En qué circunstancias lo hace y qué nos quiere comunicar.

Hoy la tierra está arrasada por el materialismo, sobre todo occidente.

Para muchos son incomprensibles los fenómenos sobrenaturales.

Esto también sucede dentro de la Iglesia, con obispos y sacerdotes más preocupados por los problemas materiales de las personas en la tierra, que por mirar al cielo.

Hemos perdido la sensibilidad para ver y sentir las manifestaciones sobrenaturales en la tierra, que nos abren una ventana al cielo.

Y un ejemplo claro son los aromas celestiales, que usa el cielo para comunicarse con los seres vivos.

Porque al no ser sensibles a ellos perdemos nuestra capacidad de captar muchas cosas que nos quiere comunicar Dios.

Aquí hablaremos sobre cómo Dios se comunica con nosotros a través de los aromas del cielo, en qué circunstancias lo hace y que nos quiere comunicar.

San Pedro Damián, Doctor de la Iglesia, atribuye a los aromas sobrenaturales, la función de anunciar las alegrías celestiales.

Pero tienen muchas otras funciones en la práctica católica.

Estos aromas nos dan respuestas a preguntas que hacemos, nos señalan la presencia de alguien del cielo entre nosotros, y si estamos en un lugar verdaderamente sagrado.

Nos indican la santidad de las personas y son como una ventana al más allá cuando las personas hacen el pasaje.

En primer lugar, quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte y se les ha mostrado el cielo, hablan de los aromas del cielo.

Cuyo registro es imposible de definir, pero que quienes los huelen, saben que son tan agradables que no son de este mundo.

La característica típica que los une es que tienen una tonalidad dulce y suavísima.

Los aromas son vehículos de mensajes muchas veces en la Biblia.

Por ejemplo, María Magdalena tomó una libra de ungüento muy costoso, ungió los pies de Jesús, y secó los pies con sus cabellos, justo cuando estaba a punto de ir a Jerusalén para la crucifixión.

El Cantar de los Cantares está lleno de referencias a aceites, aromas y perfumes.

A los que se asigna siempre cualidades de arrepentimiento, fe, devoción, amor, paz, valor, etc.

Y San Pablo habla muchas veces del buen olor de Cristo.

Médicos y enfermeras dicen que sienten estos aromas cuando muchas personas van a irse de esta vida.

Y hablan de que los aromas del cielo penetran en la tierra, cuando el velo entre los mundos se abre.

Por ejemplo un médico dice que en varios casos, mientras sostenía las manos de un moribundo, sintió el calor de su alma pasar por su mejilla cuando abandonaba su cuerpo

Y sopló una brisa inexplicablemente fresca en la habitación y una fragancia bellísima, que le informó que el velo se estaba abriendo para permitir que su alma pasara.

Incluso en varios casos pudo ver con sus ojos a los pacientes deslizarse hacia el otro mundo y sentir a Jesús del otro lado acogiendo a la persona.

Y ha vislumbrado colores y vistas impresionantes y escuchado sonidos más hermosos que cualquier cosa que haya experimentado en este mundo ordinario. 

También los aromas nos informan sobre la presencia de familiares muertos.

A veces los familiares pueden sentir el aroma al perfume que usaba el difunto, el tabaco que fumaba o el olor a la comida que le gustaba.  

Pero cuando el aroma es nauseabundo nos informa sobre la presencia de seres malignos.

En casi todas las infestaciones de casas se manifiestan esos feos aromas, que se atribuyen al olor del infierno. 

Los aromas celestiales muestran el amor milagroso de Dios trabajando en el mundo. 

Muchas veces los ángeles se manifiestan a través de aromas.

Y todo esto sucede sin que haya flores cerca.

También los aromas agradables son percibidos en los lugares de apariciones marianas.

Y los videntes dicen que en el momento de percibir esas deliciosas fragancias es cuando Nuestra Señora se hace presente.

Hay casos típicos como en las apariciones de Conyers a Nancy Fowler, o las actuales de Medjugorje, donde la presencia de La Santísima Virgen se anuncia por aromas.

Pero quizás el caso más impresionante sean las apariciones de Laus, en el siglo XVII, en la zona alpina de Francia, las más largas de la historia, porque duraron 54 años.

Nuestra Señora le dijo Benedicta Rencurel que el lugar exacto donde quería que su Hijo fuese adorado se le revelaría por el «buen olor».

Así ocurrió y desde entonces las apariciones impregnaron la zona con misteriosos e intensos perfumes, que llegan hasta el día de hoy.

También sucede con algunas imágenes de improviso, especialmente con las de la Rosa Mystica.

Estas imágenes pueden lagrimar, producir escarchas y también aromas celestiales.

Y esas manifestaciones tienen un mensaje para discernir.  

Pero la manifestación más popular de una presencia celestial por sus aromas, es cuando se reza el rosario.

Si es en grupo lo pueden sentir todos o a veces una sóla persona.

Y cuando lo registra una sola persona, generalmente es más que el testimonio de la presencia de Nuestra Señora, tiene un mensaje o una respuesta para esa persona.

Estos deliciosos aromas también son signos de curación, aparecen a veces como señal de que la persona está curada.

Y también está lo que se llama el olor a santidad.

La santidad es a la vez oculta y visible, y una de las fuentes de la visibilidad es el perfume que emana de los que están en ese camino.

Ellos no pueden evitarlo porque es parte del resplandor divino que Dios quiere que se vea.

Los olores de la santidad pueden proporcionar al alma una infusión directa de gozo y gracia divina.

Y son considerados como un anticipo del cielo.

Pero no se trata de la prueba de su santidad sino un signo adicional, para que prestemos atención.

Este olor a santidad a veces sale de personas vivas y de las heridas que tienen, por ejemplo los estigmas.

Los estigmas de la pasión de Cristo del Padre Pío, de San Francisco de Asís, de María Esperanza y de casi todos los estigmatizados despedían ese olor a santidad.

Y las vendas que los cubrían también, conservado luego de mucho tiempo e incluso luego de lavarlas.

También ese olor sale de los objetos que se sabe que han utilizado durante su vida.

Y de las reliquias que tocaron los cuerpos de santos y sus propios cuerpos luego de ser exhumados.

La duración del fenómeno se extiende desde algunos minutos hasta varios años y, en casos raros, a varios siglos.

A un creyente cuyo cuerpo exhala un perfume anormal, antes o después de la muerte, se le llama «santo miroblita».

Y a lo largo de los siglos se han declarado más de 500 casos, entre ellos los de santos y santas muy conocidos: Santa Rosa de Lima, Santa Teresa de Ávila, San Martín de Porres, etc.

Santa Gemma Galgani y Santa Ludivina de Schiedam despedían tal deliciosa fragancia de sus cuerpos, que algunos creían que usaban coquetos perfumes, cuando no era así.

Cuando se abrió el féretro de Santo Domingo de Guzmán, se levantó una ola de tan delicada fragancia, que no solamente parecía estar perfumado el sepulcro, sino todo el recinto.

Y no solamente lo exhalaban los huesos o el polvo del cuerpo o el féretro, sino también las manos de aquellos frailes que tocaban cualquier cosa de éstas.

Pasó con San Policarpo del siglo primero, que cuando fue quemado en la hoguera su cuerpo despedía esa deliciosa fragancia en lugar de olor a carne quemada. 

Y cuando San Huberto expiró, se extendió por toda Bretaña un olor tan dulce que parecía que Dios había juntado todas las flores de la primavera.

Y un caso especial es el del Padre Pío.

Los compañeros de convento decían que su cuerpo despedía el delicioso aroma de santidad cuando pasaba.

De sus estigmas brotaban esos olores, lo que muchas veces se acrecentaba cuando celebraba misa.

Pero también se comunicaba a distancia con sus hijos espirituales a través del olor.

Podemos hablar que sus aromas se bilocaban.

Cuando sus hijos espirituales olían ese perfume sabían que el Padre Pío les quería decir algo, podía ser una señal de que estaba haciendo las cosas bien o una amonestación.

También podía ser la respuesta a una pregunta o simplemente su presencia para darle confianza o un llamado para que fuera a verle.

En resumen, el cielo se hace presente en la tierra a través de sus aromas.

Nos dan respuestas a preguntas que hacemos, nos señalan la presencia de alguien del cielo entre nosotros, y si estamos en un lugar verdaderamente sagrado.

Nos indican la santidad de las personas y son como una ventana al más allá cuando las personas hacen el pasaje.

Y también son un código para la comunicación como los usaba el Padre Pío para mandarle mensajes a sus hijos espirituales.

Por todo esto es importante que seamos sensibles para percibir los aromas celestiales y para discernir su mensaje.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre el uso que hace el cielo de los aromas, para comunicarse con nosotros en la Tierra.

Y me gustaría preguntarte si has sentido estos aromas celestiales y de santidad, y en qué circunstancias los oliste.  

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