San Pablo en la segunda carta a los Tesalonicenses capítulo 2, para indicar algo que retiene la manifestación más profunda del mal.

La palabra significa retener o impedir.

Él dice,

«ya está en acción el misterio de la iniquidad, sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que sea quitado de en medio».

Lo que significa que los agentes del mal están en la tierra, los anticristos, pero no actúan con toda intensidad porque hay frenos que los detienen. 

Entonces, según Rodrigué el katejon del mundo sería San José, su protección fue quitada al terminar el año santo de San José, del 2021 y por eso el mal se iba a manifestar con mayor poder, y ya lo vimos en Ucrania.

Pero esto no significa que haya sido levantada la protección de San José para cada uno de los fieles y de las comunidades católicas.

Sino de los sucesos globales del mundo.

O sea que la protección aún permanecería activa para las personas. 

Y por eso es necesario, más que nunca, que a partir del 2022 se pida su protección especial para cada persona, la familia, la comunidad.

Esa fue la razón por la que comenzamos una consagración permanente a San José, que cada fiel puede arrancar a realizar cuando pueda.

El link para realizarla lo dejamos en la descripción de este video en youtube https://t.me/Consagracion_SanJose.

Pero además deberíamos prodigarnos en realizar otras devociones para honrar a este santo, porque Jesucristo y María se aparecieron en Itapiranga, Brasil, con grandes promesas a quienes se hicieran devotos de San José.

Lo más tradicional y simple es reservar los miércoles y el mes de marzo para recordarlo y venerarlo. 

Pero hay muchísimas devociones más y en un video hablamos de 20 devociones a San José.

Pero ahora este este video nos queremos detener en dos de ellas que no mencionamos antes y que tienen fundamento en reliquias del santo que hoy existen.

La primera es la devoción al cordón de San José, cíngulo o cinturón.

La desarrolló una monja agustina belga, llamada Hermana Elizabeth. 

En 1657, después de tres años de una dolorosa enfermedad, estaba desahuciada por los médicos, y en espera de una cercana muerte. 

Y habiendo sido muy devota del Santo Patriarca, confeccionó un cíngulo, lo hizo bendecir en honor a San José, y se lo ciñó. 

Unos días después, mientras rezaba, se sintió sana, atribuyéndolo a un milagro.

Su ejemplo fue seguido por numerosas personas, que también alcanzaron gracias espirituales y temporales.

Entre las gracias que se obtienen están: la protección especial del Santo Patriarca, un auxilio especial en la enfermedad, la pureza del alma, la gracia de la castidad, la perseverancia final y su particular asistencia a la hora de la muerte.

La devoción se expresa por el uso del cíngulo, que debe ser un cordón de lana o de algodón blanco, lo suficientemente largo como para que una persona se lo pueda atar a la cintura, y caiga un poco a los lados.

Se hacen siete nudos en uno de sus extremos, en recuerdo de los gozos y dolores de San José.

Y es un sacramental que debe ser bendecido, pidiéndole a un sacerdote que lo bendiga y lo imponga, la primera vez.

La reliquia del cíngulo de San José se encuentra en Joinville, un pequeño pueblo del Alto Marne, en una capilla lateral de la iglesia de Notre-Dame de Joinville. 

El cinturón está hecho de una tela de corteza bastante áspera y de un color grisáceo, probablemente de cáñamo. 

Mide 1,10 metros de largo por 4,5 centímetros de ancho y tiene un broche de marfil o hueso y un ojal en cada extremo.

Cuenta una tradición oriental que este cinturón fue confeccionado por la Santísima Virgen, que lo guardó como un recuerdo muy querido a la muerte de San José, y luego le fue entregado a San Juan.

La segunda devoción es al manto de San José.

Cuenta una historia que San José debía ir a buscar madera a su proveedor, para realizar algunos trabajos, pero no había logrado reunir todo el dinero necesario, tenía sólo la mitad.

Pero la necesitaba, y entonces pensó decirle a su proveedor que le permitiera llevarse la madera y que le dejaría su manto como prenda hasta que volviera con el resto del dinero.

El proveedor, de nombre Ismael, era un hombre rudo, de mal genio y avaro, que tenía pasión por el dinero.

Y después de mucho conversar aceptó el trato que le ofreció José.

Tenía enfermos los ojos hacía tiempo con úlceras y había perdido la esperanza de sanar, pero a la mañana siguiente se encontró que sus ojos estaban sanos totalmente.

Y su esposa, que tenía un genio de fiera comenzó a comportarse como una cordera, sintiendo una gran paz.

Y empezaron a conversar de que tal vez podría ser efecto del manto de José.

Cuando de repente oyeron ruido en el establo y encontraron que su mejor vaca se retorcía presa de dolor y a pesar que esposos se prodigaron no mejoraba.

Entonces Ismael se acordó del manto de José y pensaron que no perdían nada si lo ponían sobre la vaca. 

Fue nada más ponerle la capa y el animal se levantó y se puso a comer como si nada hubiese pasado.

Y a partir de ahí se dieron cuenta que la prenda era de los cielos y que irían a ver a José para negociar con él para quedárselo, ofreciendo a José condonarle la deuda, no cobrarle nunca más por la madera y regalarle el manto más fino que encontraran.

Y mientras estaban haciendo los preparativos para ir a visitar a la sagrada familia, llevando una serie de regalos para cada uno de los integrantes, le llegó la noticia que la casa del padre de Ismael se estaba incendiando.

Éste corrió a la casa con el manto, cortó un pedazo, lo arrojó al fuego y fue suficiente para que el incendio se apagara, con lo que todos los presentes bendijeron al Señor.

Más tarde Ismael y su esposa llegaron a la casa de José, se arrodillaron ante él, le contaron lo sucedido, y le ofrecieron el trato.

Y la Santísima Virgen les dijo, 

«Sabed buenos esposos, que Dios ha determinado bendecir todas aquellas familias que se pongan bajo el manto protector de mi santo esposo. 

No os extrañe, pues mayores prodigios veréis».

Para ponerse bajo el manto protector hay una novena al santo manto de José que se puede encontrar fácilmente en internet.

Una parte de la reliquia del mando, con el que José cubrió a Jesús recién nacido, se conserva en Roma, en la iglesia de Santa Cecilia.

Fue llevado de Tierra Santa a Roma por San Jerónimo en el siglo IV.

Y está en un relicario acompañado por un velo aún colorido que habría pertenecido a la Virgen María.

De la reliquia del manto se cortó una porción que conservan los Carmelitas Descalzos de Amberes, otra que se venera en la iglesia de Santo Domingo en Bolonia, Italia, una más en el convento de Tepoztlán, México y otra en la capilla del Colegio Seminario de Corpus Christi de Valencia.

Bueno hasta aquí dos devociones a San José que se pueden practicar para rogar al santo la protección personal y de la familia, luego que la hubiera quitado del mundo. 

Y me gustaría preguntarte si practicas alguna devoción a San José y cual.

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Un Santo muestra cómo puedes lograr Milagros por la Intercesión de San José [san André Bessette]

¡Tú puedes lograr la intercesión de san José para los milagros!

Los que llamamos santos, son ejemplos de vida que Dios nos muestra como guía para que los imitemos.

Y también para buscar su intercesión ante los problemas y enfermedades que tengamos.

Y hay un santo más o menos de nuestra época, porque vivió en el siglo XX, al que se considera el más grande sanador de los tiempos actuales.

Lograba las sanaciones pidiendo la intercesión de San José.

Y siempre decía que no lo necesitábamos a él para la sanación, sino que debíamos tener la suficiente fe como para pedirle a San José que intercediera por nosotros.

Porque después de la Virgen María, su esposo José, es el intercesor más grande.

San André Bessette nos enseñó cómo pedir la intercesión de San José consiguiendo más de 10 mil milagros. 

Tenía algunas formas concretas para pedir la mediación de San José, que le daban buenos resultados y que podemos imitar.

Aquí hablaremos sobre los procedimientos que usaba San André Bessette para curar y para buscar otras intercesiones de San José, de las cuales está probada su eficacia y podemos usar nosotros con confianza.

El canadiense San André Bessette, fue un religioso de casi nula educación, pequeñito, con la sotana raída, portero de la Congregación de la Santa Cruz, que además hacía tareas de limpieza. Un hombre muy humilde.

Y que gracias a su fama se construyó el mayor templo del mundo dedicado a San José, que está en Montreal.

Los sacerdotes de la Santa Cruz le atribuyen 10.000 curaciones milagrosas y los milagros para su beatificación y canonización fueron curas de cáncer.

Fue tal la fama de este humilde hombre que un millón de personas desfilaron durante seis días frente a su ataúd y allí se produjeron muchos milagros instantáneos.

El Hermano André pedía básicamente fe en el poder de Dios y en la intercesión de San José para ser sanado y también para solucionar otros problemas.

Y una vez un sanado le dijo: «Hermano Andre, eres mejor que San José. Le recé y no pasó nada, pero cuando vine a verte, quedé curado».

Entonces André se enfureció y lo expulsó diciendo que él no curaba, que San José hacía todo.

Nunca quiso quitar el foco de atención en San José. 

Una sencilla instrucción que siempre daba era, 

«Ve a San José. Pídele que le pida a Dios las gracias y los favores que necesitas. Él no te defraudará».

Y una vez, cuando la revista de su orden religiosa, estaba a punto de publicar la foto del hermano André, le imploró a su superior, que no lo hiciera, que incluyera fotos de San José en su lugar. 

André decía que el milagro de un granjero era el que le había llenado de más alegría.

Un humilde granjero, esposo y padre, había resultado gravemente herido en su pierna cuando trabajaba. 

Fue con sus muletas a visitar al hermano André a la escuela donde éste visitaba a cientos de personas enfermas cada semana.

Y le pidió a André que intercediera para que se le concediera un milagro, porque no podía seguir trabajando y llevar comida a su casa. 

El hermano André miró al hombre y le dijo: «Ve, lleva tus muletas a la iglesia y déjalas allí. Mañana estarás trabajando otra vez».

Le dio una medalla de San José y le pidió confianza en su curación.

El hombre hizo exactamente lo que le dijo y dejó sus muletas en la iglesia como símbolo del milagro, y se fue a su casa con una terrible cojera y un dolor agonizante, que apenas le permitían caminar. 

Al día siguiente se subió a su arado, se puso detrás de los caballos y comenzó a trabajar, aunque no estaba mejor que el día anterior.

Los que lo vieron, incluidos su esposa e hijos, se burlaron de él cuando trataba de plantar los cultivos, como un borracho que apenas se podía mantener erguido.

Sus piernas estaban tan inflamadas y dolorosamente hinchadas que le costaba trabajo estar de pie.

Pero nada lo detuvo, continuó empujando el arado a pesar de que su cojera lo hacía tambalear.

Confiaba en la promesa del hermano André de que sería completamente curado.

Y a la mañana siguiente, este granjero asombró a todos los que le rodeaban. 

Se despertó y sus piernas estaban totalmente curadas. 

La cojera había desaparecido al igual que la inflamación y el dolor espantoso.

La confianza en San José había producido el fruto de la curación.

Por eso André decía que no debíamos recurrir a Él sino a San José.

Y nos dejó una serie de procedimientos que podemos utilizar nosotros mismos para pedir la intercesión del esposo de la Virgen María.

Lo primero que decía era que debíamos llevar con nosotros una medalla de San José.

Y cuando el superior de la congregación fue a pedirle permiso al arzobispo para la construcción del monumental templo a San José, le pidió a André que orara intensamente para que les diera el visto bueno. 

Y el hermano André le dio una medalla de San José y le dijo: 

«Mientras habla con el arzobispo, asegúrese de sostener esto firmemente en su mano y no se preocupe. 

Tener una medalla en la mano hace que uno piense más en San José, que simplemente usar una. Es una señal de mayor confianza».

A un viajante de comercio le aconsejó tener una medalla de San José en la mano, cuando fuera a visitar a sus clientes. 

Y aconsejaba que, cuando hubiera pleitos judiciales, enviaran una medalla de San José a los abogados de la parte contraria o al juez.      

Una vez un comerciante se quejó de que su tienda había quedado destruida por una inundación.

Y el hermano André le dijo, 

«Has tenido poca fe. Deberías haber echado una medalla de San José a las aguas, cuando se acercaban, y te hubieras salvado».

También aconsejaba a los enfermos frotarse con una medalla de San José sobre sus ropas y en la parte enferma de su cuerpo.

Una vez otro comerciante le habló de sus dificultades en su negocio. 

Entonces André le dijo, 

«Toma papel y escribe: buen San José, haz por mí lo que harías si estuvieras en la tierra en mi lugar. 

Tengo una numerosa familia y un negocio difícil de administrar. Escúchame». 

Y después le recomendó dejar el papel al pie de la imagen de San José y todo se solucionó.

El mismo hermano André acostumbraba a escribir sus intenciones en unos papeles y los colocaba debajo de la imagen de San José.

Cuando había pestes recomendaba procesionar imágenes de San José y que en la procesión se rezara el rosario.

Y tenía éxito en disminuir y luego cesar la enfermedad.

Y también en esos casos recomendaba hacer novenas y triduos a San José.

Y sugería decir oraciones fáciles como: 

«San José ruega por mí y ora, como si hubieras estado en mi lugar y con mis problemas».

Y en muchos casos utilizaba el aceite de las lámparas que alumbraban la imagen de San José y lo envasaba en frasquitos pequeños para entregarlos.   

O ponía aceite en pequeños frascos al pie del altar de San José o de una imagen suya y le oraba.

Y con este aceite untaba las partes enfermas. 

Y también recomendaba dispersar por la casa, adentro y afuera, medallitas de San José para obtener protección.

Pero sobre todo consideraba que el primer requisito para obtener favores de Dios era estar en estado de gracia. 

Por ello recomendaba mucho la oración, la confesión y la comunión, como forma de lograr una mejor intercesión de San José. 

En resumen, tenemos un gran intercesor ante Nuestro Señor, que es San José, su padre adoptivo en la tierra, que ha demostrado su enorme capacidad de mediación para obtener milagros de Dios.

Y hay un santo considerado un gran sanador, San André Bessette, que nos ha enseñado cómo pedir la intercesión de San José, utilizando él mismo, esas formas de pedir sanación y otros milagros.

El ingrediente principal es la fe y la confianza en San José y el estado de gracia.

Y luego la oración, la confesión y la comunión frecuente.

San André usaba además las medallitas de San José para todo, desde pasarlas por las heridas, refregarlas por la ropa, llevarlas en la mano cuando había que hacer algo importante.

Hasta dispersarlas por la casa, y enviarlas a lugares que eran un foco de problemas, como por ejemplo ante inundaciones, o a los contendientes en un pleito.

También hacía poner las intenciones debajo de una imagen de San José.

Y procesionar la estatua colectivamente ante un problema mayor.

Y para sanar partes específicas del cuerpo usaba el aceite de las lámparas al pie de la imagen de San José, o el aceite depositado al pie de una imagen del santo pidiendo la intercesión con una oración.  

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cuáles son las formas, probadamente eficaces que utilizaba San André Bessette, para pedir la intercesión de San José, que podemos imitar nosotros. 

Y me gustaría preguntarte qué otras formas conoces que se usan para pedir la intercesión de San José.

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¿Para qué son las Apariciones de San José en la Tierra? [el mensaje que nos está dejando]

Que sucedió en sus principales apariciones.

La Iglesia está tomando conciencia en las últimas décadas de la importancia de San José para estos tiempos finales.

Y un signo relevante es la declaración del 2021 como año josefino.

Entonces es bueno repasar las apariciones principales que ha tenido San José en la Tierra

Sus apariciones, aunque menos frecuentes que las de su esposa María, han sido significativas y trascendentes.

En este artículo te las vamos a contar las apariciones principales de San José y a revelar para que se apareció y cuáles fueron sus frutos.

El Papa León XIII instituyó, a finales del siglo XIX, el día miércoles para honrar a San José. 

Y mandó a que todo el mes de octubre se recite la oración que él mismo había compuesto para el santo patriarca. 

Pero más de un siglo antes, San Junípero Serra, fraile franciscano, realizaba una misa votiva a este santo todos los días miércoles, en honor a las apariciones que había tenido de él, ante el peligro de perecer por el cansancio excesivo, el hambre y las inclemencias del tiempo mientras evangelizaba en EE.UU. y México

Y es que la devoción a San José ha traído una fuerte lluvia de milagros.

Como la historia que cuentan los Oblatos de San José, que dos frailes franciscanos navegando en barco, estuvieron a punto de morir por causa de las olas. 

Invocaron el nombre de San José.

Y aunque la situación era cada vez más desesperada, los frailes no dejaban de confiar.

Entonces un joven hermoso y majestuoso se interpuso y les dio ánimos. 

Parecía que les había dado nuevas fuerzas para sostenerse de las tablas del barco antes que este sucumbiera.  

Los frailes al ver al joven aclamaron al cielo y el bote los llevó a tierra como si nada hubiera pasado.

Entonces quisieron dar gracias al guapo joven que les había ayudado. 

Y le preguntaron cuál era su nombre.  A lo que él contestó: «Yo soy José, a quién clamaron en su angustia».

Este joven tan hermoso, era el mismo padre adoptivo de Jesús. No parecía el viejito de las estampitas.  

Infundía ánimo con su mirada, confianza, se le veía fuerte y musculoso, y a la vez educado. 

Y luego los frailes fueron recompensados por el santo patriarca, con la historia de las alegrías y tristezas que sufrió San José.

Les dijo que, si querían agradarle y honrarle, deberían recitar diariamente el Padre Nuestro y el Ave María siete veces mientras meditaban en sus siete dolores y siete alegrías

Y así la orden franciscana transmitió esta bella devoción de los gozos y dolores de San José. https://forosdelavirgen.org/devocion-en-honor-de-los-dolores-y-gozos-de-san-jose/ 

En el siglo XVI, Santa Teresa de Ávila tuvo una gran devoción por el padre de Jesús.

Dijo que se le apareció cuando tenía problemas para establecer un convento. 

Escribió en su autobiografía que una vez, cuando estaba en una dificultad y no podía pensar qué hacer, o cómo iba a pagar a unos obreros, San José se le apareció y le dio a entender que el dinero no faltaría y que debía hacer todos los arreglos necesarios.

Así lo hizo, aunque no tenía un centavo, y de una manera sorprendente empezó a recibir el dinero.

Y es así que una vez, el San Juan de la Cruz, gran amigo de Santa Teresa, y reformador del Carmelo, venía pasando por la plaza cerca del monasterio de la orden. 

Entonces un hombre muy bello se le acercó  y le preguntó: «Padre, ¿Por qué esta orden tiene tanta devoción a San José?»

A lo que el santo fraile le dijo: «Porque nuestra madre Teresa, fue muy devota de él. 

Él la ayudó en todas sus fundaciones y recibió muchos favores de San José.  Por lo que todas las casas fueron puestas bajo el patrocinio de San José».

Fue cuando la persona misteriosa le dijo: 

«Y recibirán muchos más favores. 

Reverendos padres, mantengan una profunda devoción al santo, porque lo que le pidan será concedido».

Y al llegar al convento, reflexionando sobre el misterioso personaje, se dieron cuenta que había sido San José. 

Y lo tomaron como un llamado de atención para ser más devotos de San José.

Pero más de dos siglos antes, en la solemnidad de la Anunciación, Santa Gertrudis la Grande tuvo una visión en la que Nuestra Señora le reveló la gloria de San José. 

Gertrudis registró: «Vi el cielo abierto y a San José sentado en un trono magnífico. Me sentí maravillosamente afectada porque cada vez que se mencionaba su nombre, todos los santos se inclinaban profundamente hacia él, demostrando que se regocijaban con él por su exaltada dignidad».

Y uno años después de las apariciones a Santa Teresa, San José visitó el pequeño pueblo de Cotignac en Provenza, Francia, el 7 de junio de 1660, durante un verano excepcionalmente caluroso. 

Aproximadamente a la una de la tarde, un joven pastor llamado Gaspard Ricard se tomó un descanso en el monte Bessillon, buscando alivio del calor abrasador y su sed.

Y mirando hacia arriba vio a un hombre alto, quien señalando una gran roca dijo: «Soy José. Levántala y beberás». 

Ricard no preguntó cómo levantaría la enorme roca, sino que fue inmediatamente hacia la enorme roca y pudo levantarla con una facilidad sorprendente.

Y descubrió debajo, como dijo José, un manantial de agua dulce

Al levantar la vista para agradecer al extraño, Ricard vio que el hombre había desaparecido. 

Entonces el pastor corrió al pueblo para contarle a la gente, que se apresuró a ver el manantial recién revelado.

Luego la gente del pueblo construyó la primera capilla en el sitio, y se llevaron a cabo muchas curaciones en el santuario y en el manantial.

Y comenzó una peregrinación, de todos los lugares de la provincia y los países circundantes, siendo los enfermos de todo tipo, en su mayoría de curados, o consolados por sus enfermedades

La fuente nunca se ha secado.

Como resultado de estos hechos milagrosos, el rey Luis XIII decretó que, a partir del 19 de marzo de 1661, la fiesta de San José se celebraría como fiesta en todo el reino.

En diferentes apariciones donde la Virgen se ha hecho presente, Ella misma ha dado un lugar especial a San José.

Ella por ejemplo se había aparecido unos años antes en Cotignac por dos veces dando inicio a la advocación Nuestra Señora de las Gracias de Cotignac https://forosdelavirgen.org/nuestra-senora-de-las-gracias-de-cotignac-francia-10-de-agosto/ 

Recordemos que en Fátima donde en la última aparición de Nuestra Señora, el 13 de octubre de 1917, se muestra a San José con el niño Jesús en brazos dando la bendición al mundo.

Y se interpreta que la aparición de San José fue un recordatorio de la importancia de la paternidad y la familia.

Y esto también sucedió en 1879 en Irlanda, en Knock, delante de 15 personas durante una visión silenciosa. 

Se mostraba a la Virgen con las manos orantes, a San José y a San Juan evangelista. 

Y detrás de ellos a la izquierda había una gran cruz y el cordero, símbolo tradicional de Jesucristo. 

Al pie de este había un grupo de ángeles que lo adoraban.  

A San José se le veía como de mediana edad, con algunos toques de gris en el cabello, transmitiendo humildad y amabilidad.

San José también se apareció a Santa Faustina Kowalska en julio de 1937, mientras ella estaba en la casa de su congregación en Rabka, Polonia, durante una convalecencia. 

En su diario registró: «San José me instó a tener una devoción constante por él. Él mismo me dijo que recitara tres oraciones [el Padre Nuestro, Ave María y Gloria] y el Memorare una vez al día. 

Me miró con mucha bondad y me dio a conocer cuánto está apoyando esta obra [de misericordia]. Me ha prometido ayuda y protección especiales. Recito las oraciones solicitadas todos los días y siento su protección especial».

En 1958 en Ohio, Estados Unidos la hermana Mary Ephrem fue favorecida con una visión del glorioso San José. Estaba en el aire, tenía la cabeza levantada, las manos extendidas.

Su apariencia era bastante  juvenil, aunque con un pequeño toque de madurez.  

Las líneas de su rostro parecían fuertes y decididas, pero suavizadas por su serenidad.

El Espíritu Santo se le presentaba como flotando encima de su cabeza. Dos ángeles le acompañaban al lado de su cabeza. Estos llevaban uno, una corona y el otro un cetro.  

Entonces ella oyó una voz que decía: así debe ser honrado aquel a quien el Rey desea honrar.

Palabras que recuerdan ciertamente como san José fue custodio de Jesús, pero a la vez como su hijo lo condecora.

A ella y a Edson Glauber, vidente que tiene apariciones de San José y Nuestra Señora en la Amazonia, les fue dicho que San José tuvo su Asunción a los cielos como la Virgen María.

San José había sido limpiado de la mancha de pecado original, pero a diferencia de la Virgen fue luego de su concepción. 

Además recuerdan que fue virgen.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos decir sobre las apariciones más importantes de San José en la tierra.

Y es un buen momento para recordar lo que Pío XII dijo en 1955, «Si quieres estar cerca de Cristo, ¡Ve con José!».

Y me gustaría preguntarte qué otras manifestaciones sobrenaturales recuerdas de San José.

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