En los últimos tiempos ha surgido la idea que Dios nunca castiga.

A pesar que la Biblia está llena de menciones de castigos directos de Dios por los pecados.

Dios no barre las maldades debajo de la alfombra.

Y avisa y disciplina – por los pecados sin arrepentimiento – directa o indirectamente.

El Cardenal mexicano Sandoval Íñiguez ha asegurado recientemente que los terremotos que ha sufrido México son consecuencia del aborto.

Una aseveración políticamente incorrecta, incluso dentro de Iglesia Católica hoy.

A la que el cardenal concluyó luego de las revelaciones del demonio a un poseso, a quien el propio Papa Francisco hizo una imposición de manos en la Plaza san Pedro en Pascua de 2013.

Pero como veremos abajo la cuestión del castigo se relaciona con el sufrimiento humano y es más complejo.

  

¿DIOS NOS CASTIGA CUANDO PECAMOS?

Dios nunca barre el pecado bajo la alfombra ni justifica el pecado.

Pero esto no quiere decir que nos castigue inmediatamente y directamente cuando pecamos.

A veces lo hace y a veces no.

Porque Él es paciente y amable con nosotros.

Y el castigo por el pecado o la disciplina pueden ser las consecuencias naturales de cosechar lo que sembramos.

No hay una regla rápida en la Biblia para saber cuándo Dios castiga el pecado directamente.

Lo cierto es que no lo deja pasar, como alguna corriente teológica dice en los momentos actuales, que Dios es tan bueno que nunca castiga.

Dios no siempre envía prontamente su juicio después que pecamos, pero lo hace en algún momento.

A veces nos permite ver nuestro pecado para arrepentirnos y pedir su perdón (1 Juan: 1-9)

En otros casos nos permite que sigamos ahogándonos en nuestros propios pecados para ver si podemos cambiar.

Y otras veces directamente deja que seamos consumidos por el pecado porque aparentemente nos ha dado todas las oportunidades en la tierra, y ahora queda la oportunidad del minuto final cuando la persona muere.

Sólo Él sabe por qué y cuándo el castigo y la disciplina.

Pero nosotros a veces humanamente vemos que hay malvados que hacen el mal y viven vidas largas.

Y por otro lado hay jóvenes que mueren y han vivido vidas buenas.

Es un misterio porque no sabemos exactamente cómo juzga Dios a la gente y cuándo.

A veces el juicio personal está a la vista de todos y a veces sucede en un plano sobrenatural, que no alcanza la vista de los vivientes.

Tal es el caso de la anécdota de una señora que fue a preguntarle al Santo Cura de Ars y su esposo y estaba en el infierno o no.

Porque él se había suicidado tirándose desde un puente.

Y el padre Vianney le contesto que entre el puente y el agua estaba la misericordia de Dios.

Podemos entender que en esos segundos la persona puede haberse arrepentido, haber abrazado a Dios y salvarse.

Esto no significa que haya ido al cielo; probablemente haya debido al Purgatorio.

Esta última oportunidad probablemente pase con los malvados contumaces.

No debemos olvidar que hasta el último momento de vida en la tierra tenemos oportunidad de salvarnos.

  

DIOS DISCIPLINA A LOS QUE AMA

La distancia entre disciplinar y castigar no existe la mayoría de las veces, es prácticamente lo mismo.

Porque Dios envía un castigo a las personas para disciplinarlas, para corregirlas.

La razón por la que Dios nos disciplina es porque nos ama y quiere que mejoremos nuestra relación con él y con los demás.

Cuando pecamos obstaculizamos nuestra relación con Dios y la comunión que él desea tener con nosotros.

Pero también Juan Pablo II, en su carta apostólica Salvifici Doloris dice que el sufrimiento no siempre se envía como castigo.

Y trata el caso del Libro de Job, quien tuvo innumerables sufrimientos, que incluso sus amigos decían que eran consecuencia de haber hecho algo seriamente incorrecto.

Juan Pablo II dice que esto demuestra que no todo sufrimiento es una consecuencia de una falta y tiene la naturaleza de un castigo directo.

El Libro de Job presenta el problema del sufrimiento de un hombre inocente que está sufriendo sin culpa.

Y lo que podemos interpretar hoy como un alma víctima.

Que son almas que sufren para expiar el pecado y salvar a muchos pecadores.

El sufrimiento también podemos verlo causado por la naturaleza.

Cuando Dios creó la naturaleza y era todo bueno, el pecado entró en el mundo y la naturaleza también se vio afectada.

Por lo tanto la corrupción del pecado se puede ver en la naturaleza y específicamente en los desastres naturales.

  

POR QUÉ DIOS PERMITE DESASTRES NATURALES

Hemos visto que Dios puede castigar y puede disciplinar, y que a veces hay sufrimiento de personas que funcionan como almas víctima.

La naturaleza del mundo cambió con la caída en el pecado, pero cambió nuevamente con la muerte de Jesucristo en la cruz.

Sin embargo los terremotos, inundaciones, huracanes suceden siempre y cuando Dios lo permite.

Los desastres naturales no son necesariamente actos de Dios directamente, sino el resultado y la consecuencia de la corrupción de la naturaleza, muchas veces asociada al pecado original.

La mayoría de las veces los desastres naturales son el resultado de las leyes naturales funcionando.

Por ejemplo los huracanes son el resultado de patrones climáticos divergentes que colisionan.

Los terremotos son el resultado del desplazamiento de las placas tectónicas.

Los tsunamis son consecuencia de terremotos submarinos.

¿Podría Dios prevenir estos desastres naturales y evitarlos? Absolutamente sí, como se puede leer en Colosenses 1: 16-17.

¿Podría Dios influir en el clima? Absolutamente sí, como lo muestra en Deuteronomio 11: 17 y Santiago 5: 11.

En números 16: 30-34 vemos que Dios a veces causa desastre naturales como un juicio contra el pecado.

Y en el libro del Apocalipsis hay muchos desastres naturales que son provocados por Dios, que están en los capítulos 6, 8 y 16.

¿Pero cada desastre natural es un castigo de Dios o un acto disciplinador directamente? Absolutamente no.

De la misma forma que Dios permite que las personas malvadas cometan actos malos, Dios también permite que la tierra refleje las consecuencias del pecado; esto lo vemos en Romanos 8: 19-21.

Toda la creación está sujeta a la frustración y a la decadencia – incluyendo el mundo que habitamos -, debido a la caída de la humanidad.

Por lo tanto el pecado globalmente es la máxima causa de desastres naturales (indirectamente o directamente), así como de hecho es la causa de la muerte, la enfermedad y el sufrimiento.

Así podemos entender por qué ocurren los desastres naturales.

Pero aun no podemos entender cuando Dios envía o permite directamente un desastre natural.

Sin embargo un hecho interesante a tomar en cuenta es que luego de desastres naturales las iglesias se llenan, porque las personas se dan cuenta de lo frágil que es su vida y que Dios los puede llevar en cualquier instante.

Los desastres naturales hacen que millones de personas revalúen sus prioridades en la vida.

Además suscitan movimientos de solidaridad de gente, que ayudan a las personas que sufren en esos momentos.

Y permite mostrar a los ministerios cristianos su forma de ayudar, aconsejar, orar, guiar, ministrar en esos momentos.

De esta forma Dios saca buenos réditos de tragedias naturales.

El sufrimiento provocado por estos desastres puede ser una oportunidad para recibir la gracia y evitar la separación definitiva con Dios.

Todos hemos visto casos de personas que cambian debido a circunstancias terribles que les suceden.

Conocemos personas que comienzan a valorar la oración cuando han perdido todo en un desastre natural.

¿Pero no hay castigos directos a través de la naturaleza?

  

EL JUICIO DE DIOS

¿Pueden los desastres naturales responder al juicio de Dios por el pecado de una nación o una persona? Absolutamente sí.

En 2 Crónicas 7: 13-14, se muestra que Dios a veces usa la naturaleza para castigar el pecado.

Y también en el libro del Apocalipsis se vinculan claramente los desastres de los últimos tiempos con el juicio de Dios.

Allí se habla de hambruna, peste, guerra, bestias salvajes, océanos y ríos contaminados, terremotos y eventos cataclísmicos en el sol y la luna, manifestaciones demoníacas a millones de personas y plagas que exterminan buena parte de la población.

En este caso hay comprender que se está refiriendo al cierre de toda la historia de la relación de Dios con la humanidad.

Dios creó al hombre y lo rodeó de todas las comodidades para que viviera una vida placentera junto a Él.

El hombre pecó, Dios lo perdonó; pecó de vuelta, Dios lo perdonó; pecó de vuelta, Dios los perdonó; y así sistemáticamente ha sido toda la historia de estos dos mil años.

Y entre medio nos avisado de todas las formas posibles – incluyendo el envío de profetas – que seremos castigados cuando pecamos.

Sin embargo no es fácil determinar cuándo un desastre natural implica el juicio de Dios sobre algún tema directamente.

Porque la Biblia no nos presenta a Dios como una persona que le pega a la gente y luego la gente tiene que adivinar por que le pegó.

El profeta Amos 3: 7 dice que Dios no hace nada sin antes contarle a sus profetas toda la historia previamente.

Y esto sucede porque el castigo no es un fin en sí mismo, sino un medio para disciplinar y reorientar a la gente.

Noé advirtió a la gente de su tiempo durante décadas antes del diluvio.

Con Sodoma y Gomorra pasó lo mismo, al igual que con Nínive.

Los cautiverios del pueblo judío en Egipto y en Babilonia y la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 dC vinieron luego de profusos avisos de profetas sobre los pecados del pueblo.

Y esto nos trae a las expresiones del cardenal mexicano Juan Sandoval Íñiguez, que vincula los terremotos sufridos por México con el aborto y el narcotráfico.

Y veremos que México ha sido avisado de este mal.

Cardenal Sandoval

  

EL JUICIO DE DIOS CON LOS TERREMOTOS DE MÉXICO

El 10 de diciembre 2017 el cardenal Juan Sandoval Íñiguez dijo que los terremotos que asolaron la capital en los últimos años son un castigo por los pecados del país contra la vida y la familia.

Lo dijo en una misa y una procesión penitencial celebrada en Ciudad de México y promovida por ídolo mexicano Eduardo Verástegui.

«Nuestro Señor y nuestro Dios, antes de que venga un castigo mayor, nos envía castigos temporales o correcciones paternales por medio de la naturaleza que es su trabajo y se rige por su providencia”, dijo el cardenal Sandoval el 10 de diciembre.

¿Es pura coincidencia que han habido dos (terremotos) el 19 de septiembre en esta misma ciudad?».

Se refería al terremoto del 19 de septiembre de 1985 y al del mismo día y mes del año 2017.

Pero además sugiere que esto es una advertencia y que vendrán castigos mayores.

Y continuó diciendo:

«Hemos pecado al cometer el peor, más grave y más cruel crimen de todos, el del aborto, practicado en todo nuestro país.

A veces con el consentimiento de leyes inicuas y en ocasiones en secreto, en la clandestinidad.

Pero siempre con crueldad, con malicia que se aprovecha de los inocentes e indefensos».

Además lo vinculó directamente con el crimen organizado, como contrapartida:

«Muchos miles de niños inocentes son asesinados constantemente en el útero de sus madres y, a cambio, y en castigo por este crimen, el crimen organizado mata, descuartiza a sus víctimas, así como los niños son destruidos en el útero materno».

¿De dónde sacó esto el cardenal?

En el año 2013 salió a luz un aviso del demonio que por cada aborto habrá un muerto por el narcotráfico en México.

Esto fue notorio por que el Papa Francisco hizo una imposición de manos a un poseso llamado Ángel en plena Plaza San Pedro y a la vista de toda la gente en Pascua de 2013.

Esto desató una investigación, que llevó a los periodistas encontrar una historia terrible, que vincula los crímenes de los narcos en México con el aborto.

Un hombre de nombre Ángel fue poseído por 4 demonios y Dios lo permitió para que diera el mensaje a México.

La posesión de Ángel estaba vinculada a la débil respuesta de los obispos mexicanos contra las leyes del aborto.

Por cada aborto habría un asesinato del narcotráfico, lo cual comenzaría desaparecer  – al igual que su posesión -, cuando se haga una cruzada de reparación y liberación en todas las diócesis del país.

Esto lo tratamos en un excelente artículo, donde desarrollamos toda la historia de Ángel y de los movimientos que se han hecho en México.

El movimiento anterior a esta misa y acto penitencial del 10 de diciembre fue un Exorcismo Magno al país, que se hizo en junio de 2015 en San Luis de Potosí.

Esta primera experiencia de un Exorcismo Magno se hizo con la metodología del padre Fortea y lo relatamos también en ese artículo.

  

UNA EXPLICACIÓN MÁS SOFISTICADA

Vivimos en un mundo caído y los desastres naturales son parte de esa caída producida por el pecado original.

Y también es cierto que Dios ha usado los desastres naturales para corregir a las naciones.

Y esto mismo lo podemos pensar en términos de individuos particulares.

Sin embargo en Juan 9 los discípulos le preguntaron a Jesús si sus padres o un hombre ciego habían pecado produciendo como resultado la ceguera del individuo

Y Jesús respondió,

«No fue que este hombre pecó, o sus padres, sino que las obras de Dios podrían mostrarse en él»

Se habla a menudo de la ira de Dios, a veces cargada como un castigo punitivo y a veces como disciplinamiento.

Esta cuestión de la ira de Dios está relacionada con el problema del sufrimiento humano.

Una pregunta frecuente de cristianismo es como un Dios amoroso puede causar el dolor y el sufrimiento indiscriminadamente.

La Biblia nos muestra personas que sufren por sus pecados pero también algunas que son inocentes y sufren.

En la Biblia aparecen pasajes en que a veces el sufrimiento es causado por Dios otras veces por satanás, otras veces por los seres humanos y otras veces el sufrimiento permanece oculto.

El caso más claro es el de Job, que era un hombre irreprochable y recto al que satanás le produce todo tipo de calamidades, con la anuencia de Dios.

Y ante su desesperación Dios le explica a Job que Sus caminos superan la comprensión humana.

En diversas partes del Nuevo Testamento se habla de Dios castigando a los seres humanos a granel.

Por ejemplo San Pablo dice que Dios trajo el diluvio a los impíos del mundo y en el Apocalipsis se habla de los terremotos como el signo del castigo a los pecadores.

Sin embargo en la carta de Santiago dice que los que soportan pruebas son recompensados con el tiempo.

Y Orígenes dijo que a través del sufrimiento podemos entender nuestras propias debilidades y nuestra dependencia de Dios.

Por otra parte sería erróneo atribuir a Dios un sentimiento humano como la ira en un castigo.

Y algunos teólogos incluso llegan a decir que la idea de producir sufrimiento como retribución divina y es indigna para un Dios misericordioso.

Por lo tanto y en resumen podríamos considerar el castigo como un simple disciplinamiento que los humanos lo tomamos como algo punitivo; aunque el tema está abierto.

Cuando en realidad Dios lo que quiere hacer es sensibilizarnos para acercarnos más a él, y a veces darnos un aviso más general a grupos enteros.

Porque debemos considerar que en primer lugar Dios está pensando en nuestra salvación eterna y recién en segundo término en nuestra comodidad en la vida en la Tierra.

En definitiva y por lo que vimos,

Todo desastre natural es consecuencia indirecta del pecado original de la Humanidad.

Pero también hay desastres naturales asociados a disciplinamientos  directos sobre pecados específicos.

Los disciplinamientos no suceden sin previo aviso, sino como parte final de una larga cadena de advertencias.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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