La preparación para la Jornada de oración y ayuno del sábado 7 de septiembre.

 

El ayuno es una vieja tradición judeo cristiana que ha caído en desuso en la vida diaria del cristiano, y la iglesia la ha incorporado para momentos especiales, como algún día en semana santa o eventos extraordinarios, como esta convocatoria de Francisco a una jornada de oración y ayuno, por eso, los cristianos están poco familizarizados con él.

 

dia mundial de ayuno y oracion por siria

 

No obstante hay que recordar que aún muchos fieles realizan ayuno los viernes como señal de penitencia y que la Reina de la Paz de Medjugorje ha pedido ayuno, a pan y agua, dos veces por semana, los miércoles y viernes.

En esta circunstacia del llamado de Francisco, vale la pena recordar qie Juan Pablo II tuvo una iniciativa similar a la de Francisco en el 2001 tras los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York cuando invitó a vivir el 14 de diciembre de ese año como un día de ayuno y oración, para que Dios concediera al mundo «una paz estable, fundada en la justicia» e invitó a representantes de las religiones del mundo a ir a Asís el 24 de enero de 2002 a rezar por la «superación de las contraposiciones y para la promoción de la auténtica paz».

En una nota que difundió la Oficina de Celebraciones Litúrgicas en esa ocasión, ofrecieron algunos puntos de reflexión sobre el significado del ayuno y la oración.

El día de ayuno, indica, no debe ser entendido exclusivamente según las formas jurídicas del Código de Derecho Canónico;

«sino en un sentido más amplio, que implique libremente a todos los fieles: los niños, que voluntariamente cumplen renuncias a favor de sus coetáneos pobre; los jóvenes, muy sensibles a la causa de la justicia y de la paz; todos los adultos, menos los enfermos, sin exclusión de los ancianos».

«En todas las grandes experiencias religiosas el ayuno ocupa un puesto importante», explica.

«El ayuno implica una actitud de fe, de humildad, de total dependencia de Dios. Ya en el Antiguo Testamento se encuentran ejemplos donde se recurre al ayuno para prepararse al encuentro con Dios; antes de afrontar una tarea difícil o pedir el perdón de una culpa; para manifestar el dolor causado por una desgracia doméstica o nacional; pero el ayuno, inseparable de la oración y de la justicia, está orientado sobretodo a la conversión del corazón, sin la cual, como denunciaban ya los profetas, no tiene sentido».

Del mismo modo encontramos el ejemplo en la vida de Jesús, cuando ayunó durante 40 días en el desierto antes de comenzar su vida pública.

En la nota también explica que:

«fieles a la tradición bíblica, los santos padres han tenido en gran consideración el ayuno. Según ellos, la práctica del ayuno facilita la apertura del hombre a otro alimento: el de la Palabra de Dios y del cumplimiento de la voluntad del Padre; y en estrecha conexión con la oración, fortifica la virtud, suscita misericordia, implora el socorro divino, conduce a la conversión del corazón».

El documento al finalizar explica que

«la práctica del ayuno está dirigida al pasado, al presente y al futuro: al pasado, como reconocimiento de las culpas contra Dios y contra los hermanos, de las cuales todos estamos manchados; al presente, para aprender a abrir los ojos hacia los otros o la realidad que nos rodea; al futuro, para acoger en el corazón la realidad divina y renovar, a partir de don de la misericordia de Dios, la comunión con todos los hombre y con la entera creación, asumiendo responsablemente la tarea que cada uno de nosotros tiene en la historia».

Fuentes: Zenit, Signos de estos Tiempos

 

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