La crisis global es una excusa dijo Francisco.
El Papa se reunió con los participantes de la Conferencia de la FAO y recordó que la crisis económica es una «coartada» para olvidar a los necesitados.
El Papa comenzó hablando de la especial dificultad que atraviesa la situación mundial no sólo a causa de la crisis económica, sino también,
«por los problemas ligados a la seguridad, a demasiados conflictos abiertos, al cambio climático, a la conservación de la diversidad biológica. Todas estas son situaciones -ha dicho el Papa- que requieren un compromiso renovado de la FAO para hacer frente a los múltiples problemas del mundo agrícola y de cuantos viven y trabajan en zonas rurales».
Por los pobres «se puede y se debe hacer mucho más», y la comunidad internacional no puede esconderse en la «coartada» de la crisis económica global para seguir sin mantener las promesas a los más necesitados. Con su estilo sencillo, el Papa Francisco habló claramente sobre el problema durante el encuentro de esta mañana en el Vaticano con los participantes de la asamblea de la FAO.
El encuentro de la Organización de las Naciones Unidas (en curso hasta el próximo 22 de junio) reúne a los representantes de los países del mundo comprometidos en la lucha en contra del hambre en el mundo. Es un tema muy importante para el Pontífice argentino: apenas hace algunos días, en ocasión de la Jornada mundial del ambiente, había advertido que
«la comida que se tira es como si se robara de la mesa de los pobres».
Hoy por la mañana, Francisco no se limitó a un discurso circunstancial, sino que invitó a la comunidad internacional a asumir radicalmente las propias responsabilidades:
«Creo que el sentido de nuestro encuentro es el de compartir la idea de que se puede y se debe hacer algo más para dar vigor a la acción internacional en favor de los pobres, no sólo armados de buena voluntad o, lo que es peor, de promesas que a menudo no se han mantenido». «Tampoco se puede seguir aduciendo como coartada, la crisis global actual, de la que, por otro lado, no se podrá salir completamente hasta que no se consideren las situaciones y condiciones de vida a la luz de la dimensión de la persona humana y de su dignidad –añadió. La persona y la dignidad humana corren el riesgo de convertirse en una abstracción ante cuestiones como el uso de la fuerza, la guerra, la desnutrición, la marginación, la violación de las libertades fundamentales o la especulación financiera, que en este momento condiciona el precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando su destino primario».
En su discurso, pronunciado en español, el Papa denunció como un «escándalo» que exista una producción alimentaria que, a nivel global, sería suficiente para erradicar el hambre, mientras, por el contrario, «millones de personassiguen sufriendo y muriendo de hambre».
Es necesario encontrar formas para que «todos podamos beneficiarnos de los frutos de la tierra»; no es solo necesario
«evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano».
El Pontífice también volvió a denunciar (siguendo las huellas de Benedicto XVI) la «especulación financiera» como uno de los factores que hacer aumentar el precio de los alimentos,
«tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando su destino primario. Nuestro cometido consiste en proponer de nuevo, en el contexto internacional actual, la persona y la dignidad humana no como un simple reclamo, sino más bien como los pilares sobre los cuales construir reglas compartidas y estructuras que, superando el pragmatismo o el mero dato técnico, sean capaces de eliminar las divisiones y colmar las diferencias existentes».
Además señaló que la actual situación está «directamente relacionada con factores financieros y económicos», Bergoglio agregó que
«es también consecuencia de una crisis de convicciones y valores, incluidos los que son el fundamento de la vida internacional».
El papa destacó entonces la necesidad de que la comunidad internacional y la misma FAO emprendan una seria reconstrucción, como la iniciada por este organismo «para garantizar una gestión más funcional, transparente y ecuánime», y tomen «mayor conciencia de la responsabilidad de cada uno».
Fuentes: VIS, Vatican Insider, Signos de estos Tiempos