La meditación no es exclusiva de las religiones orientales.
Occidente ha recibido una fuerte influencia de las religiones orientales en el área de la meditación en los últimos 50 años. Técnicas orientales como el yoga han sido incorporadas por la New Age, al punto que la mayoría de los católicos creen que la meditación es anti cristiana. Pero nada más alejado de la realidad.
La meditación cristiana tuvo su auge en los primeros siglos del cristianismo con los eremitas, los padres del desierto, que se retiraban a orar en solitario para encontrarse con Jesús, y de ahí salió la “oración del corazón” (también llamada oración de Jesús), cuya base bíblica está en la oración del publicano: “Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador” (Lucas 10:13) y en la de Pedro cuando tuvo miedo en la barca “Señor sálvame” (Mateo 14:30). Es popular hoy entre los cristianos orientales, que oran sin cesar basándose en la exhortación dada por San Pablo a los tesalonicenses: “Orad constantemente” (1 Tes 5:17).
La meditación nos hace encontrarnos con el Jesús interior, en el silencio, pero también tiene sus funciones físicas reales, lo que la hace atractiva para los occidentales.
EFECTOS SOBRE LA SALUD
Hay evidencia creciente de que la meditación puede tener efectos beneficiosos para la salud, y los científicos están intentando comprender cómo estas prácticas afectan físicamente el cuerpo.
Un reciente estudio realizado por investigadores en Wisconsin, España y Francia, informa la primera evidencia de cambios moleculares específicos en el cuerpo después de un período de meditación de atención plena.
Después de ocho horas de práctica de atención plena, los meditadores mostraron una gama de diferencias genéticas y moleculares, incluyendo niveles alterados de la maquinaria de regulación génica y reducción en los niveles de genes proinflamatorios, que a su vez correlacionan con más rápida recuperación física de una situación estresante.
Por lo tanto, la meditación reduce el estrés, cambia hasta la estructura cerebral. Las conexiones entre neuronas es mayor, se equilibran ambos hemisferios cerebrales.
Con la meditación también afectamos a la glándula pituitaria, que es la hipófisis, también llamada la glándula maestra, pues gobierna el funcionamiento del resto de glándulas.
También relacionada con la glándula pineal, que marca el día y la noche y se alimenta de herzios, de la luz. Desde aquí se envían todas las órdenes a nuestro sistema endocrino, el cual tiene la capacidad de regenerar y rejuvenecer nuestro organismo.
Al calmar conscientemente esta zona, todas nuestras glándulas y órganos internos van a funcionar con más energía y soltura, nuestro sistema nervioso recibirá mejor los impulsos, se mantendrá más sereno, y de nuevo, todo nuestro cuerpo y organismo se verá beneficiado.
Las tiroides regularan nuestro sistema simpático y parasimpático mucho mejor, los cuales se encargan de nuestra autonomía del sistema nervioso y de regular la energía del cuerpo, la glándula del timo, donde están todas nuestras defensas, las glándulas renales, suprarrenales, encargadas de regular las respuestas al estrés (adrenalina)… y así cada una de ellas.
Si mantenemos una meditación diaria de al menos media o una hora, prevendremos y sanaremos cualquier tipo de enfermedad. Conectaremos conscientemente nuestro cuerpo, aprendiéndolo a escucharlo.
LA MEDITACIÓN CRISTIANA
La meditación cristiana la podemos definir como la práctica del silencio para vaciar la mente y descubrir allí al Jesús interior. Esta forma de oración – el silencio como forma de vincularse con Dios – es practicada por todas las grandes tradiciones religiosas del mundo.
La práctica en sí misma consiste en permanecer sentado, con la espalda erguida, ojos cerrados y respiración tranquila, y repetir una palabra o frase corta una y otra vez.
Nuestra mente está todo el tiempo llena de preocupaciones, imágenes y pensamientos, aún sagrados, que nos desvían de ese silencio interior necesario para encontrar al Cristo.
La técnica es simple pero no fácil. Repetir una y otra vez la palabra. Cuando nos desviamos de ella debemos volver a ella una y otra vez, sin expectativas, sin evaluaciones, sin objetivos.
LA COMUNIDAD MUNDIAL DE MEDITACIÓN CRISTIANA
“La parte más importante de la meditación cristiana es permitir que la misteriosa presencia de Dios dentro de nosotros se convierta más y más, no solamente en una realidad, sino en la realidad que nos da significado, forma y propósito a todo lo que hacemos, a todo lo que somos…» dijo John Main, el monje benedictino que lanzó la Meditación Cristiana en occidente hace 40 años.
Su sucesor, es Laurence Freeman, también monje benedictino inglés que introdujo en Latinoamérica la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, con el apoyo del cardenal Pell, del grupo de los 8 que asesora al Papa (G8).
No son budistas ni hindúes. Son católicos. Pero sentados con los ojos cerrados se dedican a la meditación repitiendo un mantra.
La organización católica Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana (WCCM, por sus siglas en inglés), tiene 2000 centros en el mundo y presencia en casi todos los países de habla hispana.
«La meditación no es patrimonio exclusivo de las religiones orientales. También es una práctica fundacional del cristianismo», dijo el director de la organización Laurence Freeman, que viaja periódicamente a Latinoamérica para dar retiros.
El propio maestro espiritual de Freeman, el también monje benedictino John Main -fundador del WCCM y fallecido en 1982- aprendió a meditar en los años 50 junto con un swami hindú de Malasia, quien le sugirió un mantra cristiano, maranathá (en arameo, el Señor viene), para avanzar en el camino interior.
Con el aval de la jerarquía católica, el WCCM extendió su propuesta de crear «monasterios sin paredes» incluso entre grupos sociales que no se asocian normalmente con las prácticas de la relajación y reflexión. Hoy tienen centros en cárceles, asociaciones empresariales e incluso escuelas primarias laicas.
Sobre fines de noviembre el padre Freeman estuvo impartiendo retiros en el cono sur de América, y expresó su entusiasmo por los aires de renovación que trae el Papa Francisco.
«No creí que iba a llegar a ver esto en el transcurso de mi vida», reconoció. De hecho, uno de los patrocinadores del WCCM, el australiano George Pell, forma parte del equipo de ocho cardenales que asesora directamente al Pontífice.
«Francisco ha reinstaurado la primacía del amor en la Iglesia», dijo Freeman.
Fuentes: Valores Religiosos, Meditación Cristiana, Signos de estos Tiempos