Qué cosas nos puede revelar, cómo lo hace y como pedirle que lo haga.

Dios no es una divinidad ausente, Él se comunica con nosotros permanentemente.

Y esa comunicación es de doble vía. Él se nos manifiesta, nosotros le preguntamos, Él nos contesta.

Y por este diálogo podemos conocer cosas que sólo Dios conoce, sobre nuestra vida, la vida de otros o sobre Él mismo.

Algunos piensan que sólo algunos pocos elegidos pueden obtener el conocimiento que nos da Dios.

Pero no es así.

Si bien los que se han consagrado a Él llegan a tener una revelación más fluida, todos los cristianos pueden acceder a ese conocimiento, lo cual es realmente un privilegio.

Aquí hablaremos sobre qué conocimiento da Dios a sus fieles seguidores, en qué circunstancias lo da más fluidamente y cómo podemos hacer para que Él nos revele cosas sobre las que tenemos un interés especial.

Probablemente hayas visto que cuando un sacerdote sanador carismático está en acción, suele decir que le llegó el conocimiento de que en la sala hay una persona que por ejemplo tiene problemas en los riñones, o que tiene artritis y no puede arrodillarse, o cualquier otra enfermedad.

Entonces la persona se identifica, él le impone las manos y la asamblea reza por su sanación.

Y generalmente los resultados son espectaculares, hemos hecho un video sobre los curas sanadores que te recomiendo mirar. https://youtu.be/_n2DGuJHsuI Los Curas Sanadores [la sanación por la gracia del Espíritu Santo].

La historia reciente nos ha mostrado grandes curas sanadores que tenían el don de conocimiento, como el canadiense padre Emiliano Tardif, el padre Jaime Kelly en Venezuela o el Padre Ignacio Peries en Rosario, Argentina.   

¿Y cómo obtuvieron estos sacerdotes la información de que una persona presente tenía tal dolencia y necesitaba oración para sanar?

Dios directamente les dio ese conocimiento, lo que se identifica como carisma o don de conocimiento o de ciencia.

Porque Dios comparte el conocimiento de hechos que sucedieron en el pasado o que están sucediendo en el presente y también en el futuro, con quien se lo pide si lo va a usar para los fines correctos.

E incluso hasta puede suceder que Dios revele algo sin habérselo pedido, para que realice una acción al respecto.

Se trata de un conocimiento que estos curas adquieren de manera sobrenatural, más allá de toda posibilidad humana.

Un conocimiento que envía el Espíritu Santo, para poner luz sobre un asunto.

No es un conocimiento mundano que pudieron aprender en una universidad o en el seminario, sino un conocimiento infundido, que ninguna alma puede adquirir por sí misma.

De esta forma Dios les revela y comunica la raíz de un problema o la causa de una atadura, el diagnóstico de una lesión o el conocimiento de una sanación que se está produciendo.

Incluso puede revelar el estado de ánimo de una persona o el plan que tiene sobre la persona en algún aspecto de su vida.

También les permite conocer los secretos del corazón de otra persona, que sucedió con esa persona en algún momento del pasado, o les revela sus pensamientos secretos, o sus intenciones.

Un caso típico de este carisma de conocimiento es el don de leer las almas, que a menudo se ha dado a los sacerdotes, para que puedan guiar mejor a los penitentes en la confesión.

Este don permitía por ejemplo al Padre Pío y a muchos otros más que lo poseyeron, saber lo que realmente había en el alma del penitente, para ayudarles en el trabajo en el confesionario.

Por ejemplo el Padre Pío podía decirle al penitente los pecados que no había confesado, o recriminarle que no había cumplido una promesa, sin que ninguna persona se lo hubiera dicho.

Es el conocimiento que exhibía San Juan María Vianney cuando le decía a sus colaboradores que fueran a buscar a tal persona, que en este momento estaba haciendo tal cosa en tal lugar, porque él quería confesarla, y sus colaboradores se sorprendían que era así.

Pero esto no sucede solamente a los sacerdotes, los laicos también son capaces de obtener el don de conocimiento.

Tenemos un ejemplo reciente de una mujer en EE.UU. que fue adoptada en 1966, y a pesar que vivió rodeada de amor por sus padres adoptivos, creció obsesionada con sus orígenes.

En 1993, Deanna se reencontró con su madre biológica, con quien se mantuvo en contacto hasta su muerte en 2013, pero nunca quiso darle información sobre su padre, solamente le dijo que era de ascendencia griega.  

A partir del 2011 Deanna comenzó a orar para que se le revelara el nombre de su padre biológico. 

Y durante varios momentos sintió fuertemente el nombre Gus, ella dice que fue como un susurro.

Más tarde, en 2014, Deanna encontró a un familiar de su madre biológica a quien le hizo la pregunta sobre su padre y le respondió: «Mi memoria ya no es lo que era, pero creo que se llamaba Gus».

Deanna había tenido la confirmación infusa de su nombre, pero su búsqueda fue infructuosa durante los siguientes ocho años.

Y durante la pandemia, en una reunión por zoom de su congregación, orando sobre este punto, una mujer de origen griego dijo que preguntaría a su primo.

Y resultó que providencialmente su primo conocía a una tal Gus y le dijo que todavía está vivo y vivía en Richmond.

Es así como Deanna llegó hasta su padre Gus el 20 de mayo de 2022, tenía 91 años, nunca se había casado y no tenía otros hijos.

Y tenía problemas de salud debido a su avanzada edad, y necesitaba atención médica. 

Entonces Deanna se preocupó por la salud de su padre, lo evangelizó y él se convirtió, y Gus diría luego «nunca antes había tenido paz en mi vida, ahora conozco la paz y ya no estoy solo».  

¿Y cómo podemos hacer nosotros para tener conocimiento infuso sobre algún tema? 

Si pretendemos obtener este don de conocimiento, lo primero que debemos saber es que está relacionado con la fe, no se adquiere por la razón sino que es la fe la que sienta las bases de este don.

Su fundamento es el Santo Temor al Señor, que mueve a la persona a tener una profunda reverencia por Dios.

Cualquier cristiano que crea en el poder del Espíritu Santo, que viva unido a Él, que lo invoque y le pida este don para un fin bueno, puede tener la palabra de conocimiento.

Incluso el padre De Grandis llega a decir, que toda persona que haya recibido el Bautismo en el Espíritu, tiene en sí este Carisma.

Un medio excelente para adquirir el don de ciencia es dedicarse mucho a la pureza de corazón, velar cuidadosamente sobre su interior, darse cuenta de todos sus desórdenes y esforzarse por corregirlos.

Leer frecuentemente la Biblia, concurrir a misa y a la eucaristía, y a la adoración al Santísimo Sacramento.

Y luego pedirlo, aunque a veces Dios se adelanta y nos da un conocimiento sobre algo por lo que estábamos preocupados.

El conocimiento infuso sobre un tema llega a nosotros en un clima de oración y unión con Dios, en la mente, en la imaginación o en el espíritu.

Y de ordinario después de haberlo pedido al Espíritu Santo.

Se distingue de las ideas propias porque llega después de la oración, cuando no han irrumpido en la mente las consideraciones propias.

Llega en forma infusa porque aparece en nosotros sin previa reflexión de manera consciente.

Y la persona sólo tiene la certeza de que es así y no de otra forma.

Y además tendrá la impresión de que hasta no manifestarlo no sentirá la paz del Señor.

Puede materializarse como una idea clara que llega a la mente y que en la medida en que la vamos trabajando, van apareciendo otros detalles adicionales.

Otras veces se manifiesta como una palabra que martillea la mente, por ejemplo, soledad, la soledad podría ser la causa del problema de una persona por la que estemos intercediendo.

Pero puede manifestarse también en la mente como una visión, una imagen de un lugar, persona, cosa o animal.

De modo que puede llegar a través de muchas formas por el sentir, el ver, el oler, el oír.

Y la forma física puede ser a través de una foto que llega a nuestra mente, de un sueño, de una voz audible, o un sentimiento interno o un aroma. 

Y en el caso que se esté intercediendo por una persona, hay que preguntar a la persona qué significa para ella esa imagen o visión, qué relación puede tener con su vida.

Generalmente este don se manifiesta en los llamados a orar por otros, como los ministerios de sanación e intercesión, para conocer el origen de los males físicos o interiores de la persona por la que se ora.

También es otorgado cuando se está aconsejando, profetizando, reflexionando.

Un predicador conoce, por ejemplo, por este don lo que debe decir a su auditorio y lo que puede pedirle, lo que Dios obra en él y lo que debe poner de su parte para cooperar con Dios en sus objetivos.

Y también se manifiesta cuando uno mismo tiene problemas que no puede superar, y ora para preguntar a Dios, una y otra vez, qué es lo que tiene que hacer o qué es lo que tiene que pensar sobre una persona o un tema.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los aspectos prácticos de cómo podemos llegar a conocer cosas que sólo Dios conoce.

Y me gustaría preguntarte si ha llegado a tu mente conocimiento de cosas que no podrías haber sabido si no fuera que Dios te informó.

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