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Profecías sobre la Intervención Divina que precederá al Triunfo de la Iglesia

Casi desde el inicio de la Edad Media, Nuestro Señor lo ha venido advirtiendo.

Extinción de la fe, abominaciones por parte de sus ministros y la entrada de la iniquidad en el Santuario de Dios.

Nos lo está diciendo por medio de almas de su especial predilección.

Estas son Profecías de santos y personas que murieron en olor de santidad en relación al fin de los tiempos.
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Las profecías refieren a un gran castigo que precederá a un extraordinario triunfo de la Iglesia son innumerables.

Todas convergen hacia el Mensaje de Fátima, que es su confirmación.

Es posible observar algunas características de lo que estas almas están profetizando:

  • El Castigo vendrá de una manera inesperada, cuando todo parezca perdido.
  • Será terriblemente exterminador.
  • Además de guerras, epidemias, convulsiones naturales, etc., habrá una intervención directa y visible de los demonios y de las legiones angélicas.
  • El triunfo de Dios se producirá con un gran golpe de la Providencia y la Revolución caerá “desplomada” instantáneamente.


   

Santa Hildegarda (1098-1180)

El Señor pondrá en manos de nuestros enemigos la vara de hierro destinada a vengarlo:

“Cuando se haya perdido enteramente el temor de Dios, guerras atroces y crueles se sucederán a porfía; una multitud de personas serán por ellas inmoladas y muchas ciudades se convertirán en montones de ruinas.

Así como el hombre gana por su fuerza sobre la debilidad de la mujer y el león supera a todos los animales, del mismo modo algunos hombres, de una ferocidad sin igual, suscitados por la justicia divina, se burlarán del reposo de sus semejantes.

Así ha sucedido desde el principio del mundo; el Señor volverá a poner en manos de nuestros enemigos la vara de hierro destinada a vengarlo cruelmente de nuestras iniquidades” (S. M. Mirakles, págs. 39-40).

   

Santa Brígida de Suecia (1303-1373)

Que vaya con mi arado al mundo, y no perdone a cristianos ni a gentiles, amenaza del Señor contra los malos:

“Esposa mía, ¿qué te parece el mundo?

Paréceme Señor, respondió la Santa, un saco derramado al cual acuden todos y sin cuidarse de lo que puede venir, como quien va de carrera.

Justo es, respondió el Señor, que vaya con mi arado al mundo, y no perdone a cristianos ni a gentiles, a mozos ni a viejos, a pobres ni a ricos, sino que cada cual será juzgado según sus obras y morirá en su pecado.

Pero quedarán algunas casas porque todavía no es el fin” (Revelaciones Celestiales, pág. 220).

El hombre  es más pronto para pecar que el demonio para tentarlo. Dios se «arrepiente» de haber creado al hombre:

“Si en Mí cupiera turbación y pesar, dijo Jesucristo, con razón podría decir ahora: Me arrepiento de haber hecho al hombre.

Porque éste se ha vuelto un animal que por su gusto se pone en la red, y por más voces que se le den, sigue el apetito de su voluntad y ya no es menester que el demonio tiente con violencia, sino que el mismo hombre se adelanta a la malicia del demonio.

Son ya los hombres como perros de caza, que al principio los llevan de traílla, y acostumbrados después a coger y despedazar los animales, se anticipan a los cazadores en acudir a la presa.

Así el hombre que tiene su placer en estar pecando, es más pronto para pecar que el demonio para tentarlo.

Y no es mucho que los hombres hagan esto, pues aquellos mismos que por su primacía o dignidad eran los que solían y debían aplacar a Dios, han caído mucho de su santidad y buen ejemplo …” (Revelaciones Celestiales, págs. 210-211).

Nuestro Señor amenaza a los pecadores de todo el mundo:

“Quéjome de que os habéis apartado de Mí y creído al demonio, enemigo Mío:

Nuestro Señor Jesucristo, varón de incomprensible hermosura y Señor de inmenso poder, sentado en su trono, teniendo cerca de Él a Nuestra Señora radiante de gloria, amenaza a los pecadores de todo el mundo con estas palabras:

‘Oíd vosotros todos, los enemigos Míos que vivís en el mundo, pues no hablo a Mis amigos que hacen Mi Voluntad; oíd, clérigos todos, arzobispos y obispos y cuantos hay de inferior en la Iglesia.

Oíd religiosos de cualquier orden que seáis. Oíd Reyes y Príncipes, y todos los jueces de la tierra y todos los vasallos.

Oíd, Reinas y Princesas, señoras y esclavas, y todos de cualquier condición y categoría que seáis, grandes y pequeños que habitáis la tierra, oíd las palabras que ahora Os digo Yo mismo que Os crié.

‘Quéjome de que os habéis apartado de Mí y creído al demonio, enemigo Mío; habéis quebrantado mis Mandamientos y seguido la voluntad del demonio, y obedecéis a sus inspiraciones, sin tener en cuenta que Yo, Dios inmutable y eterno y Criador vuestro, bajé de los cielos a las entrañas de la Virgen, tomé carne de ella y habité con vosotros.

Por Mí Os abrí el camino y manifesté la doctrina por medio de la cual iríais al cielo. Me desnudaron y azotaron, fui coronado de espinas y tan cruelmente extendido, que casi se deshicieron los tendones y coyunturas de Mi cuerpo; oí todo linaje de oprobios y por vuestra salvación padecí una muerte ignominiosa y amarguísimo dolor de corazón.

Nada de esto consideráis, enemigos Míos, porque estáis alucinados, y así lleváis con engañosa suavidad el yugo y carga del demonio, y vivís en la ignorancia, ni sentís ese yugo hasta que viene el dolor con una carga interminable.

Ni os basta nada de esto, sino que es tanta vuestra soberbia que si pudierais subir hasta Mí, lo haríais de buena gana; y es tanta la sensualidad de vuestra carne, que mejor quisierais carecer de Mí, que dejar vuestro desordenado deleite.

Vuestra codicia también es insaciable como un saco horadado, porque nada hay que pueda satisfacerle”.

Haced, pues lo que queráis y prosperad ahora:

“Por consiguiente, juro por mi Divinidad, que si morís en el estado que ahora estáis, nunca veréis Mi Rostro, sino que por vuestra soberbia os sumergiréis tan profundamente en el infierno, que todos los demonios estarán sobre vosotros, afligiéndoos incansablemente.

Por vuestra lujuria seréis llenos del horrible veneno del demonio, y por vuestra codicia os llenaréis de dolores y de angustias, y seréis participantes de todos los males que hay en el infierno.

Oh, enemigos Míos, abominables, degenerados y desgraciados; sois a mis ojos como el gusano muerto en el invierno; haced, pues lo que queráis y prosperad ahora.

Pero Yo me levantaré en el estío, y entonces callaréis y no os libraréis de Mi mano!” (Revelaciones  Celestiales, pags. 458-459).

    

San Vicente Ferrer (1350-1419)

Veréis una señal y no la conoceréis: mujeres vestirán como hombres y los hombres vestirán  como mujeres. La siguiente profecía fue dicha en un sermón en Barcelona el 13 de septiembre de 1403, sobre el tema: “Timete Deum”:

“Vendrá un tiempo que ninguno lo habrá visto: llorará la Iglesia: las viudas se levantarán hiriendo sus pechos y no encontrarán consuelo; ahora está lejos, pero llegará sin falta y muy cerca de aquel tiempo en que dos empezarán a hacerse reyes; sus días no se alargarán mucho.

Llorad viejos y ancianos: suplicad, llorad si alguno sois testigos de estruendo tan grande, de modo que ni fue, ni será, ni se espera ver otro mayor sino el que se experimentará en el juicio.

Pero la tristeza se convertirá en gozo; el Rey de los reyes, el Señor de los señores todo purificará y renovará; la Francia, con su orgullo, será del todo abatida; su Príncipe, ay ay; que si las bandas lo vieran se aterrarían.

Oh Migueletes. Oh catalanes. La Casa Santa, las vuestras y las de toda España prevendréis y dispondréis la justicia: los días no distarán.

Están ya a las puertas: veréis una señal y no la conoceréis: pero advertid que en aquel tiempo las mujeres vestirán como hombres y se portarán según su gusto y licenciosamente; los hombres vestirán vilmente como mujeres…” (J. Lascoé, págs. 76-77; B. Sánchez, págs. 45-46).

    

Fray Jerónimo Bottin (+1420)

Predice con muchos detalles la Revolución Francesa, el asesinato de los reyes, etc.

Aquel que no haya doblado su rodilla delante de Baal, que huya de en medio de Babilonia:

“Pero antes que él haya establecido su imperio, aquel que no haya doblado su rodilla delante de Baal, que huya de en medio de Babilonia, dice el espíritu.

Que cada cual piense en salvar su vida, porque he aquí el tiempo en que el Señor debe, por la grandeza de sus venganzas, manifestar la grandeza de los crímenes de que ella está manchada.

Dios va a hacer caer sobre ella los males con que ha oprimido a los otros.

El Señor ha presentado por la mano de esta ciudad impía, desoladora de los pueblos, asesina de sus sacerdotes, de sus reyes y de sus propios hijos, el cáliz de sus venganzas a todos los pueblos de la tierra.

Todas las naciones han bebido del vino de su furor y han padecido todas las agitaciones de su cautiverio y de su barbarie.

Mas en un momento Babilonia ha caído , y se ha hecho pedazos en su caída, ha dicho el Espíritu.

Todo esto sucederá para apurar a los buenos, y perder a los malos, hacer honor a la Iglesia de Dios, hacer temer y servir al Señor.

Tales son las palabras que el Espíritu ha manifestado a su siervo Jerónimo, y que él ha escrito por orden suya, y cuya verdad en el tiempo será reconocida.

Así Sea” (J. Lascoé, págs. 66, 71-72; P. Julio María, pág. 226; M. Servant, pág. 542).

    

Sor María des Vallées (1590-1656)

El juicio del mundo será por el fuego. Sobre el Castigo:

“María des Vallées en el siglo XVII nos anuncia, ella también, el juicio del mundo por el fuego.

Será un diluvio de fuego, precursor del diluvio de gracias del Reino de Espíritu Santo que Nuestro Señor le anunciaba por estas palabras: ‘Spiritus Domini replevit orbem terrarum’.

Lo que se entiende del tiempo el cual el Espíritu Santo pondrá el fuego del amor divino sobre toda la tierra y en que hará su diluvio.

Porque hay tres diluvios, los tres son tristes, y que son enviados para destruir el pecado.

El primer diluvio es el del Padre Eterno, que ha sido un diluvio de agua; el segundo es el diluvio del Hijo, que ha sido un diluvio de sangre; el tercero es el de Espíritu Santo, que será un diluvio de fuego.

Más será triste como los otros porque encontrará mucha resistencia y cantidad de madera verde que será difícil de quemar.

Dos ya han pasado, pero el tercero permanece; y como los dos primeros han sido predichos largo tiempo antes de que llegaran, así el último, solo Dios conoce el tiempo” (M. Servant, pág. 353. Extraído de Emile Dermenghen, La Vie Admirable et les Révélations de Marie des Vallées, Paris, 1926, pág. 212).

    

Venerable Bartolomé Holzhauzer (1613-1658)

El Venerable Bartolomé Holzhauser, después de predecir la Revolución Francesa, Napoleón y su caída, dice:

“De todos lados conspirarán los pueblos en favor de la república:

En medio de esto, la paz no se habrá aún restablecido definitivamente, pues de todos lados conspirarán los pueblos en favor de la república.

Y así se verán todavía terribles calamidades por todas partes: la Iglesia y sus ministros serán hechos tributarios; los príncipes serán derribados; los monarcas, muertos y sus vasallos entregados a la anarquía.

El Omnipotente, entonces, intervendrá con un golpe admirable que nadie en el mundo puede imaginarse.

Y aquel poderoso monarca que debe venir de la parte de Dios reducirá a nada la república, subyugará a todos sus enemigos, destruirá el imperio de los franceses, y reinará de Oriente a Occidente.

Lleno de celo por la verdadera Iglesia de Cristo, unirá sus esfuerzos a los del futuro Pontífice por la conversión de los infieles y herejes.

Bajo semejante Pontífice será menester que el reino de Francia y las otras Monarquías se pongan de acuerdo después de las sangrientas guerras que las habrán desolado, y que, bajo la dirección de aquel gran Papa, emprendan la conversión de los infieles.

Y así todas las naciones vendrán a adorar al Señor su Dios” (S. M. Mirakles, págs. 45-46).

En la interpretación del Apocalipsis, cap. II, versículos 7 al 13, dice:

“(…) muertos los monarcas y conspirando todos los hombres por erigir repúblicas.

Porque si bien en la quinta edad no vemos por todas partes sino las más deplorables calamidades; devastado todo por la guerra; oprimidos los católicos por los herejes y malos cristianos.

La Iglesia y sus ministros hechos tributarios; trastornados los reinos, muertos los monarcas, atormentados los vasallos y conspirando todos los hombres por erigir repúblicas; se hace un cambio admirable, por la mano de Dios Todopoderoso, tal que nadie pueda humanamente imaginárselo.

Pues este monarca poderoso que vendrá como enviado de Dios, destruirá las repúblicas hasta los cimientos, someterá todo a su poder y empleará su celo en favor de la verdadera Iglesia de Cristo. Todas las herejías serán relegadas al infierno.

El imperio de los turcos será destruido y aquel monarca reinará de Oriente a Occidente…” (S. M. Mirakles, pág. 48; M. Servant, pág. 277).

Todavía sobre el Castigo:

“Durante tres días, la tierra será sumergida en la oscuridad más completa; como antaño en Egipto, el Angel Exterminador abatirá todos aquellos que se han levantado con odio satánico contra la Iglesia y los sacerdotes» (M. Servant, pág. 376). [Los tres días de tinieblas son anunciados en varias profecías, con muchísima semejanza, prácticamente se repiten].

    

Padre Nectou S.J. (+1777)

Sobre el gran Castigo dice, tendrán la intención de destruir enteramente la Iglesia; el tiempo no les será dado:

“Se formarán en Francia dos partidos que se harán una guerra a muerte.

Uno será mucho más numeroso que el otro, pero será el más débil el que triunfará.

Habrá entonces un momento tan espantoso que se creerá que es el fin del mundo.

La sangre correrá en muchas grandes ciudades: los elementos serán levantados, será como un pequeño juicio.

Perecerá en esta catástrofe una gran multitud, mas los malos no prevalecerán.

Ellos tendrán la intención de destruir enteramente la Iglesia; el tiempo no les será dado.

Se estará cerca de esta catástrofe cuando Inglaterra comenzare a estremecerse. Se sabrá con este signo, como se sabe la proximidad del verano cuando la higuera comienza a brotar.

Inglaterra, a su vez, sufrirá una revolución más terrible que la Revolución Francesa, y ella durará bastante tiempo para que Francia tenga el tiempo de serenarse.

Será Francia que ayudará a Inglaterra al restablecimiento de la paz.
Durante este trastorno espantoso que, parece será general y no para Francia únicamente, París será enteramente destruida, no sin que aparezcan signos que darán a los buenos tiempo de huir; y su destrucción será tan completa, que veinte años después, los padres paseando con sus hijos sobre las ruinas y respondiéndoles a ellos dirán: había allí una gran ciudad más a causa de sus crímenes Dios la ha destruido (M. Servant, págs. 309, 341 y 389). [Las profecías que mencionan o se refieren a la destrucción de Paris son muchísimas].

 

Bernardo Rembort (1689-1783)

Se burlarán de Dios porque se creerán todopoderosos. Sobre el Castigo:

“Se puede escapar a muchas pruebas rezando al padre de la Misericordia y a Jesucristo, a quien es Honor y toda Gloria.

Las gentes se ríen de mi diciendo que soy un pobre ‘spielmann’.

Pero vendrá el tiempo en que mis palabras se cumplirán.

Los hombres serán ingeniosos para hacer cosas maravillosas y llegarán a olvidar a Dios; se burlarán de Él porque se creerán todopoderosos a causa de sus carruajes que recorrerán el mundo sin ser arrastrados por caballos, de suerte que se calcularán las distancias a vuelo de pájaro.

Su orgullo los llevará a reírse de los signos del cielo y no los tomarán en consideración.

Un hombre surgirá y despertará al mundo dormido, golpeando con voz fuerte a los orgullosos y destruyendo los sabios.

Y porque el orgullo y la voluptuosidad y las modas lujosas son tan grandes, Dios castigará al mundo.

Lloverá veneno sobre las cosechas, lo que traerá gran hambre en los países, al punto que miles y miles de personas atravesarán el océano en busca de patrias más dulces.

Los hombres imitarán a los pájaros; querrán volar como ellos, pero Dios confundirá su suficiencia como a Babilonia.

Yo veo también la muerte de los profanadores sacrílegos y la ruina de los reyes.

Tendrán un castigo tan severo por haberse atrevido en su insolencia a atacar a Dios y haber creído en su pobre inteligencia que podrían romper los designios de Dios Todopoderoso.

Porque llevando el nombre de Dios sobre los labios, escondían al diablo en su corazón” (S. M. Mirakles, págs. 87-89).

 

Venerable Isabel Canori Mora (1774-1825)

Los siete pecados capitales serán llevados en triunfo. El 15 de octubre de 1818 tuvo una visión:

“De repente yo vi el mundo en completa revolución, el orden y la justicia no reinaban más. Los siete pecados capitales eran llevados en triunfo.

Por todos lados se extendía la injusticia, la mentira, el libertinaje y toda suerte de iniquidades” (B. Sánchez, pág. 51).

El día de la fiesta de San Pedro del año de 1820, tuvo otra visión:

“… todos los fieles que hubieran guardado en su corazón la fe de Jesucristo, así como los religiosos y religiosas que conservaren fielmente el espíritu de su instituto, se verán amparados bajo estos árboles y librados del horrible castigo.

¡Pero, ­ay da los religiosos que no observen sus reglas! ¡­Ay, ay, de todos los sacerdotes indignos del Todopoderoso!

­¡Ay de los sacerdotes que se dan al libertinaje. Ay de los que se dejen elevar al máximo por la moderna filosofía, condenada por la Iglesia!

Estos miserables, por su detestable conducta, negados a la fe de Jesucristo perecerán bajo el brazo exterminador de la justicia de Dios, de la cual nadie escapará…

Repentinamente se levantó un viento violento e impetuoso, cuyo silbido se parecía al rugido de un león.

El terror y el espanto se esparcieron entre los hombres y hasta entre los animales.

Todos los hombres se rebelarán, se matarán y se despedazarán sin piedad.

Durante este sangriento combate, la mano vengadora de Dios caerá sobre aquellos desgraciados, y por su omnipotencia castigará el orgullo y la temeridad de los mismos.

Se servirá del poder de las tinieblas para exterminar a estos hombres sectarios, impíos que quisieron echar por tierra la Iglesia y destruirla hasta sus cimientos.

Pretenden hacer bajar a Dios de su Trono Supremo. Pero Él se reirá de ellos.

Estos hombres mismos en su audaz malicia, pretenden hacer bajar a Dios de su Trono Supremo.

Pero Él se reirá de ellos y a una señal de su mano poderosa, castigará a estos pérfidos y a estos blasfemos, permitiendo a las potestades tenebrosas que salgan del infierno.

Legiones de demonios atacarán y dañarán a las familias, a las propiedades…

Inmensas legiones de demonios recorrerán el mundo entero.

Y por las grandes ruinas que causarán, ejecutarán las órdenes de la Divina Justicia.

Todos atacarán y dañarán a las familias, a las propiedades, a las ciudades, a los pueblos, a las casas y nada será perdonado de lo que hay en la tierra, permitiendo Dios que estos sicofantes [mentiroso, difamador] sean castigados por creer tanto en estos demonios, dándoles una muerte rápida y bárbara, porque voluntariamente se sometieron al poder del infierno haciéndose con él aliado contra la Justicia Divina.

A fin de que mi pobre espíritu se penetrase bien de este sentimiento de la Justicia Divina, se me mostró la prisión.

Vi entonces abrir una sombría y espantosa caverna de fuego de donde salía una multitud de demonios, que habiendo tomado la forma de hombres bestias, venían a infestar el mundo, dejando por todas partes solo carnicería y ruina.

Felices los buenos y verdaderos católicos.

Ellos tendrán en su favor la poderosa protección de los Apóstoles Pedro y Pablo, que velarán sobre sus personas a fin de que no se les cause ningún daño, ni a sus bienes, ni a ellos mismos.

Los malos espíritus devastarán los lugares donde Dios haya sido ultrajado, blasfemado y tratado de una manera sacrílega. Estos lugares serán arruinados, aniquilados, de ellos no quedarán ruinas ni vestigios” (S. M. Mirakles, págs. 72-75; M. Servant, pág. 375).

 

Religiosa trapista de Notre Dame des Gardes (+1828)

Nadie puede contener mi brazo vengador. El 1 de noviembre de 1816, la religiosa tiene la siguiente visión:

“…El me dijo: ‘Veis los crímenes que se cometen?

Nadie puede contener mi brazo vengador.

Voy a castigar a Francia para bien de unos y desgracia de otros’.

En aquel momento vi una nube tan negra que me dejó espantada; cubrió toda Francia y en aquella nube oí voces confusas que gritaban: ‘Viva la República’ y ‘Viva Napoleón’ y ‘Viva el Gran Monarca que Dios nos guarda’.

Al mismo tiempo se dio un gran combate, pero tan violento, como jamás se ha visto semejante; la sangre corría como cuando la lluvia cae muy fuerte, sobre todo desde el Sur al Norte, porque el Oeste me pareció más tranquilo…

Los malos querían exterminar a todos los ministros de la religión de Jesucristo y a todos los amigos de la legitimidad.

Ya habían hecho perecer a un gran número y anunciaban victoria, cuando de repente los buenos fueron reanimados por un socorro de lo alto y los malos fueron derrotados y confundidos.

El tiempo de todos estos trastornos no será superior a tres meses y el de la gran crisis en que los buenos triunfarán no será sino en un momento…

Cuando hayan repartido una enorme cantidad de libros perversos, los acontecimientos estarán próximos

Cuando los malos hayan repartido una enorme cantidad de libros perversos, estos acontecimientos estarán próximos.

En el instante en que ellos ocurran, todo entrará en orden y todas las injusticias, de cualquier clase que sea, serán reparadas, lo que irá a ser muy fácil por cuanto la mayor parte de los malvados habrán perecido en el gran combate, y los sobrevivientes estarán tan asustados del castigo de sus compañeros que nada podrá impedirles reconocer el dedo de Dios y admirar su omnipotencia.

Muchos se convertirán. La religión florecerá en seguida de la manera más admirable.

Yo he visto cosas tan bellas a este respecto que no encuentro expresiones para describirlas”.

Oscuridad del cielo acompañada de un trueno. Visión del 6 de enero de 1820:

“…Eran las cuatro de la mañana cuando perdí todas mis facultades y no sé en que terminó mi oración.

Me encontré transportada a un sitio tan vasto que me pareció abarcar todo el Universo.

Vi entonces por segunda vez aquellos árboles de que ya he hablado otra vez; pero me parecieron más grandes que la primera.

Tenían ramas de una extensión inmensa; pero estas ramas estaban inclinadas hacia la tierra y parecían casi muertas.

Sin embargo, a pesar de su poco vigor, aquellos árboles se agitaban de una manera tan rápida y tan regular que parecían temblar y querer invadirlo todo.

Oí, entonces, numerosas voces que gritaban con uno tono horrible y en un momento me creí medio muerta.

Pero mi miedo fue aún mayor, cuando oí las mismas voces que decían: ‘Somos vencedores, tenemos la victoria’.

En aquel instante en que las voces dejaban oír aquellas palabras, vi de repente que el cielo se convertía en profunda noche; jamás he visto nada tan oscuro.

Aquella oscuridad fue acompañada de un trueno que me pareció venir de las cuatro partes de la tierra.

Me es imposible pintaros cual fue mi espanto: el cielo se convirtió enteramente en fuego y de todos los lados salían inflamadas flechas. Se sentía un ruido tan horrendo que parecía anunciar la ruina completa del mundo.

Divisé entonces, una nube roja color de sangre de buey, que rodaba hacia todos lados, produciéndome mucha inquietud el no saber que significaba.

Luego pude ver una multitud de hombres y mujeres que tenían rostros asustantes y se entregaban a toda clase de crímenes; vomitaban horribles blasfemias contra lo que hay de más sagrado en el cielo y en la tierra.

Sentí una pena tan grande como la que experimenté otra vez al escribir esto.

Me sorprendió ver quienes estaban a la cabeza de esos desgraciados.

Lo que me sorprendió fue ver a la cabeza de esos desgraciados induciéndolos al mal a aquellos que precisamente por su estado, habrían debido inducirlos al bien.

Entre éstos había uno a quien no nombraré, el cual sufrirá la misma pena que los otros, a causa de su reprobable filosofía; el tiempo os lo dirá, cuando estos crímenes sean conocidos y castigados.

El trueno retumbaba aún en los aires de una manera penosa; cuando oí una voz que me dijo: Mí cólera caerá sobre aquellos que la han hecho estallar ‘ellos desaparecerán en un momento’.

Todo el universo quedará admirado al saber la destrucción de la más soberbia ciudad. Digo soberbia por sus crímenes. La abomino.

Yo le haré beber el vino de mi cólera.

Los dos árboles que tú ves, ella los ha engendrado; sus ramos representan a todas las naciones que ha envenenado con su malvada filosofía, que la impiedad reparte por todo el mundo.

Esta maldita Babilonia se ha embriagado con la sangre de mis santos, quiere seguir derramándola y también la de un príncipe…

Ella colmará estos terribles sucesos y yo le haré beber el vino de mi cólera; todos los males caerán a la vez sobre ella y en un solo instante.

Yo no oí más la voz, pero sí, un ruido espantoso; la gruesa nube se dividió en cuatro partes que cayeron a la vez sobre la gran ciudad y en un instante quedó ardiendo.

Las llamas que la devoraban se elevaron en los aires y en seguida no vi más que una vasta tierra negra como el carbón” (Temporum, págs. 91-97).

 

San Gaspar del Búfalo (1786-1836)

Roma: masacres de sacerdotes, cuatro días de carnicería. Previó:

“toda suerte de desgracias a la ciudad de Roma, especialmente masacres de sacerdotes, las cuales no deberían terminar sino después de una carnicería de cuatro días, particularmente del lado de la puerta de San Juan” (M. Servant, págs. 280-281).

El proceso de beatificación nos hace saber que el pronostica la exterminación de los perseguidores impenitentes de la Iglesia al cabo de tres jornadas:

“Aquel que sobreviva a los tres días de tinieblas y de espanto creerá haber quedado solo sobre la tierra, porque ella estará cubierta de cadáveres” (B. Sánchez, págs. 60-61).

 

Beata Ana María Taigi (1769-1837)

Los castigos de la tierra serán mitigados, los del cielo serán universales y espantosos. Sobre el Castigo:

“Cinco años antes de la muerte de Pio VII — refiere Mons. Natali — me describió la gran prueba en preparación: las revoluciones se abatirán sobre Roma, los desastres disminuirán por las satisfacciones de los santos.

La cizaña será arrancada y luego la mano de Dios volverá a imponer orden allí donde será impotente el esfuerzo humano.

Los castigos de la tierra serán mitigados, pero los del cielo serán universales y espantosos.

Millones de hombres morirán por el hierro, sea en la guerra, sea en las luchas civiles; otros millones perecerán de muerte imprevista.

Después, naciones enteras volverán a la unidad de la Iglesia, muchos turcos, paganos, judíos serán convertidos y su fervor llenará de confusión a los antiguos cristianos.

En una palabra, me decía que el Señor quería limpiar el mundo y su Iglesia, para lo cual preparaba un renacimiento milagroso, triunfo de su misericordia.

La tierra rodeada de llamas, la cubren las tinieblas…”

La misma visión se presentará muchas veces a la beata.

“Ve a la tierra rodeada de llamas, la cubren las tinieblas, se hunden numerosos edificios, la tierra y el cielo parecen agonizar.

La prueba es seguida de un renacimiento universal.

Y todo esto ocurrirá cuando parezca que la Iglesia ha perdido todos los medios humanos de hacer frente a las persecuciones” (Mons. C. Sallotti, pág. 159).

“No obstante, ve un día que el sol se abre y da paso a torrentes de sangre, mientras la Virgen intercede para detener los castigos preparados.

Símbolo de las grandes crisis mediante las cuales Dios iba a purificar a la Iglesia.

Parece desencadenarse un espantoso ciclón, el cielo arde, tiembla la tierra, se vislumbran pestes, revoluciones, revueltas, matanzas, batallas, negros aeróstatos recorren el cielo, cubriendo la tierra de fuego y de tinieblas…” (Mons. C. Sallotti, pág. 172).

Roma: los cadáveres de los muertos serán numerosos:

“Los cadáveres de los muertos en los alrededores de Roma serán tan numerosos como los peces dejados en esta ciudad por un reciente desbordamiento del Tiber.

Tinieblas pestilentes, pobladas de visiones horrorosas, envolverán la tierra durante tres días.

El flagelo de la tierra habrá sido mitigado por las oraciones, pero no el del cielo que será espantoso y universal”.

Los demonios aparecerán bajo toda suerte de formas horribles

“Todos los enemigos de la Iglesia, ocultos o aparentes, perecerán en las tinieblas, con excepción de algunos que Dios convertirá después.

El aire será apestado por los demonios que aparecerán bajo toda suerte de formas horribles.

Los cirios benditos preservarán de la muerte así como las oraciones a la Santa Virgen y a los ángeles. Después de las tinieblas San Pedro y San Pablo descenderán de los cielos, predicarán en todo el universo y designarán el Papa.

Una gran luz saldrá de su persona e irá a posar sobre el Cardenal futuro Papa». [Según esta visión — confirmada por otras de varios videntes — la Sede Apostólica estará vacante durante el gran Castigo, o por lo menos, durante una parte de él].

“San Miguel Arcángel apareciendo, entonces, sobre la tierra bajo forma humana, tendrá al demonio encadenado hasta la época de la predicación del Anticristo.

En ese tiempo la religión extenderá su imperio ‘Unus Pastor’.

Los rusos serán convertidos, así como los ingleses y la China, y el pueblo estará en júbilo contemplando el triunfo brillante de la Iglesia” (M. Servant, pág. 234; B. Sánchez, pág. 49).

“Habrá una terrible persecución y una desgraciada época donde se verá desenmascarar una multitud de gente que se creía estimable. Italia atravesará muchas y dolorosas pruebas” (M. Servant, pág. 253).

Un doble castigo: uno de parte de la tierra, el otro del cielo:

“Dios enviará un doble castigo: uno de parte de la tierra, a saber guerra, revoluciones y otros males; el otro del cielo, a saber una oscuridad espesa que impedirá ver a quien quiera que sea.

Esta oscuridad será acompañada de una infección del aire, que hará morir, sino exclusivamente, al menos principalmente a los enemigos de la religión.

Mientras dure el eclipse será imposible hacer luz.

Solo los cirios benditos se dejarán encender y podrán esclarecer.

Quien quiera que abra la ventana por curiosidad y mire afuera, o bien salga de la casa, caerá muerto en el acto.

En estos días todos deben quedar en su casa, recitando el Rosario e implorando la misericordia Divina…” (M. Servant, pág. 374).

 

Fray Ludovico Rocco (1748-1840)

La Europa entera será presa de una horrorosa guerra: la sangre correrá a torrentes. Sobre el Castigo:

“La Europa entera será presa de una horrorosa guerra donde se degollarán unos a otros, la sangre correrá a torrentes…

El Señor exterminará la mitad de los hombres. Los pobres se tornarán ricos y los ricos pobres” (M. Servant, pág. 300).

 

Petite Marie des Terreaux (1773-1843)

La profecía sobre el Castigo dice así:

“Tal como se vio comenzar la Revolución, tal se la verá acabar.

Se verán las mismas cosas y los mismos males que al principio: la República, la mentira, la licencia, etc., etc.

Pero todo irá más rápidamente y se terminará por un brillante prodigio.

Pasmará al universo el gran acontecimiento en que serán castigados los malos de una manera espantosa.

En los años que precederán al gran suceso habrá una gran mortandad y miseria.

Los malos serán desconcertados y muchas veces verán sus proyectos desbaratados, a causa de la oración de las buenas almas.

No desistirán por eso en su determinación de hacer perecer a todos los buenos, de los que, con anticipación, harán listas y señalarán las casas y puertas para que no escape ninguno.

Pero cuando se hallen a punto de ejecutar esta nueva justicia, comenzará Dios a ejecutar la suya; se verán como ciegos y heridos de vértigo, la división reinará entre ellos y se degollarán los unos a los otros.”

Cuando esté próximo el gran suceso aparecerán en el cielo fenómenos extraordinarios:

“El año que precederá al gran acontecimiento será muy malo; al contrario, el año que tenga lugar, ofrecerá una magnífica cosecha, mas no quedará bastante tiempo para que se consuma en abundancia.

Cuando esté próximo el gran suceso aparecerán en el cielo fenómenos extraordinarios: un gran personaje se convertirá en París y se hablará de formar un campo en la llanura de Saint Fond, cerca de Lyon, cuyas fortificaciones no se habrán terminado. Se verá rodeado de grandes aparatos de guerra.

Hacia ese tiempo adoptarán los malos, para reconocerse, un casquete de fondo llano y rojo que caerá de un lado.

Habrá un momento de anarquía terrible durante la cual se verán renovar todos los desórdenes de los tiempos peores.

El crimen, sin represión, llegará a su colmo.

Mas este tiempo de desolación será de corta duración; la Santa Iglesia será atacada con una furia inaudita, pero en esto sufrirá muy poco, mientras que sus enemigos se verán aniquilados casi en su totalidad.”

París será reducida como Sodoma y Gomorra:

“París será reducida como Sodoma y Gomorra y de lo que quede de sus habitantes gran parte se refugiará en Lyon.

Cuando se efectúe su fuga, estará próximo el gran acontecimiento.

Los ‘broteaux’ de Lyon, sus focos de abominación y de revolución serán sumergidas en las aguas, mas Lyon se salvará por la intercesión de la Santísima Virgen.

Francia se verá un momento amenazada por todas partes por las potencias extranjeras, sin que se sepa en el interior; la sorpresa y el espanto que causará esta noticia, infundirá el terror en el pueblo y ocasionará la anarquía y la guerra civil.

Los extranjeros penetrarán en Francia y avanzarán hasta las cercanías de Lyon.

Aquel ejército parecía mucho más numeroso a [a los ojos de] nuestros soldados que lo que era en efecto.”

Nuestro Señor como Hombre fue quien dio el primer golpe que fue terrible: un trueno:

“Lo que más fijaba mi atención era la primera línea, pareciéndome tan brillante, que podría tenerse por un ejército celestial.

Nuestro Señor como Hombre fue quien dio el primer golpe, porque conoce los buenos y los malos.

Vi lanzar el golpe fatal que fue terrible.

En el momento en que comenzó Dios a ejercer su justicia, oí un trueno espantoso que conmovió la tierra.

Esto será la señal por la que los buenos reconocerán que ha llegado la hora para el gran combate…

Oí una voz terrible que gritaba: ‘Todo está perdido’.

En aquel instante, el luminoso niño que me conducía, me hizo observar que a la altura de las casas y por encima de ellas había una batalla.

En efecto, eran como una especie de pájaros horribles y totalmente negros; daban unos gritos lúgubres y espantosos, batían las alas con fuerza e iban a golpear las casas.

Al mismo tiempo se libraba un gran combate en medio de una horrible carnicería en que la sangre formaba arroyos, sobre todo en la calle Guillotiera.

En la calle Barra, el combate fue tremendo y solo vino a ceder a la entrada de la plaza Bellecour. Casi todos los malos perecieron.

Poco después oí una voz dulce y agradable que dice: ‘Todo está salvado’.

He visto hombres que volvían del combate diciendo: ‘¿Como he podido escapar de esta carnicería?’

Unos se tocaban el pecho, otros el costado, encontrando con admiración, cruces, medallas, reliquias y exclamaban: ‘­Ah, mi mujer ha sido!

Mi hija ha sido, ha sido mi hermana la que ha puesto en mis vestidos, y esto es lo que nos ha preservado’. Y se convirtieron.”

En el momento en que sea castigada Francia de esta manera terrible, todo el universo lo será también:

“En el momento en que sea castigada Francia de esta manera terrible, todo el universo lo será también. No se me ha dicho como.

Se me ha anunciado que habrá un acontecimiento espantoso, que los que no estuviesen preparados creerán tocar su última hora y pensarán hallarse en el fin del mundo.

Pero repentinamente acabará la Revolución por un milagro que causará el asombro del universo: los pocos malos que queden se convertirán.

Las cosas que deben suceder serán una imagen del fin del mundo; serán tan terribles que bastarán para secarse de horror.

Se me ha dicho: ‘Todos los que están a Mi favor no perecerán, no perecerán’.

Mas yo he replicado: ‘Es imposible que dejen de perecer algunos buenos’.

Se me respondió: ‘Sí, podrá haber entre ellos algunas víctimas, mas no serán perdidos para Mí’. Después del gran combate será reconocida la legitimidad.”

Un brazo de hierro surgirá milagrosamente:

“En el curso de la Revolución se harán dos milagros; el primero la vuelta de los Borbones; el segundo su venida después de los Cien días.

Tendrá lugar un tercer milagro que pasmará a todo el universo y pondrá fin a la Revolución.

Un brazo de hierro surgirá milagrosamente al mando de un gran poder para vengar los ultrajes hechos a Dios y a la realeza, cuyos miembros sobrevivientes deben aparecer después del gran acontecimiento.

No habrá entonces allí, ni odio ni rencor'» (S. M. Mirakles, págs. 154-158; Temporum, págs. 159-161).

 

Sor Rosa Colomba Asdente (1781-1847)

No habrá más calma hasta que el descendiente de San Luis vuelva a subir al trono de Francia. Sobre el Castigo:
“La Revolución debe extenderse a toda Europa donde no habrá más calma hasta que el descendiente de San Luis vuelva a subir al trono de Francia.

Los ejércitos rusos y prusianos invadirán el suelo de Italia y llevarán el sacrilegio hasta alojar sus caballos en la nueva Iglesia de nuestro convento de Taggia; pero la Prusia será finalmente vencida y humillada”.

Ella predijo también un eclipse total de tres días (cfr. M. Servant, págs. 300, 327 y 377; Temporum, págs. 101 y 104).

 

Sor María Lataste (1822-1847)

Dios los dispersará y sus juicios serán irrevocables. Sobre el Castigo:

“Nuestro Señor le dice: Hija Mía ocúpate seriamente de la salvación de tu alma, porque el día del Señor se aproxima.

Se trata ahora de prepararse para el gran día del Señor. Él está decidido a levantarse contra sus enemigos.

El los abatirá con su mano poderosa, Él los dispersará y sus juicios serán irrevocables.

Todavía hoy escucho los que me dirigen esta súplica: ‘Señor no me castiguéis en vuestra cólera y no nos tratéis según nuestras iniquidades’.

Mas cuando mi día vendrá, Yo me erguiré contra todos aquellos que no sean de mi pueblo…

Yo no conozco el pueblo de los orgullosos, de los vengativos, de los codiciosos, de los perezosos, de los ambiciosos, de los hipócritas; Yo no conozco sus dioses ni sus reyes.

Yo me levantaré contra su pueblo, contra sus divinidades y sus reyes, y Yo los exterminaré por Mi eterna maldición.

Ese pueblo no escucha Mi voz y no me conoce.

Yo tampoco los conoceré y quedaré para siempre sordo a su apelo.

Si se me pregunta: ¿cuál es entonces vuestro pueblo?

Yo responderé: Mi pueblo comprende todos aquellos que me reconocen por Su Rey y Dios, que se someten a Mis Mandamientos y a Mis Preceptos, que Me dan su espíritu y su corazón.

He ahí a mi pueblo, el pueblo que Yo reconoceré públicamente en el día que he fijado, este día nadie lo sabe, porque es el Mío, que Yo haré venir bien pronto.

Mas a una hora en la cual nadie piensa, pese a los signos precursores en el cielo y sobre la tierra” (M. Servant, pág. 271).

Sobre Francia: El Primer Rey de Francia soy Yo, Yo soy el Señor de todos los pueblos, de todas las naciones:

“Hoy quiero hablaros de Vuestra patria. Ya varias veces Os he hablado de Francia pero nada Os he dicho acerca de lo que es ni cómo obra. Escuchad:

El Primer Rey de Francia soy Yo, Yo soy el Señor de todos los pueblos, de todas las naciones, de todos los reinos, de todos los imperios, de todas las dominaciones: Soy particularmente el dueño de Francia.

Yo le doy prosperidad, grandeza y poderío sobre todas las otras naciones cuando ella es fiel en escuchar Mi voz.

Yo levanto sus Príncipes por encima de los otros Príncipes del mundo cuando ellos son fieles al escuchar mi voz.

Yo bendigo sus poblaciones más que todas las otras poblaciones de la tierra, cuando ellas son fieles al escuchar mi voz.

Yo he escogido Francia para darla a Mi Iglesia como su hija de predilección” (M. Servant, pág. 760-761).

Sor María Lataste dirige a uno de sus directores estos avisos dados por Nuestro Señor:

“Hija mía reza por la Francia; Yo ya lo he dicho, me place repetirlo, si los golpes de la justicia de Mi Padre no han caído sobre ella, es María, la Reina del Cielo, que los ha detenido.

Satán ruge de rabia en el fondo de los infiernos contra un reino que, verdaderamente, le ha dado rudos golpes; él se estremece de furor viendo el bien que se hace en este lugar.

Él hace todos sus esfuerzos para aumentar el mal e irritar más la cólera Divina”.

Mi Madre tiene un derecho especial sobre Francia:

“Más una cadena que no puede romper lo cautiva; porque Mi Madre tiene un derecho especial sobre Francia, que le está consagrada, y por este derecho, Ella detiene el brazo encolerizado de Dios y dispensa sobre este país que le es devoto, las bendiciones del cielo para hacerlo crecer en el bien.

Es porque Yo no he cesado de advertir para prevenir inmensas calamidades”.

En una visión del 20 de noviembre de 1843, escuchó de Nuestro Señor estas palabras:

“Francia, cuanto tú eres ingeniosa para irritar y calmar la Justicia de Dios. Si tus crímenes hacen caer sobre ti los castigos del Cielo, tu virtud de caridad exclamará al Cielo: Misericordia y piedad, Señor.

Te será dado ver los juicios de Mi Justicia irritada, en un tiempo que te será manifestado y que tú conocerás sin temor de error.

Mas tú conocerás también los juicios de Mi compasión y de mi misericordia, y tú dirás: alabanza y agradecimiento, amor y reconocimiento a Dios, para siempre en los siglos y en la eternidad” (M. Servant, págs. 775-776).

Sobre París:

“Me pareció hallarme en una gran plaza de París.

En medio de aquella plaza vi a un joven sobre una pequeña columna; estaba vestido con un ropaje rojo y llevaba una diadema sobre la cabeza: tenía su sable en la vaina y un arco en la mano.

Sus miradas eran fulminantes y su boca pronta a lanzar amenazas.

Vi inscrito encima de su cabeza, en caracteres de fuego: El ángel exterminador.

A esta vista me sobrecogí de no sé que sentimiento de temor, de dolor y de compasión y exclamé muchas veces:¡Señor conservad París. Salvad al Rey… ­Oh, París ciudad execrable!

Hace mucho tiempo que mereces mi indignación y si no he dejado caer sobre ti la ola de mi cólera, es porque, por un efecto de misericordia, he detenido mi brazo vengador pronto a pesar sobre ti.

He dejado libre a la multitud innumerable de pecadores por no castigar los justos.

Tus habitantes te maldecirán un día porque los habrás saturado con tu aire emponzoñado.

Aquellos a quienes hubieres dado asilo te darán su maldición porque habrán encontrado la muerte en tu seno” (S. M. Mirakles, págs. 129-130; M. Servant, pág. 338).

“¿Qué espíritu de loca libertad ha reemplazado en su corazón el espíritu de la sola libertad verdadera descendida del cielo, que es la sumisión a la voluntad de Dios?

¿Qué espíritu de egoismo seco y lleno de frialdad ha reemplazado en su corazón al espíritu ardiente de la caridad descendida del cielo que es el amor de Dios y del prójimo?” (S. M. Mirakles , pág. 113).

 

Sor María de Saint Pierre (1816-1848)

El mayor peligro para la cristiandad y para la Iglesia serían los comunistas. Sobre el Castigo:

Esta carmelita decía que en el porvenir el mayor peligro para la cristiandad y para la Iglesia serían los comunistas, que en 1848 eran bien poco conocidos.

“Nuestro Señor me ha dicho que estos sectarios no habían hecho sino una incursión, más que trabajaban en secreto en sus designios. ­

¡Ah, si vos conocieseis sus maquinaciones diabólicas, sus principios anticristianos!

Ellos esperan un día favorable para invadir Francia”.

También anunció la victoria:

“Esta faz ultrajada aparecerá un día gloriosa y sus enemigos aniquilados para siempre. Los demonios lanzados a las tinieblas y la Santa Faz reinará sobre la tierra” (M. Servant, págs. 256 y 576-577).

 

Fray Bernardo María Clausi (+1849)

Las cosas llegarán al colmo, será cuando Dios pondrá allí la mano suya. Sobre el Castigo:

“Las cosas llegarán al colmo, y cuando todo parezca perdido y la mano del hombre no pueda más nada, será cuando Dios pondrá allí la suya y arreglará todas las cosas en un abrir y cerrar de ojos, como de la mañana a la tarde…

Vendrá un flagelo terrible y dirigido únicamente contra los impíos.

Será un flagelo enteramente nuevo y como no se ha visto otro en el mundo.

El cielo y la tierra se unirán y grandes pecadores se convertirán porque entonces conocerán a Dios.

Este flagelo se hará sentir en el mundo entero y será tan terrible que los sobrevivientes se imaginarán ser los únicos que se han librado. Este azote será instantáneo, pero terrible.”

Tan grande será la persecución contra los justos que éstos tendrán que sufrir un verdadero martirio:

“Yo no veré estos castigos, los cuales serán seguidos de una reorganización general y de un gran triunfo para la Iglesia.

Felices aquellos que vivan en esos días afortunados porque reinará una verdadera y fraternal caridad.

Mas, antes que estas cosas lleguen, el mal habrá hecho progresos en el mundo que parecerá que los demonios han salido del infierno.

Tan grande será la persecución contra los justos que éstos tendrán que sufrir un verdadero martirio” (Temporum, págs. 144-145; M. Servant, pág. 372; S. M. Mirakles, págs. 153-154).

 

Josefina Lamarine (1787-1850)

Sangre. Sangre. La república roja. Sobre el Castigo:

“El terror será de los réprobos porque la puerta del infierno está abierta y el demonio espera.

No hagáis más desastres; la república los hace bastantes. No hay necesidad de hacer otros más. La república se ha matado.

Veo un carruaje en que había grandes tablones, que se descargaban. La voz me dijo: ‘esto es para formar cadalsos’.

Sangre. Sangre. La república roja. Ved, ya ha llegado la terrible revolución de sangre. La eternidad se aproxima.

Con la bandera roja están los lobos en el jardín. Ya no hay más propietarios. Pobre París. Mírate ya estás destruida.”

La Santísima Virgen ha enviado el ángel exterminador:

“La guerra es terrible. Ellos caen de todos lados. Ved aquí el hombre. Y sin sacerdotes.

Mirando a todos lados, la vidente divisó un soldado que era llevado por algunos. ­

¡Ah, exclamó, es un sacerdote!

Y la voz dice: Dos veces he sido rechazado; dos veces he vuelto a entrar. Pobre ciudad. Tú no existes ya.

Todos lloraban. La Santísima Virgen ha enviado el ángel exterminador. Todo el mundo llora en París.

Ha llegado la hora de las tinieblas. Las tinieblas han llegado.

La religión nacerá de sus cenizas y se mostrará con toda su sublimidad por algún tiempo” (S. M. Mirakles, págs. 136-137; M. Servant, pág. 235).

 

Sor María Rafols (1781-1853)

Cuando sean probados, levanten su espíritu y pongan en mi y en mi Santísima Madre, toda su confianza. Nuestro Señor le dice:

“Escribe, hija mía, Yo vendré en socorro de todos aquellos que me veneran y que, en sus necesidades, vendrán a mí con confianza».

El 19 de abril de 1815:

“Yo salvaré a España recurriendo a prodigiosos milagros que muchas personas verán claramente con sus propios ojos.

Y mi Santísima Madre les comunicará lo que tendrán que hacer para apaciguar a mi Padre Eterno y hacerles pedir perdón” (M. Servant, págs. 721-722).

El 1 de Julio de 1838:

“Mira, hija mía, tú no puedes comprender todo lo que voy a decirte, pero tampoco hace falta que lo sepas, pues, no lo digo para ti, sino para otros hijos míos que serán muy perseguidos y estarán muy dudosos y apurados con las luchas que les armará el enemigo que quiere destruir la religión y hasta mi dulce nombre de todos los ámbitos de la tierra.

Cuando llegue esta época, que empezará abiertamente en el año 1931 [*], quiero que todos mis hijos, los hombres, cuando sean probados, levanten su espíritu y pongan en mi y en mi Santísima Madre, toda su confianza” (S. M. Mirakles, págs. 84-85; M. Servant, pág. 722).

 [*] El año 1931 cayó la monarquía en España y se proclamó la República.

 

San Juan Bautista Maria Vianney (1786-1859)

Paris será destruida y quemada definitivamente, entretanto no lo será enteramente. Después de predecir las guerras de 1870 y 1914 dice lo siguiente:

“Antes del gran golpe, habrá unos negocios pequeños… El negocio importante no pasó aún.

Paris será destruida y quemada definitivamente , entretanto no lo será enteramente.

Mas habrá cosas más terribles que aquellas que ya visteis.

Habrá un límite que la destrucción no pasará, no sé dónde será pero nosotros estaremos más allá.

Dejarán quemar París y quedarán contentos (los alemanes). Más serán combatidos y derrotados para siempre.

Se retirarán para su país, sin embargo el ejército francés los perseguirá y pocos serán los que entrarán en él.

Entonces se les tomará lo que habían llevado y mucho más”.

Los comunistas de París se esparcirán por toda Francia y se multiplicarán mucho. Los comunistas:

“Los comunistas de París, después de derrotados se esparcirán por toda Francia y se multiplicarán mucho, se han de apoderar de armas, oprimirán a las personas de bien; en fin estallará la guerra civil en todas partes.

Los malos se apoderarán del norte, del oeste y del oriente, y perpetrarán muchos asesinatos, querrán hacer desaparecer todos los sacerdotes y todos los religiosos.

Perecerá mucha gente, más que la primera vez, porque no se habrán convertido.
Se destruirán muchas casas, destruirán… destruirán…

Mucha gente buena perecerá. Estas personas, sin embargo, como serán felices…

No demora esto por mucho tiempo. Pensarán que todo está perdido, más el Buen Dios salvará todo…

Será una señal del juicio final.

Paris será mudada, como también lo serán dos o tres ciudades.

El castigo que no habrá convertido la primera vez, será tan claro ahora, que lo han de reconocer y el pueblo se convertirá” (P. Julio María, págs. 22-24).

 

Sor Palma María Addolorata Matarelli D’Oria (1825-1872)

Roma será particularmente probada y algunos dignatarios de la Iglesia serán inmolados por los malos. Sobre el Castigo:

“Roma será particularmente probada y algunos dignatarios de la Iglesia serán inmolados por los malos.

Los sectarios, después de la caída del rey-ladrón, vendrán para apoderarse de la ciudad santa; mas ellos serán detenidos a las puertas y huirán espantados.

En su fuga ellos serán triturados bajo los golpes del ángel exterminador que en el tiempo de los judíos destruyó los 185.000 hombres del ejército de Senaquerib.

La verdadera Paz vendrá después.

A las perturbaciones de la revolución se unirán otros castigos como la peste y el hambre.

Signos extraordinarios aparecerán en el cielo.

Habrá tres días de tinieblas; ni un solo demonio quedará en el infierno; todos saldrán y el aire será corrompido; será la última plaga.

Después una gran cruz aparecerá en el cielo, y el triunfo de la Iglesia será tal que hará olvidarse bien rápido todas las desgracias.

Francia será la primera castigada y la primera a ser reerguida” (M. Servant, págs. 309-358).

 

Santa Catalina Labouré (1806-1876)

En su primera aparición, el 18 de julio de 1830, Nuestra Señora le anunciaba grandes infortunios que iban a precipitarse sobre la sociedad en el mundo entero. Después de comunicarle la caída del trono (Carlos X) le dice:

“El mundo entero será ‘renversé’ por desgracias de toda suerte” (A. Marty, pág. 49).

 

Papa Pío IX (1846-1878)

“No hay que hacerse ninguna ilusión: la revolución llegará aquí… se quiere enarbolar la bandera revolucionaria en el Capitolio.

Vos sabéis como yo, que la roca Tarpeya no está lejos” (M. Servant, pág. 306; citado de Curicque, Voix Prophetiques, Tomo II, págs. 418-419).

 

Sor María de Jesús Crucificado (1846-1878)

Es necesario que esta cisterna sea llenada de sangre para calmar la justicia de Dios. Sobre el Castigo:

“Ella tenía un ardiente amor por Francia y hablaba de ella en sus éxtasis en términos inflamados.

En sus visiones Francia era ‘la rosa’ y la Santa Iglesia ‘el Olivo’. En todas sus profecías el tema general era: ‘la prueba, sobre todo por una guerra sangrienta, la victoria y las consecuencias del triunfo’.

Muchas veces desde 1873, ella anunciaba una guerra que haría correr ‘ríos de sangre’.

Ella preguntaba en un éxtasis: ¿cuando terminará esta guerra?

Después de un tiempo de silencio, ella transmitió la terrible respuesta: ‘Ah, será larga porque es necesario que todo el mundo pase por ella, pequeños y grandes: nosotros estamos corrompidos’.

Y este éxtasis particularmente doloroso parecía ponerle bajo los ojos los esfuerzos de dos ejércitos inmensos encarnizados uno contra el otro.

Ella veía a veces dos cisternas, una ya llena de sangre, la otra todavía vacía, mas tan grande que la sangre de tres cuartos de los hombres no parecía poder colmarla, y la voz le decía:

‘Ved, es necesario que esta cisterna sea llenada para calmar la justicia de Dios…’

El 13 de mayo de 1874, una voz le dice: Yo os advierto, como ya os advertí dos meses antes de las guerras que arribarían a Francia (la guerra de 1870).

Mas esta que Yo os anuncio será diez veces más terrible que la que ha llegado entonces a Francia.

El 14 de agosto de 1874, [una voz le dice]: Será una masacre terrible, se marchará con la sangre hasta las rodillas.

Yo pienso que, en esta guerra que va a venir, se tomará a todos los sacerdotes para combatir…

Yo no sé si es de esta manera que los sacerdotes perecerán porque deben quedar muy pocos después de la prueba; me parece que se les colocará adelante en el mayor peligro” (A. Marty, págs. 64-65).

 

San Juan Bosco (1815-1888)

La gran prostituta de Babilonia. Sueño sobre el Castigo:

“La vigilia de la Epifanía del presente año de 1870 desparecieron todos los objetos materiales de mi cuarto y me encontré en la contemplación de cosas sobrenaturales.

Fue cosa de breves instantes pero vi mucho.

Si bien de forma y de apariencia sensible, sin embargo no se puede sino con gran dificultad comunicar a los otros con signos externos y sensibles. He aquí una idea de lo que vi.

Ahí está la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre.
Del sur viene la guerra. Del norte viene la paz”.

Sobre Francia:

“Las leyes de Francia ya no reconocen al Creador, y el Creador se dará a conocer y la visitará tres veces con el azote de su furor.

En la primera humillará su soberbia con las derrotas, con el saqueo, con la destrucción de sus cosechas, de sus animales, y de sus hombres.

En la segunda, la gran prostituta de Babilonia, aquella que, suspirando, los buenos llaman ‘el prostíbulo de Europa’, será privada de su jefe y hecha presa del desorden”.

Sobre París:

“París… París… En vez de armarte con el nombre del Señor, te rodeas de casas de inmoralidad.

Estas serán destrozadas por ti misma, tu ídolo será reducido a cenizas para que se cumpla: ‘Mentita est iniquitas sibi’ (la iniquidad se engañó a si misma).

Tus enemigos te pondrán en aprietos, te traerán el hambre, el terror y la abominación de las naciones.

Mas, ¡­ay de ti si no reconocieras la mano que te golpea! Quiero castigar la inmoralidad, el abandono, el desprecio de mi ley, dice el Señor.

En la tercera caerás en manos extranjeras: tus enemigos verán desde lejos tus palacios envueltos en llamas, tus habitaciones convertidas en montón de ruinas bañadas con la sangre de tus valientes que ya no existen.

Mas he aquí un gran guerrero del norte, lleva un estandarte y en la diestra que lo empuña está escrito: ‘Irresistible la mano del Señor’.

En aquel instante el venerable anciano del Lacio le salió al encuentro ondeando una lámpara ardentísima.

Entonces el estandarte se ensanchó y de negro que era se tornó blanco como el campo de la nieve.

En medio del estandarte, con caracteres de oro, estaba escrito el nombre de aquel que todo lo puede.
El guerrero con los suyos hizo una profunda reverencia al Anciano y se estrecharon la mano”.

El enemigo sembrará discordia entre tus asesores, suscitará enemigos entre mis hijos. Al Papa:

“Ahora la voz del cielo se dirige al Pastor de los pastores.

Tú estás en la gran conferencia con tus asesores; pero el enemigo del bien no se da un momento de reposo; estudia y pone en práctica contra ti todas las artes.

Sembrará discordia entre tus asesores; suscitará enemigos entre mis hijos.

Las potencias del siglo vomitarán fuego y querrían que las palabras fuesen sofocadas en la garganta de los defensores de mi Ley.

Esto no se verá; se harán el mal a sí mismos. Tú apresúrate; si las dificultades no se resuelven trúncalas.

Si te hayas en apuros, no te detengas; continua hasta que se haya cortado la cabeza a la hidra del error.

Este golpe hará temblar la tierra y el infierno, pero el mundo estará a salvo y todos los buenos se alegrarán.

Reúne, por tanto, contigo, aunque no sean más que dos, los asesores; pero dondequiera que fueres, continúa y termina la obra que te ha sido encomendada.

Los días corren veloces; tus años se acercan al número determinado, pero la Gran Reina será siempre tu ayuda y como en tiempos pasados, así en el porvenir será ‘magnum et singulare in Ecclesia praesidium…”.

Tus hijos piden el pan de la fe y no encuentran quien se lo parta. Sobre Italia:

“Más tú Italia, tierra de bendiciones, ¿quién te ha puesto en desolación?…

No digas que los enemigos, sino tus amigos. ¿No oyes que tus hijos piden el pan de la fe y no encuentran quien se lo parta? ¿Qué haré?

Golpearé a los pastores, dispersaré el rebaño, para los que se sientan en la cátedra de Moisés busquen buenos pastos y la grey escuche dócilmente y se apaciente.

Pero sobre el rebaño y sobre los pastores pesará Mi mano; la carestía, la peste, la guerra, harán que las madres lloren la sangre de sus hijos y de sus maridos muertos en tierra enemiga”.

Roma ingrata, Roma afeminada, Roma soberbia. Sobre Roma:

“Y de ti, oh Roma, ¿qué será? Roma ingrata, Roma afeminada, Roma soberbia.

Has llegado al punto que no buscas ni admiras en tu soberano más que el lujo, olvidando que tu gloria y la suya está sobre el Gólgota.

Ahora él está viejo, achacoso, inerme, despojado de todo; sin embargo, con su esclava palabra, todavía hace temblar el mundo.

Roma… Yo vendré cuatro veces sobre ti.

En la primera castigaré la tierra y tus habitantes.

En la segunda llegará la ruina y el exterminio hasta tus murallas. ¿Todavía no abres los ojos?

Vendré la tercera vez y destruiré las defensas y los defensores y al dominio del Padre sucederá el reino del Terror, del espanto y de la desolación.

Pero mis sabios huyen, Mi ley es todavía pisoteada; por eso te haré la cuarta visita. ¡Ay de ti, si Mi Ley es todavía para ti un nombre vano!

Se darán prevaricaciones entre los doctos y los ignorantes. Tu sangre y la sangre de tus hijos lavará las manchas que tú infieres a la ley de tu Dios.

La guerra, la peste, el hambre, serán los flagelos con que será castigada la soberbia y la malicia de los hombres.

¿Dónde están, oh ricos, vuestra magnificencia, vuestras villas, vuestros palacios? Convertido se han en la basura de las plazas y de las calles.

Pero vosotros sacerdotes, ¿por qué no corréis a llorar entre el vestíbulo y el altar, pidiendo que cesen los castigos?

¿Por qué no tomáis el escudo de la fe y no vais por los tejados, por las casas, por las calles, por las plazas y por todo lugar, incluso el inaccesible a llevar la semilla de mi palabra?

¿Ignoráis que es la terrible espada de dos filos que abate a mis enemigos y rompe la ira de Dios y de los hombres?

Estas cosas deberán venir inexorablemente una después de la otra.

Pero la Augusta Reina de los cielos está presente.

El poder de Dios está en sus manos; disipa como niebla a sus enemigos.

El venerado anciano está revestido de todas sus antiguas vestiduras.

Sobrevendrá todavía un violento huracán (Biografía y Escritos de San Juan Bosco, págs. 393-395).

El sueño del caballo rojo: […] obra devastadora comenzada por autoridades más o menos conscientemente cómplices. Sobre el comunismo:

El sueño del caballo rojo el santo lo tuvo el 6 de julio de 1862. Vio aparecer un caballo rojo enorme, del tamaño de una montaña.

Infundía terror, dicha bestia de orejas tiesas, cara horrorosa, «tenía mucha gente encima, que le salían alas… que invadía la tierra… y exclamé: ­¡Pero esto es un demonio!»

Don Bosco después de este sueño pensó mucho sobre el significado del mismo y mandó estudiar en el Apocalipsis si el equus rufus era mencionado.

El santo llegó a la conclusión de que ese caballo rojo significaba la “democracia sectaria que rabiando contra la Iglesia y contra el orden, avanzaba conjurando contra el orden social y subvertiéndolo todo, sin detenerse a su paso, que se impone a los gobiernos, a las escuelas, a los tribunales, a los municipios, a todo, y que corre desolada llegando a sus consecuencias extremas, pero desgraciadamente lógicas.

Obra devastadora comenzada por autoridades más o menos conscientemente cómplices suyos, en detrimento de la sociedad religiosa, de toda institución buena, del derecho común, de la propiedad…” (Biografía y Escritos de San Juan Bosco, págs. 600-601).

 

Sor María de los Dolores y Patrocinio (1811-1891)

La lucha del león señalado con la cruz con otro león que después se convirtió en serpiente. Visión de un gran combate:

“El día de San Agustín de 1835 por la noche, el tiempo que la comunidad se iba a recoger dejando a mi venerada Madre en su cama en el suelo, tuvo un éxtasis admirable.

Una visión muy misteriosa, en concepto de la Rvda. Madre Pilar que la presenció, por algunas palabras sueltas que le oyeron y por lo que la misma Madre, obligándola a hablar, pudo sacarle.

Parecía que veía una gran batalla; a la Reina de los Ángeles sentada con Su Divino Hijo en figura de niño dormido; a los cuatro doctores de la Iglesia y a muchos otros personajes, detrás de un león que aparecía sentado y con una cruz en la frente.

La lucha era con otro león que después se convirtió en serpiente. El león señalado con la cruz, estaba como quien no puede moverse, y, al principio solo meneaba la cola y alguna pata, mas siempre permanecía inmóvil a pesar de los esfuerzos en contrario.

Cuando alentaba el león de la cruz hacia el Niño Dios que la Virgen Santísima tenía en sus brazos, despertaba éste, y entonces cobraba el león nuevos bríos y peleaba con más fuerza.

Por fin tomó la Señora a su Dulce Niño dormido y lo puso sobre el león de la cruz; y entonces fue hecha la victoria; y los dos personajes que estaban detrás del león, el uno también con una cruz, se unieron, y todo fue gozo y alabanza a Dios.

Este éxtasis o visión duró desde las diez de la noche hasta la una de la madrugada… Estuvo todo este tiempo hermosísima y como quien presenciaba una batalla.

Unas veces se le encendía el rostro y se regocijaba mucho; otras, como quien escucha con atención grandísima, y luego decía alguna palabra.

Cuando alentaba el león y despertaba el Niño decía: ‘­¡Ay! significa las oraciones de los fieles el alentar el león’” (Sor María Isabel de Jesús, págs. 86-87).

 

Hermano Antonio (1820-?)

Grandes guerras tendrán lugar y la Santa Iglesia será sumergida en la aflicción. Sobre el Castigo:

“Nosotros tocamos ahora a la época de los grandes acontecimientos en Europa.

Grandes guerras tendrán lugar y la Santa Iglesia será sumergida en la aflicción…

Es necesario que todas estas pruebas lleguen, a fin de que Prusia sea de tal manera reducida que ella quede para siempre incapaz de afligir a la Santa Iglesia” (M. Servant, pág. 327; P. Julio María, págs. 26-31).

 

Sor De Bourg (Siglo XIX)

Los ángeles exterminadores con el gladio en la mano esperaban la señal para herir la tierra. Mensaje de Nuestro Señor al Rey Luis Felipe:

“Vos me habéis despreciado, vos habéis hecho apostatar mi pueblo haciéndolo trabajar el Domingo…

«Para los años 1848, 1849 y 1850: Intercesión de la Santísima Virgen para detener el brazo de su Hijo.

Nuestro Señor acepta con agrado las oraciones, mas acrecienta que los crímenes de los hombres iban tan lejos que si Él no los castigaba, los flagelos más tarde serían más terribles…

Los ángeles exterminadores con el gladio en la mano, no esperaban sino la señal para herir la tierra”.

Frenesí en la búsqueda del placer:

“El Señor se ha quejado de una manera terrible; El se queja de ese frenesí en la búsqueda del placer.

Él se queja de los bailes escandalosos, de la indecencia y del lujo de los adornos femeninos, y si El prohíbe en el Santo Evangelio, aún un solo mal deseo, no hay que asombrarse que castigue terriblemente la corrupción de las costumbres que es la consecuencia necesaria de todos estos abusos, la causa de todos estos crímenes y que arrastran, con la ruina de las buenas costumbres, la salvación y ocasionan la pérdida de las almas.

Los pueblos, como siempre, han imitado los malos ejemplos de los grandes: no hay más dique al torrente de las pasiones furiosas; la autoridad divina es enteramente desconocida; los hombres desprecian las leyes de Dios y los hijos las de las familias; así el orden es ficticio, se mantiene únicamente por la fuerza y la violencia.

Solo parece que valiera la pena conseguir el confort y el placer sensual.

Y como el dinero es el único que los da, el dinero no solo es procurado, sino reverenciado.

Para numerosos espíritus, hoy en día, la vida no tiene otro significado que el de atesorar lo más posible a fin de gozar lo más intensamente que el hombre pueda hacerlo” (M. Servant, págs. 91-92).

En 1857 escribía:

“He aquí donde estamos: los castigos del Señor van a caer sobre nosotros de diversas maneras. Flagelos, sangre derramada. Habrá en nuestra Francia un trastorno espantoso” (M. Servant, pág. 268).

“Los días serán abreviados en favor de los justos” (M. Servant, pág. 362).

“Habrá una crisis terrible, pues me ha sido dicho que después de este tiempo de prueba el Señor traerá de nuevo el príncipe ‘Dieudonné’ [dado por Dios]” (M. Servant, pág. 541).

 

Mariana Galtier (Siglo XIX)

Esta profecía, relatada por el P. Charbonnel en 1869, que la había obtenido de testigos personales, ha sido pronunciada en 1880, cuando se ofició el Te Deum por la toma de Argelia. La gran prostituta será destruida por el fuego:

“Cuando viereis la guerra entre Francia y Alemania, podréis decir que es el comienzo de la tercera y última plaga. 1Ay (tres veces). ¡­Ay de Francia! (tres veces). ­¡Hay de Alemania! (tres veces). ¡­Ay de Italia! (tres veces).

Francia será desunida entre sí, le faltará todo socorro.

El ángel no meterá la espada en la vaina sino después de haber castigado a todas las naciones.

Durante la cosecha de las uvas, habrá un gran combate entre París y Lyon.
La gran prostituta será destruida por el fuego.

El ángel del Señor advertirá a los justos de París.

Nadie sabrá de donde ha venido el fuego. Todos los malos perecerán.”

Un príncipe, llegará como por milagro. Será de la sangre de la antigua raza:

“Las desgracias de Francia serán tan grandes que muchos morirán de espanto.
En esta guerra, quien se crea vencedor será vencido.

Francia se verá tan apurada de hombres y de dinero que le faltarán las cosas más necesarias. Mas esto no será largo.

Un príncipe conocido solo de Dios y que hace penitencia en el desierto, llegará como por milagro. Será de la sangre de la antigua raza…” (S. M. Mirakles, págs. 135-136; M. Servant, págs. 322, 341, 389 y 541).

 

Venerable Fray Jacinto Coma (Siglo XIX)

La Providencia hará de un solo golpe lo que habría demorado mucho tiempo. Sobre el Castigo:

“La Providencia tiene en reserva un medio imprevisto, que hará de un solo golpe lo que habría demorado mucho tiempo siguiendo el curso normal de las cosas” (M. Servant, pág. 377).

 

Juan Stehlmayer (Siglo XIX)

La muerte herirá por epidemias y por una guerra de exterminio de pueblo a pueblo. Nuestra Señora le dice:

“Venid a mí, no temáis… Escuchad bien, escuchad bien lo que yo voy a enseñaros, a fin de poder anunciar a los otros.

He aquí lo que les diréis: Yo no puedo nada más con mis oraciones ante Dios, porque los hombres han llevado la iniquidad hasta el extremo y ellos no tienen más caridad los unos con los otros, Dios los va a golpear con un castigo terrible.

No queda más remedio que una pronta penitencia para escapar a su cólera.

Si no la muerte herirá con golpes redoblados, por epidemias y por una guerra de exterminio de pueblo a pueblo: estos flagelos precipitarán los malos en el infierno, en castigo de sus crímenes, mientras que abrirán el cielo a los justos que sucumban.

¿Me habéis comprendido bien, mi querido hijo?

Yo soy la Madre de Dios. No dejéis de hacer conocer a los otros lo que acabo de deciros” (M. Servant, págs. 250-251. — Citado por el P. Curicque, Voix Prophetiques, Tomo II, pág. 524).

 

María Martel (Siglos XIX y XX)

Un cisma está en vías de realizarse. Sobre el Castigo:

En enero de 1897 Nuestra Señora le dijo:

“Hijos míos, rezad, porque grandes males os van a golpear. La guerra contra la Iglesia bien pronto va a declararse de todos lados. Un cisma está en vías de realizarse”.

“La Santa Virgen suplica: ¡Oh París, París, no ha respetado las leyes de mi Divino Hijo!… será castigada y destruida por el fuego… Poca gente restará… aquellos que quedarán no se reconocerán…

París será destruida por el fuego si rehúsa convertirse… he ahí la punición que le está reservada.

Inglaterra será castigada, yo he visto navíos hundirse sobre los cuales estaba escrito ‘Inglaterra’”.

El primer golpe será sobre París.

En septiembre de 1907: “El primer golpe será sobre París: los teatros van a saltar, las víctimas van a arder, la sangre va a correr”.

El 7 de julio de 1901, después de la visión de una caída de bolas multicolores, el Sagrado Corazón le dice que se trataba de fuego del cielo para París y otros diferentes lugares (M. Servant, pág. 342).

El 6 de junio de 1902: “Yo he escuchado la voz de Nuestra Buena Madre que me dijo: ‘Es necesario rezar bien a causa de las desgracias y los castigos que van a llegar.

En Francia dos volcanes van a estallar, dos montañas van a desplomarse.

Los infortunios de la Martinica no son nada al lado de lo que va a venir…’

El buen Jesús me ha dicho: ‘En Francia, dos volcanes van a estallar las montañas van a derrumbarse…

Fuera de Francia muchos temblores de tierras, también volcanes van a explotar, las montañas se desmoronan” (M. Servant, pág. 404).

El 1 de mayo de 1903: “La Santa Virgen anuncia: ‘El tiempo vendrá, hijos míos, rezad, rezad mucho…

Es necesario rezar por el futuro Rey… y por el Soberano Pontífice…

La República va a caer; es el reino de Satanás… Otro mundo y otro Reino van a venir…”

El 2 de mayo de 1903: “En estos días, hijos míos, vosotros vivís bajo el reino de Satanás, y este reino es un reino de crímenes y de desgracias.

Francia renacerá por el Sagrado Corazón de mi Divino Hijo” (M. Servant, págs. 822-823).

 

Teresa Higginson (1844-1905)

Tinieblas de la inteligencia, en las cuales el hombre se ha precipitado. Sobre el Castigo:

“Si no fuese por obediencia, yo nunca intentaría describir las cosas espantosas que me han sido mostradas.

Yo no sé cómo, ni adonde he sido transportada, más me parecía un lugar elevado desde donde mirando para abajo percibía la tierra.

Primero, vi una nube de tinieblas envolverla: eran tinieblas reales, espesas, materiales, que comprendí ser un signo de las tinieblas de la inteligencia, en las cuales el hombre se ha precipitado.

Después escuché el ruido violento del trueno, vi brillar el rayo y me parece que bolas de fuego caían sobre la tierra y se hundían hasta su centro, haciendo volar las rocas en astillas.

Enseguida escuché la ola impetuosa de las aguas, y un terrible gemido de duelo sube de la tierra.

Entonces, postrándome humildemente, imploraba misericordia por la Sangre de la amarga Pasión de Jesucristo…

No puedo decir cuánto duró, porque estaba tan horrorizada cuanto humillada; enseguida escuché una voz que reconocí perfectamente bien ser la de nuestro querido Señor y Salvador Jesucristo, diciendo: ‘Decid que ni uno de aquellos que me han sido dados será perdido’.

Entonces, las tinieblas de la tierra se detuvieron, los rayos cesaron y yo percibí sombras, figuras humanas, muriendo de hambre, con aire extraviado.

Ellos se levantaron temblando; vi el signo de sus frentes y me uní a ellos y a toda la corte celestial. Alabé y bendije a este Dios de sabiduría infinita que en su misericordia, nos ha rescatado por su sangre” (M. Servant, págs. 258-259).

 

Josefina Reverdy (1854-1908)

Unos perecen en medio del flagelo, otros bajo los escombros de las casas o en las llamas o en las trincheras sangrientas. Sobre el Castigo:

“Los castigos han comenzado y continuarán a llover sobre la naturaleza entera. ¡Oh, que desolación!.

Desgracia, desgracia a aquellos que se encontrarán en la desgracia de Dios.

Habrá tales sacudidas en la tierra que los hombres morirán de espanto.

En medio de la tormenta, hombres de aspecto horroroso harán escuchar aullidos aterradores pareciendo a aquellos del infierno; sus corazones estarán inflamados de las pasiones más feroces.

Un populacho alterado de sangre sumergirá las almas más sólidas en un terror mortal.

Las casas se hundirán. Unos perecen en medio del flagelo, otros bajo los escombros de las casas o en las llamas o en las trincheras sangrientas.

La sangre de las víctimas se extiende hasta el mar. Una parte de la tierra está toda desierta; nadie, sin el poder de Dios podrá sustentarse.

Las almas más fervientes caerán en una angustia mortal. Habrá tan terribles tempestades que las montañas serán conmovidas, que las casas, los edificios se hundirán.

La tercera parte de los hombres perecerá.

En ese momento el sol se oscureció. Tinieblas espesas llenas de espíritus satánicos cubren la tierra.

La luna se tornará roja como la sangre. Estad provistos de cirios benditos.

Es necesaria a todo precio una regeneración del género humano. Vosotros no seréis sacudidos más allá de vuestras fuerzas.

Rezad, rezad. Después de la persecución, la Iglesia triunfará y reflorecerá” (M. Servant, pág. 236).

 

Sor Catalina Filljung (1848-1915)

París: estrechaba por fuera, víctima de los furores de la revolución, y de un hambre tan terrible que las madres devoraban a sus hijos. Sobre el Castigo:

Su biógrafo relata: “Catalina temía para París la suerte de Jerusalén.

Muy común, en otros tiempos, se le había escuchado gritar en éxtasis: ¡­oh París, segunda Jerusalén por tus crímenes, segunda Jerusalén por tu castigo!’.

Después de esto, ella veía ‘como fuego del cielo que caía’.

Era la venganza divina.

La gran ciudad asediada, mientras que el enemigo la estrechaba por fuera, era víctima de los furores de la revolución, y de un hambre tan terrible que las madres devoraban a sus hijos.

Los amotinados saqueaban, incendiaban París, principalmente los barrios más bonitos. ‘Los alemanes estarán contentos de verla destruir, mas no serán ellos que la destruyan, ellos no podrán entrar’.

Después de la guerra, París perdía su primacía, otra ciudad, una ciudad del centro se tornaba capital…” (M. Servant, págs. 348-349).

Sor Catalina anunció que habrá una persecución sangrienta, muchas iglesias, especialmente la del ‘Sacré Coeur’, serán profanadas y destruidas”.

Ella también vio: “En un palacio al borde del Sena, un cuarto subterráneo donde hombres tenían una sesión alrededor de una larga mesa cubierta de papeles; estos papeles eran las leyes que hacían contra la Iglesia.

Las leyes antirreligiosas le eran presentadas como la obra de la franc-masonería; ella las veía elaboradas en la cámara por hombres que trabajaban bajo tierra, portando pequeños mandiles” (M. Servant, pág. 761).

 

Madame Royer (1841-1924)

Los franceses irán hasta los bordes de la desesperación. Ellos no tendrán coraje sino contra ellos mismos. Sobre el Castigo:

“Yo he visto, en mi oración, el cielo de nuestro país lleno de combates, el suelo del norte de Francia labrado por profundos surcos.

Ellos estaban llenos de sangre. Nuestras campiñas me han sido mostradas devastadas, nuestras iglesias destruidas, ni siquiera nuestras catedrales serán respetadas.

La paz que seguirá a esta guerra, [*] será una falsa paz, plena de dificultades diplomáticas, económicas, sociales y financieras.”

[*] Esta visión fue el 24 de mayo de 1914.

“El mundo se hundirá en la impiedad, la impureza y el completo olvido de Dios y correrá así a su castigo.

Los franceses irán hasta los bordes de la desesperación. Ellos no tendrán coraje sino contra ellos mismos.

Una a una todas las soluciones para poner fin a sus males se desvanecerán.

Cuando todo recurso humano haya desaparecido, y que todo parezca perdido, el Sagrado Corazón intervendrá.

Entonces surgirá el elegido de Dios, y Francia no podrá negar que ella deberá su salvación solamente al Sagrado Corazón”.

El Soberano Pontífice será desgraciado. En otra visión:

“El Soberano Pontífice será desgraciado. Toda la Iglesia será desolada a causa de él.

Por él, para su liberación, será necesario recurrir al Sagrado Corazón”.

En otra revelación, Madame Royer vio desaparecer al Papa en medio de la desolación de la Iglesia.
Ella también vio a Nuestro Señor llorar sobre París como antaño sobre Jerusalén, y con las mismas quejas.

“Un príncipe viene del extranjero para liberar a Francia” (A. Marty, págs. 82-91).

 

María Julia Jahenny (1850-1941)

Habrá prodigios diabólicos en los aires. Sobre el Castigo:

“Habrá prodigios diabólicos en los aires; los amigos del Señor no deben ir a ver esos prodigios de Satán que son el anuncio de la cólera de Dios y de los castigos” (M. Servant, pág. 83).

San Miguel dice a la vidente:

“El infierno va a triunfar y los justos serán víctimas de un pueblo impío; el infierno ruge de espanto y de terror y Satán, en su conquista nos dice: ‘A mí la victoria. Yo he conquistado la Francia casi entera’.

La desolación será tan grande y los castigos tan terribles que muchos se consumirán de espanto y se creerán en el fin del mundo.

Habrá tinieblas físicas durante tres días, y de día, habrá una noche continua.

Únicamente los cirios de cera benditos podrán dar luz durante esta terrible oscuridad.

Un solo cirio bastará para los tres días, pero en las casas de los impíos ellos no darán ninguna luz; durante estos tres días de tinieblas los demonios aparecerán bajo las formas más horrorosas y las más espantosas.

Escucharéis en el aire las blasfemias más horribles. Los rayos penetrarán en vuestras casas, mas ellos no extinguirán la luz de los cirios benditos.

Ni el viento, ni la tempestad, ni los temblores de tierra podrán apagarlos.

Nubes rojas como la sangre recorrerán el cielo, el ruido del trueno estremecerá la tierra, rayos siniestros surcarán las nubes en una estación donde ellos no se producen nunca.”

Los castigos serán comunes a todo el mundo y se sucederán sin interrupción:

“La tierra será removida hasta sus fundamentos. El mar levantará olas ruidosas («mugissantes») que se esparcirán sobre todo el continente.

La sangre correrá con tanta abundancia que los hombres la tendrán hasta la cintura.

La tierra se tornará como un vasto cementerio. Los cadáveres de los impíos y de los justos cubrirán el suelo.

El hambre será grande; en fin todo será trastornado. Las tres cuartas partes de los hombres perecerán.

La crisis explotará casi súbitamente. Los castigos serán comunes a todo el mundo y se sucederán sin interrupción.

Algunos tal vez reirán de nuestra credulidad. Es que ellos no han visto ni la guerra ni la Comuna en 1870-71 con sus horrores, y ellos creen que la guerra actual (1914), desde tan largo tiempo prevista y anunciada, no es sino una conflagración resultante de conflictos entre naciones y no una advertencia del cielo. Pidamos y recemos por ellos.

Los hombres han querido resolver sus asuntos entre ellos mismos, hoy el cielo está cerrado.

Reabrámoslo por la oración y la penitencia y estemos prontos” (M. Servant, págs. 238-239; B. Sánchez, págs. 57-58).

Ellos llegarán a traer sobre Francia castigos de fuego:

“Ellos llegarán a traer sobre Francia castigos de fuego… El cielo se abrirá por tres aberturas espantosas… será un derrumbe de fuego de diferentes colores.

Y estos tres derrumbes espantosos serán percibidos de todo el pueblo… Habrá gritos horrorosos, llantos, gemidos, torturas de cuerpos… El ojo percibirá figuras deformes, rasgos, más rasgos que no se parecerán a los hijos del cielo…

En los tres hundimientos de fuego, habrá un sonido lúgubre… y es en este momento, donde el aire se tornará una peste insoportable al olfato de los elegidos…

Será en este momento el gran diluvio y el juicio de la Sodoma culpable, el juicio de los crímenes realizados…

El suelo no será sino una tumba hundida y yaciendo sobre sus piedras ardientes, cadáveres inanimados…

No quedará nada de esta casa donde se forjan las malas leyes, de donde se va a acabar en la muerte de la fe en las almas, de donde se va a lanzar la última inmundicia en el alma de los niños, los cuales en su mayor parte ya están condenados a nunca jamás verme y nunca jamás amarme”.

En una revelación de 1903 dice:

“El fuego del cielo caerá sobre Sodoma y principalmente sobre esta sala del infierno donde se fabrican las malas leyes.

Ella será deglutida y su lugar será como una inmensa cantera de la cual hasta el fin del mundo no será posible aproximarse sin estremecerse de horror” (M. Servant, págs. 347-348).

El 17 de enero de 1922 Maria Julie ve una cruz brillante más bella que todo lo que hay de más bello en la tierra.

De esta cruz encantadora brotó una nube que se extiende a una distancia inmensa.

Dios le dice: “Yo me levantaré bien pronto en todo el esplendor de mi justicia… Yo trastornaré la tierra, Yo fulminaré al alma culpable…

Será un gran diluvio de espanto.

Poco después de los doscientos años el triunfo de mi Sagrado Corazón tendrá lugar.

En fin, cuando se lanzaren todas las cruces cabeza para abajo, cuando se impongan las leyes más satánicas, las más infames, al clero y a los fieles, allí Yo me levantaré.

La tierra habrá sido destruida, todo lo que se encuentra en flores y en granos será destruído y quemado; todo lo que sea blanco y fresco será tiznado del humo de mi cólera” (M. Servant, pág. 574).

El 17 de octubre de 1877, día de la fiesta de Santa Margarita María, El Divino Maestro, mostrándole la llaga de su Corazón le dice:

“Hijos míos, es mi Sagrado Corazón que tiene el privilegio de las gracias; en Él está el triunfo.

Mas antes de daros el triunfo, Yo os quiero probar. Yo os enviaré muchos males, vos veréis mi Justicia caer sobre la tierra.

Vos veréis también signos precursores aparecer en el firmamento.

Yo había prometido a la bienaventurada víctima de mi Sagrado Corazón (Sta. Margarita María) dar el triunfo a Francia y a la Iglesia por mi Sagrado Corazón, a condición de que todos los hijos de Francia sean sumisos.

Si ellos fueren ingratos, los castigos debían ser más terribles, Yo había prometido a la víctima de mi Sagrado Corazón que quizás Yo habría atendido doscientos años [antes] o más, si mi pueblo hubiera sido dócil.

Yo habría dado más temprano el triunfo. Él no ha sido dócil. Mas poco después de los doscientos años el triunfo tendrá lugar. Mi víctima, guarda esto en la memoria.

Yo he anunciado a muchas almas que antes del triunfo de Francia habría una gran lucha entre todos mis hijos, los buenos y los malos.”

Que mis hijos fieles no se dejen reducir por las armas de los malos; Yo deseo que ellos les resistan:

“Que mis hijos fieles no se dejen reducir por las armas de los malos; Yo deseo que ellos les resistan; por su fe y coraje ellos lo lograrán.

Será el último esfuerzo de los malos, y es entonces que Yo los detendré.

Ellos, entonces, intentarán lanzar la perturbación por medio de los enemigos de mi Iglesia, profanar todo lo que es respetable sobre la tierra; será en vano.

Recuérdate de mi promesa: Yo salvaré la Francia por mi Sagrado Corazón, Yo la resucitaré por el amor de mi Sagrado Corazón.

Hijos míos, una vez más, Yo os prevengo. Satán va a satisfacer su rabia que es tanto más grande (él lo sabe) cuanto los suyos serán vencidos.

Yo quiero humillar mi pueblo, porque él no ha escuchado mis palabras.

Mas inmediatamente Yo daré una victoria completa, es decir, la resurrección de la hija mayor de la Iglesia.

He ahí el momento, hijos míos, donde la flor de lis blanca y la bandera blanca van a ser pisadas, mas no será sino por un tiempo, su triunfo vendrá enseguida” (M. Servant, págs. 766-768).

 

Berta Petit (1870-1943)

Se constatará bien pronto la poca estabilidad de una paz establecida fuera de Mi y sin la intervención de aquel que habla en mi Nombre. Sobre el Castigo:

El 12 de diciembre de 1912, Nuestro Señor le dice: “Un doble homicidio abatirá al sucesor del viejo soberano de Austria, fiel a su fe.

Este será el primero de los acontecimientos dolorosos, pero útiles a mis designios, que precederán al castigo”.

El 29 de junio de 1914: “A partir de este momento comienza la marcha ascendente de los acontecimientos precursores que os conducirán a la gran manifestación de mi justicia”.

El 17 de octubre de 1918: “Las pruebas renacerán, hasta el día en que, habiendo reconocido humildemente sus errores, esta nación (Francia) me devolverá mis derechos y dará plena libertad a mi Iglesia”.

El 28 de Octubre de 1918 y en Julio de 1919: “Se constatará bien pronto la poca estabilidad de una paz establecida fuera de Mi y sin la intervención de aquel que habla en mi Nombre.

La nación a la que se le dice ‘vencida’, mas cuyas fuerzas no están sino pasajeramente disminuidas, queda como una amenaza para Bélgica así como para Francia. Las perturbaciones y las amenazas se van a propagar en todos los países.

Porque esta voz no es la mía, es que las guerras recomenzarán por todas partes, guerras intestinas y guerras de razas.

Lo que hubiese sido tan grande, tan verdadero, tan bello, tan durable por su cumplimento, está retardado.

La humanidad va hacia una tormenta horrorosa, que dividirá cada vez más los pueblos; ella reducirá a la nada las combinaciones humanas; ella quebrará el orgullo de los dominadores del momento; ella mostrará que nada subsiste sin Mi y que Yo continúo siendo el Señor del destino de los pueblos”.

En 1928: “Si los hombres viesen los horrorosos medios de destrucción y pensasen en todo lo que se prepara para una próxima guerra de venganza, no hay uno que no desease morir”.

Último socorro que Yo doy antes del fin de los tiempos: la devoción a Mí Sagrado corazón y el Doloroso e Inmaculado Corazón de María

El 10 de mayo de 1940: “Son los corazones los que deben ser cambiados.

Esto será por la devoción conocida, desarrollada, predicada y aconsejada por todas partes (Sagrado Corazón de Jesús y el Doloroso e Inmaculado Corazón de María).

Es el último socorro que Yo doy antes del fin de los tiempos” (R. Christoflour, págs. 209-216; A. Marty, págs. 113-118).

Nuestra Señora le anuncia: “Los acontecimientos se aproximan como una nube que crece y se extiende desmesuradamente.

Las naciones perecerán en el fuego y en la sangre, como si ellas fuesen alcanzadas por rayos que vienen del cielo. Terrible perspectiva.

Mi Corazón de Madre se debe imponer para la salvación de las almas y la purificación de las naciones sin que se lo perciba…” (B. Sánchez, pág. 62).

 

Heede – Mensajes de Nuestro Señor y Nuestra Señora (1937-1946)

Los hombres no creyeron en las palabras de mi Madre cuando apareció en Fátima

Heede es una aldea situada al norte de Alemania cerca de la frontera con Holanda.

Nuestra Señora se apareció entre 1937 y 1940 más de cien veces a cuatro niñas de doce a catorce años: Anni Schulte, Grete y María Gasebforth, y Suli Bruns.

La Gestapo intervino, llegando a aprisionar a las niñas, a quienes prohibió acercarse al lugar de las apariciones.

La Santísima Virgen habló pocas veces, pidió oraciones a las niñas y les dio varios mensajes secretos, uno de ellos para ser contado solamente al Papa.

También Nuestro Señor Jesucristo apareció varias veces a partir de octubre de 1943.

El día 21 de octubre de 1945 Nuestro Señor se apareció a Grete, pues en la aldea se iba a realizar un baile de gala.

El ordenó que no se hiciese y que los padres que enviasen a sus hijas deberían dar severas cuentas a Dios y finalizó con estas palabras:

“Los hombres no creyeron en las palabras de mi Madre cuando apareció en Fátima. ­

¡Ay de ellos si, ahora, no creyeren en mis palabras! Los tiempos presentes son graves y serios. Haced penitencia. Rezad, rezad…”

El 7 de febrero de 1946 Grete oyó estas palabras de Jesús: “Mi novia, los tiempos se tornaron cada vez más graves.

Si los hombres no se convierten y continúan a ofenderme a Mi y al Inmaculado Corazón de mi Madre, sobre ellos caerá un castigo aún más terrible.

Mi querido Salvador, ¿en qué os ofenden más?

Mi querida novia, ellos Me ofenden diariamente por medio de pecados de impureza, de soberbia y de codicia.

Los hombres deben hacer penitencia y convertirse para que Yo pueda retirar mi mano castigadora. Mas, si no hicieren eso y no se reconcilian Conmigo, el castigo vendrá” (R. Ernst, págs. 87-94).

 

Marienfried – Mensaje de Nuestra Señora (1940 y 1946)

Grabo Mi señal en la frente de mis hijos

Apariciones de Nuestra Señora en Pfaffenhofen, cerca de Ulm, Alemania, en 1946, en repetidas oportunidades, a la Srta. Barbel Ruess, a partir del día 25 de abril.

La primera visión se dio cuando el vicario de la parroquia, su hermana y ella buscaban en la floresta el lugar en que debían construir una capilla que habían prometido a Nuestra Señora.

Barbel siente que alguien le llama, se introduce en la floresta y exclama: «”Vengan, vengan a ver que Señora es ésta”.

El párroco y su hermana fueron pero no vieron nada. Cuando le preguntaron que le había dicho la Señora, ella dijo: “Son cosas incomprensibles. Allá donde hubiere mayor confianza y donde se enseñare a los hombres que yo puedo todo, propagaré la paz.

Entonces, si todos los hombres creyeren en Mi poder, habrá paz. Soy la señal de Dios vivo. Grabo Mi señal en la frente de mis hijos. La estrella perseguirá la Señal; Mi Señal, sin embargo, vencerá a la estrella”.

Barbel no sabía quien era la Señora, mas dijo que fue la misma que el 13 de mayo de 1940 se le apareció en la floresta y le enseñó a rezar el rosario de la Inmaculada, en el que se reza en cada cuenta:

“Por vuestra Inmaculada Concepción, salva nuestra patria, por vuestra Inmaculada Concepción, guía nuestra patria”. En lugar de patria se puede poner otra intención.

El 25 de mayo de 1946 un ángel invitó a Barbel a ir a Marienfeld — así se llama el lugar donde la capilla iba a ser construida.

Nuevamente la Señora apareció, Barbel la reconoció como a María, Madre de Nuestro Señor. Ella exclamó: “María”, y Nuestra Señora le dijo:

Tened ilimitada confianza en mi Inmaculado Corazón

“Sí, soy la gran Medianera de las Gracias. Así como el mundo puede encontrar misericordia junto al Padre sólo por medio del sacrificio del Hijo, así también, solo por Mi intercesión podéis ser oídos por el Hijo.

De ahí que Cristo es tan desconocido, porque Yo no soy conocida.

El Padre Eterno derrama su copa de odio sobre los pueblos, porque ellos rechazaron a Su Hijo.

El mundo fue consagrado a Mi Inmaculado Corazón, mas la consagración se transformó en una terrible responsabilidad.

Yo exijo que el mundo viva la consagración. Tened ilimitada confianza en mi Inmaculado Corazón. Creed que todo lo puedo delante del Hijo.

Colocad Mi Inmaculado Corazón en lugar de vuestros corazones pecaminosos.

Cumplid mi pedido para que en breve Cristo reine como Rey de la Paz. El mundo debe beber hasta el fin el cáliz de odio por causa de los innumerables pecados con los cuales mi Corazón es injuriado.

La estrella del abismo [*] se indignará con más furor que antes y causará terribles devastaciones, porque ella sabe que su tiempo es corto y porque ve que ya muchos pasaron en cantidad para mi Señal.

Sobre esta Señal, ella no tiene poder, aunque mate los cuerpos. Pero de esos sacrificios ofrecidos a Mi, crece mi poder de conducir las multitudes a la victoria por Cristo.

Unos ya mandaron grabar Mi señal y otros todavía lo harán.

A vos, hijos míos, quiero decir: en los días sangrientos no os olvidéis de que justamente esta cruz es una gracia, y agradeced siempre al Padre esta gracia.

Rezad y haced sacrificios por los pecadores. Ofreceos, a vosotros mismos, y a vuestras acciones, al Padre por mi intermedio.

Rezad el Rosario no apenas para alcanzar los bienes exteriores. Hoy se trata de más.

No esperéis señales o milagros. Operaré secretamente como Medianera de todas las Gracias.

Quiero transmitir la paz a vuestros corazones si cumpliereis Mi pedido.

Solamente sobre esta paz podrá ser edificada la paz entre las naciones.

Entonces Cristo reinará sobre todos los pueblos como Rey de la Paz. Procurad divulgar mi voluntad. Te daré la fuerza necesaria.

[*] Símbolo del comunismo.

Si colocaren Mi Corazón en lugar de sus corazones pecaminosos, el demonio no tendrá poder

“Aparentemente el demonio tendrá tal poder que muchos que no estuvieren fuertemente ligados a Mi se dejarán engañar.

Vendrá un tiempo en que tú te encontrarás completamente sola y serás terriblemente calumniada, pues el demonio sabe cegar los hombres de modo que hasta los mejores se engañan. Tú, sin embargo, debes tener confianza.

En todas partes donde los hombres no confiaren en mi Corazón, el demonio tendrá poder. Donde, sin embargo, colocaren Mi Corazón en lugar de sus corazones pecaminosos, el demonio no tendrá poder.

El, mientras tanto, perseguirá a mis hijos que serán despreciados. Mas el demonio no conseguirá vencerlos”.

Cuando Nuestra Señora hablaba, mantenía su faz simple.

Después de la conversación, el ángel comenzó a rezar, Barbel solo consiguió entender:

“Obrad como Madre admirabilísima, tres veces gracias admirables… Vos, Madre digna de confianza… Vos, Gran Medianera de las Gracias…”

A esa oración la aparición se volvió más hermosa, enteramente luminosa y diáfana, como se fuera hecha de luces y rayos.

Los ojos tenían un brillo extraordinario. Al finalizar la oración del ángel Nuestra Señora dio la bendición diciendo: “Yo os transmito la Paz de Cristo en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Y cuando dio la bendición se hizo transparente como el cristal.

Vuestras oraciones y sacrificios han de destruir la imagen de la bestia

En la tercera aparición, el 25 de junio de 1946, Nuestra Señora dice: “Soy la Gran Medianera de las Gracias.

El Padre quiere que el mundo reconozca esta posición de su Sierva.

Los hombres deben creer que yo, como eterna Esposa del Divino Espíritu Santo, soy la fiel Mediadora de todas las gracias.

Solamente mis hijos conocen mi señal que se manifiesta ocultamente, y por eso dan al Eterno la honra que le conviene.

Mi poder aún no puedo revelarlo al gran mundo. Debo recogerme con mis hijos.

Ocultamente quiero obrar maravillas en las almas hasta que esté completo el número de oblaciones.

En vosotros está la posibilitad de abreviar los días de oscuridad.

Vuestras oraciones y sacrificios han de destruir la imagen de la bestia; entonces podré revelarme al mundo entero en honra al Altísimo.

Escogí mi señal para que en breve la Santísima Trinidad sea adorada y reverenciada por Mi intermedio. Orad siempre. Rezad el rosario.

Suplicad todo al Padre por medio de mi Inmaculado Corazón. Si fuera para su Gloria Él os lo dará. Rezad el rosario de la Inmaculada, el Rosario lleno de gracias que os enseñé.

Pedid con él, no cosas efímeras, mas sí gracias para las almas, para vuestra comunidad, para los pueblos, para que todos amen y honren el Divino Corazón.

Observad el sábado consagrado a Mí, como yo lo deseo. Los apóstoles y los sacerdotes deben consagrarse especialmente a Mí, para que los grandes sacrificios que el Inescrutable exige de ellos, crezcan en santidad y valor, si fueren colocados en mis manos.

Si en eso os empeñareis con ahínco, Yo cuidaré del resto. Sobre mis hijos colocaré cruces pesadas y profundas como el mar porque los amo en mi Hijo Inmolado, os pido que estéis preparados para cargar la cruz, para que en breve haya paz.

Exijo que los hombres cumplan luego mi voluntad, porque esta es la Voluntad del Padre Celestial y porque es también necesaria, hoy y siempre, para su mayor honra y gloria.

Dolor terrible está prometido por el Padre a aquellos que no quisieren someterse a mi voluntad.

En muchas naciones ese grupo ha de tener representantes que cuidarán que el mensaje sea propagado

“Dijo también que éste era su mensaje al mundo y respecto del cual los hombres deben ser instruidos. Entonces Barbel preguntó como se debía hacer esto.

La Virgen respondió que se debía decir a los hombres que Ella poseía un nuevo mensaje para el mundo.

No debía, no obstante, revelar pormenores y circunstancias exteriores.

Es preciso que los hombres reconozcan que la voluntad de ellos debe ser la voluntad del Padre. Los espíritus se separarán ante este mensaje.

Un gran grupo quedará escandalizado con él; mas habrá un grupo menor que los comprenderá bien y le dará valor.

Este pequeño grupo reconoce su lugar en los tiempos actuales y le dará alegría.

En muchas naciones ese grupo ha de tener representantes que cuidarán que el mensaje sea propagado.

Muchos de este grupo ya podrán ver sus maravillas ocultas.

Reconocerán que ella es su Madre Admirable y han de honrarla bajo este título.

Siguió un largo diálogo entre Nuestra Señora y Barbel, ésta pidió una señal exterior como prueba de la autenticidad de aquella visión.

La Virgen respondió: ‘ Ya di tantas señales y ya hablé tantas veces al mundo, mas los hombres no las tomaron en serio. Por causa de las señales exteriores vinieron grandes multitudes, a las cuales no les importaba lo esencial’”.

Nuestra Señora deseó que en ese lugar se erigiese la capilla tal como lo habían prometido y que la imagen que debería colocarse fuese la de Mater ter admirabilis… (cfr. R. Ernst, págs. 107-118).

 

Sor Helena Aiello (+1961)

Los gobiernos y los pueblos se han levantado como demonios en carne humana

El viernes Santo 16 de abril de 1954 recibió la siguiente revelación:

“Hija mía, ved el estado en el cual me han dejado los pecados del mundo.

El mundo está lleno de suciedad por una obra de corrupción.

Los gobiernos y los pueblos se han levantado como demonios en carne humana; mientras que ellos hablan de paz, preparan la guerra construyendo armas devastadoras, destinadas a aniquilar pueblos y naciones.

Ellos se han tornado ingratos a mi Corazón Sacratísimo abusando de mi gracia, han transformado el mundo en un teatro de crímenes; innumerables escándalos conducen las almas a su pérdida… sobre todo la de los jóvenes.

El mundo se ha entregado sin freno a los placeres y se ha dejado llevar a horribles perversiones.

El mal ejemplo de los padres lleva las familias a los crímenes y a las infidelidades, en lugar de animarlos a la virtud y a la oración… la familia, fuente de fe y de santidad, es mancillada y destruida.

Abusando de su libre arbitrio, los hombres no cambian y se establecen obstinadamente en sus pecados. Son severos los castigos y los flagelos que Dios envía para hacerlos entrar en razón, pero los hombres se tornan furiosos como bestias feroces que se acaban de herir y endurecen su corazón contra la gracia de Dios”.

El mundo no merece más el perdón sino el fuego, la destrucción y la muerte

“El mundo no merece más el perdón sino el fuego, la destrucción y la muerte. Los fieles deberán hacer penitencia y rezar mucho para frenar este castigo que ellos han merecido, mas que es retardado por la intervención de mi querida Madre, Madre también de todos los hombres…

El flagelo está pronto para librar la tierra del mal.

La Justicia Divina reclama satisfacción por tantas ofensas y maldades universalmente extendidas y que se han hecho intolerables.

Los hombres obstinados en sus faltas se apartan de Dios, no se someten más a la Iglesia, desprecian los sacerdotes de los cuales muchos son malos y causa de escándalo…” (B. Sánchez, págs. 43-44).

 

Teresa Musco (1943-1976)

20 de mayo de 1951:

“Teresa, hija de mi corazón, estoy aquí para confiarte unas cosas que deberás guardar solo para ti, hasta que yo lo desee.

Verás muchos cambios en la iglesia. Los cristianos que recen serán pocos.

Muchas almas caminan hacia el infierno. Las mujeres perderán el pudor y la vergüenza. Satanás tomará su forma para hacer caer a muchos.

En el mundo habrá crisis comunes. El gobierno caerá. El papa pasará horas de agonía; al final yo está ahí para conducirlos al paraíso.

Tendrá lugar una gran guerra. Muertos y heridos incalculables. Satanás cantará su victoria pero será el momento en que todos verán a mi hijo aparecer sobre las nubes y el juzgará a cuantos han despreciado su sangre inocente y divina. Entonces mi corazón inmaculado triunfará».

13 de agosto de 1951:

“Hija mía, estoy aquí para decirte que el padre enviará un gran castigo al género humano en la segunda mitad del siglo XX.

Sábete hija mía que Satanás reina en los mas altos puestos.

Cuando Satanás llegue a la cima de la iglesia, entiende que este instante habrá conseguido seducir a los espíritus de los grandes científicos y será el momento en que ellos intervendrán con armas potentísimas con las cuales es posible destruir gran parte de la humanidad”.

7 de octubre de 1951:

“Hija mía, están preparadas las tribulaciones que el padre tiene dirigidas a Italia y sólo las almas que se ofrezcan como víctimas pueden tocar de lleno el corazón de mi hijo y del padre.

A partir de 1972 se iniciará el tiempo de Satanás, los cardenales se opondrán a los cardenales y los obispos contra los obispos.

Te encuentras en medio de una generación muy difícil, en la cual se pretende explicarlo todo científicamente y nadie piensa en dar un poco de calor, un poco de amor, inclusive para los más pobres”.

3 de enero de 1952:

“Quiero decirte que el mundo está pervertido. Me he aparecido en Portugal y he dado mensajes pero ninguno me ha escuchado.

He hablado en Lourdes, en la Salette, pero pocos corazones duros se han ablandado.

Quiero también decirte muchas cosas que afligen a mi corazón.

Te quiero hablar incluso del tercer secreto que diera a lucía en Fátima, te debo decir que hace tiempo que ha sido leído (por las autoridades eclesiásticas) pero ninguno se pronunciará en público si no es elegido Paulo VI (aquí se adelanta proféticamente la subida del papa Juan XXIII).

Con el paso del tiempo, el papa se encontrará con Lucía (Paulo VI elegido papa se trasladó en viaje a Fátima y se encontró con lucía en el año de 1967), pero este papa pedirá oración y penitencia en todo el mundo y no se atreverá a hablar del secreto porque es espantoso.

El fuego y el humo descompondrán al mundo. Las aguas de los océanos se convertirán en fuego y vapor.

Las espumas se elevarán anegando a Europa y todo se hundirá bajo la lava de fuego. Los pocos elegidos que vivan envidiarán a los muertos…”

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Visiones que tuvieron los Santos sobre el Purgatorio

La experiencia de los Santos reafirma nuestra fe en el purgatorio, sobre su existencia y sobre cómo podemos hacer los vivientes para ayudar a las almas que están atrapadas allí.

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TERTULIANO

En las “Actas del martirio de Santa Felicidad y Perpetua” cuenta lo que le sucedió a Santa Perpetua hacia el año 202. Una noche, mientras estaba en la cárcel, vio a su hermano Dinocrates, que había muerto a los siete años de un tumor en el rostro. Ella dice así: “Vi salir a Dinocrates de un lugar tenebroso, donde estaban encerrados muchos otros que eran atormentados por el calor y la sed. Estaba muy pálido. En el lugar donde estaba mi hermano había una piscina llena de agua, pero tenía una altura superior a un niño y mi hermano no podía beber Comprendí que mi hermano sufría. Por eso, orando con fervor día y noche, pedía que friera aliviado… Una tarde vi de nuevo a Dinocrates, muy limpio, bien vestido y totalmente restablecido. Su herida del rostro estaba cicatrizada. Ahora sí podía beber del agua de la piscina y bebía con alegría. Cuando se sació, comenzó a jugar con el agua. Me desperté y comprendí que había sido sacado de aquel lugar de sufrimientos” (VII,3-VIII,4)

SAN AGUSTÍN

En el siglo V, afirma: “La Iglesia universal mantiene la tradición de los Padres de que se ore por aquellos que murieron en la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo” (Sermo 172,1). “Opongan los herejes lo que quieran, es un uso antiguo de la Iglesia orar y ofrecer sacrificios por los difuntos” (libro de herejías, cap 53). Su madre Santa Mónica antes de morir dice: “Sepulten mi cuerpo donde quieran, pero les pido que, dondequiera que estén, se acuerden de mí ante el altar del Señor” (Confesiones IX,11). Y él dice: “Señor, te pido por los pecados de mi madre” (Conf IX,13). “Señor, que todos cuantos lean estas palabras se acuerden ante tu altar de Mónica tu sierva y de Patricio, en otro tiempo su marido, por los cuales no sé cómo me trajiste a este mundo. Que se acuerden con piadoso afecto de quienes fueron mis padres en la tierra… para que lo que mi madre me pidió en el último instante, le sea concedido más abundantemente por las oraciones de muchos, provocadas por estas Confesiones y no por mis solas oraciones” (Conf IX,13). Y afirmaba que “el sufrimiento del purgatorio es mucho más penoso que todo lo que se puede sufrir en este mundo” (In Ps. 37, 3 PL 36).

Algo parecido decía Santa Magdalena de Pazzi, quien pudo una vez contemplar a su hermano difunto y dijo: “Todos los tormentos de los mártires son como un jardín de delicias en comparación de lo que se sufre en el purgatorio”.

SANTA CATALINA DE GÉNOVA

Llamada la doctora del purgatorio, escribió un tratado sobre el purgatorio, que en 1666 recibió la aprobación de la Universidad de París, y dice que “en el purgatorio se sufre unos tormentos tan crueles que ni el lenguaje puede expresar ni se puede entender su dimensión.

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

Que vivió en el siglo XIII, tuvo una experiencia mística que lo hizo patrono de las almas del purgatorio. Un sábado en la noche, después de prolongada oración, estaba en su lecho, queriendo dormirse, cuando escuchó una voz lastimera que le decía: “Nicolás, Nicolás, mírame si todavía me reconoces. Yo soy tu hermano y compañero Fray Peregrino. Hace largo tiempo que sufro grandes penas en el purgatorio. Por eso, te pido que ofrezcas mañana por mí la santa misa para yerme por fin libre y volar a los cielos… Ven conmigo y mira”. El santo lo siguió y vio una llanura inmensa cubierta de innumerables almas, entre los torbellinos de purificadoras llamas, que le tendían sus manos, llamándolo por su nombre y le pedían ayuda.

Conmocionado por esta visión, Nicolás la refirió al Superior que le dio permiso para aplicar la misa durante varios días por las almas del purgatorio. A los siete días, se le apareció de nuevo Fray Peregrino, ahora resplandeciente y glorioso, con otras almas para agradecerle y demostrarle la eficacia de sus súplicas. De aquí tiene su origen la devoción del septenario de San Nicolás en favor de las almas del purgatorio, es decir, mandar celebrar siete días seguidos la misa por las almas del purgatorio.

SAN GREGORIO MAGNO

Algo parecido podemos decir de las 30 misas gregorianas. Cuenta el gran Papa y Doctor de la Iglesia San Gregorio Magno (+604) que, siendo todavía abad de un monasterio, antes de ser Papa, había un monje llamado Justo, que ejercía con su permiso la medicina. Una vez, había aceptado sin su permiso una moneda de tres escudos de oro, faltando gravemente así al voto de pobreza. Después se arrepintió y tanto le dolió este pecado que se enfermó y murió al poco tiempo, pero eh paz con Dios. Sin embargo, San Gregorio, para inculcar en sus religiosos un gran horror a este pecado, lo hizo sepultar fuera de las tapias del cementerio, en un basural, donde también echó la moneda de oro, haciendo repetir a los religiosos las palabras de San Pedro a Simón mago: “Que tu dinero perezca contigo “. A los pocos días, pensó que quizás había sido demasiado fuerte en su castigo y encargó al ecónomo mandar celebrar treinta misas seguidas, sin dejar ningún día, por el alma del difunto.

El ecónomo obedeció y el mismo día que terminaron de celebrar las treinta misas, se apareció Justo a otro monje, Copioso, diciéndole que subía al cielo, libre de las penas del purgatorio, por las treinta misas celebradas por él. Estas misas, se llaman ahora, en honor de San Gregorio Magno, misas gregorianas. Estas treinta misas seguidas, celebradas por los difuntos, todavía se acostumbra celebrarlas y, según revelaciones privadas, son muy agradables a Dios.

SAN ESTANISLAO

El año 1070 sucedió un suceso extraordinario en la vida de San Estanislao, obispo de Cracovia, en Polonia. Un cierto Pedro Miles le había regalado antes de morir algunas tierras de su propiedad para la Iglesia. Sus herederos, conscientes del apoyo del rey a su favor, sobornaron a algunos testigos y consiguieron que el santo fuese condenado a devolver esos terrenos.

Entonces, San Estanislao les dijo que acudiría al difunto, muerto tres años antes, para que diera testimonio de la autenticidad de su donación. Después de tres días de ayuno y oración, se dirigió con el clero y gran cantidad de fieles hacia la tumba de Pedro Miles y ordenó que fuera abierta. Sólo encontraron los huesos y poco más.

Entonces, el santo le pidió al difunto en nombre de Dios que diera testimonio y éste, por milagro de Dios, se levantó de la tumba y dio testimonio ante el príncipe Boleslao, que estaba presente, de la veracidad de su donación. Solamente el difunto le pidió al santo obispo y a todos los presentes que hicieran muchas oraciones por él para estar libre de los sufrimientos que padecía en el purgatorio. Este hecho, absolutamente histórico, fue atestiguado por muchas personas que lo vieron.

SAN PEDRO DAMIANO

(1007-1072), cardenal y doctor de la Iglesia, cuenta que, en su tiempo, era costumbre que los habitantes de Roma visitaran las iglesias con velas encendidas la noche de la Vigilia de la Asunción. Un año sucedió que una noble señora estaba rezando en la basílica “María in Aracoeli”, cuando vio delante de sí a una dama que ella conocía bien y que se había muerto hacía un año, se llamaba Marozia y era su madrina de bautismo. Ella le dijo que estaba todavía sumergida en el purgatorio por los pecados de vanidad de su juventud y que, al día siguiente, iba a ser liberada con muchos miles de almas en la fiesta de la Asunción. Dijo: “Cada año la Virgen María renueva este milagro de misericordia y libera a un número tan grande como la población de Roma (en aquel tiempo de 200.000 habitantes). Nosotras, las almas purgantes, nos acercamos en esta noche a estos santuarios consagrados a Ella. Si pudieras vei verías a una gran multitud que están conmigo. En prueba de la verdad de cuanto te digo, te anuncio que tú morirás de aquí a un año en esta fiesta”. San Pedro Damiano refiere que, ciertamente, esta piadosa mujer murió al año siguiente y que se había preparado bien para ir al cielo el día de la fiesta de María.

Entre los santos que han tenido mucha devoción a las almas benditas está la Beata Sor Ana de los Ángeles y Monteagudo, religiosa dominica peruana del siglo XVI. Cuenta Sor Juana de Santo Domingo que un día tenía hambre y no había nada que comer en el convento. La santa le dijo que le trajera el breviario para rezar juntas a las almas del purgatorio para que les enviaran alimentos. Pues bien, antes de terminar de rezar el Oficio de difuntos, mandaron llamar a la portería a Sor Ana y ésta le dijo a Sor Juana: “No te he dicho que las almas mandarían de comer? Vete tú misma a la portería y recibe lo que traen “. Allí se presentó un joven de buen aspecto que les traía panes, quesos, harina y mantequilla.

SANTA TERESA DE JESÚS

(1515-1582), hablando de la fundación del convento de Valladolid dice así: “Tratando conmigo un caballero principal, me dijo que si quería hacer un monasterio en Valladolid, que él daría una casa que tenía con una huerta muy buena. A los dos meses, poco más o menos, le dio un mal tan acelerado que le quitó el habla y no se pudo bien confesar aunque tuvo muchas señales de pedir perdón al Señor Muy en breve murió y díjome el Señor que había estado su salvación en harta aventura y que había tenido misericordia de él por aquel servicio que había hecho a su Madre en aquella casa que había dado para hacer un monasterio de su Orden y que no saldría del purgatorio hasta la primera misa que allí se dijese, que entonces saldría… Estando un día en oración (en Medina del Campo), me dijo el Señor que me diese prisa, que padecía mucho aquella alma… No se pudo hacer tan presto, pero nos dieron la licencia para decir la misa, adonde teníamos para Iglesia y así nos la dijeron… Viniendo el sacerdote adonde habíamos de comulgar, llegando a recibirle, junto al sacerdote se me presentó el caballero que he dicho, con el rostro resplandeciente y alegre. Me agradeció lo que había hecho por él para que saliese del purgatorio y fuese su alma al cielo… Gran cosa es lo que agrada a nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre y grande es su misericordia” (Fundaciones 10).

Veamos otras de sus experiencias: “Había muerto un provincial… Estando pidiendo por él al Señor lo mejor que podía, me pareció salía del profundo de la tierra a mi lado derecho y vile subir al cielo con grandísima alegría. Él era ya bien viejo, mas vile de edad de treinta años y aún menos me pareció, y con resplandor en el rostro” (Vida 38,26). Otra vez “habíase muerto una monja en casa, hacía poco más de día y medio. Estando diciendo una lección de difuntos, la vi que se iba al cielo. Otra monja también se murió en mi misma casa. Ella, de hasta dieciocho o veinte años siempre había sido enferma y muy sierva de Dios. Estando en las Horas, antes que la enterrasen, harían cuatro horas que era muerta, entendí salir del mismo lugar e irse al cielo” (Vida 38,29). En otra ocasión, “habíase muerto un hermano de la Compañía de Jesús y estando encomendándole a Dios y oyendo misa de otro Padre de la Compañía por él, dióme un gran recogimiento y vile subir al cielo con mucha gloria y al Señor con él” (Vida 38,30).

“Un fraile de nuestra Orden (Fray Diego Matías), harto buen fraile, estaba muy mal y estando yo en misa me dio un recogimiento y vi cómo era muerto y subir al cielo sin entrar en el purgatorio. Yo me espanté de que no había entrado en el purgatorio… De todos los que he visto, ninguno ha dejado de entrar en el purgatorio, si no es este Padre, el santo Fray Pedro de Alcántara y otro Padre dominico que queda dicho. De algunos ha sido el Señor servido que vea los grados que tienen de gloria. Es grande la diferencia que hay de unos a otros” (Vida 38,3 1-32).

SANTA CATALINA DE RICCI

(1522-1590) se dice que el 19 de octubre de 1587, murió Francisco, gran duque de Toscana y gran bienhechor de la santa y de su monasterio. Ella le pidió a Dios tomar sobre sí todas las penas que él debería sufrir en el purgatorio. Durante cuarenta días ocurrió un fenómeno inexplicable para los médicos. Su cuerpo parecía como de fuego, no podían tocarla sin quemarse, hasta el punto que su celda parecía que estuviera en llamas. Era un sufrimiento verla sufrir sin poderla ayudar. Cuando pasaron los cuarenta días y todas las penas le fueron descontadas al duque, Catalina volvió a ser la persona normal de siempre. Y el duque se le apareció, glorioso y resplandeciente, porque ya iba al cielo. Este caso, al igual que el de otros santos, es un caso extraordinario de expiación vicaria a favor de las almas del purgatorio.

P. DOMINGO DE JESÚS Y MARÍA

En los documentos del proceso de beatificación del P. Domingo de Jesús y María, carmelita, muerto en 1630, se cuenta que, cuando lo mandaron sus superiores a Roma, en la habitación del convento encontró una calavera, que según la costumbre de entonces le ayudaría a pensar en la muerte. Una noche oyó una voz que salía de la calavera: “Nadie se acuerda de mí”. Se puso a orar, echó agua bendita y escuchó: “Agua, agua, misericordia, misericordia”.

Y de nuevo la voz del difunto le dijo que era un alemán, que había muerto al llegar a Roma a visitar los santos lugares, que estaba enterrado en el cementerio, pero estaba en el purgatorio y nadie se acordaba de él. El P. Domingo rezó mucho por él y a los pocos días se le apareció lleno de belleza esplendorosa para agradecerle por su liberación.

VBLE. MARÍA DE JESÚS AGREDA

(1602-1665) fue varias veces al purgatorio a visitar a las almas. En una ocasión oyó que le decían: “María de Jesús, acuérdate de mí” y conoció a una mujer de la villa de Agreda, que se llamaba María Lapiedra y que había muerto en Murcia.

Cuando murió la reina Isabel de Borbón, el 6 de octubre de 1644, se le apareció varias veces para pedirle oraciones. Dice en sus escritos: “El día de las ánimas, dos de noviembre de este año de mil seiscientos y cuarenta y cinco, estando en los maitines y oficio que hace la iglesia por los difuntos, se me manifestó el purgatorio con grande multitud de almas, que estaban padeciendo y me pedían las socorriese. Conocí muchas, incluida la de la reina y otra de una persona que yo había tratado y conocido antes. Yo me admiré de que el alma de la reina, después de tantos sufragios y misas como se habían ofrecido por ella, estaba todavía en el purgatorio, aunque sólo había pasado un año y veintiséis días de su muerte… Llegada la noche vi algunos ángeles en la celda con grande hermosura y me dijeron que iban al purgatorio a sacar el alma de la reina por quien yo había pedido… Y los ángeles la llevaron al eterno descanso, que gozará mientras Dios fuere Dios”.

También se le apareció el príncipe heredero Don Baltasar Carlos, que murió el nueve de octubre de 1646. Dice ella: “Para consolarme, el Altísimo me manifestó que el príncipe se había salvado, aunque era menester ayudarle mucho, porque tenía grandes penas en el purgatorio. A los siete u ocho días después de su muerte, estando en el coro, se me apareció su alma y me dijo: Sor María, el ángel santo de mi guarda, que es el que me ha consolado desde que se apartó mi alma del cuerpo, me ha declarado cómo ayudaste a mi madre la reina en el purgatorio y me ha encaminado por voluntad divina y traído a tu presencia para que te pida oraciones… Estos aparecimientos del alma de su Alteza se me fueron continuando otras veces… El alma del príncipe estuvo en el purgatorio ochenta y tres días, que hay desde el nueve de octubre de 1646 hasta el primero de enero de 1647, pero he conocido que, por particulares socorros y por la especialísima misericordia del todopoderoso, se le aliviaron mucho las penas “.

Del proceso apostólico sobre su beatificación tomamos el siguiente suceso extraordinario, de un muerto que resucita para confesarse Veamos lo que dice al respecto el testigo Padre Arriola en su declaración jurada: “Llevaron al convento de la sierva de Dios un arca grande sin noticia del convento ni de la Madre ni de ninguna otra religiosa. Pidieron al sacristán menor que les abriese la puerta de la iglesia para poner en custodia aquella arca… que era de mercadería… Estando en oración, la sierva oyó unos gemidos tristes y profundos lamentos. Atenta hacia el lugar de donde salían, le pareció que los despedía la boca de algún sepulcro… Y le fue revelado que aquellos lamentables suspiros eran de un alma que acabó impenitente la mortal vida y que su cuerpo estaba en un arca que habían puesto en la iglesia… Y le dijo el mismo Dios a su sierva que, con toda prudencia y brevedad, dispusiese llamar a un confesor para que oyese en confesión al miserable infeliz en quien resplandeció la mayor misericordia… Mandó llamar al Padre Francisco Coronel… En llegando él, le dijo todo el suceso referido. Y éste se llegó adonde estaba el arca, de la cual se levantó el difunto. Y después de haber hecho humildísima post ración y adoración al Santísimo sacramento del altar y haber estado un breve rato en cruz, vino a los pies del confesor e hizo una confesión dolorosa y verdadera. Dióle la absolución y muy inmediatamente el difunto volvió al arca con imponderables demostraciones de rendimiento y agradecimiento… Y los mismos que habían llevado el cadáver se lo llevaron”.

SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Otro caso parecido lo cuenta San Alfonso María de Ligorio en su obra “Las glorias de María”. Había una joven, llamada Alejandra, que era pretendida por dos jóvenes. Ambos vinieron un día a las manos y quedaron muertos los dos en medio de la calle. Por haber sido ella la causa de la muerte de los dos jóvenes, sus parientes la degollaron y echaron su cabeza en un pozo. A los pocos días, pasó por allí Santo Domingo de Guzmán e, inspirado por Dios, miró hacia el pozo y dijo: “Alejandra, sal fuera”. Y Alejandra apareció viva, pidiendo confesión. El santo la confesó y le dio la comunión en presencia de mucha gente que pudo atestiguar el hecho. Dice San Alfonso María de Ligorio: “La joven dijo que, cuando le cortaron la cabeza, estaba en pecado mortal, pero la Virgen le había dado esta oportunidad de confesarse, porque había rezado el rosario todos los días. Después de esto, fue su alma al purgatorio. Al cabo de otros quince días, se apareció al mismo Santo Domingo más hermosa y resplandeciente que el mismo sol y le declaró que uno de los sufragios más eficaces, que tienen las benditas almas del purgatorio, es el santo rosario. Dicho esto, vio el glorioso Santo Domingo entrar su alma llena de alegría en la mansión de la bienaventuranza eterna“

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

(1647-1690), en su Autobiografía, dice que “encontrándome delante del Santísimo Sacramento el día de la fiesta del Corpus Christi se me apareció de repente una persona envuelta en fuego. Su estado lamentable me hizo entender que estaba en el purgatorio. Me dijo que era el alma de un benedictino que, una vez, me había confesado y dado la comunión. Por esto, el Señor le había concedido el favor de poder dirigirse a mí para conseguir una reducción de sus penas. Me pidió de ofrecer por él por tres meses, todos mis sufrimientos y todas mis acciones. Al fin de los tres meses, lo vi lleno de alegría y de esplendor, cómo iba a gozar de la felicidad eterna y me agradeció diciéndome que velaría sobre mí junto a Dios”.
“Nuestra madre me permitió en favor de las almas del purgatorio pasar la noche del jueves santo (15 abril 1683) delante del Santísimo Sacramento y allí estuve una parte del tiempo toda como rodeada de estas pobres almas con las que he contraído una estrecha amistad. Me dijo el Señor que Él me ponía a disposición de ellas durante este año para que les hiciere todo el bien que pudiese. Están frecuentemente conmigo y las llamo mis amigas pacientes” (carta 22 a la Madre Saumaise).

“Esta mañana, domingo del Buen pastor (2 de mayo 1683), dos de mis buenas amigas pacientes han venido a decirme adiós en el momento de despertarme y que éste era el día en el que el soberano pastor las recibía en su redil eterno, con más de un millón de otras almas, en cuya compañía marchaban con cánticos de alegría inexplicable. Una es la buena madre Monthoux y la otra mi hermana Juana Catalina Gascon, que me repetía sin cesar estas palabras: El amor triunfa, el amor goza. El amor en Dios se regocija. La otra decía: Qué bienaventurados son los muertos que mueren en el Señor y las religiosas que viven y mueren en la exacta observancia de su Regla… Como yo les rogara que se acordasen de nosotras, me han dicho, al despedirse, que la ingratitud jamás ha entrado en el cielo” (carta XXIII a Madre Saumaise del 2 de mayo de 1683).

“La primera vez que vi a la hermana J.F. después de su muerte me pidió misas y varias otras cosas. Le ofrecí seis meses cuanto hiciera y padeciera y no me han faltado sufrimientos. Me dijo: Hay tres cosas que me hacen sufrir más que todo lo demás. La primera es el voto de obediencia que he observado tan mal, pues no obedecía más que en aquello que me agradaba. La segunda, el voto de pobreza, pues no quería que nada me faltase, proporcionando varios alivios a mi cuerpo… Ah, qué odiosas son a los ojos de Dios las religiosas que quieren tener más de lo que es verdaderamente necesario y que no son completamente pobres. La tercera es la falta de caridad y haber sido causa de desunión y haberla tenido con las otras” (carta 31 a Madre Saumaise del 20-4-1685).

SUSANA MARÍA DE RIANTS

(1639-1724), religiosa visitandina del convento de L’Antiquaille de Lyon (Francia), tenía el carisma de ser visitada, frecuentemente, por las almas del purgatorio. Ella escribe: “Un día, al comenzar la oración de la tarde, Jesús me presentó un alma que había muerto hacía dieciocho años. Era madre de varias religiosas. Ese mismo día yo había tenido el fuerte deseo de orar por ella. Se me presentó y me habló de la bondad de Dios y cómo era muy importante cumplir en todo la voluntad de Dios. El Señor la liberó en ese mismo momento y fue resplandeciente y gloriosa con Él al cielo“.

“El 16 de marzo de 1686, en la oración de la tarde, vi interiormente a Jesucristo que, muy contento, me presentaba el alma de una de mis parientes muerta hacía nueve o diez años. Ella había vivido viuda durante treinta años y me dijo que la mayor pena que tenían las almas del purgatorio era haber perdido muchas ocasiones de sufrir por Dios… Si un alma pudiera venir de nuevo a la tierra, aceptaría con amor todos los sufrimientos que el Señor quisiera enviarle. Me dijo: No pierdas ninguna ocasión de sufrir por Dios… Y se fue al cielo resplandeciente de gloria “.

“Un día, durante la misa, tuve la fuerte inspiración de pedir por el alma de uno de mis amigos y bienhechores del monasterio, que había muerto hacía diez años y algunos meses. Cuando el sacerdote elevaba la hostia, vi a Jesús que oraba por él al Padre. El difunto estaba presente en la misa y estaba prosternado con profundo agradecimiento ante el Salvador Por la tarde, a las cuatro o cinco, vino a decirme que iba a la gloria del cielo y me daba las gracias por mis oraciones “.

SANTA CRESCENCIA DE HOSS

(1682-1794) se cuenta que, cuando murió su director espiritual el P. Ignacio Vagener, jesuita, el 19 de octubre de 1716, ella lo vio en el coro junto a ella como un fantasma blanco. Ella rezó por él, sin saber quién era, aunque sí que era un alma purgante. El día 21 se le apareció de nuevo y lo reconoció. Ella rezó mucho por él y el día 23 se le apareció otra vez lleno de esplendor para agradecerle sus oraciones.

SANTA VERÓNICA GIULIANI

(1660-1727) escribe en su Diario: “Mi ángel me obtuvo que una de estas almas del purgatorio me hablase y me dijo: Tened compasión de mí. No hay criatura viva que pueda entenderlo atroces que son estas penas. Tened compasión de mí. La encomendé a la Virgen y me pareció ver la dicha de esa alma que me dijo: Ahora he sabido que pronto saldré de aquí por vuestra caridad. GRACIAS. Al poco tiempo, la vi libre de las penas, toda bella y gloriosa con un grandísimo resplandor Parecía un nuevo sol y puesta junto al sol natural, ella habría sido más luminosa, y el sol mismo, junto a ella, parecía tinieblas “.

VBLE. ANA CATALINA EMMERICK

(1774-1824) dice que, siendo niña, fue conducida por su ángel al purgatorio. “ vi allí muchas almas que sufrían vivos dolores y que me suplicaban orara por ellas. Parecía un profundo abismo… Allí vi hombres silenciosos y tristes en cuyo rostro se conocía, sin embargo, que en su corazón se alegraban como si pensaran en la misericordia de Dios. Conocí que aquellas pobres almas padecían interiormente grandes penas. Cuando oraba con fervor por las benditas ánimas oía muchas veces al oído voces que me decían: Gracias, gracias… Siendo mayor iba a misa a Koesfeld. Para orar mejor por las ánimas benditas tomaba un camino solitario. Si todavía no había amanecido, las veía de dos en dos oscilar delante de mí como brillantes perlas. El camino se me hacía claro y yo me alegraba de que las ánimas estuvieran en torno mío, porque las conocía y las amaba mucho, pues también por la noche venían a mí y me pedían auxilio… Dios me ha dado la gracia, muchas veces, de ver subir al cielo con infinita alegría a muchas almas del purgatorio.

¡Cuántas gracias he recibido de las benditas almas! ¡Cuánto se las olvida, mientras que ellas suspiran ardientemente por ayuda!

Todo lo que hacemos por ellas les causa una inmensa alegría… Allí en el purgatorio he visto a protestantes que han vivido piadosamente en su ignorancia. Están abandonados, porque carecen de oraciones… También me he dado cuenta de que el poder aparecerse para pedir auxilio y sufragios es una gracia señalada que Dios da a algunas almas… Triste cosa es que las almas benditas sean ahora tan pocas veces socorridas. Es tan grande su desdicha que no pueden hacer nada por sí mismas. Pero, cuando uno ruega por ellas o sufre por ellas o da una limosna por ellas, en ese mismo momento se ponen tan contentas como aquel a quien dan de beber agua fresca, cuando está a punto de desfallecer de sed… Los santos del cielo no pueden hacer nada por ellas. Todo lo tienen que esperar de nosotros… El sacerdote que rece devotamente las horas, con intención de satisfacer portas negligencias de estas almas, puede procurarles un indecible consuelo. Además, la bendición sacerdotal penetra hasta el purgatorio y consuela como rocío del cielo a las almas a quienes con fe firme bendice el sacerdote “.

“He visto a un sacerdote muy piadoso y caritativo que murió anoche a las nueve. Ha pasado tres horas en el purgatorio por haber perdido el tiempo en hacer bromas. Este sacerdote tenía que haber permanecido varios años en el purgatorio, pero ha sido socorrido con muchas misas y oraciones. A este sacerdote lo he conocido mucho” (3 1-12-1820).

“Hoy he visto un jabalí muy grande y espantoso que salía asomando de un lugar profundo y maloliente. Yo temblaba y me estremecía. Era el alma de una dama de París. Me dijo que yo no podía rogar por ella, puesto que no había posibilidad de ayudarla, ya que debía permanecer en el purgatorio hasta el fin del mundo, pero que debía rogar por su hija para que se convirtiese y no cometiera pecados como ella” (13-7-1821).

“No puedo explicar la compasión que me causa ver a las almas del purgatorio. Pero nada hay más consolador que contemplar su paciencia y ver cómo se alegran las unas de la salvación de las otras. He visto niños también en ese lugar” (2-11-1822).

BEATA ISABEL CANOURA

(1774-1825) escribe en su Diario: “El 17 de junio de 1814 se me presentó el Papa Pío VI (muerto en 1799) y me pidió que rogara por él, porque todavía estaba en el purgatorio… Me dijo: Vete a tu padre espiritual y él te manifestará lo que debes hacer para obtenerme esta gracia. Te prometo no abandonarte nunca y ser tu protector desde el cielo… Mi padre espiritual me pidió ir cinco veces a la iglesia de Santa María la Mayor a visitar el altar de San Pío V y rezarle por la libe ración de su sucesor… Al día siguiente, a la hora de vísperas, me fue asegurado que entraba en el paraíso… El 19 de junio, en la comunión, vi a este santo pontífice delante del trono de Dios “.

“El 8 de noviembre de 1819, después de la comunión, se me apareció el alma del cardenal Scotti y me dijo: La divina justicia me había condenado al purgatorio por espacio de 30 años y el Señor me ¡ibera ahora… Tus penitencias, ayunos y oraciones, han dado compensación a la justicia divina, por los méritos infinitos del divino Redentor, a cuyos méritos uniste tu penitencia, ayunos y oraciones a favor mío. Ahora me voy al cielo a gozar del inmenso bien por toda una interminable eternidad”.

“El 2 de noviembre de 1822 recordé que comenzaba el octavario por los fieles difuntos y oré al Señor con fervor por ellos. Le dije: Dame la llave de esta horrible cárcel, como otras veces te has dignado darme, porque siento un gran deseo de sacar del purgatorio a aquellas almas santas. Os suplico esta gracia por los méritos infinitos de vuestra pasión y muerte.., el Señor me dijo: Preséntate a aquella cárcel y dales la consoladora noticia de que pronto estarán conmigo en el paraíso. En aquel momento, aparecieron tres ángeles, que me acompañaron a la cárcel del purgatorio… No me es posible decir la alegría y consolación de aquellas almas y cuánto fue su agradecimiento y alabanza a la infinita misericordia de Dios. Al día siguiente, fu a la iglesia y estuve más de tres horas orando por las almas del purgatorio y el Señor se dignó mostrarme el triunfo de su misericordia y vi a aquellas almas que en filas, acompañadas de sus ángeles custodios, entraban gloriosas y triunfantes en el cielo. Todos los días del octavario ocurrió lo mismo y así por nueve días… Se puede decir que en nueve enormes hileras (una cada día) se despobló el purgatorio. No puede haber vista más bella que ésta y que demuestra la infinita misericordia de Dios y el gran triunfo de los infinitos méritos de la preciosísima sangre de Jesucristo “.

BEATA ANA MARÍA TAIGI

(1769-1837) asistió al funeral del cardenal Doria y el Señor le hizo entender que los cientos de misas que el purpurado había dejado encargadas no le servirían a él sino a los pobres, porque durante su vida no había rezado por las almas del purgatorio.

Esto también nos podría suceder a nosotros, si en vida, no nos preocupamos de ellas. Al fin de cuentas, Dios es el que distribuye los sufragios ofrecidos por nosotros y no basta con dejar dinero para misas. Más vale “oír” una misa en vida que cien después muertos.

SAN LUIS ORIONE

Escribió una carta a Don De Filippi el 25 de setiembre de 1897 en la que escribió: “No hace ni 10 minutos que ha estado, en esta habitación en que te escribo, tu sobrino De Filippi Felice. He estado conversando con él durante media hora, para mi alegría y consolación. Sabía que estaba hablando con un muerto y me he quedado con mucha paz. Él rezará por nosotros, pero nosotros debemos rezar por él. Oh, estoy muy contento de haberlo visto. Tenía los ojos bellos como los ojos de uno que es inocente. Recemos por él“.

SANTA GEMA GALGANI

(1878-1903) tenía hecho el voto de ánimas a favor de las almas del purgatorio y todos los días pedía especialmente por ellas. Cuando murió la religiosa pasionista Madre María Teresa, el 16 de julio de 1900, ella rezó mucho por su alma. Dice en su Diario: “Hoy el ángel de la guarda me ha dicho que Jesús quería que sufriera esta noche unas dos horas… por un alma del purgatorio. Sufrí, de hecho, dos horas como quería Jesús por la Madre María Teresa” (9-8-1900). “El día de la Asunción de María me pareció que me tocaban en la espalda. Me di media vuelta y vi a mi lado una persona vestida de blanco. Esta persona me preguntó: ¿Me conoces? Yo soy la Madre María Teresa. He venido para darte gracias por lo que me has ayudado. Prosigue aún. Unos días más y estaré eternamente feliz… Finalmente, ayer por la mañana, después de la santa comunión, Jesús me dijo que hoy, después de medianoche volaría al cielo… 1’ efectivamente, así fue… Vi llegar a la Virgen acompañada de su ángel de la guarda. Me dijo que su purgatorio había terminado y que se iba al cielo… Estaba muy contenta ¡Si la hubiera visto! Vinieron a buscarla Jesús y su ángel de la guarda. Y Jesús al recibirla le dijo: Ven, oh alma, que me has sido tan querida. Y se la llevó” (Cartas a Mons. Volpi, 10-8-1900).

Gema rezaba cada día cien “réquiem” por las almas del purgatorio. Su ángel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: “Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia” (Diario, 6-8-1900).

Sor Lucía, en la primera aparición de Fátima del 13-5- 1917, dice en sus “Memorias” que le preguntó a la Virgen:
– ¿Está María Nieves en el cielo?
– Sí, está. (Me parece que debía tener unos dieciséis años).
– Y ¿Amelia?
– Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo (Me parece que debía tener de dieciocho a veinte años).
¿Qué pecado podría haber cometido para estar en el purgatorio hasta el fin del mundo? ¿El aborto?

SANTA FAUSTINA KOWALSKA

(1905-1938), dice en sus escritos autobiográficos: “Un día vi a mi ángel custodio que me ordenó seguirle. En un momento me encontré en un lugar nebuloso lleno de fuego y en él una multitud de almas sufrientes. Éstas rezan con fervor, pero sin eficacia para ellas mismas. Solamente nosotros podemos ayudarlas. Y les pregunté a aquellas almas cuál era su mayor sufrimiento. Me contestaron unánimemente que su mayor sufrimiento es la añoranza de Dios (el gran deseo de amarle). Oí una voz que me dijo: Mi misericordia no quiere esto, pero lo exige mi justicia” (1,7). “Una noche vino a visitarme una de nuestras hermanas difuntas, que ya había venido alguna vez anteriormente. Cuando la vi la primera vez, estaba en un estado de gran sufrimiento. Después, la he visto en condiciones cada vez de menos sufrimiento. Y en esta oportunidad, la vi resplandeciente de felicidad y me dijo que estaba ya en el paraíso” (Cuaderno II N°57). “Otra noche vino a yerme Sor Dominica y me hizo entender que estaba muerta. Recé mucho por ella. A la mañana siguiente el Señor me hizo entender que todavía sufría en el purgatorio. Recé dos días por ella. Al cuarto día vino a decirme que todavía le faltaban algunas oraciones. Y seguí orando hasta su completa liberación” (10-11-1937).

TERESA NEUMANN

(1898-1962), la estigmatizada alemana, se cuenta que, muchas veces, se le aparecían las almas del purgatorio para pedirle ayuda.

Un día se le apareció el párroco de su infancia, que la había bautizado y dado la primera comunión. El 23 de noviembre de 1928 ayudó a salir al último párroco católico de Arzberg antes de que se introdujera allí el protestantismo. La noche del Corpus Christi de 1931, se le apareció su madrina Forster, muerta recientemente, Teresa rezó por ella y la vio brillante subiendo al cielo.

SANTO P. PÍO

(1887-1968) un día de otoño de 1917, estando solo, rezando el rosario, se adormiló junto al fogón del convento y, al despertar, vio junto a sí a un anciano envuelto en un capote. Al preguntarle qué hacía allí y quién era, le respondió que había muerto quemado en ese convento y quería descontar allí su purgatorio. El P. Pío le prometió rezar por él. Un día le contó este suceso al P. Paolino y éste fue al municipio a ver los registros y encontró que, efectivamente, estaba registrado el nombre de un anciano, que había muerto quemado en aquel convento. El muerto era Mauro Pietro (1831-1908).

Otro suceso lo refiere el cronista provincial de los Padres capuchinos de la Provincia de Foggia con fecha 29 de febrero de 1937. Dice así: “El día 29 de diciembre de 1936, el P. Jacinto de 5. Elías se acercó a San Giovanni Rotondo para visitar al R Pío y le recomendó que rezara por el P. Giuseppantonio, porque estaba muy grave. El día 30 a las 2 p.m. el P Pío vio en su habitación al P. Giuseppantonio y le dice. ¿Me han dicho que estás gravemente enfermo y estás aquí? Entonces el P. Giuseppantonio, haciendo un gesto le dice: Eh, ahora ya se me han pasado todas mis enfermedades. Y desapareció “. Esto se lo contó el P. Pío al Padre provincial P. Bernardo, quien firma esta crónica junto con el cronista, P. Fernando de San Marcos in Lamis.

EDUVIGIS CARBONI

La estigmatizada de Cerdeña, muerta en Roma en 1952 con fama de santidad, cuenta en su Diario que un día, mientras rezaba delante de un crucifijo, se le presentó una persona rodeada de llamas de fuego y oyó una voz triste que le decía: “Soy N.N. El Señor me ha permitido venir a ti para que me ayudes y me consueles en las penas que debo padecer en el purgatorio. Ofrece por mí todas tus oraciones durante dos años para salir de aquí y entrar en la gloria “. Otro día, en octubre de 1943, se le presentó un hombre vestido de oficial. Le dijo: “He muerto en la guerra y quisiera que celebren por mí unas misas, y que tú y tu hermana ofrezcan por mí las comuniones”. Después de varios días, se presentó de nuevo resplandeciente, diciéndole: “Soy ruso y me llamo Pablo Vischin. Ahora voy al paraíso y rezaré por vosotras. Gracias “.

TERESA MUSCO

(1943-1976), la estigmatizada de Caserta (Italia), cuenta que el 2 de noviembre de 1962, no pudiendo ir al cementerio, como hubiera deseado por ser el día de los difuntos, oró desde su casa con todo fervor por las almas del purgatorio. En las primeras horas de la tarde, mientras seguía orando, vio en su habitación muchas personas. Les preguntó:
“¿Qué queréis?”. Ellas la saludaron con mucha alegría y le dijeron: “Nos has liberado del purgatorio con tus oraciones y venimos a darte las gracias “. Después, desaparecieron, resplandecientes de alegría y amor.
Muchos otros santos nos hablan del purgatorio, pero es suficiente con lo expuesto para creer en él.
“En el cielo no puede entrar nada manchado” (Ap. 21.27)

SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI

(1566-1607) Monja carmelita, gran mística que frecuentemente caía en éxtasis. Fue objeto de los más extraordinarios fenómenos místicos y dones recibidos de Nuestro Señor. Brilló en ella la práctica de las virtudes. Mortificaba su cuerpo con frecuentes sacrificios. Comulgaba diariamente sintiéndose muy unida a Jesucristo. Fue maestra de novicias. Murió llena de méritos en el año 1607 y al año de su muerte se abrió su sepulcro y su cuerpo se halló fresco, entero y flexible.

Durante un éxtasis previo a su muerte Santa Magdalena de Pazzi tuvo la gracia de ver y visitar el Purgatorio. Recorriendo las diversas estancias preparadas por la Misericordia y Justicia divinas, la santa de la pureza comprendió la Santidad de Dios, la maldad del pecado y del porque Dios le había revelado los sufrimientos del Purgatorio.

He aquí cómo nos describe este santo lugar.

Contaré un suceso que aconteció a Santa Magdalena de Pazzi tal como fue relatado por el Padre Cepari en la historia de la vida de la Santa.

“Un tiempo antes de su muerte, que tuvo lugar en 1607, la sierva de Dios, Magdalena de Pazzi, se encontraba una noche con varias religiosas en el jardín del convento, cuando entró en éxtasis y vio el Purgatorio abierto ente ella. Al mismo tiempo, como ella contó después, una voz la invitó a visitar todas las prisiones de la Justicia Divina, y a ver cuan merecedoras de compasión son esas almas allí detenidas.

En ese momento se la oyó decir: “Si, iré”. Consintió así a llevar a cabo el penoso viaje. De hecho a partir de entonces caminó durante dos horas alrededor del jardín, que era muy grande, parando de tiempo en tiempo. Cada vez que interrumpía su caminata, contemplaba atentamente los sufrimientos que le mostraban. Las religiosas vieron entonces que, compadecida, retorcía sus manos, su rostro se volvió pálido y su cuerpo se arqueó bajo el peso del sufrimiento, en presencia del terrible espectáculo al que se hallaba confrontada.

Entonces comenzó a lamentarse en voz alta, “¡Misericordia, Dios mío, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisión. ¡Pobres almas! Sufren tan cruelmente, y aún así están contentas y alegres. Los calabozos de los mártires en comparación con esto eran jardines de delicias. Aunque hay otras en mayores profundidades. Cuan feliz debo estimarme al no estar obligada a bajar hasta allí.

Sin embargo descendió después, porque se vio forzada a continuar su camino. Cuando hubo dado algunos pasos, paró aterrorizada y, suspirando profundamente, exclamó” ¡Qué! ¡Religiosos también en esta horrenda morada! ¡Buen Dios! ¡Como son atormentados! ¡Oh, Señor!”. Ella no explicó la naturaleza de sus sufrimientos, pero el horror que manifestó en contemplarles le causaba suspiros a cada paso. Pasó de allí a lugares menos tristes. Eran calabozos de las almas simples y de los niños que habían caído en muchas faltas por ignorancia. Sus tormentos le parecieron a la santa mucho más soportables que los anteriores. Allí solo había hielo y fuego. Y notó que las almas tenían a sus Ángeles guardianes con ellas, pero vio también demonios de horribles formas que acrecentaban sus sufrimientos.

Avanzando unos pocos pasos, vio almas todavía más desafortunadas que las pasadas, y entonces se oyó su lamento, “¡Oh! ¡Cuán horrible es este lugar; está lleno de espantosos demonios y horribles tormentos! ¿Quiénes, oh Dios mío, son las victimas de estas torturas? Están siendo atravesadas por afiladas espadas, y son cortadas en pedazos”. A esto se le respondió que eran almas cuya conducta había estado manchada por la hipocresía.

Avanzando un poquito más, vio una gran multitud de almas que eran golpeadas y aplastadas bajo una gran presión, y entendió que eran aquellas almas que habían sido impacientes y desobedientes en sus vidas. Mientras las contemplaba, su mirada, sus suspiros, todo en su actitud estaba cargada de compasión y terror.

Un momento después de su agitación aumentó, y pronunció una dolorosa exclamación. Era el calabozo de las mentiras el que se abría ante ella. Después de haberlo considerado atentamente, dijo, “Los mentirosos están confinados a este lugar de vecindad del Infierno, y sus sufrimientos son excesivamente grandes. Plomo fundido es vertido en sus bocas, los veo quemarse, y al mismo tiempo, temblar de frío”.

Luego fue a la prisión de aquellas almas que habían pecado por debilidad, y se le oyó decir: “Había pensado encontrarlas entre aquellas que pecaron por ignorancia, pero estaba equivocada: ustedes se queman en un fuego más intenso”.

Mas adelante, ella percibió almas que habían estado demasiado apegadas a los bienes de este mundo, y habían pecado de avaricia.

“Que ceguera”, dijo,” ¡las de aquellos que buscan ansiosamente la fortuna perecedera! Aquellos cuyas antiguas riquezas no podían saciarlos suficientemente, están ahora atracados en los tormentos. Son derretidos como un metal en un horno”.

De allí pasó a un lugar donde las almas prisioneras eran las que se habían manchado de impureza. Ella las vio en tan sucio y pestilente calabozo, que la visión le produjo náuseas. Se volvió rápidamente para no ver tan horrible espectáculo.

Viendo a los ambiciosos y a los orgullosos, dijo “Contemplo a aquellos que deseaban brillar ante los hombres; ahora están condenados a vivir en esta espantosa oscuridad”.

Entonces le fueron mostradas las almas que tenían la culpa de ingratitud hacia Dios. Estas eran presas de innombrables tormentos y se encontraban ahogadas en un lago de plomo fundido, por haber secado con su ingratitud la fuente de la piedad.

Finalmente, en el último calabozo, ella vio aquellos que no se habían dado a un vicio en particular, sino que, por falta de vigilancia apropiada sobre si mismos, habían cometido faltas triviales. Allí observó que estas almas tenían que compartir el castigo de todos los vicios, en un grado moderado, porque esas faltas cometidas solo alguna vez las hacen menos culpables que aquellas que se cometen por hábito.

Después de esta última estación, la santa dejó el jardín, rogando a Dios nunca tener que volver a presenciar tan horrible espectáculo: ella sentía que no tendría fuerza para soportarlo. Su éxtasis continuó un poco mas y conversando con Jesús, se le oyó decir: “Dime, Señor, el porqué de tu designio de descubrirme esas terribles prisiones, de las cuales sabía tan poco y comprendía aun menos…” ¡Ah! ahora entiendo; deseaste darme el conocimiento de Tu infinita Santidad, para hacerme detestar mas y mas la menor mancha de pecado, que es tan abominable ante tus ojos”.

SAN PASCASIO

(x – 512) Pascasio, diácono de Roma, fue varón de mucha santidad, grande limosnero, favorecedor de pobres, humilde y muy penitente. Sucedió que, pretendiendo el Pontificado Simaco, y Pascasio favoreció más de lo justo las partes de Laurencio contra Simaco, sin que le bastase quedar Simaco con la dignidad en boz de los más electores, tuvo con él sus repuntas, hasta que murió el mismo Pascasio.

Llevaron a enterrar su cuerpo, y sobre las andas iva su dalmática y vestido de diácono, la cual tocando un endemoniado, quedó sano. Pasó mucho tiempo, y sucedió que Germano, obispo de Capua, por consejo de médicos, estando enfermo, fue a se lavar a unas termas o baños, en los cuales vido y conoció al Pascasio Diácono difunto, que servía allí a los que entravan a bañarse. Admiróse de verle, y preguntó la causa por que tan insigne varón estuviesse en semejante lugar, y respondió:

-No por otra causa estoy en este lugar penoso, sino porque seguí las partes de Laurencio, que pretendía ser Papa contra Simaco. Ruégote que ruegues a Dios por mí, y haziéndolo entenderás que te ha oído si, volviendo aquí, no me vieres.

El obispo Germano hizo lo que le fue pedido, y bolviendo desde algunos días, vido que no estava allí. Escrive este caso San Gregorio, en el libro cuarto de sus Diálogos, capítulo cuarenta, y dize que por no aver pecado Pascasio por malicia, sino por ignorancia, que le parecía que acertava, padeció solamente aquella pena. Y infiérese de lo dicho que aunque ay lugar proprio y diputado para Purgatorio de las almas, que es uno de cuatro senos del Infierno, porque uno, y el más profundo y mayor es el de los condenados, otro, donde están los niños que mueren sin Baptismo, donde no ay pena de sentido, sino privación de la vista buena de Dios, y el tercero, el Purgatorio de que hablamos, | donde se purgan las almas de los que murieron en gracia de Dios, mas llevaron culpas veniales o penas devidas por los mortales ya perdonados, y el cuarto, donde estuvieron las almas de los justos y amigos de Dios antes que su Magestad muriesse y las sacasse de allí, y resuscitando y subiendo a los Cielos las llevasse consigo; sin este Purgatorio, digo, que se infiere de lo que aquí dize San Gregorio que algunas almas le padecen y son purgadas en otros lugares particulares. Y el aver hecho Dios milagro por medio de la dalmática de Pascasio, dize el mismo San Gregorio que fue en aprobación y abono de las muchas limosnas que hizo en vida, y para corresponder con el crédito de santidad que dél tenían todos, aunque convino y fue necessario que primero que entrasse en el Cielo purgasse lo merecido por la culpa que por ignorancia avía dexado de llorar.

SAN ALBERTO MAGNO

(1200-1280) Diversas personas oyeron dezir, no una, sino muchas vezes, a Alberto Magno, Ministro General que fue de Predicadores, de cierto hombre cuya vida era de buen exemplo, y en los ojos de todos, buena y santa, que, estando enfermo, y de enfermedad muy penosa, que rogó a Dios con lágrimas que con la muerte pusiesse fin a tanto mal y tormento como padecía en aquella enfermedad.

Apareciósele un ángel, y díxole que Dios avía oído su oración, y que le dava a escoger, o que estuviesse tres días en Purgatorio, o un año la enfermedad que tenía, y que, cumplido, iría luego al Cielo. El enfermo, que sentía la pena presente y no tenía experiencia de la ausente, dixo:

-Yo quiero morir luego, y no sólo tres días, sino cuanto más fuere la voluntad de Dios ser atormentado en el Purgatorio.

-Sea como dizes -dixo el ángel.

Y en la misma hora murió, y su alma fue a Purgatorio. Passó un día, y visitóle el ángel en su tormento, diziéndole:

-¿Cómo te va, alma que escogiste tres días de Purgatorio por no padecer un año de enfermedad?

Respondióle la alma:

-¿Y vós sois ángel? No devéis serlo, que los ángeles no engañan. Dixístesme que estaría tres días en estas penas, y han passado muchos años y no me veo libre dellas.

El ángel le dixo:

-No los muchos años, sino la terribilidad del tormento te fuerça a dezir lo que dizes, porque de los tres días sólo uno has estado en Purgatorio. Mas si te agrada hazer nueva elección, tu cuerpo | no está aún sepultado, puedes bolver a él, y por un año padecer la enfermedad que tenías.

Respondió la alma:

-No sólo un año, sino hasta la fin del mundo quiero más padecer el tormento y pena de la enfermedad que los dos días que quedan de Purgatorio.

Fue buelta la alma al cuerpo, y no sólo padeció con paciencia la enfermedad, sino que refiriendo a muchos lo que le avía sucedido, los exortó a penitencia. Lo dicho es de Gulielmo, en el libro De Apibus.

SANTA VIVIANA PERPETUA

(300-360) Que de la Sinagoga el rito de rogar por los difuntos haya pasado a la Iglesia de Jesucristo dan fe, entre otras, las Actas de los Mártires, cuya autenticidad es indiscutible, y entre éstas las de Santa Viviana Perpetua, escritas en gran parte por la misma Santa durante su prisión: actas que se remontan al siglo III y en las cuales hallamos expresadas taxativamente la fe en el Purgatorio y la eficacia de las oraciones por los difuntos.

Acusada esta santa mujer como cristiana, fue condenada a muerte. Mientras se hallaba en la cárcel esperando el día de su combate final, le vino al pensamiento Dinócrato, un hermanito suyo, muerto mucho antes, a la edad de siete años, de un cáncer que había acabado con su vida. A este recuerdo púsose orar por el  alma del  difunto, y poco después,  por disposición divina, tuvo una celeste visión. Vio al niño Dinócrato que salía de un lugar tenebroso y lejano, en donde había sufriendo una gran multitud de almas. El niño tenía  el rostro melancólico y contrahecho,  y  sintiéndose  devorado por ardiente sed se acercó a un estanque buscando refrigerio; pero no pudo conseguirlo a causa de la mucha altura del parapeto que lo rodeaba. Viviana comprendió que su hermanito padecía y necesitaba ayuda, y púsose a orar por él con más fervor para que fuese libertado de sus padecimientos. Su oración fue escuchada. Poco después la Santa vio el mismo lugar de antes, pero no ya cubierto de tinieblas; sino resplandeciente de blanquísima luz y a su hermanito antes triste y apenado, lo vio lleno de gozo y cubierto con hermosísima vestidura, que alegremente bebía del estanque por de una concha que nunca se agotaba, y después de haberse saciado recreábase alegremente, como suelen hacerlo los niños de aquella edad. Por donde ella comprendió que su hermanito había sido librado de sus sufrimientos, y experimentó un gozo inexplicable. Tal fue la visión de Santa Viviana Perpetua. En la cual claramente se ve representado el Purgatorio por aquel lugar tenebroso, las penas que en él las almas padecen, y la eficacia de la oración para obtener la libertad de las mismas, en una palabra, toda la doctrina católica acerca del Purgatorio.

Pues si consideramos que esta visión no sólo no fue desechada por sus contemporáneos, sino que fue acogida con gran veneración y respeto, no sólo por los simples fieles, sino hasta por Tertuliano, San Cipriano, San Agustín y por muchos otros conspicuos personajes, conoceremos que ella constituye una buena prueba de la fe que aquellos antiquísimos cristianos tenían en el Purgatorio puesto que sin esta fe, o hubiesen rechazado esta visión, como una novedad peligrosa, de la cual debían guardarse, o a lo menos no la hubieran recibido sin alguna dificultad, tanto más cuanto que los cristianos de aquellos tiempos eran continuamente amonestados para que huyesen de todo aquello que oliese a innovación, a fin de que no corrieran el riesgo de caer en las nacientes herejías.

SAN JUAN MACIAS

(1585-1645) Abogado de las Animas del Purgatorio.  Nació Juan en Ribera del Fresno, provincia de Badajoz, en 1585. Sus padres, Pedro de Arcas e Inés Sánchez, modestos labradores, eran muy buenos cristianos, y dejaron en él una profunda huella cristiana. Contaba Juan poco más de cuatro años cuando la peste que asolaba Castilla segó la vida de sus padres, que eran unos modestos labradores. Unos tíos de los niños, Mateos Sánchez e Inés Salguero, tutelaron a estos dos niños huérfanos.

Todavía niño, su tío le encomienda a Juan un pequeño rebaño de ovejas. Un día en que apacentaba el rebaño vio un resplandor que se le acercaba. El mismo narra su encuentro con aquel personaje misterioso que le saludó diciendo: “Juan, estás de enhorabuena”. Yo le respondí del mismo modo y él: “Yo soy Juan Evangelista, que vengo del cielo y me envía Dios, para que te acompañe, porque miró tu humildad. No lo dudes”. Y yo le dije: “Pues, ¿quién es ese San Juan Evangelista?” Y él contestó: “El querido discípulo del Señor, uno de los doce apóstoles. Y vengo a acompañarte de buena gana porque te tiene escogido para Sí. Tengo que llevarte a unas tierras muy remotas y lejanas en donde habrás de levantar templos. Y te doy por señal de esto que tu madre, Inés Sánchez, cuando murió, de la cama subió al cielo y tu padre, Pedro Arcas, que murió primero que ella, estuvo algún tiempo en el purgatorio pero ya tiene el premio de sus trabajos en la gloria”. Cuando supe de mi amigo San Juan la buena noticia de mis padres y la buena dicha mía, le respondí lleno de gozo: “Hágase en mí la voluntad de Dios”.

En 1622, Juan Arcas Sánchez recibió el hábito en el convento dominico de la Magdalena, en Lima. Se convirtió así en fray Juan Macías, y toda su vida la pasó como portero del convento. Hombre de mucha oración, al estilo de San Martín, también él fue visto en varias ocasiones orando al Señor elevado sobre el suelo. Estando una noche en la iglesia oyó unas voces, procedentes del Purgatorio, que solicitaban que intercediera por ellas con oraciones y sacrificios. A esto se dedicó en adelante, toda su vida. Sus biógrafos acertadamente le han llamado «el ladrón del purgatorio».

Juan tenía la costumbre de rezar todas las noches, de rodillas, el Rosario completo. Una parte la ofrecía por las almas del Purgatorio, otra por los religiosos, y la tercera, por sus parientes, amigos y benefactores.

Oraba el Santo en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, cuando de pronto una mano dio un golpe sobre el altar. Sobresaltado, vio a su lado una sombra rodeada de llamas que le dijo: “Soy Fray Juan Sayago, que acabo de morir y necesito muchísimo de tus oraciones y auxilios; para que, satisfaciendo con ellos a la divina justicia, salga de estas penas expiatorias”, con lo cual desapareció. Vivió este fraile en el Convento del Santísimo Rosario, contiguo a la Iglesia de Santo Domingo, habiendo expirado a la misma hora en que se le apareció a nuestro Santo. A la cuarta noche, hallándose Juan postrado en el mismo altar, se le volvió a aparecer el alma de aquel fraile, ahora luminosa, para decirle que gracias a sus oraciones y penitencias la Virgen lo había sacado del Purgatorio y llevado a gozar de la bienaventuranza eterna.

A la hora de su muerte le reveló al prior del convento: «Por la misericordia de Dios, con el rezo del santo Rosario, he sacado del purgatorio un millón cuatrocientas mil almas. Cuando oraba en el templo, con frecuencia oía el rumor suplicante de personas que le hablaban y no alcanzaba a ver pero percibía claramente sus voces. ¿Fray Juan hasta cuando estaremos privada de ver a Dios? Ayúdanos. ¿Quiénes son Uds.? Preguntaba Fray Juan, Somos las almas del purgatorio les respondían. Acuérdate de nosotras. Socórrenos con tus oraciones, para que salgamos de esta terrible soledad”.

En atención a estas frecuentes visitas y súplicas, fray Juan rezaba incansablemente el santo Rosario. Visitaba con frecuencia a Jesús Sacramentado; participaba en la santa misa y hacía muchas obras de caridad, con esta intención.»Orar por los muertos es cosa buena y santa». (2 Mc.12, 45) Porque, dice el Señor: «nada manchado entrará en el reino de los cielos». En la vida del hombre, hay muchas imperfecciones, negligencias e indiferencias que purificar.

Una noche estaba rezando en la iglesia, y oye voces misteriosas: -Somos almas del Purgatorio. ¡Socórrenos!… No necesitó más el Hermano. En adelante, rezar y sacrificarse por las almas benditas fue para Juan Macías una verdadera vocación. Y Dios le reveló las muchas y muchas almas que por su oración habían acelerado su purificación y salido del Purgatorio libres para el Cielo. Así, tan sencillamente, pero con enorme fama de santo en Lima, llegó Juan Macías a los sesenta años de vida. En el lecho de muerte, exclamó alborozado: “-¡Miren, miren quiénes están aquí! Nuestro Señor Jesucristo, su Madre la Virgen, el apóstol y evangelista San Juan, otros Santos y muchos ángeles. ¡Con ellos me voy al Cielo!…”

SOR MARÍA NATALIA MAGDOLNA

(1901-1992) Una noche Jesús me pidió que orara por las almas del purgatorio. Eran las cuatro y media y yo quería terminar de escribir mi diario, cuando Jesús me dijo:

–Hija mía, aunque respeto tu cansancio, quiero pedirte que no te vayas a dormir hasta que pongas por escrito el estado de sufrimiento de las almas del purgatorio. Yo quiero que mis hermanos sacerdotes se unan a la cruzada de oración en favor de las almas que sufren en el purgatorio. Ahora quiero aliviar a aquellas que durante su vida con frecuencia me pidieron a Mí y a mi Madre, en la oración, que tuviéramos piedad de ellas en el momento de su muerte y cuando estuvieran en el lugar del sufrimiento.

Jesús me llevó entonces a un lugar tan grande que yo no podía ver el final. Aunque el lugar estaba oscuro, las almas allí parecían estar calmadas. Había un sinnúmero de almas: llevaban ropa negra y estaban arrimadas unas a otras. Todas parecían inmóviles, sin palabras y muy tristes. Mi corazón casi se quebraba al verlas así. Supe que estas almas no recibían ayuda alguna de nadie en la tierra, ni oración, ni sacrificios. Sabían que la hora de su liberación no había llegado todavía pero confiaban en que no dilataría mucho.

Después de eso Jesús me llevó a otro lugar similar. Allí las almas tiritaban en sus túnicas negras. Pero cuando me vieron entrar con Jesús, todas empezaron a agitarse. Yo tenía mi rosario en la mano para rezar por ellas. Cuando vieron el rosario, todas empezaron a gritar: “¡Rece por mí, querida hermana, rece por mí!” y trataban de sobreponer su voz, gritando más fuerte, solicitando mis oraciones, como una nube de abejas. Aunque todas gritaban a un tiempo, yo podía distinguir la voz de cada una. Reconocí a muchas entre ellas, personas a las que conocí cuando estaban en la tierra. Vi a algunas religiosas de otras órdenes y también de la mía. Me espanté cuando una madre superiora se volteó hacia mí y me pidió humildemente que rezara por ella.

Después de esto, una religiosa, conocida mía, con sus manos juntas y tocando mi rosario, me suplicó: “¡Por mí, por mí!”, mientras un extraño sudor, no sé si en el alma o en el cuerpo, corría sobre ella.

Después Jesús me llevó a un tercer lugar donde había un sinnúmero de religiosas, paradas y sin movimiento, mientras un fuerte sudor corría sobre ellas. Se volvieron hacia mí y me suplicaron que rezara el rosario por ellas. En ese lugar había luz. Yo pensé: “¿Por qué será que ellas me piden el rosario?” Entonces Jesús me mostró un rosario, en el que en vez de las cuentas había flores y en cada flor vi brillar una gota de la Sangre de Jesús.

Cuando decimos el rosario, las gotas de la Sangre de Jesús caen sobre la persona por quien lo ofrecemos. Las almas del purgatorio están implorando continuamente la Sangre salvadora de Jesús.

ISABEL KINDELMANN

(1913-1985)  Por esto, la Llama de Amor debe estar encendida para salvar a todos los cristianos; para salvar las familias, salvando a los padres y madres de cada familia cristiana; para ayudar a la santificación de los sacerdotes, que mientras más se asemejen a Cristo más eficaz ministerio ejercitarán con todos sus hermanos; ésta Llama de Amor debe iluminar todos los momentos de la vida del cristiano, todos los momentos de enfermedad, de agonía, de muerte. Aún después de la muerte ésta Llama de Amor debe seguir iluminando la esperanza de quienes se encuentran en el purgatorio.

Mons. Bernardino Echeverría Ruiz,Arzobispado de Guayaquil.

3 de agosto de 1962

La primera hora de oración la pasé tratando de ordenar mis pensamientos; apenas lograba tranquilizarme. Mi disipación me desanimó tanto que estaba incapaz de hacer aun oración vocal. He pensado en las almas sacerdotales muy olvidadas en el purgatorio y por ello quería ofrecer el vía crucis también. Pero el Redentor tristemente me habló así:
J.C.-«Yo tampoco abandoné ni interrumpí el camino de los dolores.

28 de septiembre de 1962 Ayunos por las almas sacerdotales del Purgatorio

Hoy, día de ayuno, lo ofrezco por las almas del purgatorio, especialmente por las almas sacerdotales. El Señor Jesús, se refería a que no puede resistir a  ruego de la Santísima Virgen. Me dijo, infundiéndolo en la conciencia de mi mente:
J.C.-«Ya que estás mitigando, hijita mía, este anhelo tan grande que tengo por las almas, sabes, ¿con qué te voy a premiar? El alma del sacerdote fallecido, gracias a que han guardado el ayuno pedido por Mí, de hoy en adelante, a los ocho días de haber muerto, se librará del fuego del purgatorio. Y cualquiera que guarde este ayuno, alcanzará esta gracia a favor de un alma que esté penando. (Observación: si ésta había fallecido en estado de gracia).

Con lágrimas escuchaba sus palabras llenas de majestad y misericordia, que podemos ayudar tan eficazmente a las almas que sufren en el purgatorio. Mi alma se estremeció cuando me comunicó esta nueva y grande gracia y, al salir de la santa misa para ir a casa, dijo en voz baja en mi alma :

J.C.-«Yo también me voy contigo y permaneceré contigo todo el día : que nuestros labios supliquen juntos al Eterno Padre para alcanzar misericordia. »

Con profunda adoración le dije: Mi adorado Jesús, ¡vivir en el alma esta gracia Contigo y con tus labios suplicar juntos al Eterno Padre! Al ir así a mi casa, sumida mi alma en su adoración, mi corazón bajo el efecto de la gracia comenzó a latir tanto que casi me desplomé… Entonces le supliqué: Deseo tanto, mi adorado Jesús, que tu gracia tan grande llegue a conocerse cuanto antes públicamente y cuánto más personas lleguen a sentir profundamente tu íntimo anhelo.
El Señor Jesús me pidió que pusiera por escrito especialmente aquello de cómo podemos ayudar a las ánimas. :

J.C.-« Por observar el ayuno pedido por Mí, las almas de los sacerdotes, al octavo día después de haber muerto, se librarán del purgatorio. »
(El ayuno estricto: durante un día se debe tomar sólo pan y agua).

4 de octubre de 1962

J.C.- « ¡Qué felicidad es ésta para Mí! ¡Sumérgete en Mí, en el mar de mis gracias! Te concedo ésta gracia, porque tú misma me pediste que te dejara sumergirte. ¡Pide siempre, mi pequeña hija carmelita! Yo reparto feliz mis tesoros que podrás cambiar en la hora de tu muerte. ¿Crees, acaso, que cuánto era tu sufrimiento, tanto será tu premio? ¡De ninguna manera! No se puede expresar con palabras humanas lo que he preparado para ustedes. Espero el momento de que tu llegues. Y te espero con un rico regalo. Me dará un vuelco el Corazón a tu llegada y muchas almas, a las cuales has ayudado a liberarse del purgatorio por medio de tus sacrificios, te saludarán rebosantes de gozo. Como buenos amigos tuyos, esperan el encuentro contigo. Compenétrate en este gozo sin límites y no resulte para ti nada fatigante lo que tengas que hacer por mi obra salvadora. ¡Qué nuestras miradas se compenetren!. En mis ojos bañados de lágrimas y de sangre verás el anhelo de mi Corazón por las almas. ¡Recoge Conmigo, hijita mía! Fui Yo quien injertó en tu corazón el deseo de las almas y lo aumentaré sin cesar. Pero, ¡aprovecha tú también toda oportunidad! »

13 de octubre de 1962 Las ánimas sufrientes también deben sentir el efecto de gracias de la llama de amor de mi corazón maternal

Desde hace meses me habla el Señor Jesús. No lo escribí, no siempre tengo modo de hacerlo. Hoy también me encontraba en la soledad silenciosa del templo. Oraba por los sacerdotes moribundos. El Señor Jesús conmovido me susurró al oído:
JC.- ¡Qué nuestras manos recojan juntas!

Pedí también la efusión de gracias de la Llama de Amor de la Santísima Virgen para las almas en pena, cuando el Señor Jesús me permitió sentir que en ese momento un alma acababa de liberarse del purgatorio. Sentí en mi alma un alivio indescriptible. En ese momento, por pura gracia de Dios, mi alma se sumergió en la felicidad inconmensurable del alma que llega a la presencia de Dios. Luego recé, con todo el recogimiento de mi alma, por los sacerdotes moribundos. Entre tanto un sentimiento muy angustioso inundaba todo mi interior. Son sufrimientos que da el Señor para que pueda recoger con Él. Durante mi profundo recogimiento un suspiro, fino como un hálito de la Santísima Virgen, sorprendió mi alma:

S.V.- «Tu compasión por las pobres ánimas, hijita mía, ha conmovido tanto mi Corazón maternal, te concedo la gracia que pediste. Si en cualquier momento, haciendo referencia a mi Llama de Amor, rezaran ustedes en mi honor Tres Aves Marías, cada vez un alma se librará del purgatorio. En el mes de los difuntos (en noviembre), al rezo de cada Ave María, 10 almas se librarán del purgatorio. Las ánimas sufrientes deben sentir ellas también el efecto de gracia de la Llama de Amor de mi Corazón maternal».

NOTA DEL EDITOR:
Que Dios tiene derecho a expresar también en números las condiciones en que quiere dar su gracia, nos lo prueba la sagrada escritura. El caso de Naamán, el Sirio (2 Reyes 5, 1- 1 4) donde, de forma inequívoca, la condición de su sanación está expresada en números, aunque su realización no dependió del número. ¿Por qué precisamente el sumergirse 7 veces en las aguas turbias del Jordán fue la condición dada por el profeta Eliseo para que el Naamán alcanzara la curación? ¿No hubiera sido suficiente 5 o acaso 3 veces? ¡O quizá hubiera sido suficiente una sola inmersión! No fue el sumergirse 7 veces lo que le consiguió la curación sino la obediencia de su fe humilde con que, a pedido de sus siervos, venció su Resistencia y se sometió al deseo del profeta.

Es muy cierto que los números tienen frecuentemente otra significación en el plano sobrenatural que la que les atribuimos aquí en la tierra. La razón es que nosotros caemos frecuentemente en el error de trasladar nuestro modo de pensar tan mercantilista al orden de la vida sobrenatural, cuando el Cielo tiene otro propósito muy distinto con los números. La esencia y el sentido más profundo de ésta «matemática celestial» no es el número ni el rendimiento, sino el Amor. Significa que debe arder en nosotros continuamente el deseo de salvar las ánimas que están penadas. ¡Cuántos pensamientos inútiles, cuántas preocupaciones superfluas que giran alrededor de nuestro propio Yo, nos llenan durante un solo día! ¡Cuántas idas y venidas hacemos mecánicamente en un único día! ¡Qué medio tan eficiente podría ser para educarnos a nosotros mismos si con un pensamiento de amor acudiéramos en ayuda de un alma que está sufriendo! Ellas nos lo van a agradecer mucho y en su estado de bienaventurados nos ayudarán en nuestro trabajo para salvar las almas. De nuestra parte, ésta compasión nos sirve de mérito y la Santísima Virgen la vierte en bien de las ánimas. Si la Santísima Virgen se expresa en número, lo hace únicamente para de éste modo acomodarse a nuestra débil manera de comprender las ideas, a fin de estimularnos, en fervorizarnos, como si dijeran: Miren, aunque la contribución de ustedes sea tan insignificante, alcanza que un alma en pena ¡pueda ver a Dios cara a cara!

(La anotación correspondiente al 17 de julio de 1964 de éste Diario confirma esta interpretación.- EL EDITOR.)

31 de agosto de 1963 Premio tu gran compasión por las ánimas del Purgatorio

Asistí a la santa misa vespertina. Luego, me quedé todavía por largo tiempo con Él. Le supliqué largamente. La hermana sacristana no se dio cuenta de ello y se marchó echando llave a la puerta. Estábamos los dos: Dios y yo con mi oración de súplica. Absorta intercedí a favor de las almas del purgatorio. Ardía en mi alma gran deseo de que cuántas más se liberen de lugar del sufrimiento. Estando con mi gran anhelo, la Santísima Virgen así habló:

S.V.-«Premio, hijita mía, el gran anhelo y compasión que sientes de las almas del purgatorio. Hasta ahora rezaste tres Avemarías en mi honor por la liberación de un alma. Ahora, para calmar tu anhelo, en adelante diez almas se liberarán del lugar de sufrimientos».

Casi no podía comprender tan grande bondad. En lugar de deshacerme en agradecimientos, sólo un suspiro vino a mis labios: Santa Madre de misericordia, ¡gracias por tantas gracias!

1 de septiembre de 1963 Yo, ¡voy a buscar corazones!

Hoy es día de ayuno por las ánimas sacerdotales. Como el Salvador me lo había pedido, ayunando a pan y agua puedo liberar un alma sacerdotal del purgatorio. -El ayuno me debilita un tanto ya que hago también mis tareas de casa del modo acostumbrado y ayudo a mis hijos. Hacia el atardecer una vez terminado mi trabajo, fui a donde el Señor Jesús. El recogimiento en Él quedó inesperadamente perturbado por una molestia que sentí.

24 de septiembre de 1963 Privilegio donde hacen la hora santa en familia

S.V.- «Mi Llama de Amor, que deseo derramar de mi corazón sobre ustedes en una medida cada vez mayor, se extiende también sobre las ánimas del purgatorio. Fijate bien en mis palabras, escribe lo que digo y entrégalas a las personas a quienes corresponden: «Aquellas familias que guardan los días jueves o viernes la hora santa de reparación en familia, si en la familia muere alguien, después de un único día de ayuno estricto, observado por un miembro de la familia, el difunto de la familia se libra del purgatorio».

(Se entiende: si falleció en gracia de Dios). (Nota: Guardar «ayuno estricto» significa: no es menester pasar hambre. Hay que comer pan y beber agua).

18 de mayo de 1964. Lunes de Pentecostés El premio de guardar ayuno el lunes

Asistí a la santa misa y antes de la sagrada comunión el Señor Jesús me dijo:

JC.- «Como veo tu firme determinación, a la que eres fiel aún en los días de fiesta, te he preparado una alegría: de entre las almas sacerdotales que sufren en el purgatorio, en este día, a partir de medianoche, a cada hora se libera un alma».

Esto me dijo el Señor Jesús porque a petición suya, los lunes continuamente ayuno a pan y agua y no lo omito ni aun cuando caiga una fiesta en ese día. Estoy feliz de poder guardar en este día el ayuno estricto ya que Él prometió que después de ayunar un día lunes, un alma sacerdotal llega a su divina Presencia. Y ahora, al decirme que en cada hora se libera un alma sacerdotal, inundó mi alma con aquel sufrimiento que estas almas padecen todavía, que luego de unas horas ya estarán en Su presencia. Este dolor ha durado apenas uno o dos minutos pero aún así, -estando de rodillas-, casi me desplomé a causa de los dolores. Después de comulgar, el Señor Jesús me permitió sentir la liberación de un alma. Hizo que mis sentimientos cambiaran de un extremo a otro : después de las profundidades del sufrimiento, me inundó con la alegría sublime del alma que ha llegado a la Presencia de Dios. El estado de mi alma, temblorosa de la embriaguez de las gracias, hizo que me sintiera libre durante horas de la fuerza de gravitación de la tierra.

5 – 7 de octubre de 1964  Reza el rosario por las almas sacerdotales

Llevo ya más de tres años que guardo, a petición del Señor Jesús, este ayuno estricto por la liberación de las ánimas sacerdotales.

-Al regresar hoy, lunes, de la santa misa, mi cuerpo se debilitó tanto con los dolores que después de unas horas me sobrevino un hambre grande. No la aguanté y tomé alimentos. En mi gran pena de no poder llevar ahora a las ánimas sacerdotales a la Presencia de Dios y porque esta compasión se acrecentaba más y más en mi alma, pregunté al Señor Jesús qué debía hacer. En mi alma reinaba gran oscuridad y silencio. El Señor Jesús no dio respuesta. Aun al tercer día me desperté sintiendo compasión por las ánimas sacerdotales en pena. Y mientras pensaba en estos, la Santísima Virgen hizo oír sus palabras bondadosas en mi alma:

S.V.- «Mi hijita carmelita, reza el rosario completo y asiste a una santa misa que sea ofrecida por él. Así puedes recuperar el atraso causado por tu debilidad. El ánima del sacerdote llegará del purgatorio a la Presencia de Dios».

Me quedé muy conmovida por esta propuesta bondadosa. Con lágrimas agradecí a nuestra Madre Celestial que en mi debilidad ayudo a liberar a las ánimas. Regresó a mi alma la fuerza y la tranquilidad. Esto también ocurrió la misma mañana: Al ir a la santa misa mis pensamientos se divagaron un poco, aunque esto duró sólo unos pocos minutos. Entonces el Señor Jesús se dirigió a mí:

JC.- «Eres querida para Mí pero ¡no distraigas tus pensamientos! Piensa sólo en Mí, porque si no lo haces así, me aflijo. No me aflijas y no tomes a mal si te corrijo. Sabes, me gusta si mis divinas palabras te encuentran estando siempre alerta. Aun un minuto es mucho para Mí que pases ocupada en otras cosas. Yo te ayudo para que sólo Yo y nadie más llene tus pensamientos.

1 – 2 de noviembre de 1965 Mes de Noviembre, mes de las almas sufrientes

El Señor Jesús me inundó con sufrimientos extraordinarios que de noche se intensificaban más todavía, tanto que sólo podía andar encorvada. Y lo que nunca existió en mí toda mi vida, me agarró también el temor a la muerte. Antes de ir a descansar, con todas mis fuerzas me preparé a la muerte como si ahora, en cualquier momento hubiera tenido que presentarme ante la santa faz de Dios. Estos grandes sufrimientos los ofrecí al Señor Jesús. Entre tanto, Él se contentó con decir:

JC.- «¡No estés harta de ellos!»

Al día siguiente me desperté aliviada y a lo largo del día este alivio iba en mí en aumento. Cuando de repente, de nuevo habló el Señor Jesús:

JC.- «¿Verdad, alma mía, me crees lo mucho que te quiero? Este violento sufrimiento que has soportado, lo destiné a favor de las almas sufrientes. Y ahora, sonrío sobre ti».

En este instante, sentí como si hubiera separado mi alma de mi cuerpo, mientras el Señor Jesús habló de nuevo:

JC.- «Dios sonríe sobre ti. Con mi divina Sonrisa, ves, soportas más fácilmente los grandes y violentes sufrimientos de los cuales las almas sufrientes tenían gran necesidad, porque ahora has tomado parte en la labor a favor de la Iglesia sufriente. ¡Sufre sonriendo! ¡Nadie sepa, nadie vea, quede esto el secreto de nosotros dos! Esto sólo Dios puede conceder y lo doy sólo a aquellas almas que saben soportar sonriendo los incesantes sacrificios».

15 de agosto de 1980 Ayuno de los días lunes

El Señor Jesús y la Santísima Virgen me hablaron alternando entre sí. La palabra de la Santísima Virgen con firme pero amorosa energia resonó en mi alma. Pidió al clero, a las personas consagradas a Dios (religiosos, religiosas) y a los fieles cristianos en todo el mundo que, teniendo modo de hacerlo, guardaran los días lunes, ayuno a pan y agua.

El Señor Jesús: «La Iglesia y el mundo entero está en grave peligro y ustedes con sus fuerzas no pueden cambiar la situación. Sólo la Santísima Trinidad puede ayudarles a ustedes, a la intercesión concertada de la Santísima Virgen, de todos los ángeles y santos y de las almas liberadas con la ayuda de ustedes».

Según la comunicación de la Virgen Santísima :

S.V.-Los sacerdotes, si observan el ayuno del lunes, en todos las santas misas que celebren esa semana, en el momento de la Consagración, liberarán multitudinariamente  a las almas del purgatorio. Las personas consagradas a Dios y los seglares que guarden el ayuno del lunes, en esa semana cada vez que comulguen, en el momento de recibir el Sagrado Cuerpo del Señor, liberarán multitud de almas del purgatorio.

12 de septiembre de 1963 La Llama de Amor de la Santísima y los Moribundos

S.V.-«Si se enciende la Llama de Amor de mi Corazón en la tierra, su efecto de gracia se derramará también sobre los moribundos. Satanás se quedará ciego y con la ayuda de la oración de ustedes, durante su velada nocturna, terminará la terrible lucha de los moribundos con Satanás y bajo la suave luz de mi Llama de Amor hasta el pecador más empedernido se convertirá». Es mi peticion que la santa velada nocturna, por la cual quiero salvar a las almas de los moribundos, la organicen de tal manera en cada parroquia, que por ningún minuto se quede sin que alguien haga oración de vela. »

RECOPILACION: La Llama de Amor de la Virgen y las almas del purgatorio:

S.V.-«Mi Llama de amor que deseo derramar sobre ustedes en una medida cada vez mayor, va a tener efecto sobre las almas del purgatorio también:

a) Aquellas familias que guardan los días jueves y viernes la hora santa de reparación en familia regularmente, si en la familia muere alguien, después de un único día de ayuno estricto (observado por un miembro de la familia), el difunto de la familia se libra del purgatorio.» 24 de septiembre de 1963 (Se entiende : si falleció en gracia de Dios)

b) «Quien ayuna a pan y agua el lunes, librará cada vez un alma sacerdotal del lugar del sufrimiento. Quien practica esto, él también recibirá la gracia de ser liberado del lugar de las penas antes de que transcurran ocho días de su muerte. » Orden de día LUNES
Nuevos privilegios para los que guardan ayuno estricto las lunes. 15 de agosto de 1980

c) «Si en cualquier momento, haciendo referencia a mi Llama de Amor, rezaran ustedes en mi honor tres Avemarías, cada vez un alma se librará del purgatorio. -Las ánimas sufrientes deben sentir ellas también el efecto de gracia de la Llama de Amor de mi Corazón maternal. » 13 de octubre de 1962

SANTA LIDUVINA

(1380-1433) Cuentan las antiguas crónicas que recién paralizada una noche soñó Liduvina que Nuestro Señor le proponía este negocio: «Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?». Y que ella respondió: «prefiero 38 horas en el purgatorio». Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir.

Y pasaron 38 horas y 380 horas y 3,800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí, «¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3,800 horas». El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta: «¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?» ¡Pues 3,800! ¿Sabe cuánto hace que Ud. se murió? No hace todavía cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben que Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3,800?». Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó: Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra. Y despertó. Y en verdad estuvo 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía: «Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar». Y seguía sufriendo contenta su parálisis para pagar sus propios pecados y para conseguir la salvación de muchos pecadores.

En 1421, o sea 12 años antes de su muerte, las autoridades civiles de Schiedam (su pueblo) publicaron un documento que decía: «Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así lo hace actualmente. Vive únicamente de la Sagrada Comunión que recibe». Durante los primeros años de su enfermedad podía tomar algunos alimentos, pero después, durante los últimos 19 años de su vida, ya no volvió a comer ni a beber. Su único alimento era la Sagrada Comunión. Nadie se ha logrado explicar este prodigio.

Narramos aquí la tercera visión relativa al interior del Purgatorio, aquella de Santa Liduvina de Shiedam, Holanda, quien murió el 11 de abril de 1433, y cuya historia escrita por un sacerdote contemporáneo, goza de la más perfecta autenticidad. Ésta admirable virgen, un verdadero prodigio de la paciencia cristiana, fue presa de muchos dolores y de los padecimientos más crueles por un período de treinta y ocho años. Estos sufrimientos hacían imposible para ella el dormir, pasaba las largas noches rezando, y muy frecuentemente, llevada en espíritu, era conducida por su Ángel guardián a las regiones misteriosas del Purgatorio, allí ella vio moradas, prisiones, diversas mazmorras, cada una más tenebrosa que la otra; se encontró con almas que ella conocía, y le fueron mostrados los diferentes castigos. Se puede preguntar, « ¿Cual fue la naturaleza de esos viajes extáticos?» ello es difícil de explicar; pero podemos concluir por otras circunstancias que había más realidad en ellos que lo que podemos creer.

La santa inválida hizo viajes similares y peregrinajes en la tierra, a los lugares santos de Palestina, a las iglesias de Roma, y a los monasterios en la vecindad. Ella tenía un conocimiento exacto de los lugares por los que había viajado en espíritu. Un religioso del monasterio de Santa Isabel, conversando un día con ella, hablando de las celdas, de los salones, del refectorio, etc., de su comunidad, diole a él una detallada descripción de su casa, como si ella estuviera viviendo allí. El Religioso habiendo expresado su sorpresa, le oyó decir: «Sepa padre, que yo he estado en su monasterio; he visitado las celdas, he visto a los ángeles guardianes de todos aquellos que las ocupan».

En uno de los viajes que nuestra Santa hizo al Purgatorio ocurrió lo siguiente: Un desafortunado pecador, enredado en las corrupciones de éste mundo, fue finalmente convertido por las oraciones y urgentes exhortaciones de Liduvina, el hizo una sincera confesión de todos sus pecados y recibió la absolución, pero tuvo poco tiempo para practicar la penitencia, ya que poco después murió por causas de la plaga. La Santa ofreció muchas oraciones y sufrimientos por su alma; y algún tiempo después, habiendo sido transportada por su Ángel al Purgatorio, ella quiso saber si él estaba todavía allí y en qué estado. «Él está aquí,» dijo su Ángel, «y está sufriendo mucho. ¿Estarías dispuesta a sufrir algunos dolores con el fin de disminuir los de él?» «Claro que sí,» dijo ella, «Estoy lista para sufrir cualquier cosa con tal de ayudarlo.» Instantáneamente, su Ángel la condujo a un lugar de espantosas torturas. « ¿Es esto el infierno hermano mío?» preguntó la Santa dama sobrecogida de horror. «No, hermana»,  le contestó el Ángel, «pero esta parte del Purgatorio está en el límite con el Infierno». Mirando hacia todos lados, vio ella lo que se asemejaba a una inmensa prisión, rodeada con murallas de una prodigiosa altura, cuya oscuridad, junto con las monstruosas piedras, la llenaron de horror. Acercándose a este gigantesco enclaustramiento, ella oyó un ruido confuso de lamentos, gritos de furia, cadenas, instrumentos de tortura, golpes violentos que los verdugos descargaban contra sus víctimas. Este ruido era tal que todo el tumulto del mundo, en tempestad o batalla, no podría tener comparación con él. « ¿Que es entonces este horrible lugar?» pregunto Santa Liduvina a su buen Ángel. « ¿Deseas que te lo muestre?» «No, te lo suplico», dijo sobrecogida de terror, «el ruido que oigo es tan aterrador que no puedo seguir escuchándolo; ¿Cómo puedo, entonces, soportar la vista de esos horrores?» Continuando con su misteriosa ruta, ella vio un Ángel sentado tristemente en las paredes de un pozo. «¿Quién es ese Ángel?» le preguntó a su guía. «Es», dijo él, «el Ángel guardián del pecador en cuya suerte estas interesada. Su alma está dentro de ese pozo, donde tiene un Purgatorio especial». Tras estas palabras, Liduvina miró inquisitivamente a su Ángel; ella deseaba ver esa alma que le era tan querida, y tratar de librarlo de tan espantoso hoyo. El Ángel que comprendió su deseo, descubrió el pozo, y una nube de llamas, junto con los mas lastimeros lamentos brotaron de él. « ¿Reconoces esa voz?» le pregunto el Ángel a ella. « ¡Ay! Sí», contestó la sierva de Dios. « ¿Deseas ver esta alma?» continuó él. Al oír su respuesta afirmativa, el Ángel le llamó por su nombre; e inmediatamente nuestra virgen vio aparecer en la boca del foso un espíritu envuelto todo en llamas, que parecía un metal incandescente al rojo vivo, y quien al verla le dijo en una voz escasamente perceptible, « ¡Oh Liduvina, sierva de Dios! ¿Quién me ayudará para contemplar la cara del Altísimo?»La visión de ésta alma, presa del más terrible tormento de fuego, le causó tal conmoción a nuestra Santa que el cinturón que ella usaba alrededor del cuerpo se rasgó en dos; y siéndole imposible seguir viéndole en tal estado, despertó repentinamente de su éxtasis. Las personas presentes, percibiendo su temor, le preguntaron su causa. « ¡Ay!» replicó ella «¡Que tan espantosas son las prisiones del Purgatorio! Fue para ayudar a las almas que yo consentí descender allá. Sin este fin, aunque me fuere dado todo el mundo, no pasaría otra vez por el terror que tan horrible espectáculo me causó. Algunos días después, el mismo Ángel que ella había visto tan desolado, se le apareció con una actitud feliz, le dijo que el alma de su protegido había abandonado el pozo y había pasado al Purgatorio ordinario. Éste alivio parcial no satisfizo a Liduvina, continuó rezando por el pobre paciente, aplicando a él los méritos de sus sufrimientos, hasta que pudo ver que las puertas del Cielo se abrieron para él.

SANTA GERTRUDIS DE HELFTA

(1256- 1301) Santa Gertrudis de Helfta, llamada la grande, nació en Eisleben (Turingia) en 1256. Entró al monasterio a los 5 años con las monjas Cistercienses de Helfta (Sajonia). La abadesa Gertrudis de Hackerbon la acogió de niña porque había quedado huérfana. A los 25 años, en 1281, tiene su primera manifestación divina. Empezará a escribir en latín por un impulso interior y escuchando la voz de Jesús que quiere hacer conocer sus escritos. Hacia el 1284 recibe los estigmas invisibles. A los 45 años, poco antes de morir recibe también el regalo de la herida, o flecha de amor, en el corazón.

Recorrió en modo maravilloso el camino de la perfección, dedicándose a la oración y contemplación, empleando su cultura para la redacción de sus textos de fe, entre ellos el célebre «Exercitia» y el que es tal vez uno de sus libros más famosos, las «Revelaciones». Es recordada entre las iniciadoras de la devoción al Sagrado Corazón, la primera en trazar una teología, pero sin el tema de las reparaciones que luego será dominante. Ejerció una gran influencia en su tiempo porque la fama de su Santidad y de sus visiones atraía a muchos para pedir consejo y consuelo.

Experiencias con las ánimas:
A Santa Gertrudis se le aparece la santa abadesa Gertrudis en la gloria mientras ella ofrece la misa y ve que el Señor la recibe en su corazón. En estas visiones, Gertrudis ve la conexión entre el Sagrado Corazón, la misa y las almas de los difuntos.

Gertrudis también asiste en la muerte de Matilde, cantora del monasterio, y ve que Jesús acerca los labios de la agonizante a la herida del Divino Corazón.

Gertrudis rogaba un día por el hermano F. que había muerto hacía poco y vio su alma con el aspecto de un sapo repugnante, quemado interiormente en forma horrible y atormentado de varias penas a causa de sus pecados. Parecía que tenía algo malo debajo de su brazo y un peso enorme lo obligaba a estar curvado hasta el suelo, sin poderse enderezar.

Gertrudis comprendió que aparecía encorvado y con forma de sapo porque durante su vida religiosa había descuidado elevar su mente a las cosas divinas. Además entendió que el dolor que llevaba debajo de su brazo era debido al hecho de que había trabajado con el permiso del Superior para adquirir bienes temporales y había escondido la ganancia.

Tenía que pagar por su desobediencia. Gertrudis habiendo recitado los salmos prescritos por aquella misma alma, preguntó al Señor si tendría alguna ventaja: «ciertamente respondió Jesús» las almas purgantes vienen y levantan tales sufragios, incluso también las oraciones breves pero dichas con fervor son de mucho provecho para ellas.

Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, pensó en molestar su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio puesto que había desperdiciado sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Ángeles y las miles de amas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las ánimas benditas, la llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

Murió una monja del Orden de Cistel, moça de poca edad, llamada Getrudis. Tenía una grande amiga, la cual, estando en el coro assitiendo a las horas, vido entrar la muerta y ponerse a una parte, muy triste, y la cabeça, baxa. La otra, que la vido y conoció, alborotóse mucho, y hizo tal sentimiento que la abadessa lo echó de ver, y acabadas las horas, llamóla y preguntóle la causa de su sentimiento y alboroto.

Respondió:

-Sabed, madre señora, que vi entrar a Getrudis y estar en el coro todo el tiempo que se dezía el oficio.

La abadessa dixo:

-Son ilusiones del demonio. Si otra vez la vieres, dirásle: « Benedicite», y mira si te responde.

Hízolo assí la monja; entró la muerta, su amiga, llegó a ella, y díxole: « Benedicite». Respondió la muerta: « Dominum». Tomó la otra ánimo y preguntóle:

-¿A qué vienes?

La muerta respondió:

-A assistir en el oficio y a satisfazer lo que contigo parlé estando en él, porque me ha Dios señalado Purgatorio adonde cometí el pecado. Y avísote que si tú no te enmiendas, que será lo mismo de ti que de mí.

Por cuatro vezes se vido la muerta venir al oficio y assistir en él, siendo su amiga la que la veía, y porque hazía tal sentimiento que todo el coro se turbava, en especial sabiéndose ya la causa, la abadessa hizo celebrar Missas y hazer oración por la difunta, y no fue vista más. Lo dicho es de Cesario.

Santa Gertrudis amaba, por las excelentes cualidades de que estaba en abundancia dotada, a una jovencita que al Señor plugo llamarla a Sí en la flor de su vida. Ocurrió, pues, que mientras, después de su tránsito, la Santa la recomendaba con gran fervor a Dios, arrebatada en espíritu, la vio que estaba en la presencia del Salvador, adornada con preciosas vestiduras y radiante de luz, pero con rostro triste y medrosa de presentarse a su divino Esposo Jesús. Maravillada la Santa, primeramente se dirigió suplicante al Redentor, rogándole se dignara invitar dulcemente a aquella su amada jovencita, a fin de que avanzara confiada hacia Él. El amoroso Redentor volvió benigno su mirada a la humilde doncellita, haciéndole señal de que se aproximara a Él; pero ella, en lugar de acercarse más, más avergonzada todavía, humildemente se alejaba. Entonces  Gertrudis, dirigiéndose a ella: “¿Es ésa la manera, le dice, de corresponder a la gracia del celeste Esposo, o más bien de hacerse indigna de Él?”. A lo que la prudente virgen respondió: “Perdona, Madre, es que mi estado no me permite todavía tomar entre mis manos aquella diestra, ni besar aquella mano que me invita. Estoy, es cierto, confirmada en gracia, como destinada a ser esposa del Cordero Inmaculado, pero es preciso purgar toda suerte de defectos antes de unirse en eterno abrazo con Él. Todavía hay en mí algún defectillo que me afea y ofende su purísima mirada, y hasta que yo no me vea tal cual Él me desea, no osaré jamás entrar en aquel celestial gozo, que no sufre mancha de imperfección”. ¿Y podremos nosotros esperar obtenerlo si no nos enmendamos perfectamente de nuestras culpas? Pero ¿cuándo lo haremos? El tiempo vuela rápidamente, y si nuestros días pasan, no lo haremos, no lo podremos hacer jamás.

Un día, Santa Gertrudis, habiéndose puesto en oración suplicando por el eterno descanso de un alma por la que ella particularmente se interesaba, el Señor le hizo oír estas palabras: “Yo experimento un placer especial cuando se me dirigen oraciones por los difuntos, sobre todo cuando veo que la compasión natural va unida con la buena voluntad que la hace meritoria. ¡Oh, entonces ambas cosas juntas concurren admirablemente para dar a esta buena obra la plenitud y perfección de que es capaz! Las oraciones de los fieles descienden cada instante sobre las pobrecitas almas cual lluvia benéfica, cual bálsamo saludable que no solamente endulza y calma sus dolores, sino que con el tiempo líbralas también de aquella cárcel más o menos rápidamente, según sea el fervor y devoción con que sean hechas”. En otra ocasión, suplicando esta misma Santa al Señor se dignase aceptar las súplicas que le dirigía en favor de los difuntos, recibió esta respuesta: “¿Y cómo podría ser de otro modo? Yo soy como un príncipe lleno de afecto para con algunos súbditos suyos, a quienes por su propia autoridad y por justos motivos tiene encerrados en lóbrega cárcel; y no queriendo hacerles gracia, como podría, en virtud de su poder soberano, para que su justicia no quedase malparada, no obstante, estaría enteramente dispuesto a perdonarles y librarlos de la cárcel si algún personaje de su corte intercediera y suplicase por ellos. Del mismo modo me son altamente agradables las súplicas que se me hacen en favor de las almas del Purgatorio, y tomo ocasión de ellas para librarlas de sus penas y llevarlas a la posesión de la eterna gloria”.

En cuánto provecho redunde para nosotros, delante de Dios y de las almas del Purgatorio, este acto heroico de caridad, vémoslo confirmado por el siguiente hecho, referido por Dionisio Cartujano. Una doncella, llamada Gertrudis, educada en la escuela de la caridad, había acostumbrado, desde sus más tiernos años, ofrecer en sufragio de las almas del Purgatorio la satisfacción de todas las buenas obras que hacía. Era tan del agrado del Purgatorio y del Cielo tan devota práctica, que con frecuencia complacíase el Señor en indicarle las almas más necesitadas a las cuales convenía la aplicase; y aquellas mismas almas que por su mediación eran liberadas de aquellas penas aparecíansele gloriosas para darle más gracias y prometerle su correspondencia desde el cielo. Había empleado siempre su vida en este santo ejercicio, y llena de santa confianza acercábase a la muerte cuando el enemigo infernal trató de perturbarla, acometiéndola con el pensamiento de haber ella liberado en su vida muchas almas del Purgatorio para ir ella ahora a ocupar su lugar y sufrir por ellas, hallándose despojada del mérito de todas sus buenas obras. “¡Cuán necia y presuntuosa fuiste, le decía, al despojarte de tantos merecimientos para cederlos en provecho de otros! Pronto te arrepentirás, cuando te veas acometida y rodeada de los más crueles suplicios, riéndome yo entretanto de tus padecimientos. ¿Qué necesidad tenias tú de prodigar de ese modo tus méritos en beneficio de quien era para ti un extraño? El orgullo fue el que te cegó; mas, ¡bien caro lo pagarás!”. Ante tales insinuaciones, aquella alma piadosa, gimiendo y desolada, lamentábase diciendo: “¡Ay, infeliz de mi, infeliz de mí! ¡Dentro de breves instantes iré a dar cuenta a Dios de todas mis acciones, sin haberme reservado ninguna buena para mí! ¡Oh, qué terrible Purgatorio me espera, sin esperanza de alivio ni consuelo!”. Pero el Señor, no queriendo que pasara tanta angustia su fiel sierva, apareciéndosele lleno de majestad y de dulzura, le dice: “¿Por qué estás tan desolada, hija mía? Has de saber que tu caridad me ha sido tan grata, que desde este momento Yo te perdono todas las penas que te estaban reservadas, y como Yo he prometido recompensar con el ciento por uno a los que se olvidaran de sí mismos por amor de sus hermanos, así con el ciento por uno aumentaré tu recompensa en el cielo. Sepas que todas las almas salvadas por ti vendrán en breve a tu encuentro para acompañarte e introducirte en la celestial Jerusalén”. Ante tan consoladora seguridad la piadosa doncella sintió disiparse toda tristeza, y referido lo acaecido a los circunstantes, con la sonrisa de los predestinados en los labios, fue a recibir la recompensa de su caridad heroica. Enfervorícese también nuestro deseo de procurar ayuda a las benditas almas, pues espléndida será la celestial recompensa.

Fuentes: P. Angel Peña O.A.R. “Más allá de la Muerte” Capítulo 4: Los santos y el purgatorio, http://www.tenesperanza.org y otros

 

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El Purgatorio es biblico


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