La Clave para obtener las Gracias de María a partir de la Medalla Milagrosa.
¡Bienvenidos queridos hermanos!
A los que siguen diariamente el trabajo de este equipo y a los que se incorporan ahora.
Hoy queremos hablar del mensaje oculto de la Medalla Milagrosa, que pocos conocen y que les impide obtener una lluvia de gracias.
En 1830 tuvo lugar en París la madre de todas las apariciones modernas de la Santísima Virgen.
Comenzó lo que Pío XII llamó la “era de María”.
Luego le seguirán La Salette, Lourdes, Fátima y centenas más.
La Virgen se apareció a Santa Catalina Labouré para darnos dos mensajes:
El primero, que fue concebida sin pecado, Inmaculada.
Y el segundo, para regalarnos su Medalla Milagrosa prometiendo grandes gracias.
Y algo más que activa esas gracias, que ha quedado oculto, y vamos a revelar aquí.
Para que puedas obtener más gracias.
El domingo 18 de julio de 1830, cerca de las 11:30 de la noche, Santa Catalina Labouré oyó que por tres veces la llamaban por su nombre.
Entonces vio un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y le dijo:
“Levántate pronto y ven a la capilla, la Santísima Virgen te espera”.
El cuerpo del niño irradiaba resplandores, y a su paso todo quedaba iluminado.
Al llegar, la puerta de la capilla estaba cerrada, pero el niño tocó la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.
Y su sorpresa fue completa cuando, al entrar a la capilla vio encendidas todas las velas y los cirios.
Y a una señora de extremada belleza, que atravesaba majestuosamente el presbiterio.
Sor Catalina dudaba en el fondo de su corazón si verdaderamente estaba en presencia de la Reina de los Cielos o no.
Pero el niño le dijo: “Mira a la Virgen”.
Entonces, mirando a la Virgen, se arrodilló en el presbiterio, y quedó con sus manos apoyadas en las rodillas de Ella.
Y dice Catalina: “Allí pasé los momentos más dulces de mi vida, me sería imposible decir todo lo que sentí”.
Nuestra Señora le dijo:
“Dios quiere confiarte una misión; te costará trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios.
Han de llover desgracias sobre Francia. El trono será derribado.
El mundo entero se verá afligido por calamidades de todas clases».
Y al decir esto la Virgen estaba muy triste.
«La cruz será despreciada, y el Corazón de mi Hijo será otra vez traspasado.
Correrá sangre por las calles».
La Virgen no podía hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta.
«El mundo entero se entristecerá.
Deseo ardientemente derramar gracias sobre tu comunidad”.
Después de estar con ella unas dos horas, la Virgen desapareció de la vista de Sor Catalina, como una sombra que se desvanece.
La misión de Dios pronto le sería indicada con la revelación de la Medalla Milagrosa.
Y una semana después de esta aparición estalló la revolución de julio.
Y el sábado 27 de noviembre de 1830, en la víspera del primer domingo de Adviento, Santa Catalina estaba meditando en la capilla cuando escuchó el roce de un vestido de seda, que le recordó la aparición anterior.
La Virgen María apareció vestida de blanco con mangas largas y un vestido cerrado hasta el cuello.
Su cabeza estaba cubierta con un velo blanco que caía por ambos lados hasta los pies.
Al tratar de describir su rostro, Catalina solo pudo decir que era la Virgen María en su máxima belleza.
Sus manos estaban elevadas a la altura del corazón, sosteniendo un pequeño globo dorado coronado con una cruz.
Tenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y otras a la Tierra.
De repente, sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas brillantes, que emitían luz en todas las direcciones, rodeándola con tanta claridad que era imposible verla completamente.
Llevaba tres anillos en cada dedo: el más grueso cerca de la mano, uno de tamaño mediano en el medio y el más pequeño en la punta.
De las piedras preciosas fluían rayos de luz hacia abajo, llenando toda la zona inferior.
Y mientras Catalina contemplaba a la Virgen, ella le habló al corazón: “Este globo que ves a los pies de María representa el mundo entero, especialmente Francia, y cada alma en particular.
Los rayos simbolizan las gracias que doy a quienes las piden.
Las perlas que no tienen rayos son las gracias de las almas que no piden”.
Retén esto, “Las perlas que no tienen rayos son las gracias de las almas que no piden”.
Y en este momento apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación:
“María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que recurrimos a ti”.
Estas palabras formaban un semicírculo alrededor de Ella.
De sus manos salían los rayos de gracia.
Y estaba parada sobre un globo pisando una serpiente.
Y oyó de nuevo la voz en su interior:
7 “Haz que se acuñe una medalla según este modelo.
Todos cuantos la lleven puesta, recibirán grandes gracias.
Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza”.
La aparición, entonces, dio media vuelta y quedó formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.
En él aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra.
Y debajo los corazones de Jesús y de María.
El primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada.
Y en torno a todo esto había doce estrellas.
La misma aparición se repitió, en las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831.
Todas las crónicas posteriores mencionan que quienes usan la Medalla Milagrosa obtuvieron gracias de todo tipo, incluido curaciones, y se registraron abundantes conversiones.
Porque la Medalla Milagrosa es principalmente, un medio de distribución de todas las gracias que Jesús le ha dado a Su Santísima Madre.
Ella es como un almacén de distribución masiva de gracias.
Jesús le da las gracias, Ella contiene millones de gracias dentro de sí misma, y luego las distribuye.
¿Y cómo obtenemos nosotros esas gracias?
A través de la Medalla Milagrosa, que actúa como una llave de acceso.
Eso forma parte de la promesa.
¿Y cuándo las obtenemos?
Cada día, reza esta oración: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”
Y cuando lo hagas pide a la Santísima Virgen cualquier cosa que necesites: desde superar la soledad, a aprender a rezar, hasta la gracia de hacer una tarea específica, conseguir trabajo, una curación, etc.
Ella quiere que acudas a Ella y le pidas todo lo que necesitas.
La luz que rodea a la Virgen simboliza la abundancia de gracias que Ella quiere dar.
Pero las perlas oscuras de sus dedos, en cambio, representan las gracias que Dios quiso darnos, pero no pedimos, y por eso no las obtenemos.
Recuerda que Ella dijo: “Las perlas que no tienen rayos son las gracias de las almas que no piden”
Cada día hay gracias que podrías recibir, pero no las obtienes porque no las pides.
La medalla no es solo para protección, está diseñada para que recibas más gracias que la Virgen ha recibido para repartir.
¿Quieres vivir una vida de pobreza material y espiritual cuando podrías recibir estas bendiciones?
Pide específicamente y notarás cambios.
La prueba de su eficacia es que la medalla se llamaba originalmente “de la Inmaculada Concepción”, pero al registrarse una impresionante cantidad de gracias concedidos a través de ella, se le comenzó a llamar la “Medalla Milagrosa”.
Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre el mensaje oculto de la Medalla Milagrosa, de que debemos ser insistentes en pedir las gracias que tiene la Virgen.
Y me gustaría preguntarte si llevas contigo la Medalla Milagrosa y si le pides gracias o no.
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