La explicación de San Juan Evangelista, San Agustín y Santa Hildegarda de Bingen.
En la Biblia aparece una figura que ha desconcertado a generaciones enteras: el «anticristo».
El mayor adversario de Cristo, aquel que lo niega y ansía suplantarlo, y que en algún momento debemos enfrentar.
¿Quién es este misterioso ser? ¿Qué relación tiene con la Iglesia? ¿Está actuando hoy?
La Biblia y los Padres y Doctores de la Iglesia nos han dado enseñanzas cruciales que nos dan una guía fundamental.
Pero lamentablemente se están desvaneciendo hoy.
Estas enseñanzas nos fueron entregadas con el propósito de enseñarnos a discernir, para no dejarnos engañar, y evitar errores fatales.
Aquí descubriremos las características que la Biblia atribuye al anticristo y los sabios consejos de los doctores de la Iglesia para identificar su presencia en nuestra época.
¡Hoy más que nunca este conocimiento es imprescindible!
En la primera carta de Juan 2:18-19 tenemos la clave de todo el tema del anticristo, léelo en tu Biblia por favor.
Allí dice varias cosas:
Primero, que el anticristo viene, pero que ha habido muchos anticristos en la historia.
Segundo: que salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, o sea de dentro de la Iglesia Católica.
Y tercero, que no todos los que están con nosotros son de nosotros, o sea que hay enemigos de Cristo, anticristos, dentro de la Iglesia.
Entonces, en resumen, el anticristo es todo aquel que niega a Cristo, ha habido muchos en la historia, y han salido de dentro de la Iglesia.
En cada tiempo ha coexistido la cizaña mezclada con el trigo dentro de la Iglesia.
San Agustín, doctor de la Iglesia del siglo V, subraya que cualquier miembro de la Iglesia puede ser un anticristo.
Y que eso está relacionado con nuestra libertad para elegir el bien o el mal, porque cada uno es anticristo o está con Cristo, por su propia voluntad.
¿Y cuál es el rasgo típico de los anticristos? la herejía.
Para san Agustín las herejías pueden ser de dos tipos.
Unas son las herejías doctrinales, o sea enseñanzas que contradicen directa y explícitamente los dogmas de la Iglesia.
Y otras son las herejías prácticas, que son manifestaciones, que si bien no niegan explícitamente las enseñanzas dogmáticas o morales de la fe, las niegan en la práctica, en los hechos.
Según San Agustín, la negación, en la práctica, de la moral cristiana, es precisamente la marca distintiva de los anticristos.
O sea que los anticristos son los que dicen vocalmente apoyar las doctrinas de la Iglesia, pero las violan o las cambian en la práctica.
De modo que para identificar a un anticristo no es suficiente con prestar atención a lo que dice verbalmente, porque dirá que sigue la doctrina de la Iglesia.
Sino que hay que examinar lo que hace, porque cambiará la doctrina en los hechos.
Esto no es sólo enseñanza de san Agustín, muchos primeros cristianos subrayan lo mismo que él, y es algo desconocido para los laicos de hoy.
Por ejemplo, San Cipriano, San Beda el Venerable, Ecumenio, Andrés de Cesarea, muestran que los anticristos son antiguos cristianos que han rechazado la enseñanza auténtica, son falsos cristianos.
¿Y por qué es importante notar esto?
Entre otros motivos, porque el anticristo será un cristiano y su poder destructivo aumentará cuanto más encumbrado y respetable sea en la jerarquía de la Iglesia.
Todo esto que fue enseñado por los primeros cristianos y doctores de la Iglesia, pero hoy no es enseñado por los sacerdotes y obispos.
¿Por qué? Porque el peso de los anticristos dentro de la Iglesia ha aumentado, entonces no se atreven a denunciarlos, por las represalias.
Segundo, por el clericalismo que se ha inculcado en los fieles, que hace difícil para los laicos comprender que un ordenado pueda ser uno que reniegue de Cristo.
Y tercero, porque la mayoría de los sacerdotes están más preocupados en mantener la estructura de la Iglesia, y quizás subir en ella, que en revelar lo que conocían ya los primeros cristianos, y podría provocar convulsiones en la estructura.
Y esto es lo que permite crecer en la Iglesia la prédica de un antievangelio desprovisto de arrepentimiento, penitencia y cruz.
Sería bueno que aprendiéramos de memoria esta breve frase de San Agustín, grabándola lo más profundamente posible en nuestra memoria, “quien en sus obras niegue a Cristo, es un anticristo”.
Porque nos da un criterio infalible para identificar a los anticristos.
Nos indica que no es fiable examinar las palabras que expresan la fe, y que lo que hay que examinar, ante todo, son las obras.
Por supuesto que también es un criterio terriblemente exigente para nosotros, porque lo debemos aplicar primero a nosotros mismos, preguntándonos: ¿vivimos y encarnamos, a través de nuestras obras todo lo que Dios nos enseña y exige?
Y si vamos por el camino correcto y nuestras obras demuestran que somos verdaderamente cristianos, entonces podemos aplicar el mismo criterio a quienes, aunque con los labios parecen confesar la fe en Cristo, la niegan con sus acciones.
O sea los que cometen “herejías prácticas”.
De modo que sabemos que este hijo de la perdición, como le llama San Pablo al anticristo, no dominará mediante magia y hechicería, sino mediante el poder persuasivo de sus palabras, que encubrirán sus acciones adversas.
Esencialmente, será un manipulador del lenguaje, engañando a sus interlocutores, mientras hace otra cosa.
¿Y sobre qué cosas engañará específicamente en nuestra época?
Santa Hildegarda de Bingen nos da la pista.?
Ella identifica los temas sobre los que girará la prédica del anticristo en nuestra época.
En su obra Scivias, dice que el mundo está en la séptima época, la final.
Y estableció cinco etapas en esta época, que asoció cada una a un animal: un perro ardiente, un león amarillo, un caballo pálido, un cerdo negro y un lobo gris.
Actualmente estamos en el interregno entre el cerdo negro y el lobo gris.
Estas dos últimas bestias revelan los principales vicios que se extenderán universalmente.
El cerdo negro representa los vicios sexuales a los que se entregarían, según la santa, los líderes políticos y eclesiásticos del mundo, en una medida nunca antes vista en la historia.
Y el lobo gris simboliza la astucia del robo generalizado, o sea que reinará una atmósfera totalmente corrupta.
Ella estableció ya en siglo XII, que la doctrina perversa que los anticristos difundirán en nuestra época será la justificación de los pecados extremos del sexo.
Y da a entender que un número importante de bautizados le seguirán.
Por lo tanto, el núcleo de las enseñanzas de los anticristos de esta época se refiere directamente a la infidelidad a la ley moral de Dios.
El anticristo postulará que todo tipo de acto que la ley moral y la tradición cristiana definen como pecado, no lo es, y viceversa.
Y para ello deberá despreciar la tradición ascética y moral de sus antepasados.
Esta forma de pensar antitradicional, acompañada de una perversión de las enseñanzas teológicas reveladas sobre Dios, y el desprecio por la justicia divina, será el núcleo del anticristo de nuestra época.
Y si contemplamos el océano de pecados en el que está sumergido el mundo actual, el desprecio por la tradición y por el respeto a la justicia divina dentro de la Iglesia, nos damos cuenta que ésta es la explicación más profunda y coherente para la situación sin precedentes que estamos cursando.
Bueno hasta aquí, lo que queríamos hablar sobre las enseñanzas para identificar al anticristo y que patrones de conducta tendría en nuestro tiempo.
Y me gustaría preguntarte si crees que hay anticristos actuando dentro de la Iglesia hoy, o es una enseñanza exagerada de San Agustín e Hildegarda de Bingen.
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