Las consecuencias de que la teología que haga el Vaticano será sólo sinodalista de ahora en mas.

Luego del Sínodo de la Sinodalidad de octubre 2023, que inauguró una forma revolucionaria de funcionar en la Iglesia y de evaluar las verdades de la fe, ahora se cristalizó la exigencia de un cambio en la forma de hacer teología para los teólogos.

En la fiesta de Todos los Santos, el miércoles 1 de noviembre de 2023, el Vaticano publicó la carta apostólica «Ad theologiam promovenda», que reforma la Academia Pontificia de Teología, para que deje de hacer la teología que siempre hizo la Iglesia, por la teología sinodal.

¿Qué significa teología sinodal? Se trata de una revolución mayúscula.

Porque de ahora en adelante la teología vaticana tendrá el ingrediente de la escucha de la moral de la época, y de las necesidades y creencias de la gente que vive en nuestro tiempo, como insumo para definir la doctrina actual.

Aquí hablaremos sobre lo que supone este cambio revolucionario para el contenido de la fe y su enseñanza, que va más allá de lo que hubiéramos imaginado.

Porque abandona la forma de hacer teología católica que tuvo la Iglesia durante 20 siglos.

En videos anteriores sostuvimos que el verdadero objetivo del Sínodo de la Sinodalidad, no fue cambiar la disciplina sobre la comunión de los que viven en uniones irregulares, o modificar el celibato de los sacerdotes o cambiar la doctrina sobre la sexualidad.  

En todo caso estas cosas vendrán por añadidura, luego que se salga de una Iglesia donde el centro sean las verdades del evangelio de Jesucristo, a otra, que adopte la apertura a la moral de la época, que se interpreta como una señal del Espíritu Santo para cambiar la tradición y la interpretación de las Escrituras.

Es por esto que el énfasis en el Sínodo fue “escuchar al pueblo” sobre temas candentes, sin mucho énfasis en la necesidad de discernir qué opiniones están en línea con la Palabra de Dios en la Biblia y cuáles están en línea con el espíritu de la época.

Por eso hubo pocas referencias a Cristo, al llamado universal a la santidad, a la redención, a los sacramentos y las enseñanzas morales de la Iglesia.

Y en cambio vimos un enfoque sociológico para tratar los temas, que empleaba las palabras de moda de la cultura liberal secular.

El modelo del Sínodo es el de una Iglesia que “escucha”, pero que “enseña” muy poco.

Y que relativiza las expresiones de Cristo en la Biblia como la fuente de las doctrinas que profesamos.

Pero en el «escuchar» al pueblo, hay un profundo riesgo de escuchar voces enemigas. 

Porque hay demasiadas voces que quieren cambiar el mandato apostólico de la Iglesia de ser docente.

San Mateo 23 registra las palabras de advertencia de Jesús a sus discípulos para que siguieran la buena doctrina y no los malos ejemplos de los fariseos, “uno solo será vuestro maestro, Cristo”.

La palabra de Cristo es el fundamento, la piedra angular de la enseñanza de la Iglesia, la fuente siempre fecunda de toda la verdad centrada en la salvación de las almas.

Pero el Sínodo está en una frecuencia revolucionaria, y por eso la conclusión inevitable es que pretenda reformar la forma de hacer teología en la Iglesia.

Pasar de una teología que mira a las Escrituras y al magisterio infalible de la Iglesia Católica como fuente y guía autorizada, a otra que se base en escuchar y dialogar con los aportes de afuera de la Iglesia.?  

En otras palabras, el enfoque de la teología debe pasar de Dios y Su revelación, a la experiencia humana en esta época, en todas sus variadas formas. 

Esto es directamente contrario al objetivo mismo de la autoridad docente de la Iglesia Católica.

Que es precisamente volver a proponer a cada nueva generación la única e inmutable revelación divina que fue confiada a los apóstoles. 

Y no recrear la doctrina en cada generación.

Pero los modernistas han trabajado durante mucho tiempo para desmantelar la ciencia teológica para socavar la transmisión segura del depósito de la fe, como señaló el Papa San Pío X en su encíclica Pascendi de 1907.

Ahora se propone la teología sinodal, que se nutre del Sínodo, y es la continuación de un esfuerzo de larga data para eliminar los dogmas de la fe de las mentes de quienes quieren ser fieles a Cristo. 

Y reemplazarlos con una nueva doctrina basada en la experiencia humana.

Una semana después del final del Sínodo de octubre 2023, apareció la carta apostólica «Ad theologiam promovenda» para reformar la Academia Pontificia de Teología.

Donde el objetivo no es reformar su estructura, sino de reformar la forma en que se debe hacer teología en la Iglesia.

El cambio va al corazón de la enseñanza de Jesucristo y a la forma en que la Iglesia vivió la fe en los últimos 20 siglos.

La carta argumenta que es necesario un «cambio de paradigma» teológico, una «revolución cultural».

Que debe partir de la “apertura al mundo”.

La teología sinodal, «en salida» como la identifican, ya no partirá de los dogmas de fe que enseñó Jesús, sino de la antropología y de las ciencias sociales. 

Del mismo modo, y salvando las distancias, en que la Teología de la Liberación usó el marxismo como marco explicativo de la realidad.

La ciencia teológica católica ya no partirá de los principios de la fe asumidos como verdaderos, sino que surgirá del contexto histórico, del diálogo con las creencias y necesidades de las personas de hoy, especialmente los hombres y mujeres de las periferias.

En el “viejo” paradigma de la teología había verdades, que trajo Jesucristo, que son verdades siempre y en todas partes. 

Pero en el nuevo paradigma, más bien la realidad misma de como viven las personas y lo que creen, determina la verdad o falsedad de las ideas y proposiciones. 

Y la consulta a «los fieles» es la base para establecer el contenido de la nueva teología en salida o sinodal.

Pero la cosa se pone peor cuando nos damos cuenta que «los fieles» que serían escuchados parece incluir a todas las personas, incluso a aquellas que tienen imágenes falsas de Dios, o que sostienen cosas contrarias a la doctrina, como algunos de los organizadores del Sínodo de la Sinodalidad. 

Es razonable que el sensus fidelium parta de aquellos laicos que son fieles a las enseñanzas de la Iglesia. 

Que creen lo que la Iglesia enseña, y por lo tanto son auténticos guías y testigos de la fe.

Pero el Sínodo parece negarse a hacer esta distinción crucial, todos deben tener voz en la Iglesia sinodal, independientemente de si tienen una fe auténtica.

Porque el énfasis está puesto en garantizar que todos, independientemente de sus creencias y de sus elecciones morales, puedan sentirse cómodos en la Iglesia. 

Excepto aquellos católicos “rígidos” que anhelan claridad y se aferran a las verdades históricas del magisterio de 2000 años.

¿Esta revolución cultural de la teología que se exige desde el vértice de la Iglesia, se podrá consolidar?

¿La podrán mantener en el tiempo?

¿Dónde deberíamos pedir guía para este momento?

Tenemos una guía, lo que nos pidió Nuestra Señora de Fátima que ya sabía que vendría esto: dejar de ofender a Dios con el pecado, realizar penitencia, orar por los pecadores, y rezar permanentemente el Rosario.

Lo que debe complementarse con permanecer informado y difundir la información. 

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre el cambio revolucionario que supone la imposición de la teología sinodal a la academia vaticana que se ocupa de la teología.

Y me gustaría preguntarte si crees que este cambio revolucionario se mantendrá en el tiempo o será solo efímero.

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