Es bueno tener un argumento listo para explicar la existencia de Dios.

Sobre todo porque la moda atea militante de las últimas décadas no muestra signos de desaceleración,

“La Iglesia enseña que el Dios único y verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la razón humana” (CIC 47)

Veamos 4 argumentos que se pueden usar, deteniéndonos en uno, la Apuesta Pascal, que es más de tipo motivacional.

Tiene la particularidad que pone al individuo en conmoción, le mueve el piso porque tiene que decidir íntimamente sobre su futuro, más allá de argumentos filosóficos.

Y si bien puede no ser esperable que el ateo cambie inmediatamente, le deja un ‘motor’ latente encendido en su conciencia, para rumiar.

 

EL ARGUMENTO DEL DISEÑO

La Homilía de San Agustín “La búsqueda, más allá del alma, de lo inmutable” es una expresión precisa de esta teoría detrás de la existencia de Dios.

Pregunta a la hermosura de la tierra, pregunta a la hermosura del mar, pregunta a la hermosura del aire dilatado y difuso, pregunta a la hermosura del cielo, pregunta al ritmo ordenado de los astros.

Pregunta al sol, que ilumina el día con fulgor; pregunta a la luna, que mitiga con su resplandor la oscuridad de la noche que sigue al día; pregunta a los animales que se mueven en el agua, que habitan la tierra y vuelan en el aire: a las almas ocultas, a los cuerpos manifiestos; a los seres visibles, que necesitan quien los gobierne, y los invisibles, que lo gobiernan.

Pregúntales. Todos te responderán: “Contempla nuestra belleza”.

Su hermosura es su confesión.

¿Quién hizo estas cosas bellas, aunque mudables, sino la belleza inmutable?

Este argumento filosófico / teológico en realidad es anterior al cristianismo y va de vuelta a Platón y Aristóteles.

Parte del atractivo inmediato de este argumento es que la tierra en particular, y el universo en general son lugares así.

Y de hecho bastante irónicamente, los avances en la ciencia realmente han ayudado a este argumento, mostrando cuan increíblemente compleja es la naturaleza.

Solo hay que encender el canal de National Geographic o similares.

Y cuanto más se mira a las células, las hojas, las olas y su relación con la fase de la luna; la rotación de las estaciones, la belleza resplandece.

Junto con descubrimientos tan increíbles como en el océano y en el universo.

Por lo que literalmente, es difícil no imaginar un “Arquitecto Divino”.

Es decir, Dios detrás de tal belleza.

Aun así, el argumento del diseño adolece de la debilidad de que mientras el mundo es fenomenal, está lleno de catástrofes naturales inexplicables.

Desde tifones a tornados, desde agujeros en la tierra a los tsunamis, que un ateo utilizará para señalar que el mundo no es perfecto.

Pero el argumento teleológico no postula que el mundo es perfecto, sino que su creador lo es.

Que Él permita tales caprichos de la naturaleza y los desastres naturales es parte de su inescrutable plan.

Y el hecho de que la naturaleza no se ha destruido a sí misma, sino que perdurado se atribuye a la perfección de Dios.

A pesar del intento del hombre para destruir a otro hombre, y la tierra en el proceso, por contraste muestra la imperfección del hombre y la perfección de alguien que está manteniendo todo.

 

EL “PRIMER MOTOR” O ARGUMENTO COSMOLÓGICO

Esta es una de las cinco vías que Santo Tomás de Aquino postula.

Santo Tomás de Aquino tomó el concepto de un “motor inmóvil” de Aristóteles y le dio una vuelta cristiana.

El motor inmóvil, la primera causa, el ser que establece todos los otros movimientos es el que llamamos Dios.

Este argumento llegó desde Aristóteles a Tomás de Aquino a tal estatura que parece que sólo es simple sentido común que no se puede tener una serie infinita de causas que no tengan una, y sólo una.

La causa primera, que muestra que existe Dios.

En la Summa Teológica Santo Tomás de Aquino dice:

“En este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. […]

Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo.

Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro.

Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro.

Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. […].

Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve.

En éste, todos reconocen a Dios.”

retrato de blaise pascal

 

LA APUESTA DE PASCAL

Esta quizás sea la que refleja una contestación al moderno ateísmo militante.

Que se diferencia del anterior en que a éste no le importa tanto la existencia de Dios, como su deseo de que no exista.

El ateísmo está ganando adeptos cada día evangelizando con el argumento de la preferencia militante de que Dios no exista.

El Dr. Thomas Nagel, profesor de filosofía en la Universidad de Nueva York, escribió en su libro de 1997, La Última Palabra:

Quiero que el ateísmo sea cierto y estoy incómodo por el hecho de que algunas de las personas más inteligentes y bien formadas que conozco son creyentes religiosos.

No es sólo que yo no creo en Dios y, por supuesto, espero tener razón en mi creencia.

¡Es que espero que no haya Dios!

Yo no quiero que haya un Dios.

No quiero que el universo sea así”.

Detrás de estos subyace la idea que la existencia de Dios restringe el poder de los hombres y nos les permite hacer lo que les plazca y construir su vida de la manera que quieren.

La Apuesta Pascal se debe a Blaise Pascal, que fue un matemático y filósofo francés del siglo XVII indiscutiblemente brillante.
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Es uno de los argumentos más apologéticos perdurables de la historia

Para entender la apuesta de Pascal hay que comprender que él vivió en una época de gran escepticismo.

La filosofía medieval estaba muerta y la teología medieval estaba siendo ignorada o burlada por los nuevos intelectuales de la revolución científica del siglo XVII. 

Montaigne, el gran ensayista escéptico, era el escritor más popular de la época.

Los argumentos clásicos para la existencia de Dios ya no se creían popularmente. 

¿Qué podría decir el apologista cristiano a la mente escéptica de este siglo?

Supongamos que una mente típica de ese momento carecía del don de la fe y la confianza en la razón para demostrar la existencia de Dios.
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¿Podría haber una razón para salir del pozo de la incredulidad a la luz de la fe?

estatua de blaise pascal

 

QUE ES LA APUESTA PASCAL

Aunque la razón sola no puede decirnos definitivamente, esto es lo que sabemos con certeza: «O Dios existe, o no existe».

Pascal dice que todos nacimos en el juego; no jugar no es una opción.
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Y se debe hacer una apuesta sobre si Dios existe o no.
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Ya sea uno consciente de que lo hace o no.
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Y la apuesta es la propia vida.

Cada opción contiene sus propios riesgos y recompensas.

Si apuestas que Dios no existe, vas a vivir tu vida como si Él no existiera.
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La recompensa de la apuesta es que no tienes que honrar a Dios, ni guardar los mandamientos, ni orar, y así sucesivamente.
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El riesgo es que si te equivocas, pasarás la eternidad en el infierno.

Si apuestas que Dios existe vas a vivir tu vida como si Él existiera.
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El riesgo es que se debes vivir una vida cumpliendo su moral en la Tierra.
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Lo que significa que es posible que te pierdas algunos pecados/placeres que te gustaría probar, destinar algún tiempo a la oración, y así sucesivamente.

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La recompensa de la apuesta es la felicidad eterna en el Cielo.

Como Pascal dice,

«Ahora, ¿qué daño te va a hacer esta elección? Vas a ser fiel, honesto, humilde, agradecido, generoso, un amigo sincero, veraz».

Para Pascal, la apuesta era no sólo acerca de la creencia sino que se trataba de vivir una vida virtuosa.

Es como si nos dijera ‘Mi amigo como ateo y yo como cristiano estamos luchando para encontrar un terreno común’.

dios existe

¿Podemos encontrar algo, algún principio lógico en que estemos de acuerdo para evaluar la existencia de Dios?

Porque como Blaise Pascal dijo,

«todo lo que es incomprensible no por eso deja de existir».

La esencia de la apuesta es que, según Pascal, uno no puede llegar al conocimiento de la existencia de Dios mediante la razón por sí sola.

Por lo que lo sabio que hay que hacer es vivir tu vida como si Dios existe, porque tal vida tiene mucho que ganar y nada que perder. 

Si vivimos como si Dios existe, y Él existe de hecho, hemos ganado el cielo.
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Si Él no existe, no hemos perdido nada.
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Si, por el contrario, vivimos como si Dios no existe y Él realmente existe, hemos ganado el infierno y el castigo, y hemos perdido el cielo y la dicha. 

Si se ponderan las opciones, claramente la elección racional de vivir como si Dios existe es la mejor de las opciones posibles.

Pascal llegó a sugerir que algunos no pueden, en el momento tener la capacidad de creer en Dios.

Pero en tal caso, deben vivir como si tuvieran la fe de todos modos.

Tal vez la vida vivida como si uno tuviera fe puede llevarle a uno a entrar realmente en la fe. 

que puedo hace con mi vida

 

PARA LOS AGNÓSTICOS

La parte más poderosa del argumento de Pascal está dirigida a los agnósticos.

No es una refutación al ateísmo diciéndole que lo suyo es una apuesta tonta, sino que refuta el agnosticismo como imposible. 

El agnosticismo, no-saber, mantener una actitud escéptica, no comprometida, parece ser una opción razonable.

El agnóstico dice:

«Lo correcto es no apostar en absoluto».

Pascal responde:

«Pero debes apostar. No hay otra opción. Ya estás comprometido [embarcado]».

No somos observadores externos de la vida, sino participantes.

Somos como los barcos que necesitan llegar a casa, navegando más allá de un puerto, buscando nuestro verdadero hogar y nuestra verdadera felicidad.

Los barcos son nuestras propias vidas y las señales en el puerto dicen «Dios». 

El agnóstico dice que no va a hacer escala en dicho puerto (creer) ni apartarse de él (no creer).

Sino que permanecerá anclado a una distancia razonable hasta que el hecho se borre con el tiempo y se pueda ver mejor si este es el verdadero puerto o una falsificación (por allí hay una gran cantidad de falsificaciones alrededor).

¿Por qué es esta actitud irracional, incluso imposible? 
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Debido a que nos estamos moviendo.
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El barco de la vida se mueve a lo largo de las aguas del tiempo, y llega un punto de no retorno, cuando el combustible se agota, cuando ya es demasiado tarde. 

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La apuesta está limitada por el hecho de la muerte.

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IMPRECISIÓN PERO POTENCIA

Muchas críticas se le hacen a Pascal, como por ejemplo que su argumento procede más de las matemáticas que de amor; además, es teológicamente impreciso.

Sin embargo, lo que carece de precisión lo que compensa en carácter ineludible.

Tal vez es por eso que también tiende a ser el argumento más impopular para los ateos. Porque les conmueve íntimamente.

Sin embargo parece ser una herramienta que tal vez podamos tratar de emplear para hablar con los que se niegan a escuchar los mejores argumentos sobre la existencia de Dios.

Si crees en Dios sólo como una apuesta ciertamente no es una fe profunda, madura, o adecuada. 

Pero es algo, es un comienzo, es como poner un dique a la marea de ateísmo.

Tal vez pueda iniciar una conversación. Y no puede haber apologética sin empezar la conversación.

La apuesta no apela a un alto ideal, como la fe, la esperanza, el amor, sino a mínimos: el instinto de autoconservación, el deseo de ser feliz y no triste. 

Pero en ese bajo nivel natural tiene una fuerza tremenda.

 

FINALMENTE, EL ARGUMENTO ONTOLÓGICO (O ARGUMENTO DEL SER)

El argumento ontológico para la existencia de Dios se remonta a San Anselmo (1033-1109), que era a la vez el arzobispo de Canterbury y Abad de Bec, y es conocido como “doctor Magificus”.

El argumento de Anselmo es aparentemente simple, no es un argumento basado en la observación del mundo (como la cosmología y los argumentos teológicos) sino más bien empleando la razón.

No podemos concebir plenamente la perfección, ya que vivimos en un mundo de imperfección, donde las cosas se rompen y van mal todos los días.

Pero sí podemos suponerla, soñarla, interpretarla.

A menudo nos preguntamos ¿Cómo sería un mundo perfecto?

El factor decisivo para este argumento es que: si Dios no fuera perfecto, no podía existir, y si Él no existiera, Él no sería Dios (o, para el caso, perfecto).

Dios es “un ser tal, que nada mayor puede ser concebido”.

Puesto que la existencia es posible, y la existencia es más grande que la no existencia, entonces Dios debe existir.

Por otro lado, y contestando a los ateos, si uno está tan seguro de que un ser perfecto no existe, ¿por qué está siendo capaz de concebirlo?

Se trata de un argumento que hoy no goza de mucha predicación entre los cristianos, pero razonable desde el punto de vista filosófico.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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