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La erosión de los testimonios de fe.

Nuestra identidad como Católicos, gira en torno a lo que nosotros creemos, o sea la doctrina.

Gira en torno a cómo vivimos lo que creemos, o sea a nuestras obras.

Y a lo que conservamos del acervo cultural de nuestra fe, lo que se ha transmitido por nuestros antepasados.

Hablamos de testimonios verdaderos nuestra fe y no de meros gestos vacíos o de rigideces inmovilistas 

Cuando nos olvidamos de este acervo, de lo que nos transmitieron nuestros antecesores para fortalecer la fe, es cuando penetran en la Iglesia, ideas y conductas que alteran la doctrina sin darnos cuenta y aflojan nuestras obras.

Es lo que quiere el enemigo, vaciar la fe de los católicos y terminar con el mensaje de Jesucristo.

Por tanto no hay que menospreciar el acervo cultural como es moda ahora.

En este artículo hablaremos sobre cómo defender la fe católica defendiendo nuestro acervo cultural, a través de las pequeñas cosas, que a la larga están ancladas en la doctrina.

¿Que compone nuestra identidad católica, que hay que conservar?

Un sentido de la sacramentalidad, por ejemplo rezar el rosario, tener agua bendita en la casa, celebrar las fiestas católicas acordándose de su contenido, y demás gestos que a través de los siglos hicieron los cristianos.

Un compromiso con la comunidad como desde los primeros cristianos, porque no nos salvamos solos.

Un respeto por la vida, ya sea la vida humana tanto como la vida familiar. 

Una reverencia por las escrituras y la tradición, porque los católicos necesitan aprender y recordar las enseñanzas de la fe. Y la tradición es la fe puesta en práctica.

Y una actitud de fe y esperanza frente a los desafíos de la vida.

Todo esto lo podríamos sintetizar en mantener nuestro acervo cultural cuyas bases vienen desde los apóstoles, que recibieron sus enseñanzas del propio Dios, que es eterno e inmutable. Y que se ha ido iluminando en sucesivas generaciones.

Hoy estamos en plena época de ataques.

Por ejemplo, en numerosas ocasiones el mismo demonio ha sido forzado a contar en exorcismos, cómo ha contribuido a que se perdieran ciertas costumbres a fin de destruir la identidad cristiana.

Y la soltura con que parece moverse en estos tiempos nos hace pensar precisamente en las palabras de Jesús. ¿Cuándo vuelva el hijo del hombre encontrará fe en la tierra? 

Jesús mismo estaba profetizando que casi desaparecerá la fe en Él.

¿Y cómo se pierde la identidad? Perdiendo lo que nos fue legado por las generaciones pasadas.

Un sacerdote uruguayo contó que al poco tiempo de haber terminado el Concilio Vaticano II asumió en una parroquia montevideana dedicada a Nuestra Señora de Lourdes.

Y le extrañó que allí hubiera solamente una pequeña imagen de la Virgen de Lourdes, que se ponía sobre el altar en las misas.

Y un día, haciendo reparaciones en las paredes del templo, descubrieron que detrás de una capa de yeso, había un nicho con una imagen de tamaño natural de Nuestra Señora de Lourdes en perfecto estado, que había sido tapiada.

¿Qué había pasado? sacerdotes extremistas creían que había que modernizar a la Iglesia Católica eliminando las imágenes de la Virgen, santos y ángeles de los templos, porque había que terminar con el acervo cultural católico de las generaciones anteriores.

Obviamente esa modernización no era solo quitar las imágenes de los templos, nunca es así, pretendían un cambio en la doctrina.

Y esto no pasó solamente allí sino que fue mundial; se eliminaron miles de imágenes de las iglesias católicas entre los años 70 y 90 del siglo pasado.

En otro video contamos también como la masonería intentó quitar la tradición de la comunión en la boca, y que la comunión se diera en la mano y de pie

¿Qué querían lograr con esto? 

Que se perdiera el sentido de adorar, creer y venerar que Jesús está en el pan eucarístico. 

Con esto no queremos significar que todos los que prefieren recibir la comunión en la mano aflojaron el sentido profundo de la presencia real de Cristo en la hostia consagrada, sino que la comunión en la mano lo favorece en mucha gente.

Pero también sucede al revés, hay algunos católicos tan aferrados a las partes externas de la tradición, que no son capaces de admitir ningún cambio. 

Por ejemplo hay algunos católicos que confunden tradición con ritualismo y no están dispuestos a rezar los misterios luminosos del rosario aduciendo que no los entregó la Santísima Virgen.

Pero no hay evidencias contundentes que la Virgen haya entregado a Santo Domingo los 3 misterios gozosos, dolorosos, y gloriosos tal como los conocemos hoy, aunque los ha rezado con diversos videntes.

Lo que es seguro es que le entregó el método de rezar, el instrumento, o sea la camándula y una noción de lo que había que rezar, que luego el tiempo lo fue iluminando.

Y de manera similar, la aprobación de los misterios luminosos por parte de Juan Pablo II seguramente tuvo la misma iluminación.

¿O acaso hay algo en los misterios luminosos contrario a la fe de los apóstoles?

¿No era necesario que los católicos reflexionaran sobre la institución de la eucaristía?

Otro tanto se podría decir de los misterios preparatorios que han surgido hace poco.

Su objetivo es que el cristiano no se olvide defender la vida.

Y algunos argumentan lo mismo que con los misterios luminosos para no rezarlos.

¿Estos misterios tienen alguna divergencia con la doctrina que nos transmitieron los apóstoles?

Y si no las tiene ¿por qué no rezarlos para recordar el principio innegociable de los cristianos por la vida?   

Hay que cuidar el acervo cultural del catolicismo, porque en él está la sabiduría cristiana de nuestros antecesores en la fe

A veces no nos damos cuenta que pequeñas devociones y pequeños gestos están cargados de testimonios que no debemos olvidar.

Por ejemplo todos hemos comido un croissant, pero quizás no sepamos que detrás de este alimento hay un elemento que refuerza la fe cristiana y que hay un día especial para comerlo.

En 1683 el Imperio musulmán Turco Otomano avanzaba en Europa conquistando territorios contra el Imperio Romano Germánico. 

Había arrasado Constantinopla, los Balcanes y parte de Hungría, y su objetivo ahora era Viena, y si caía era el acabose para la Europa cristiana. 

La ciudad se encontraba rodeada por una muralla inexpugnable, pero los otomanos comenzaron a excavar en secreto un túnel que pasaba por debajo de las murallas, hasta desembocar en el centro de la ciudad. 

Para no ser descubiertos trabajaban sólo por la noche, pero no se habían percatado que los panaderos también trabajaban a esas horas. 

Los panaderos oyeron el ruido que hacían los turcos con las palas y picos, y dieron la voz de alarma. 

Y así toda la ciudad y el ejército pudo repeler el ataque.

Y como celebración de esta victoria, los panaderos crearon un bollo con forma de luna creciente, tal como lucía en la bandera otomana

Por lo que el croissant simbolizó la manera de «comerse a un turco», un testimonio de cómo los cristianos habían vencido a los musulmanes en una de las tantas invasiones a Europa.

Y se comía el 12 de septiembre, día del Dulce Nombre de María, fecha en que se celebra la victoria cristiana sobre los musulmanes

Hay en los croissants una riqueza culinaria, pero también un testimonio de cómo hay que defender la fe cuando los invasores de otras religiones nos quieren imponer la suya por la fuerza.

Lo mismo sucede con la defensa de gestos mínimos como por ejemplo hacer sonar las campanas para llamar a misa o a la oración.

En la persecución religiosa durante las invasiones napoleónicas de finales del siglo XVIII, las campanas se dejaron de tocar en casi todos los templos debido a que a los no católicos no les gustaba. 

A la beata Madre Magdalena de la Encarnación, sus propias hermanas de convento le pidieron que dejara de hacerlo para no enfurecer a los otros.

Pero ella les decía que era la manera de avisar que Jesús estaba presente en la Eucaristía. Obviamente su valentía le costó que expulsaran a las monjas del convento. 

Pero luego cuando todo terminó, ella regresó con sus hermanas al convento. ¿Qué hubiera pasado si ella no hubiera testimoniado su fe por miedo o vergüenza?

Esto mismo pasa ahora en Francia, donde tocar las campanas ya no es posible, porque los musulmanes se sienten ofendidos. 

Y para evitar que se sientan excluidos las propias iglesias no las tocan más.

De tal forma que al ir perdiendo la costumbre de realizar gestos de nuestra cultura cristiana, se va perdiendo la identidad. 

Y al perder la identidad, se relativiza la fe. Y luego si esta no está bien anclada, termina perdiéndose.

De la misma forma se ha hecho habitual en los sacerdotes descreer de las apariciones marianas, quizás hay en ello un componente de clericalismo.

A lo sumo llegan a decir que creen sólo en las apariciones de Guadalupe, Fátima y Lourdes.

¿Sin embargo hasta qué grado creen en ellas?

Porque por ejemplo es raro que hayan cerrado tanto tiempo el santuario de Lourdes durante la pandemia, con la anuencia de las autoridades eclesiásticas.

¿Dónde queda la fe en las revelaciones de esa aparición?

¿No se supone que en Lourdes hay una fuente milagrosa que sana y que debería estar abierta para curar del virus que ataca en la pandemia?

Bueno hasta aquí lo que te queríamos contar sobre el ataque que está sufriendo la identidad católica y como conservarla.

Y me gustaría preguntarte en qué cosas piensas que se está perdiendo la identidad católica.

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