Es un tema muy importante para los católicos en occidente.

Porque la presión anticristiana es muy grande e infunde temor al ostracismo.

Así vemos que millares de católicos sucumben y se acomodan a la moral del mundo porque no soportan la presión.

Comienzan a aceptar y luego justificar la nueva moral: aborto, ‘matrimonio’ homosexual, eutanasia, etc.

Pero antes comenzaron por descreer de las verdades que Jesucristo vino a traer al mundo.

Y a declarar sin escozor, que tales verdades hay que adaptarlas al mundo de hoy.

En este artículo vamos a tratar la base del espíritu de temor, que también vale para temores personales.

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¿Sufres de un espíritu de temor?
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La mayoría de nosotros diría que “no”, hasta que no hemos profundizado un poco más en nuestra psique.
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El temor implica más de lo que comúnmente reconocemos.
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Es nerviosismo. Es ansiedad. A veces se traspasa a la impaciencia.
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Se trata de fobias.
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Ninguna de las anteriores son de Dios.
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“Vivir en el miedo” puede atraer lo que estamos temiendo.

Hay que estar en guardia hablando positivamente.

Hay que evitar la conspiración contra sí mismo inspirada por el espíritu de temor.

   

EL TEMOR TE ENFERMA

La raíz de muchas enfermedades es espiritual.

Y el miedo tiene un lugar preponderante en ellas.

Los expertos médicos nos dicen que el miedo, la preocupación, la ansiedad, pueden desencadenar o empeorar enfermedades.

A veces la curación viene a través de médicos y medicamentos y otras veces el fenómeno es tan espiritual que se necesita oraciones de liberación, para liberar la ira, la depresión, las adicciones, los deseos desordenados.

Esto lo hemos visto en la Biblia cuando Jesús libera algunos de los enfermos que habían tenido un espíritu de enfermedad o reprende a la fiebre.

O sea que son como espíritus o demonios que se metieron dentro de nosotros y que la forma de curar físicamente a la persona era expulsarlos.

Es tan generalizado esto que incluso Nuestro Señor, en su humanidad frágil, no fue impermeable al miedo, porque en el Jardín de Getsemaní sudó sangre por el estrés de su pasión.

Hoy la medicina moderna habla de una serie de aflicciones llamada síndromes o trastornos que están relacionados con el estrés.

Por ejemplo el síndrome de colon irritable, trastornos de ansiedad, trastornos de estrés postraumático, dolores de cabeza por migraña, enfermedad de Crohn, etc.

La mayoría de nosotros vemos el estrés como una condición interna.

Sin embargo está relacionado con lo externo con el miedo hacia algo.

Los eventos externos impactan en nosotros generando una tensión que no podemos manejar y por eso se somatizan.

Entonces nos preocupamos, estamos ansiosos, nerviosos, inseguros, nos sentimos abandonados.

Y muchas veces los miedos nos impulsan a pecar básicamente a través de mecanismos defensivos.

¿Y por qué es que tenemos tanto miedo?

La respuesta habría que buscarla en la comunión rota con Dios.

Sabemos que el sufrimiento es inevitable de alguna u otra forma.

Pero si nosotros nos entregamos con confianza a la voluntad de Dios encontraremos la paz.

Y por el contrario, cuanto más nos resistamos a su voluntad y tratemos de huir del sufrimiento, menos capacidad tendremos de encauzar el dolor y más sufrimos.

De modo que el antídoto del miedo es la confianza en Dios.

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CÓMO FUNCIONA EL TEMOR

El temor se trata siempre de algo que no ha sucedido aún.
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Es el presentimiento de algo que hace rehusar las cosas que causan daño.

El espíritu de temor es un demonio que paraliza, desanima, y mata, robándole la fe que todo creyente tiene en Cristo Jesús.

El espíritu de temor aumenta cada vez que lo sientes.

Puedes hacer crecer el temor cuando ves películas de terror o cuando vuelves al pasado recordando algún hecho que te provocó temor en ese momento.

O cuando piensas en que podrías perder algo que hoy tienes, como tu trabajo, prestigio social, relaciones con amigos o familiares, etc.

Si lo haces crecer, más comida te pedirá, es decir, en los momentos de temor éste será mayor, cada vez sentirás más temor.

El temor no tiene más poder que aquel que tu le das.

El temor es como un niño recién nacido, se alimenta de leche, eso lo hace crecer cada día.

Igualmente, lo desagradable que se espera aumenta con las palabras de miedo y los sentimientos de temor, los cuales te atrapan produciendo lo que estás temiendo.

   

UNA FORMA DE ENTRADA DEL ESPÍRITU DE TEMOR

El brillante experto en la liberación Derek Prince recordó que una vez conoció a una mujer que había ido a una adivina y le dijo que iba a ser un “joven viuda”.

Ella aceptó la predicción y así fue.

Había aceptado el destino de satanás para su marido y para ella misma (que murió trágicamente).

Aquí funcionó lo que se denomina ‘profecía autocumplida’.
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Que implica que si una persona define una situación que no sucedió como real, es muy probable entonces el resultado sea que esa situación sucederá.
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Este mecanismo se ve en las enfermedades, cuando alguien piensa que va a desarrollar por ejemplo un cáncer, y al final sucede.

También Prince recordó acerca de sus propias luchas con el temor, que hubo un tiempo cuando un espiritista repentinamente le espetó que lo vio en un coche destrozado contra un árbol.

Era un demonio hablando.

“Dije en voz alta: satanás, niego tu destino para mi vida.

No voy a estar en ningún coche que choque contra un árbol”.

A él nunca le sucedió eso.

“Después [de mi conversión], estos ataques de miedo disminuyeron pero no cesaron por completo.
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Una vez que entré en liberación, yo sabía lo que hacer.
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Me gusta pedir al Señor y a Él le gusta liberarme”.

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LA LUCHA CONTRA EL TEMOR

“Al principio no podía entender por qué tengo que tener esta continua lucha.
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Pero luego vi por las Escrituras que muchos de los siervos más fuertes de Dios experimentaron una batalla contra el miedo.
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Pensé en David, el hombre valiente, capitán de los ejércitos de Israel”.

En el Salmo 34:4 dice,

“Yo consulté al Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores”.

“Reflexioné sobre esa frase todos mis temores.

Entonces empecé a considerar diferentes tipos de miedo:

el miedo a la oscuridad, miedo a las alturas, miedo al hambre, el miedo al fracaso, miedo a la pérdidas, miedo a la enfermedad, el miedo a la muerte, miedo a los lugares cerrados (claustrofobia), miedo a lugares abiertos o públicos, el miedo a lo desconocido…”

Una lista completa sería muy larga. Cada uno de estos temores es dolorosamente real para el que los sufre.

   

¿CÓMO LIDIAR CON LOS TEMORES?

Echa fuera cualquier cosa en ti que podría causar que otros teman o sean intimidados.
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Recuerda que Dios está en la paz y no reside en el temor.
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El miedo es el fruto de actitudes temerosas.
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Nuestros espíritus saben cuándo hay un “eslabón débil”.

Ve a Dios.

Por encima y más allá de todo, recordemos lo que la Biblia dice: que

el perfecto amor echa fuera el temor (1 Juan 4:18).

Es el lugar donde tenemos que empezar.

También podemos aplicar 2 Timoteo 1:7:

“Dios no me ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio [autodisciplina].”

Toma una posición en contra de él. Ora siempre (desde el corazón).

Una oración desde el corazón limpia el corazón – y es el corazón al que a menudo ataca el miedo.

Por supuesto, también existe el estómago. Está la mente.

El miedo ataca al sí mismo.

Cuando nos falta la paz, a menudo es debido a un temor.

Cuando esto venga, echa afuera el “espíritu de temor”.
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En el Nombre de Jesús coloca ángeles entre ti y lo que temes.

Cuando lo haces, saldrás victorioso. Persiste.

Porque “mayor es el que está en mí que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

hombrecito hablando a microfono

   

UN TEMA CENTRAL: LA CONSPIRACIÓN CONTRA TI MISMO

¿Alguna vez hablas de derrota? ¿Esperas lo bueno o lo malo?

¿Tienes alguna idea de lo poderosas que pueden ser las palabras y los pensamientos (en particular las palabras)?

“Estoy enfermo”, decimos.

No puedo hacer eso”.

“Nunca voy a poder pagar mis cuentas”.

“No puedo soportarlo”.

“Nada bueno me pasa a mí.”

Cuando pronuncias palabras como esas o tienes esas ideas, ¿sabes lo que estás haciendo?

Estás poniendo una suerte de “maldición” sobre tí mismo.
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Estás acomodándote para un resultado negativo.
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Y ciertamente no quieres eso, tu quieres que se ponga una bendición en tu vida.

Esto es el espíritu del temor.

Si no puedes manifestar nada bueno, trata de no decir nada.

Haz silencio. No pienses en ello.

La noche más fructífera en la historia fue muy silenciosa, el 25 de diciembre.

Tal vez por eso el voto de silencio en los monasterios era tan poderoso.

   

LAS PALABRAS SON POTENTES

Dios creó el mundo por medio de Su Palabra.

Mira Jericó – y la forma en que se les dijo que mantuvieran silencio hasta cuando tocaran las trompetas – sin palabras – hasta el final (cuando gritaron una victoria).

El silencio en torno a esa ciudad durante seis días hizo que las paredes (cuando finalmente Josué y sus tropas gritaron un comando) cayeran en el séptimo día.

Si tienes miedo de “maldecirte” a ti mismo, quédate en silencio. No hables de derrota.

Con el “no puedo soportarlo” obtendrás problemas.

Habla de victoria.
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Las palabras negativas impiden tu ‘Tierra Prometida’.
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Más allá de las paredes está tu destino.
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Si no puedes decir algo bueno, no digas nada.
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Esto es tan poderoso como el ayuno.

Así que cuando te acerques a las paredes, marcha a su alrededor en silencio. Espera al “séptimo día”.

Entra en el ritmo de la “expectativa correcta”.

¿Te das cuenta cómo muchas semillas o frutos de una planta a menudo florecen antes de lo que uno espera?

Tu momento de diligencia, fe y espera, tus “siete días”, pueden ser diferentes a los de Josué.
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Un “día” puede ser rápidamente una hora.
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Un “día” puede ser más largo: una semana. Un “día” puede ser un año.
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Pero si insistes, sin la condena de la auto-derrota, tus palabras harán milagros en la Voluntad de Dios.

Un Gran “Si” es la persistencia.

   

COMO EN LA GUERRA ESPIRITUAL

Resiste (con persistencia) y el diablo huirá.

Piensa cosas buenas. Pronuncia una bendición.
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PERO SIEMPRE EN LAS MANOS DE DIOS.
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Manifiesta que tu familia va a estar sana.
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Siente que estarás protegido contra accidentes.
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Cree que tu y tus hijos prosperarán (en el camino correcto).
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Espera con fe que vas a conseguir ese trabajo o reparación de esa amistad.

Mientras tanto: no dejes que los demás se pronuncien negativamente sobre ti.

¿Tu dejas que otras personas te definan?

¿Dejas que te digan quién eres, o se supone que eres?

¿Tu auto-percepción cambia de acuerdo con quienes estás?

Si es así, pueden incidir en tu misión. Probablemente, también pueden incidir en tu felicidad.

Marcha alrededor de las paredes, pero espera, cuando llegue el momento, para pasar sobre o a través de ellas.

Confía en la la Palabra de Dios.

¿Qué es lo que el Señor hizo cuando el diablo trata de tentarlo con la Escritura?

Encuentra un pasaje para usar.

Encuentra una cita relevante para su lucha.

construccion de la realidad

   

NUNCA PROFETICES LA DERROTA

Como la autora María Vadía brillantemente señala en Insiste en el Espíritu:

“Nuestra fe debe madurar.

La tentación cuando las cosas no salen como queremos, lo que es común a nuestra carne, es quejarse, quejarse, acusar, señalar con el dedo o convertirse en negativo.

No caigas en esta trampa mortal.

Usar la lengua de esta manera atrae a las serpientes y escorpiones (desesperanza, desaliento, miedo, ansiedad)”.

En su lugar, utiliza tu lengua para manifestar, para decir y anunciar grandes planes, la victoria, el gran avance que el Señor tiene reservado para ti.

¡Profetiza sobre tu visión!

Padres, profeticen sobre las vidas de sus hijos y sus destinos. Caminamos por la fe.

Es importante que lo proclamen y hablen hacia fuera, como algo en el reino espiritual que se establece con nuestras palabras.

¡Hay poder en la lengua!

El Señor quiere servirse de nosotros para hablar y proclamar vida en el destino de los demás”.

“En Uganda, una señora vino para orar”, continúa Vadia.

”El dinero que se le debía a ella, que le pertenecía, no había sido entregado como prometieron.

Oramos de acuerdo (Mateo 18:19) y tomamos autoridad sobre el enemigo y le ordenamos entregar el dinero, en el Nombre de Jesús.

Yo impuse que el dinero sería puesto en sus manos.

Unos días más tarde, se me acercó con una sonrisa grande en su cara para decirme que había recibido su dinero. ¡Gracias Jesús!”

En otras palabras, no sólo camina por la fe, también, habla de ella.
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Porque como se dice en Isaías 44:26, el Señor “confirma la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros.”

   

ORACIÓN DE RENUNCIA AL MIEDO, TEMORES, Y A TODO ESPÍRITU MALIGNO

Señor Jesús, por esta señal de la Santa Cruz, envuélvenos a todos nosotros, a nuestros familiares y bienes, en tu amor, en tu Poder y en tu Sangre, para que el Enemigo no pueda perjudicarnos (+ nos hacemos la señal de la cruz en la frente y nos santiguamos).

En el Nombre de Jesucristo, por su sangre derramada, por sus cinco llagas, por la intercesión de la Virgen María, la Inmaculada, que aplastó la cabeza de la serpiente:

a) yo renuncio a Satanás, autor de todo mal, de todo pecado y padre de toda mentira.

b) yo renuncio a todo espíritu de impaciencia y de rabia; de resentimiento y ofensa; de tensión nerviosa y agresividad; de juicio temerario y presunción; de ira y de odio; de chismes, de mentira y calumnia.

c) yo renuncio a todo espíritu de desanimo y tristeza; de melancolía y soledad; de fracaso y frustración; de desconfianza del amor de Dios y del prójimo, de autorechazo y autocondenación.

d) yo renuncio a todo y cualquier espíritu de miedo: miedo de Dios y de Satanás; miedo de las personas, de los animales y de las cosas; miedo del futuro, de las enfermedades y de las cosas; miedo de la muerte; miedo de las alturas y de la oscuridad; miedo de accidentes y de asaltos; miedo de perder mi imagen y mi prestigio, miedo de hablar en público y de dar testimonio de tu Evangelio; miedo de la pérdida de un familiar y de la Condenación Eterna.

e) yo renuncio a todo espíritu de complejo y autopiedad; de ansiedad, angustia y preocupación; de traumas y enfermedades.

f) yo renuncio a todo espíritu de desequilibrio emocional y psíquico; de autodestrucción.

g) yo renuncio a todo espíritu de venganza; a todo deseo de fracaso y muerte de mi hermano; a todo espíritu de injusticia y explotación de la persona humana.

h) yo renuncio a todo espíritu de rebeldía contra Dios, contra mi hermano y contra mi mismo, no aceptando mis flaquezas.

i) yo renuncio a todo espíritu de gula, drogas y tabaco; a todo espíritu de alcoholismo, blasfemia y sacrilegio.

j) yo renuncio a todo espíritu de celos y envidia; de pereza e hipocresía; de fingimiento, falsedad y adulación.

k) yo renuncio a todo espíritu de palabrotas y chistes; de sexo y lujuria; de masturbación y fornicación; de prostitución y adulterio; de homosexualidad y lesbianismo; de orgía y de juerga.

l) yo renuncio a todo espíritu de autosuficiencia, egoísmo; de vanidad, orgullo y status; de materialismo; de ambición y de poder; de hurto y robo.

m) yo renuncio a todo espíritu de superstición y de falta de fe, de duda y de confusión religiosa; de horóscopo, suertes, cartomancia, control mental, pirámides, meditación trascendental.

n) yo renuncio a todo espíritu de idolatría y falsas religiones; de esoterismo, masonería y rosacrucismo.

ñ) yo renuncio a todo espíritu de magia negra y brujería; de espiritismo.

o) yo renuncio a todos los espíritus y espíritus guía que invocaron sobre mi; a toda herencia de falsas religiones que traiga de mis antepasados.

p) yo renuncio de todo corazón a todo efecto de bautismo, consagración o cruzamiento, hecho en mi persona al espiritismo, a la magia negra o a otra falsa religión.

q) yo renuncio a todos los remedios, pases espiritistas, cirugías y tratamientos hechos en centros espiritistas; maldiciones o plagas, mal de ojo que lanzaron sobre mí o mi familia.

r) yo renuncio a toda revista y película pornográfica y a toda literatura, películas, música, contrarias a la sana doctrina de la Salvación.

s) yo renuncio a todo espíritu del mundo, y a todo modo no cristiano de vivir.

t) yo ordeno, en el Nombre de Jesús, a todo espíritu maligno del que hoy haya sido liberado, que vaya a los pies de Cristo, para que El lo mande al lugar que le corresponda.

u) yo prohíbo, en el Nombre de Jesús a todo espíritu que me haya dejado, que retorne a mí para perjudicarme. ¡Gracias Jesús, porque me liberaste!, ¡Jesucristo es mi único dueño y Señor! ¡Dios es mi Padre! ¡María es mi Madre! Amén.

Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

Fuentes:

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