El dogma de fe, las visiones de santos y místicos y el deseo de Francisco.

¿Existe el infierno? ¿Es un lugar real o solo una metáfora? 

¿Allí los condenados estarán para siempre?

El domingo 14 de enero de 2024 el Papa Francisco apareció en un programa de entrevistas de Italia.

El entrevistador le preguntó cómo “imagina el infierno”, y Francisco dio una breve respuesta.

“Lo que voy a decir no es un dogma de fe sino mi punto de vista personal: me gusta pensar que el infierno está vacío; espero que así sea”.

Esto ha causado un gran revuelo, porque Jesús sugirió que el infierno existe, hay gente en él y es eterno. 

Francisco no afirmó lo contrario, pero puede generar dudas. 

Entonces, para evacuar las dudas, aquí queremos contar la enseñanza permanente de la Iglesia, de la tradición, del magisterio papal y de la biblia sobre el infierno.

Y la corroboración de místicos y santos que han sido llevados al infierno y lo que les dijo Nuestro Señor.

El Catecismo de la Iglesia Católica habla sobre el infierno en los numerales 1033 a 1060.

En el 1035 dice que después de la muerte, las almas de quienes mueren en estado de pecado mortal descienden al infierno.

Afirma la existencia del infierno, que hay gente allí, su eternidad y que el castigo principal es la separación eterna de Dios.

Estas no son opiniones controvertibles de los teólogos, son dogmas de fe, que son extraídos claramente de muchos pasajes de las Sagradas Escrituras. 

En Mateo 25 hay una mención clara del infierno cuando Jesús dice «apartaos de mí, malditos, al fuego eterno», en la parábola de la separación de las ovejas y los cabritos.

En la parábola del hombre rico y Lázaro queda claro que hay gente en el infierno.

Y Marcos 9 Jesús advierte a sus discípulos que el fuego eterno es un lugar de tormento eterno.

En el 2008 Benedicto XVI declaró que “el infierno del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno”, y que la salvación no llegará a todos.

Pero luego del Concilio Vaticano II, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II habían dicho que el infierno es un estado del alma más que un lugar, lo cual se podría interpretar hasta heterodoxamente.

Pero hasta mediados del siglo XX era evidente para el magisterio y los teólogos que no todos se salvaban.

La doctrina del “pequeño número de los elegidos” y la puerta estrecha era el lugar común, hasta que teólogos como el jesuita Hans Urs von Balthasar sugirieron que tenían la esperanza de que el infierno estuviera vacío.

Von Balthasar dijo que los anuncios de Jesús relatados en la biblia sobre el infierno tenían un carácter de advertencia, incluso de amenaza, pero no de afirmación.

No sería: «esto es lo que les sucederá a los pecadores mortales», sino más bien «esto es lo que no debe sucederles a ningún precio».

Esta confusión teológica partió de la pregunta que se hacían sensibilidad humanista de muchos fieles mal catequizados. 

¿Puede un Dios amoroso condenar a los hombres falibles y volubles al castigo eterno?

Pero la realidad es que Dios no condena al infierno, sino que es el lugar del rechazo voluntario de Su amor. 

Es el pecador impenitente quien se precipita al infierno rechazando la invitación de Dios. 

Dice San Alfonso María de Ligorio que “los condenados son tan obstinados en sus pecados, que incluso si Dios les ofreciera perdón, su odio hacia Él les haría rechazarlo”.

De hecho, los condenados desean el Cielo, pero no desean a Dios porque desean seguir pecando.

Si el fin de cada hombre fuera sólo el Cielo, y el infierno no fuera eterno o estuviera vacío, ¿qué sentido tendría la prédica de la Iglesia para que no pequemos o incluso la Iglesia misma? 

¿Qué necesidad habría de amar a Dios si cualquier conducta da lo mismo? 

Si todos se salvan ¿para qué empeñarse en difundir la fe?

En definitiva, si el infierno no fuera eterno, no nos disuadiría del pecado.

Y más en profundidad teológica, ¿mentiría Dios a sus propios hijos para hacerse obedecer?

Y si para Dios el infierno fuera enteramente virtual, ¿por qué sus promesas de felicidad en el Cielo no deberían serlo también?

Jesús no grita “lobo” ni agita un espantapájaros destinado a asustar cuando menciona “el llanto y el crujir de dientes», Él dice la verdad porque Él es la verdad. 

No hay ningún santo que no tuviera miedo de ir al infierno, San Francisco de Sales, el Santo Cura de Ars, Santa Teresita del Niño Jesús, etc.

Los monjes carmelitas en la Inglaterra del siglo XIII también tenían miedo de ir al Infierno, ayunaban y hacían oración, separados del peligroso mundo dominado por satanás. 

Y en 1251, Nuestra Señora del Carmen se apareció a San Simón Stock, le entregó el escapulario marrón y le dijo: “No teman más, te entrego una vestidura especial: todo el que muera llevando esta vestidura no irá al Infierno”.

Nadie ha tenido visión alguna del infierno vacío de personas.

Ningún santo, ningún vidente, ha declarado haber tenido alguna experiencia mística o aparición del Señor, la Virgen, ángeles o santos afirmando que el infierno no es eterno y está vacío. 

Por el contrario, todos quienes han tenido visiones sobrenaturales del infierno, han visto condenados allí y han recibido mensajes sobre su eternidad.

Quienes sostienen que el infierno está vacío o no es eterno, o incluso que luego de un tiempo las almas que caen allí son aniquiladas, argumentan que el infierno no es compatible con la inmensa misericordia de Dios.

Sin embargo, el apóstol de la Divina Misericordia elegido por Nuestro Señor, fue santa Faustina Kowalska.

Y en 1925, fue llevada por su ángel a ver el infierno.

Y escribió, “Yo, la hermana Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para poder contarle a las almas y testificar de su existencia”.

Describió los 7 tipos de torturas sufridas por todos los condenados.

Y los tormentos especiales de los sentidos, relacionados con la manera en que han pecado.

Y recalcó, “estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ningún alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay infierno, o que nadie ha estado allí.

Y por lo tanto nadie puede decir que no sabe”.

Y en las apariciones de Fátima quedó muy claro que el infierno no está vacío.

El resumen del mensaje de Fátima es que el Infierno existe, que es eterno y que iremos ahí si morimos en estado de pecado mortal.

El 13 de julio de 1917, Nuestra Señora extendió sus manos y de repente los niños vieron un agujero en el suelo. 

Era como un mar de fuego en el que se veían almas con forma humana, consumiéndose.

Y Ella les dijo: “Oren, oren mucho porque muchas almas se van al infierno”. 

Y les enseñó una jaculatoria para el Rosario, dijo “Cada vez que recen el Rosario, digan después de cada década: Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.”

Nuestra Señora le mostró también a Sor Josefa Menéndez el infierno el 25 de octubre de 1922 y dijo que vio a mucha gente del mundo terrenal caer dentro del infierno.

Y Jesucristo le dijo a María Valtorta “lo que está destinado al Infierno, quedará en él eternamente”.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la verdad de fe del infierno, resaltando que la enseñanza católica perenne es que el infierno existe, no está vacío y es eterno, y que todos los místicos y videntes han tenido visiones que lo corroboran. 

Y me gustaría preguntarte si consideras que esta explicación ha sido convincente sobre que el infierno no está vacío o no.

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