Hay una Virgen María histórica que pintó San Lucas en varias advocaciones.

Su rostro también puede inferirse razonablemente del de Jesús estampado en la Sábana Santa.

Y hay otra Virgen María apareciendo en la Tierra, que parece adaptar su aspecto físico al de las etnias en las que se aparece.

Los ejemplos más típicos de esta transformación étnica son los de la Virgen de Guadalupe, con su apariencia mestiza de la cultura mexicana.

Y la Virgen de Kibeho de Ruanda, donde la imagen adquiere un aspecto negroide.

rostro de maria

Pero en realidad la Virgen María histórica era de lo que hoy podemos definir como raza caucásica.
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Entonces dedicamos este artículo a reseñar cómo se presenta o presentó en apariciones de Medjugorje, Garabandal, La Salette y a la vidente Luz de María.

Estos relatos exceden la mera descripción física, por lo que tiene un atractivo adicional.

  

ROSTRO DE LA VIRGEN MARÍA SEGÚN ESPECIALISTAS

La imagen razonablemente más creíble de la cara de Jesucristo está en la Sábana Santa de Turín.

Y un grupo de especialistas la tomaron como base para reproducir cuál probablemente fue la cara de la Santísima Virgen.

El criterio es que los hijos suelen parecerse a la madre y la madre a sus hijos, de acuerdo a leyes genéticas

El resultado es la imagen que encabeza este artículo que muestra el rostro ovalado de una joven, ojos oscuros y grandes, con cejas delgadas, nariz recta y labios carnosos.

La tradición dice que quién retrató por primera vez a la Virgen María fue el evangelista San Lucas, que era médico pintor y escultor.

La virgen se le habría aparecido a San Lucas con Jesús en brazos y además San Lucas también la pinto en forma natural.

Imágenes de la Edad Media y del Renacimiento representan al evangelista pintando a María con un ángel llevándole la mano.

También dice la tradición que la Virgen María dio su aprobación algunos de los cuadros de San Lucas sobre Ella.

Muchas pinturas y esculturas de la Virgen María reclaman que fueron realizadas por San Lucas.

Uno de ellas es el conocido como la Consolata de Turín, que es más bien un ícono.

En él se ve una mujer con la nariz alargada de forma similar a como muestra el experimento de los especialistas.

Este cuadro de la Consolata fue llevado por San Eusebio desde Tierra Santa hasta Turín a su amigo San Máximo en el año 354.

  

CÓMO ES LA VIRGEN MARÍA SE APARECE A LOS VIDENTES DE MEDJUGORJE

La descripción de la Virgen que se aparece en Medjugorje la obtuvo el Padre Janko Bubalo, un franciscano de la provincia de Herzegovina, que le hizo la misma pregunta a todos los videntes en cuestionarios que reunió en 1992.

La Virgen se presenta a los videntes de Medjugorje como de aproximadamente unos 165 cm de altura, más bien esbelta, de unos 60 kilos y de entre 18 y 20 años.

Siempre está de pie sobre una nubecita blanquecina.

Su cara es más bien ovalada, de color blanco y rojizo en los pómulos.

Sus labios son normales y tenues, rojizos.

Se le nota en la cara como una suavidad indescriptible, la sonrisa se nota como si fuera debajo de la piel.

Sus ojos son maravillosos, muy azules, normales o quizás un poco más grandes, pestañas delicadas sin ningún color especial. Las cejas son tenues, tiran más a negro.

Su nariz es pequeña y bonita, en armonía con la cara.

Lleva un vestido de mujer muy sencillo. En general gris, quizás de un color azul- grisáceo, que le cae libremente y le llega hasta la nubecita sobre que está de pie; se pierde en la nube.

Empieza en el principio de del cuello, se le ve su cuello, pero nada del pecho.

Las mangas le llegan hasta los puños. No tiene ceñida la cintura.

Las piernas de la Virgen siempre están cubiertas con el vestido.

Se ve su femineidad pero nada en particular.

Un velo blanco le cubre la cabeza, los hombros y todo el cuerpo en la espalda y ambos lados. Las orejas están cubiertas por el velo.

Le llega hasta la nubecita, igual que el vestido, cubriéndole su espalda y las partes laterales. Es muy parecido al vestido.

No tiene ningún tipo de adorno.

En la cabeza tiene corona de doce estrellas de color de oro-dorado.

Se le puede ver algo de su pelo arriba de su frente, bajo el velo, a la izquierda. Es de color moreno.

Normalmente nos mira a nosotros aunque a veces mira otra cosa, la que está indicando.

Sus brazos los tiene libres, relajadamente abiertos. Sus manos casi nunca juntas, a lo mejor alguna vez las tiene juntas  al rezar el Gloria

No gesticula, salvo si muestra algo.

Sus palmas normalmente están mirando relajadamente hacia arriba. Los dedos también están relajados.

Se le ven parcialmente las uñas que son de color natural, puras y blancas.

Su belleza es indescriptible, es algo celestial, es algo divino, algo que veremos apenas en el cielo y solamente hasta cierto punto.

  

CÓMO ES LA VIRGEN MARÍA QUE SE APARECIÓ EN GARABANDAL SEGÚN LA VIDENTE CONCHITA

Esta es la descripción que hace Conchita en su diario, complementada por entrevista que le realizó por la artista española Doña Isabel de Daganzo el 2 de julio de 1966, y por una entrevista en febrero de 1975 con miembros del personal de la Revista Garabandal.

La Santísima Virgen aparece con un vestido blanco, un manto azul y una corona de pequeñas estrellas doradas.

Sus pies no son visibles. Sus manos están abiertas con el escapulario en la muñeca derecha. El escapulario es marrón.

Su cabello es ondulado y dividido en el medio.

Ella tiene una cara de forma ovalada y su nariz es larga y delicada. Su boca es muy bonita con labios bastante carnosos.

El color de su rostro es oscuro pero más claro que el del ángel; es diferente.

Su voz es muy encantadora, una voz muy inusual que no puedo describir.

No hay mujer que se parezca a la Santísima Virgen en su voz o en cualquier otra cosa.

Su postura habitual era mirarnos con los brazos extendidos, pero también los movía.

Ella miraba a la gente y a veces sonreía, a veces más que en otras ocasiones.

Algunas veces ella se rió y sonrió, pero no podría explicar su risa. Nunca sabré cómo explicarlo.

Sus ojos eran oscuros, muy dulces y misericordiosos, más bien grandes.

Parece como si ella no estuviera mirando nuestras caras o cuerpos sino nuestras almas.

Nunca me di cuenta si parpadeó, pero miraba de un lado a otro.

Su mirada es muy difícil de describir. Hace que uno la ame más y piense más de ella. Mirándola nos hace completamente felices, y ella nos mira aún más.

Cuando ella nos habla, nos mira directamente, pero cambiaba su mirada durante la conversación.

Su voz era muy dulce y armoniosa, se escucha a través de los oídos.

Sus palabras penetran el corazón; es como si ella pusiera su voz adentro. Mientras habla mueve sus labios como la gente, con sonido.

Ella hablaba con la voz más clara.

Nos besaba casi todos los días. En ambas mejillas. Le pregunté si podía besarla y, a veces, la besé sin preguntar.

Durante los éxtasis sentía una muy grandiosa paz y felicidad.

Y después de ver a la Virgen, era como salir del cielo (sin verlo) y me llenaba el deseo de amar los Corazones de Jesús y María y contarle a la gente acerca de ellos, porque esto es lo único que puede hacernos felices

Nuestra Señora nunca se veía triste, sino siempre alegre, su rostro parecía estar sonriendo incluso cuando ella no sonreía.

Se le podían ver los dientes mientras sonreía.

  

CÓMO ERA LA VIRGEN MARÍA QUE SE APARECIÓ EN LA SALETTE

Tomado de los comentarios de la vidente Melanie Calvat publicado en el libro Profecías de Nuestra Señora de La Salette, por el Abate Gouin.

La Santísima Virgen era muy alta y bien proporcionada; parecía tan leve que con un soplo se hubiera hecho mover; sin embargo, estaba inmóvil y bien colocada.

Su fisonomía era majestuosa, imponente, pero no era imponente como los señores del mundo. Imponía un temor respetuoso.

A la vez que su Majestad imponía respeto mezclado de amor atraía hacia sí, Su mirada era dulce y penetrante.

Sus ojos parecían hablar con los míos, pero la conversación nacía de un profundo y vivo sentimiento de amor a esta belleza cautivadora que me derretía.

La dulzura de su mirada, su aire de bondad incomprensible hacía comprender que Ella atraía a sí y quería darse.

El vestido de la Santísima Virgen era blanco plateado y muy brillante, no era material, sino que estaba compuesto de luz y de gloria, variante y centelleante.

En la tierra no existe expresión ni comparación adecuada.

La Santísima Virgen era muy bella y toda hecha de amor.

En su atavío, como en su persona, todo respiraba la majestad, el esplendor, la magnificencia de una Reina incomparable.

Era bella, blanca, inmaculada, cristalina, resplandeciente, celestial, fresca, nueva como una virgen; parecía que la palabra amor se escapaba de sus labios, plateados y purísimos.

Me parecía como una buena Madre, llena de bondad, de amabilidad, de amor para nosotros, de compasión, de misericordia.

La corona de rosas que tenía sobre la cabeza era tan bella, tan brillante que no nos podemos hacer una idea; las rosas, de diversos colores, no eran de la tierra.

Era una reunión de flores que rodeaban la cabeza de la Santísima Virgen en forma de corona; pero las rosas se transformaban o se sustituían; luego, del corazón de cada rosa salía una luz tan bella que cautivaba y hacía a las rosas de una belleza deslumbrante.

De la corona de rosas se elevaban como ramas de oro y una cantidad de otras florecitas mezcladas con brillantes.

El conjunto formaba una bellísima diadema, que brillaba más que nuestro Sol de la Tierra.

La Santísima Virgen llevaba una cruz muy hermosa colgada de su cuello.

Esta cruz parecía ser dorada, digo dorada por no decir una placa de oro; pues he visto a veces objetos dorados con diversos matices de oro, cosa que causaba a mis ojos un efecto mucho más bello que una simple placa de oro.

Sobre esta hermosa cruz tan brillante de luz había un Cristo, era nuestro Señor, con los brazos extendidos en la cruz.

Cerca de los dos extremos de la cruz, de un lado había un martillo, en el otro unas tenazas.

El Cristo era del color de la carne natural, pero brillaba con una gran claridad, y la luz que salía de todo su cuerpo parecía como dardos muy brillantes que me abrasaban el corazón con deseos de fundirme en Él.

A veces, el Cristo parecía estar muerto; tenía la cabeza inclinada y el cuerpo estaba como hundido, como para caerse si no hubiera estado sujeto por los clavos que le retenían en la cruz.

Sentía una viva compasión por Él.

Otras veces, el Cristo parecía vivo; tenía la cabeza erguida, los ojos abiertos y parecía estar en la cruz por su propia voluntad.

A veces parecía hablar, quería dar a entender que estaba en la cruz por nosotros.

La Santísima Virgen lloraba durante casi todo el tiempo que me habló.

Sus lágrimas se deslizaban, una a una lentamente, hasta cerca de sus rodillas; luego, como centellas de luz, desaparecían. Eran brillantes y llenas de amor.

Hubiera querido consolarla y que no llorase más. Pero me parecía que Ella tenía necesidad de mostrar sus lágrimas para dar a conocer mejor su amor olvidado por los hombres.

Las lágrimas de nuestra tierna Madre, lejos de disminuir su aire de Majestad, de Reina y Señora, parecían, por el contrario, embellecerla, hacerla más amable, más hermosa, más poderosa, más llena de amor, más maternal, más cautivadora, y yo hubiera querido beber sus lágrimas, que hacían saltar mi corazón de compasión y de amor.

La Santísima Virgen tenía un delantal amarillo. ¿Qué digo, amarillo? Tenía un delantal más brillante que muchos soles juntos.

No era de tela material, estaba hecho de gloria, y esta gloria era centelleante y de una belleza arrebatadora.

La Santísima Virgen tenía dos cadenas, una un poco más ancha que la otra.

En la más estrecha estaba colgada la cruz, de la que ya he hecho mención más arriba.

Estas cadenas (pues de alguna manera hay que llamarlas) eran como rayos de gloria de un gran resplandor variante y centelleante.

Los zapatos (por llamarlos de algún modo) eran blancos, pero un blanco brillante argénteo.

Había rosas alrededor. Estas rosas eran de una belleza deslumbrante, y del corazón de cada rosa salía una llamarada de luz muy bella y muy agradable a la vista.

En los zapatos había un broche de oro, no de oro de la tierra, sino del Paraíso.

La Santísima Virgen estaba rodeada de dos luces. La primera luz, muy cerca de la Santísima Virgen, llegaba hasta nosotros; brillaba con un resplandor muy hermoso y centelleante.

La segunda luz se extendía un poco más alrededor de la bella Señora y nosotros nos encontrábamos en ella; estaba inmóvil (es decir, no centelleaba), pero mucho más brillante que nuestro pobre sol de la tierra.

Todas estas lucen no hacían daño a los ojos y no cansaban la vista en absoluto.

Además de todas estas luces, de todo este esplendor, salían también grupos o haces de luces o rayos de luz del cuerpo de la Santísima Virgen, de sus vestidos y de todas partes.

La voz de la bella Señora era dulce; encantaba, cautivaba, alegraba el corazón; asentaba y allanaba todos los obstáculos, calmaba, suavizaba.

Los ojos de la Santísima Virgen, nuestra tierna Madre, no pueden describirse con lenguaje humano.

Los ojos de la augusta Señora parecían mil veces más bellos que los brillantes, los diamantes y las piedras preciosas más buscadas, brillaban como dos soles, eran dulces, la dulzura misma, claros como un espejo.

En sus ojos se veía el paraíso, arrebataban hacia Ella.

Parecía que Ella quería darse y atraer a sí. Cuanto más la miraba, más la quería ver; cuanto más la veía, más la amaba, y la amaba con todas mis fuerzas.

Cuando mis ojos se encontraban con los de la Madre de Dios y mía, experimentaba dentro de mí una feliz revolución de amor y una firme promesa de amarla y de derretirme de amor.

Al mirarnos, nuestros ojos se hablaban a su modo, y la amaba tanto que hubiera querido abrazarla en medio de sus ojos, que enternecían mi alma y parecían hechizarla y hacerla fundir con la suya.

Sus ojos me produjeron un dulce temblor en todo mi ser. Y yo temía hacer el menor movimiento que pudiera desagradarla por insignificante que fuera.

  

CÓMO ES FÍSICAMENTE LA VIRGEN MARÍA QUE SE LA APARECE A LA VIDENTE LUZ DE MARÍA

En un reportaje realizado a la vidente Luz de María por los Foros de la Virgen María le preguntamos cómo es físicamente la Santísima Virgen que se le aparece.

Aquí hay una descripción de Jesucristo y de la santísima Virgen

A mí se me presenta Nuestro Señor de una estatura de un metro noventa.

Su tez es bronceada, como mirar a una persona que ha estado al sol y su piel brilla con un color aceitunado.

Su cabello es castaño claro, bien claro pero no rubio y ondulado, con un largo que pasa la altura de los hombros. Su barba no se alarga más allá del perfil de su rostro.

Sus ojos guardan un color miel con un café un poco oscuro que hace que su mirada sea muy penetrante, guardando una simetría sin igual.

Yo digo que los ojos, tienen la forma de una almendra, adornados por unas cejas perfectas bordeando el contorno superior de sus ojos.

Siempre me llama la atención Su nariz pues es larga, pero a la vez no se sale de ninguna proporción, sino que le hace ver como lo que es, la perfección.

Sus labios son alargados. Su cuerpo es esbelto, y siempre le miro de túnica.

A Nuestra Madre puedo decir que la miro en toda Su hermosura, realzada en sus ojos, porque irradian luz como el mismo sol.

Su mirada es profunda, amorosa y a la vez escruta el corazón, el pensamiento, el sentimiento, todo.

Sus ojos son muy hermosos, color miel como Su Hijo, pero son más claros que el color de los ojos de Nuestro Señor.

La perfección de sus ojos capta de inmediato la atención, pues con ellos siento que habla. Poseen la forma almendrada.

La piel es como de porcelana, trigueña y reluciente, sus mejillas poseen un tono rosado.

Me parece que el escultor Divino extrajo de las rosas ese tono rosa que Nuestra Madre posee en sus mejillas.

Su boca es pequeña. Su cabello es castaño y onduladoAparenta tener unos 24 años.

Nuestra Madre viste de diferentes colores, me he dado cuenta que el color del vestido, es acorde al llamado que da para la humanidad.

En pocas ocasiones la he mirado vestir de negro pero cuando fue cuando han sucedido catástrofes.

Siempre lleva un manto sobre su túnica y una cinta que le ciñe a la cintura.

  

EL CARÁCTER DE LA VIRGEN MARÍA

La Virgen María es uno de los personajes más hermosos de la Biblia.

Que muestra más claramente la preferencia de Dios por la sencillez.

En primer lugar resalta su humildad, porque ella y su esposo José eran descendientes del Rey David y aún así demostraban humildad y no se vanagloriaban.

También era muy cuidadosa de las relaciones personales y afectos, lo que se ve en la visita apresurada a su prima Isabel cuando se enteró que estaba esperando un bebé.

No bien se llega la noticia sale hacia la casa de Isabel recorriendo más de 100 kilómetros. Y allí se queda 3 meses sirviéndola.

María demás era una mujer piadosa aún antes de haber recibido la noticia de la anunciación por parte del Ángel Gabriel.

Recordemos que a los 3 años fue llevada al templo para vivir ahí e instruirse, y durante toda la escritura se la ve como una judía respetuosa de las leyes.

El rol femenino de María como madre se ve claramente en toda la Biblia y especialmente cuando la crucifixión.

En que se quedó a los pies de la cruz a pesar del dolor y estuvo cuando el descendimiento de su hijo.

Se destaca también era una persona que buscaba llevar a los otros a la fe, de evangelizar.

Una demostración de esto fue que se quedó con los apóstoles orando a la espera del Espíritu Santo, como había prometido Jesús luego de ascender al Padre.

Como madre de Dios y concebida sin pecado seguramente no necesitaba la infusión del Espíritu Santo.

Pero aún así ella estuvo apoyando el nacimiento de la Iglesia en el cenáculo.

También otra característica de María fue su obediencia, que se hizo patente con la frase “hágase en mí según lo que has dicho”, como respuesta a la anunciación del Ángel Gabriel, que en realidad era una propuesta de Dios.

Esto demuestra su disponibilidad para obedecer los mandatos divinos.

Además era una mujer pensativa y reservada porque la propia Biblia dice que ella mantenía todas las cosas que veía en su corazón para meditarlas.

También otra virtud era la capacidad de perseverar al lado de su hijo, a pesar de las muchas pruebas que tuvo en la vida.

Y finalmente debemos rescatar su característica de modestia y acatamiento, porque aún siendo la Madre de Jesús, no uso esa cualidad para erigirse en líder de los Apóstoles luego de la ascensión de Jesús.

Ella siempre se mantuvo en segundo plano, obediente a las costumbres de la época y seguramente al plan que tenía Dios para ella.

Lo que habla también de su alto grado de discernimiento de la voluntad del Padre.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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