Los permisos Dios para que el demonio actúe en la Tierra y la autoridad que nos dio para expulsarlo.

Los demonios tienen permisos de Dios para actuar en la tierra, atacar a la Iglesia y a los seres humanos.

La razón para esto es en gran medida un misterio.

Pero si los demonios no requirieran un permiso de Dios para actuar, no estaríamos hablando de un Dios todopoderoso y a quien nada se le escapa, como lo muestran las escrituras.

Estaríamos poniendo al demonio a la misma altura de poder que Dios, cuando en realidad el maligno es una creatura de Dios.

Pero así como Dios da permiso a los demonios para actuar, también nos ha dado autoridad sobre ellos, la que dependerá de nuestra relación con Dios.

Aquí hablaremos sobre el complejo sistema de permisos que Dios le da a los demonios para actuar y de qué depende su poder en cada época.

Y además qué tipos de autoridad sobre los demonios Dios nos ha dado a los seres humanos, de qué depende esa autoridad y cómo ponerla en práctica. 

El permiso que Dios ha dado al demonio para actuar en la Tierra causa urticaria en muchos católicos, especialmente en los mal catequizados, porque no suelen ser los temas comunes que los sacerdotes tratan en las homilías.

El demonio no actuaría en la tierra con tal libertad si no tuviera el permiso de Dios, porque Dios es todopoderoso y no pasa nada en el mundo que Él no permita.

Pero así como Dios da permiso al demonio para actuar selectivamente en la tierra, también ha dado autoridad a la Iglesia, a los sacerdotes y a los bautizados en general para detener y expulsar a los demonios.

Y la eficacia con que los demonios actúen en cada época dependerá de la fidelidad de la Iglesia y de las personas en seguir los mandamientos de Dios, en ese momento.

Veámoslo más en detalle. 

Mientras León XIII asistía a Misa en 1884,tuvo una visión y escuchó una conversación entre Dios y el diablo. 

La conversación era el desafío de satanás a Jesús de que podía destruir la Iglesia si le daba 75 a 100 años de más poder.

Y según el pontífice, Dios concedió la petición de satanás. 

Esta visión nos da una idea de lo que parece ser una negociación inquietante entre Dios y el Diablo, entre el bien y el mal, muy parecida a la conversación entre Dios y satanás en la historia de Job del Antiguo Testamento.

Pero luego, Pablo VI advirtió en 1972 que «las tinieblas de satanás han entrado y se han extendido por toda la Iglesia Católica, incluso hasta su cumbre». 

Esto significa que algunos de nuestros clérigos muy bien podrían ser satanistas, lo que es negado por los católicos mal catequizados.

Posteriormente el padre Malachi Martin describió en su libro la Casa Azotada por el Viento, una misa negra que se llevó a cabo en la Capilla de San Pablo en el Vaticano en 1963. Hemos realizado un video sobre esto. 

Martin aseguró que eso no fue ficción, sino que existió esta consagración y entronización de satanás por varios cardenales.

Lo que fue catalogado por el exorcista Gabriele Amorth como absolutamente creíble porque hay actividad satanista en el Vaticano.

Si Dios quisiera el demonio no estaría actuando en la Tierra, pero la evidencia es que actúa en el mundo y en la Iglesia, e incluso actuó en la vida de Jesús.

Recordemos las 3 tentaciones que le puso cuando Su ayuno de 40 días en el desierto.

O cómo actuó sobre el sanedrín y los romanos para que crucificaran a Jesús.

Y en ambos casos vemos cómo Dios usó al demonio para realizar Su plan, porque en un caso fortaleció a Jesús y en el otro logró el plan de redención de la humanidad, para la que había enviado a Su hijo a la Tierra.

Entonces lo cierto es que en nuestra vida lo oculto tiene poder, pero Dios lo usa misteriosamente y en última instancia, para sacar un mayor bien de ese mal.    

Este poder de los demonios dependerá en cada época de la fuerza o debilidad de la Iglesia en la lucha contra el enemigo.

De la cantidad de gracia en el mundo, a través de la actividad de la Iglesia y la presencia de las almas santificadas.

De la fase de la historia de la salvación en la que nos encontramos y el subsiguiente poder de satanás en ese momento.

Y de la fe en Dios que una sociedad tiene en un momento dado. 

Y a nivel personal, Dios permite que los demonios trabajen a través de aquellos que abrazan el ocultismo e incluso de aquellos que están inocentemente expuestos a los practicantes del ocultismo o que son el blanco de sus prácticas malévolas.

Y también protege a los que están bien unidos a Él. 

Por lo tanto el poder que tiene el demonio en un momento dado en la Tierra depende de un sistema de permisos que Dios le da, misterioso para los hombres y que escapa a nuestra comprensión. 

Por ejemplo en nuestra época, vemos un poder aumentado de los demonios porque por un lado la humanidad ha abrazado la locura y desechado el uso de la razón en casi todos los temas que caracterizan la existencia del hombre.

Y por otro lado buena parte de la jerarquía de la Iglesia está en apostasía y ha dejado de creer en el demonio, el infierno y las posesiones, y está predicando más sobre el cambio climático y las migraciones, que sobre la batalla espiritual y por lo tanto la Iglesia no constituye como antaño, un freno a su actividad.

Porque recordemos que Jesús dio autoridad a la Iglesia. 

Cuando Jesús convocó a los 12 discípulos y les dio un poder y autoridad única para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades.

Eso se ha transmitido sucesivamente a los sacerdotes católicos a través de la sucesión apostólica.

Y lo podemos ver en algo que contó el reconocido exorcista padre Stephen Rossetti, que luego fue corroborado por otros exorcistas en un congreso, porque les había pasado lo mismo.

En un exorcismo difícil de casi dos años se reveló una entidad que se llamaba Judas. 

Entonces le ordenó que dijera si era un demonio que usaba ese nombre o realmente era la persona que traicionó a Jesús. 

Y con un toque de vergüenza dijo que él era la persona humana. Esta entidad ya había sido encontrada por otros exorcistas en exorcismos.

Pero Rossetti encontró que otros demonios de alto rango estaban siendo exorcizados más fácilmente que este Judas, era impermeable al Rito del Exorcismo, al agua bendita y a casi todo lo demás que probaron. 

Y finalmente, la Virgen María misma vino, según la persona poseída, y echó a Judas. 

¿Por qué los exorcistas habían tenido tanta dificultad para expulsar a un ser humano que poseía a una persona, cuando habitualmente expulsan demonios poderosos en el nombre de Jesús?

Y en el congreso los exorcistas se dieron cuenta de que Jesús les dio a sus discípulos Su autoridad y el permiso para expulsar demonios, pero no para expulsar a los seres humanos caídos. 

Simplemente los exorcistas no tenían autoridad sobre Judas. 

Pero la Madre de Jesús sí tenía la autoridad y el permiso, vino y lo echó Ella misma. 

Esa autoridad que Jesús dio a los discípulos y a través de ellos a los sacerdotes, también la tienen todos los cristianos en virtud de su bautismo, que pueden invocar el santo nombre de Jesús y rezar a Dios para que los demonios sean expulsados.

El mismo padre Rossetti cuenta un caso de un hombre que le contó que su casa estaba infestada de demonios. 

Y que una vez lo atacaron en la cama y trataron de ahogarlo, no podía respirar.

Entonces, instintivamente dijo en voz alta: «¡En el nombre de Jesús, bájate de mí!», varias veces, hasta que los demonios se detuvieron. 

Y la eficacia de esta orden en el nombre de Jesús es notoria.

Es por eso que los exorcistas invitan a la persona poseída a renovar sus votos bautismales al inicio: «¿Rechazas a Satanás? ¿Y todas sus obras?» 

Y cuando la persona realiza la afirmación de fe, entonces el exorcista recuerda las palabras del bautismo, levanta un crucifijo y lo reclama para Cristo nuestro salvador.

Porque recordemos que en Marcos 16:15, cuando Nuestro Señor da autoridad a los apóstoles para expulsar demonios, les dio la orden que vayan por todo el mundo a proclamar la Buena Nueva a toda la creación.

Y agregó que el que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.

Por lo tanto el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que es un exorcismo simple, es lo que le da autoridad a los bautizados por la Iglesia Católica a ordenar a los demonios en el nombre de Jesús que cesen sus ataques.

Los laicos además tienen autoridad sobre sus propios cuerpos y pueden ordenar a los demonios que los dejen.

Y es por eso que resulta eficaz la frase dicha por un laico «renuncio a los espíritus malignos de la depresión, de la ira, de la envidia o lo que sea, y en el nombre de Jesús, les ordenó que se vayan».

Esta es una práctica que un bautizado nunca debe olvidar cuando se siente atacado por los demonios.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los permisos que Dios da a los demonios para actuar en la tierra y la autoridad que ha dado a los seres humanos para combatirlos.

Y me gustaría preguntarte si tú has usado esa autoridad sobre los demonios que hemos mencionado aquí o no.

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