El satanismo ya es parte de nuestra cultura y ha entrado en la vida cotidiana

El demonio existe, es un ser creado y quiere la destrucción de nuestra alma y cuerpo desde ahora en la tierra.

Y para eso nos sugiere una filosofía de vida y una forma de comportarnos autodestructiva; personal y de nuestra civilización.

Pero muchas veces identificamos al satanismo, a los seguidores del demonio, con prácticas atroces.

Y eso es sólo una parte. 

Los valores del satanismo se han hecho hegemónicos en nuestras sociedades del siglo XXI, por la filosofía de vida que han logrado imponer.

Y por eso el caos, la confusión y la mentira que reina.

La absoluta mayoría de las personas que cultivan los valores satánicos dirán que ellos no tienen nada que ver con el satanismo.

Sin embargo aquí demostraremos que son los valores que impulsan los demonios y los que impulsan los líderes de lo que se llama el satanismo moderno, los que se han hecho hegemónicos en la sociedad, independiente si le rinden culto o no a una entidad llamada lucifer, satanás, baphomet o la que sea.

Hablaremos sobre la existencia del demonio, cuál es su actividad en la tierra, cuál es la filosofía de vida que quiere imponer, al igual que los satanistas modernos, y cómo Dios tiene el control sobre ellos y los usa para sus fines.

Nuestra cultura se ha transformado en satánica sin que nos diéramos cuenta.

Porque primero perdimos la noción de que Dios existe.

Para luego enfrentarnos a Él persiguiendo a los que dan testimonio de su existencia, los cristianos.

Incluso la Iglesia, que se suponía era el baluarte contra satanás, ha bajado los brazos.

Los modernistas no creen en la existencia de satanás y lo dicen públicamente.

Y ya no se oyen homilías sobre el demonio, porque muchos curas no quieren que los tilden de anticuados y que creen en esas cosas medievales.

Sin embargo la Biblia, el Catecismo, los Padres de la Iglesia y los santos, y la experiencia de los exorcistas, muestran claramente la existencia real del demonio como un ser creado.

No es una representación simbólica del mal, existe realmente y trabaja para nuestra perdición.

Lucifer era el más hermoso y el más inteligente de los ángeles creados por Dios.

Pero cuando comprendió que debía rebajarse y servir a la más pequeña de las criaturas creadas por Dios, al hombre, se rebeló junto a otros ángeles pertenecientes a los diferentes coros celestiales.    

Fue derrotado bajo el liderazgo del Arcángel Miguel, un ángel de los coros inferiores.

Y fue arrojado del cielo junto con el tercio de los ángeles que le siguieron y así se convirtieron en demonios.

Por lo tanto tienen las mismas cualidades que los ángeles, pero carecen de luz.

Los demonios son seres espirituales, no están sujetos a la debilidad y necesidades de un cuerpo físico, son sólo inteligencia pura.

Y están perdidos en la mentira de su orgullo que les hace pensar que son más grandes que Dios.

En los exorcismos proclaman que son más fuertes que Dios, y que Dios no puede hacer nada contra ellos. 

Su lucha es para mostrarle a Dios que está equivocado y que su plan de salvación es rechazado por los hombres, porque prefieren una vida demoníaca.

Pero aún Dios los controla y por eso no hacen todo el mal que podrían hacer.

Dios les da permiso para actuar en el mundo limitadamente, para purificar nuestra alma.

Porque a veces, la única forma de hacerlo es sometiéndonos a pruebas.

Por eso siempre hay una razón para los males demoníacos que sufre una víctima. 

Y si encontramos esta razón, esa puerta que tenemos abierta al demonio, y cambiamos nuestro comportamiento, entonces Dios nos librará de su maldad.

En los casos más extremos será por exorcismos, también se puede hacer por oraciones de liberación o simplemente convirtiéndonos más plenamente a Dios. 

Y la puerta que tenemos abierta puede ser la falta de perdón, un pecado, una adhesión a una práctica oculta, etc., hay que buscarla.

¿Y cuál es la acción de los demonios en la tierra?

La acción de los demonios se ejerce a través del engaño, la mentira y la confusión.

Tratan de persuadir a los hombres de que no necesitan a Dios, que pueden ser felices sin Dios.

Entonces eliminan el sentido del pecado invirtiendo los criterios de la moralidad a través de la tentación.

Trabajan para instaurar un mundo donde reine el relativismo y para convencernos que la libertad consiste en hacer lo que queremos.

Excitan nuestra imaginación, lujuria, lógica utópica, impulsándonos a relaciones sociales desordenadas, a experiencias sensuales licenciosas, y a prácticas ocultas. 

Y entonces pecamos. Y cada pecado lleva al que lo comete a ponerse bajo la influencia satánica, quien tratará de reafirmarlo en el pecado.

Hoy en la cultura de nuestro mundo predominan estos valores, que son los proclamados por el satanismo moderno, que fue sintetizado por Anton LaVey en 1969, en la fatídica década de los 60.

Es una versión soft de la realmente pesada adoración directa al demonio que practican las élites pedosatanistas que gobiernan el planeta.

Pero son precisamente los valores que predominan en el mundo hoy.

El satanismo moderno es un culto a la propia persona. 

Pero aunque este satanismo tiene sus ritos, sus fiestas especiales y sus misas negras, eso no ha prendido en la población, sino que han prendido sus valores.  

LaVey fundó la iglesia de satán y escribió la biblia satánica.

Y no propugna un culto a una entidad demoníaca, sino que propugna el ego y el individualismo.

Cada persona es su propio dios y debe creer en él. 

Porque sostiene que satanás está en uno mismo, es la encarnación de los instintos carnales del hombre y la afirmación de su voluntad.

Por ejemplo define que satanás representa la complacencia, en lugar de la abstinencia.

Representa la existencia material, en lugar de promesas espirituales poco realistas.

Representa la bondad en lugar del amor desperdiciado, la venganza en lugar de poner la otra mejilla.

Considera al hombre como otro animal, que gracias a sus creencias espirituales y su desarrollo intelectual, se ha convertido en el más vicioso de todos los animales.

Satanás representa cualquier cosa que pueda llamarse pecado y que pueda conducir a la gratificación mental, física y emocional.

Y siempre será el mejor amigo que hayas conocido, según LaVey.

Anton LaVey inventó este satanismo para ocultar a las poderosas élites que nos gobiernan.

Y hoy estos valores son los que dominan el mundo.

Él no propone practicar sacrificios o rendir culto a un dios diabólico, por lo menos públicamente, sino anteponer el ego, pensar por uno mismo y dejarse llevar por las pasiones desordenadas y gratificantes en lo inmediato. 

Estos valores son los que han llevado al mundo al caos, y a los hombres a la desesperanza y a la insatisfacción.

Porque el demonio no quiere nuestra real paz y felicidad, sino que nos ofrece bienes falsificados, en lugar de lo que Nuestro Señor está tratando de otorgarnos.  

Dios nos ofrece la gloria si lo seguimos. 

Y satanás también lo hace, pero su gloria es sólo de este mundo, que se desvanece y termina en miseria y desilusión. 

Esto es lo que deben tener claro los cristianos, para poder soportar la presión del mundo dominado por los valores satánicos 

Debemos confiar en el poder y la fuerza concedidos por Nuestro Señor.

Que nos permite pisar serpientes, elevarnos por encima de nuestros sufrimientos y perseverar en busca de santidad contra todos los obstáculos.

No debemos olvidar que realmente Dios tiene sujeto a satanás y lo usa para que volvamos más plenamente a Él. 

Nunca nos deja solos frente al enemigo. 

Y si en alguna ocasión te viene la preocupación de estar solo ante la adversidad, ten por seguro que es una tentación de satanás. 

En resumen, satanás existe, y negar su existencia es encontrarse impotente ante sus ataques, que la mayoría de las veces son tentaciones.

Y nuestra cultura se ha transformado cada vez más en satánica.

Pero no porque se practiquen sacrificios y misas negras.

Sino porque ha asumido los valores satánicos de que el hombre es un dios, que no necesita de otro dios por encima de él y que debe gratificarse con todo lo que le hace feliz en lo inmediato.

Sin preocuparse de lo que es pecaminoso o no a los ojos de Dios.

Ni de las consecuencias que tendrá después en su vida la falta de abstención de algunas cosas.

La intención del maligno es mostrarle a Dios que los seres humanos prefieren el estilo de vida que él propone en lugar que el de Dios.

Sin embargo Dios sabe lo que hace, Él tiene dominio sobre el maligno y lo usa.

Lo deja actuar limitadamente sobre nosotros para exponernos a pruebas que nos purifiquen.

Pero esas pruebas no son mayores de las que podemos soportar.

La forma de defendernos del demonio es volver nuestra mirada a Dios, confiar en Él, considerando que quiere lo mejor para cada ser humano ya aquí en la tierra, y que por eso reprueba algunas conductas, porque nos hacen mal.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre que nuestra cultura ha adoptado los valores satánicos y por eso el caos, la confusión y la mentira que hoy predomina en el mundo.

Y me gustaría preguntarte qué cosas satánicas detectas entre tus amigos y tu familia.

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