El testimonio de la Virgen María a Pio XII sobre su Asunción al Cielo.

Hay un hecho milagroso que se conoce poco.

Un niño de 6 años fue encomendado por la Virgen María para comunicar un secreto a Pío XII, que le permitió declarar el dogma de la Asunción de María en 1950.

Pío XII ya había iniciado el estudio teológico, para promulgar que María había sido asunta al cielo en cuerpo y alma.

Y estaba rezando para que Dios le enviara una señal de si era su voluntad promulgar el dogma o no. 

Y el secreto que le llevó el niño le dio la seguridad de qué era lo que el cielo quería

Aquí hablaremos sobre quién era el niño que le llevó el secreto a Pío XII, cómo la Virgen María se comunicaba con él y lo fue entrenando para la misión, cómo fue su reunión con el Papa para comunicarle el secreto y que fue de su vida posterior.

Sabemos que María fue llevada por el apóstol Juan a vivir en Éfeso después de la crucifixión de Jesús. 

Y existe cierta controversia sobre dónde terminó su vida, tal vez de vuelta en Jerusalén, tal vez en otro lugar.

Pero hay una tradición que dice que en el Valle del Cedrón, en Jerusalén, está la tumba temporal de María, aunque sus restos no están allí ni en ningún otro lado.

Fue la tumba nueva, que la tradición dice que los apóstoles despositaron el cuerpo de María, luego de su dormición.

Durante tres días se oyeron cantos celestiales alrededor de la tumba y cuando abrieron el ataúd salió de él un agradable aroma a flores, pero estaba vacío.    

Este relato, que puede ser considerado piadoso, confirma la razón por la cual nadie reclama que tiene los huesos de María, aunque sí otras reliquias textiles de Ella. 

En los primeros siglos los huesos de santos eran muy apreciados, celosamente guardados y exhibidos en sus fiestas.

Hubo una gran competencia entre las iglesias por las reliquias de santos, un intenso comercio de ellas y muchas exageraciones.   

Pero no hay ningún reclamo de los huesos de María en ninguna época porque no había huesos para reclamar, y la gente lo sabía desde el primer momento.

La tradición popular desde los primeros siglos era que la Santísima Virgen había sido asunta al cielo en cuerpo y alma.

Pero le llevó más de 1000 años a la Iglesia definir la Asunción como dogma de fe.

Aunque esto había sido sugerido por San Juan en el Libro del Apocalipsis, o sea que estaba en la Biblia.

Recordemos que la división de los libros de la Biblia en capítulos no es parte de los textos originales, fueron agregados después.

De modo que encontramos al final del capítulo 11 del libro de Apocalipsis, que se abrió el templo de Dios en el cielo, y el Arca de la Alianza se veía en su templo, hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto.

El Arca pedida había sido por fin encontrada en el Cielo, aunque en la Tierra los judíos no la encontraron nunca más.

E inmediatamente, en el inicio del capítulo 12, apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

Estaba embarazada y dio a luz a un hijo varón, que ha de regir a todas las naciones con vara de hierro.

De modo que a San Juan se le mostró que el Arca de la Alianza estaba ahora en el cielo como una mujer vestida de sol.

O sea que la Virgen María es la nueva Arca de la Alianza, y ya había llegado al Cielo en Cuerpo y Alma.

Los antiguos israelitas creían que el arca original estaba hecha de madera incorruptible, lo que prefigura la incorrupción corporal dada a María por su Hijo resucitado.

Todo esto habla de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo.

Pero para que la Iglesia llegara a definir el dogma de la Asunción requería definir otras verdades teológicas previas.

Tener bien firme que la paga del pecado es la muerte, lo cual sale de una lectura atenta del Génesis.

Y entre otras cosas, definir el dogma de la Inmaculada Concepción de María, que dice que ella fue preservada del pecado original por los méritos de la pasión de su Hijo.

El dogma de la Asunción de María ampliaba la buena noticia.

No sólo era que Cristo había resucitado, sino que precisamente Él está llevando a todo su cuerpo místico en la tierra, para unirse a Él en la gloria. 

El signo de esta esperanza para toda la Iglesia es que el corazón que estaba más cerca de Su corazón amoroso, ya ha sido elevado a la gloria junto con Él.

Lo que el pueblo ya sabía desde hacía muchos siglos ahora la Iglesia le debía dar una forma teológica.

Y en 1950 el Papa Pío XII se estaba preparando para promulgar el dogma de la Asunción de María, que finalmente declaró el 1º de noviembre de 1950.

Afirmando que «la Inmaculada Madre de Dios, María siempre Virgen, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos». 

Pío XII estaba rezando por una señal en los meses previos, que le permitiera confirmar que el dogma era voluntad de Dios.

Y el 1º de mayo anterior, tuvo una señal confirmatoria muy poco conocida para el público en general.

El Cardenal Montini, el futuro Papa Pablo VI, le presentó a Pío XII a Gilles Bouhours, un niño de seis años.

Quien fue recibido en audiencia privada por el Sumo Pontífice para confiarle un secreto que le mandó decir la Santísima Virgen.

Gilles Bouhours había nacido el 27 de Noviembre de 1944 en Francia.

A la edad de nueve meses se le diagnosticó meningoencefalitis, una enfermedad con frecuencia fatal en aquella época.

Pero fue milagrosamente curado a través de la intercesión de Santa Teresa de Lisieux.

Una monja de las Pequeñas Hermanas de los Pobres, amiga de la familia, le dio una tarjeta con reliquias para colocar debajo de la almohada del bebé Gilles, mientras rezaban por su sanación.

Y tres días después sanó sin ninguna explicación médica.

Y apareció un enrojecimiento en forma de Cruz visible en cada uno de sus cachetes.

Desde los dos años Gilles recibió las visitas de la Santísima Virgen y se hizo conocido por las cosas sobrenaturales que sucedían a su alrededor y por los diálogos que tenía con María.

Muchos de los mensajes que recibía eran los días 13, especialmente los 13 de mayo, que fue la primera aparición de Fátima, y los días 15, especialmente los 15 de agosto, que luego sería la fiesta de la Asunción de María.

Por ejemplo el 15 de agosto 1948, el niño de casi 4 años, tuvo la visión de lo que llamó un botón grande, que era la tierra y, encima, una bestia grande, parecida a una lagartija con una cola grande y patas largas envolviéndola.

Y no muy lejos de ahí, estaba un caballero con plumas en su espalda.

Sin siquiera saberlo, Gilles estaba describiendo en una forma original, al demonio apoderándose de la Tierra y al Arcángel Miguel para entrar en acción.

El 13 de diciembre de 1948 María le confió un secreto que debía comunicarlo al Papa solamente.

Gilles no lo reveló ni a sus padres e insistía en ir a Roma, donde decía vive «el que reemplaza a Jesús en la tierra».

El 13 de noviembre de 1949, la Virgen le repitió de nuevo «Pequeño Gilles, debes ir a Roma a ver al Papa».

Y entonces se organiza un primer viaje a Roma.

El 12 de diciembre de 1949 fue la primera audiencia con Pío XII.

Pero el niño no habla porque no está solo con el Papa, como la Virgen le había pedido.

Por lo tanto, se debe organizar un segundo viaje.

Esta vez Pío XII aceptó recibir al niño en audiencia privada y secreta el 1º de mayo de 1950, 6 meses antes de que el Papa declarara el dogma de la Asunción.

Y luego de la revelación del secreto al Papa, Gilles lo diría públicamente.

El secreto era «la Santísima Virgen no está muerta, ella ascendió al cielo en cuerpo y alma».

Luego de esto Gilles siguió recibiendo visitas de la Santísima Virgen hasta que el 15 de agosto de 1958 se le apareció por última vez.

Y un año y medio después Gilles murió, el 26 de febrero de 1960.

Tenía 15 años, murió después de una breve enfermedad en 48 horas.

Y en ese momento sucedió una cosa notable, una bandada de aves sobrevoló la ventana de su cuarto, piando una bella melodía.

Pero también Pío XII también tuvo otra confirmación previa a la definición del dogma de la Asunción, vio cuatro veces la danza del sol en los jardines vaticanos.

Tres veces fue previo a la promulgación del dogma, el 30 y el 31 de octubre y el mismo 1º de noviembre de 1950, el día de la definición del dogma de la Asunción.

Y la cuarta vez el 8 de noviembre del mismo año.

Y después de eso nunca más, según lo que expresó.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo el cielo se valió de un niño pequeño para confirmar a Pío XII que la promulgación del dogma de la Asunción era voluntad de Dios.

Y me gustaría preguntarte si conoces otras personas en quienes su vida giró en torno a una sola misión dada por Dios, como en el caso de Gilles.

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