Las Gracias que obtienes cuando Dios demora en contestar tus oraciones.

Las cosas importantes en la vida, las realmente relevantes, vienen lentamente, con el tiempo.

Dios nos hace esperar. Generalmente no contesta enseguida lo que pedimos.

Por eso el cristianismo es la religión de la espera.

Esperamos nuestra vida definitiva junto a Dios. Esperamos vivir de la mejor manera para llegar al cielo. Y que nuestro pasaje a la otra vida sea sereno.

Pero también esperamos de Dios Su guía y Su providencia en la vida, por eso le pedimos cosas que nos son difíciles de obtener.

Y Él quiere que le pidamos y quiere proveernos. 

¿Pero por qué no podría ser más inmediata la provisión?

Aquí hablaremos sobre las razones por las que Dios nos hace esperar, te daremos 7 razones básicas; de qué formas te suele responder para que puedas reconocer Sus respuestas, y cómo debes esperar la contestación.

Todo el tiempo estamos esperando que nos lleguen las cosas que deseamos.

Todos esperamos algo todos los días. Cosas grandes o cosas chicas. 

Por ejemplo, que se caliente el agua cuando vamos a hacer un café.

O cuando estamos haciendo cola para hacer algún trámite.

Pero también hay espera en las cosas más grandes. 

Podemos esperar por un trabajo, un ascenso, conocer al hombre o a la mujer correcta, por un hijo, etc.

La espera siempre es una cruz. 

Y en general no consideramos útiles las esperas, nos sentimos insatisfechos.

Porque no nos gusta hacer colas, las luces rojas de los semáforos, el invierno, esperar a alguien en una cita.

Siempre estamos apurados para dar el paso siguiente.

Y con la espera, Dios nos frena, nos tranquiliza.

Pero debemos tener la seguridad de que Él responde. 

La escritura es muy clara sobre la escucha y la contestación de las oraciones de parte de Dios.

Todas las oraciones llegan al cielo

Y si no se contestan de inmediato, no se olvidan, y en algún momento serán contestadas.

Por lo tanto no hay que desesperar si la contestación no llega en el momento en que nosotros la queremos y de la manera que la concebimos.

Dios tiene sus tiempos y conoce mejor que nosotros nuestros tiempos y nuestras necesidades.

La escritura enseña con claridad que las oraciones son contestadas.

En la 1ª carta de Juan 5: 14 dice que “si pedimos algo de acuerdo con Su voluntad Él nos oye”.

Y en la 1ª carta de Pedro 3: 12 dice que los ojos del Señor están sobre los justos y sus oídos están abiertos a su oración.

Cada uno de los cristianos puede citar innumerables historias de personas curadas, favores concedidos, relaciones restauradas, perdones recibidos, etc.

Dios contesta de manera diferente a cada pedido y en su tiempo, por lo que el único que puede comprender esto es el que pidió en oración.

Y si no se ora y se pide, y si no se es justo – o sea que se tiene fe y se está en gracia de Dios -, entonces la probabilidad de que Dios responda es menor.

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Dios responde de diversas maneras, por lo que debemos estar atentos porque su respuesta quizás no tenga el formato que esperamos.

Una forma de respuesta de Dios es decir sí al pedido y entregarlo de la manera en que se pidió.

Otra es que nos diga sí al pedido, pero nosotros no estamos prestando atención y no reconocemos la contestación, porque tenemos una idea predeterminada de cómo será la respuesta y entonces la perdemos.

Otra es decir sí pero dar un sustituto, algo diferente a lo que la persona tenía en mente, pero reconocible.

Otra es decir sí pero excederse y dar más de lo que uno pedía y esperaba.

La otra es un sí parcial, dónde da una parte de lo pedido y la otra parte queda en suspenso y se puede cumplir o no en el futuro.

tamos pidiendo es bueno para nosotros.

Otra respuesta es directamente el no, porque eso no me conviene; y el tiempo nos aclarará porque no nos conviene.

Otra respuesta es “espera no ha llegado el momento, estoy preparando el escenario para responderte sí”.

Otra es darte algo que no considerabas, porque es una gracia no relacionada con lo que esperabas, pero te llena tanto como si hubieras recibido el regalo por el que oraste.

Y finalmente hay otra forma de respuesta que es darte algo por lo que ni siquiera pensaste orar, pero que alguna vez imaginaste tener, y que hace obsoleto lo que pedías.

Por lo tanto es fundamental estar atentos siempre a variantes de la respuesta a nuestro pedido. 

Estas libertades que se toma Dios nos deben hacer recordar que Él no es un mayordomo o una máquina expendedora que contesta automáticamente lo que nosotros pedimos.

Por lo tanto debemos someter a su voluntad cada pedido que hagamos, porque Él sabe mejor lo que es bueno para nosotros.

Y recuerda que no te hace esperar en vano, porque Él está más interesado en tu trayecto que en que llegues a esa meta.

Él no quiere privarte sino cambiarte y la espera es una forma en que te va cambiando.

La Biblia muestra una sucesión de esperas, que en general concluyen en que Dios responde a su tiempo.

Y no nos pide que esperemos sin Él, sino que Él nos acompaña en la espera.

Aquí hay 7 razones por las que Dios nos hace esperar.

1 – La espera purifica, refina y reenfoca nuestros deseos y motivos.

A veces queremos algo equivocado. Y a veces queremos algo correcto pero por las razones equivocadas.

La espera saca lo mejor de las personas, porque les da tiempo para ver algo más en el objeto que están esperando.

Te revela los verdaderos motivos de tu corazón.

2 – Con la espera Él te está fortaleciendo espiritualmente.

A veces el Señor nos hace esperar para que estemos listos para manejar lo que Él nos va a dar, porque es más complejo de lo que imaginamos.

Muchas veces pedimos las cosas correctas, pero no estamos preparados para sacarles el provecho y podemos desperdiciar el regalo.

3 – La espera nos ayuda a crecer en la virtud de la paciencia.

La paciencia en la espera de pequeñas cosas conduce a tener paciencia en las cosas más grandes.

La carencia ayuda a valorar más lo deseado y eso se logra con la espera paciente y el discernimiento de lo que pedimos.

Y la cruz de la espera es la forma que Dios tiene para fortalecer nuestra capacidad de amar, tanto a Él, como a nosotros mismos, como a las personas que nos rodean.

4 – Esperar genera mejor valoración de lo que queremos

En general valoramos más las cosas por las que esperamos más, que las que obtenemos inmediatamente.

Cuando una persona ansía por ejemplo tener su propia casa, cuando está viviendo con familiares, cambia su perspectiva cuando la obtiene.

En el momento de obtenerla la valora mucho más que si la hubiera tenido inmediatamente.

5 – La espera nos transforma. 

Dios hizo pasar 40 años en el desierto a Moisés y al pueblo israelita antes que los llevara a la Tierra prometida.

En ese tiempo Dios transformó a este hombre que era de carácter impetuoso y que incluso había matado a otra persona.

La espera transforma nuestro carácter, lima nuestras aristas, nos vuelve más humildes.

Y también más sabios, porque en el tiempo en que esperamos hemos reflexionado y discernido el objeto que buscábamos y hemos aprendido más sobre él.

6 – Esperar construye nuestra dependencia de Dios, que Él quiere.

Si esperamos por Dios y dependemos de Él, el tiempo nos llevará a comprobar si lo que estamos buscando es una emoción pasajera o algo que tiene un cimiento real.

7 – La espera es para nuestra santificación.

Por lo general cuanto más esperas más te transformarás espiritualmente y más te apegarás a Dios y a sus promesas.

Te ayudará a madurar la confianza en Él, porque te da lo mejor en el momento que corresponde y no lo que tú quieres por razones desordenadas.

Esto lo vivimos por la inversa, cuando le damos gracias a Dios porque no nos concedió en un determinado momento algo que le pedíamos.

Pasado el tiempo hemos podido comprobar que hubiera sido un desastre para nosotros si nos lo hubiera concedido.

Eso es un padre bueno que te hace esperar y en esa espera te hace una persona más apegada a Él, o sea que te santifica.

¿Y cómo debemos esperar?  

Debemos orar y estar tranquilos.

No debemos desesperarnos sino esperarlo pacientemente.

Reconocer la espera como una oportunidad, que viene por el lado de reflexionar sobre las distintas aristas de lo que pedimos.

Debemos tener el coraje que implica siempre aguantar la ausencia.

Resistir a caer en depresión porque no se consigue lo que se busca.

No desesperarnos.

Debemos esperar activamente, mirar al Señor permaneciendo alertas y atentos a los mensajes que nos puede dar.

Vivir la esperanza que nos protege de la desesperación.

Debemos saber en nuestro corazón que el Señor cumplirá.

Tener conciencia de quién es el Dios del que esperamos.

Debemos desarrollar el sentimiento de que hemos puesto nuestros problemas, en las manos del ser más importante del universo.

Que él nos ama y que nos ha prometido su protección y guía. Y sobre todo darnos lo necesario para vivir.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las razones por las que Dios demora en contestar nuestros pedidos, cómo identificar sus respuestas a lo que le pedimos y cómo esperar la contestación. 

Y me gustaría preguntarte si te ha sucedido o no, que Dios no te concedió algo que querías mucho en su momento, y que pasado el tiempo te diste cuenta que hubiera sido un desastre si te lo hubiera concedido.

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