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El lugar donde el Padre Pío mandaba a los posesos para que el Arcángel Miguel los liberara.

Los ángeles son los principales asistentes de los exorcistas en los exorcismos de personas poseídas.

No se ven, pero están allí.

Y en especial San Miguel Arcángel, que fue el primer Ángel que expulsó a lucifer del Cielo, debido a su rebelión contra Dios.

Es el gran experto.

Pero hay algo que muy pocos saben.

Hay un lugar del mundo donde el Arcángel Miguel atiende personalmente a los poseídos y expulsa a los demonios.

El Padre Pío enviaba a los posesos a esa Cueva y volvían liberados.

Y por eso se han popularizado los relicarios con un trozo de roca de esa cueva, para llevar consigo. 

Aquí queremos contar cómo esa Cueva se convirtió en el lugar privilegiado donde opera San Miguel Arcángel. Y cómo era el recurso del Padre Pío cuando se enfrentaba a algún poseso.

El exorcista Monseñor Stephen Rossetti ha dicho que el ministerio de exorcismos puede verse como una obra de los ángeles. 

El arcángel Miguel y legiones de ángeles expulsaron del Cielo a lucifer y sus ángeles réprobos. 

Y los exorcistas continúan su trabajo en esta tierra. 

Dijo: “Nosotros los exorcistas estamos ministrando entre los ángeles”. 

“Un místico me dijo que en cada exorcismo hay al menos un ángel de alto rango presente y ayudando. 

Y en exorcismos más difíciles, hemos tenido hasta ocho en la habitación con nosotros”.

Por lo tanto los ángeles están especialmente presentes durante un exorcismo, que es un momento claro de guerra espiritual.

Y hay un lugar físico en la Tierra donde el propio Arcángel Miguel realiza los exorcismos.

La Cueva del Arcángel Miguel en el Monte Gargano es uno de los santuarios más antiguos y venerados en honor a San Miguel Arcángel. 

Se encuentra en el sur de Italia, en la región de Apulia, específicamente en la ciudad de Monte Sant’Angelo en el Monte Gargano.

La cueva ha sido un lugar de peregrinación desde el siglo V y está vinculada a varias apariciones de San Miguel Arcángel.

Según la tradición, San Miguel se apareció al obispo de Siponto en el año 490 dC, marcando el lugar como sagrado y manifestando su deseo de que allí se construyera un santuario.

Se le atribuye haber protegido la región durante varios conflictos y plagas. 

En particular, se destaca el hecho de que San Miguel dijo que la cueva ya estaba consagrada por él mismo, lo que la convierte en el único santuario cristiano del mundo no consagrado por manos humanas.

El santuario está relacionado con la “Línea de San Miguel”, una línea recta que conecta varios lugares de culto dedicados al Arcángel en Europa, desde Irlanda hasta Israel.

Y se cree que simboliza la espada de San Miguel protegiendo la cristiandad.

¿Y cómo surgió este santuario?

Un día a finales de los años 400 un hombre rico llamado Elvio llegó a la boca de la cueva en busca de un toro que se había extraviado de su manada.

En ese momento la cueva era un santuario para un grupo de paganos sedientos de sangre y en guerra.

Y cuando Elvio encontró su toro estacionado en el umbral de la cueva, no quería que los paganos se enojaran.

Elvio trató de llevar al toro de regreso a la ladera, pero el toro permaneció. 

Se enfureció e intentó dispararle una flecha. 

Y en lugar de atravesar al toro, la flecha volvió sobre el arquero. 

Elvio no sabía cómo mover su toro y entonces buscó el consejo del obispo Lorenzo Maiorano de Siponto. 

El obispo Maiorano sospechó algo extraño, y ordenó 3 días de oración y penitencia. 

Al final del tercer día, San Miguel se apareció y declaró: “Yo soy el guardián de este lugar”. 

Entonces el obispo condujo a su rebaño en procesión para orar en la boca de la cueva, pero no se atrevieron a entrar en el lugar donde los paganos habían adorado a sus ídolos. 

Dos años más tarde, el reino fue atacado por el rey pagano Odoacro, y el ejército católico sufrió una derrota casi total. 

Entonces Monseñor Maiorano condujo a su pueblo a 3 días de oración y penitencia. 

Y San Miguel se apareció de nuevo al santo obispo y le aseguró una ayuda sobrenatural si reunía al ejército católico para luchar contra los paganos. 

Durante el enfrentamiento que siguió, se desató una tormenta donde cayó granizo y arena del cielo, y esto asustó tanto a los paganos que se retiraron lo más rápido que pudieron. 

Por segunda vez, el obispo encabezó una procesión hasta el umbral de la cueva para agradecer a San Miguel, pero no llegaron a entrar por miedo a los paganos. 

Pero el Papa de la época, cuando se enteró de las apariciones de San Miguel, quien había revelado que era el “guardián” de la cueva, ordenó al obispo Maiorano que entrara en la cueva y construyera una iglesia junto a ella. 

Y cuando el obispo Maiorano entró por primera vez en la cueva con la intención de consagrarla, se le apareció San Miguel y le dijo que no era necesario consagrar la cueva porque ya había sido santificada por su presencia angelical.

El espíritu de Miguel había saturado las paredes de roca y así santificado cada grieta. 

Además, el obispo encontró un altar envuelto en una tela roja majestuosa con una cruz de cristal brillante en él. 

Ya en nuestro tiempo, el Psiquiatra Adam Blai, un experto en posesión demoníaca, en su obra “La guía católica de los milagros”, descubrió que la reliquia de la roca de la cueva puede ser una poderosa protección contra los demonios, las plagas y las enfermedades.

Y que si bien la roca no puede efectuar un exorcismo inmediato, puede actuar de manera similar a las reliquias de santos de primera clase que se usan comúnmente en los exorcismos. 

Por esto se han popularizado los relicarios que contienen un pequeño trozo de la roca de la Cueva del Arcángel Miguel.

Mientras que el Padre Pío enviaba a los poseídos a la cueva de San Miguel, para que cuando estuvieran dentro de las paredes de roca, bendecidas por el espíritu angelical de Miguel, los espíritus malignos que ocupaban sus cuerpos huyeran, y la gente fuera liberada de la posesión. 

Se cuenta el caso de una niña poseída que gritaba a todas horas.

La madre la llevó con el Padre Pío, con la esperanza de que el Padre Pío liberara a la niña.

El Padre Pío se encontró con la niña que aullaba lastimeramente frente a él y estaba siendo retenida con dificultad por algunos hombres. 

Ordenó: “¡Basta! ¡Basta!”.

La niña cayó al suelo como si estuviera durmiendo.

Entonces el Padre Pío instruyó a un médico para que llevara a la niña a la cueva de San Miguel, del santuario de Monte Sant’Angelo, donde se había aparecido San Miguel.

Nadie pudo acercarla al altar del Arcángel. 

Pero un monje colocó su mano en la niña y con la otra tocó el altar. 

La niña se desplomó en el suelo.

Y minutos después se levantó como si nada hubiera pasado y le preguntó a su madre: “¿Me podrías comprar un helado?”. 

El grupo volvió con el Padre Pío para agradecerle por haberles dicho que fueran al altar de San Miguel. 

Y aquí hay otra perlita. El Padre Pío advirtió a la madre de la niña: “Dile a tu marido que no maldiga más, de lo contrario el demonio volverá”. 

Bueeeno, hasta aquí el por qué la Cueva del Arcángel Miguel en el Monte Gargano es un lugar exorcista donde atiende el Arcángel en persona.

Y me gustaría preguntarte si los católicos que conoces creen que existen los exorcismos para expulsar a los demonios de personas poseídas o piensan que todo eso es una fantasía.

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