La oración de Jesús en el huerto es el paradigma que resume la batalla espiritual entre el bien y el mal.

Jesús se enfrentó esa noche al último asalto del maligno.

Las huestes del mal trataron de desviar su misión tratando de convertirlo en un Rey del pueblo de Israel.

Fue el último intento.

Y además Jesús también debió luchar contra la tentación de no sufrir físicamente y no ser rechazado; no sólo en esas horas sino por el resto de la historia.

En el Jardín de Getsemaní Jesús reflexiona sobre lo que debía pagar con su muerte y lo que significaba para redimir los pecados de la humanidad.

Fue una lucha contra la tentación de salvarse a sí mismo en lugar de cumplir el plan original diseñado por Su Padre para re encauzar la creación.

Él tenía que decidir entre su gloria terrena y evitar el dolor versus pagar todos los pecados de la humanidad, desde el primero hasta el último, para liberarla.

En el jardín de Getsemaní Jesús está a solas con el padre y también con el maligno, y esto no se considera en toda su magnitud.

Es por eso que la oración en el huerto es una pieza central en la tentación que sufrió Jesús en su vida terrenal.

Y un modelo para nosotros cuando estemos en momentos de las más grandes tentaciones.

¿Qué tentación más grande puede sufrir un hombre que tener ante sí la disyuntiva entre no sufrir físicamente y tener honor y gloria, y por otro lado cumplir la voluntad del plan de Dios que implica sufrir?

Basílica de la Agonía y Monte de los Olivos

    

LOS SUCESOS Y EL ESCENARIO

La noche del Jueves Santo, luego de la cena pascual con sus discípulos, es el momento central de la pasión de Jesucristo, aunque en general pasa desapercibido.

Este episodio sucedió en el Jardín de Getsemaní, donde había una prensa que elaboraba aceite en base a aceitunas.

Está en la ladera del Monte de los Olivos, al otro lado del Valle del Cedrón, fuera de las murallas de Jerusalén, hacia el este o sea en el camino a Betania.

Jesús frecuentemente iba ahí con sus discípulos a orar allí.

Y esa noche Jesús llevó a Pedro, Santiago y Juan a orar con Él para que no cayeran en tentación.

Pero sin embargo la escritura dice que se durmieron y Jesús tuvo que despertarlos dos veces.

Lo cual se suma también a la negación tres veces de Pedro, de su conocimiento a Jesús, luego de su prendimiento.

En esa oración de Jesús le pidió al Padre que le quitará la copa que estaba a punto de beber.

Y en esa lucha espiritual Jesús sudó sangre y finalmente resolvió el conflicto aceptando que se hiciera la voluntad de Su Padre en lugar de la suya.

Luego Su Padre envío un ángel para fortalecerlo.

Posteriormente Jesús se pone marcha y aparece Judas Iscariote con una multitud de soldados y judíos fieles al sumo sacerdote, para arrestarlo

Judas le da un beso para identificarlo y Pedro se rebela sacando su espada y cortándole la oreja a una persona que la tradición dice que se llamaba Malco y era sirviente del sumo sacerdote.

Entonces Jesús reprende a Pedro y sana milagrosamente la oreja de Malco.

La peregrina Egeria, que estuvo en la zona en la segunda mitad del siglo IV, informa que ahí, en el lugar donde el Señor oró, se celebraba el Jueves Santo una ceremonia extraordinaria.

Y había una hermosa Iglesia que es de los primeros antecedentes de la actual Basílica de la Agonía.

En la zona se veneran tres lugares relacionados con los eventos de esa noche.

Uno es la roca donde Jesús oró.

Otro es el propio jardín qué tiene actualmente 8 olivos de cientos de años, descendientes de aquella época.

Y el tercer lugar es el lugar del arresto de Jesús.

Los tres lugares están muy cercanos, en la parte más baja del Monte de los Olivos.

La Basílica de la Agonía fue reconstruida varias veces y actualmente también se le llama Iglesia de Todas las Naciones, porque 16 países colaboraron para la reconstrucción en la década de 1920.

    

LA BATALLA CONTRA EL DIABLO EN EL JARDÍN DE GETSEMANÍ

Antes de comenzar su pasión Jesús había ayunado durante 40 días y había sufrido la tentación del diablo, en lo que conocemos como las tres tentaciones de Jesús.

Pero ahora el jueves Santo el diablo regresa para tentar a Jesús nuevamente, porque – como dijo Lucas 4:13 – el demonio se había apartado por un tiempo.

Incluso Jesús advierte estos acontecimientos a los discípulos en la última cena, cuando dice que “el príncipe de este mundo viene aunque no tiene poder sobre mí” (Juan 14: 30).

Y también advierte a los discípulos que el diablo los atacara a ellos.

El Lucas 22: 31 dice “Simón Simón mira que satanás a pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo, pero yo he orado por ti para que no falle tu fe”.

En el Jardín de Getsemaní se produce entonces el asalto final del maligno a Jesús, que no por haber sido previsto no fue dañino.

Nuevamente el maligno le muestra lo fácil y glorioso que sería plegarse a las ideas de la época, de que el mesías sería un líder político y militar.

Una multitud lo había recibido en Jerusalén el domingo anterior y lo había proclamado Rey.

Jesús tenía ante sí la decisión de que podría salvarse a sí mismo y ser el Rey de Israel o cumplir la misión que le había encomendado Su Padre para redimir a la humanidad, o sea la figura del siervo sufriente de la profecía de Isaías.

Una tentación fuerte que sin embargo no tiene sustento real, era ilusoria, pasajera, porque los romanos no habrían permitido un Rey militar en Israel.

Y por otro lado, ¿cómo decirle no al creador de todo y su Padre?

La resolución a este asalto final está contenida en la famosa frase de Jesús a Su Padre “no se haga mi voluntad sino la tuya”.

Palabras que son el desenlace de la severa prueba por la que pasó Jesús, donde se le mostró las consecuencias de su pasión.

Jesús vio la realidad de que su propia gente sería quien rechazara su misión.

No sólo los habitantes de Jerusalén eligieron liberar a Barrabás y crucificarle a Él.

Sino que también aceptaron que la sangre de Jesús cayera sobre ellos y sobre sus hijos (Mateo 27: 25).

Lo que los ponía a un paso de su propia condenación.

También vio a los apóstoles que no oraron junto a Él cuando Él les pidió que no durmieran y vigilaran.

Y que cuando su aprensión lo negaron, se dispersaron y no lo acompañaron mientras estaba pendiendo de la Cruz.

También vio que uno de sus apóstoles lo traicionaría y su pasión sería en vano para recuperarlo.

Vio la experiencia que había tenido con los apóstoles, a quienes intentó prepararlos para la terrible tormenta que se les venía, pero no comprendieron la situación; no entendían el plan de Dios y por qué Jesús debía sufrir en la cruz

También previó las pruebas que iban a pasar sus discípulos luego que Él no estuviera más y sus martirios.

Y las persecuciones qué sufriría Su Iglesia a través de los siglos.

Vio que grandes multitudes lo rechazarían a Él y a su pasión hasta el final de la historia.

Ese sentimiento de indiferencia, ingratitud, abandono, rechazo, quizás haya sido peor que el sufrimiento físico que él iba a experimentar, y lo estaba viendo por adelantado.

El terrible precio que pagaría por nuestra redención, o sea su acto de generosidad, no sería comprendido ni aceptado por la mayoría de la humanidad nunca.

    

LOS ÁNGELES ALREDEDOR DE JESÚS

En el momento de su tentación en el Jardín de Getsemaní y luego que Jesús venció la tentación aceptando que se hiciera la voluntad del Padre, el Padre envío un ángel a consolarlo.

El Lucas 22: 41-43 se habla de que un ángel del cielo se le apareció y lo fortaleció.

La tradición dice que fue el Arcángel Chamuel, quien llegó para alentarlo antes los desafíos que se le presentaban el Viernes Santo,

Chamuel es uno de los 7 arcángeles que menciona la Biblia, pero cuyo nombre no se menciona.

Como se sabe en la Biblia se mencionan el nombre de tres arcángeles solamente.

El nombre de Chamuel significa “el que ve a Dios”.

Y la tradición dice que su misión es solucionar la falta de armonía, sanar las relaciones y fortalecer la relación con Dios.

Este ángel fue enviado para cumplir la promesa de Dios para capacitar a las personas para hacer Su voluntad.

Por eso se requirió previamente que Jesús asintiera que se hiciera la voluntad del Padre y no la suya.

Probablemente el arcángel Chamuel lo fortaleció físicamente y emocionalmente para las horas que venían de la crucifixión.

Jesús estaba pasando un momento de sufrimiento físico y emocional grande; en Marcos 14: 34 explica “mi alma está abrumada por el dolor hasta el punto de la muerte”.

Y es ese dolor que le produce la sudoración de gotas de sangre que caían a la tierra, según Lucas 22: 44.

Médicamente un nivel alto de agonía emocional puede producir sudoraciones de sangre, que se llaman hematidrosis, que es una hemorragia de las glándulas sudoríparas.

Pero además de la presencia del Arcángel Chamuel a veces ha pasado desapercibido que legiones de ángeles rodeaban a Jesús en estas horas.

Cuando Pedro le corta la oreja a Malco aparece en Mateo 26: 52-54 una petición de que guarde la espada “porque los que saquen la espada morirán a espada”.

Pero dice algo más importante que “puedo invocar a Mi Padre y de inmediato me pondrá a mi disposición más de 12 legiones de ángeles”.

Una legión romana contenía miles de soldados, por lo tanto Jesús estaba hablando de miles de ángeles.

De modo que sus ángeles estaban ahí y no estaban actuando porque Él no se lo pedía, pero además sabía qué era contrario la voluntad de Dios.

Los ángeles podrían haber rescatado de la cruz al rey de reyes, pero Él se negó a pedir ayuda.

En primer lugar no lo hizo por su amor a la raza humana.

Y en segundo lugar porque Él se había encarnado en la Tierra para cumplir una misión, y su muerte en la cruz era el fin de esa misión.

Por lo tanto los ángeles tenían la orden de no intervenir y dejar que Dios sufriera solo para salvar a la humanidad.

De modo que todos los ángeles que estaban en la Tierra observaban lo que le sucedía a Jesús y seguramente oraban por Su fidelidad y Su paz.

Y seguramente estarían doloridos por lo que tenía que pasar Jesús: los azotes, las burlas, la crucifixión, la traición del pueblo, la huida de sus discípulos…

En definitiva Dios le estaba haciendo sacrificar por los pecados de la criatura que Él había creado.

Y con su sufrimiento estaba rescatando la creación, del pecado que había entrado en otro Jardín, el del Edén.

La crucifixión de Jesús completaba ese trabajo y fue lo que Jesús grito al final “todo está terminado”.

Lo que seguramente fue un eco que repitió todo el reino angélico como un suspiro de alivio al ver terminar el sufrimiento de Dios.

   

LA INTERPRETACIÓN DE BENEDICTO XVI

En febrero de 2012 el Papa Benedicto XVI hizo una catequesis sobre la Oración de Jesús en Getsemaní, en el marco de la audiencia general de los miércoles.

El Papa resumió que la oración de Jesús era el sí a Dios que muestra la libertad humana en todo su esplendor.

En su extensa disertación parte de reconocer que en Getsemani Jesús sintió el temor, la angustia y la profunda soledad en el momento en que se estaba realizando el plan de Dios.

Según él, es el horror del hombre frente a su propia muerte y la percepción de la carga del mal que toca nuestras vidas.

La oración en el huerto que relata Marcos 14: 36 es la reacción crucial del ser humano adhiriéndose a la voluntad humana sin reservas.

“¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú”.

Benedicto XVI dirá concretamente al respecto,

“En la unidad de la persona divina del Hijo, la voluntad humana encuentra su plena realización en el abandono total del Yo al Padre del Padre, llamado Abba”.

Desde su creación el hombre y la mujer estuvieron orientados hacia la voluntad divina, que es el sí completamente libre.

Pero desafortunadamente el pecado transformó el sí en una oposición debido a la desobediencia de Adán y Eva.

Y por eso Benedicto XV dirá,

“En el Monte de los Olivos, Jesús devuelve a la voluntad humana el «sí» sin reservas a Dios.

En él, la voluntad natural está totalmente integrada en la orientación que la Persona Divina le da.

Jesús vive su vida de acuerdo con el centro de su Persona: su ser el Hijo de Dios”.

Y dirá que ese fue momento central para la humanidad,

«En la oración de Jesús al Padre en esa noche terrible y maravillosa en Getsemaní, la «tierra» se convirtió en el «cielo».

La «tierra» de su voluntad humana, sacudida por el miedo y la angustia, fue tomada por su voluntad divina de tal manera que la voluntad de Dios se hizo en la tierra”

Y finalizará exhortando, que a diferencia de los tres discípulos que se quedaron dormidos, nosotros pidamos al Señor que permita vigilarlo en oración, que es un poco del cielo de Dios en esta tierra.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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