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El Cenáculo: centro de la Santa Sión cristiana

Sala del Cenáculo donde Jesús realizó el Lavatorio de pies, la Ultima Cena, y descendió el Espíritu Santo a los Apóstoles reunidos con María

El Cenáculo es el centro de Sión cristiano, donde se iniciaron los gestos del Amor de Jesús antes de subir a la Cruz y donde nació la Iglesia. Allí tuvo lugar el lavatorio de pies de Jesús a sus discípulos, la última cena y la venida del Espíritu santo cuando los Apóstoles están reunidos con María luego de la muerte de Jesucristo.

La sala de la última cena y descendimiento del Espíritu Santo ha pasado por varias manos, construcciones y reconstrucciones, y hoy el edificio es propiedad del gobierno israelí, que usa el piso superior como atractivo turístico para los cristianos, pero no deja celebrar la liturgia allí.

Puerta de David o de Sión

 

EL MONTE SIÓN

Sión fue el nombre cananeo de la colina rocosa en que se asentaba la Jerusalén jebusea del sureste, que David conquistó y convirtió en capital; se llamó, desde entonces, “ciudad de David” (2 Sam 5,7; 1Cr 11,4-5; 1 Re 8,1; 2 Cr 5,2). El significado se generalizó para referirse a Jerusalén (2 Re 19,21; Sa148,12; 133,3; Is 1,8; 10,24; 60,14). Los deportados al exilio y los que logran regresar, sueñan todos con reconstruir Sión o Jerusalén (Sal 51,20; 126,1; 137,1.3).

  

Vista aerea de Monte Sión

Transferida el Arca al monte del Templo (Moria), se aplicará a éste el nombre de Sión, como morada de Yahvé (Is 8,18; Jer 31,12; 1Mc 7,32-33; Sal 74,2). Y tras el destierro, al no realizarse la esperanza histórica de la restauración política, Sión asumió el valor simbólico de pueblo de Dios; en ocasiones, significa también la institución religiosa de los judíos (Sal 126,1; Is 33,14; Mi 1,13: Za 2,14; So 3,14). Y por su relación con el Mesías, Sión es igualmente sinónimo de la Jerusalén celestial (Rm 11,26; Hb 12,22; Sal 110,2). Baste comprobar una cita: “Os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial” (Hb 12,22).

Finalmente, por haberse iniciado el cristianismo en torno al Cenáculo, de tantos recuerdos para la primitiva comunidad cristiana, el nombre de Sión es aplicado por los bizantinos a la montaña del suroeste, donde se celebró la Última Cena y adonde descendió el Espíritu Santo. La convicción de que la Iglesia era la continuación del “pueblo de Dios”, fue motivo para denominarse Santa Sión la primitiva basílica bizantina. Con ello la colina del Cenáculo suplantaba en el nombre a la de la primera ciudad de David. Nacía una Sión cristiana.

 

EL CENÁCULO

Sala del Cenáculo

El monte Sión cristiano – entre los valles del Tyropeon y la Gehenna – se encuentra hoy fuera de las murallas de Jerusalén. Se accede a él normalmente por la llamada puerta de Sión o de David, abierta en 1540 por Solimán II el Magnífico, para comunicar esa parte alta (de unos 780m.) con la ciudad interior. En torno a la “sala alta” del Cenáculo, hay para el cristiano todo un cúmulo de recuerdos, de los que ofrecemos las citas del Evangelio:
   –Preparación de la Pascua: Mc 14, 12-17.
   –Lavatorio de los pies: Jn  13,4-17.
   –Oración sacerdotal: Jn 14; 15; 16; 17.
   –Mandamiento nuevo del amor: Jn 15.
   –Eucaristía: Mc 14,22-25; Mt 26, 26-29; Lc 22,19-20; 1Cor 11,23-26.
   –Aparición del Resucitado: Jn 20,19-23; Mc 10,14; Lc 24,36-45.
   –Pentecostés: Hch 2,1-12.

 

HISTORIA DE LA SIÓN CRISTIANA ANTIGUA

Las fuentes literarias coinciden en localizar el Cenáculo en la colina del suroeste de la Ciudad Santa. También la arqueología parece estar de acuerdo. En 1951, se descubrieron restos evidentes de lo que pudo ser la primitiva construcción de los siglos I-II d.C., donde la naciente iglesia judeocristiana convirtió en iglesia sinagogal -dedicada al Señor o a los Apóstoles – la casa o sala de la Cena pascual, enriquecida con tantos acontecimientos. Reliquia de esta casa-sinagoga puede ser el muro absidal que aún sigue en pie, detrás del cenotafio llamado “tumba de David”. Su destino sería guardar los rollos o libros sagrados. A ello se añaden grafitos – hoy desaparecidos o cubiertos – y piedras de cimientos y angulares de algunas partes del primitivo edificio.

Esa casa-iglesia de los primeros siglos mantuvo las dos plantas, de las que “la alta era propiamente el Cenáculo (Mc 14,15; Lc 22,12). No perderá nunca esa estructura a pesar de las transformaciones sucesivas.

El lugar o casa de oración comienza a tener importancia después de la Ascensión (Hch 2,1). Desde el año 58, será la primera sede episcopal de Jerusalén, regida por Santiago, el hermano del Señor, al frente de los judeocristianos. Afortunadamente, ni las legiones de Tito ni las de Adriano se percataron de aquel rincón venerado del extremo suroeste, que siguió como lugar de cita de la primitiva comunidad. Lo alcanzaron a ver testigos y peregrinos anteriores y posteriores a la gran basílica del siglo IV.

Son conocidos los problemas por los que atravesó esta iglesia madre” de Sión,  que nació con el signo del martirio. Santiago y Simeón y los 13 obispos siguientes – anteriores todos a la segunda rebelión judía del año 135 dC. – son el tributo martirial de los judeocristianos de Jerusalén. En los primeros años de la Aelia Capitolina de Adriano, se sentó en el “trono de Santiago” el obispo Marcos (133-135), del que afirma Eusebio (HE V, 12) que fue “el primer obispo tomado de entre los Gentiles para dirigirla”.

Luego vino la dispersión de los cristianos de Jerusalén por Jordania y Siria, a lo que hay que sumar los conflictos creados por la secta de los ebionitas. El concilio de Cesarea (l96 dC.) Fijó en domingo la celebración de la Pascua, lo que no gustó a la iglesia de Jerusalén, aferrada a la fecha del 14 de nisán por su condición de judeocristiana. La reacción del obispo Narciso le llevó a exiliarse voluntariamente por discrepancia de criterio. Le sucedió el apologeta y mártir Alejandro de Capadocia (202-211), que dejó constancia escrita de la iglesia del monte Sión. La problemática sigue aún, un siglo largo más tarde, cuando Macario (314-333) se ve en la obligación de recoger las tradiciones de la iglesia local para informar a los arquitectos de Constantino acerca de los “lugares santos”, sepultados por Adriano dos siglos antes.

Y aquí termina la época de independencia de la sede de Sión. Hasta el año 70 dC es decir, en vida de los obispos “parientes del Señor, el Cenáculo era una casa de dos plantas – cedida a los cristianos- que conserva el aspecto originario. Al pasar a “sede episcopal, el edificio – con las necesarias transformaciones – se identifica como una “pequeña iglesia de Dios, mencionada por los escritores y testigos anteriores al año 335.

 

DOS SEDES EPISCOPALES

A la muerte de Macario, sin que cese la afluencia de peregrinos, el Cenáculo sufre la competencia de la sede del Santo Sepulcro, por lo que se identifica como la iglesia “superioro de arriba. Los primeros obispos de abajo – de Jerusalén a secas – son Máximo (333-48) y San Cirilo de Jerusalén (348-386). Por las catequesis de Cirilo conocemos la dura realidad de la iglesia judeocristiana del monte Sión, que él llama “Iglesia superior de los Apóstoles”, con graves problemas de división. Los testimonios de otros testigos confirman la tensión o discrepancias,  sobre todo en los casos de escritores cualificados, que no se limitan -como los simples peregrinos- a describir lo que ven.

Algunos ejemplos de unos y otros. El peregrino de Burdeos (333 dC.) -que pasó por Sión – sólo vio una de las “siete sinagogas que allí existieron”, pero no entra en las causas de esta merma. Egeria (384 dC.) parece hablar de dos iglesias en Sión. Si estaba en pie la de Juan, no la describe; se limita a decir que asistió a la procesión que iba del Martyrium a Sión y a la liturgia y predicación que allí se celebraba “en otra iglesia, donde la multitud de creyentes, después de la pasión del Señor, solía recogerse juntamente con los Apóstoles”. Pero San Gregorio de Nisa, que visitó por entonces Jerusalén (385 dC.), no logró entenderse en su diálogo con los judeocristianos, a los que deja mal en una de sus cartas polémicas. Epifanio de Salamina (392 dC.) es explícito al afirmar que la destrucción de Adriano (117- 138) no afectó a “la pequeña Iglesia de Dios, donde los discípulos habían subido a la sala superior… construida en aquella parte de Sión que se libró de la destrucción”. Y añade que de las siete sinagogas, una quedó en pie hasta tiempos de Constantino, “como cabaña en una viña”. El historiador Eusebio, que escribe a principios del siglo IV, testifica también que “el trono de Santiago… se ha conservado hasta hoy”. Y san Jerónimo, que sostuvo grandes discusiones con el patriarca Juan, no parece interesarse por su basílica, pero asegura que vio la columna de la Flagelación en la nave de la Iglesia y el lugar donde descendió el Espíritu Santo.

En efecto, a fines del siglo IV, como desafío a la mermada comunidad judeocristiana del Cenáculo, el obispo Juan II de Jerusalén (386-417) edificó, con ayuda bizantina, la gran basílica de Santa Sión (Hagia Sión”), de grandes proporciones, en el flanco norte de la anterior. De su grandiosidad se hacen eco los elogios homiléticos de Esiquio de Jerusalén (c· 440 dC), el peregrino Teodosio (530 dC.) – que da su ubicación y la llama «madre de todas las iglesias» – y el Breviario de Jerusalén (también del año 530), que la designa como “basílica enormemente grande”.

La basílica de Juan debió de ser espléndida: 60m de larga, 40 de ancha y 80 columnas. Pero sólo duró incólume hasta los persas. Como indica el plano arqueológico de Bagatti – Alliata, abarcaba gran parte del entorno sacro actual: en la nave septentrional, se recordaba la dormición de la Virgen; desde la meridional se subía a la capilla superior que recordaba la Cena y los hechos de Pentecostés. De aquí se descendía a una capilla inferior, que conmemoraba el lavatorio de los pies y la aparición a los apóstoles.

 

ENTRE DESTRUCCIONES Y RECONSTRUCCIONES

Parece que, durante los siglos siguientes y hasta su destrucción (966 dC.), el Cenáculo deja de ser un santuario independiente e individuado; simplemente forma parte de la basílica. De hecho, los peregrinos o textos no la mencionan expresamente, mientras que no olvidan otros recuerdos menores. Entre éstos, en la Santa Sión eran veneradas las reliquias de San Esteban, la columna de la Flagelación, la conmemoración del santo rey David (25 de diciembre) y la de Santiago, primer obispo de Jerusalén.

La basílica fue incendiada por los persas de Corroes 614 dC.), pero el patriarca Modesto la reedificó tras la reconquista de Heraclio (629). A Modesto le sucede San Sofronio (634-638 dC.), que canta a Sión en sus Anacreónticas, pero que se vio en el trance – un año antes de su muerte – de entregar las llaves de Jerusalén al califa Omar (637).

Arculfo, en el año 670, vio la basílica, que le pareció grande y de estructura pétrea, pero en su dibujo sólo destacó los lugares y reliquias santas. Hay también una descripción armenia de la iglesia de Sión (s. VII dC.). Y en el Leccionario georgiano de la iglesia de Jerusalén (de los s. VII-VIII) se señalan los días de celebraciones propias de la basílica.

Si no de momento, sí a lo largo de la ocupación islámica fue destruida la Santa Sión (en 966 ó en 1009), excepto la sala de doble piso del Cenáculo, que es lo que los cruzados hallaron en ruinas, el 15 de julio de 1099. No tardaron en reconstruirla, reduciendo a tres las cinco naves y dedicándola a Santa María del Monte Sión. Individuaron, a uno y otro lado, los lugares sacros del Cenáculo y de la Dormición, respetando los dos planos del Cenáculo, de tal modo que los peregrinos posteriores vuelven a hablar del Cenáculo y a describirlo (Sewulfo, Daniel, J. de Wirzburg, Teodorico).

La obra de los cruzados -que necesariamente debió de ser de estilo románico-  fue destruida por Saladino (1187 dC.).

No es fácil aclarar cómo Wilibrando, en 1212, halló “un cenobio grande y hermoso a la vista”. Lo servían los sirianos. Más radical debió de ser la destrucción del sultán de Damasco, el Malek el-Mohaddam, en 1219. Y entonces sí que se imponía una restauración a fondo de la sala superior del Cenáculo. ¿Quién la realizó?

 

LA ETAPA DE LOS FRANCISCANOS

Aspecto exterior del edificio donde esta el Cenáculo

A juzgar por el nuevo tipo de arquitectura – ahora gótica – han transcurrido bastantes años. No es seguro que la sala fuera rehecha de manera profunda en la breve tregua de Federico II (1229-39); pero sí es muy probable que allí se celebraron cultos mientras el local lo permitió. En el año 1244, la calma de la tregua – que era sólo de diez años – se interrumpió por el asalto de los feroces karismini. Sin que se pueda precisar la gravedad de los deterioros, las noticias nos trasladan al año 1335, en que Santiago de Verona habla claramente de un edificio de “bóvedas dobles” junto a las ruinas de la iglesia, que es sin duda la cruzada.

Esas bóvedas pertenecen ya a otra construcción. En 1333, Roberto de Nápoles y Sancha de Mallorca adquieren, por inmensa suma de dinero, los terrenos -una gran parte- del monte Sión para donarlos a los franciscanos. No es lógico que alzaran un convento para los frailes, un hospicio para peregrinos, y se cruzaran de brazos ante el Cenáculo. Parte al menos de la obra -la vivienda- estaba terminada para 1335. En 1342, la bula Gratias agimus de Clemente VI confirma la donación a los menores.

No es posible resolver la datación exacta de la sala gótica del Cenáculo, que quiere semejar un gran comedor con dos gruesas columnas centrales que se abren en palmera para sostener la nervatura ojival. Si se admite que la obra es de la tregua de Federico II (antes de 1244), su arquitectura es muy avanzada con respecto al arte occidental. Parece más obvio relacionarlo con las formas constructivas de la Nicosía del siglo XIV, lo que equivale, a afirmar que su recio estilo gótico corresponde a la etapa de pacífica posesión de los franciscanos, quizá ya en la segunda mitad del “trecento”. Si se piensa en fechas más posteriores, las líneas rebajadas de las ojivas podrían resultar ya arcaizantes. Ello no impide que las reconstrucciones y ampliaciones prosiguieran durante largos años.

La escalera del fondo conduce a la sala alta, donde los cruzados celebraban ya la venida del Espíritu Santo, así como la otra sala inferior -al ras de suelo- les servía para conmemorar el lavatorio y el recuerdo de David. 

En todo caso, se han salvado – una vez más – las dos salas superpuestas, que en adelante tendrán historia independiente. En 1429, los religiosos fueron expulsados de la sala inferior, que volvieron a recuperar por dinero, para perderla definitivamente en 1452. Los judíos habían instigado a los musulmanes, haciéndoles conocer las infundadas noticias de Benjamín de Tudela, que tampoco ellos sabían hasta 1167. La pretendida “tumba de David”, era sólo el señuelo que desencadenó la ambición. Los despojos continuaron en 1524, pues un decreto de Solimán II arrebataba también la sala superior, tras dos siglos de posesión; y poco después, en 1551, los mismos otomanos expulsan de su convento de Sión a los franciscanos y convierten en mezquita -de Nebi Daud o Profeta David- la sala del Cenáculo, vedando además rigurosamente el acceso a todos los cristianos. 

Aún así, los menores se resistieron a salir del lugar; se alojaron como pudieron en un local vecino – llamado «el horno» hasta que, en 1559, compraron a los georgianos el convento de San Salvador, sede desde entonces de la Custodia de Tierra Santa. Se iban, pero no aceptaban los hechos consumados. Por eso, el Custodio continúa llevando el título de “Guardián del convento del Santo Sión”. Bernardino Amico, a fines del siglo XVI, se ingenió para hacer un interesante diseño del lugar que habían abandonado los franciscanos.

 

SIGLOS POSTERIORES

La prohibición de entrar en Sión siguió en pie en los siglos siguientes, si bien consta de visitas aisladas, siempre por dinero. En el siglo XIX, se suavizó la situación y se toleró la entrada, pero nunca la celebración de misas. Para justificar la postura, añadieron el mihrab (1929) y ricas alfombras, como símbolos de mezquita oficial, y se instaló una verja (hoy retirada) para señalar el límite de la tolerancia. En 1936, los franciscanos fundaron al lado un nuevo convento destinado a las celebraciones de los peregrinos. Está precisamente en la “casa del horno”, pared por medio del Cenáculo auténtico. En 1948, tras la división de la ciudad, el Cenáculo caía en la parte nueva o israelí. La sala del Cenotafio se convirtió en sinagoga y el resto de los bajos en monumento nacional para conmemorar el “holocausto” de judíos en Europa. 

Como consecuencia de la guerra de 1967, las familias musulmanas que residían en el Cenáculo abandonaron el local, que pasó a protección del ministerio de Cultos de Israel. Hoy, los israelíes permiten a los cristianos las visitas de la sala, pero no las funciones litúrgicas. Se basan para ello en una interpretación peculiar del “statu quo”.

La Custodia, que no ha renunciado a los derechos, reitera sus reclamaciones periódicas.

 

OTROS ATRACTIVOS PARA VISITAR EL MONTE SIÓN

Basílica de San Pedro Gallicantu

  

Hagia María o Iglesia de la Dormición en Monte Sión

  

Tumba de David en el Monte Sión

 

Fuente: Félix del Buey, ofm para Revista Tierra Santa

 
 

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FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María Reliquias TESTIMONIOS Y MILAGROS

Los descubrimientos arqueológicos sobre la Devoción a la Virgen María

El célebre grafito XA(IRE) MARIA, Ave María, encontrado en la casa de la Virgen en Nazaret y la manifestación de fe que una peregrina, hacia el siglo III, dejó gra­bada en el fuste de una columna del santuario de la Anunciación de Nazaret: “en el lugar sagrado de M(aría) he escrito”, constituyen dos manifestaciones de grandísima importancia que prueban el culto que los cristianos de los primeros siglos rendían a María. Pero es la época bizantina la que nos ha conservado nume­rosos documentos de devoción hacia la Madre de Jesús por parte del pueblo cristia­no.


MEDALLONES, ANILLOS, FRASCOS Y PENDIENTES CON LA FIGURA DE MARÍA

El Evangelio introduce, en la escena de la Anunciación, a la Virgen de Nazaret en la economía de la Salvación. Esta escena evangélica está representada en variados objetos de uso privado fabricados en la época bizantina, por ejemplo, en un encolpion o medallón episcopal, procedente del valle del Jordán, hoy conservado en el Museo de Rockefeller (Jerusalén). La Anun­ciación está también representada en un anillo de oro, proveniente de Siria, guar­dado en el Museo del Estudio Bíblico Franciscano de la Flagelación. En el anillo figura la escena de la Anunciación con el saludo, en griego, del ángel: «Ave María, llena de gracia«.

El Museo de Monza, Italia, posee un disco de terracota en el que está reproduci­da la Anunciación con el saludo del ángel. Este objeto, muy probablemente llevado a Monza por un peregrino, proviene del santuario de san Gabriel de Nazaret, situa­do junto a la fuente, donde, según el Protoevangelio de Santiago, tuvo lugar la Anunciación.

Idéntica escena se encuentra en un frasco de terracota, conservado en el Museo de Israel y en otros frascos de metal, de origen palestinense, conservados en Monza y en Bobbio (Italia). Estos frascos o eulogias (recuerdo-bendición) se vendían a los peregrinos que visitaban los Santos Lugares. En ellos se guardaba aceite bendi­to, recogido de las lámparas que ardían en los santuarios de Tierra Santa. Además de la Anunciación están reproducidas otras escenas evangélicas: la Visitación, la Nati­vidad, la Adoración de los magos y de los pastores, la Crucifixión, la Ascensión y Pentecostés, episodios de la vida de Jesús en los que María ocupa un lugar iconográ­fico muy importante.

Escenas evangélicas como éstas están figuradas también en varias miniaturas en pulseras, fabricadas en la misma época en Siria y en Palestina y conservadas actual­mente en el Museo del Cairo y en la colección de Béarn en París.

Un anillo de oro, proveniente de Irbed (Jordania), guardado en el Museo de Amán, lleva el nombre de su propietaria y la siguiente inscripción-invocación a la Madre de Jesús: «Madre de Dios, protege a tu sierva«.

En un pendiente de metal, de forma rectangular, hallado en Beit Shean, en el valle del Jordán, María está representada con las palabras «Santa María«.

Frecuentemente los arqueólogos en­cuentran en el curso de las excavaciones objetos como éstos, relacionados con el culto mariano.


MOSAICOS E ICONOS CON LA FIGURA DE MARÍA

El monasterio de santa Catalina del monte Sinaí es uno de los pocos edificios cristianos de Oriente que no ha sufrido de la crisis iconoclasta de los siglos VIII y IX y de las destrucciones ulteriores. En él halla­mos dos atestaciones de devoción y de culto hacia la Madre de Dios. En el mosaico del ábside justiniano del siglo VI está figurada una deesis o intercesión, formada por el busto de María y el de san Juan Bautista a cada lado de la cruz y del Cordero místico. De esta misma época data un icono de la Virgen, sentada en un trono en medio de ángeles y de santos.

Es sabido que el culto a los iconos fue desaprobado y combatido por una corriente de teólogos que veían en él una vuelta a la idolatría.

La iglesia de santa María de Mádaba (Jordania), tenía muy probablemente en la concha absidal un fresco o un mosaico representando a la Virgen. Así parece colegirse de la inscripción que se halla en el pavimento central de la misma iglesia: «Si quieres mirar a María, Madre virginal de Dios, y a Cristo que nació de ella, Rey universal, Hijo único del único Dios, purifica tu espíritu, tu carne y tus obras. Puedas purificar también al pueblo de Dios por (tus) oraciones». Esta inscripción refleja la doctrina teológica de la presencia del mundo divino en los iconos, y su lectura preparaba espiritualmente al cristiano deseoso de acceder a la visión y a la veneración a María.


LA VIRGEN APARECE CON EL TÍTULO IMPERIAL DE «SEÑORA»

Los iconos, por la riqueza de su colori­do, llevan al pueblo cristiano a contemplar la majestad real de María, Madre de Dios. De aquí que en la época bizantina la Virgen recibiera el título imperial de Despoina o Señora (Reina), además de otros títulos dados por la devoción popular y después concretados y justificados en el curso de los debates teológicos relacionados con las crisis arriana y monofisita de los siglos IV y V.

Así, en una inscripción de la iglesia de Mádaba, arriba citada, leemos: En tiempo del padre nuestro el obispo Teó­fanes fue realizado este hermoso trabajo de mosaico de la gloriosa y venerable casa de la santa e inmaculada Reina… Madre de Dios, gracias al cielo y al entusiasmo del pueblo, amigo de Dios, de esta ciudad de Mádaba, por la salvación y la ayuda y la remisión de los pecados de los que han ofrecido y de los que ofrecen sus ofrendas a este lugar santo. Amén, oh Señor. Fue terminado por la gracia de Dios en el mes de febrero del año 974, en la quinta indicción.

Esta inscripción de Mádaba, por la inspiración poética y la precisión teológica de los términos empleados, tiene parecido con la inscripción griega de la iglesia de la Virgen en Bosra (Siria), en la que se recuer­da al obispo Antipater, brillante polemista del siglo V, autor de una homilía pronuncia­da con motivo de la fiesta de la Asunción de María. La inscripción dice: «Guardián y campeón ilustre de la doctrina ortodoxa, un pontífice inspirado por Dios construyó (este edificio) de una incomparable belleza. Es Antipater, célebre por su sabiduría, después de combates victoriosos, para honorar con magnificencia a la Madre de Dios, virgen pura, María, celebrada con himnos, sin mancha y llena de los dones del cielo». Los tres últimos títulos aplicados a María son copia del vocabulario de la antigüedad clásica cuando se dirigía a los dioses.

Una tercera inscripción, grabada en un cipo junto a la iglesia de santa María de Calcis (Líbano), recuerda el derecho de asilo, concedido por decreto imperial, del que gozaba el santuario mariano: “Cipos de asilo, concedidos al oratorio de nuestra Señora, la santa y gloriosa Madre de Dios, María, eternamente virgen, por nuestros emperadores llenos de piedad y de amor por Cristo».

Una estela de Hama, Siria, lleva la misma inscripción: «Cipos de asilo de nuestra Señora, la Madre de Dios, y de los santos Cosme y Damián…»


LA VIRGEN Y EL TÍTULO DE «THEOTOCOS»

El título más corriente que encontra­mos en las inscripciones de la época es el de Theotocos, es decir, Madre de Dios, acompañado frecuentemente de otros títu­los como el sinónimo de «Theometora«, o el de Santa María. Algún historiador ha querido ver en el título de Santa María, cuando va solo, un indicio de herejía mono­fisita. Esta interpretación es falsa, al menos en nuestra región.

La iglesia de la Virgen en Shaqqa (Siria), es llamada, en una inscripción, la «Casa de la santa Madre de Dios, María». En la villa de Mariamín, también en Siria, «en el mes de julio del 493 fue erigido, a la gloria de Cristo, nuestro Señor, el oratorio de la Madre de Dios, María».

El emperador Justiniano mandó construir en Jerusalén, enfrente de las ruinas del Templo, una grandiosa basílica «en honor de la gloriosa Virgen María, madre de Dios». La basílica era conocida con el nombre de Nea Ecclesia o Iglesia nueva. Esta basílica, que tenía además un monasterio anejo y una hospedería para peregrinos, fue descubierta y estudiada por el profesor Avigad, de la Universidad Hebrea.

El mismo emperador Justiniano forti­ficó la espléndida basílica octogonal del monte Garizím, en Samaria, erigida por su predecesor el emperador Justino en honor de la Theotocos. Estaba situada enfrente de las ruinas del templo pagano y de la sinagoga samaritana.


SIGUEN LAS INVOCACIONES A MARÍA

Son frecuentes, asimismo, las simples invocaciones a María, pidiéndola protección con la clásica fórmula: «Santa María o madre de Dios, protege a tu siervo, a tu sierva, a tu pueblo, etc.». Encontramos también invocaciones marianas con una teología más elaborada, como ésta en el pueblo sirio de Refade: «Jesús de Nazaret nacido de María, Hijo de Dios». En Rash el-Hajal asimismo, en Siria, un cristiano se dirige a la «Madre de Dios, siempre Virgen María», y en Deir Seta, pueblo sirio, una inscripción nos manifiesta la intercesión a María asociada a la fórmula de fe en la Santísima Trinidad: «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Esta misma fórmula la hallamos en dos papiros de Netzana, en el Neguev, en los que vemos redactados un certificado de pago parcial de una deuda. El certificado comienza con las palabras: «En nombre de la santa y gloriosísima y vivificante Trini­dad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y de nuestra gloriosa Señora (Reina), la Madre de Dios, siempre virgen, María, y de los coros de los santos mártires…» Después de haber enumerado una serie de gastos, se termina con esta oración: «Por interce­sión de nuestra Señora, madre de Dios, y siempre virgen, María y de Juan Precursor y Bautista y de todos los santos mártires».

La estrecha asociación entre María y Jesús está manifestada en otras fórmulas, como por ejemplo, en la sigla griega XMI; que generalmente se traduce por «Cristo Nacido de María», o en la inscripción en el mosaico de la iglesia de la Virgen en la villa de Rihab, Jordania: «Señor, Dios de Santa María y de todos los santos, ten piedad de todo el mundo y protege a los donantes». La devoción popular asocia frecuente­mente María a la fe en el poder salvador de Jesús, por ejemplo, en esta inscripción: «Señor Jesús y Santa María Madre de Dios, ten piedad de…»

En fin, la prueba más convincente del incremento de la devoción mariana entre los cristianos de los primeros siglos es la frecuente presencia del nombre de María en las inscripciones de la región, nombre muy superior numéricamente al de cual­quier otra mujer.

Fuente: Michele Picirillo para la Revista TIERRA SANTA [Mayo-Junio 1990]


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Historia de la Devoción a la Santísima Virgen María

Este es un texto de la Enciclopedia Católica que desarrolla en forma erudita como se fueron forjando las devociones a la Santísima Virgen en la Historia.
Analiza las devociones antes del Concilio de Nicea, en la edad de los Padres de la Iglesia, en la temprana y alta Edad Media y hace una breve mención de las devociones en los Tiempos Modernos.

HASTA EL CONCILIO DE NICEA

La devoción a Nuestra Santísima Señora debe ser considerada en su último análisis como una aplicación práctica de la Comunión de los Santos. Notando que esta doctrina no está contenida, al menos explícitamente en las formas tempranas del Credo de los Apóstoles, tal vez sea por esto que no sea una sorpresa el no encontrar claros trazos del cultus de la Santísima Virgen en los primeros siglos del cristianismo.

Los más tempranos e inequívocos ejemplos de la «adoración»—usamos el término en sentido relativo por supuesto—de los santos está conectada con la veneración mostrada a los mártires que entregaron sus vidas por la Fe. A partir del siglo primero , el martirio fue considerado como signo seguro de la elección. Los mártires, se consideraba, pasaban inmediatamente ante la presencia de Dios.

Sobre sus tumbas el Santo Sacrificio era ofrecido (una práctica que muy posiblemente es aludida en Apocalipsis 6:9) mientras que en la narrativa contemporánea del martirio de San Policarpio (c.151) hacemos mención del «cumpleaños», v.g. la conmemoración anual, que los cristianos se supone deben de mantener en su honor.

Esta actitud mental se vuelve más explícita en Tertuliano y San Cipriano, y el énfasis sobre el sentido «satisfactorio» del carácter de sufrimiento de los mártires, enfatizando la opinión que por su muerte ellos podían obtener gracias y bendiciones para otros, naturalmente e inmediatamente al invocarles en forma directa.

Un refuerzo adicional, de la misma idea, se derivó del culto a los ángeles, que, siendo pre-cristiano en su origen, fue entusiasmadamente aceptado por los fieles de la era sub-Apostólica. Al parecer como una secuela de tal desarrollo, los hombres voltearon para implorar la intercesión de la Santísima Virgen. Esta es cuando menos la opinión común entre los estudiosos, aunque tal vez fuese peligroso hablar de más a favor de ella.

Evidencia relacionada la práctica popular de los primeros siglos es casi totalmente ausente, y mientras por una parte la fé de los cristianos sin duda se modeló desde arriba hacia abajo (v.g. los Apóstoles y maestros de la Iglesia entregaban un mensaje que la feligresía aceptaba de ellos dócilmente) existen indicaciones que en asuntos de sentimiento y devoción el proceso inverso algunas veces ocurría.

Por tanto, no es imposible que la práctica de invocar la asistencia de la Madre de Cristo resultara mas familiar a los más simples devotos algunas veces con anterioridad al descubrimiento de claras expresiones de ello en las escrituras de los Padres.

Algunas de estas hipótesis podrían explicar el hecho de la evidencia obtenida de las catacumbas y de la literatura apócrifa el los primeros siglos aparenta adelantarse cronológicamente a la que se preserva por escritos contemporáneos de aquellos que fueron los autorizados portavoces de la tradición Cristiana.

Sea como halla sido, el firme cimiento teológico, sobre el cual posteriormente se levantó el edificio de la devoción Mariana, empezó a ser montado en el primer siglo de nuestra era. No deja de tener importancia el que se nos diga por los Apóstoles después de la Ascensión de Cristo, que » todos los cuales, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en oración con las mujeres piadosas, y con María madre de Jesús, y con los hermanos, o parientes de éste Señor» (Hechos 1:14).

También se ha llamado justamente la atención al hecho de que San Marcos, que aunque no nos menciona nada de la infancia de Cristo, no deja de describirlo como «el hijo de María» (Marcos 6:3), una circunstancia que, en vista de ciertas peculiaridades conocidas del Segundo Evangelista, grandemente enfatizan su creencia en su nacimiento Virginal.

El mismo misterio es referido por San Ignacio de Antioquia, quien, después de describir a Jesús como «Hijo de María e Hijo de Dios», continúa para decir en Efesios (7, 18, y 19) que » Nuestro Dios, Jesucristo, fue concebido en el vientre de María de acuerdo a la dispensa de la semilla de David pero también del Espíritu Santo,» y agrega: «Ocultas del príncipe de este mundo estaba la virginidad de María y su gestación y asimismo la muerte del Señor—tres misterios que se deben de proclamar».

Arístides y San Justino también utilizaron lenguaje explícito al referirse al Nacimiento Virginal, pero es San Irineo mas especialmente quien ha sido merecidamente llamado el primer teólogo de la Virgen Madre. Es así que el ha marcado el paralelo entre Eva y María, enfatizando que, » la primera fue desviada por el discurso de un ángel para separarse de Dios después de violentar Su Palabra, de tal modo que la última por medio de un discurso de un ángel recibió el Evangelio en su persona para que pudiera concebir a Dios, obedeciendo Su Palabra. Y aunque la primera desobedeció a Dios, la otra fue persuadida para obedecerlo: que la Virgen María pudiera convertirse en abogada de la virgen Eva. Y como la humanidad fue atada a la muerte por intermedio de una virgen, es salvada por medio de otra; por la obediencia de una virgen, la desobediencia de una virgen es compensada» (Irineo,V,19).

Nadie nuevamente disputa que la cláusula «nacido de la Virgen María» formara parte de la primitiva redacción del Credo, y el lenguaje de Tertuliano, Hipólito, Origen, etc., está en directa conformidad con la de Irineo; más aún, aunque escritores como Tertuliano, Hevidio, y posiblemente Hegésipo disputaron la virginidad perpetua de María, sus más ortodoxos contemporáneos la afirmaron.

Resulta entonces natural que en esta atmósfera podemos encontrar un continuo desarrollo de la veneración de la santidad y exaltados privilegios de María. En las pinturas de las catacumbas en particular, podemos apreciar la excepcional posición que ella empezó a ocupar, desde un temprano período, en las mentes de los devotos. Algunos de estos frescos, representando la profecía de Isaías, se cree que datan de la primera mitad del siglo segundo.

Otras tres que representan la adoración de los Magos son de un siglo posterior. Existe también un notable aunque muy mutilado bajorrelieve, encontrado en Cartago, que probablemente se asigna a tiempo de Constantino.

Mas impactante es la evidencia de ciertos escritos apócrifos, notablemente aquel llamado Evangelio de Santiago, o «Protoevangelio.» Cuya primera parte, evidencía profunda veneración por la pureza y santidad de la Santísima Virgen, y que afirma su virginidad in partu et post partum, es considerado en forma general ser una obra del siglo segundo. Similarmente, ciertos pasajes interpolados encontrados en los Oráculos Sibilinos, pasajes que probablemente datan del tercer siglo, muestran un preocupación similar con el papel dominante desempeñado por la Santísima Virgen en la obra de redención (ver especialmente II,311-12, y VIII, 357-479).

El primero de estos pasajes aparentemente atribuye a la intercesión » de la Santa Virgen» obtener el bono de siete días de eternidad para que los hombres puedan tener tiempo para arrepentimiento ( ver el Cuarto Libro de Esdras, vii, 28-33). Mas aún, es muy posible que la mención de la Santísima Virgen en las intercesiones de los dípticos de la liturgia proviene desde los días anteriores al Concilio de Nicea, pero de esto no tenemos evidencia definitiva puntualmente, y lo mismo debe de ser dicho de cualquier forma de invocación directa, incluso para los propósitos de devoción privada.

LA EDAD DE LOS PADRES

La existencia de la oscura secta de los Coliridianos, a los cuales San Epifanio (dc.403) denuncia por sus ofrendas de pasteles a María, puede ser mostrada como prueba de que aun antes del Concilio de Éfeso existía una veneración popular de la Virgen Madre que amenazaba con expanderse en forma escandalosa. Por lo cual Epifanio estableció la regla: «Sea María honrada. Sean Padre, Hijo, y Espíritu Santo adorados, pero que ninguno adore a María» (ten Marian medeis prosknueito). Sin embargo el mismo Epifanio abunda en alabanzas a la Virgen Madre, y el creía que había una misteriosa dispensa con respecto a su muerte implicada en las palabras de Apocalipsis 12:14: » A la mujer, empero, se le dieron dos alas de águila muy grande, para volar al desierto a su sitio destinado.»

Ciertamente, en cualquier caso, es que Padres como San Ambrosio y San Jerónimo, en parte inspirados por la admiración de los ideales ascéticos de una vida de virginidad y en parte aferrados a un camino de más clara comprensión en todo lo involucrado en le misterio de la Encarnación, empezaron a hablar de la Santísima Virgen como el modelo de todas las virtudes y el ideal de la ausencia del pecado. Algunos notables pasajes de este tipo se han recopilado.

«En el cielo, nos dice San Ambrosio, «ella dirige los coros de almas vírgenes; con ella las vírgenes consagradas alguún día serán contadas.»

San Jerónimo (Ep. xxxix, Migne, P. L., XXII, 472) deja entrever la concepción de María como madre de la raza humana, concepto que animaría poderosamente la devoción de épocas posteriores.

San Agustín en un famoso pasaje (De nat. et gratis, 36) proclama el privilegio único de María de ausencia del pecado.

En el sermón de San Gregorio Nazianzeno acerca del mártir San Cipriano (P.G., XXXV, 1181) tenemos un relato de la doncella Justina, que invocó a la Santísima Virgen para preservar su virginidad.

Pero en esto, como en otros aspectos devocionales de las primeras creencias Cristianas, el lenguaje más florido parece provenir de Oriente, y en particular en los escritos Siríacos de San Efrén. Es verdad que no podemos confiar completamente en la autenticidad de muchos de los poemas atribuidos a él, sin embargo, en algunos de los incuestionablemente suyos es todavía muy notable.

Así en los himnos de la Natividad leemos: «Bendita sea María, la que sin votos y sin oraciones por su virginidad concibió y tuvo al Señor de todos los hijos de sus iguales, quién haya sido o sea, casto o justo, sacerdotes y reyes. Quien más arrullo a un hijo en su pecho como María ? Que se haya atrevido llamara a su hijo, Hijo del Creador, Hijo del Hacedor, Hijo del Altísimo?»

Similarmente en los Himnos 11 y 12 de la misma serie, Efrén representa a María en este soliloquio: «El bebé que llevo me lleva, y Él ha bajado Sus alas tomándome y colocándome entre Sus garras y levantado el vuelo, y una promesa se me ha dado que mi altura y profundidad serán las de mi Hijo». Etc.

Este último pasaje parece sugerir una creencia, como la de San Epifanio ya mencionado, que las santos restos de la Madre Virgen fueron en alguna forma milagrosa trasladados desde la tierra. La muy desarrollada narrativa apócrifa de «El sueño de María» probablemente pertenezca a un período ligeramente posterior, pero al parecer en esta forma anticipa los escritos de Padres Orientales de reconocida autoridad. Qué tan lejos la creencia en la «Asunción» que se volvió prevalente en el curso de unos cuantos siglos, era independiente de o influenciada por el apócrifo «Transitus Mariae» , que es incluido por el Papa Gelasio en su lista de apócrifos condenados, es una difícil pregunta. Es factible que algún germen de tradición popular precediera la invención de detalles extravagantes de la propia narrativa.

En cualesquier caso, la evidencia de la los manuscritos Siríacos prueba más allá de ninguna duda que en Oriente antes del final del siglo sexto, y probablemente más temprano aún, la devoción a la Santísima Virgen había asumido aquellos desarrollos con los que se le asocia con la posterior Edad Media. En algunos manuscritos del «Transitus Mariae» – -fechados en la parte alta del siglo quinto—encontramos mención de tres celebraciones anuales de la Santísima Virgen:

Una dos días después de la fiesta de Natividad, otra en el día 15to. de Iyar, correspondiente más o menos a Mayo, y una tercera en el 13er. (o 15to.) día de Ab (aprox. Agosto), que probablemente da origen a nuestra actual celebración de la Asunción.

Mas aún, la misma relación apócrifa contiene una colección de los milagros de la Santísima Virgen, supuestamente enviada por los Cristianos de Roma, y que cercanamente recuerda el «Marienlegenden» de la Edad Media. Por ejemplo podemos leer:
Frecuentemente aquí en Roma se aparece a la gente que la confiesa en sus oraciones, porque ella se ha aparecido aquí o en la mar cuando había peligro de que el barco fuese destruido en el que iban navegando. Y los marinos invocaron el nombre de nuestra Señora diciendo: » O Doña María, Madre de Dios, apiádate de nosotros,» y tal cual ella apareció frente a ellos como un sol salvando al barco, con noventa y dos de ellos, rescatándolos de la destrucción, sin perecer ninguno de ellos.

Y nuevamente escuchamos :
Ella apareció de día en la montaña donde bandidos habían caído sobre algunas gentes buscando matarles. Y estas gentes clamaron : » Oh Santa María Madre de Dios, ten misericordia de nosotros». Y se apareció ante ellos como en un relámpago de luz, cegando los ojos de los bandidos que no les pudieron ver (ib., 49).

Por supuesto que la extravagancia de esta literatur apócrifa no puede ser cuestionada. Es totalmente inventada y una comparación entre los diversos textos del «Transitus» muestra que este tratado en particular fue constantemente modificado y agregado en sus varias traducciones, de tal suerte que no podemos estar del todo seguros que el «Liber qui appellatur transitus, id est Assumptio, Sanctae Mariae apochryphus,» condenado por el Papa Gelasio en 494, fuera idéntico con la versión Siríaca justamente referida. Pero es altamente probable que esta misma versión Siríaca estuviese entonces en existencia, y apócrifo como fuese el texto, indudablemente testifica el estado mental de los entonces poco instruídos Cristianos de ese período.

Tampoco es factible que las celebraciones fuesen mencionadas y ascritas a las instituciones de los mismos Apóstoles si tales celebraciones no hubiesen existido en las localidades en que esta ficticia narrativa era ampliamente popular. De hecho, los estudiosos dan buenas razones para creer que la celebración mencionada como mneme tes hagias Oeotokou kai aeikarthenou Marias fue celebrada en Antioquia tan temprano como el año de 370, mientras que de las circunstancias de estar conectada con la Epifanía podemos indentificarla con la primera de las celebraciones referidas en el Siríaco Transitus.

Existe también evidencia confirmatoria de que tal celebración es encontrada en los himnos de Balai, un escritor Siríaco del comienzo del siglo quinto, ya que no solo emplea el más florido lenguaje acerca de Nuestra Señora, pero también se refiere a ella en términos como estos: » Alabado sea El Señor en la fiesta memorial de Su Madre» (Poema 4, p. 14, y Poema 6, p. 15).

Otro claro testimonio es el de San Proclo, que murió como Patriarca de Constantinopla, y que en 429 predicó un sermón en esa ciudad, en el que estuvo presente Nestorio, comenzando con las palabras «El festival de la Virgen (parthenike panegyris) incita nuestra lengua hoy para anunciar su alabanza.» En esto, podemos notar, como describe a María como Doncella y Madre, Virgen y cielo, el único Puente de Dios a los hombres, hilo misterioso de la Encarnación, por el que en forma desconocida el ropaje de esa unión fue tejido, del cual el tejedor es el Espíritu Santo; y la rueca el poder del altísimo; la lana el antiguo vellón de Adán; el vellón la carne pura de la virgen, el tejedor borda la inmensa gracia de El que lo realizó; el artífice el Verbo desplazándose por la palabra» (P.G., LXV, 681).

Este discurso ilustra en grado notable como las controversias que fructificaron en los cánones de Éfeso y el título theotokos condujeron a una profunda comprensión del papel de la Santísima Virgen en la obra de la Redención.

Volviendo a otra tierra Oriental, encontramos un notable monumento a la devoción Mariana entre el Cóptico Ostraca (p. 3) fechado alrededor de D.C. 600. Este fragmento lleva en griego las palabras: «Salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, porque tu concebiste a Cristo, el Hijo de Dios, el Redentor de nuestras almas». Esta variante Oriental del Ave María aparentemente se intentó su uso en la liturgia, tanto como la forma mas temprana del Ave María en Occidente tomó forma de una antífona empleada en Misa y el Oficio de la Santísima Virgen.

Relativamente tarde como este fragmento pudiera parecer, es de lo más valioso por la mención directa de la Santísima Virgen en nuestra temprana forma de liturgia lo que constituye una rara ocurrencia. Nada de esto, por ejemplo, se encuentra en el libro de oraciones de Serapión, o en la liturgia de las Constituciones Apostólicas, o en los fragementos del Cánon de la Misa preservados en el tratado Ambrosiano «De Sacramentis». Ciertos himnos Siríacos por Cirilón en (c. 400) y especialmente por Rabnlas de Edessa (d.435) hablan de María en términos de cálida devoción; pero como en el caso de San Efrén existe cierto grado de incertidumbre acerca de la autoría de estas composiciones.

Por otra parte la dedicación de muchas iglesias tempranas permiten sin duda un indicio del autorizado reconocimiento que en este período se brindaba al cultus de la Santísima Virgen. De hecho al principio del siglo quinto San Cirilo escribió: » Salve María, Madre de Dios, a la que en pueblos y villas y en islas se han fundado iglesias de verdaderos creyentes» (P.G., LXXVII, 1034). La Iglesia de Éfeso, la que en 431 reunió el Concilio Ecuménico, fue el mismo dedicado a la Santísima Virgen. Tres iglesias fueron fundadas en su honor en o cerca de Constantinopla por la Emperatriz Pulqueria en el curso del siglo quinto, mientras que en Roma la Iglesia de Santa María Antiqua y la de Santa María en Trastevere son ciertamente más antiguas que el año 500. No menos notable es la creciente preeminencia dada a la Santísima Virgen durante los siglos cuarto y quinto en el arte cristiano.

En las pinturas de las catacumbas, en las esculturas de los sarcófagos, en los mosaicos, y en tales objetos menores como el viales de aceite de Monsa, la figura de María aparece con mayor frecuencia, mientras que la veneración que se le dedica es indicada por varias formas indirectas, por ejemplo por la gran nubosidad, que se puede observar en las imágenes de la Crucifixión en el manuscrito de Rabulas de 586 D.C.(reproducido en La Enciclopedia Católica VIII). Tempranamente como 540 encontramos un mosaico en el que ella aparece entronizada como Reina del Cielo en el centro del ápice de la catedral de Parenzo en Austria, construida en esa fecha por el Obispo Eufrasio.

LA TEMPRANA EDAD MEDIA

Con los desarrollos Merovingio y Carolingio de la Cristiandad en Occidente arribó una aceptación autorizada de la devoción Mariana como aprte integral de la vida de la Iglesia. Es difícil dar fechas precisas para la introducción de diversos festivales, pero ya ha sido mencionado en el artículo CALENDARIO que las celebraciones de la Asunción, Anunciación, Natividad y Purificación de Nuestra Señora pueden con certeza ser trazadas a este período. Tres de estas celebraciones aparecen en el Calendario de San Wilibrodo del final del siglo séptimo, la Asunción siendo asignada tanto al 18 de Enero, siguiendo la práctica de la Iglesia Gálica, y a Agosto ( que se aproxima a la actual fecha Romana), mientras que la ausencia de la Anunciación se deba probablemente a una situación accidental.

Nuevamente podemos afirmar confiadamente que la posición de la Santísima Virgen en la fórmula litúrgica de la Iglesia estaba para esta época firmemente establecida. Aunque ignoraramos el Cánon de la Misa Romana que para entonces ya tenía la forma que actualmente retiene antes del cierre del siglo sexto, el «parefatio» para el festival en Enero de la Asunción en el rito Gálico, así como otras oraciones que pueden ser asignadas con seguridad a un momento no posterior al siglo séptimo, dan prueba de un ferviente cultus a la Santísima Virgen.

En lenguaje poético María es declarada no solamente maravillosa por la ofrenda de concebir a través de la fé pero gloriosa en la translación de su partida ( (P. L., LXII, 244-46), la creencia en su Asunción que ha sido clara y repetidamente tomada en cuenta, como lo fue un siglo más temprano por Gregorio de Tours.

Ella es también descrita en la liturgia como «la hermosa cámara de donde proviene la valiosa esposa, la luz de los gentiles, la esperanza de los fieles, la deshacedora de demonios, la confusión de los Judíos, vaso de vida, tabernáculo de gloria, templo celestial, cuyos méritos, tierna doncella como era, son mas claramente demostrados cuando se ponen en contraste con el ejemplo de la antigua Eva» (ib., 245).

En el mismo período un sinnúmero de iglesias eran construidas bajo la dedicación a María, muchas de estas están entre las más importantes de la Cristiandad. Las catedrales de Reims, Chartres, Rouen, Amiens, Nîmes, Evreux, Paris, Bayeux, Séez, Toulon etc., aunque construidas en épocas diferentes, todas fueron consagradas en su honor. Es verdad que el origen de muchos de estos santuarios franceses de Nuestra Señora esta impenetrablemente cubierto en la niebla de las leyendas. Por ejemplo, nadie en la actualidad cree con seriedad que San Trófimo en Arles dedicó una capilla a la Santísima Virgen mientras ella todavía vivía, pero existe evidencia concluyente que muchos de estos sitios de peregrinación eran venerados desde fechas muy tempranas.

Sabemos por Gregorio de Tours (Hist. Fr.,IX,42) que San Radegundo había construido una capilla en su honor en Poitiers, y habla de otras en Lyon, Tolouse, y Tours. También contamos con la tableta dedicatoria de una iglesia levantada por el Obispo Frodomundo en 677 «in honore almae Mariae, Genetricis Domini», y que el día nombrado es el medio del mes de Agosto (mense Augusto medio), debe de haber poca duda en que la consagración ocurrió durante el festival de la Asunción, que para entonces empezaba a suplantar el festival de Enero.

En Alemania los santuarios de Altötting y Lorch profesan ser capaces de trazar su origen como sitios de peregrinaje a la remota antiguedad y, aunque sería brusco pronunciarse con tanta seguridad, probablemente nos sentamos seguros en asignarlos al menos al período Carolingio. En Inglaterra e Irlanda, la evidencia que sugiere que desde el más temprano período la Cristianda
d estaba fuertemente fermentada de devoción Mariana es muy fuerte.

Beda nos cuenta de la iglesia consagrada en honor de Nuestra Señora en Canterbury por San Melitón, el sucesor inmediato de Agustín; también sabemos por la misma fuente de muchas otras iglesias Marianas, v.g. Weremouth y Hexam ( esta última dedicación debida a la milagrosa curación de San Wilfrido después de invocar a la Madre de Dios), y Lastingham cerca de Whitby, mientras que San Aldelmo, antes de finalizar el siglo séptimo, nos informa como la Princesa Bugga, hija del Rey Edwin, dedicó una iglesia a la Santísima Virgen durante la celebración de su Natividad.
Istam nempe diem, qua templi festa coruscant, Nativitate sua sacravit Virgo Maria.
Y el altar de Nuestra Señora estaba en el ápside :
Absidem consecrat Virginis ara.

Probablemente la poesía vernácula más temprana en Occidente en celebrar la alabanza de María fue la Anglo-Sajona; ya que Cynewulf, poco antes del tiempo de Alcuin y de Carlomagno, compuso los más brillantes en este tema; por ejemplo nos referimos a la traducción de Gollancz de » el Cristo» (ii,214-80):
Salve, tu Gloria de este medio mundo!
La mas pura mujer a traves de toda la tierra.
De todos aquellos que fueron desde tiempo immemorial
Cuan justamente eres llamada por todos los dotados
Con dones de habla ! Todos los mortales de la tierra
Declaran de todo corazón que tu eres la novia
De Aquel que gobierna la esfera celestial.

Para detallar todo lo que encontramos en los escritos de Aldelmo, Beda, y Alcui sería imposible; empero es de hacer notar el testimonio de un escritor Anglicano en relación a la totalidad del período anterior a la conquista Normanda. «El Santo,» nos dice, «más persistentemente y frecuentemente invocado, y a quien los más apasionados nombres fueron aplicados, invadiendo terreno de prerrogativas divinas, era la Santísima Virgen.

La Mariolatría no es un desarrollo moderno del Romanismo»; indicándonos como ejemplos de un manuscrito inglés del siglo décimo ubicado en Salisbury, invocaciones tales como » Sancta Redemptrix Mundi, Sancta Salvatrix Mundi, ora pro nobis»; El mismo escritor después de referirse a oraciones y prácticas de devoción conocidas en tiempos Anglo-Sajones, por ejemplo la Misa especial ya asignada a la Santísima Virgen los sábados en el misal Leofrico, comenta acerca de la extraña delusión, como él la llama, de muchos Anglicanos, que pueden ver a una Iglesia que tolero tales abusos tan primitivos y ortodoxos.

No resultan menos notables los desarrollos de devoción a la Madre de Dios en Irlanda. El calendario de Aengus al principio del siglo noveno es particularmente notorio por el ardor del lenguaje utilizado cada vez que el nombre de la Santísima Virgen era introducido, mientras que Cristo era continuamente referido como » Jesús Mac Mary » ( v.g Hijo de María ).

También existen aparte de ciertos himnos Latinos, una letanía Irlandesa muy llamativa en honor de la Santísima Virgen, que en lo que se refiere a lo folclórico de los nombres aplicados a ella, estos no desmeritan en nada con la presente Letanía de Loreto. María es llamada «Señora de los Cielos, Madre de la Celestial y terrestre Iglesia, Recreación de la Vida, Señora de las Tribus, Madre de los Huérfanos, Seno de los Infantes, Reina de la Vida, Escalera del Cielo.» Esta composición puede ser tan antigua como la mitad del siglo octavo.

LA PARTE ALTA DE LA EDAD MEDIA

Fue característico de este período, que para nuestros propósitos actuales podemos considerar que inicia con el año 1000, que el profundo amor y confianza en la Santísima Virgen, que desde antes se había expresado en forma vaga y de acuerdo con las iniciativas piadosas de individuos, empezó a tomar forma organizada en vasta multitud de prácticas devocionales. Mucho antes de esta fecha era probable encontrar altares de Nuestra Señora en la totalidad de las más importantes iglesias.

El poema de San Aldelmo en el altar nos lleva poco atrás del año 700 y muchos registros atestiguan que tales altares, pinturas, mosaicos, y finalmente esculturas representando la figura de Nuestra Señora para deleite de la mirada de sus devotos. La famosa figura sentada de la Señora con el Divino Infante en Ely data de antes de 1016. La estatua de la Santísima Virgen en Coventry, de cuyo cuello se colgó el rosario de Lady Godiva, pertenece al mismo período. Incluso en tiempos de Aldelmo Nuestra Señora era solicitada para escuchar las oraciones de aquellos hincados ante su santuario.
Audi clementer populorum vota precantum
Qui . . . genibus tundunt curvato poplite terram.

Fue especialmente para tales salutaciones que el Salve María, que probablemente en un comienzo se familiarizó como antífona utilizada en el Pequeño Oficio de la Santísima Virgen, ganó favor popular entre todas las clases. Acompañándose cada vez con una genuflexión, tal como la tradición relata que el mismo Arcángel Gabriel realizó, los devotos de María repetían esta fórmula una y otra vez. Como en un principio carecía de la petición final, el Salve se sentía como una verdadera forma de salutación, y en el siglo duodécimo se volvió de uso universal. De la misma época pertenece el ampliamente popularizado Salve Regina, que también al parecer procede del siglo undécimo. A pesar de que originalmente iniciaba con las palabras «Salve Regina Misericordia» desprovisto del «Mater», no podemos dudar que algo de la moda del himno se debía a la inmensa difusión de la colección de relatos Marianos (Marien-legenden) que se multiplicaron excesivamente en este tiempo ( del siglo doce al catorce), y en el que el motivo Mater Misericordia era continuamente recurrente.

Esta colección de relatos debió haber producido un efecto notable en popularizar variedad de otras prácticas devocionales además de repeticiones del Salve y el uso del Salve Regina, por ejemplo la repetición de las cinco salutaciones comenzando con el «Gaude María Virgo», la recitación de los cinco salmos, cuyas iniciales componen el nombre de María, la dedicación del Sábado de ciertas prácticas especiales a la Santísima Virgen, el uso de oraciones asignadas, tal como la secuencia «Missus Gabriel», el «O Intemerata», el himno «Ave Maris Stella», etc., y la celebración de fiestas particulares, como la Concepción de la Santísima Virgen y su Natividad.

Los cinco Gaudes recién mencionados originalmente conmemoraban las cinco alegrías de Nuestra Señora y para cotejar esos gozos espirituales se conmemoraban los cinco dolores correspondientes. No es sino hasta finales del siglo decimocuarto que siete dolores empiezan a ser mencionados, e incluso por excepción.

En todo esto el primer impulso parece provenir en gran parte de los monasterios, en los que los relatos Marianos fueron mayormente compuestos y copiados. Fue en los monasterios que el Pequeño Oficio de la Santísima Virgen empezó a ser recitado como un agregado devocional al Divino Oficio, y que el Salve Regina y otros himnos de Nuestra Señora fueron agregados a Compline y otras horas.

Entre otras ordenes los Cistisercianos, particularmente en le siglo doce, ejercieron una influencia inmensa en el desarrollo de la devoción Mariana. Ellos reclamaban una especial conexión con la Santísima Señora, a la que consideraban estar presidiendo invisible la recitación del Oficio. A ella dedicaron sus iglesias, y eran especiales en decir sus horas, dando preeminencia especial en el Confitero y frecuentemente repitiendo el Salve Regina. Este ejemplo de especial consagración a María fue seguido por ordenes posteriores, notablemente la de los Dominicos, los Carmelitas, y los Servites. De hecho, casi la totalidad de tales instituciones desde este tiempo en adelante adoptaron alguna forma especial de devoción para destacar su lealtad particular a la Madre de Dios.

Santuarios se multiplicaron naturalmente, aunque algunos, ya mencionados, se originan en fechas posteriores al siglo undécimo, es en este período que famosos sitios de peregrinación surgen como Roc Amadour, Laon, Mariabrunn cerca de Klosterneuburg, Einsiedeln etc. y en Inglaterra, Walsingham, Nuestra Señora de Undercroft en Canterbury, Evesham, y muchos más.

Estos santuarios, que ha medida del paso del tiempo se multiplicaron más allá de lo esperado en cada parte de Europa, casi siempre debían su fama a los favores temporales y espirituales que se creía la Santísima Virgen otorgaba a aquellos que la invocaban en estos sitios favorecidos. La gratitud de los peregrinos incluso los enriquecían con los más costosos regalos; coronas de oro y gemas preciosas, vestimentas de lujo, y ricos ornamentos nos encuentran a cada paso en el registro de tales santuarios.

Debemos mencionar, como muestra, aquel de Halle, en Bélgica, que era excepcionalmente rico en tales tesoros. Tal vez la forma más común de ofrendas votivas era la repesentación en plata un oro de la persona o miembro que había sido curado. Por ejemplo el Duque Felipe de Borgoña envió a Halle dos estatuas de plata, una representando un caballero montado, el otro a un soldado de infantería en gratitud por la cura de dos de sus guardaespaldas. Con frecuencia la moda especial de un santuario se debía a una manifestación milagrosa que se cría había ocurrido en ese sitio. Sangre se decía haber fluido de ciertas estatuas y pinturas de Nuestra Señora que habían sido desacralizadas. Otras habían llorado o exhudado humedad. En otros casos, la cabeza se había inclinado o la mano levantado para impartir bendición.

Sin negar la posibilidad de tales eventos, no puede dejar de dudarse que en muchas ocasiones la evidencia histórica de estas maravillas era insatisfactoria. Que la devoción popular a la Santísima Virgen era frecuentemente mostrada con extravagancia y abuso, es imposible de negar. Sin embargo, podemos pensar que la fé simple y devoción de la gente fue con frecuencia recompensada en proporción a la honesta intención de su muestra de respeto a la Madre de Dios.

Y no hay razón para pensar que estas formas de devoción tuvieran un efecto de engaño, y que hallan ahijado nada mas que formas de superstición. La pureza, devoción, e imagen maternal de María siempre fueron el motivo dominante, incluso el «Milagro» de Max Reinhardt, la obra muda que en 1912 arrasó la taquilla de Londres, persuadió a muchos acerca de lo verdadero que el sentimiento religioso debió de resaltar incluso las mas extravagantes concepciones de la Edad Media.

El más reconocido de los santuarios Ingleses de Nuestra Señora, el de Walsingham en Norfolk, fue en cierta forma una anticipación del todavía más famoso Loreto. Walsingham profesaba el conservar, no el Santo Hogar por si mismo, pero si un modelo de su construcción sobre las medidas traídas de Nazareth en el siglo undécimo. Las dimensiones de la Santa Casa de Walsingham fueron tomadas por William de Worcester, y estas no coinciden con las de Loreto. La de Walsingham mide 7.15 por 3.9 metros ; la de Loreto es más grande con 9.5 por 4.0 metros.

En cualesquier caso el homenaje rendido a Nuestra Señora durante la parte alta de la Edad Media era universal. Incluso un escritor nada ortodoxo como John Wyclif, en uno de sus primeros sermones, dice: «Pareciera imposible el poder obtener la recompensa del Cielo sin la ayuda de María. No hay sexo o edad, ni rango o posición, de nadie de la raza humana, que no tenga la necesidad de clamar por ayuda a la Santísima Virgen». Así que nuevamente el intenso sentimiento evocado del siglo doce al dieciséis sobre la doctrina de la Inmaculada Concepción es solo un tributo adicional a la importancia que todo el tema de la Mariología poseía a los ojos de los mas estudiosos cuerpos de la Cristiandad.

El dar incluso una pequeña muestra de las diferentes prácticas de devoción Mariana en la Edad Media sería imposible de realizar en este espacio. La mayoría de ellos—por ejemplo el Rosario, el Ángelus, el Salve Regina, etc. y los más importantes se discuten en encabezados separados. Es suficiente el hacer notar la prevalencia de portar rosarios de todas las modas y largos, algunos de quince décadas, algunos de diez, algunos de seis, cinco, tres, o uno, como artículos de adorno en cada ropaje; la mera repetición de Salve Marías a ser contados con la ayuda de tales Pater Nosters, o cuentas, era común en el siglo doce, antes del tiempo de Santo Domingo; el tema de meditación en «misterios» asignados no llegó a estar en uso sino hasta 300 años después. Además, hemos de notar la casi universal costumbre de dar donaciones para tenera una Misa Mariana, o Misa de Nuestra Señora, celebrada diariamente en un altar particular, así como el mantener encendidas luminarias frente a una estatua o santuario específicos.

Aún más interesantes fueron las fundaciones dejadas por testamento para que el Salve Regina u otros himnos de Nuestra Señora fueran cantados después del Compline en el altar de la Señora, mientras que luminarias ardían frente a su estatua . El «salut» común en Francia en los siglos diecisiete y dieciocho se formaron solo como desarrollo posterior de esta práctica, y de estos últimos hemos derivado casi con toda certeza nuestra comparativamente moderna devoción de Benedicción del Sagrado Sacramento.

TIEMPOS MODERNOS

Tan solo unos cuantos puntos aislados pueden ser tocados en el desarrollo de la devoción Mariana desde la Reforma.

Destaca entre estos la introducción general a la Letanía de Loreto, la que, como hemos visto, tuvo precursores en otras tierras tan remotas como Irlanda en el siglo noveno, sin dejar de mencionar de formas aisladas en la alta Edad Media, la que por sí sola solo llegó a ser de uso común hasta el cierre del siglo decimosexto.

Lo mismo puede mencionarse de la adopción generalizada de la segunda parte del Salve María.Otra manifestación de gran importancia, que al igual que la anterior siguió poco después del Concilio de Trento, fue la institución de ordenes de la Virgen Santísima, particularmente en casas de educación, un movimiento principalmente promovido por la influencia y ejemplo de la Sociedad de Jesús, cuyos miembros hicieron mucho, por la consagración de estudios y otros instrumentos similares, para colocar la labor de la educación bajo el patronazgo de María, la Reina de la Pureza.A este período también se debe, con algunas excepciones, la multiplicación en el calendario de fiestas menores de la Santísima Virgen, tales como el del Santo Nombre de María, el festum B.V.M. ad Nives, de Mercedes, del Rosario, de Bono Consilio, Auxilium Christianorum, y otras mas. También en la parte alta (siglo diecisiete como más temprano) es la adopción de la costumbre de consagrar el mes de Mayo a Nuestra Señora por mandatos especiales, aunque la práctica de recitar el Rosario cada día durante el mes de Octubre apenas se pueda mencionar sea mayor que las Encíclicas del Rosario de Leo XIII.

No se mantuvo mucha controversia acerca de la Inmaculada Concepción después del pronunciamiento indirecto del Concilio de Trento, pero el dogma fue solo definido por Pío IX en 1854. Indudablemente, sin embargo, el gran ímpetu a la devoción Mariana en tiempos recientes lo ha proporcionado las apariciones de la Santísima Virgen en 1858 en Lourdes, y por medio de numerosos favores sobrenaturales otorgados a los peregrinos, tanto ahí como en otros santuarios, que derivan de este.

La «medalla milagrosa» conectada con la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias-Notre Dame des Victoires en Paris merece también mención, gen
erando gran impulso a esta forma de devoción en la primera mitad del siglo decimonoveno. Siendo relevante mencionar las apariciones marianas ocurridas en el cerro del Tepeyac en México, a los diez años de finalizar la conquista española, en 1531 testimoniadas por el beato Juan Diego-Cuautlatoatzin. Mismas que dieron origen al establecimiento de su actual santuario y basílica de Santa María de Guadalupe, en la villa de Guadalupe Hidalgo, actualmente parte de la metrópolis de la Ciudad de México. Y en plena edad moderna , a principios del siglo XX en plana Primera Guerra Mundial, no se pueden dejar de mencionar las apariciones de Fátima en Portugal ocurridas en 1917 a los tres niños pastores, que dan origen al muy visitado e importante Santuario de Nuestra Señora de Fátima.

Fuente: HERBERT THURSTON para ENCICLOPEDIA CATOLICA

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Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA MENSAJES Y VISIONES Virgen de Fátima: Portugal

Las seis apariciones de Fátima en 1917

Durante la tarde del domingo 13 de mayo de 1917, mientras los niños pastaban a su rebaño, vieron un relámpago en un día de pleno sol. Mientras llevaban a sus ovejas a un lugar protegido observaron a muy corta distancia, sobre una encina de poco más de un metro de altura, una nube sobre la que estaba parada una hermosa Mujer, con un vestido de luz, y un resplandor que parecía provenir del mismo sol. Tenía sus manos en posición de oración, mientras pendía de las mismas un Rosario de cuentas brillantes como perlas, y una Cruz pequeña plateada. Lucía y Jacinta podían verla y oírla, mientras Francisco solo podía verla…

La Virgen en un momento abrió sus manos, saliendo de las mismas una Luz más fuerte que el sol, que los niños entendieron era la Luz del Mismo Dios.

TODO SOBRE FÁTIMA

Virgen de Fátima, Portugal ( 13 de mayo)
Los Videntes de Fátima
Aparición y mensajes del Ángel, en Fátima
Las seis apariciones de Nuestra Señora de Fátima en 1917
Ultima aparición de la Virgen de Fátima, la danza del sol, Portugal ( 13 de octubre)
El secreto de Fátima
Cronología de Fátima: 3º secreto y consagración de Rusia
El cuarto secreto de Fátima, o segunda parte del tercer secreto
El pedido de la Virgen respecto a Rusia
Aparición de Rianjo a la hermana Lucía de Fátima ( agosto 1931)
Consecuencias de la Consagración de Rusia: los pedidos de Jesús y María
Una visión del mundo con base en Fátima
Devociones a Fátima


PRIMERA APARICIÓN DE LA VIRGEN: DOMINGO 13 DE MAYO DE 1917

Estando jugando con Jacinta y Francisco en lo alto, junto a Cova de Iría, haciendo una pared de piedras alrededor de una mata de retamas, de repente vimos una luz como de un relámpago.

-Está relampagueando- dije. Puede venir una tormenta. Es mejor que nos vayamos a casa.

-¡Oh si esta bien! contestaron mis primos.

Comenzamos a bajar el cerro llevando las ovejas hacia el camino. Cuando íbamos por mitad de la pendiente, cerca de una encina, que aun existe, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos mas vimos sobre la encina una Señora vestida de blanco, mas brillante que el sol, esparciendo luz mas clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos mas ardientes del sol. Estábamos tan cerca que quedamos dentro de la luz que Ella irradiaba.

Entonces la Señora nos dijo: -«No tengáis miedo. No os hago daño.»

-Yo le pregunte: ¿De dónde es usted?

-«Soy del Cielo.»

-¿Qué es lo que usted me quiere?

-«He venido para pediros que vengáis aquí seis meses seguidos el día 13 a esta misma hora. Después diré quien soy y lo que quiero. Volveré una séptima vez.»

-Pregunté entonces: ¿Yo iré al cielo?

-«Si iras»

-¿Y Jacinta?

-«Irá también»

-¿Y Francisco?

-«También irá, pero tiene que rezar antes muchos rosarios»

Entonces me acordé de dos amigas de mi hermana que habían muerto hacia poco.
-¿Está María de las Nieves en el cielo?

-«Sí, está»

-¿Y Amelia? de 18 ó 20 años

-«Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo».

Y entonces dijo:-«Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviaros como reparación de los pecados con que El es ofendido y de suplica por la conversión de los pecadores?»

-Si queremos.

-«Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios os fortalecerá»

Diciendo esto la Virgen abrió sus manos por primera vez, comunicándonos una luz muy intensa que parecía fluir de sus manos y penetraba en lo mas intimo de nuestro pecho y de nuestros corazones, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, mas claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso interior que nos fue comunicado también, caímos de rodillas, repitiendo humildemente:

-Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento.

Después de pasados unos momentos Nuestra Señora agregó:

-«Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra».

Acto seguido comenzó a elevarse serenamente, mientras la luz que la circundaba parecía abrirle el camino


SEGUNDA APARICIÓN DE LA VIRGEN: MIÉRCOLES 13 DE JUNIO

Establece la devoción al Inmaculado Corazón de María.

Después de rezar el rosario con otras personas que estaban presentes (unas 50) vimos de nuevo el reflejo de la luz que se aproximaba, y que llamábamos relámpago, y en seguida a Nuestra Señora en la encina, todo como en mayo.

-¿Qué es lo que quiere? -pregunté

-«Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero además»

-Le pedí la curación de una enferma. Nuestra Señora respondió:

-«Si se convierte se curara durante el año»

-Quisiera pedirle que nos llevase al cielo.

-«Si, a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tu te quedarás algún tiempo mas. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mi para adornar su Trono.»

-¿Me quedo aquí solita?- pregunte con dolor.

-«No hija. ¿Y tu sufres mucho por eso? !No te desanimes! Nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.»

En ese momento abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de la luz inmensa que la envolvía. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se eleva hacia el cielo y yo en la que se esparcía sobre la tierra. Delante de la palma de la mano derecha de nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavarse en él.

Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería reparación.

Francisco muy impresionado con lo que había visto, me pregunto después:

-¿Por qué es que la Virgen estaba con un corazón en la mano irradiando sobre el mundo aquella luz tan grande que es Dios? Tu, Lucía, estabas con Ella en la luz que bajaba a la tierra y Jacinta conmigo en la que subía al cielo.

Le respondí: -Es que tú, con Jacinta, iréis en breve al cielo. Yo me quedo con el Corazón Inmaculado de María en la tierra.


TERCERA APARICIÓN DE LA VIRGEN: VIERNES 13 DE JULIO

Momentos después de haber llegado a Cova de Iría, junto a la encina, entre numeroso público (4.000 personas) que estaban rezando el rosario, vimos el rayo de luz una vez mas y un momento mas tarde apareció la Virgen sobre la encina.

-¿Qué es lo que quiere de mi? -pregunté.

-«Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, y continuéis rezando el rosario todos los días en honra a Nuestra Señora del Rosario con el fin de obtener la paz del mundo y el final de la guerra, porque solo Ella puede conseguirlo».

-Dije entonces: Quisiera pedirle nos dijera quien es, y que haga un milagro para que todos crean que usted se nos aparece.

-«Continuad viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quien soy y lo que quiero, y haré un milagro que todos han de ver para que crean».

-«¡Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: OH, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!»


Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos. El reflejo de la luz parecía penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas trasparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevada por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor.

Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero trasparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:

-«Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzara otra peor».

«Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas.

Por fin, MI INMACULADO CORAZON TRIUNFARA. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre……(Aquí comienza la tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de Dic. 1943 y el 9 de Enero 1944). Esto no lo digas a nadie. A Francisco si podéis decírselo».

-«Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: «Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las mas necesitadas»

Y Como de costumbre comenzó a elevarse en dirección a Oriente.


CUARTA APARICIÓN DE LA VIRGEN: VIERNES DOMINGO 19 DE AGOSTO

Domingo 19 de Agosto, en los Valinhos La Aparición no se realizo el día 13 de agosto en Cova de Iría porque el Administrador del Consejo apresó y llevó a Vila Nova a los pastorcitos con la intención de obligarles a revelar el secreto. Los tuvo presos en la Administración y en el calabozo municipal.

Les ofreció los mas valiosos presentes si descubrían el secreto. Los pequeños videntes respondieron:

-No lo decimos ni aunque nos den el mundo entero.
Los encerró en el calabozo. Los presos les aconsejaron:

-Pero decid al Administrador ese secreto. ¿Que os importa que esa Señora no quiera?

-¡Eso no, respondió Jacinta con vivacidad, antes quiero morir!

Y los tres niños rezaron con aquellos infelices el rosario, delante de una medalla de Jacinta colgada en la pared.

El administrador para amedrentarlos, mando preparar una caldera de aceite hirviendo, en la cual amenazaron asar a los pastorcitos si no hacían lo que les mandaban. Ellos, aunque pensaban que la cosa iba en serio, permanecieron firmes sin revelar nada.

El día 15 de agosto, fiesta de la Asunción, los sacó del calabozo y los llevo a Fátima.

Nos narra Lucía lo que sucedió en esta aparición:

Estuvimos con las ovejas en un lugar llamado Valinhos, Francisco y su hermano Juan, acompañándome, y sintiendo que algo sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que Nuestra Señora se nos aparecería y temiendo que Jacinta se quedaría sin verla, pedimos a su hermano Juan que le fuese a llamar.

Entretanto, Francisco y yo vimos el reflejo de luz que llamábamos relámpago y al instante de llegar Jacinta vimos a la Señora sobre la encina.

-¿Qué es lo que quiere usted?

-Deseo que sigáis yendo a Cova de Iría en los días 13, que sigáis rezando el rosario todos los días. El ultimo mes haré el milagro para que todos crean.

-Que es los que quiere usted que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría?

-Hagan dos bolsas, una para ti y Jacinta, para llevarla dos chicas mas vestidas de blanco y otra que la lleve Francisco con tres niños mas. El dinero de las bolsas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, y lo que sobre es para ayuda de una capilla que se debe hacer.

-Yo quisiera pedirle la curación de algunos enfermos.

-Si, a algunos curare durante el año.

Y tomando un aspecto muy triste, la Virgen añadió: «Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas». Y la Virgen empezó a subir hacia Oriente, como de costumbre».


QUINTA APARICIÓN DE LA VIRGEN: JUEVES 13 DE SEPTIEMBRE

Al aproximarse la hora fui a Cova de Iría con Jacinta y Francisco entre numerosas personas (30.000) que con dificultad nos dejaban pasar. Los caminos estaban apiñados de gente; todos nos querían ver y hablar.

Mucha gente del pueblo venían a pedirnos que presentáramos sus necesidades a Nuestra Señora. Otros, no pudiendo llegar junto a nosotros, clamaban de lejos.
Oíamos… -¡Pidan que me cure a mi hijo invalido!….a mi hijo ciego…a mi hija muda….que me traiga a mi esposo que esta en la guerra…que me convierta a un pecador…que estoy tuberculoso…etc…Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad y algunos gritaban subidos a los arboles.

Por fin llegamos a Cova de Iría, y al alcanzar la encina comenzamos a decir el rosario con la gente. Un poco mas tarde vimos el reflejo de luz y acto seguido, sobre la encima, a nuestra Señora, que dijo:

-«Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra. En Octubre vendrá también nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo.

Dios esta contento con vuestros sacrificios, pero no quiero que durmáis con la cuerda puesta, llevadla durante el día.»(la cuerda la llevaban atada a la cintura). Era uno de las mas dolorosas mortificaciones que ofrecían por la conversión de los pecadores.

También no comían meriendas, dejaban de tomar agua. Pero mayores eran los sacrificios que exigía la misión que la Virgen les encomendó: las vejaciones, curiosidad, molestias de la gente, interminables visitas, preguntas, persecución, ridículo, prisión, etc.)

-«Curaré a algunos enfermos, pero no a todos. En Octubre haré el milagro para que todos crean.»


SEXTA APARICIÓN DE LA VIRGEN: SÁBADO 13 DE OCTUBRE, EL MILAGRO DEL SOL

Había gente en masa (70.000) bajo una lluvia torrencial. Por el camino, las escenas del mes pasado, mas numerosas y conmovedoras. Ni el barro de los caminos impedía a la gente arrodillarse en actitud humilde y suplicante.

Llegando a Cova de Iría, junto a la encina, pedí al pueblo que cerrasen los paraguas para rezar el Rosario. Poco después vimos el reflejo de luz y en seguida a la Virgen sobre la encina.

-¿Qué es lo que usted quiere?

-«Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra esta acabándose y los soldados pronto volverán a sus casas.»

-¿Curará a los enfermos?

-«Unos si y otros no; es preciso que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados. Y tomando aspecto mas triste dijo: -«Que no se ofenda mas a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido.»

EL MILAGRO DEL SOL

Y abriendo sus manos las hizo reflejar en el sol y, en cuanto se elevaba, continuaba el brillo de su propia luz proyectándose en el sol.

Y exclamé que todos mirasen al sol. Se da entonces el milagro del sol, prometido tres meses antes, como prueba de la verdad de las apariciones de Fátima.

La lluvia cesa y el sol por tres veces gira sobre si mismo, lanzando a todos los lados fajas de luz de variados colores. Parece a cierta altura desprenderse del firmamento y caer sobre la muchedumbre. Todos están atónitos. Los periodistas de los periódicos seculares que habían acudido incrédulos a desprestigiar los apariciones, tomaron fotos y dieron testimonio de aquel milagro en la prensa.

Al cabo de 10 minutos de prodigio el sol toma su estado normal.

Los tres niños eran favorecidos con otras visiones: Vimos al lado del sol a S.José con el Niño y a Nuestra Señora de los Dolores. El Niño Jesús parecía bendecir al mundo de la misma forma que S.José. Después se disipo esta visión y aparece Nuestra Señora del Carmen.


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Una visión del mundo con base en Fátima

La siguiente es la trascripción  de un discurso hecho en Fátima, en la Conferencia de Paz Mundial 2000, en octubre de 1999, nos ayuda a comprender mejor las circunstancias reales del Secreto de Fátima completo. por John Vennari

Las posiciones que se expresan en este discurso muestran las implicancias tradicionalistas de los mensajes de Fátima en contra del modernismo y toma como enmblema a Fátima de la corriente de defensa de las tradiciones de la Iglesia Católica.

TODO SOBRE FÁTIMA

Virgen de Fátima, Portugal ( 13 de mayo)
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Aparición de Rianjo a la hermana Lucía de Fátima ( agosto 1931)
Consecuencias de la Consagración de Rusia: los pedidos de Jesús y María
Una visión del mundo con base en Fátima
Devociones a Fátima


Hoy es 13 de octubre de 1999, 82º aniversario del Milagro del Sol en Fátima, el 13 de octubre de 1917. Este milagro había sido predicho 3 meses antes, el 13 de julio de 1917.

En aquella ocasión, Lucía de Fátima pidió a Nuestra Señora: “Quería que nos dijese quién es y que hiciera un milagro para que todos crean que Vd. se nos aparece.”

Nuestra Señora respondió:
Continuad viniendo todos los meses. En octubre diré quién soy y lo que quiero, y haré un milagro para que todos vean y crean.”

Y el 13 de octubre de 1917, hoy hace 82 años, 70.000 personas fueron testigos del gran Milagro del Sol. 70.000 personas vieron el sol danzando en el cielo y enseguida desplomándose en dirección a la tierra. Estos testigos, incluso el padre de Jacinta, Tío Marto, nos informan que estaban aterrados. Dijo él: “El sol… comenzó a moverse y a danzar hasta que pareció que se desprendía del cielo y caía sobre nosotros. Fue un momento espantoso.”

Según los testigos, el milagro duró unos 8 minutos. Y después que el sol “retornó a su posición en el cielo”, el suelo, que antes del milagro estuviera encharcado por haber llovido toda la noche, estaba seco. Del mismo modo, las ropas de aquellos que habían permanecido bajo la lluvia, el día entero, estaban completamente secas.

Dicen los testigos que, durante el Milagro del Sol, podían mirar directamente al sol sin quedarse ciegos ni perjudicar de ninguna forma sus ojos.

En este siglo, Nuestra Señora realizó para nosotros uno de los más asombrosos milagros de todos los tiempos — un milagro público predicho 3 meses antes y atestiguado por 70.000 personas. Este milagro llegó a ser publicado hasta en el periódico liberal, anticlerical y masónico O Século .

La noticia del periódico del 15 de octubre de 1917 decía:
«Vimos a una inmensa multitud volverse hacia el sol, que estaba en su cenit, sin nubes. Parecía una bandeja de plata y era posible mirarlo fijamente sin ningún inconveniente. No quemaba los ojos. No cegaba. Podríamos decir que se produjo un eclipse. En ese momento surgió un tremendo clamor y se oyó gritar a la multitud que estaba cerca de nosotros: ‘¡Milagro!… ¡Milagro!… ¡Prodigio!… ¡Prodigio!…’ Delante de los ojos aturdidos de las personas cuya actitud nos transportó a los tiempos bíblicos, y que, enmudecidas, con la cabeza descubierta, contemplaban el azul del cielo, el sol tembló, hizo unos movimientos extraños y abruptos, contra todas las leyes cósmicas, ‘el sol danzó’, según la típica expresión de los campesinos.”

Éste ha sido, sin sombra de duda, el milagro público más grande que el Cielo realizó desde que Nuestro Señor fundó Su única y verdadera Iglesia Católica.

Por consiguiente, yo pienso que podemos decir que la magnitud de este milagro corresponde a la magnitud y a la importancia del Mensaje que Nuestra Señora dio en Fátima. Y fue tan espectacular la forma de este milagro, en especial con la danza del sol en el cielo y desplomándose enseguida hacia la tierra, que se hacía imposible desviar de él la mirada; de tal modo, el propio Mensaje de Fátima es de tal magnitud, de tal importancia, tan central, que yo creo que a través de este milagro Nuestra Señora nos estaba diciendo que nunca, jamás debemos desviar la mirada de Fátima, jamás desviar la mirada de Su Mensaje, no consentir jamás que ninguna cosa nos desvíe la atención de Su Mensaje.

Es éste el motivo por el que esta presentación se titula “Una visión del Mundo con base en Fátima.” Nuestra Señora vino a Fátima al principio de este siglo, uno de los siglos más ateos de todos los siglos. El mundo se encuentra actualmente impregnado no sólo de paganismo, sino de un paganismo poscristiano, que es mucho peor que el paganismo precristiano. El paganismo precristiano no había oído hablar de Cristo. Pero el paganismo poscristiano ha oído el mensaje de Cristo y lo ha rechazado y a Su única y verdadera Iglesia. Por eso es ésta una situación mucho peor que la del antiguo paganismo, que era ignorante de Cristo.

El Mensaje de Fátima tiene que ser central en nuestra vida católica; central en nuestra visión del mundo. Yo creo que todo lo que Nuestra Señora hizo en Fátima nos muestra que debemos basar nuestra visión completa del mundo en el Mensaje de Fátima y no en ninguna otra cosa que pudiera entrar en conflicto con él.

Hago hincapié en esto porque para muchos la devoción a Nuestra Señora de Fátima no es central. Es con frecuencia un asunto marginal, periférico. Como una devoción a Santa Rita, o a San Judas o a San Antonio . Se le considera un buen y provechoso suplemento para nuestra vida espiritual, pero es sólo una devoción marginal, sólo de importancia secundaria y que no tomamos suficientemente en serio.

Las visitas de Nuestra Señora en Fátima nos han proporcionado la base para una completa visión del mundo — una visión del mundo que no está fuera de moda, que no está fuera de época. Y esta visión del mundo con base en Fátima nunca se puede “actualizar” para que signifique algo distinto de su significado original; ni tampoco puede tener un papel secundario ni ser alterada ni eclipsada por la superstición del aggiornamento . Nada de lo que ha sucedido en este siglo puede exceder en importancia al Mensaje que Nuestra Señora dio en Fátima.

Y el Mensaje de Fátima no es otra cosa sino una urgente reafirmación de la doctrina tradicional de la Iglesia, y una reafirmación de la urgente necesidad de reparación, con consecuencias especiales para nuestros tiempos.


NOS LIBERA DE SLOGANS POPULARES

La verdad tiene una cualidad liberadora. Nuestro Señor dijo “La verdad os hará libres”. Y el Mensaje de Fátima nos libra de caer en los numerosos y vacíos slogans populares de la actualidad. Nos impide caer en el slogan de que las Naciones Unidas ateas son “la última grande esperanza de paz para la Humanidad”. Nos impide caer en el slogan de que estamos entrando en una “nueva primavera” con el advenimiento del nuevo milenio. Nos impide caer en el slogan de que estamos actualmente en el umbral de alguna nueva “civilización del amor” en la cual los católicos y los miembros de religiones falsas pueden dejar de lado sus diferencias para trabajar juntos con el objetivo de convertir el mundo en un lugar mejor. (Es interesante que la noción de que católicos y no católicos pueden colaborar juntos para construir una especie de nueva “civilización del amor” en la realidad ya fue condenada por el Papa San Pío X al condenar el Movimiento Sillon en Francia en 1910.)

Debemos observar que las dos expresiones tan populares hoy en día, “Una Nueva Primavera” y “Una Civilización del Amor” — ninguna de ellas contiene cualquier mención del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora. Sin embargo, Nuestra Señora hizo realmente en Fátima la promesa de una gran victoria. Pero no la llamó una “nueva primavera”, ni la llamó una “civilización del amor”. La llamó “El Triunfo de Mi Inmaculado Corazón”.

Nuestra Señora vino a Fátima con el Mensaje de que “Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón.” No habrá victoria, no habrá “nueva primavera” a no ser que un número suficiente de católicos cumpla fielmente los pedidos de Nuestra Señora de Fátima. Éste tiene que ser nuestro centro de gravedad.

Pasemos ahora en revista Sus pedidos. En Fátima, Nuestra Señora nos pidió que:
• recitemos diariamente por lo menos Cinco Decenas del Rosario;
• usemos el Escapulario Marrón;
• ofrezcamos a Dios nuestros deberes diarios como un acto de sacrificio;
• hagamos los Cinco Primeros Sábados de Reparación a Su Inmaculado Corazón;
• Nuestra Señora pidió también que el Papa, en unión con todos los obispos del mundo, consagrase Rusia a Su Inmaculado Corazón, prometiendo la conversión de Rusia a través de esos medios, y un período de paz que le será concedido al mundo. Esta consagración aún tiene que ser realizada
.

Mi pequeña contribución a la demostración de que Rusia no ha sido consagrada, y no ha sido convertida, proviene de un pequeño artículo en el Toronto Sun, de 9 de agosto de 1999, el cual informa que Larry Flint, el así llamado “Rey de la Pornografía”, acaba de publicar en Moscú una versión rusa de la revista Hustler.

Para quien no sabe lo que es, la revista Hustler es una de las revistas pornográficas más gráficas en los Estados Unidos. Es una industria multimillonaria con enorme circulación. Larry Flint se jactó de haber enviado suscripciones gratuitas de esta revista a todos los miembros del parlamento ruso. Estos 15 años después de la consagración en 1984; una consagración que no mencionó a Rusia por su nombre, cosa que Nuestra Señora había pedido.

Con el Triunfo del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora, ¡Larry Flint sería incapaz de llevar esto adelante!


REVERENCIA A LA TRADICIÓN

Así, pues, quiero explicar por qué el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima tiene que ser central en nuestra visión del Mundo.

Primero que todo, lo que hace que el Mensaje de Fátima sea eminentemente confiable es que Nuestra Señora de Fátima mostró un respeto profundo a la doctrina inalterada y consistente de la Iglesia a través de los siglos. Cuando Nuestra Señora vino a Fátima, no nos dio cualquier doctrina nueva, ni nos dio cualquier nueva interpretación de la doctrina católica que se desviase de la enseñanza constante de los siglos. Dijo San Pablo “Pero aún cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.” (Gál. 1:8)

Y Nuestra Señora siguió estas sacrosantas directivas. No sólo mostró un profundo respeto hacia lo que la Iglesia siempre ha enseñado, con el mismo significado y con el mismo sentido (eadem sententia eodem sensu) , sino que reafirmó las doctrinas y orientaciones cruciales. Y las doctrinas y orientaciones que Ella reafirmó pueden darnos una guía para aquellas doctrinas que sufren los más grandes ataques en nuestro siglo.


NUESTRA SEÑORA EN EL PLAN DE SALVACIÓN

En primer lugar, el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima consolida la profunda importancia de Nuestra Señora en el plan de la salvación.

Sabemos por el Mensaje que la salvación del mundo, la conversión de Rusia y la paz mundial, dependen, en definitiva, de que la humanidad cumpla el deseo de Dios, de establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. La centralidad y la importancia de Nuestra Señora son acentuadas de nuevo en Fátima.

Ahora bien; un buen mariólogo podría hablar todos los días de como Nuestra Señora es central en el plan de la salvación. Pero deseo detenerme en un aspecto de esta verdad. Esto es: Nuestra Señora fue absolutamente necesaria para que Cristo se hiciese hombre — quizás debiera decir Hijo del Hombre.

Dios, que es Todopoderoso, no se habría hecho miembro de la raza humana sin María, no se habría hecho “Hijo del Hombre” sin Nuestra Señora.

Esto no es una enseñanza mía, sino del gran Abad benedictino Marmion (1858-1923). Él ha sido probablemente el más grande escritor espiritual del siglo XX. Respecto a la obra del Abad Marmion dijo el Papa Benedicto XV “léanla, es la pura doctrina de la Iglesia.”

El Abad Marmion comenta en sus libros que, para que Nuestro Señor se hiciese verdaderamente miembro de nuestra raza humana, un Hijo de Adán, un “Hijo del Hombre”, Él dependía absolutamente de que Nuestra Bendita Madre le dijese “sí” al ángel que Le preguntó si consentía en ser Madre del Dios-Hombre, Jesucristo.

Por supuesto, Nuestro Señor podría haberse hecho hombre por sí mismo, sin la intervención de Nuestra Señora. Podría en un instante haber asumido una naturaleza humana de la materia que creó de la nada, y aparecer ante nosotros como un hombre.

Pero no hizo esto; Él sería, por decirlo así, como un habitante de otro planeta resplandeciendo sobre la tierra. No habría forma de considerarlo como siendo parte de nuestra raza humana. Podría ser visto como un hombre, caminar como un hombre, hablar como un hombre. Pero jamás podríamos verlo como siendo realmente parte de nuestra familia humana, parte de nuestra sangre, parte de nuestra raza humana. Jamás podríamos verlo como un auténtico descendiente físico de nuestros primeros padres, Adán y Eva. No tendríamos ninguna sensación de parentesco con Su humanidad.

Para que Nuestro Señor llegase a tener verdaderamente parentesco con nosotros, verdaderamente parte de la familia humana que necesitaba la redención, fue absolutamente necesario que naciera de una hija de Adán y Eva, y esta “hija” fue la Pura e Inmaculada Siempre Virgen María. Ella fue absolutamente esencial.

Dios dependió de Nuestra Señora para que Nuestro Señor Jesucristo verdaderamente pudiese llamarse a Sí Mismo el “Hijo del Hombre”. Y, como comenta el Abad Marmion, parece que el título de “Hijo del Hombre” es la descripción de Sí Mismo que Nuestro Señor consideraba más apreciada para Su Corazón mientras estuvo en la tierra. El Abad Marmion explica que, al referirse a Sí Mismo, Nuestro Señor usó más la expresión “Hijo del Hombre” que cualquier otro título.

Y de igual modo, el Mensaje de Fátima nos ayuda a recordar nuestra dependencia en relación a Nuestra Señora. Nos recuerda que la devoción a Ella, y en particular a Su Inmaculado Corazón, no es una cosa periférica, no es algo extra u opcional. ¡No! Nuestro Señor hizo de la devoción a Su Inmaculado Corazón una condición ineludible para la conversión de Rusia, para poder asegurar al mundo un período de paz.


DOCTRINAS FUNDAMENTALES AFIRMADAS

Además, en el Mensaje de Fátima vemos afirmados los dogmas fundamentales de nuestra Fe. Cuando Nuestra Señora vino a Fátima:
• Ella habló de la doctrina del Cielo,
• Ella habló de la doctrina del Infierno,
• Ella habló de la doctrina del Purgatorio,
• Ella habló de la doctrina de la Sagrada Eucaristía,
• Ella habló de la doctrina del Sacramento de la Penitencia.

E indirectamente Ella habló de la doctrina del Reino Social de Jesucristo — y afirmó la doctrina papal tradicional de que sólo hay una Iglesia verdadera, fuera de la cual no hay salvación, y que los Estados y los Gobiernos deben reconocer esta Iglesia como tal y deben reconocer el poder indirecto de la Iglesia sobre el Estado y sobre la sociedad civil. Todo esto está implícito en el pedido de Nuestra Señora, de que el Papa consagre Rusia a Su Inmaculado Corazón.

Primero, el Cielo.

El 13 de mayo de 1917, cuando Lucía le preguntó a Nuestra Señora “¿De dónde es Vd.? ”,
Ella contestó: “ Yo soy del Cielo”.

Nuestra Señora está en el Cielo, en cuerpo y alma. El Cielo es un lugar, un lugar real, y no solamente un estado de espíritu. Y según el Mensaje, es un lugar que alcanzaremos sólo si vivimos la vida sacramental de la gracia santificadora a través de ser miembros del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia Católica.

Nuestra Señora nos recordó también la doctrina del Infierno . Que el Infierno existe. Que es un lugar; y que las almas humanas van allí, han ido allí y están allí actualmente. Nuestra Señora ciertamente no era seguidora del teólogo progresista Hans Urs von Balthasar, el cual especuló que “el infierno existe, pero está vacío”.

No. Nuestro Señor dijo: “la verdad os hará libres”. Y la afirmación de Nuestra Señora de la doctrina del Infierno nos libra de todos los errores de von Balthasar y de susseguidores, no importa quiénes sean.

Aún más impresionante: Nuestra Señora no solamente habló con aquellos niñitos acerca de la realidad del Infierno. El 13 de julio de 1917, Nuestra Señora de Fátima les dio a los tres niños una visión terrorífica del Infierno.

Este es un relato de las propias memorias de Sor Lucía:
“Nuestra Señora abrió las manos como en los meses anteriores. El reflejo pareció penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían para todos los lados igual que las pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. (Debió ser ante esta visión cuando dije aquel ‘Ay!’, que dicen me oyeron.) Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos. Esta visión duró sólo un momento. Y gracias a que la Santísima Virgen en la primera aparición nos había prevenido con la promesa de llevarnos al cielo, porque si no yo creo que habríamos muerto de susto y pavor.”

Nuestra Señora les dijo entonces:
“Visteis el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.”

Fue ésta una visión pavorosa dada a los niños. Sor Lucía afirmó muy claramente que “ los demonios se distinguían [de las almas de los condenados ]”. Por lo tanto, esto demuestra que es completamente falsa la teoría de von Balthasar [de que el Infierno existe, pero está vacío — u otra opinión, de que “sabemos que existen demonios en el Infierno, pero no sabemos realmente si hay seres humanos en el Infierno]. En el Infierno hay demonios y en el Infierno hay almas humanas . Esta visión les dio a los niños la gracia y el ánimo de realizar sacrificios heroicos por la salvación de las almas .

Nuestra Señora afirmó también la doctrina sobre el Purgatorio.
El 13 de mayo de 1917, Lucía le preguntó a Nuestra Señora acerca de dos amigas suyas recientemente fallecidas.
Lucía preguntó: “¿María das Neves ya está en el Cielo?” (esta joven había fallecido aproximadamente a los 16 años).
Nuestra Señora respondió: “Sí, ya está.”
Entonces Lucía Le preguntó sobre otra amiga suya que había fallecido de 18 ó 20 años: “¿Y Amelia?”
Nuestra Señora contestó: “ Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo.”

Esta afirmación de Nuestra Señora también contradice los falsos credos protestantes que rechazan el Purgatorio. Precisamente por aquella única declaración “Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo”, Nuestra Señora les está diciendo a los protestantes que “vuestra doctrina protestante que rechaza el Purgatorio es falsa”.

Nuestra Señora afirmó la enseñanza sobre el Sacramento de la Confesión . Ella estableció la confesión sacramental como una condición necesaria para que las almas cumpliesen los pedidos para los Cinco Primeros Sábados.

Y una vez más, por medio de esto, Nuestra Señora les está diciendo a nuestros amigos protestantes: “vuestra doctrina protestante que rechaza el sacramento de la Confesión es falsa”.

A seguir, la Sagrada Eucaristía.

Las apariciones de Fátima no solamente afirman la doctrina de la Eucaristía, sino que afirman también el deber del hombre de reverenciar la Sagrada Eucaristía como el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.

En 1916, un año antes que Nuestra Señora viniese a Fátima, Jacinta, Francisco y Lucía fueron favorecidos con tres apariciones separadas de un ángel — precursor de las visitas de Nuestra Señora. La tercera y última de las apariciones del ángel ocurrió en el otoño de 1916, con el “Angel de la Eucaristía”.

En esta ocasión, cuando el ángel vino para administrar a los niños la Sagrada Eucaristía, no apareció con una sonrisa de oreja a oreja diciéndoles:
“¡Oh, niños!, estoy aquí para deciros que el propósito de la Eucaristía es inculcar en vosotros un sentido de comunidad y solidaridad, promoviendo el diálogo y las relaciones personales, y celebrando la dignidad inherente del ser humano a través de la unidad en la diversidad.”

No fue ésta la escena, de ninguna manera.

Lucía nos cuenta que era mediodía y los niños estaban postrados, recitando las oraciones de reparación que en la primavera anterior les había enseñado el “Ángel de la Paz”.

Escribe Lucía:
“No sé cuantas veces habíamos repetido esta oración cuando advertimos que sobre nosotros brillaba una luz desconocida. Nos incorporamos para ver lo que pasaba y vimos al ángel teniendo el la mano izquierda un cáliz sobre el cual está suspensa una hostia de la que caen algunas gotas de sangre dentro del cáliz.”

“El ángel deja suspenso el cáliz en el aire, se arrodilla con nosotros y nos hace repetir tres veces:
‘Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te adoro profundamente, y Te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente
en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María Te pido la conversión de los pobre pecadores.’”

Escribe Lucía que el ángel se levantó, tomó otra vez el Cáliz y la Hostia en sus manos, y les dio la Comunión a los tres niños, colocando la Santa Hostia en la lengua de Lucía y repartió la Sangre del Cáliz entre Francisco y Jacinta, diciendo al mismo tiempo:
“Comed y bebed el Cuerpo y Sangre de Jesucristo horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.”

Después de esto, relata Lucía que el ángel “[se postró] de nuevo en tierra repitió con nosotros otras tres veces la misma oración: ‘ Santísima Trinidad… etc. ‘ , y desapareció.”

¿Es posible que el Cielo envíe a la humanidad una instrucción más convincente sobre cómo se debe reverenciar y venerar la Sagrada Eucaristía? Por sus actos el ángel no sólo instruyó a los tres niños de Fátima, sino también a todo el siglo XX y a todas las naciones hasta el fin de los tiempos.

Una vez más, la actitud peculiar del ángel con relación a la Eucaristía estaba en plena conformidad con la doctrina y con la práctica tradicionales de la Iglesia:
• El ángel estaba arrodillado, postrado con su faz hacia el suelo. Al hacer esto, estaba reconociendo la Soberana Majestad y Divinidad de Jesucristo verdaderamente presente en la Eucaristía. Esto nos recuerda la gran reverencia que le debemos al Santísimo Sacramento.
• El ángel recitó oraciones de reparación por las blasfemias y sacrilegios cometidos contra el Santísimo Sacramento, como si estuviese previendo los innumerables ultrajes que ocurrirían contra el Santísimo Sacramento, especialmente después de 1960.
• El ángel rezó, a través del Inmaculado Corazón de María, por la conversión de los pobres pecadores, especialmente — podemos deducir por el contexto — de aquellos que pecan contra la Sagrada Eucaristía.
• El ángel no le dio a Lucía la Comunión en la mano.

Los tres niños de Fátima supieron que el ángel fue enviado para instruirlos, y para que siguiesen su ejemplo.

Escribe Lucía:
“… Llevado[s] por una fuerza sobrenatural que a eso nos movía… nos postrábamos para rezar esa oración…permanecimos en la misma actitud repitiendo siempre las mismas palabras…”

Además, parecía que el ángel era un mensajero celestial de Dios dándonos el ejemplo de la profunda reverencia que le debemos al Santísimo Sacramento. Y, una vez más, la doctrina de la Sagrada Eucaristía es rechazada por protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, budistas. El Cielo está diciendo a todas estas religiones fabricadas por el hombre que su doctrina es errónea, que sus credos son falsos.


LOS CINCO PRIMEROS SÁBADOS

Antes de entrar en la próxima sección, que trata de los Cinco Primeros Sábados, quiero hacer una observación. A la luz de lo que podríamos llamar “sensibilidades ecuménicas”, existe actualmente una tendencia para reducir la importancia de las sólidas verdades católicas, en consideración a una orientación ecuménica. Esta nueva idea dice que, al tratar con no católicos, no deberíamos concentrarnos demasiado en aquellas cosas que nos dividen , sino dejarlas de lado, y concentrarnos en aquéllas que nos unen .

En contraste, vemos que no es ésta la manera que Nuestra Santa Madre adoptó en Fátima. Nuestra Señora reconoció que Su primer deber es enseñar la Verdad. Y al dar énfasis
• al Rosario,
• a la devoción de Su Inmaculado Corazón,
• al Escapulario del Monte Carmelo,
• al Purgatorio,
• a la autoridad del Papado,
• al Sacramento de la Confesión,
• a la Sagrada Eucaristía como el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.

Nuestra Señora está dando énfasis a todos los puntos verdaderos que DIVIDEN a los Católicos de los Protestantes, y que DIVIDEN a los Católicos de todas las demás religiones sobre la faz de la tierra.

¿Podrá alguno de nosotros reclamar que en nuestro enfoque queremos saber más que la Madre de Dios?

Y el Mensaje de Fátima no sólo hace hincapié en estos puntos que nos dividen, sino que explica claramente que, en el orden objetivo, aquellos que no creen estas verdades, y especialmente aquellos que rehúsan a darle a Ella el honor que Le es debido, son culpables del crimen de blasfemia.

Nuestro Señor enseñó esto de una forma delicada pero firme cuando explicó los Cinco Primeros Sábados de Reparación.

La devoción de los Cinco Sábados a Nuestra Señora no es algo nuevo. No fue una innovación. Una vez más, al pedir los Cinco Primeros Sábados, Nuestra Señora estaba mostrando un profundo respeto a la Tradición.

En 1892, el Papa León XIII concedió una indulgencia plenaria a todos los fieles que dedicasen 15 Sábados consecutivos en honor de Nuestra Señora del Rosario.

Posteriormente, el Papa San Pío X concedió una indulgencia plenaria a todos los que hiciesen los Doce Primeros Sábados en honor de Nuestra Señora.

Además de eso, el 13 de junio de 1912 el Papa San Pío X concedió nuevas indulgencias a los Fieles que practicasen la devoción de Reparación a Nuestra Señora en los Primeros Sábados de cada mes.

Y cinco años después de ese día , el 13 de junio de 1917, Nuestra Señora mostró a los 3 niños de Fátima Su Inmaculado Corazón, “rodeado de espinas que parecían clavarlo”, pidiendo reparación.

Al pedir por los Cinco Primeros Sábados, Nuestra Señora tomó una devoción tradicional, la simplificó y le dio una mayor eficacia.

El 10 de Diciembre de 1925, cuando Sor Lucía a los 18 años era una postulante en Pontevedra, se le aparecieron Nuestra Señora y el Niño Jesús. Dijo Nuestro Señor:
“Ten pena del Corazón de Su Santísima Madre que está rodeado con las espinas que los hombres ingratos constantemente le clavan sin haber quien haga un acto de reparación para quitárselas.”

El Niño Jesús está preocupado con estos pecados contra Su Madre.

A seguir, Nuestra Bendita Madre le dijo a Lucía:
“Mira, hija Mía, Mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos en cada momento me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú al menos, haz por consolarme y di que a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el Rosario y Me acompañen 15 minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarme, Yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación.”

Posteriormente, el confesor de Sor Lucía, el Padre Gonçalves, le pidió a que hiciese algunas preguntas a Nuestra Señora acerca de los Cinco Primeros Sábados.

Una de las preguntas que él hizo fue: “¿Por qué cinco sábados, y no nueve o siete en honor de los Dolores de Nuestra Señora?”

Durante la revelación de Nuestro Señor en Tuy el 29 de mayo de 1930, Sor Lucía formuló esa pregunta. Fue ésta la respuesta que le dio el Cielo:
“Hija Mía, el motivo es sencillo. Cinco son las clases de ofensas y blasfemias proferidas cont
ra el Inmaculado Corazón de María:
1. Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción.
2. Las blasfemias contra Su Virginidad Perpetua.
3. Las blasfemias contra la Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como la Madre de los hombres.
4. El tratar de infundir públicamente en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio para con esta Inmaculada Madre.
5. Los ultrajes dirigidos a Ella en Sus sagradas imágenes.”

Por consiguiente, es esto lo que quiero decir cuando digo que, indirectamente y en el orden objetivo, Nuestro Señor ha acusado a todos los miembros de religiones no católicas de ser culpables de blasfemia contra el Inmaculado Corazón de Nuestra Señora.

Veamos una vez más estas cinco ofensas:
1. Blasfemias contra la Inmaculada Concepción
La mayoría de los protestantes, así como la mayoría de los ortodoxos orientales, no creen en la Inmaculada Concepción. Tampoco lo creen, por supuesto, los judíos, musulmanes, hindúes, budistas, francmasones, comunistas, socialistas, humanistas seculares, etc.

2. Blasfemias contra Su Perpetua Virginidad
Una vez más, esto acusa a la mayor parte de los protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, la gran mayoría de los cuales no cree en Su Perpetua Virginidad. De hecho, muchos católicos hoy en día no creen en Su Perpetua Virginidad.

3. Blasfemias contra Su Divina Maternidad, rehusándose además a reconocerla como Madre de los Hombres
Por supuesto, sabemos que los musulmanes, judíos, hindúes, budistas rechazan esta doctrina, especialmente porque no creen que Jesucristo es Dios. Y Nuestro Señor advirtió: “Nadie viene al Padre sino por Mí.”

4. Las blasfemias de todos los que públicamente siembran en el corazón de los niños la indiferencia o el menosprecio o hasta el odio a esta Madre Inmaculada
Nuevamente, es ésta la situación de los protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, budistas y la mayoría de otras falsas religiones. Los miembros de esas religiones enseñarán a sus niños a no atribuir ninguna importancia a Nuestra Señora ni a Su Inmaculado Corazón. Obsérvese también que a los ojos del Señor esto no es cosa de poca importancia. Él llama a esto blasfemia y convoca a los católicos a caer de rodillas y hacer reparación por estos grandes pecados. Son espinas en el Inmaculado Corazón de Nuestra Señora.

5. Las ofensas de aquellos que La insultan directamente en sus Sagradas Imágenes.
Esto incluye aquellos que realmente destruyen Sus Imágenes, o las ridicularizan, o aquellos protestantes que acusan de idolatría a los católicos porque tienen estatuas de Nuestra Señora en los lugares de honor en sus residencias.
Además de ser una llamada a la penitencia, ésta es una acusación contra todas las religiones no católicas.

Por lo tanto, Nuestro Señor NO está utilizando el enfoque moderno ecuménico. NO está dando énfasis a aquellos puntos que nos unen a las falsas religiones. Está dando énfasis a aquellos puntos que nos separan de los no católicos. Al hacer eso, creo que Nuestro Señor nos está diciendo que esos puntos son mucho más importantes que cualquier unidad ecuménica superficial.

Está haciendo hincapié en que estas blasfemias contra el Inmaculado Corazón de Nuestra Señora no pueden ser consideradas frívolamente. Son, de hecho, pecados contra la Fe.


TRADICIÓN DE REPARACIÓN

En este momento, quiero volver a un punto que hice antes. En todo lo que ha hecho Nuestra Señora de Fátima mostró un profundo respeto por la tradición, y que los Cinco Primeros Sábados eran, y aún son, una devoción tradicional . Por supuesto, doctrinariamente Nuestra Señora no estaba enseñando nada nuevo.

En efecto, Ella fue muy obediente al Primer Concilio Vaticano, que enseñó como artículo de fe — de fide — que no se puede alterar el significado de la Sagrada Doctrina. El 1er. Vaticano enseñó:
“El significado de los Dogmas Sagrados, que deben ser preservados para siempre, es el que nuestra Santa Madre Iglesia ha determinado. No es posible alejarse nunca de esto, en nombre de una comprensión más profunda.” 1

Así, pues, ya sea la doctrina del Purgatorio, o la doctrina de la Sagrada Eucaristía, o la doctrina de la Confesión, o la doctrina establecida de que sólo hay una Iglesia verdadera, fuera de la cual no hay salvación, el 1er. Concilio Vaticano enseñó que el significado de estas doctrinas jamás se puede cambiar. Y vemos que Nuestra Señora fue absolutamente fiel a esto.

Además, en Fátima, Nuestra Señora demuestra Su continuidad con las revelaciones especiales hechas por el Cielo a la Iglesia en el siglo XIX ; ya sea su aparición en Lourdes, en La Salette, ya sean las manifestaciones de Nuestro Señor a Sor María de Saint-Pierre en Francia en la década de 1840. Todos constituyen el mismo mensaje urgente.

Cuando Nuestra Señora apareció en Lourdes en 1858, pidió para “hacer penitencia, hacer reparación”.

Cuando Nuestra Señora apareció en La Salette en 1846, suplicó que se “hiciese penitencia”, que se “hiciese reparación”. Y avisó en La Salette que Francia podría ser castigada principalmente por dos pecados: por los pecados contra la profanación de los domingos (pecados contra el Tercer Mandamiento) y por usar el nombre de Dios en vano (pecados contra el Segundo Mandamiento).

Esto también está en consonancia de una manera muy especial con las revelaciones, aprobadas por la Iglesia, transmitidas por Nuestro Señor a Sor María de Saint-Pierre en la década de 1840. Sor María de Saint-Pierre era una monja carmelita en Francia, que murió con poco más de 20 años (una historia fascinante que no tenemos tiempo de relatar en detalle).

En estos mensajes ( como en Fátima), Nuestro Señor confirmó la gran necesidad de hacer reparación . Y Nuestro Señor pidió en particular la reparación a Su Santa Faz . Nuestro Señor le dio a Sor María de Saint-Pierre una oración especial llamada FLECHA DORADA (en reparación por las blasfemias), que indicaré enseguida.

Y el 24 de noviembre de 1843, Nuestro Señor le dijo a Sor María de Saint-Pierre:
“La Tierra está cubierta de crímenes. La violación de los Tres Primeros Mandamientos de Dios ha irritado a Mi Padre; el Santo Nombre de Dios es blasfemado (2º Mandamiento) y los Días Santificados del Señor son profanados (3er. Mandamiento) llenando completamente la medida de las iniquidades. Estos pecados ascienden hasta el trono de Dios provocando Su ira que pronto irrumpirá si no se aplaca Su justicia. En ninguna otra época esos crímenes alcanzaron tal intensidad.” 2

Esto se refiere a la década de 1840, que consideramos “los buenos viejos tiempos”. Actualmente está todo mucho peor.

Durante estas revelaciones, Nuestro Señor pidió que se formase una asociación de Reparación de la Santa Faz y dictó también la oración, LA FLECHA DORADA, para la reparación contra las blasfemias:
“Que el Santísimo, Sacratísimo, adorabilísimo, misteriosísimo e inefable Nombre de Dios sea alabado, bendito, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra, y en el infierno, por todas las criaturas de Dios, y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén.” 3

En aquella ocasión, uno de los más grandes promotores de esta Devoción a la Santa Faz fue el “Santo Hombre de Tours”, Leo DuPont, que colgó un cuadro de la Santa Faz en su locutorio ante el cual ardía el santo oleo. Tantos fueron los milagros realizados en el locutorio de Leo DuPont que el Bienaventurado Papa Pío IX le llamó “el taumaturgo del siglo XIX”.

Ahora, Nuestra Señora de Fátima continua esta sólida “tradición”; esta inalterada y urgente llamada a la reparación.

Y las revelaciones de Nuestro Señor a Sor María de Saint-Pierre piden no sólo reparación [por los pecados] contra el 2º y 3er. Mandamientos, como lo hizo Nuestra Señora de La Salette, sino también reparación por los pecados contra el Primer Mandamiento. Sabemos que el Primer Mandamiento es: “Yo soy el Señor vuestro Dios, no tendréis dioses extraños ante Mí..” Y nuestra teología tradicional católica nos dice que los pecados contra la Fe, especialmente el pecado de herejía , son pecados contra el Primer Mandamiento.

De esto se sigue que somos llamados no a reírnos ni a tornarnos íntimos de los falsos credos de los no católicos; sino que somos llamados a caer de rodillas y hacer reparación por estos pecados contra la Fe, estos pecados contra el Primer Mandamiento. Estos pecados de herejía que producen las cinco blasfemias contra el Inmaculado Corazón de María fueron enunciados por Nuestro Señor en Tuy el 29 de mayo de 1930.


FÁTIMA VS. “EL ESPÍRITU DE ASÍS”

Finalizando, yo creo que el Cielo quiere que el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima sea una cuestión central en nuestra visión del mundo. Todo lo que suceda en la Iglesia o en el mundo será juzgado como bueno o malo, adecuado o inadecuado, teniendo por base si está, o no, en conformidad con las palabras de Nuestra Señora en Fátima.

En Fátima, Ella confirmó las doctrinas fundamentales de la Fe y focalizó aquellos puntos de la doctrina que nos separan de los no católicos, para demostrar que la Verdad es lo más importante. También nos instruyó, especialmente a través de los Cinco Primeros Sábados y en consonancia con las revelaciones hechas en Lourdes, La Salette y a Sor María de Saint-Pierre, acerca de la necesidad de hincarnos de rodillas y hacer reparación por los pecados de los hombres, en particular por los pecados contra la Fe que hacen parte de los credos no católicos, especialmente en relación a Su Inmaculado Corazón.

Ella no enseñó ninguna doctrina nueva, ni tampoco una comprensión modernizada de la doctrina que pudiese significar una reinterpretación de la doctrina católica de una forma distinta de la que ha sido enseñada durante 2.000 años.

Ella nos dijo que la paz mundial sólo vendrá por medio de la obediencia a Su pedido acerca de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María, y no por medio de católicos que se reúnen con falsas religiones en oraciones interreligiosas por la paz — religiones que Ella afirma, blasfeman contra Ella por su incredulidad. De hecho, y es triste decirlo, en la gran reunión-plegaria en Asís en 1986, cuando los católicos rezaron en público con falsas religiones por la causa de la paz, no se rezó el Santo Rosario. Y esto a pesar de que el Rosario es la oración específica transmitida por Nuestra Señora como condición para la paz . De la misma manera, en aquel día, no fue ni honrado ni invocado el Inmaculado Corazón de María.

Ésta es una desviación radical del plan ofrecido por Nuestra Señora. De hecho, yo creo que estas asambleas interreligiosas no sólo fallarán en producir cualquier fruto saludable, sino que en realidad podrán acarrear un gran castigo. Y digo esto no con mi propia autoridad sino con la de uno de los más eminentes cardenales del siglo XX, el gran Cardenal Mercier de Bélgica.

En 1918, justamente un año después de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, el gran Cardenal Mercier afirmó que la Primera Guerra Mundial fue un castigo por el crimen de los hombres al colocar la única religión verdadera en el mismo nivel de los falsos credos (que es precisamente lo que hacen estas nuevas reuniones pan-religiosas, en total contradicción con los 2.000 años de la doctrina católica). En una carta pastoral titulada “La Lección de los Acontecimientos”, el Cardenal Mercier dijo:
“En nombre del Evangelio y a la luz de las Encíclicas de los cuatro últimos Papas, Gregorio XVI, Pío IX, León XIII y Pío X, yo no vacilo en afirmar que esta indiferencia hacia las religiones, que coloca en el mismo nivel la religión de origen divino y las religiones inventadas por los hombres, a fin de incluirlas en el mismo escepticismo , es la blasfemia que atrae el castigo sobre la sociedad mucho más que los pecados de los individuos y de las familias .” 4

Por consiguiente, vemos que las afirmaciones del Cardenal Mercier están en perfecta continuidad con las enseñanzas consistentes de los Papas a través de los siglos, y en perfecta armonía con una visión del mundo con base en Fátima.

Así, terminaré con lo que he dicho antes. De la misma forma que el gran Milagro de 13 de octubre de 1917 — especialmente con el Sol danzando en el cielo y enseguida lanzándose hacia la tierra — fue tan espectacular que se hizo imposible desviar la mirada; así también el propio Mensaje de Fátima es de tal magnitud, de tal importancia, de tal centralidad que no debemos desviar nunca nuestra mirada de Fátima, ni desviar nunca nuestros ojos de los de Nuestra Señora, ni permitir nunca que, de ninguna forma, nos separemos de Ella.

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NOTAS:
1. Vaticano I, Sesión III, Capítulo. IV, Fe y Razón.
2. Scalan, The Holy Man of Tours [El Santo Hombre de Tours] , (Tan Books), pág. 122.
3. P. Janvier, Life of Sister Saint-Pierre [Vida de la Hermana Saint-Pierre ], con la aprobación del Revdmº Charles Colet, Arzobispo de Tours , (John Murphy & Co, Baltimore, 1884), pág.114.
4. Citación extraida de The Kingship of Christ and Organized Naturalism [La majestad de Cristo y el Naturalismo Organizado], por el Padre Denis Fahey (Regina Publications, Junio de 1943), pág. 36. Nota según citación extraida de la Carta Pastoral de 1918, del Cardenal Mercier, The Lesson of Events [La Lección de los Acontecimientos].

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Fátima y la Visión del Infierno: discurso del Padre Marcel Nault

Ofrecemos el discurso pronunciado del Padre Marcel Nault en la Conferencia Mundial de Paz de Obispos Católicos, en Fátima, Portugal, en el año 1992 sobre el Infierno y la visión que de el tuvieron los pastorcitos de Fátima. Este discurso causó tal impacto que después de la conferencia, algunos Obispos pidieron al Padre Nault que escuchara sus confesiones.

El Padre Marcel Nault nació el 3 de marzo de 1927 en Montreal, Canadá. Su vocación fue relativamente tardía. Se ordenó como sacerdote diocesano el 4 de marzo de 1962, un día después de su cumpleaños 35. El 30 de marzo de 1997, domingo de Pascua, a las 12:00 del mediodía, el Padre Marcel Nault fue llamado de esta vida terrenal a la presencia de Dios a quien él amó y sirvió con profunda devoción.

Nuestro Señor Jesucristo vino a la tierra por un motivo, para salvar a las almas del Infierno. Enseñar la realidad del Infierno es la tarea más importante e ineludible de la Santa Iglesia Católica. Uno de los grandes Padres de la Iglesia, San Juan Crisóstomo, continuamente enseñaba que Nuestro Señor Jesucristo predicaba con más frecuencia sobre el Infierno que sobre el Cielo.

Algunos piensan que es mejor predicar sobre el Cielo. No estoy en acuerdo. Predicar sobre el Infierno produce muchas más y mejores conversiones que las obtenidas con la mera predicación sobre el Cielo. San Benito, el fundador de los Benedictinos, al estar viviendo en Roma el Espíritu Santo le dijo: “Tú vas a perder tu alma en Roma e irás al Infierno.” Él dejó Roma y se retiró a vivir en el silencio y la solicitud fuera de Roma para meditar sobre la vida de Jesús y el Santo Evangelio. San Benito huyó de todas esas ocasiones de pecado de la Roma pagana. Él oró, se sacrificó por sí mismo y por los pecadores. El Espíritu Santo difundió la noticia de su santidad. Como resultado, la gente lo visitaba para ver, escuchar y seguir su ejemplo y consejo. San Benito se apartó por sí mismo de toda ocasión de pecado y alcanzó la santidad. La Santidad atrae a las almas.

¿Por qué piensan que San Agustín cambió su vida? ¡Por temor al Infierno! Yo predico con frecuencia sobre la trágica realidad del Infierno. Es un dogma católico que sacerdotes y obispos ya no predican más. El Papa Pío IX, que pronunció los dogmas de la Infalibilidad del Papa y el de la Inmaculada Concepción de María, y que también emitió su famoso Sílabo condenatorio contra los errores y herejías del mundo moderno, solía pedir a los predicadores que enseñaran a los fieles con mayor frecuencia sobre las Cuatro Postrimerías, en especial sobre el Infierno, así como él mismo daba el ejemplo predicando. El Papa pidió esto porque la meditación sobre el Infierno genera santos.


LOS SANTOS TEMEN AL INFIERNO

Aquí nos encontramos con algo curioso, los santos temen ir al Infierno pero los pecadores no sienten tal temor.

San Francisco de Sales, San Alfonso María Liguorio, el Santo Cura de Ars, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresita del Niño Jesús, tuvieron miedo de ir al Infierno.

San Simón Stock, el Superior General del Carmelo, sabía que sus monjes tenían miedo de ir al Infierno. Sus monjes ayunaban y hacían oración. Vivían recluidos, separados del peligroso mundo dominado por Satanás. Aún así tenían miedo de ir al Infierno.En 1251, Nuestra Señora del Monte Carmelo se apareció en Aylesford, Inglaterra, a San Simón Stock. Ella le dijo: “No teman más, te entrego una vestidura especial; todo el que muera llevando esta vestidura no irá al Infierno.” Yo llevo puesto mi Escapulario Café bajo mis vestiduras y llevo otro en mi bolsillo porque nunca sé cuándo la gente me pedirá que les hable sobre el Infierno o el Escapulario Café. María dijo al sacerdote dominico, el beato Alán de la Roche, “Yo vendré y salvaré al mundo a través de Mi Rosario y Mi Escapulario.”

Uno no puede especializarse en todo y enseñar sobre todo; uno debe elegir. Yo creo que ésta es la voluntad de Dios: que yo predique sobre el Infierno. Un Moseñor, mi superior hace tiempo, me dijo en una ocasión: “Predicas con demasiada frecuencia sobre el Infierno y eso asusta a la gente.” Él agregó: “Marcel, yo nunca he predicado sobre el Infierno, porque a la gente no le gusta. Tú los asustas.” En un tono muy amistoso, Monseñor me dijo en su oficina: “Marcel, yo nunca he predicado sobre el Infierno y nunca lo haré, y mira qué agradable y prestigiada posición he alcanzado.” Yo guardé un largo silencio, luego lo mire a los ojos. “Monseñor”, le dije, “usted está en la vía del Infierno para toda la eternidad. Monseñor, usted predica para complacer al hombre, en lugar de predicar para complacer a Cristo y salvar a las almas del Infierno. Monseñor, es un pecado mortal de omisión el rehusarse a enseñar el Dogma Católico sobre el Infierno.”

Cuando Dios envió Profetas en el Antiguo Testamento, fue para recordarle al hombre que regresara a la verdad, que regresara a la santidad. Jesús vino, predicó y envió a sus Apóstoles al mundo para predicar el Santo Evangelio. La Serpiente vino y difundió su veneno a través de herejías, pero Jesús envió a su Amadísima Madre, la Reina de los Profetas: “Ve a la tierra y destruye las herejías.” Los Padres de la Iglesia han escrito que la Madre de Dios es el martillo de las herejías.

Si se toman el tiempo de estudiar con gran atención el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, notarán que es un mensaje de lo más trágico y profundo, que refleja las enseñanzas del Santo Evangelio.


LAS LECCIONES DADAS EN FÁTIMA

El resumen del Mensaje de Fátima es, que el Infierno existe. Que el Infierno es eterno y que iremos ahí si morimos en estado de pecado mortal. “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” Nuestra Señora vino y nos dijo que podemos salvarnos a través de sus dos divinos sacramentos de predestinación: el Santo Rosario y el Escapulario Café. También manifiesta un énfasis especial sobre la Devoción a su Inmaculado Corazón y la Devoción de los Primeros Cinco Sábados. En la primera aparición del Ángel de Portugal en el Cabeco, en mayo de 1916, el Ángel vino a los tres niños y les mostró cómo adorar a Dios con la oración: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan y no Te aman.” El Ángel oró esta oración mientras se postraba con la frente en el suelo. El Ángel de Fátima les había mostrado a los tres niños en el orden de las oraciones, qué es lo primero. Primero, uno debe adorar a Dios y después orar a los santos. Primero Dios, las criaturas después. El Ángel de Fátima mostró al hombre que debe adorar a Dios y orar ante Él de rodillas. Entre más conoce el hombre a Dios, más se humilla ante Dios su Creador.

El gran Obispo francés Bossuet dijo: “El hombre en verdad se engrandece cuando está de rodillas.” Sí, el hombre realmente se engrandece cuando se arrodilla ante su Creador y Redentor, Jesús, en el Santísimo Sacramento. El Ángel de Fátima vino a enseñarles a los tres niños que nuestro primer deber, de acuerdo con el Primer Mandamiento, es adorar a Dios. En su tercera aparición en el Cabeco, el Ángel de Portugal vino con un Cáliz en su mano izquierda y una Hostia en la mano derecha. Los niños se preguntaban qué estaba pasando. El Ángel milagrosamente suspendió el Cáliz y la Hostia en el aire y se postró en tierra y recitó una oración Trinitaria de profunda adoración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te adoro profundamente y Te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todas las ofensas, sacrilegios, abandonos e indiferencias con Él mismo es ofendido y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, Te pido la conversión de los pobres pecadores.”

Dios desea que Le adoremos de rodillas. ¿Nos arrodillamos en adoración y oración ante Jesús en el Santísimo Sacramento? Debemos hacerlo. Cuando los tres Reyes Magos de Oriente fueron a Belén y entraron en donde estaba el Niño Jesús, se postraron frente a Él para adorarlo de rodillas. Tenemos este ejemplo en las Escrituras y del Ángel de Fátima, que Dios quiere que Le adoremos de rodillas.


EL REFORZAMIENTO DE LOS DOGMAS CATÓLICOS

Un año más tarde, el 13 de mayo de 1917, los niños vieron a una jovencita aparecerse ante ellos. Era la primera aparición de Nuestra Señora.

Lucía le preguntó: “¿De dónde vienes?”

Ella le contestó: “Vengo del Cielo.” El Dogma Católico de la existencia del Cielo.

Los niños preguntaron: “¿Iremos al Cielo?”

Ella contestó: “Sí, irán al Cielo.”

Entonces preguntaron: “¿Nuestras dos amiguitas están en el Cielo?”

María les contestó: “Una de ellas, sí”.

Los niños preguntaron: “¿Dónde está la otra chica? ¿Está en el Cielo?”

María les contestó: “Ella está en el Purgatorio y lo estará hasta el fin del mundo.”

Esta chica tenía unos 18 años de edad. Un segundo Dogma Católico, el Purgatorio existe y prevalecerá hasta el fin de este mundo. La Madre de Dios no puede mentir. El Ángel de Fátima enseñó a los tres niños cómo adorar a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Este es un reforzamiento del Dogma de la Santísima Trinidad, el mayor de todos, sin el cual la Cristiandad no podría permanecer. Debemos adorar a las Tres personas de la Santísima Trinidad.


UNA VISIÓN DEL INFIERNO

El viernes 13 de julio de 1917, Nuestra Señora se apareció en Fátima y les habló a los tres pequeños videntes. Nuestra Señora nunca sonrió. ¿Cómo podía sonreír, si en ese día les iba a dar a los niños la visión del Infierno? Ella dijo: “Oren, oren mucho porque muchas almas se van al Infierno.” Nuestra Señora extendió sus manos y de repente los niños vieron un agujero en el suelo. Ese agujero, decía Lucía, era como un mar de fuego en el que se veían almas con forma humana, hombres y mujeres, consumiéndose en el fuego, gritando y llorando desconsoladamente. Lucía decía que los demonios tenían un aspecto horrible como de animales desconocidos. Los niños estaban tan horrorizados que Lucía gritó. Ella estaba tan atemorizada que pensó que moriría. María dijo a los niños: “Ustedes han visto el Infierno a donde los pecadores van cuando no se arrepienten.”


UN DOGMA CATÓLICO MÁS, LA EXISTENCIA DEL INFIERNO

El Infierno es eterno. Nuestra Señora dijo: “Cada vez que recen el Rosario, digan después de cada década: Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.” María vino a Fátima como profeta del Altísimo para salvar a las almas del Infierno.

El patrono de todos los pastores, San Juan María Vianney, solía predicar que el mayor acto de caridad hacia el prójimo era salvar su alma del Infierno. Y el segundo acto de caridad es el aliviar y librar a las almas de los sufrimientos del Purgatorio. Un día en su pequeña iglesia (donde hasta este día se conserva su cuerpo incorrupto), un hombre poseído por el demonio se le acercó a San Juan María Vianney y le dijo: “Te odio, te odio porque arrebataste de mis manos a 85 mil almas.”

Eminencias, Excelencias, Sacerdotes, cuando seamos juzgados por Jesús, Jesús nos hará una sola pregunta: “Yo te constituí Sacerdote, Obispo, Cardenal, Papa, ¿cuántas almas salvaste del Infierno? San Francisco de Sales, de acuerdo con estadísticas, ha convertido, y probablemente salvado, a más de 75 mil herejes. ¿Cuántas almas has salvado tú?”

Cuando leemos a los Padres de la Iglesia, a los Doctores de la Iglesia y a los santos, uno se estremece ante una realidad: todos ellos enseñaron el Evangelio de Jesús y sobre las Cuatro Postrimerías: Muerte, Juicio, Infierno y Paraíso. Todos han predicado el Dogma Católico del Infierno porque cuando meditamos en el destino de los condenados, no deseamos ir al Infierno.

No es mi intención criticar a los Obispos, pero debo confesar esta verdad. En mis 30 años de sacerdocio, es triste reconocer que nunca he visto, ni escuchado, que un Obispo, aún mi Obispo o cualquier otro Obispo, predique el Dogma de la Iglesia Católica Romana sobre el Infierno. Supongo que en sus países o en otros lugares sí lo hacen, pero en Norteamérica no es predicado este Dogma de Fe.

Cierto día en una catedral le dije a un Obispo: “Su Excelencia, usted realiza bellas meditaciones sobre el Santo Rosario cada noche por la radio. Esto es hermoso. Pero debo preguntarle, por qué no abrevia un poco su meditación e inserta después de cada década del Rosario la oración: “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.” ¿Por qué se rehúsa decir esta pequeña oración después de cada década, tal como lo pidió Nuestra Señora de Fátima el 13 de julio de 1917, después de que les había mostrado el Infierno a los tres videntes?

El Obispo me dijo: “Mire, a la gente no le gusta que prediquemos sobre el Infierno, la palabra Infierno les asusta.” No estamos para predicar lo que complazca a las multitudes sino para salvar sus almas del Infierno, para evitar que vayan al Infierno eternamente. Es probable que esta afirmación no sea aceptada por todos los Obispos pero con frecuencia los oigo rezar el Rosario omitiendo esta oración piadosa para salvar almas del Infierno. Yo creo que esta pequeña oración de Nuestra Señora de Fátima dada a los niños el 13 de julio de 1917, es más poderosa y más placentera a Dios que cualquier meditación por bella que sea, aunque haya sido expresada por un Obispo.

Cada uno de nosotros hemos recibido nuestra misión de Dios, y creo que Jesús y Nuestra Señora desean que mi misión sea que yo predique sobre el Infierno. Por esto es que predico sobre el Infierno. Hay muchas revelaciones que podemos leer en la biografía de las almas privilegiadas. Algunas almas que están al Infierno han sido obligadas por Dios a hablarnos para ayudarnos a crecer en nuestra fe. Constituye un pecado mortal de omisión el rehusarse a predicar el Dogma Católico sobre el Infierno. Tales almas condenadas han dicho: “Podríamos soportar estar en el Infierno por mil años. Podríamos soportar estar en el Infierno un millón de años, si supiéramos que un día dejaríamos el Infierno.”

Amigos míos, debemos meditar, no sólo en el fuego del Infierno, no sólo en la privación de contemplación de Dios, sino que debemos también meditar en la eternidad del Infierno. Meditar seriamente frente al Sagrario sobre el Dogma Católico sobre el Infierno. Queridos Obispos, ustedes deben predicar por completo el Evangelio de Jesús, incluyendo la trágica realidad del Infierno eterno.


CONCEPTO HERÉTICO DE LA MISERICORDIA DE DIOS

Un sacerdote en una conferencia carismática dijo a una multitud de unas 3 mil personas y unos 100 sacerdotes que: “Dios es amor, Dios es misericordia y verán su infinita Misericordia en el fin del mundo, cuando Jesús liberará a todas las almas del Infierno, aún a los demonios.” Este sacerdote sigue predicando y su Obispo no suspende sus facultades por enseñar tal herejía. “Vayan al fuego eterno”, dijo Jesús. Fuego eterno, no fuego temporal.

La verdad es que el Infierno existe. El Infierno es eterno, y todos iremos al Infierno si morimos en estado de pecado mortal. Yo puedo ir al Infierno. Ustedes pueden ir al Infierno. Si algunos de nosotros morimos en pecado mortal, estaremos en el Infierno por toda la eternidad, ardiendo, llorando y gritando sin consuelo. No por un millón de años, sino por billones y billones y billones de años y más allá, por toda la eternidad. En nuestra vida mortal, ¿quién no ha cometido un pecado mortal? Un solo pecado mortal no confesado con arrepentimiento, antes de morir, es suficiente para que Jesús nos arroje al Infierno.

Uno de los grandes Padres de la Iglesia, Patrón de todos los predicadores católicos, San Juan Crisóstomo dijo: “Pocos Obispos se salvan y muchos sacerdotes se condenan.” Cuando venía de Lisboa a Fátima por autobús, tuve la ocasión de predicar a los laicos, sacerdotes y obispos presentes en el autobús. Les imploré: “Por favor, cuando lleguen a Fátima, por qué no se animan a hacer una buena confesión general de vida. Quizás hace diez años, quizás hace cincuenta, no han tenido el valor de confesar ese pecado grave por vergüenza. Por favor, hagan una confesión santa y completa en Fátima antes de su regreso. Hay muchos sacerdotes en Fátima que nunca más volverán a ver hasta que lleguen al Cielo.” Yo predico a los Obispos como lo hago con toda persona, porque los Obispos también tienen un alma que salvar. Y si los Obispos son realmente humildes, aceptarán la verdad aún si proviene de un simple y ordinario sacerdote. No nos vayamos de Fátima sin hacer una Santa Confesión General.


UN GRAN ACTO DE CARIDAD

Sus Excelencias, Jesús nos hizo sacerdotes. Jesús, Nuestro Señor, nos escogió entre millones de hombres para hacernos sacerdotes. Nos hicimos sacerdotes por un motivo: para ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa a Dios Padre Todopoderoso, para rezar el Breviario cada día y para predicar el Evangelio de Jesús para salvar las almas del Infierno. Nadie tiene la seguridad de ir al Cielo a menos que haya recibido una revelación privada de Dios como le ocurrió al Buen Ladrón en la cruz o a los tres videntes de Fátima. ¿Por qué no abrazar los medios seguros que el Cielo nos ha dado, el Santo Rosario (“la devoción a Mi Rosario es un signo seguro de predestinación”), el Escapulario Café y el maravilloso Sacramento de la Confesión.

Prediquen, mis queridos Obispos, como los hacían los Padres de la Iglesia. La tarea principal de un Obispo es predicar, no sólo administrar una diócesis. La Iglesia necesita ver y escuchar a los Obispos predicando como lo hacían los Padres de la Iglesia. Si uno solo de ustedes, Obispos presentes aquí en Fátima, regresara a su diócesis y en ciertas ocasiones predicara sobre las Cuatro Postrimerías junto con todo el mensaje de Fátima, qué gran acto de caridad sería para todos sus amados fieles.

Con la asistencia del Espíritu Santo digan a sus fieles: “Escuchen, mis hermanos en Cristo, yo soy su Obispo, estoy aquí para salvar su alma del Infierno. Por favor escuchen, acepten y mediten mi enseñanza en este día. Ustedes también, mis amados sacerdotes de mi diócesis, imiten a su Obispo, y prediquen sobre el Infierno con la autoridad que Jesús les ha dado. Prediquen cuanto menos una vez al año un sermón completo sobre el Infierno.” Si hacen esto, estarían realizando el mayor acto de caridad de su sacerdocio, de su episcopado. Como mencioné anteriormente, en mis treinta años de sacerdocio, nunca he escuchado a un Obispo predicar sobre el Infierno.

Cuando deseo encontrar un sermón sobre el Infierno, me veo obligado a leer a San Juan Crisóstomo, a los Padres de la Iglesia, a los Doctores de la Iglesia y a los santos predicadores. Queridos Obispos, por favor, prediquen sobre el Infierno como lo hizo Jesús, Nuestra Señora de Fátima, los Padres y los Doctores de la Iglesia y salvarán a muchas almas. Quien salva a un alma, salva a su propia alma. Predicar sobre el Infierno es un gran acto de caridad porque quienes los escuchan creerán por la autoridad que les confiere la Iglesia. Estas personas rectificarán su modo de vivir y harán una santa confesión de sus pecados.


EL VESTIDO DE GRACIA

La gente con frecuencia me pregunta: “¿Por qué, Padre, es que ya no se predica sobre el Escapulario Café? En el pasado recibíamos el Escapulario en nuestra Primera Comunión, pero ahora ya no hay más bendiciones e imposiciones del Escapulario Café. ¿El Escapulario café sigue siendo válido como en el pasado?” Sí, el Escapulario Café es válido en estos tiempos también, esta verdad no ha cambiado.

El sábado 13 de octubre de 1917, durante el Milagro del Sol en Fátima, la Virgen María apareció ante los tres videntes sosteniendo el Escapulario Café en una de sus manos. La hermana Sor Lucía dijo: “El Rosario y el Escapulario Café son inseparables.” ¿Por qué entonces los sacerdotes ya no predican sobre el Escapulario Café?. ¿Cómo podrían hacerlo si deliberadamente rehúsan predicar sobre el Infierno? Si nunca predican sobre el Infierno, la gente no creerá en el Infierno y por tal motivo, ¿cuál sería el objeto de recibir y llevar consigo el Escapulario Café?

Jesús dijo: “Si tienen fe, moverán montañas.” Si tienen fe, convertirán las almas con la gracia de Dios. Si predican sobre el Infierno con fe, la gente creerá en el Infierno. San Pablo dijo a sus discípulos: Prediquen con convicción.” Solo pronunciar o leer una homilía en una iglesia no es predicar. La predicación debe buscar mover las voluntades; la predicación debe motivar a los hombres a cambiar sus vidas para salvar sus almas del Infierno.


LA DESERCIÓN SACERDOTAL

Hay cuatro razones principales por las que 75 mil sacerdotes han abandonado el sacerdocio: 1) Porque se han negado a orar cada día. 2) Porque no evitaron las ocasiones de pecado y olvidaron que la prudencia es la ciencia de los santos. 3) Porque no tuvieron la humildad y el valor para hacer confesiones santas y completas. Jesús dijo: “Sin Mí, nada pueden realizar.” 4) Porque vivían en pecado mortal y continuaban celebrando. Si un sacerdote está en estado de pecado mortal y celebra la Santa Misa, es una Misa sacrílega para él. Cuando recibe la Comunión en este estado, realiza una Comunión sacrílega. Entonces, ¿cómo puede un sacerdote en estado de pecado mortal predicar bajo la inspiración y la fuerza del Espíritu Santo? ¿Cómo puede predicar si está endemoniado? Sacerdotes, vayan y hagan una santa confesión y se volverán en excelentes predicadores. El Espíritu Santo les hablará a ustedes y por medio de ustedes, y salvarán a miles de almas de ir al Infierno.

Un día, el Santo Cura de Ars recibió la visita de un joven sacerdote de una parroquia cercana. Este sacerdote tenía gran interés de conocer personalmente al Cura de Ars. Después del almuerzo, el Cura de Ars le dijo: “¿Serías tan amable de escuchar mi confesión?” El joven sacerdote por poco se cae de su silla ante la súplica del Cura de Ars de escuchar la confesión de este admirable sacerdote con fama de santidad. ¡Los Santos se confiesan! Y los que se confiesan se vuelven Santos.

Finalmente, Nuestra Señora de Fátima dijo: “Oren, oren muchos y hagan muchos sacrificios porque muchas almas se van al Infierno porque no hay quien ore ni se sacrifique por ellas.” Oremos continua y diariamente la oración que Ella nos enseñó: “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.”

R.P. Marcel Nault Tomado de Revista Familia Católica


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Fátima y la visión del Infierno

El viernes 13 de julio de 1917, Nuestra Señora se apareció en Fátima y les habló a los tres pequeños videntes. Nuestra Señora nunca sonrió. ¿Cómo podía sonreír, si en ese día les iba a dar a los niños la visión del Infierno?

Ella dijo: «Oren, oren mucho porque muchas almas se van al Infierno». Nuestra Señora extendió sus manos y de repente los niños vieron un agujero en el suelo. Ese agujero, decía Lucía, era como un mar de fuego en el que se veían almas con forma humana, hombres y mujeres, consumiéndose en el fuego, gritando y llorando desconsoladamente. Lucía decía que los demonios tenían un aspecto horrible como de animales desconocidos. Los niños estaban tan horrorizados que Lucía gritó. Ella estaba tan atemorizada que pensó que moriría. María dijo a los niños:

«Ustedes han visto el Infierno a donde los pecadores van cuando no se arrepienten».«Al decir estas palabras, abrió de nuevo las manos como en los dos meses anteriores. El reflejo (de luz que ellas irradiaban) parecía penetrar en la tierra y vimos un como mar de fuego y, sumergidos en ese fuego, a los demonios y las almas como si fueran brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban – en el incendio llevadas por las llamas que salían de ellas mismas juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados – semejante a la caída de pavesas en los grandes incendios – pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa”

 

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA DIJO A LOS PASTORCITOS

Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: “¡Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”.

Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos como los meses anteriores. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todo los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debía ser a la vista de eso que di un “ay” que dicen haber oído.)

Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:

Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre, etc. (Aquí comienza la tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decírselo.

Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: “Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.”

 

MEDITACIÓN SOBRE EL INFIERNO Y LA ETERNIDAD

Un día llegamos con nuestras ovejas al lugar escogido para pastar, Jacinta se sentó pensativa en una piedra.
– Jacinta ven a jugar
– Hoy no quiero jugar
– ¿Por qué no quieres jugar?
– Porque estoy pensando así: aquella Señora nos dijo que rezásemos el Rosario e hiciésemos sacrificios por la conversión de los pecadores. Ahora cuando recemos el Rosario tenemos que rezar las avemarías completas y el Padrenuestro entero. ¿Y que sacrificios podemos hacer?
Francisco pensó enseguida en un buen sacrificio:
– Vamos a darle nuestra comida a las ovejas y así haremos el sacrifico de no comer.
En poco tiempo, habíamos repartido nuestro fiambre entre el rebaño. Y así pasamos un día de ayuno más riguroso que el de los austeros cartujos. Jacinta seguía pensativa, sentada en su piedra y preguntó:
– Aquella Señora también dijo que iban muchas almas al infierno. ¿Pero que es el infierno?
– Es una cueva de bichos y una hoguera muy grande (así me lo explicaba mi madre) y allá van los que cometen pecados y no se confiesan y permanecen allí siempre ardiendo.
– Y ¿nunca más salen de allí?
– No
– ¿Ni después de muchos años?
– No, el infierno nunca se termina.
– Y ¿el Cielo tampoco acaba?
– Quien va al Cielo nunca mas sale de ahí
– Y ¿Y el que va al infierno tampoco?
– ¿No ves que son eternos, que nunca se acaban?

Hicimos por primera vez en aquella ocasión, la meditación del infierno y de la eternidad. Tanto impresionó a Jacinta la eternidad que a veces jugando preguntaba:
– Pero, oye ¿después de muchos, muchos años, el infierno no se acaba?
Y otras veces:
– ¿Y los que allí están, en el infierno ardiendo, nunca se mueren? ¿Y no se convierten en ceniza? ¿Y si la gente reza mucho por los pecadores, el Señor los libra de ir allí? ¿Y con los sacrificios también? ¡Pobrecitos! Tenemos que rezar y hacer muchos sacrificios por ellos.
Después añadía
– ¡Que buena es aquella señora. Ya nos prometió llevarnos al Cielo!

PALABRAS DE LUCÍA

El Secreto recibido el 13 de julio de 1917 en Fátima consta de tres cosas distintas, de las cuales voy a revelar dos. La tercera ha sido enviada al Papa y reposa en los archivos del Vaticano.La primera fue, pues, la vista del Infierno.

Nuestra Señora nos mostró un grande mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergido en el fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas que fluctuaban transparentes y negras y bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos lados, parecidas al caer de las pavesas, en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes negros.

Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo. De no haber sido así, creo que hubiésemos de muerto de susto y de pavor!
Inmediatamente, levantamos los ojos a Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:

Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo, la devoción a mi Inmaculado Corazón.

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La imagen del Buen Pastor en la Fe de la Iglesia

buon pastore

No es casual que entre las imágenes más representadas en las catacumbas romanas  encontremos la figura del Buen Pastor. ¿Por qué esta continua presencia?  Recordemos que es justamente en este ámbito  donde se encuentra el primer arte cristiano conocido[1]. Estos cementerios cristianos, la mayoría de ellos enterrados durante siglos y recuperados paulatinamente desde el siglo XVI en adelante, han conservado para nosotros un testimonio fiel de la fe cristiana en los primeros siglos de nuestra fe. Siento a la vez el gusto y diría la obligación de compartir este tesoro, nuevo para mí pero ciertamente presente desde siempre en la bimilenaria historia de la Iglesia. Siendo un tema un poco largo, lo desarrollaré en dos artículos.

En este primer artículo explicaré de forma sintética algunos elementos fundamentales que están presentes en la tradición de la Iglesia en relación con la figura del Buen Pastor a la luz de la Sagrada Escritura. Sólo con estos elementos podremos entender por qué esta figura tuvo tanta suerte entre las imágenes representadas por los cristianos de los primeros siglos.

Empecemos por una sencilla aproximación a las Sagradas Escrituras a la luz de los Padres de la Iglesia. El uso de imágenes tomadas de la vida cotidiana ha sido desde siempre un medio común para expresar la propia fe. Ya desde el Antiguo Testamento las imágenes pastoriles son un recurso usual. Recordemos que Abraham mismo fue un pastor. El pueblo de Israel, en su experiencia de fe, se percibe a sí mismo como un rebaño guiado por el Señor. «Él es nuestro Dios y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano» , afirma el salmista (95,7). Israel, además, sabe que sus propios líderes deben tener la misma actitud del Divino Pastor: «Él reprende, adoctrina y enseña, y hace volver, como un pastor, a su rebaño» ( Eclo 18,13).  Este fue el caso de Moisés y especialmente el de David: «Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel» (2Sam 7,8).

La figura del Pastor es, además, una imagen profética. Dios mismo, por medio de los profetas, anuncia que Israel tendrá jefes malos que serán como un pastor «que no hará caso de la oveja perdida, ni buscará la extraviada, ni curará a la herida» (Zac 11,16) . Sin embargo, los profetas no solo denuncian los pecados del pueblo y de sus líderes. Jeremías, anuncia que vendrá  Dios  mismo y reunirá a su rebaño, al pueblo de Israel, y hará surgir un hijo de David, que será rey justo y prudente, un auténtico Buen Pastor (Cf Jer 23,3-5).

No pretendo aquí profundizar en las innumerables citas del Antiguo Testamento que usan esta figura, sino sólo recordar cuán  elocuente era para Israel la imagen del pastor y del rebaño así como la relación entre cada oveja y su pastor. Es a la luz de la historia del pueblo de Israel, de la autorevelación de Dios y de sus promesas, que podremos entender con mayor hondura el sentido de la figura del pastor presente en el Nuevo Testamento.

Dios mismo es el Divino Pastor de su pueblo y ha prometido que enviará a un descendiente de David, modelo de gobernante y de pastor, y que será el Buen Pastor, el Mesías esperado. Por eso Jesús es presentado como el Pastor que viene hacia «las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 10,6).  En efecto, cuando Jesús dice «Yo soy el Buen Pastor» (Jn 10, 14), no sólo está usando una metáfora entre otras posibles para expresar las cualidades de una guía segura, de un líder confiable, que ama a sus discípulos al punto de dar su propia vida por ellos (Cf Jn 10,11)  y al cual vale la pena seguir. Es eso pero es más que eso. Está diciendo  “yo soy el Mesías esperado”, el Supremo Pastor que anunciaron los profetas.

Dicho esto, aún no hemos expuesto otros interesantes aspectos de la rica imagen del Buen Pastor. Recordemos que estamos describiendo una imagen presente y recurrente en las catacumbas, es decir, en cementerios cristianos de los primeros siglos. ¿Por qué se repite tanto? ¿Por qué en cementerios? Resulta que la imagen del Buen Pastor es una imagen sumamente ligada a la fe cristiana en la resurrección y en la vida eterna, elementos centrales de nuestra fe. Para ahondar en este aspecto tomaremos aquí una parábola fundamental del Nuevo Testamento que puede iluminar la comprensión de las palabras ya citadas de Jesús en el Evangelio de Juan.

La parábola de la oveja perdida la encontramos en dos citas paralelas: Mt 18, 12ss y Lc 15, 3ss. Al comparar ambas citas saltan a la vista dos diferencias interesantes: mientras que Lucas ubica la escena en el desierto, Mateo lo hace en un monte (un lugar alto). Y sólo Lucas afirma que el pastor, al encontrar la oveja perdida, la pone sobre sus hombros.  La «memoria creyente» ha fundido espontáneamente ambas narraciones, por lo cual encontramos a menudo representaciones y escritos que hacen referencia a la narración de Mateo (en un monte), pero con la imagen del Buen Pastor que carga la oveja. En los comentarios de los Padres de la Iglesia, en general la imagen de Mateo ha eclipsado a la de Lucas, probablemente por el valor simbólico atribuido a la montaña.  Ésta representa el mundo superior, de donde ha bajado el Hijo del hombre para vivir entre los hombres. Así, autores como San Ireneo o San Ambrosio, describen a Adán y la situación del hombre después del pecado original como la oveja perdida que Cristo viene a rescatar. Oveja que, como dice San Jerónimo, andaba errante en los lugares inferiores [2]. Vemos que el descenso del pastor representa en algunos Padres la encarnación del Hijo de Dios para la salvación de los hombres.

El “descenso” y el “ascenso”  son metáforas familiares al Evangelio de Juan que recuerdan la encarnación y la resurrección [3]. Orígenes explica la encarnación como un “extraordinario descenso”, a causa de un exceso de amor por los hombres, para reconducir a las ovejas pérdidas de la casa de Israel, que bajaron del monte [4]. Baja el buen pastor en el valle, nuestro valle de lágrimas, busca la oveja perdida, la encuentra y la pone sobre sus hombros [5]. Gregorio de Nisa dice que al cargar la oveja, el pastor se ha convertido en una con ella; la oveja cargada sobre la espalda del pastor, es decir la divinidad del Señor, se convierte en una sola con él porque la ha cargado sobre sí mismo.[6]

Este descenso del Buen Pastor es entendido por los Padres de la Iglesia no sólo como imagen de su encarnación, sino que el descenso se prolonga en su propia muerte, con la cual llega hasta lo más hondo del drama del pecado para rescatar a la oveja perdida.  En este sentido la Carta a los hebreos afirma que Dios «suscitó (levantó, hizo subir) de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de la ovejas» (Hb 13, 20).

Si bien la parábola de la oveja perdida no habla explícitamente del retorno del pastor al rebaño dejado en el monte, esta subida-regreso a lo alto viene afirmada por muchos autores eclesiásticos, para los cuales el Pastor que lleva a la oveja sobre la espalda representa ciertamente a Cristo que asciende al Padre luego de haber cumplido el misterio de la reconciliación del ser humano. San Ambrosio, por ejemplo, comentando las parábolas de la misericordia presentes en el Evangelio de Lucas comenta en un hermoso pasaje: «Alegrémonos pues, porque la oveja que se había perdido en Adán es elevada en Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la cruz; aquí he clavado mis pecados, aquí, en el abrazo de este patíbulo he descansado»[7].

«Todos errábamos como ovejas; por esto, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Y, del mismo modo que el pastor, cuando ve a sus ovejas dispersas, toma a una de ellas y la conduce donde quiere, arrastrando así a las demás en pos de ella, así también la Palabra de Dios, viendo al género humano descarriado, tomó la naturaleza de esclavo, uniéndose a ella, y, de esta manera, hizo que volviesen a él todos los hombres y condujo a los pastos divinos a los que andaban por lugares peligrosos, expuestos a la rapacidad de los lobos.  Por esto, nuestro Salvador asumió la naturaleza humana; por esto, Cristo, el Señor, aceptó la pasión salvadora, se entregó a la muerte y fue sepultado; para sacarnos de aquella antigua tiranía y darnos la promesa de la incorrupción, a nosotros, que estábamos sujetos a la corrupción. En efecto, al restaurar, por su resurrección, el templo destruido de su cuerpo, manifestó a los muertos y a los que esperaban su resurrección la veracidad y firmeza de sus promesas»[8].

Como vemos, en esta Parábola la tradición de la Iglesia, desde los primeros siglos, encontró una hermosa figura que “explica” el entero misterio Pascual de la encarnación, muerte y resurrección del Señor, por la que venció al pecado y reconcilió al hombre con Dios, abriéndole de nuevo las puertas del cielo, de la comunión eterna con Él.

He aquí el sentido de encontrarnos tantas veces esta querida imagen del Buen Pastor en los cementerios cristianos. Qué lugar más adapto para expresar, a través de una simple representación, riquísima de elementos, la fe del cristiano en la resurrección y en el comunión eterna con Dios amor, quien es más fuerte que la muerte.

Quisiera resaltar un último elemento. El Buen Pastor lo encontramos representado no sólo en las catacumbas, lugar donde se recuerda la muerte de los seres queridos y se expresa con una particular fuerza la esperanza del creyente de que la vida no acaba en este mundo. Imágenes pastoriles se encuentran también en diversos baptisterios paleocristianos , lugar donde “empieza” la vida en Cristo [9]. En efecto, «la «inmersión» en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como «nueva criatura» (2 Co 5,17; Ga 6,15)» [10]. Es claro el paralelo entre este sentido de la acción bautismal y la imagen del Buen Pastor que baja a buscar la oveja perdida, la toma sobre sus hombros y sube nuevamente a lo alto del monte. Por el bautismo, participamos de los frutos de la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo, y nacemos así a una vida nueva.

Como hemos podido ver, esta imagen del Buen Pastor ofrece una síntesis de la presencia del Señor, quien acompaña toda la vida del creyente en este mundo, desde el comienzo hasta su fin, como camino hacia el encuentro definitivo con Dios, como reza confiadamente san Agustín en sus Confesiones: «erré como oveja perdida, mas espero ser transportado a ti en los hombros de mi pastor»[11].

Referencias

[1] Los expertos suelen atribuir las partes más antiguas de las catacumbas de San Calixto a la segunda mitad del siglo II
[2] Cf Contra Juan de Jerusalén, 34.
[3] Cf Jn 6,38; 6,51;13,3; 11,55; 20,17.
[4] Cf Contra Celso 4,17.
[5] Cf homilía sobre los números, 19,4.5.
[6] Cf Contra Apollinar 16.
[7] Sobre el Evangelio de Lucas 7, 208-209. «Gaudeamus igitur quoniam ovis illa, quae perierat in Adam, levatur in Christo»
[8] Teodoreto de Ciro, Tratado sobre la encarnación, 28.
[9] Baste citar el ejemplo de la representación del Buen Pastor en el baptisterio de la domus ecclesiae  en Dura Europos (actual Siria). Este baptisterio es el más antiguo que se conoce (de la mitad del siglo III).
[10] Catecismo de la Iglesia Católica, 1214.
[11] Confesiones 12,15,21.

Fuentes: Centro de Estudios Católicos 

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El Negro Manuel, custodia de la Virgen de Luján

Dijo el Negrito Manuel  “Mi Ama, la Santísima Virgen”

La Sabiduría Divina se valió de la sencillez
de un pobre indio llamado Diego,
para promover los cultos
que se dan a su Divina Madre en Guadalupe.

Así también quiso valerse
de este esclavo humilde llamado Manuel,
para propagar las maravillas
de nuestra Madre de Luján.

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MANUEL, FIEL ESCLAVO DE LA VIRGEN DE LUJÁN

El negro Manuel nació en 1604, en Cabo Verde –hoy ciudad llamada Dakar-, en la Costa de los Ríos, zona tórrida y occidental de África. En ese tiempo era colonia portuguesa.

A los 25 años, cuando Manuel gozaba de su plena libertad, un reclutamiento de negros llevado a cabo por mercaderes sin conciencia y al margen de toda ley fue apresado, y conducido a las galeras surtas en el muelle del puerto de Cabo Verde, para ser vendido como esclavo en el Brasil. Llegó hasta el puerto de Pernambuco, después de una travesía de 30 días. Al atracar la nave los negros fueron llevados a la plaza pública, y allí puestos a la venta. Un capitán llamado Andrea Juan lo compró para su servicio. Eran los últimos meses del año 1629.
Dotado de una clara inteligencia y de un corazón humilde aprendió muy pronto las verdades de la Fe y fue bautizado quizás en los días de Navidad y Año Nuevo, y a los pocos días recibió la comunión. Y como era de corazón ingenuo y de alma pura e inocente todas las cosas de religión le daban una gran impresión

El negro Manuel deja Brasil en enero 1630, rumbo al Puerto de Santa María de los Buenos Aires, junto con el capitán Andrea Juan. Andrea Juan, llevaba dos imágenes de la Virgen María a su amigo Antonio Farías de Sáa, a fin de darle culto en la Capilla que estaba construyendo en su estancia de Sumampa –en este tiempo se llamaba toda la región Córdoba del Tucumán-. Llegados a Buenos Aires, Andrea Juan tuvo algunos inconvenientes por ser contrabandista, como era común en esta época. Entonces su amigo Bernabé González Filiano, sale ante las Autoridades por fiador suyo, solventando la deuda. El marino portugués en agradecimiento le entrega su esclavo, el negro Manuel, y Filiano manda enseguida a Manuel a su estancia de Luján, para mayor seguridad y evitarse complicaciones.


PALABRAS DE MANUEL

No existe ningún documento por escrito de los favores que concediera la Virgen al negro Manuel, ni tampoco una historia del mismo Manuel sobre su Madre del Cielo. Muy poco es lo que conocemos de Manuel, sin embargo los historiadores nos traen las pocas palabras que pronunciara en los momentos más importantes de la historia de Luján.


EN EL MILAGRO DE LAS CARRETAS

Cuando las carretas no quisieron avanzar. Los bueyes por más que tiraban no podían moverla un paso. Admirados de la novedad preguntaron los pobladores al conductor qué cargaba, a lo que respondió que era la misma carga de los días precedentes y pasando a individualizarlas añadió: “Vienen aquí también dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para la Capilla nueva de Sumampa”.

Discurriendo en tan extraña novedad, se supone que el negro Manuel, movido por la gracia de Dios dijo:
“Señor, saque del carretón uno de los cajones, y observemos si camina”.
Así se hizo, pero en vano.
– “Cambien los cajones, veamos si hay en esto algún misterio”, replicó Manuel.

Aquí fue cuando llegó la admiración ya que los bueyes movieron sin dificultad el carretón. Insinuó el negro Manuel:
“Esto indica que la imagen de la Virgen encerrada en este cajón debe quedarse aquí.”

Abrieron el cajón y encontraron una bella imagen de la Virgen en su advocación de la Purísima Concepción. Desde entonces, en lo más intimo del alma del negrito Manuel, se formó una unión firme e indeleble entre su corazón y la Virgen.

Dios dispuso entonces consagrar al negro Manuel al culto de la milagrosa imagen dejándolo en casa de Rosendo Oramas, ya que en él se manifestaban señales evidentes de su filial amor, respeto y veneración. Quedó allí para servirla con prolijidad y esmero. Todo su cuidado era en el aseo y decencia de su altarcito. Se aplicaba con tanta solicitud que nunca tenía a su Imagen sin luz ardiente. La sirvió hasta 1671, o sea, 40 años sirviendo con suma paz y alegría a su única Patrona. A Ella había sido donado como esclavo, y él entendía perfectamente lo que importaba una tal donación, y se reconocía por el verdadero y exclusivo esclavo de la Virgen.


EN LA ERMITA DE ANA DE MATOS

A fines de 1671, el negro Manuel pasa de la Capilla de la estancia de Rosendo a la casa de Doña Ana de Matos, para seguir cuidando dicha imagen. La Virgen no se quería ir de su antigua Capilla de Rosendo sin su esclavo, ya que volvió dos veces sola, por la noche, de la casa de Ana de Matos. Extraña que con la imagen de la Virgen, Doña Ana de Matos no comprase también a su esclavo. El maestro Oramas y los de su familia alegaban que el negro esclavo era de ellos como herederos que eran del entonces difunto Bernabé Filiano. El negro se defendía diciendo: “Yo soy de la Virgen no más; el conductor de las Santas imágenes, Andrea Juan me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima.”

Su inocente simplicidad era tal que algunas veces trataba a la Virgen con mucha familiaridad. Fue el caso que, habiéndose hecho ya el pequeño oratorio contiguo a la casa de Ana de Matos, y estando ya colocada en su nicho la Imagen, reparó el negro Manuel que algunas noches faltaba del nicho, y por la mañana la encontraba ya en él, pero llena de rocío muchas veces y otras con el manto llenos de abrojos y cadillos, y por las fimbrias polvo y algo de barro, y en estas ocasiones le decía: “Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualesquiera necesidad siendo tan poderosa? ¿Y, cómo Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando véis que os tratan mal?”


CON EL PADRE MONTALBO

Uno de los más famosos milagros obrados por la Virgen a través del negro Manuel y seguramente el más celebrado fue la curación del p. Pedro Montalbo. Sucedió que en el año 1684 el padre licenciado don Pedro Montalbo, enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos que en poco tiempo lo redujeron a tísico confirmado. Y viéndose así afligido se fue en un carretón a hacer una novena a la Virgen de Luján en los días de su fiesta patronal, y cuando estaba como a una legua de la capilla, tuvo un accidente que lo dejó medio muerto, y así llegó a las puertas de la capilla. Desuncidos los bueyes salió el negro Manuel y ungiéndole el pecho con el aceite de la lámpara de la Virgen el p. Montalbo volvió en sí. Empezando a consolarlo, tiernamente le decía el negrito Manuel:  “La Virgen Santísima le quiere para su Capellán”.

El p. Montalbo prometió que si le daba la Virgen la salud, iba a serlo toda su vida. Fue el primer Capellán de María de Luján.
Con el proyecto de levantar un templo capaz y más digno de la veneración que merecía la Virgen, el negro Manuel, al paso que acumulaba las ofrendas que traían los devotos peregrinos, andaba por las estancias y aun por los pagos distantes, pidiendo limosnas para la fábrica del Santuario. En su muerte se le hallaron en depósito $14.000 de las limosnas, que los devotos le habrían ofrecido.

La virtud había transformado totalmente al negro Manuel. Su devoción era comunicativa y su piedad sumamente edificante. Caminaba constantemente en la presencia de Dios, y no se pasaba hora en el día que no trajera, seguramente una o varias veces, a su memoria el recuerdo de la Virgen.

Cuando llegaba la hora de entregarse al reposo, el negro Manuel, respetado de todos como un patriarca, reunía en la ermita a todos los peregrinos y rezaba junto con ellos el rosario. Luego en un lenguaje todo perfumado de unción y campestre simplicidad daba a entender a los peregrinos que venían atraídos de los favores que obraba la Virgen, a que pusiesen toda su confianza en la Virgen, porque teniéndola por intercesora con su Divino Hijo, seguros alcanzarían los beneficios que necesitaran. Y cuando todos se retiraban de la ermita, el negro Manuel prolongaba hasta altas horas de la noche, sus oraciones.

El tiempo que le sobraba lo empleaba en trabajar para mantenerse, según era costumbre en gentes de su condición, haciendo riendas, botas, cinchas, caronas, rebenques y lazos. Era el amigo y consejero de esa dilatada comarca. Y los enfermos se encomendaban a sus oraciones.


EN SUS PREOCUPACIONES

Doña Ana de Matos, cuando llevó la Santa Imagen a su casa, no compró ni trató de la venta del esclavo, porque el esclavo ya estaba dado en dote a una nieta de Filiano. Como el negro nunca tuvo escritura legal, y su entrega a la Virgen fue una prestación amistosa, muy bien a su debido tiempo se creyó oportuno darlo en dote de casamiento a esta nieta de Filiano. El negro Manuel, por su propia cuenta, siguió a la Santa Imagen, considerándose esclavo propio de la Virgen, y no de los herederos de Rosendo. Las palabras de Maqueda dan a entender que el negro pensó esta resolución, y que no fue precipitada, y que siguió a la Santa Imagen, convencido de cumplir una misión que en lejano día se le encargara. Es probable que las traslocaciones de la Imagen lo confirmaran más en su propósito. La posición del negro Manuel no agradó de inmediato a los herederos de Rosendo, quienes lo reclamaron.

Así se pasa el año 1672 y parte de 1673, en idas y venidas. Intervino un litigio algo prolongado. El maestro Oramas era el administrador de los bienes de la familia Rosendo. Doña Ana de Matos puso fin al pleito, dando una suma de $100, saldando las deudas del litigio, y comprando el pueblo al negro Manuel en la suma de $250.

En todos estos momentos, sobre todo en el litigio, el negro Manuel no hacía más que decir: “Yo soy de la Virgen no más; el conductor de las Santas imágenes, Andrea Juan me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima.”


EN SU MUERTE

Por fin, el negrito Manuel, vestido de un costal a raíz de las carnes, y con barba larga a manera de ermitaño, continuó al servicio de la gran Señora hasta la ancianidad decrépita. Hallándose en la última enfermedad dijo un día a los presentes: “Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria”.

En efecto, así sucedió. Su muerte sucedió en el día que había dicho, y se puede creer que se verificó por entero su vaticinio, siendo llevada su alma bendita al cielo para poder gozar allí de la Virgen María, cuya venerable imagen tanto había amado y cuidado en la tierra. Murió en olor de santidad, por cuyo motivo es tradición que su cuerpo fue sepultado detrás del altar Mayor del Santuario del Capellán Montalbo, descansando a los pies de su Ama.


DESPUÉS DE SU MUERTE

La fama de santidad y de gran siervo de Dios que el negro Manuel dejó en su muerte no menguó con el tiempo. En efecto, cuando Don Juan de Lezica y Torrezuri se había encargado de la construcción del nuevo templo de Luján, y aproximadamente en el año 1757, tuvo problemas por la falta de arena gruesa de tal modo que la obra se veía retrasada. En este conflicto un negro, que sin duda fue Manuel, le aseguró que a pocos pasos de allí había arena gruesa en una vizcachera, o algo parecido. No se engañó, y la halló Juan de Lezica en el lugar señalado, que jamás nadie había sabido que hubiese tal lugar. El hallazgo se tuvo por milagroso. Todos sabían que el negro Manuel no podía estar ajeno a la obra del nuevo Templo.

La figura apacible de este negrito interesa mucho. Esto vuelve a demostrar que Dios no se contenta con mirar la corteza, lo superficial, sino que su mirada penetrante escudriña lo más íntimo del corazón, y cuando el corazón que Él investiga es puro, todo su ser resplandece a sus ojos; y sólo aquel que fuere puro y blanco de alma, será entre sus manos, digno y eficaz instrumento de obras grandes, útiles y duraderas. Donde está la humildad y la rectitud de intención, allí también está la sabiduría, la santidad. Testigo de esta verdad es el negrito Manuel, cuya obra de predilección subsiste siempre atractiva y joven en la historia de Luján.


PIDAMOS SIEMPRE POR SU PRONTA BEATIFICACIÓN

Aprendamos del negro Manuel la materna esclavitud de amor por la que se hace ofrenda de toda nuestra persona y de todos nuestros bienes a María, y por Ella a Jesucristo, aprendiendo a marianizar toda nuestra vida haciendo todo por María, con María, en María y para María, para ser y hacer todo por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.

Fuente: Arzobispado de Buenos Aires –  Vicaria de Jóvenes

 

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El Padre Jorge María Salvaire de la Virgen de Luján

En 1875 el P. Jorge María Salvaire, sacerdote lazarista de origen francés, predicaba el Evangelio a las tribus del desierto cuando, reducido a prisión por los indios, fue condenado a morir. Su invocación a la Virgen de Luján le salvó milagrosamente la vida y en prueba de su agradecimiento hoy se yergue la gran Basílica en plena llanura pampeana.

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El P. Jorge María Salvaire nació el 6 de enero de 1847 en Castres, sur de Francia, en el seno de una acomodada y distinguida familia.

Ingresó en la Congregación de la Misión y se ordenó sacerdote en París en 1871. Poco después, sus superiores lo enviaron a la lejana tierra argentina.

Aquel había sido un año difícil para nuestro país, especialmente para su capital, azotada por la epidemia de fiebre amarilla, razón por la cual, una vez superada, se organizó el 3 de diciembre, la primera peregrinación general al santuario de Luján, en señal de agradecimiento, peregrinación a la que el joven sacerdote se incorporó, entusiasmado por conocer uno de los lugares marianos más importantes de América.


EN LA VILLA DE LUJÁN

Al año siguiente, el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Federico Aneiros, entregó a los Padres Lazaristas (congregación misionera a la que pertenecía nuestro personaje), la custodia del santuario y parroquia de Luján y hacia allí partió Salvaire, como vicario del P. Eusebio Fréret, su párroco.

En 1873 el joven sacerdote fue enviado a predicar el Evangelio a los indios salvajes, internándose en la pampa, en dirección a los toldos de Namuncurá, donde ya había aborígenes que tenían devoción por la Virgen gaucha.


UN MILAGRO ENTRE LOS SALVAJES

Bien recibido al principio, recorrió las principales tolderías del país de las Salinas Grandes, entre ellas Guaminí, Cochicó, Puán, Trenque Lauquen y el baluarte de Caruhé.

Pero ocurrió que entre aquellos salvajes estalló la peste de viruela y convencidos los indios de que era el P. Salvaire quien había traído el virus, lo condenaron a morir lanceado a fines de 1875. Fue así que maniatado y maltratado recurrió al Señor y a la Virgen prometiendo, después de mucho orar: “Publicaré tus milagros… engrandeceré tu iglesia”.

Cuando creía estar a punto de ser ejecutado, apareció Bernardo, el hermano del cacique Namuncurá, y echó su poncho sobre el Padre, en señal de protección. Ese indio había reconocido a Salvaire y le concedió la libertad. Sus plegarias habían sido escuchadas.


CUMPLIENDO LA GRAN PROMESA

En enero de 1876 el padre Jorge regresó a Luján, pero cinco años después, cumpliendo su promesa de propagar el culto a Nuestra Señora, volvió al desierto, recorriendo sus toldos y convirtiendo a infieles.

Nuevamente en Luján, en 1885 publicó la obra titulada “Historia de Nuestra Señora de Luján”. Y fue tal su repercusión, que al poco tiempo se agotó.

En 1886 viajó a Roma para solicitar al Papa León XIII la coronación pontificia de la imagen. Llevaba consigo oro y joyas con las que hizo confeccionar la corona en París y munido de ella, se presentó al Santo Padre que en persona la bendijo con profundo amor. Con ella regresó a Buenos Aires y el 8 de mayo de 1887, el arzobispo Aneiros, en nombre de Su Santidad, llevó a cabo la coronación, en una emotiva ceremonia que reunió a más de 40.000 fieles.


EL NUEVO TEMPLO DE LUJÁN

El 15 de ese mismo mes, el padre Salvaire dio inicio a lo que había sido su segunda promesa, colocando la piedra fundamental del gran templo, también bendecida por Mons. Aneiros.

A partir de 1889, ya designado párroco de Nuestra Señora de Luján, dio un impulso inusitado a las obras, pese a las oposiciones que debió enfrentar como si se tratara de una locura. Contó para ello con la protección del Arzobispo: Hijo mío, sigue adelante. Toda responsabilidad cae sobre mí.

Para entonces, el padre Salvaire había mandado recubrir la sagrada imagen de Nuestra Señora con una coraza de plata, permitiendo que antes se le sacaran moldes para su reproducción, y en 1887 la colocó sobre una base de bronce a la que adosó una rayera gótica con la inscripción: “Es la Virgen de Luján la primera Fundadora de esta Villa”.

El 6 de mayo de 1890, fueron bendecidos los cimientos de la iglesia que, edificada en estilo gótico, tuvo un ancho de crucero de 68,50 m., por 104 metros de longitud; un ancho de frente de 42 m. y una altura en las dos torres mayores de 106 m.


EL LEGADO DEL P. SALVAIRE

El P. Salvaire murió en Luján el 4 de febrero de 1899 a los 51 años de edad. Sus restos fueron depositados en el crucero derecho de la gran Basílica, a los pies de la imagen de la Medalla Milagrosa, donde yacen hasta el día de hoy.

Continuó las obras el P. Brignardello, seguidas luego por el P. Dávani. El día de la Inmaculada del año 1910 —en el marco de las celebraciones del Centenario— fue inaugurado el gran templo, prenda de victoria para los católicos, ligados por la restauración del reino de Cristo, condigna respuesta al laicismo liberal y antirreligioso que intentaba destruir la Argentina católica.

El 6 de octubre de 1930 el Obispo Auxiliar de La Plata, Mons. Juan P. Chimento, en representación del Obispo Diocesano Mons. Francisco Alberti, consagró el gran templo y el 8 de diciembre del mismo año, el Papa Pío XII, le otorgó oficialmente el título de Basílica.

El legado del Padre Salvaire fue inconmensurable y sus palabras finales: “Creo en Dios, amo a mi Dios y espero en ti, Madre mía de Luján”, son evidente prueba de que su fortaleza espiritual e impulso creador provinieron siempre del Señor y de su Santa Madre.

Fuente: cruzadadelrosario.org.ar

 

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Cruz de Caravaca, España ( 3 de mayo)

La Cruz de Caravaca es un fragmento de la verdadera cruz a la que Jesús Nuestro Señor fue crucificado.  Se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal, (de 7 y 10 cms) y de 17 cms. de alto.  Tiene forma y tamaño de un pectoral grande.

Según la tradición perteneció al patriarca Roberto de Jerusalén, primer obispo de la ciudad santa una vez conquistada a los musulmanes por la primera cruzada (1099). Ciento treinta años más tarde (1229), en la sexta cruzada, durante la estancia en Jerusalén del emperador Federico II, un obispo, sucesor de Roberto en el patriarcado, tenía posesión de la reliquia. Dos años después la cruz estaba milagrosamente en Caravaca.

TRADICIÓN DE LA APARICION: 3 DE MAYO, 1232

La Santa Cruz apareció en el Castillo-Alcázar de Caravaca el 3 de mayo de 1232. En aquel tiempo, reinaba Fernando III el Santo en Castilla y León, y de Jaime I en Aragón. El reino taifa de Murcia estaba regido por el famoso Ibn-Hud, que se reveló contra los almohades y dominó gran parte de Al-Andalus. Es, pues, en pleno territorio y dominación musulmana, cuando se narra el hecho. 

Entre los cristianos prisioneros de los musulmanes estaba el sacerdote Ginés Pérez Chirinos que, venido de Cuenca, predicaba el evangelio a la morisma. El sayid interrogó a los cautivos sobre sus respectivos oficios. El sacerdote contestó que el suyo era celebrar la misa, suscitando la curiosidad del musulmán, el cual dispuso lo necesario para presenciar dicho acto litúrgico en el salón principal del Alcázar. Al poco el sacerdote se detuvo y dijo que no podía continuar por faltar en el altar el crucifijo. Y fue al momento cuando, por la ventana del salón, dos ángeles transportaron un ¨lignum crucis¨ que depositaron en el altar, y así se pudo continuar la Santa Misa. Ante la maravillosa aparición, El sayid y toda la corte se bautizaron. Después se comprobó que la cruz era del patriarca de Jerusalén.

LA CRUZ DE CARAVACA A LO LARGO DE LA HISTORIA

Once años después de la aparición de la Santa Cruz, el reino murciano pasó al vasallaje del rey castellano (1243-1244).

Alhamar-al-Nasrí del reino de Granada aprovechó la muerte del taifa Ben Hud de Murcia para amenazar al nuevo taifa murciano. Este recurrió al vasallaje de Fernando II, rey de Castilla y León. Así, en 1243, el infante Alfonso (futuro Alfonso X) vino a Murcia y tomó posesión del territorio. De este modo Caravaca pasó a ser un fuerte bastión cristiano en la línea del territorio interior. Caravaca se constituye en cabecera militar y religiosa de la Comarca y de las tierras fronterizas. La Cruz contribuye de una manera decisiva a dar identidad a estos territorios y se erige en un centro de irradiación de luz espiritual. De este modo la Vera Cruz marca este espacio fronterizo.

La aparición de la Cruz en Caravaca ocurre en la época de la instauración de la nueva frontera de Castilla-León frente a la Granada musulmana, con la incorporación del reino taifa de Murcia a la soberanía cristiana. La aparición de la cruz en Caravaca inspiró al nacimiento de las órdenes militares para luchar por la reconquista.

Los cristianos que llegaban a esta tierra se sentían como ¨tocados y cobijados¨ por una fuerza sagrada. De ahí que muchos liberados del cautiverio acudieran a depositar sus cadenas, como exvotos, a la pequeña capilla interior de la fortaleza, en donde custodiaba la Cruz la Orden militar encargada del Castillo.

La orden militar de los Templarios fue la primera que custodió y defendió el castillo y la Cruz, después de unos años de posesión directa por las tropas castellanas. Hay dos teorías sobre la fecha de su venida. La primera afirma que fue en 1244, al someterse todo el territorio murciano al vasallaje cristiano. La segunda afirma que fue en 1265-1266, al acabar la sublevación mudéjar del territorio murciano ya castellano. El Temple venía con las huestes de Jaime I de Aragón que ayudó a su yerno Alfonso el Sabio a someter la rebeldía. El rey Aragonés, educado por la Orden y amigo de ella, le otorgó casa y huerto en Murcia. Después, el rey Alfonso le donó el territorio caravaqueño. El Temple estuvo en Caravaca alrededor de 46 años. Desaparecido el Temple, la baylía de Caravaca fue dada por Alfonso XI a los santiaguistas (1344), que ocupaban ya la frontera oriental y parte de la central frente a Granada. La Orden permaneció aquí hasta la abolición de todas las Órdenes en 1868.

Ya desde época muy temprana hay un reconocimiento oficial por parte de la Iglesia hacia la Cruz de Caravaca. El Padre Cuenca, en su historia sobre la Santísima Cruz (escrita en 1722), afirma que apenas ha habido algún Pontífice que no haya concedido alguna gracia o indulgencia a la Cruz. Podemos citar, entre otros, la bula del Papa Clemente VII (1392). Así mismo podemos enumerar el decreto de Clemente VIII (1597), el de Paulo V (1606), las bulas de los Papas Alejandro VIII (1690) y Clemente XI (1705). En 1736 se concede a la Cruz el culto de latría. Léon XIII, en el 4 de diciembre de 1893, ratifica los mismos privilegios de los siglos XV y XVII.

El nombre oficial con el que se denomina a la Reliquia en los documentos es el de ¨Vera Cruz¨, nombre bien significativo, relacionado con el Temple, pues en donde hubo templarios aparece frecuentemente el título de Vera Cruz. Desde la Edad Media se la conoce con este nombre específico: la Vera Cruz de Caravaca, es decir, la verdadera cruz.  El título, juntamente con el de Santa, solamente se aplicaba al leño de Jerusalén, encontrado en el siglo IV por Santa Elena.

Tras la unificación de España y el descubrimiento de nuevas tierras, la Santa Cruz de Caravaca, continuó siendo signo de la fe que inspiró el avance del Evangelio. A Caravaca vinieron numerosas Órdenes religiosas: san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús fundaron respectivos conventos, existentes actualmente. También se instalaron aquí los Jerónimos, franciscanos y jesuitas.  Muchos misioneros eran residentes de Caravaca o pasaron por aquí en camino a las misiones en diversas partes del mundo, con lo que la devoción a la Cruz creció rápidamente, abarcando los confines de un Imperio donde no se ponía el sol.

Desde California a la tierra de Fuego es conocida la Cruz de Caravaca. Su conocimiento llega hasta Filipinas, porque en 1668 misioneros españoles llevaron reproducciones a petición de los cristianos existentes allí. En Europa fueron los jesuitas sobre todo los que extendieron su conocimiento: no olvidemos que en Caravaca fundaron un colegio con noviciado. En Polonia existe una reproducción de la Cruz en el museo de la Universidad de Cracovia y otra en la catedral de Gniezno. Hacia 1600 comienza su extensión por Alemania: existe un trabajo fotográfico donde se recogen las distintas imágenes de la Cruz en distintas iglesias de la región de Hohenzollern. En Francia existe también algún libro sobre la Cruz, editado en Lyon (en 1653) y varias reproducciones en la región de Limoges. En los Países Bajos (Bruselas) también es conocida. Desde Roma piden cruces en 1606. También es conocida en Inglaterra, en donde hay muchas reproducciones y escritos sobre la misma.

LA CRUZ DE CARAVACA EN LA EPOCA CONTEMPORÁNEA

Debido a la invasión napoleónica, la Cruz fue trasladada desde el castillo a la parroquia del Salvador y allí fue ocultada en una caja enterrada para evitar la rapiña de los franceses. Aquí estuvo desde 1809 hasta quizás 1818, ya que el Castillo fue fortificado para uso militar y la iglesia ocupada en estos menesteres. En el Salvador se celebraría cada año el «Baño del Vino» con la Reliquia. Se evitó el robo de la Cruz durante la estancia de las tropas francesas en Caravaca, pero no el de la custodia, regalo del marqués de los Vélez, la cual fue recuperada después. Durante todo el siglo XIX y principios del XX se estructuran definitivamente todos los rituales de la Cruz y las formas de las celebraciones de mayo en su honor, que es el armazón de las fiestas conmemorativas actuales.

El hecho más lamentable de toda la historia de la Cruz y de Caravaca fue el acaecido en la noche-madrugada del día doce al trece de febrero de 1934. Fue un robo sacrílego de carácter político-religioso que dejó consternada a la ciudad durante algunos años. Era el miércoles de ceniza cuando, por la mañana, se descubrió el sagrario abierto y vacío sin la Reliquia, habiendo dejado los ladrones la caja-estuche del siglo XIV en donde se guardaba la Cruz. A las 9 del día trece corrió la noticia y la tensión suscitada fue enorme. Las diligencias y pesquisas judiciales y policiales no dieron resultado positivo.

Después de la guerra del 1936-39, las dependencias del Castillo fueron usadas como cárcel de presos políticos hasta el 1941, quedando posteriormente todo el recinto en estado de abandono, cerrado y sin culto religioso. Se suscitó un deseo grande de conseguir una nueva reliquia. Las gestiones dieron como resultado que el papa Pío XII concediese a Caravaca dos pequeñas astillas del “lignum crucis” que Santa Elena, madre del emperador Constantino, trajo de Jerusalén a Roma en la primera mitad del siglo IV.

En los días siguientes se improvisaron las fiestas (interrumpidas durante 7 años, con la reanudación del Baño del Agua en el Templete-Bañadero de las afueras de la ciudad. La Reliquia permaneció durante tres años en la Parroquia del Salvador, ya que el Santuario permanecía en estado de deterioro. Fue en el cinco de mayo del 1945, cuando la Cruz se subió a su templo del Castillo, custodiada ya por la Orden de frailes claretianos.

Año Jubilar Permanente «in perpetuum» (Ciudad Santa), privilegio que sólo poseen cinco ciudades en el mundo: Jerusalén, Roma, Santo Toribio de Liébana, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz. El primer año santo se ha celebrado en el año 2.003 y su periodicidad es de siete años.

LA TRADICIÓN DE REGALAR CRUCES DE CARAVACA

El regalo de la imagen de la Cruz de Caravaca, es una costumbre generalizada en Caravaca para diferentes ocasiones pero sobre todo en el momento de declaración sentimental. Se tiene constancia por una carta de Santa Teresa de Avila a la madre María de S. José, que la santa recibió una Cruz de Caravaca en 1576 como regalo de sus monjas de aquí  (Cruz que actualmente se encuentra en el convento de Carmelitas Descalzas de Bruselas, Bélgica).

En ciertos lugares de Latino América esta santa Cruz ha sido tomada, como otros muchos signos cristianos, por la brujería y el esoterismo.

CASTILLO E IGLESIA

El Castillo-Santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca se encuentra a 75 km de la ciudad de Murcia.

Los orígenes del castillo son islámicos (siglos X y XI) y desde entonces ha sufrido numerosas modificaciones en función de las necesidades del momento. Sus murallas son del siglo XIII, aunque actualmente se hallan completamente reconstruidas.

La iglesia es de planta de cruz latina, de tres naves longitudinales y con tribuna corrida sobre las naves laterales y cúpula en el crucero. Estas naves abocan al centro con arcos abocinados, sobre el que se apoya el coro.

La Capilla Mayor tiene dos cuerpos: el presbiterio propiamente dicho y la Capilla de la Aparición, donde se encuentra la ventana por la que, según la tradición, los ángeles entraron la Santísima Cruz. En los brazos del crucero hay dos retablos barrocos, uno de la Virgen de la Encarnación y otro de San Lázaro. A ambos lados del presbiterio se disponen dos salas, la de al lado de la Epistolar, la sacristía vieja, en la actualidad Capilla de la Vera Cruz, y en el lado del Evangelio, cumple las funciones de sacristía.

En el Santuario cabe destacar la magnífica fachada realizada en estilo barroco en el siglo XVIII (año 1722) hecha con mármoles rojos de la zona, y construida con posterioridad a la iglesia. Consta de dos cuerpos, separados los dos primeros por un entablamento cuya cornisa queda quebrada para albergar un escudo real. Es una portada con elementos de una imaginación desbordante, una exhalación de la Santa Cruz.

Realza la fachada la policromía conseguida por el material empleado, mezclando jaspes de tonos rojos y grises. Adosado a la parte norte del Santuario, se halla un claustro de dos plantas, que forma parte de la denominada Casa del Capellán recientemente rehabilitada y que hoy día alberga el Museo de Arte Sacro. Este claustro está construido sobre el mismo lugar donde se encontraba el patio de armas del castillo.

En el interior de la iglesia, que guarda una estrecha relación con el estilo herreriano, se hallan un órgano y los retablos antes citados, todos de estilo barroco.

En el santuario podemos destacar la Capilla de la Cruz, la Capilla de la Aparición, la Capilla de los Conjuros, el Mirador de la Reina, La Torre Chacona o del homenaje y el aljibe musulmán.

En el Museo de la Vera Cruz, ubicado en el recinto del alcázar-santuario, podemos encontrar colecciones de ornamentos relacionados con la cruz. Dentro de la pinacoteca destacan: «La curación de Tobías», óleo sobre lienzo del pintor caravaqueño Rafael Tegeo, uno de los mejores retratistas del siglo XIX español, de estilo neoclásico; «San Francisco en la zarza», óleo sobre lienzo del siglo XVII de la escuela de Ribera. Además destacan seis óleos sobre tabla del siglo XVI, originales de Hernando de LLanos, pintor que fuera discípulo de Leonardo da Vinci, en los que narra el milagro de la aparición.

En ornamentos destaca la casulla de Chirinos, un tiraz musulmán adaptado a la forma de ornamento litúrgico que se cree portaba el sacerdote Chirinos en el momento de la milagrosa aparición de la Cruz.

En orfebrería encontramos la Custodia-Ostensorio de la Cruz (de principios del siglo XVI), regalo del primer marqués de los Vélez, Pedro Fajardo. El Portacruz de los Baños, regalo de Luis Fajardo, segundo marqués de los Vélez, es otra pieza importante. Digna de mención, en la capilla de la Cruz, se encuentra la caja-estuche de plata sobredorada donada hacia 1390-1395 por el maestre de la Orden de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa.

Fuente: Madre Encarna Martínez Romera en corazones.org y jdiezarnal.com

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El milagro de la cinta escarlata

Roy Schoeman relata en su libro “La salvación viene de los Judíos” un pequeño milagro. Roy es judío de nacimiento, sus padres huyeron de la persecución nazi para establecerse en Nueva York, creció con una educación completamente secularizada, y se graduó de la Harvard Business School.

 

el talmud

 

Luego de una experiencia mística se convirtió al catolicismo y ha establecido un ministerio para invitar a sus connacionales a considerar el catolicismo como una opción, no ya de conversión sino de plenitud de la religión judía.

En una entrevista, Roy señala:

¿Qué es el milagro de la cinta escarlata, y cómo es interpretado por académicos católicos y judíos?

La mayoría de los cristianos conocen las diversas formas en que el Antiguo Testamento apoya las aseveraciones cristianas acerca de que Jesús era el Mesías Judío, pero pocos están familiarizados con los pasajes en el Talmud -un “texto sagrado” estrictamente judío, basado en tradición oral y escrito a lo largo de varios siglos después de la muerte de Jesús- que hacen lo mismo. Considero cerca de media docena de esos pasajes en mi libro. Probablemente mi favorito es el “milagro de la cinta escarlata».

En resumen, el Talmud registra que cuando el Templo se alzaba en Jerusalén, los pecados del pueblo judío eran removidos cada año en un día, Yom Kuppur, el día más santo del año, cuando el Sumo Sacerdote entraría en el Sancta Sanctorum con un sacrificio para expiar los pecados del pueblo en el año precedente. Cada año, una cinta escarlata era atada a la entrada del Sancta Sanctorum, y milagrosamente cuando el sacrificio al interior había sido aceptado, la cinta se tornaría blanca como un signo de que los pecados habían sido perdonados. Bueno, el Talmud registra que, por ninguna razón claramente identificable, el milagro dejó de ocurrir cerca de 40 años antes de la destrucción del Templo.

En otras palabras, después del año 30 D.C. ¡la cinta nunca más se tornó blanca! Sabemos, como cristianos, que ese fue precisamente cuando los sacrificios del Templo perdieron su efiicacia -en el momento de la crucificción, cerca del año 30 D.C., cuando, como signo de ese hecho, la cortina del Templo se partió en dos (Mt 27:51).

Así, a los ojos de un cristiano, es evidente que el Talmud mismo da fe de la verdad del cristianismo. Los académicos judíos tienen una explicación alternativa, no muy convincente, sobre por qué este milagro dejó de ocurrir: que Dios dejó de perdonar los pecados a los judíos ¡porque demasiados de ellos habían cometido el imperdonable pecado de seguir a Jesús!

Es notable que la fuente de esta información sea el Talmud, que por ser una fuente hostil al cristianismo, ningún interés tendría en proporcionar información como esta.

Para los que quieran ver el texto por sí mismos, les dejo el enlace a una versión en línea del Talmud. Tengo entendido que todavía no se ha traducido al español, así que sobre este tema les ofrezco mi propia traducción.

En Seder Mo’ed, Rosh Hashana 31b (pag 96) dice:

Originalmente solían atar la cuerda de escarlata en la puerta del atrio del templo por fuera. Si se tornaba blanca, el pueblo se regocijaba, y si no se tornaba blanca ellos estaban tristes. Por lo tanto, hicieron una regla que fuera atada a la puerta del atrio por dentro. La gente, sin embargo, todavía miraba y veía, y si se tornaba blanca, el pueblo se regocijaba, y si no se tornaba blanca ellos estaban tristes. Ellos por lo tanto decidieron que la mitad de ella se debía atar a la roca y la mitad a los cuernos de la cabra que era enviada [al desierto].

Una nota a Seder Mo’ed, Yoma 39a (pag. 115) explica qué significa esa cinta:

(12) [la cinta blanca] se refiere a la que se ataba a los cuernos del novillo. Si ella se tornaba blanca, significaba que el Santo, bendito Sea, había perdonado el pecado de Israel. Cf Isa 1, 18 “Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve».

Y en Yoma 39b (pag. 115) nos encontramos con el milagro que refiere Roy Schoeman.

Nuestros Rabbis enseñaron: Durante los últimos cuarenta años antes de la destrucción del Templo, la suerte [’Para el Señor’] no aparecía en la mano derecha; ni la cinta de color carmesí se tornaba blanca.

La “suerte” a que se menciona aquí, tengo entendido que hace referencia al rito descrito en Levítico 16 “8 En seguida echará las suertes sobre los dos chivos: una suerte para el Señor y la otra para Azazel».

En todo caso, lo importante para nosotros es que, si bien a veces el sacrificio del sumo sacerdote no era aceptado y la cinta permanecía roja, a partir del año 30 D.C. nunca más los judíos presenciaron esta milagro que les confirmaba la eficacia del perdón, lo que es totalmente compatible con la enseñanza cristiana que “La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres” y “este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios».

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