El Martirologio Romano señala el 22 de febrero la Fiesta de la cátedra de san Pedro, apóstol.

Al que el Señor dijo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

En el día en que los romanos acostumbraban a recordar a sus difuntos.

Se celebra la sede de aquel apóstol, cuyo sepulcro de conserva en el campo Vaticano.

Y ha sido llamado a presidir en la caridad a toda la Iglesia.

la catedra de San Pedro

Cátedra de San Pedro

La palabra «cátedra» significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica.
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Sinónimo de cátedra es también «sede» (asiento o sitial): la «sede» es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis.
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Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.

Es una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.

San Pedro Apóstol — Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento — en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.

Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca.

Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.

Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.

Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua.

Y los llamó diciendo: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres” (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron.

Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús.

Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.

San Pedro-Apóstol con las Llaves fondo

San Pedro Apóstol con las Llaves

 

PROFESIÓN DE FE Y PRIMADO DE PEDRO

Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: «porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo» -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores.

Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca.

Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia.

Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo.

El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas.

La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo.

Los peces son ahora los hombres.

Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:

«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?».

Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»

Díceles el: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»

Replicando Jesús dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir.
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Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: «el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos» (Mt 23,11).

plaza san pedro vista desde la basilica fondo

Plaza San Pedro

 

RECORDEMOS ALGUNOS DE LOS EPISODIOS BÍBLICOS EN LOS QUE APARECE PEDRO

Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea.

De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: “¡Soy yo, no temáis!”.

Pedro respondió: “Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua”

Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse.

Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: ¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14, 22-31)

Pedro siempre figura entre los tres más allegados a Jesús.

Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración.

Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadle” (Mateo 17, 1-5)

Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra.

Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.

Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: “Aunque todos pierdan su confianza, yo no”.

E insistió: “Me quedaré contigo aunque tenga que dar la vida”. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: “Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces”.

Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús.

El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.

Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección.

Pregunta a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice «Apacienta mis ovejas».

Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el.

«He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos» (Lc 22,32).

Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.

Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor.
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El fue “La Piedra” en la que la Iglesia fue fundada.
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Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores.
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Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor.
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Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y “guardián de las llaves del reino de los cielos”.

Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles.

Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro.

Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar.

El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.

La expansión del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron.

Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores.

Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos.

En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes.

Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: “Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar”.

Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar.

Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban.

Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.

Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo.
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Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano.
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Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aún se encuentran sus restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro.
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Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.

crucifixion de san pedro

 

MARTIRIO DE SAN PEDRO

San Pedro murió crucificado.

El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo.

El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición.

Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.

Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.

«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Mateo 16:18

Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor.
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Esta ha sido venerada desde el siglo II.
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Un edículo de 160 d.C.  en el cual puede leerse en griego «Pedro está aquí».

Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San Pablo, mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en los primeros siglos.

Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro como un hombre de poca estatura, energético, pelo crespo y barba.

En el arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un gallo.

Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo.

Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.

Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento.

Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor.

La Primera Epístola está llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos.

Al concluir, Pedro manda saludos de parte “de la iglesia situada en Babilonia”.

Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban «Babilonia».

La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología, “pero creced en la gracia y sabiduría de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. A Él sea la gloria, ahora y por siempre”

Baldaquino de Basílica de San Pedro

 

COMO SE REPRESENTABA A PEDRO

De San Pedro, como la roca fundamento de la Iglesia, tenemos un hermoso relieve en un sarcófago lateranense.

Se ven en él una basílica, un baptisterio y un palacio en el plano superior, y más abajo, las figuras del Salvador y de su fiel apóstol, todo descansando sobre una roca.

No hay duda que la basílica quería representar la de Letrán, madre de todas las iglesias, como lo indica el baptisterio contiguo y el palacio que quería recordar el que Constantino regaló a la Iglesia romana.

De esa manera se expresaba al mismo tiempo que esta Iglesia era la sucesora del apóstol.

Aún más expresiva es otra representación, y ésta conservada en muchos ejemplares, de la llamada «Traditio legis» o consigna, entrega de la ley a Pedro.

Se quiso aplicar al apóstol, que había de ser el legislador supremo de la cristiandad, la escena tan conocida del Antiguo testamento en que Dios entrega las Tablas de la Ley a Moisés, el legislador del pueblo escogido.

Se encuentra principalmente en relieves marmóreos de sarcófagos cristianos. en ellos se ve la majestuosa figura de Jesús sobre el monte, del cual fluyen los cuatros ríos del paraíso, con la diestra en alto, alargando con la izquierda el rollo abierto de la Ley a Pedro, que lo recibe, en señal de respeto, con las manos cubiertas, y llevando al hombro una cruz ricamente decorada.

La noble figura de San Pablo está al otro lado en actitud de aplaudir la elección hecha por Jesús del primer apóstol como supremo legislador.

En algunos ejemplares aparecen también los demás apóstoles en la misma actitud. La ley que recibía Pedro era la doctrina y toda la doctrina cristiana, esto es, la suma de los artículos de la fe y de los preceptos.

Por esto en un ejemplar de Arlés se grabó en el rollo el crismon 0, símbolo de Jesús y de su doctrina.

Aunque todos los demás apóstoles tenían ciertamente el poder, recibido directamente del divino Maestro, de enseñar la ley evangélica, no se halla ninguna representación de la entrega de la ley a ellos, porque no había de residir en sus personas ni en sus sucesores el poder supremo de legislar, independiente del de Pedro.

Con esta representación se significaba principalmente que Pedro era el depositario, el guardián de la ley cristiana, pero Jesús le hizo además el maestro por excelencia que había de transmitirla a todos los confines de la tierra.

De ahí la representación simbólica de la Cátedra de Pedro.

La voz cátedra significaba materialmente el trono o silla episcopal, pero ya los Santos Padres la usan particularmente como símbolo de la autoridad de la enseñanza cristiana, atribuida generalmente a los obispos, pero especialmente a la sede de Pedro, la de Roma.

San Cipriano en el siglo III decía: «Se da a Pedro el primado para que se muestre que es una la Iglesia de Cristo y una la cátedra».

Y recalcando aún más la unidad, añadía: «Dios es uno, uno el Cristo y una la Iglesia y una la cátedra fundada sobre Pedro por voz del Señor» (CIPRIANO, Epist. 43,5).

Y que esta cátedra era y seguía siendo la de Roma, lo atestiguaba el mismo santo Doctor, quien para indicar que por la muerte del papa Fabio vacaba la sede de Roma, lo expresaba así: «Como el lugar de Fabiano, esto es, el lugar de Pedro… vacase» (ID., Epist. 55,8).

Por lo mismo el concilio de Calcedonia (a. 451) declaraba al recibir una carta del papa León Magno: «Pedro nos ha hablado por la voz de León» (Mansi, VI 971).

El apóstol, en los ejemplares más antiguos, aparece sentado sobre una roca, la de la confesión, para recordar la que según la palabra del Señor, debía ser fundamento de la Iglesia.

En las manos tiene desplegado el rollo de la doctrina evangélica, en actitud de enseñar mientras dos soldados vienen a arrastrarlo, significando así que la enseñanza de la doctrina cristiana fue la causa de las persecuciones.

Hay ejemplares de esta preciosa escena, no sólo en Roma y en Italia, sino también en varias provincias del Imperio.

En un ejemplar de Arlés en el rollo se ve inciso el crismon 0, como en el antes mencionado relieve de la Tradítio.

Pedro enseña la doctrina de Cristo en su integridad, simbolizada en el anagrama de su nombre.

Para expresar aún con más fuerza esta verdad, el artista Colocó junto a Pedro la figura del Señor en actitud de hablar al apóstol, absorto en su tarea catequética.

De esta manera se quiso plasmar la inspiración divina bajo cuya influencia hablaría el apóstol y sus sucesores.

basilica de san pedro interior fondo

Altar Mayor de San Pedro con su tumba abajo

 

LA SILLA DE SAN PEDRO

En otros muchos ejemplares Pedro está sentado sobre una silla o verdadera cátedra.

Tampoco conocemos una representaci6n semejante para ninguno de los demás apóstoles.

Por otra parte, el pueblo romano veneraba una verdadera cátedra de madera ya en el siglo IV y mucho antes en la que, según la tradición inmemorable, se habría sentado el Príncipe de los Apóstoles.

Esta venerada y preciosa pieza se conserva en el Vaticano, sustancialmente en la misma forma original.

Se le añadieron al correr de los siglos algunos adornos para enriquecerla, pero sin cambiar su estructura.

Es una gran silla o trono de madera de encina formada por una caja cuadrilátera de unos 89 centímetros de ancho por 78 de alto hasta el asiento, con unos pilares en los ángulos y un respaldo o dosel terminado por un tímpano triangular.

Tiene en los pilares unas anillas para poder ser fácilmente trasladado.

En el cuadrilátero frontal anterior, debajo del asiento, la enriquecen tres hileras de seis casetones cada una con sendos marfiles incrustados de oro, muy antiguos.

Los que asimismo adornan el dosel son aún de mayor antigüedad y seguramente tallados expresamente para esta cátedra.

Durante toda la Edad Media estuvo visible y fue muy venerada.

Los peregrinos, con devoción indiscreta, tomaban fragmentos de la madera para guardarlos como reliquias.

En un principio habría estado en Santa Prisca, en el Aventino, en el lugar donde, según la tradición, habría residido el apóstol.

Nuestro papa San Dámaso, en el siglo IV, la trasladó al baptisterio del Vaticano por él construido.

Al levantarse en el siglo XVI la actual imponente basílica Vaticana, se creyó conveniente guardar como una reliquia la veneranda cátedra. Bernini, el último gran arquitecto de las obras, emplazó en el fondo de

l ábside un grandioso altar barroco que tiene, a manera de imagen principal, una colosal cátedra de bronce, sostenida por ángeles y que es el relicario que custodia la antigua silla del apóstol.

En ocasiones extraordinarias puede ser mostrada a la veneración de los fieles, como se hizo en 1867, bajo el pontificado de Pío IX, al celebrarse el XVIII centenario de la muerte de San Pedro.

Si el arte y las tradiciones populares pudieron propagar así la admiración y devoción al magisterio supremo de Pedro, simbolizado en la cátedra, la liturgia debía consolidarlas y extenderlas a todo el orbe cristiano de todas las épocas.

Por esto se instituyó muy pronto en Roma y en las provincias del Imperio la fiesta de la Cátedra de San Pedro. 

San Pedro liberado por el ángel

San Pedro liberado por el ángel

 

LA LITURGIA

El primer testimonio escrito que ha llegado hasta nosotros, es la Depositio rnartyrum: deposición de los mártires, incipiente calendario litúrgico romano del año 336, pocos lustros después de alcanzada la paz constantiniana.

Entre las poquísimas fiestas de santos, unas dos docenas, del año litúrgico, señala este calendario para el día 22 de febrero el Natale Petri de Cathedra, natalicio de San Pedro en la cátedra, o sea el día de la institución del pontificado de Pedro.

El haber escogido este día para celebrar un acontecimiento del que no se podía saber la fecha exacta, parece se debió a querer suplantar con una fiesta cristiana importante la pagana de honrar a los muertos de la familia con banquetes frecuentemente escandalosos.

San Agustín reprende duramente a los cristianos que en dicha fecha se entregaban a tales abusos.

Lo mismo hace un concilio de Tours del año 567, al deplorar que haya fieles que, después de haber recibido dicho día el cuerpo del Señor, no se avergonzaran de manchar su alma con manjares dedicados al demonio.

Quizá también, y en primer lugar, se puede creer que dicha fecha guarda relación con la fiesta de la basílica de Santa Prisca en donde, según lo dicho, se guardaba la cátedra, fiesta que coincide con el 22 de febrero.

Sea como sea, lo que sí es seguro, que en los primeros siglos, IV y V cuando menos, nuestra fiesta de la cátedra se celebraba en Roma, el 22 del mes siguiente.

Así lo atestiguan varios libros litúrgicos.

Con esta fiesta se quiso solemnizar el episcopado de Pedro, su potestad jerárquica y magisterio universal y particularmente el episcopado de Roma, cabeza del Imperio, centro de la unidad, desde el año 42, que perduró durante veinticinco años.

Era costumbre antigua, continuada hasta hoy, la de conmemorar la consagración o entronización de los obispos en su sede.

Pero, salvo raras excepciones la conmemoración sólo se extendía a la propia diócesis.

Sólo a la de San Pedro se le dio el nombre majestuoso de cátedra, y ésta fue la única que se extendió a todo el mundo cristiano.

San Agustín, dirigiéndose a sus diocesanos del Africa, decía: «Cuando celebramos el natalicio de la cátedra, veneramos el episcopado de Pedro apóstol».

En este texto se ve bien que la fiesta de la cátedra, sin otra distinción, era de la cátedra por excelencia, la de jurisdicción universal, la de Pedro, y, queriendo exponer el mismo santo Doctor el origen de esta denominación, advertía:

«La hodierna solemnidad recibió de nuestros antepasados el nombre de cátedra, porque, según se dice, el primero de los apóstoles recibiría hoy la cátedra del episcopado».

Por esto en los textos de la misa romana actual, como en los antiguos, se recuerdan principalmente los pasajes evangélicos referentes a los privilegios de magisterio y gobierno otorgados por el Señor a su fiel apóstol.

«Oh Dios que al entregar las llaves del reino de los cielos a tu santo apóstol Pedro, le concediste potestad de atar y desatar…» se dice en la colecta.

Después en el tracto, en el ofertorio y en la comunión se reproducen las palabras de Cristo: «Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…»

Se sabe que en el siglo IV y hasta el VI se celebraba con solemnidad especial esta fiesta en la capital de la cristiandad y era motivo de atracción de grandes grupos de peregrinos.

A ella acudió el año 450, según se desprende de un sermón del tiempo, el emperador Valentiniano III con sus hijas Placidia y Eudoxia.

Asistieron a la vigilia litúrgica de la fiesta y al día siguiente fueron recibidos por el Papa y numerosos obispos de Italia.

Por causas no bien explicadas esta solemnidad desaparece de los libros litúrgicos romanos de los siglos VII – X. Cuando reaparece, se ha trasladado al día 18 de enero.

La causa de este traslado parece fue el que la antigua fecha caía frecuentemente en la Cuaresma tiempo de ayuno, en que se evitaban esta clase de fiestas.

El papa Paulo IV, en 1558, fijó definitivamente la fecha del 18 de enero para la de la Cátedra de San Pedro en Roma, asignando a la data anterior del 22 de febrero otra fiesta de la Cátedra de Pedro en Antioquía.

En cambio en las provincias y particularmente en España, a donde había pasado ya en el siglo V, siguió celebrándose siempre, mientras se conservó la liturgia hispano – mozárabe, con toda solemnidad en la antigua datación del 22 de febrero.

Los libros de dicha nuestra liturgia nos ofrecen una riqueza de textos para esta fiesta no superada por ninguna otra de las liturgias occidentales.

En el llamado Oracional visigótico manuscrito el más antiguo de un oracional completo, del siglo VII, procedente de Tarragona y conservado hoy en Verona, adonde pasó con los fugitivos de la invasión árabe, se dan nada menos que una docena de oraciones sólo para el rezo del oficio divino, ya que el oracional era precisamente el libro del preste para este rezo.

Estas oraciones van acompañadas de antífonas, responsorios, aleluiyáticos, sólo iniciados, que después vemos completos y en mayor abundancia y con la correspondiente música en el famoso Antifonario de León, del siglo X, y en otros manuscritos de Toledo, San Millán, etc.

Una prueba de lo muy difundida y lo muy popular que debió ser en España ya en el siglo V esta celebración de la Cátedra de San Pedro nos la manifiesta una inscripción sepulcral, encontrada hace pocos lustros en Tarragona, en la que como datación del día del entierro se anota el de la Deposición de Pedro Apóstol, es decir, deposición en la cátedra, como también era llamada dicha fiesta en España y en las Galias.

Concluyamos con la primera oración del mencionado Oracional Visigótico, para las primeras vísperas:

«Cristo, Hijo de Dios, que para edificar tu Iglesia sobre la roca, diste al beatísimo Pedro, príncipe de todos los apóstoles, las llaves del reino de los cielos, a fin de que la Iglesia en primer lugar edificada surgiera en aquel que mereció antes que los demás no sólo amarte, sino también confesarte; concédenos que en este día, en el cual él recibió la suprema gracia del pontificado, recibamos nosotros la santidad en toda perfección, para que por aquel a quien concediste el poder de atar y desatar en la Iglesia, por él mismo ordenes nos sean perdonados los pecados y entrar en el reino de la vida perpetua».


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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