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Diferencias entre los patriarcados de Moscú y Constantinopla.

 

El cristianismo oriental ortodoxo siempre ha estado fragmentado, lo que tiene sus ventajas porque puede centrar mejor las decisiones sobre pequeños territorios, pero dificulta la unidad de acción entre los cristianos.  

 

metropolitan hilarion

 

Ahora resulta que el Metropolita ruso Hilarion pone condiciones al diálogo teológico. Como telón de fondo, están las diatribas entre los ortodoxos de Moscú y Constantinopla.

Si el diálogo ecuménico-teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas oscila desde hace años entre pequeños pasos y largas fases de estancamiento, ahora parece cada vez más claro que lo que frena el encuentro son, “in primis”, las reservas y divisiones dentro de las filas ortodoxas.

La enésima prueba de ello la dio el Metropolita ruso Hilarion de Volokolamsk, líder del departamento que se ocupa de las relaciones eclesiales del Patriarcado de Moscú. En una reciente entrevista a la agencia KNA, el alto representante de la Ortodoxia rusa expresó netamente su insatisfacción ante el “modus operandi” de la Comisión mixta de diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas, el órgano bilateral de alto nivel que en los últimos años ha tratado de encontrar un un elemento contemporizador católico-ortodoxo en cuanto a la cuestión del primado y del ejercicio de la autoridad en la Iglesia.

Justamente Hilarion representa en esa comisión mixta las instancias del potente Patriarcado de Moscú. Por este motivo sus palabras resuenan como un distanciamiento. «Nos equivocamos», dijo entre otras cosas Hilarion,

«cuando tratamos de representar las tradiciones teológicas de nuestras Iglesias como si se acercaran al máximo nivel».

Además, subrayó que el diálogo teológico no debe esconder sino definir con claridad las diferencias que existen entre ambas confesiones cristianas.

Las declaraciones de Hilarion confirman una vez más que la Comisión mixta de diálogo teológico cuenta muy poco en Moscú. Ya en la primera reunión dedicada al tema del primado y de la autoridad en la Iglesia, que se llevó a cabo en Ravenna en 2007, los representantes rusos abandonaron las sesiones de trabajo como protesta por la decisión del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla de invitar en la delegación ortodoxa incluso a algunos representantes de la Iglesia de Estonia, que salieron de la jurisdicción de Moscú tras la caída de la URSS.

En noviembre del año pasado, en París, otra reunión del comité de la Comisión casi acabó en el vacío, debido a que los representantes del Patriarcado de Moscú se negaron a suscribir un texto que afrontaba, con un enfoque más teológico y menos histórico-eclesiástico, la cuestión del primado.

Las travesías actuales del diálogo teológico son, en buena medida, un efecto colateral de los conflictos que desde siempre han caracterizado las filas ortodoxas.

El Patriarcado de Moscú, política y numéricamente preponderante, propone obstinadamente a los católicos una alianza sobre las batallas éticas y también ha manifestado poco interés por la vía teológica del diálogo con la Iglesia de Roma.

En el ámbito de lo teológico-doctrinal, el líder de la Ortodoxia se debate en un juego de fuerza con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, y el que “dicta las reglas” es el Metropolita Iohannis Zizioulas, a quien muchos consideran como el mayor teólogo cristiano de nuesto tiempo.

Según los rusos, el Patriarca Ecuménico Bartolomeo I querría consolidarse como un “Papa” ortodoxo, asumiendo poderes jurisdiccionales que son ajenos a la concepción eclesiológica del Oriente cristiano. Y todo esto mientras la superpotencia rusa vuelve a encender pusliones “imperiales” en el Patriarcado moscovita.

De cualquier manera, incluso los forcejeos dentro del mundo ortodoxo tendrán que hacer las cuentas con la nueva época que se ha instalado en la Iglesia católica del Pontificado de Papa Francisco.

Bartolomeo I, con un notable gesto simbólico, participó en el inicio del ministerio del nuevo obispo de Roma y lo invitó a Jerusalén para repetir el abrazo en el que se unieron hace cincuenta años Pablo VI y el Patriarca Atenágoras.

Pero incluso en el frente ruso, el “modus operandi” del actual sucesor de Pedro podría desencadenar mayores desconfianzas. Los rusos no han dejado pasar desapercibidas las palabras que Papa Bergoglio dedicó a su mayor genio literario, durante la entrevista que concedió al volver de Río de Janeiro:

«Cuando se lee a Dostoyevski», afirmó Francisco, «se percibe cuál es el alma rusa, el alma oriental. Es una cosa que nos hará mucho bien. Necesitamos esta renovación, este aire fresco del Oriente, esta luz del Oriente».

Con su “sensus Ecclesiae” y su apabullante ardor apostólico, el Papa que suele definirse como obispo de Roma podría encontrar una nueva forma de dirigirse al corazón de los hermanos cristianos del Oriente.

Se podría incluso volver a situar en el terreno adecuado la cuestión de la precedencia del primado, sugiriendo a todos que la única vía para la unidad es abrazar, como hermanos, la misión que Cristo confió a su Iglesia.

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

 

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