La doctrina del infierno es un obstáculo para la creencia en Dios de una parte cada vez mayor de católicos.

No pueden comprender el estado de condenación eterna en el infierno.

Creen que un Dios bueno no permitiría que alguien experimente estos tormentos eternos.

Por lo tanto la pena permanente del infierno se hace incompatible – a sus ojos – con un Dios justo.

Sin embargo la escritura hace descripciones específicas del infierno como: “lugar de tormento” (Lucas 16:28), “fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12), “tinieblas de afuera” (Mateo 8:12) y “destrucción eterna” (2 Tesalonicenses 1: 9).
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Y Jesús usa la representación terrible del infierno como un estado “donde el gusano no muere y el fuego nunca se apaga”  (Marcos 9:48).

Los padres de la Iglesia y la Iglesia primitiva creían en el infierno y en la condenación eterna en el infierno.

Ya el Símbolo Quicumque, que es una de las primera profesiones de fe, dice “los que obraron bien, irán a la vida eterna, los que mal, al fuego eterno”.

Sin embargo hoy vemos un revisionismo de estas doctrinas actuando de forma subterránea.

Y veremos que esto causa el desorden moral que vemos.

Se dicen en privado no en público, para evitar que sean tildados públicamente de herejes.

La herejía central de esto se llama universalismo, que pregona que todos los hombres serán salvados, y que fue condenada por la Iglesia desde los primeros siglos.

Sin embargo ahora está reapareciendo en el menú de herejías del modernismo, bajo la forma de semi universalismo que dice que si bien el infierno existe, está vacío.

El Derecho Canónico (y el Catecismo citando el derecho canónico) definen la herejía como una de dos cosas:
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«Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma…» [Can. 751].

Si niegas o dudas, obstinadamente, cualquier verdad que es una creencia requerida, entonces eres culpable de herejía.

Concretamente Denzinger informa la condena del universalismo en el Concilio del año 543:
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“411 Can. 9. Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema”.

O sea que está condenando directamente como herejía la idea de que no existe el infierno

La “chicana” de afirmar que el infierno está vacío no cambia nada, porque hace que el infierno no cumpla la función de castigo eterno a los impíos; por lo tanto es también una herejía.

Y lo es también decir “espero o tengo la esperanza que esté vacío”, porque no es una duda pasajera o un sentimiento de incertidumbre, sino una opción definitiva que considera que un dogma de fe tal vez sea falso.

  

QUE ES EL INFIERNO

Para los católicos el infierno es dogma de fe. El Catecismo de la Iglesia Católica dice:

“1035: La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad.

Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, “el fuego eterno”.

La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira”.

De modo que es requisito de la fe católica asentir que el infierno existe.

El infierno no es sólo para apóstatas y asesinos, sino que incluye bautizados, incluso sacerdotes y obispos.

Santos y místicos que han sido llevados al infierno han visto estas realidades, aquí están unos pocos casos de todos los artículos que hemos publicado sobre el infierno:

No hay místicos que digan que el infierno no existe o está vacío.

Hay una realidad, Jesús habló del infierno más que nadie. Y la Biblia está llena de menciones sobre el infierno.

De modo que el problema no está en la misericordia de Jesús sino en cómo nosotros entendemos su doctrina.

Hemos sido hechizados actualmente por el cuento de hadas de que todo el mundo va a vivir feliz por siempre, se haya arrepentido o no.

Ese es un deseo ingenuo que no se compadece con lo que Jesús nos transmitió.

Dios estás suplicando “Ven a mí, Ven a mí” antes de cerrar la puerta del infierno.

La revelación divina nos dice claramente y sin vueltas que la consecuencia del pecado mortal es ser separado de Dios. Y si morimos en ese estado, la separación va a ser eterna.

En el mundo actual la intención de evitar el pecado puede parecer difícil para nosotros, pero Dios nos ofrece a todos su gracia.

Él nos permite tener fe, ser obedientes a Él y resistir la tentación.

Pero aun así debemos tener cuidado y no presumir de la gracia.

  

EL MISMO INDIVIDUO SE CONDENA

En 1 Timoteo 2: 4 leemos que Dios quiere que todos los hombres estén con Él en el cielo.

Pero los seres humanos tienen el libre albedrío de decir no.

Dios respeta nuestras decisiones y no actúa en contra de nuestra voluntad.

En 2 Corintios 5: 10 se dice,

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba el bien o el mal, de acuerdo con lo que ha hecho en el cuerpo” [en su vida terrenal]

Por lo tanto cuando estemos ante el tribunal del juicio de Dios tendremos dos opciones.

Si nos hemos comportado como Dios nos ha pedido, tendremos la entrada en el estado de felicidad eterna conviviendo con la presencia de Dios para siempre.

Estas personas han tenido fe y han sido obedientes a Dios durante su vida, por lo tanto obtuvieron la gracia del cielo.

Pero otros eligieron vivir separados de Dios porque rechazaron su amor, se negaron a tener fe y fueron impenitentes.

Entonces Dios no hace más que concederle una continuación de la vida que eligieron.

De modo que cada uno obtiene en la vida eterna lo que eligió en su vida en la tierra.

Por lo tanto el infierno es el resultado de que las personas rechazan libremente a Dios y su amor.

No podemos pensar que porque Dios es misericordioso no va a permitir que nos condenemos, aunque tengamos fe, porque si persistimos en nuestros pecados mortales nuestra fe va a ser muy imperfecta.

Por eso Dios nos exhorta alejarnos de nuestros pecados y arrepentirnos y por eso nos da el sacramento de la confesión.

Si no existiera el pecado mortal, si no existiera el peligro de perderse y el infierno, no tiene sentido la confesión y el perdón de los pecados.

Ahora, mientras vivamos, es el tiempo de la gracia del arrepentimiento, de la conversión y de la misericordia.

Porque después de muertos será el momento de la justicia.

Jesús no enseñó que el infierno no existe o está vacío y sus Apóstoles y Profetas durante los siglos tampoco lo han hecho.

Lamentablemente la herejía del universalismo, que pregona que todos serán salvos, está haciendo caer a muchas almas.

Es consecuencia de la doctrina, muy en boga hoy, del hiper misericordismo, o sea que Dios es tan bueno que hasta no permite que nos hagamos mal nosotros mismos.

  

EL INFIERNO NO ESTÁ VACÍO

El infierno no tiene una pequeña población. Además de los demonios hay muchos seres humanos allí.

¿Cómo alguien puede afirmar que el infierno está vacío luego de leer este pasaje?

“Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡que estrecha la entrada y que angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.” (Mateo 7: 13-14)

La escritura está llena de pasajes que describen los pecados particulares que impiden ir al cielo.

“¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios.” (1 Corintios 6: 9-10). 

No podría estar vacío porque algunas personas practican permanentemente estos pecados hasta que mueren.

No podemos esperar que el infierno este vacío porque iría en contra de las enseñanzas de las escrituras de que muchas personas no serán salvadas.

En el Evangelio de Lucas, se le pregunta a Jesús:

“Señor, ¿serán pocos los que son salvos?”.

Él responde diciendo:

“Esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán” (Lucas 13: 23-24).

Lo mismo se indica en otra parte de los Evangelios, como cuando Jesús nos dice que en el último día:

“Muchos me dirán aquel Día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”

Y entonces les declararé: “¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!” (Mateo 7: 22-23).

De nuevo, nada de esto es hipotético. Jesús dice,

“Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” (Mateo 8: 11-12).

  

EL ABSURDO DEL UNIVERSALISMO

El universalismo es la creencia de que todos serán salvos con el tiempo.
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El universalismo ya ha sido condenado por la iglesia como herético.

Y han nacido versiones como neo o semi universalistas que dicen, que si bien no pueden afirmar que el infierno este vacío, tienen la confianza de que esté vacío o que nadie sea condenado eternamente.

Éstos últimos no afirman que todos se salvarán, intentando no contagiarse del juicio de herejía que tiene el universalismo.

Pero usan un recurso lingüístico para decir la misma herejía.

De la misma forma que aquellos que dicen que el infierno existe pero está vacío.

Porque si está vacío no cumple ninguna función y es lo mismo que no exista. Es simplemente una trampa para atrapar incautos.

Es bíblica y lógicamente insostenible. Y de hecho niega las enseñanzas del cristianismo.

Estas personas no creen que alguien que muere en pecado mortal se merezca el infierno.

Dicen que incluso en el último momento Dios – con su misericordia – llevará al pecador al arrepentimiento y salvar del infierno.

Esto significa que entonces en la Biblia habría una cantidad de advertencias para la salvación que son vacías, porque Dios nunca permitiría que nadie cumpla las condiciones requeridas.

Y por lo tanto la Biblia está mintiéndonos al desinformarnos.

  

CONDENA AL UNIVERSALISMO

El universalismo y el semi universalismo son sostenidos por algunos protestantes y algunos católicos liberales de lo que se puede llamar la corriente modernista, a la que San Pío X catalogó como la síntesis de todas las herejías.

Su argumento para zafar de la condenación eterna es que el castigo eterno es incoherente con un Dios de amor y misericordioso que desea que todos se salven.

Es un ejemplo de cómo doctrinas que fueron condenadas en los primeros siglos hacen su reaparición nuevamente, cuando la pérdida de fe avanza.

El más notorio universalista de los primeros siglos fue Orígenes. En el siglo II y III.

El castigo del infierno según Orígenes no era punitivo sino correctivo.

Habló de la reconciliación final de satanás, los demonios y todos los hombres con Dios, luego de un período de sufrimiento.

El universalismo fue condenado por la iglesia en los Sínodos de Alejandría, Chipre y Roma y en los Concilios ecuménicos de Constantinopla en el año 543.

Concretamente Denzinger informa la condena en los Concilios del 543:

“411 Can. 9. Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema”.

Como vimos arriba la condena de herejía también alcanza a los que dicen que el infierno está vacío, porque es una mera “chicana”.

Hoy nuevamente en el siglo XXI está resurgiendo montado sobre la actitud predominante en occidente que no se debe juzgar a ninguna persona, idea o religión.

O sea sobre la base de un pensamiento típicamente laicista.

El teólogo más influyente del último siglo que promovió el universalismo fue Karl Barth, que es considerado el padre del nuevo modernismo y murió en 1968.

La doctrina del universalismo es muy amplia en el sentido de las diversas maneras para llegar al cielo.

Algunos dicen que después de un período de limpieza Dios liberará a los habitantes del infierno y los reconciliará con Él. O sea que es una especie de purgatorio no infierno.

Otros dicen que luego de la muerte, las personas tendrán una nueva oportunidad de elegir a Dios.

Y otros dicen sencillamente que todos van al cielo después de muertos.

Pero hay suficientes enseñanza de Jesucristo en la Biblia que aquellos que rechazan a Jesucristo como Salvador pasan la eternidad en el infierno después que mueran.

Por ejemplo se puede encontrar en Mateo 10: 28, Mateo 23: 33, Mateo 25; 46, Juan 3: 36.

El Lucas 16 vemos la parábola de Epulón y Lázaro.

Allí Abraham dice que:

Hay un gran abismo entre nosotros [los justos] y vosotros [los injustos], de manera que quienes quieran pasar de aquí allá o de allá aquí no pueden”

Pasajes cómo éste expresan la idea de que la oportunidad de arrepentirse se limita al período de la vida en la tierra y nada más.

Es por esto que los apóstoles pusieron tanto énfasis en la salvación, porque hay pocos años útiles para salvarse.

Pablo dice que para los incrédulos no existe ninguna esperanza después de la muerte y son ejemplos de esto son 2 colosenses 6: 1,2, 1 Tesalonicenses 4: 13.

Pero los universalistas no consideran que haya moralidades dignas de ser castigadas.

Y es más, tanto los buenos como los malos reciben el mismo tratamiento.

  

UNIVERSALISMO EMOCIONAL BARATO BASADO EN EL HIPERMISERICORDISMO DE DIOS

Lo que se oye decir en los bancos de algunas parroquias y por algunos sacerdotes en privado, es que el infierno eterno no existe porque Dios jamás le haría daño a alguien.

Presentan a Dios como un Papá Noel que asiente cualquier cosa.

Este universalismo no es nada más que una esperanza ingenua o un deseo de que Dios no juzgue a los hombres por sus pecados.

Ellos retratan al amor de Dios como una actitud tolerante al extremo, o como una debilidad amigable, o una indiferencia al pecado, o una indulgencia que hace vista gorda.

Reducen el amor de Dios a un sentimiento cursi, similar a una emoción humana.

Sin contemplar que el amor y la justicia van juntos para Dios.

La escritura habla de la ira de Dios, por ejemplo en Juan 3: 36, Apocalipsis 6:17, 17.

Las enseñanzas de Jesús muestran la indignación divina contra el pecado.

De modo que el argumento del amor no sólo es ingenuo, sino insolente con la justicia de Dios.

Y en términos prácticos revela indiferencia frente a la maldad del mundo.

El universalista le llama error al pecado, no lo acepta como una rebelión contra Dios.

Dios ama tanto a los hombres – según el evangelio del hiper amor – que es capaz de dejar pasar cualquier pecado, aún contra el Espíritu Santo.

Pero si todos se salvan ¿porque la Biblia habla de salvados y condenados?

¿Porque distingue ovejas de cabritos, los elegidos de los no elegidos, los que están bajo la ira de Dios y los que no, la iglesia y el mundo?

Si son todos salvados entonces la Biblia es un libro lleno de contradicciones o mentiras.

  

EFECTOS NEFASTOS DEL UNIVERSALISMO

El universalismo niega la verdad de que no todos aceptarán la gracia de Dios y algunos no lo aceptarán.

Su lógica es ser permeable al espíritu de la época de no herir los sentimientos de nadie, lo que le lleva a falsificar el contenido de la Biblia.

Porque no hay ningún pasaje que siquiera sugiera que Dios es tan amoroso que impida que alguien vaya al infierno.

Esta quizá sea la más insidiosa de todas las cabezas que muestra el modernismo y sus efectos son catastróficos.

Piensa en esto:

¿Si todos son salvos, por qué molestarse en ir a la iglesia?
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¿Si todos son salvos y no existe el pecado mortal, porque ir a la confesión?
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¿Si todos son salvos porque evangelizar?
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Si todos son salvos no hay necesidad de obras de misericordia, de sacerdotes, iglesias o necesidad que la gente se convierta en santa.

  

LA DESAPARICIÓN DEL INFIERNO EXPLICA LA CRISIS MORAL ACTUAL

El aflojamiento de la preocupación por la ortodoxia en el pensamiento católico, ha llevado a un creciente número de intelectuales católicos a relativizar y hasta negar el infierno.

Y le genera un daño irreparable a la Iglesia, a las almas y a la sociedad entera.

Porque el infierno es fundamental para la estructura doctrinal de la Iglesia.

La enseñanza general de la Iglesia se derrumba si se quita el infierno de la estructura doctrinal.

Y esto ayuda a entender por qué hoy la Iglesia está en severa crisis y por qué tantas conductas desviadas en algunos los sacerdotes.

Como hemos visto hasta aquí, la existencia del infierno está claramente definida en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

Y realmente los que niegan el infierno encuentran poco espacio bíblico para fundamentar su negación.

Además numerosos Concilios han definido el infierno como un artículo de fe.

Lo mismo que los santos y padres y doctores de la Iglesia han expresado.

Y numerosas apariciones de la Virgen han mostrado a los videntes el infierno, para demostrar que existe.

El caso típico es el de las apariciones de Fátima, cuando Nuestra Señora llevó a los tres videntes al infierno el 13 de julio de 1917.

Si el infierno no existiera el pecado original tampoco.

Porque éste fue consecuencia de la caída de gracia del hombre, y el infierno fue el castigo para aquellos que mueren sin arrepentimiento.

Tampoco habría habido necesidad de encarnación del Hijo de Dios ni de redención si no hay infierno.

Porque los pecados no tendrían consecuencias y por lo tanto Jesucristo no hubiera necesitado hacerse hombre ni haber muerto terriblemente en la cruz.

Su muerte sería absurda e ilógica si no existiera el infierno, porque Cristo no hubiera tenido necesidad de salvar ni redimir a la humanidad.

¿Salvarla y redimirla de qué si el pecado no tiene consecuencias importantes?

Además si no hay infierno no puede existir un orden moral, porque la existencia del infierno es lo que diferencia las buenas acciones de las malas acciones.

Si no hay infierno el vicio y la virtud son opcionales.

Y en este punto es donde vemos la consecuencia fundamental de la negación del infierno en nuestra época.

No sólo se está desmoronando la moral en el mundo sino que eso está entrando también en la Iglesia.

Entonces nos encontramos con teólogos, obispos, cardenales y sacerdotes que no sólo han dejado de hablar de la existencia del infierno.

Sino que hasta ridiculizan su existencia incitando al rebaño a la incredulidad.

Y esto causa un daño irreparable al orden moral y a las almas.

Lo dicho también vale para aquellos que propugnan que el infierno está vacío.

Porque minimizan la seriedad del pecado y sus consecuencias eternas si nadie es enviado a allí.

El propósito de la Iglesia es guiarnos al cielo y salvar nuestras almas.

La misión de los pastores es ser nuestros guías.

Y la doctrina es la senda marcada por la que debemos transitar.

Si esto deja de funcionar así, toda la estructura de la Iglesia comienza a desmoronarse.

Y no tendría más sentido el llamado central de Jesucristo “arrepentíos porque el reino delos cielos está cerca”, Mateo 4: 17.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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