Cómo se produjo la transformación.

A los 25 años era una de las actrices más prometedoras de Hollywood y dejó su carrera para convertirse en monja de clausura benedictina.

El caso de Dolores Hart es uno de los más famosos de iluminación del alma y conversión.

Actuó con los grandes del cine y fue famosa por ser la actriz que besó por primera vez al mítico cantante de rock Elvis Presley en la pantalla.

La historia de la Madre Dolores es un gran ejemplo de cómo se puede abandonar la vida mundana y seguir a Jesús.  Aquí te queremos hablar de la monja, hoy octogenaria, que todos suponían iba a tener una vida tan glamorosa como Grace Kelly y que prefirió la vida de claustro para seguir a Nuestro Señor.

Dolores Hart nació con el apellido Hick el 20 de octubre de 1938 en Chicago, Illinois, Estados Unidos. 

Y en su infancia, aunque acompañaba a su abuelo responsable de una sala de cine, no soñó que a los 25 años dejaría atrás el glamour para tomar los hábitos y convertirse en monja de claustro, lo que la ha coronado como uno de los casos más extravagantes de la industria del cine.

Si bien, se formó en una familia de actores, acostumbrados a los reflectores, entre ellos, su padre Bert Hicks y su tío, Mario Lanza, sus mañanas en el convento han transcurrido en el silencio, la oración y la contemplación por 6 décadas. 

 “Ora et labora” es la regla del fundador san Benito Abad, por eso al rayar el alba la Madre Dolores ordeñaba la vaca y por las tardes cultivaba el campo y cuidaba las hortalizas

Y se ocupaba de la formación de sus novicias cuando era la Madre Superiora del convento Regina Laudis, en Belén, Connecticut. 

El canto gregoriano es parte constitutiva de esta abadía femenina de la orden benedictina, cuyas religiosas se despiertan con amor a mitad de cada noche para entonar himnos a Dios. Cantan en latín 8 veces al día.

Pero la vida de la madre Dolores no siempre fue ésta. 

Actriz famosa y reconocida en la década de los 50´s y de los 60´s, compartió escena con los grandes actores de su época como Anthony Quinn, Gary Cooper, Ana Magnani o Elvis Presley. 

De hecho, en la película In Loving you, fue la primera actriz en besar a Elvis en la pantalla grande. 

Figuró en carteleras, revistas y anuncios publicitarios. 

En los lugares que visitaba los admiradores hacían lo imposible por arrancarle un autógrafo a esta verdadera belleza.

Dolores Hart filmó 10 películas en siete años, junto a otros de los galanes más apetecidos de Los Ángeles: Stephen Boyd, Robert Wagner, Montgomery Cliff y George Hamilton, con quien grabó la popular ¿Where the Boys Are?

Su primer gran papel fue en una producción escolar dedicada a Juana de Arco, lo que posteriormente le dio la confianza para solicitar que un amigo, con conexiones en Paramount, pidiera al productor Hal Wallis una audición para ella. 

Así, Dolores debutó en el cine a los 18 años, acompañada de nada más y nada menos que de Elvis Presley, de quien piensa era «un inocente», un joven que se había convertido en el títere de empresarios que sólo querían explotarlo. 

Según su autobiografía llamada «El oído del corazón», Dolores siempre fue cercana a la Iglesia Católica. 

Sin embargo, no sintió «la llamada» de manera oficial hasta que en 1961 participó en la película Francisco de Asís, en la que interpretó a Santa Clara de Asís, una joven aristócrata que se deshizo de todas sus posesiones para seguir los designios del fundador de la orden franciscana. 

Tras el lanzamiento de la película, Hart tuvo la suerte de conocer al Papa Juan XXIII, quien -al presentarse- le dijo «tu sei Chiara» («tú eres Clara», en español), por el personaje de Santa Clara de Asís que había personificado en la película. 

Un saludo que la hizo sentir con mayor pasión su devoción por Cristo. 

Por entonces su carrera cinematográfica iba muy bien. 

Incluso apareció en Broadway en la obra “El placer de su compañía”, pero estaba tan agotada que un compañero le sugirió que fuera al convento de las benedictinas en Connecticut a descansar. 

Fue la semilla, porque precisamente allí entraría cinco años después como monja de clausura.

Pero no todos estuvieron contentos con su idea de dedicar su vida a Dios. 

Explicó en 2013, «fue espantoso, porque cuando tomé la decisión, se me había ofrecido una renovación de mi contrato. 

Mi jefe se enfadó mucho y mi agente me envió una nota diciendo ‘creo que te acabas de tragar una cuchilla de afeitar’”. 

Pero nada de eso logró persuadir a la joven, quien anhelaba un mundo de silencio y austeridad.

«No estoy dejando a nadie o nada detrás mío. Me estoy llevando conmigo un corazón lleno e inmenso», afirmó en su comunicado final como actriz. 

Una frase que continúa muy cerca de su misión y que, según sus palabras, la ha hecho mantener su atractivo. 

Hoy es la actriz que se convirtió en monja.

Y es la única religiosa consagrada que tiene derecho a voto en los Oscar.

La historia de la Madre Dolores es de esas que llegan al fondo de nosotros mismos. 

Porque como ella misma dice “Una relación viva y personal con Cristo es necesaria para entender que su presencia es la única cosa verdaderamente real y verdaderamente hermosa en nuestra propia vida”.

Otra historia que la marcó en su vocación religiosa fue cuando filmó Lisa, la historia de una joven que había sido marcada por su experiencia como sobreviviente nazi.

La impresionó cuando el guardia nazi entró en su habitación para hacerse cargo de su casa. 

Lo peor que pudo imaginar fue cuando él agarró su trenza, tomó su cuchillo y se lo cortó de raíz y luego se lo metió en el bolsillo y dijo: «Este es el recuerdo del día». 

Dolores sabía cuánto significaba el pelo largo, por eso actuó en San Francisco de Asís con una peluca para que no le cortaran el pelo. 

Al escuchar esa historia, explicó que se dio cuenta de que la condición humana sufría un dolor tan terrible, que se preguntó qué podía hacer una persona. ¿Qué puede hacer una mujer para enfrentar ese tipo de maldad? 

Y lo único que se le ocurrió fue la consagración a la oración para luchar contra eso. 

Desde su encierro en la Abadía, ha hecho dos apariciones en público: una en 2006, para crear conciencia sobre la neuropatía idiopática periférica, enfermedad neurológica que padeció en 1999, y otra en 2012, para celebrar la nominación del documental de su vida a los premios de la Academia. 

Hoy, la madre Dolores sigue formando parte de la Academia del Cine, que elige cada año a los galardonados con el premio Óscar. 

Pero no es todo. Junto a una amiga actriz, Patricia Neal, ya fallecida, construyó el The Gary-The Olivia Teather, a un lado del convento. 

Es un teatro para 300 personas donde cada verano representan diversas obras. 

Además a través de un sitio en Internet promueve cantos religiosos, para que se pueda escuchar, entre otras cosas, la genealogía de Jesús.

Lo que llamó más la atención del mundo es que cuando se decidió por los hábitos religiosos, su carrera había despegado de una manera asombrosa.

Además, había conocido a Don Robinson, un arquitecto exitoso, que le pidió que se casara con él. 

Pero se dio cuenta que todo su éxito cinematográfico no le había causado el placer que sintió cuando estuvo en el convento para reponerse, y estuvo totalmente consagrada a Jesús.  

Ella opina que la vida religiosa tiene que convertirse en una expresión de los dones de la persona. 

Porque uno simplemente no desecha su personalidad, sus dones y deja todo en la puerta, entra en el convento y espera encontrar a Jesús. 

Por eso, a lo largo de su vida en la comunidad, ha intentado todo lo que sabe para permitir que las hermanas jóvenes que ingresan traigan su bondad, sus dones y los entreguen como una forma de servir a la vida de la comunidad. 

“Creo que eso ha ayudado mucho a inspirar a las jóvenes que quieren entrar aquí”, dice en su biografía.

Cree que las películas han sido un regalo increíble para la humanidad y para ella, pero su vida ha sido completa y feliz tras los muros de clausura de su monasterio. 

Respecto de su biografía espera que la gente vea que al amarse unos a otros pueden encontrar fe en Dios, porque el Señor dijo que la forma en que lo conocen, es amarse los unos a los otros. 

Y considera que la forma en como funciona es cuando ves a alguien más, llegas a conocerlo y lo amas y le sirves, eso para ella es lo que te trae a la realidad de Jesucristo.

Es lo que repetía sin cansancio el apóstol San Juan al final de su vida, ya muy viejito, cuando le preguntaban cuál era el real mensaje de Jesús, «ámense los unos a los otros» decía.

Bueno hasta aquí lo que quería contarte de la Madre Dolores Hart, quien opina que la Iglesia siempre está en problemas porque la Iglesia se mete en el problema que la humanidad está tratando de resolver. 

Y me gustaría preguntarte cuál crees tú que es el mensaje fundamental que nos dejó Jesús.

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