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Dios nos hace esperar, generalmente no contesta enseguida lo que pedimos.

Por eso el cristianismo es la religión de la espera.

Esperamos nuestra vida definitiva junto a Dios.

Esperamos vivir de la mejor manera para llegar al cielo.

Y que nuestro pasaje a la otra vida sea sereno.

Pero también esperamos de Dios su guía y su providencia en la vida, y su educación sobre lo que es mejor para nosotros.

¿Por qué todo no podría ser más inmediato?

Mira el video de reflexiones sobre este artículo, que está abajo.

Todo el tiempo estamos esperando que nos lleguen las cosas que deseamos.

Todos esperamos algo todos los días. Cosas grandes o cosas chicas. Por ejemplo que se caliente el agua cuando nos vamos a hacer un café.

O esperar cuando nos quedamos sin carga en el celular y tenemos que cargarlo,

O cuándo estamos en un comercio haciendo cola y no nos atienden.

Pero también hay cosas más grandes. Podemos esperar por un trabajo, un ascenso, conocer al hombre o a la mujer correcta.

O esperar que Dios nos revele que espera de nosotros.

O cosas más concretas como una curación, eliminar una tentación, reflotar una relación, tener un hijo.

La espera siempre es una cruz y la cuaresma es justamente la espera de la Semana Santa y de la Pascua, y además una preparación para esos eventos.

Pero en general no consideramos útiles las esperas, nos sentimos insatisfechos.

Porque no nos gusta hacer colas, las luces rojas, el invierno, esperar a alguien en una cita.

Ya que siempre estamos apurados para dar el paso siguiente.

Pero debemos tener la seguridad que Dios responde. 

  

LA SEGURIDAD QUE DIOS RESPONDE LAS ORACIONES

La escritura es muy clara sobre la escucha y la contestación de las oraciones de parte de Dios.

Todas las oraciones llegan al cielo y están archivadas allí.

Y si no se contestan de inmediato, no se olvidan y en algún momento serán contestadas.

Por lo tanto no hay que desesperar si la contestación no llega en el momento en que nosotros la queremos y de la manera que la concebimos.

Dios tiene sus tiempos y conoce mejor que nosotros nuestros tiempos y nuestras necesidades.

La escritura enseña con claridad que las oraciones son contestadas.

En Santiago 5: 16 dice que la oración de una persona justa es poderosa y efectiva.

En Juan 15: 17 se dice que “si permaneces en mí y mis palabras permanecen en ti, pide lo que deseas y se hará por ti”.

En la 1ª carta de Juan 3: 22 dice que recibimos de Él todo lo que pedimos porque mantenemos sus mandamientos y hacemos lo que a Él le agrada.

Y sigue agregando en 5: 14 que “si pedimos algo de acuerdo con su voluntad él nos oye”.

En la 1ª carta de Pedro 3: 12 dice que los ojos del Señor están sobre los justos y sus oídos están abiertos a su oración.

Y así podemos seguir con más menciones, como por ejemplo la oración de Elías para que Dios mandara fuego del cielo (2 Reyes 1: 12).

En la realidad cada uno de los cristianos puede citar innumerables historias de personas curadas, favores concedidos, relaciones restauradas, perdones recibidos, etc.

Sin embargo la mayoría de esta evidencia es personal y no es reproducible o medible con instrumentos estadísticos.

Porque Dios contesta de manera diferente a cada pedido y en su tiempo, por lo que el único que puede comprender esto es el que pidió en oración.

Además hay que tener en cuenta que Dios responde a la oración y especialmente a la oración de los justos.

Si no se ora y se pide, y si no se es justo – o sea que se tiene fe y se está en gracia de Dios -, entonces la probabilidad de que Dios responda es menor.

Dios responde de diversas maneras.

Una es decir sí al pedido y entregarlo de la manera en que se pidió.

Otra es decir sí al pedido, pero nosotros no estamos prestando atención y no reconocemos la contestación, porque tenemos una idea predeterminada de cómo será la respuesta.

Otra es decir sí pero dar un sustituto, algo diferente a lo que la persona tenía en mente, pero reconocible.

Otra es decir sí pero excederse y dar más de lo que uno pedía y esperaba.

La otra es un sí parcial, dónde se da una parte de lo pedido y la otra parte queda en suspenso y se puede cumplir o no en el futuro.

Otra forma es la dilación en la respuesta para llevarnos a reflexionar si lo que estamos pidiendo es bueno para nosotros.

Otra respuesta es directamente no, porque eso no me conviene; y el tiempo nos aclarará porque no nos conviene.

Otra respuesta es “espera no ha llegado el momento estoy preparando el escenario para responderte sí”.

Otra es darte algo que no considerabas, porque es una gracia no relacionada con lo que esperabas, pero te llena tanto como si hubieras recibido el regalo por el que oraste.

Y finalmente hay otra forma de respuesta que es darte algo por lo que ni siquiera pensaste orar, pero que alguna vez imaginaste tener.

Estás libertades que se toma Dios nos deben hacer recordar que Dios no es un mayordomo o una máquina expendedora que contesta automáticamente lo que nosotros pedimos.

Él no es un simple benefactor, sino nuestro creador que nos cuida para que recibamos lo mejor.

Por lo tanto debemos someter cada pedido que hagamos a su voluntad, porque Él sabe mejor lo que es bueno para nosotros.

La constante es la espera, Dios no entrega de inmediato las cosas pedidas en oración como por arte de magia.

Esta es una de las cosas que más nos molestan de Dios, que nos haga esperar cuando sentimos que necesitamos algo.

Pero Dios no te hace esperar en vano.

Él está más interesado en tu trayecto que en que llegues a esa meta.

Él no quiere privarte sino cambiarte y la espera es una forma en que te va cambiando.

La Biblia muestra una sucesión de esperas que en general concluyen en que Dios responde a su tiempo.

Y no nos pide que esperemos sin Él sino al contrario.

  

LA BIBLIA ES UNA LARGA HISTORIA DE ESPERAS

Las propias escrituras nos dicen que Dios es lento en hacer las cosas y que siempre tiene un plan y un propósito para cada cosa.

Pero como nosotros no vemos ni el plan ni el propósito, y no tenemos esa perspectiva, el resultado es que la espera se hace incomprensible.

Porque Dios no hace las cosas de acuerdo a nuestro  calendario.

Y a veces en nuestro desaliento podemos pensar que no está oyendo o no le interesa, o está enojado con nosotros.

María y Martha tuvieron esperar que Jesús viniera a curar a su hermano Lázaro.

Y cuando Jesús llega le recriminan que haya demorado.

La Biblia está llena de esperas; las de Noé, Abraham, Moisés, José, David, Daniel, incluso Jesús y Pablo.

Son comunes las historias de parejas en la Biblia que demoraron muchos años en tener hijos como Abraham y Sara también a Hannah la madre de Samuel.

Y también las esperas que tuvo David hasta que fueran hecho Rey.

Lo mismo el anciano Simeón, que había esperado toda la vida para ver al Mesías, y que cuando lo vio en el templo en brazos de sus padres, sintió que su misión de toda la vida estaba cumplida..

La demora es una de las cosas que signó a los primeros cristianos, que estaban preocupados porque el Señor no estaba regresando en la gloria como había prometido.

En la carta de Pedro 3:9 contesta que el Señor no demora su promesa sino que Él es paciente con cada uno, queriendo que ninguno perezca y que todos se arrepientan.

Y en el versículo 3:15 dice que su demora en la segunda venida es por nosotros, para nuestra salvación.

Los salmos también tienen variados cuentos sobre la espera por la guía del Señor, por liberación, por respuestas a la oración, por fortaleza, por el perdón.

De modo que en el judeocristianismo la espera es un ingrediente básico.

  

7 RAZONES POR LA QUE DIOS NOS HACE ESPERAR

Dios nos da el tiempo que necesitamos mediante la espera.

Él nos llama la atención haciéndonos esperar.

Porque si todo marcha bien y no hay sobresaltos tendemos a olvidar al Señor.

La incertidumbre nos lleva de vuelta a Él.

Nos esforzamos por escuchar su voz, por orar con más fuerza, por pedirle con más empeño, por alinear nuestros deseos con su lógica.

Y viéndolo así es un tiempo de preparación de Dios para alinearnos con su voluntad.

La espera es un reencuentro con Dios que se hace básicamente a través de la oración.

Y no necesariamente porque nos hayamos olvidado de rezar, sino porque Él quiere reavivar ese encuentro dándonos el aviso de la espera.

Dios no necesita nuestra oración, nosotros somos los que la necesitamos para lograr la comunión con Dios.

Y ese proceso de espera y oración es como un GPS los de orienta hacia Dios para transformarnos.

Veamos 7 razones por las que Dios nos hace esperar.

  

1 – LA ESPERA PURIFICA, REFINA Y REENFOCA NUESTROS DESEOS Y MOTIVOS

A veces queremos algo equivocado. Y a veces queremos algo correcto pero por las razones equivocadas.

La espera saca lo mejor de las personas porque les da tiempo para ver algo más en el objeto que están esperando.

Te revela los verdaderos motivos de tu corazón.

Y ahí aparecen los pecados y las desilusiones con nosotros mismos y con lo que no podemos lograr.

Esta forma de revelar nuestras emociones es un acto de gran misericordia de Dios.

Que en principio nos lleva a discernir el objeto que perseguimos y a ver los motivos reales por lo que lo hacemos.

Y nos puede llevar al arrepentimiento si son desordenados y pecaminosos.

  

2 – CON LA ESPERA ÉL TE ESTÁ FORTALECIENDO ESPIRITUALMENTE

A veces el Señor nos hace esperar para que estemos listos para manejar lo que Él nos va a dar.

O incluso lo que Él ha planeado para nuestro futuro.

Si nos concediera inmediatamente lo que pedimos tal vez no tendríamos la oportunidad para profundizar en los motivos por los que lo pedimos.

Muchas veces pedimos las cosas correctas pero no estamos preparados para sacarles el provecho y podemos desperdiciar el regalo.

Por ejemplo una persona puede querer tener una pareja o tener un hijo.

Pero quizás la posibilidad de que fracase en esas dos cosas es alta si previamente no fue purificada para manejarlo.

  

3 – LA ESPERA NOS AYUDA A CRECER EN LA VIRTUD DE LA PACIENCIA

La paciencia en la espera de pequeñas cosas conduce a tener paciencia en las cosas más grandes.

Nos enseña a esperar e Dios.

En 1 Corintios 13:4 San Pablo dice que el amor es paciente.

Quiere significar que la cruz de la espera es la forma que Dios tiene para fortalecer nuestra capacidad de amar, tanto a Él, como a nosotros mismos, como a las personas que nos rodean.

Por eso dicen que el sufrimiento construye el carácter.

La carencia ayuda a valorar más lo deseado y eso se logra con la espera paciente y el discernimiento de lo que pedimos.

Y luego con lo que pensamos hacer cuando nos llegue.

Nuestras oraciones en general están orientadas a pedir a Dios que bendiga lo que pedimos y se apure en otorgárnoslo.

Pero cuando el objeto que pedimos no llega se nos plantea la duda sobre si Dios quiere realmente darnos ese objeto.

Entonces es una ocasión para que reflexionemos más a fondo sobre la pertinencia de lo que estamos pidiendo.

Pero quizá la espera no signifique un no de Dios sino simplemente “ten paciencia” llegará en su momento.

  

4 – ESPERAR GENERA ANTICIPACIÓN

En general valoramos más las cosas por las que esperamos más, que las que obtenemos inmediatamente.

Cuando una persona ansía por ejemplo tener su propia casa, cuando está viviendo con familiares, cambia tu perspectiva cuando la obtiene.

La ha estado soñando y desarrollando cada detalle en su mente.

En momento de obtenerla la valora mucho más que si la hubiera tenido inmediatamente.

Si supimos aprovechar espiritualmente este tiempo de espera vamos a estar mejor equipados para saber cómo hacer buen uso de la casa.

Porque en ese tiempo hemos estado elaborando las cosas que haremos allí y reflexionando los pro y los contra.

  

5 – LA ESPERA TRANSFORMA NUESTRO PERSONAJE

Dios hizo pasar 40 años en el desierto a Moisés y al pueblo israelita antes que los llevara a la Tierra prometida.

En ese tiempo Dios transformó a este hombre que era de carácter impetuoso y que incluso había matado a otra persona.

Así Dios le dio una segunda oportunidad y esta vez lo hizo de acuerdo a la manera de Dios y Dios le impuso sus tiempos.

La espera transforma nuestro carácter, lima nuestras aristas, nos vuelve más humildes.

Y también más sabios, porque en el tiempo en que esperamos hemos reflexionado y discernido el objeto que buscábamos y hemos aprendido más sobre él.

Pero sobre todo hemos experimentado cómo debemos discernir las cosas.

Hemos aprendido un método y aprendido que debajo de cada cosa hay muchas más variables que tenemos que considerar.

  

6 – ESPERAR CONSTRUYE DEPENDENCIA DE DIOS

Cuando estamos urgidos por algo nos volvemos emocionalmente frágiles y carecemos de paciencia.

Buscamos emociones que suplanten o nos hagan olvidar pasajeramente lo que buscamos.

Esto conduce a obsesiones en nuestra vida espiritual.

De modo que si esperamos por Dios y dependemos de Él, el tiempo nos llevará a comprobar si lo que estamos buscando es una emoción pasajera o algo que tiene un cimiento real.

Por eso es bueno leer la vida de los santos, porque nos proporciona la convicción de que es la intimidad y dependencia de Dios que aprendieron lo que en definitiva debemos buscar.

Nos persuade que al final de la espera ellos obtuvieron la promesa de Dios y en el momento justo.

  

7 – LA ESPERA ES PARA TU SANTIFICACIÓN

Por lo general cuanto más esperas más te transformarás espiritualmente y más te apegarás a Dios y a sus promesas.

Te ayuda a madurar la confianza en Dios, porque te da lo mejor en el momento que corresponde y no lo que tú quieres por razones desordenadas.

Esto lo vivimos cuando le damos gracias a Dios porque no nos concedió en un determinado momento algo que le pedíamos.

Pasado el tiempo hemos podido comprobar que hubiera sido un desastre para nosotros si nos lo hubiera concedido.

Eso es un padre bueno que te hace esperar y en esa espera te hace una persona más apegada a Él, o sea que te santifica.

Este proceso inculca una confianza más profunda en Él y tu fe aumenta.

Porque cuando miras para atrás ves que Él te ha dado las cosas buenas dentro de lo que tú habías pedido.

Te ha hecho esperar. Pero te lo ha dado con el bonus de que eres una persona más apegada a Dios.

Y cuando nos llegan las cosas que hemos pedido, por las cuales muchas veces hemos suspirado “hasta cuándo Señor”, el peso de la espera se desvanece.

  

CÓMO DEBEMOS ESPERAR

La espera en el Señor es un tiempo difícil, pero activo y es un acto de fe.

Entonces ¿cómo vamos a esperar adecuadamente? Acá hay 7 sugerencias.

  

1 – DEBEMOS ORAR

Debemos orarle no sólo por lo que deseamos, sino especialmente para que nos indique si es bueno para nosotros y cómo debemos pedírselo.

Que nos indique cómo debemos plantearnos el problema

  

2 – DEBEMOS ESTAR TRANQUILOS

No debemos desesperarnos sino esperarlo pacientemente.

Debemos quitar la inquietud y la ansiedad de nuestra mente y de nuestro corazón.

Diciendo simplemente “ya le he pedido a Dios, ahora está en sus manos”.

Y seguir reflexionando objetivamente y fríamente sobre los pro y los contra de lo que pedimos, y las consecuencias que puede tener para nuestro futuro.

  

3 – RECONOCER LA ESPERA COMO UNA OPORTUNIDAD

La oportunidad viene por el lado de reflexionar sobre las distintas aristas de lo que pedimos.

Pero también para explorar cosas nuevas.

Por ejemplo si estás soltero y estás esperando una esposa o un esposo, esto no te debe inhibir para buscar amistades, servir en la iglesia, a los pobres, buscar formarte educativamente, evangelizar etc.

  

4 – DEBEMOS TENER CORAJE

La espera implica siempre aguantar la ausencia.

Resistir a caer en depresión porque no se consigue lo que se busca.

No desesperarnos.

El Salmo 27 dice “espera en el Señor se firme” y lo debemos imitar.

  

5 – ESPERAR ACTIVAMENTE

La actitud de la espera cristiana no es la pasividad.

Sino mirar al Señor permaneciendo alertas y atentos a los mensajes que nos puede dar.

Esto se debe traducir en seguir más profundamente al Señor estudiando las escrituras, conversando con guías espirituales o con hermanos en la fe, frecuentando más los sacramentos.

  

6 – VIVIR LA ESPERANZA

La esperanza nos protege de la desesperación.

Debemos saber en nuestro corazón que el Señor cumplirá.

Pero no necesariamente nos dará lo que pedimos sino que debemos tener la esperanza que nos dará lo que realmente necesitamos.

  

7 – TENER CONCIENCIA DE QUIÉN ES EL DIOS DEL QUE ESPERAMOS

Debemos desarrollar el sentimiento de que hemos puesto en las manos del ser más importante del universo nuestros problemas.

Que él nos ama y que nos ha prometido su protección y guía. Y sobre todo darnos lo necesario para vivir.

Este es el Dios que creó el cielo y la tierra y todo lo que habita en ella. Y que tiene contados todos nuestros cabellos. Que no sucede nada que Él no permita.

Este Dios grande también está cerca de nosotros.

Reconocer su grandeza y su cercanía nos da esperanza y fe.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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