Dolorido por los “linchamientos” argentinos.
En una carta publicada por la prensa argentina, dirigida a los hermanos Rodolfo y Carlos Luna (dos humanistas que viven en Suecia), el Papa expresó su “dolor” por la muerte de un joven de 18 años hace algunos días en la ciudad de Rosario. Se llamaba David Moreira y fue linchado brutalmente el 22 de marzo en la calle por unas 50 personas que le acusaban de haber robado una cartera.
En una carta, expresó un enérgico rechazo a la violencia y a la justicia por mano propia. Quedó conmovido por la muerte del joven que había robado una cartera.
David Moreira fue golpeado a patadas y murió a los tres días. No tenía antecedentes policiales. Trabajaba entre ladrillos y suelas, como peón de albañil y en una fábrica de calzado. No le alcanzaba la plata. Estudió hasta donde pudo, segundo año de la secundaria, que es obligatoria hasta quinto.
«No era un marciano, era un muchacho de nuestro pueblo», escribió Francisco en su carta, inspirada en un David derrotado por Goliat.
«Me acordé de Jesús; ¿qué diría si estuviera de árbitro allí?: el que esté sin pecado que dé la primera patada».
Francisco se puso en la piel del chico que aparece en una foto desarticulado como un muñeco, sangrante como la víctima de una guerra, al lado de una moto que lo mira como un toro arrollador. Lo expresó así:
«Me dolía todo, me dolía el cuerpo del pibe, me dolía el corazón de los que pateaban».
«Pensé que a ese chico lo hicimos nosotros, creció entre nosotros, se educó entre nosotros. ¿Qué cosa falló?», preguntó el Papa.
Sin las respuestas, o quizás con todas, porque desde que conduce la Iglesia ha planteado que el delito no se combate con revanchas ni barrotes, sino con inclusión social, con una casa por familia, con comida, y sin sumisión a la «tiranía del dinero».
Este martes, en Callao y Posadas, Recoleta, un ladrón fue encerrado y golpeado hasta que intervino la policía. Otro motochorro fue liberado en Córdoba y un joven apareció con la cara deformada por los golpes en Posadas, Misiones. Los atacantes justifican su accionar en lo que consideran una «ausencia del Estado» ante la inseguridad.
Fuentes: Clarín, Signos de estos Tiempos