¿Y quienes fueron los 3 Reyes Magos que siguieron la Estrella de Belén?

El Cielo ha dado visiones a varios místicos sobre la llamada genéricamente Estrella de Belén y los Reyes Magos.

Las más conocidas son las de Ana Catalina Emmerich y María Valtorta.

Pero la mística alemana Teresa Neumann también las tuvo, aunque son menos conocidas.

Ninguna de ellas dilucida qué fenómeno astronómico produjo la llamada Estrella de Belén, que guió a los Reyes Magos hasta el pesebre donde había nacido Jesús.

Y hay dos grandes líneas de explicación, una sostenida por Benedicto XVI y otra por Santo Tomás de Aquino.

Aquí hablaremos sobre los Reyes Magos y sobre cuál podría haber sido el fenómeno astronómico, que los Reyes Magos interpretaron como una estrella y se dejaron guiar por ella.

Teresa Neumann murió en 1962. Fue curada de dos dolencias, parálisis y ceguera, por intercesión de Santa Teresa de Lisieux, antes del florecimiento de su misión

Y a partir de ahí tuvo una abundancia de manifestaciones de Dios.

La más importante fue la gracia de vivir únicamente de la Eucaristía, durante más de 35 años.

Otra gracia fue hablar en sus éxtasis en griego antiguo y arameo, el lenguaje hablado por Jesús, con tal perfección que renombrados expertos en lingüística quedaron fascinados e incluso aprendieron sobre las palabras y el uso de estos idiomas, mientras la escuchaban.

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Y la otra gracia fue ver el nacimiento de Jesús y la travesía de los Reyes Magos.

Describe cómo era el Pesebre de Belén, el estado de éxtasis y la luz cegadoramente fuerte sobre María cuando el nacimiento.

Al punto que había atraído a los curiosos pastores a salir de su refugio y allí se les apareció el Arcángel, que les anunció la buena noticia, y luego aparecieron cientos de otros ángeles cantando.

Dice que el Niño Jesús ya tenía casi dos años cuando llegaron los Reyes Magos.

La misma revelación que hizo Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, una aparición que comenzó en 1980 y fue aprobada por el obispo en el 2016.

Teresa Neumann dice que cuando los Reyes Magos llegaron a la gruta del nacimiento quedaron desilusionados al ver la sencillez y la pobreza, y sintieron que debían haber cometido un error. 

Pero San José sale con cautela, y el hombre de piel negra, que era el único que sabía el idioma, habla con San José, luego entran y se inclinan ante la Madre y hablan con Ella. 

Según Teresa Neumann los nombres de los tres visitantes eran Kaspar, Melchor y Balthasar. 

Eran príncipes gobernantes muy, muy ricos, celosos de su poder gobernante, pero muy buenos con su gente. 

El séquito para el viaje a Belén estuvo compuesto por unas 300 personas.

Balthasar, el negro, era de Nubia, una tierra rica en oro. 

Tenía poco más de cuarenta años y viajaba con unos setenta sirvientes, veinte soldados, ocho eruditos y sus sirvientes. 

Melchor era de Arabia, una tierra rica en cereales y especias. 

Tenía cincuenta y tantos años, y tenía con él unos cuarenta sirvientes, cincuenta soldados, y cinco eruditos con sus sirvientes.

Y Kaspar venía de Media, una tierra rica en resina, incienso y fruta. 

Tenía cuarenta y tantos años y lo acompañaban unos veinte sirvientes, cuarenta soldados y cuatro eruditos con sus sirvientes.

En estos tres países se cultivaba particularmente el estudio de las estrellas, especialmente en Media. 

Solían construir torres de madera altas para observar las estrellas. 

Y cada rey tenía sus propios astrólogos, llamados magos.

Estos hombres eran monoteístas, estaban familiarizados con las profecías de Balaam que aparece en Números 22-24 y creían que era esa la estrella que veían ahora ante ellos. 

La estrella ya había sido vista por dos de los magos, tres semanas antes del nacimiento del Salvador. 

Era de un tamaño extraordinario, tenía una luz particularmente poderosa y una cola muy peculiar, que era larga y curvada al final. 

Ellos creían que la Estrella los llevaría hasta la cuna del recién nacido Rey para que pudieran adorarlo y obsequiarle regalos.

Por lo que evidentemente hubo una intervención del Espíritu Santo, que confirmó las palabras de la Escritura, «Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu aurora», Isaías 60 3.

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Los tres juntos partieron de Media, siguiendo a la estrella, que muchas veces no se veía durante días y meses seguidos, por lo que dudaban en continuar su viaje.  

Cuando el cielo estaba nublado no podían ver las otras estrellas y tampoco podían ver la estrella que seguían.

Iban andando de noche, y de día descansaban, porque de día no veían la estrella.

En Jerusalén Herodes les informó que la profecía era que el Mesías nacería en Belén, y se dirigieron hacia allí.

Pero no encontraron nada en Belén.

Hasta que de repente, se volvió muy gris y la estrella descendió poderosamente indicando el lugar del pesebre. 

La estrella descendió asustando a todos y perturbando a los caballos, camellos y elefantes.

Y ya no había ninguna duda de que estaban en su destino, no necesitaban preguntar más. 

¿Y qué era ese astro que mostraba una guía inteligente?

Benedicto XVI se preguntó qué movió a los Magos para ir hasta Belén, ¿Existió realmente la estrella de Belén?; y en caso afirmativo ¿Qué tipo de estrella era?.

Explica que, con el surgir de la astronomía moderna, desarrollada también por cristianos creyentes, se ha planteado la cuestión sobre este astro. 

Entonces menciona al astrónomo austríaco Konradin Ferrari d’Occhieppo, que en su conocida obra de 1991 La estrella de Belén desde la perspectiva astrónomica, presenta una teoría, que comparte Benedicto XVI.

“La conjunción astral de los planetas Júpiter y Saturno en el signo zodiacal de Piscis, que tuvo lugar en los años 7 y 6 a. C., considerada hoy como la fecha del verdadero nacimiento de Jesús, había sido calculada por los astrónomos babilonios y les habría indicado la tierra de Judá y un recién nacido «rey de los judíos».

Una explicación parecida, como también indica Benedicto XVI, se encuentra a finales del Renacimiento.

 “Johannes Kepler, muerto en 1630, calculó que entre finales del año 7 y comienzos del 6 a. C. se produjo una conjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte.

Y opinó que además debía de estar relacionada con una supernova, con lo que se explica astronómicamente el fenómeno de extraordinaria luminosidad de la estrella de Belén.

Menciona también al astrónomo Roger Sinnott, que usando evidencia de posiciones planetarias, lunares y solares de Bryant Tuckeman, halla que los planetas Júpiter y Venus estaban en conjunción con la estrella Regulus en la constelación de Leo. 

Curiosamente, el esplendor de este evento habría culminado el 25 de diciembre del año 2 a. C. 

Júpiter representa al rey de los dioses romanos, Venus es la diosa romana del amor y la maternidad; la estrella Regulus significa “pequeño rey», y Leo, el león, es el símbolo de la tribu de Judá.

Sea lo que fuere la conjunción astronómica, solo los magos reconocieron el astro como la estrella de la promesa. 

Sólo ellos siguieron la estrella en busca de Dios. 

A través del lenguaje de la creación descubrieron al Dios de la historia.

Pero Benedicto XVI dice que podemos dejar el debate sobre la naturaleza de la estrella sobre Belén a los científicos. 

Y considerar que la gran estrella que nos conduce, es el mismo Cristo. 

Es como la explosión del amor de Dios, que hace resplandecer sobre el mundo la gran luz blanca de su corazón.

Ya las escrituras lo habían profetizado, “Saldrá una estrella de Jacob, y un cetro se levantará de Israel”, Números 24:17. 

Y Lucas 1:78 dice, «las entrañas de misericordia de nuestro Dios, harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz”

En cambio Santo Tomás de Aquino sostiene que la estrella que se apareció a los Magos no fue ningún tipo de astro conocido del cielo. 

No era una de las estrellas que desde el inicio de la creación guardan el orden de sus recorridos bajo la ley del Creador; sino que, ante el parto nuevo de la Virgen, apareció una estrella nueva.

Dice que ninguna estrella sigue la dirección del norte hacia el sur. Judea se halla al sur de Persia, de donde los Magos habrían venido, y la estrella fue de Jerusalén a Belén, que está al sur de la ciudad santa, e incluso se mantuvo fija delante de la casa del Niño.

Segundo, se dejaba ver no sólo de noche, sino también en pleno día, lo que no sucede con ninguna estrella.

Tercero, a veces aparecía, y otras se ocultaba. 

Cuarto, no tenía un movimiento continuo, sino que cuando convenía que los Magos caminasen, se ponía en marcha y cuando convenía que se detuviesen, también ella se detenía

Y quinto, mostró el sitio del parto de la Virgen, no quedándose en lo alto, sino descendiendo a lo bajo, para indicar el lugar.

De todo ello, concluye Santo Tomás, que la estrella de Belén no fue ninguno de los astros ni de las estrellas del cielo, sino una estrella milagrosa o un fenómeno luminoso en forma de estrella, creado no en el cielo, sino en la atmósfera próxima a la Tierra, y que se desplazaba a voluntad de Dios.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos informar sobre la visión de quienes eran los Reyes Magos que visitaron al Niño Jesús en el pesebre, y qué fenómeno astronómico dio origen a la llamada Estrella de Belén.

Y me gustaría preguntarte qué crees que fue el astro que siguieron los Reyes Magos, la conjunción de varios astros que produjo un punto de gran luminosidad en el Cielo o un fenómeno astronómico que creó Dios para guiar a los magos. 

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