Muchas veces nos preguntamos por qué Dios permite que el demonio nos tiente a nivel personal.

Incluso a las civilizaciones y a la humanidad entera.

Y la respuesta es que son pruebas para que crezcamos en santidad, ya sea como individuos asó como sociedad.

Somos nosotros quienes libremente debemos dar las repuestas a esos males y tentaciones.

Aferrándonos a Dios, como hizo Job, o renegando de Él, lo que empeorará nuestra situación.

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A nivel personal las tentaciones son los instrumentos principales por los que entran las vejaciones del demonio.
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Y las instrucciones para evitarlas son claras y precisas de parte de la Iglesia.

Pero respecto a lo que sucede en la sociedad global la cosa es diferente porque no hay conciencia de la existencia del demonio por parte de los políticos.
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E incluso resistencia de la Iglesia para identificar que ciertos movimientos son demoníacos.

El fallecido exorcista Gabriele Amorth había alzado su voz para decir que el Estado Islámico es satanas actuando.

Es el momento que los católicos empecemos a trasladar lo que sabemos para identificar y combatir al demonio a nivel personal, al plano de las sociedades globales y de la civilización occidental.

Sin tener miedo de definir a movimientos y grupos como brazos ejecutores de satánas.

Los sacramentos, los sacramentales y la Virgen María tienen gran poder.

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Exorcista Padre Gabriele Amorth

    

LAS LECCIONES QUE SURGEN DE LAS BATALLAS

El Catecismo Católico cita a Orígenes:

«Dios no quiere imponer el bien, quiere seres libres […] En algo la tentación es buena.

Todos, menos Dios, ignoran lo que nuestra alma ha recibido de Dios, incluso nosotros.

Pero la tentación lo manifiesta para enseñarnos a conocernos, y así, descubrirnos nuestra miseria, y obligarnos a dar gracias por los bienes que la tentación nos ha manifestado (Orígenes, De oratione, 29, 15 y 17)»

Aprendemos lecciones valiosas por las batallas interiores que los discípulos de Cristo sufren para ganar el necesario conocimiento de uno mismo y  de Dios.
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La herida del pecado original nos exige estar activos y vigilantes contra las obras del diablo que operan en y por el pecado.
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Si adoramos cualquier cosa distinta a la Santísima Trinidad (un pecado contra el primer mandamiento) nos volvemos vulnerables a un aumento de la influencia demoníaca.

La verdad es que muchos de nosotros hemos erigido ídolos en nuestras vidas que incluyen personas, lugares o cosas. 

Estos se convierten en más importantes que nuestra adoración y amor de Dios.

La forma en que gastamos nuestro tiempo, talento o tesoro revela a qué o a quién apreciamos más en nuestra vida.

Veamos cuales son las influencias demoníacas y como solucionarlas.

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LOS TIPOS DE INFLUENCIAS DEMONÍACAS

La tentación y el pecado. Esta es la batalla espiritual común que purifica el alma.

Aunque la tentación en sí no es pecado, cuando nos damos a las tentaciones nos convertimos en esclavos del pecado (Juan 8:34).

Opresión / Vejación. Estas pruebas están diseñadas para fortalecer la fe y aumentar la humildad y dependencia de Dios.

Obsesión. Este es un trastorno espiritual que requiere el ministerio de oración y reorientación a Dios a través de la práctica de la vida sacramental.

Posesión. Este trastorno espiritual es raro y requiere el rito del exorcismo para la liberación, seguido de una vida espiritual disciplinada. Se puede considerar una escuela de santidad.

Las diversas vejaciones diabólicas son verificables en la vida de los grandes santos y en la Tradición de la Iglesia.
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Por ejemplo, sabemos que las vidas de San Padre Pío, San Juan Vianney, Santa Gema Galgani y muchos otros incluyeron vejaciones diabólicas.
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Los santos han demostrado su amor y fidelidad a Dios por la paciencia y ofrenda del sufrimiento.

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LAS CARACTERÍSTICAS DE LAS VEJACIONES DIABÓLICAS

Desgracias repentinas en el trabajo y en las relaciones con los demás

Desgracias físicas y personales que aíslan a una persona

Sufrimientos económicos y morales

Persecuciones inexplicables donde las personas buenas se vuelven contra la gente buena por un malentendido.

La lucha y la destrucción actuando en las familias, los matrimonios, los grandes grupos de personas, los movimientos en la Iglesia, las comunidades religiosas, parroquias.

Enfermedades físicas inexplicables y no diagnosticables

Ejemplos bíblicos: Libro de Job, 2 Cor. 12:7 (espina de San Pablo)

Muchos de nosotros hemos soportado la angustia de algún disgusto diabólico.
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Cómo respondemos a estas pruebas de fe nos levantará o nos hará caer.
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Si somos capaces de permanecer fieles y confiando en Dios, la gracia nos llevará a través del proceso.
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Si nos rebelamos contra Dios y huimos de Él nuestra condición empeorará.

¿Qué es necesario?

Firmeza en la fe, en la esperanza y amor perseverante nos guiarán.

El fortalecimiento de nuestra armadura espiritual es necesario para el crecimiento en la virtud.

Un corazón confiado permanece dócil a la mano del alfarero divino que nos está moldeando en un vaso de santidad a través del fuego purificador.

Dios dispensa la medicina de pruebas espirituales que se pueden degustar como amargas. 

Pero sus prescripciones divinas ayudan a remediar los siete pecados capitales (orgullo, la ira, la codicia, la envidia, la pereza, la gula y la lujuria).

La gracia es siempre suficiente para ayudarnos a soportar las pruebas necesarias para ser victoriosos sobre aflicción demoníaca.

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LO QUE EL CATECISMO NOS ENSEÑA PARA EVITAR EL MAL

Prudencia. La virtud de la prudencia dispone la razón práctica para discernir nuestro verdadero bien en todas las circunstancias y para elegir los medios adecuados para alcanzarla.

Es considerada como la auriga de las virtudes (1806). Cultiva la virtud de la prudencia.

Gracia: Sin la gracia de Dios, los hombres no sabrían cómo discernir (1889).

Ora por la gracia y el carisma del discernimiento de espíritus.

La sabiduría divina. La ley moral es obra de la sabiduría divina.

El significado bíblico se puede definir como la instrucción paterna (la pedagogía de Dios).

Prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; muestra los caminos del mal, que se apartan de Dios y de su amor (1950). Ore para el regalo de la sabiduría.

El Evangelio.  La buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado.

Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos.

Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad. (2527).

Tomar en serio la Palabra de Dios.

   

MEDIOS DE LIBERACIÓN

Para liberar a los oprimidos por el diablo tenemos a disposición algunos medios que la Iglesia nos propone.

Para librarse del poder del demonio, dice el fallecido exorcista de Roma, Gabriele Amorth:

“Es importante la frecuencia de los sacramentos y una conducta de vida conforme con el Evangelio.

Se toca con la mano el poder del rosario y, en general, del recurso a María Virgen.

Muy poderosa es la intercesión de los ángeles y de los santos.

Utilísimas las peregrinaciones a los santuarios.

La palabra de Dios es de gran eficacia.

Añado la importancia protectora de las imágenes sagradas, tanto sobre la persona como en los lugares: sobre la puerta de la casa, en las habitaciones, en el comedor o en el lugar en que más comúnmente se reúne la familia.

He experimentado, muchas veces, la eficacia de la medallita milagrosa, difundida por el mundo en muchos millones de ejemplares, y si habláramos de las gracias prodigiosas obtenidas por esa simple medallita, no acabaríamos nunca”.

El padre Mario Boretti, exorcista de la diócesis de Firenze, ha repartido más de cuatro millones de medallas milagrosas.

Y sugiere colocarlas en el coche, en la almohada y en otras partes para que la presencia de María, a través de la medalla, nos proteja de todo poder del maligno.

   

CASOS DE EXORCISMOS QUE AVALAN EL USO DE DIVERSOS SACRAMENTALES

Cuenta el padre Mario Boretti:

“Un día vino a verme Marcela, que sufría de malestares de estómago punzantes y de un comportamiento que no lograba dominar ni en casa ni en el trabajo: daba respuestas ofensivas sin poder controlarse.

Para los médicos no tenía nada.

Cuando le puse las manos sobre los párpados, al comienzo de la bendición, mostró los ojos enteramente blancos, con las pupilas apenas perceptibles hacia abajo y estalló en una risa irónica.

Apenas tuve tiempo para pensar que allí estaba satanás, cuando oí que me decía: ‘Yo soy Satanás’, con una nueva risotada.

Poco a poco, Marcela intensificó su vida de oración, se hizo constante en la comunión, y en el rosario diario y en la confesión semanal (¡la confesión es más fuerte que un exorcismo!).

Tuvo una progresiva mejoría y se curó sólo después de dos años.

El obispo Andrea Gemma dice:

“He visto, con frecuencia, cómo una gota de agua bendita, echada a la cabeza del poseído, produce una reacción furibunda con exclamaciones de intenso dolor.

Y lo mismo pasa con los óleos benditos, sobre todo, los bendecidos por el obispo el Jueves Santo.

Sólo con amenazar tocarlo, ya le hace gritar.

He visto cómo la misma Biblia, colocada sobre el poseído, lo atormenta.

Una vez, estábamos dos exorcistas rezando por Rosita y le coloqué un texto de la Biblia sobre la columna y, de repente, se tiró a tierra como si le hubiese dado un mazazo.

La palabra santa, ¡qué don y qué poder, qué medio tan grande tenemos a nuestra disposición para la liberación! (de los oprimidos por el diablo)…

Lo mismo digo del rosario bendito y de las reliquias de los santos.

Me habían regalado un pedacito de tela con la que el santo padre Pío de Pietrelcina se había limpiado las llagas.

Una vez, la coloqué sobre la columna de una paciente, sin que se diera cuenta, y, de inmediato, tuvo una rabiosa y rapidísima reacción con la acostumbrada frase: Quítamela de encima.

Mi cruz pastoral, que había recibido en mi ordenación episcopal, colocada sobre los poseídos, los hacía temblar de terror.

Lo mismo pasaba con mi anillo pastoral, que me había puesto en el dedo el Papa Juan Pablo II el día de mi consagración episcopal y que había sido bendecido por el mismo Papa.

Así he comprendido que la Iglesia ha hecho muy bien en multiplicar bendiciones de objetos y personas y lugares.

Tenemos agua bendita, sal bendita y aceite bendito.
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Y ¿qué decir de la santa Eucaristía?

Siempre ha sido suficiente la amenaza de ir al sagrario, para hacer temer de ira al espíritu maligno.

En casos graves, el poner sobre su cabeza las hostias consagradas hacía que el paciente se arrojase a tierra y quedara inmóvil.

Hacer coger al poseso el copón con las hostias consagradas era sentir unos gritos lastimeros tremendos, como si le hubieran puesto un peso enorme, del que pedía ser liberado.

El exorcismo más eficaz es siempre participar en la Eucaristía y recibirla con devoción lo más frecuentemente posible.

Yo siempre comienzo los exorcismos con el rezo del rosario y no llego al último misterio, cuando los posesos ya están temblando”.

El exorcista romano Andrea Gemma cuenta el caso de un millonario industrial de Turín que creía sólo en la fuerza de su inteligencia para sus negocios.

Un día comenzó a desvariar y a no darse cuenta de lo que decía ni de lo que hacía.

Despreciaba a Dios y a la Iglesia y a todo lo sagrado en general, buscó en magos y brujas de todo el mundo la manera de curarse.

Pero solo consiguió que le fueran sacando millones y millones de su gran riqueza, mientras él estaba cada día peor, más arrogante, soberbio y egoísta.

No quería saber absolutamente nada de sacerdotes ni de bendiciones.

Su rostro, a veces, aparecía terriblemente feo con ojos llenos de odio y a veces tenía una fuerza de león que nadie podía contener.

Sus negocios empezaron a venir a menos y todo iba de mal en peor.

Un día, al entrar en su fábrica, empezó a gritar como un cerdo y a berrear con un elefante, blasfemando contra todos y tratando de hacer daño a sus 300 obreros.

Fue entonces cuando ellos entendieron que su patrón estaba endemoniado.

Me lo trajeron once hombres robustos después de muchas peripecias.

Apenas me vio con la estola empezó a amenazarme diciendo: ‘Te la haré pagar, te destrozaré’.

Comencé a hacerle exorcismo con fervientes oraciones…

Finalmente, después de largos sudores, el demonio lo dejó y cayó a tierra con desmayo e inerme, vencido.

 Nadie se había dado cuenta de que mientras hacía el exorcismo, se habían filmado algunas escenas, grabando su voz y las blasfemias y palabrotas.

Cuando despertó, no se acordaba de nada, había olvidado todo y se encontró delante del sacerdote a quien había odiado tanto y amenazado.

Estalló en llanto y comenzó a ser desde ese día un corderito, un cristiano totalmente practicante y un verdadero apóstol de Cristo.

Cuando vio las escenas grabadas y se dio cuenta hasta qué punto la soberbia y el orgullo de satanás le habían llevado.

Vendió todo y con su familia se fue a un país de África a ayudar a los misioneros y pobres del tercer mundo donde vive ahora.

   

EL PODER DE LA VIRGEN  MARÍA

Todos los exorcistas, sin excepción, hablan en sus libros por experiencia propia que acudir a la Virgen María es fundamental en los casos de exorcismos, especialmente en los más difíciles.

El poder de María sobre el demonio viene desde antiguo.

Por eso, el Génesis 3, 15 dice: Ella te aplastará la cabeza.

De hecho, María es el terror de los demonios y basta pronunciar su nombre, con el de Jesús, para que huyan despavoridos.

Cuando se reza el rosario, se manifiestan con violencia, como si les hicieran un gran daño.

Por ello, normalmente, en todos los exorcismos suele acostumbrarse a comenzar con el rezo del rosario.

Por eso, cuando se quiere saber si una persona está poseída por el demonio, un medio fácil es hacerle repetir “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

Los posesos dicen el Gloria al Padre, dicen el Avemaría. Pero esta jaculatoria no la quieren repetir.

San Luis Orione cuenta:

Cuando estaba en América, un día vino un médico, presidente del hospital mayor de Buenos Aires, estimadísimo entre todos los médicos de la capital.

Y me dijo: ‘Tengo una hija endemoniada, hágame la caridad de exorcizarla…’

Su hija estaba verdaderamente endemoniada, hablaba en lenguas diversas, que nunca había estudiado y tenía una voz fuerte de hombre.

Me trajo el permiso del arzobispo, fui a la capilla escogida y comencé el exorcismo.

La niña corría entre las bancas como una serpiente, pasaba entre los bancos con rapidez, pero no podía salir; porque las puertas estaban cerradas.

La amarraron y no me fue posible hacerle decir: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

Ella decía algunas letras pero no repetía la jaculatoria entera. Al fin, el Señor la liberó”.

Y continúa:

“Hice otro exorcismo a una novicia convertida del protestantismo.

Algunas religiosas vinieron a decirme que estaba endemoniada.

Ella recibía la comunión todas las mañanas y el demonio la obligaba a tirar la hostia santa en un lugar indecente.

Cuando le echaba agua bendita, gritaba como si le echara plomo fundido.

Tampoco a ella pude hacerle repetir la jaculatoria de María.

El obispo Andrea Gemma escribe:

Un día me trajeron a un jovencito de trece años, llamado Pascualino, puesto con dificultad por dos hombres robustos en un silla y acompañado por su madre.

El chico no podía caminar solo, a pesar de que los médicos no habían encontrado en él nada malo.

El calvario de la familia había comenzado varios años antes, desde que Pascualino estaba en el vientre de su madre.

Me dijo su madre que, cuando era muy niño todavía, tenía el vientre tan hinchado y duro que parecía de piedra.

Los médicos lo operaron y no encontraron nada malo. Todo estaba normal.

Era un caso de maleficio que le hicieron a su madre, cuando el niño estaba todavía en su vientre.

Por eso, cuando empecé a orar por el chico, su madre comenzó también a sufrir inexplicables dolores.

Así estuve rezando por él cada semana, durante algún tiempo.

Después de varias sesiones de oración, parecía que no había adelanto en su curación.

Hasta que llegó un día en que yo estaba en Sicilia, invitado a predicar en el santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Paterno (Catania) y, antes de tomar el avión en el aeropuerto de Catania para regresar a mi casa en Iserna, quise visitar la Roca de Belpasso, un lugar mariano donde se cree que se apareció la Virgen María.

No tenía mucho tiempo y me recogí en oración intensa. Le hablé a María de Pascualino. Mi oración estaba llena de esperanza.

Al día siguiente, después de haber descansado toda la noche en mi casa, sonó el teléfono y me dijeron con alegría que Pascualino caminaba y que estaba libre del poder del demonio.

Algunos días después, Pascualino vino con sus familiares a visitarme para poder constatar personalmente el milagro realizado después de la fervorosa oración que había hecho ante la Roca de Belpasso.

Fue para todos una alegría increíble y un milagro extraordinario”.

El poder de intercesión de María es muy poderoso contra el poder del maligno.

El mismo obispo Andrea Gemma ha afirmado en repetidas ocasiones que el demonio le ha dicho que si no fuera, porque la Virgen lo protege, lo habría aplastado hace mucho tiempo.

Un día, en pleno rito de exorcismo, el pobre paciente estaba en el colmo de su desesperación a causa de que le echaba agua bendita, lo ungía con óleo bendito y, sobre todo, invocaba a María.

Entonces, empezó a llorar, gritó volviendo la cabeza hacia la imagen de María (no los ojos), y dijo con una afirmación amarguísima para él: Ella lo hace todo.

Eso es lo que muchos santos, como san Bernardo, han dicho hace siglos: Cristo ha querido hacerlo todo por María, como si dijera que Jesús se da el gusto de darnos todas las gracias y bendiciones por medio de María.

Por eso, suele decirse que María es la mediadora o medianera de todas las gracias.

Sentirlo decir por el demonio ha sido una de las más grandes alegrías de mi vida religiosa y sacerdotal, y la confirmación de un programa de vida que es mío desde siempre”, según Gemma.

Por eso, hay que recomendar a todos los liberados del poder del maligno que amen mucho a María y recen el rosario.

El rosario, según decía el santo padre Pío de Pietrelcina, es un arma formidable contra satanás.

María Simma, la conocida mística austriaca, que tenía el carisma de ver a las almas del purgatorio, que se le aparecían para pedirle ayuda, dice:

“Un día estaba sentada en mi casa en un sillón y tomé el rosario para rezarlo.

Como tuve que salir un momento de la habitación, dejé el rosario sobre el sillón.

Al regresar, lo encontré anudado de modo increíble. No podía quitar los nudos.

Entonces, le dije a satanás: estúpido, o me deshaces ahora mismo los nudos o te saco inmediatamente diez almas del purgatorio.

Ante mis ojos asombrados, los nudos se desataron y yo pude continuar rezando el rosario.

Cuando veo alguna interferencia de satanás en mis cosas, le ordeno en el Nombre de Jesús y me obedece inmediatamente”.

Ciertamente, el rosario es una de las cosas que más desagrada a satanás.

   

UN CASO FAMOSO

En un libro llamado Lucifer: Verdadera Historia de la Posesión Diabólica Famosa en Alsacia, escrito por el P. Paul Sutter, se detalla una posesión de dos niños en el pueblo de Illfurt en Alsacia, Francia.

Tenían 8 y 10 años y sus nombres eran Thiebaut y Joseph.

En el año 1865 empezaron a tener conductas y poderes anormales: hablan en idiomas desconocidos, tenían repulsión hacia sagrados objetos, signos de videncia.

Giraban a una velocidad impresionante, movían muebles que requerían una fuerza inexplicable, tenían convulsiones.

Y cuando levitaban sentados en sillas de madera y estaban en el aire, los niños eran arrojados hacia una esquina de la habitación y las sillas hacia la otra esquina.

Podían permanecer horas sobre sus cabezas o doblarse completamente hacia atrás, quedarse rígidos sufrir ataques de vómitos o expulsar flemas y espuma amarilla por la boca.

Los niños también sentían dolores de pinchazos y una vez sacaron debajo de la ropa de uno de ellos una enorme cantidad de plumas.

Los niños exhibían además una fascinación por el diablo, lo dibujaban en las paredes y hablaban con él.

Esto conmocionó al pueblo y el obispo y los sacerdotes entraron en batalla contra quienes los poseían.

Interrogado uno de los niños por un exorcista, el Padre Brey, le dijo que era “el señor de la oscuridad”.

Pero uno de los demonios declaró que eran impotentes contra aquellos que confesaban sus pecados y recibían dignamente el cuerpo de Cristo.

Sobre todo llamó la atención que no podían hablar mal ni blasfemar de la Virgen María, porque Jesús se lo había prohibido.

Dijeron especialmente que no podían hacer nada contra aquellos que invocaban a la gran dama; es así como se referían a la Virgen María.

Una vez le pusieron una imagen de la Virgen María frente a Thiebaut y éste gritó aterrorizado,

“¡Aléjate! ¡Vete con tu Gran Dama! ¡No quiero saber nada de ella!”

En otro momento le colocaron a Joseph un trozo de seda en la cabeza, que era tan suave que no podía siquiera sentirlo.

Y desesperado gritó que le sacaran ese trapo de la cabeza.

El exorcista le respondió que se lo quitaría si le dijera que había en él.

Y él le respondió que la gran dama estaba en eso.

Cuando vieron el trozo de seda notaron que había un tenue dibujo de la Santísima Virgen en él.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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