Recorre los puntos neurálgicos del actual pontificado.
Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, concedió una entrevista al periódico alemán «Koelner Stadt-Anzeiger» donde habló sobre los sacramentos a los divorciados, sobre el obispo de Limburgo acusado de despilfarro, sobre los dichos de Francisco y sobre el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe Gehrard Müller.
Las opiniones de Rodríguez Madariaga son importantes porque goza la de mayor confianza de Francisco, que lo nombró coordinador del grupo de los ocho cardenales consejeros (el C8), fue un puntal para su elección en el cónclave y los expertos lo señalan con una fuerte sintonía con Francisco.
Por lo tanto, sus expresiones son las más autorizadas oficialistas y permiten atisbar las líneas de mayor peso en la interna.
Lo más polémico que dijo, y que fue titulado en la mayoría de los medios es su referencia a Müller, el Prefecto para la Doctrina de la Fe, que en un artículo cerró la vía a cualquier apertura en relación con los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar, al respecto Maradiaga dijo:
«Creo que lo entiendo. Es un alemán, hay que decirlo, es sobre todo un profesor de teología alemán, en su mentalidad sólo existe lo verdadero y lo falso. Pero yo digo: mi hermano, el mundo no es así, tú deberías ser un poco más flexible, cuando escuchas otras voces. Y no solo escuchar y decir no».
El purpurado hondureño se dijo seguro de que Müller,
«llegará a comprender también otras posiciones», aunque ahora solo escuche «al grupo de sus consejeros».
Maradiaga habló sobre los desafíos de la Iglesia:
«Estoy profundamente convencido –dijo– de que estamos al principio de una nueva era en la Iglesia, como hace cincuenta años cuando Juan XXIII abrió la ventana para que entrara aire nuevo».
Refiriéndose a Francisco, explicó,
«está cerca de las personas, sin vivir en un trono sobre ellas sino viviendo entre ellas».
Y añadió:
«Es evidente que su llamado para una Iglesia pobre y su estilo de vida han sido siempre coherentes, tanto cuando era un jesuita, como cuando era arzobispo y ahora que es Papa».
Y la Iglesia, expresó,
«no está en manos del hombre, sino que es obra de Dios. Estoy seguro de que en marzo de 2013 Dios puso en juego su mano, puesto que, según los criterios humanos, otro se habría convertido en el Papa».
Al responder a una pregunta sobre los sacramentos a los divorciados que han contraido segundas nupcias, aclaró:
«La Iglesia debe seguir los mandamientos de Dios» y lo que Jesús «dice sobre el matrimonio: lo que Dios ha unido no puede ser separado por el hombre. Pero hay diferentes enfoques para aclarar esto. Después del fracaso de un matrimonio podríamos, por ejemplo, preguntarnos: ¿los esposos estaban verdaderamente unidos en Dios? Allí hay mucho espacio todavía para un examen profundo. Pero no se va hacia esa dirección cuando en la que mañana es blanco lo que hoy es negro».
Al hablar sobre el próximo Sínodo, el cardenal afirmó:
«Le pregunté al Papa por qué un nuevo Sínodo sobre la familia», después del de 1980 y después de la exhortación de Juan Pablo II “Familiaris consortio”.
«El Papa respondió: eso sucedía hace treinta años; hoy, para la mayor parte de las personas, la familia de entonces casi no existe. Tenemos separaciones, familias extendidas, muchas personas que crecen solas a sus hijos, maternidad en alquiler, matrimonios sin hijos, sin olvidar las uniones entre personas del mismo sexo. En 1980 estas cosas ni siquiera se veían en el horizonte».
«Todo esto exige respuestas para el mundo de hoy –continuó Maradiaga– y no es suficiente decir: para esto tenemos la doctrina tradicional. Obviamente la doctrina tradicional será mantenida», pero hay «desafíos pastorales» en cada época a los que no se puede responder con «el autoritarismo y el moralismo», porque esta «no es nueva evangelización».
Al hablar sobre las reformas de la Iglesia, Rodríguez Madariaga habló sobre la necesidad de crear una Congregación para los Laicos, que son «mayoría en el pueblo de Dios».
En cuanto a las resistencias internas contra la reforma el entrevistador le preguntó si un Papa de 77 años tiene tiempo suficiente para sacar adelante la reforma de la Iglesia.
«Creo, sobre todo –respondió el cardenal– que estamos en un punto del que no podemos volver. Por otra parte el Papa tiene una energía que me sorprende siempre. Antes del Cónclave hablábamos entre nosotros y me dijo: “ya presenté mi renuncia”» como obispo de Buenos Aires. «Después fue elegido Papa y desde entonces está como transformado…».
El cardenal también habló sobre la «masiva» oposición en su contra y en contra del Papa,
«Tal vez masiva –comentó–, pero no numerosa. La mayor parte de los católicos siguen al Papa, sus adversarios son personas que no conocen la realidad. Por ejemplo, hay círculos económicos estadounidenses que demuestran malhumor por las críticas al capitalismo» que aparecen en la “Evangelii gaudium”.
«Pero, ¿quién dijo que el capitalismo es perfecto? ¿Quién provocó las recientes crisis del mercado financiero? De seguro no fueron los pobres, sino la rica América rica y la rica Europa. Esta crisis no es un invento de la Teología de la liberación ni una consecuencia de la opción por los pobres. Los que no critican el capitalismo se equivocan. No es el Papa quien se equivoca. Por favor, dejen que lo critiquen y que se irriten… yo trato de seguir mi consciencia».
Al final, el cardenal habló sobre el obispo de Limburgo, Franz-Peter Tebartz-van Elst, acusado de gastos faraónicos (alrededor de 30 millones de euros) para la remodelación del obispado y de su residencia.
«Sufro por los católicos alemanes por el problema que hay ahí… Pero de este caso puede surgir incluso algo positivo». Y dijo esperar que en la «gestión eclesiástica se afirme esta consciencia: deberíamos cambiar un par de cosas entre nosotros, no solo en Limburgo».
Agregó que cree que el obispo Tebartz-van Elst no debería volver a la diócesis:
«Quien ha cometido un error debería reconocerlo para pedir perdón y buscarse otro lugar. Muchos fieles están heridos…».
«A las personas como el Papa o como yo que venimos de América Latina, les resulta difícil comprender. Obviamente sus estándares de vida son diferentes con respecto a los nuestros. Pero, a pesar de ello, mucho de lo que he escuchado no era necesario: una ducha y un inodoro. Con esto basta. De cualquier manera, es suficiente para la mayor parte de las personas. Y es suficiente para el Papa».
Fuentes: Agencias, Signos de estos Tiempos