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En las Escrituras se menciona la ira de Dios y su cólera cuando pecamos.

La mayoría quizás lo piense en términos humanos.

Pero Dios no se enoja en la forma en que nosotros lo hacemos.

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Nosotros nos enojamos cuando no debemos y no nos enojamos cuando debemos.
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Sin embargo nuestro Dios no es caprichoso en un momento y luego enojado y castigador al siguiente.

Dios no sufre de cambios de humor o rabietas.

Dios es amor, estable, con serenidad, y consistente.

Y la ira y la cólera son sus formas de demostrar que debemos cambiar y acercarnos a Él.

Antes de ver cómo Dios trata de sacarnos del pecado veamos cómo es que éste se genera.

  

CÓMO FUNCIONA EL PECADO

Para comprender la destrucción que genera el pecado tomemos el ejemplo del pecado original de  Adán y Eva.

Dios había puesto a Adán en el jardín, incluso antes de que Eva fuera creada.

Y le dio la norma, que podía comer de cualquier árbol salgo del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque cuando lo comiera moriría.

Dios traza una raya, le dice Adán que no puede cruzarla y le pide que confíe en Él.

Pero entonces aparece la tentación a través de la serpiente, quien comienza a trabajar la cabeza de Eva haciéndole pensar que Dios parece poco razonable con lo que pide.

Esa es la tentación de hoy, la acusación de que Dios exige demasiadas cosas y prohíbe demasiado, quita libertades.

Y luego la serpiente le dice a Eva que Dios no le ha dicho la verdad.

Que en realidad les está restringiendo la posibilidad de ser como dioses, que merecen serlo.

Esto es un argumento que hoy es esgrimido, desmereciendo y descalificando a quienes avisan sobre el pecado, atribuyéndoles algo oscuro detrás.

O descalificándolos por ejemplo con la historia de los sacerdotes abusadores sexuales.

El relato de la tentación de Eva continúa con que la mujer vio el árbol que era bueno para comer y era agradable a los ojos.

Lo que se agrega a que ya era codiciable para alcanzar la sabiduría.

En esta etapa el pecado despierta deseos sensuales, como por ejemplo en este caso que la fruta se ve sabrosa.

Y entonces la tentación pasa de ser un mero pensamiento a convertirse en una fuerza, apalancada por el deseo sensual, y entonces se vuelve más poderosa.

Y finalmente Eva pasa a la acción, toma el fruto y se lo come; rompe la barrera de la obediencia, pasa la raya.

Vemos entonces que el trabajo de la serpiente fue al principio apelar a su orgullo; instalar el deseo de querer más de lo que se tiene porque la persona piensa que se lo merece.

Muchas publicidades apelan a esto directamente “porque yo me lo merezco”.

En segundo lugar sembró la desconfianza a Dios atribuyéndole motivos oscuros.

Y luego pasa a la presentación sensual del objeto pecaminoso, despertando el deseo carnal, que finalmente se consuma en la acción.

Esto hizo a los primeros padres separarse de Dios por no confiar en Él.

Y como Dios es la fuente de vida, esto implica la muerte espiritual.

  

LA IRA DE DIOS ES SU FORMA DE SACARNOS DEL PECADO

En la Escritura, la ira y la cólera se utilizan para describir la reacción de Dios cuando no le gusta lo que el pueblo hebreo está haciendo.

Él los ama, pero eso no le impide estar enojado con ellos.

Yavé siempre tiene una buena razón, una de las cuales es que se enderecen.

El salmo 88 dice:

«Tu cólera se ha descargado sobre mí».

San Pablo dice a los Tesalonicenses:

«Porque Dios no nos destinó para su cólera, sino para ser salvados« (1 Tes. 5: 9)

Esta observación implica que la «cólera» es una opción muy legítima a causa de nuestros pecados.

Pero el libro de Jonás nos dice que Dios es

«clemente y misericordioso» (4: 2) «lento para la ira».

Esta lentitud implica que no presiona demasiado, porque «se arrepiente del mal».

La ira de Dios es su «pasión» para arreglar las cosas.
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Su cólera es su trabajo para acabar con el pecado y la injusticia y traer santidad y justicia.

   

LA SENTIMOS CUANDO PECAMOS

Otra cosa a tener en cuenta sobre la cólera de Dios es que la cólera es realmente algo que está más en nosotros que en Dios.

La cólera de Dios es nuestra experiencia de la incompatibilidad total de nuestro pecado no arrepentido ante la santidad de Dios.

Es como el fuego y el agua: no se mezclan. Y uno puede oír el conflicto colérico cuando el fuego y el agua se unen, como que estallan.

Así el pecador, en presencia de toda la santidad de Dios va a experimentar un conflicto.

Es que Dios está enojado porque el pecador es incapaz de soportar su gloria, tan brillante e impresionante. Es como la cera ante el fuego.

Cuando experimentamos la cólera, experimentamos la incompatibilidad total de nuestra postura pecaminosa con la gloria para lo que fuimos creados.

Así que pueden pasar dos cosas: colectiva e individualmente, una ardiente indignación hacia Dios y todo lo que representa o nos recuerda la verdad para la que fuimos creados.

Proyectamos nuestra cólera en Dios, pero Dios no está enojado.

Más bien, Él tiene pasión, una voluntad de arreglar las cosas.

Su justicia y el amor son una sola realidad.

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¿CÓMO ES LA CÓLERA DE DIOS UNA OBRA DE REVELACIÓN?

San Pablo dice:

«la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia« (Romanos 1:18).

Y así San Pablo habla de la cólera de Dios como una obra de la revelación. Como tal, expone nuestra injusticia, el error y el pecado.

La cólera de Dios por lo tanto es como una especie de luz de revelación, como una mano que señala nuestra iniquidad.

Así su cólera puede no cesar pero su mano siempre está extendida.

Porque de hecho, la cólera de Dios arroja una luz sobre nuestros errores y su mano extendida los señala, revelándolos y mostrándonos los resultados.

Su cólera nos muestra todas las consecuencias de nuestro rechazo pecaminoso de Dios y su plan para nosotros.

El hecho es que somos débiles y nos convertimos en presa fácil para nuestros enemigos, tanto literal como figurado.

Para el Antiguo Israel esto significaba Aram y los filisteos.

Para nosotros, en el decadente Occidente alguna vez cristiano, significa que nos volvemos demasiado débiles para resistir a enemigos como la lujuria y la codicia.

Ya no podemos asumir compromisos y mantenerlos; tenemos poco control de nosotros mismos. Estos enemigos devoran nuestra fuerza, nublan nuestras mentes, y erosionan nuestro progreso.

Esto que nos sucede es una revelación de Dios, que nos muestra lo que somos cuando rechazamos su favor, su misericordia, y su llamado a la verdad.

Y así la cólera continúa revelándonos en tonos cada vez más profundos y oscuros de las profundidades de nuestra condición, de nuestro estado triste.

El pecado crece, especialmente los jóvenes sufren los pecados de los padres y los mayores. Si no queremos la gracia, no vamos a tenerla; si no buscamos Su misericordia y gracia, vamos a estar cada vez más sin ellos.

No podemos soportar la santidad y la justicia de Dios aparte de la gracia y la misericordia, y así experimentamos su santidad como la cólera.
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Esto nos revela nuestra grave situación.

   

LA IRA DESCARGADA ES PARA QUE NOS MOVAMOS

La ira y la cólera indican la necesidad de respuesta real, «visible» para el mal o los trastornos, incluso si no podemos «hacer» nada con ellos debido al libre albedrío u otras causas.

La ira de Dios no erradica la libre voluntad que origina el desorden al cual es dirigida la ira.

Este factor es por el que podemos entender que la cólera de Dios se dirige hacia nuestro mundo, hacia nuestros hechos, mientras que nosotros, por nuestra parte, vamos alegremente aprobando, fomentando, y viviendo vidas desordenadas como «derechos» o «diversidades».

De nuevo, esta reacción divina explica la necesidad teórica de un juicio final sobre nuestros pecados.
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Por el que «la ira» de Dios, por así decirlo, visita a los que, en su orgullo y envidia, se niegan a vivir en ningún otro mundo nada más que en el suyo.

   

LA SUPRESIÓN DE LA VERDAD Y LA IRA DE DIOS

Hay una total incompatibilidad entre el pecado no arrepentido y la santidad de Dios.

El pecador no arrepentido no puede soportar Su presencia, Su santidad.

A causa de la maldad y el deseo de persistir en el pecado, muchos suprimen la verdad.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice que la mente humana se ve obstaculizada en el logro de tales verdades.

No solo por el impacto de los sentidos y la imaginación, sino también por los apetitos desordenados que son las consecuencias del pecado original.

San Pablo escribió en 2 Timoteo 4: 3 que vendrá el tiempo cuando la gente no tolere la sana doctrina.

Y que se reunirán con otros maestros que les dirán lo que quieren escuchar para satisfacer sus deseos desordenados.

E Isaías 30:10 habla de la demanda de que no de mas visiones de lo que es correcto sino que cuente cosas agradables y profetice ilusiones.

En resumen, el deseo de aferrarse al pecado y de justificarse a sí mismos, lleva a las personas a suprimir la verdad.

Porque la creación revela constantemente a Dios: su existencia, sus atributos, su justicia, poder, misericordia.

El hombre descubre, en lo más profundo de su conciencia, una ley que no está escrita pero que debe obedecer.

Lo llama a amar y hacer lo que es bueno, según (CIC #1776-1778).

Por eso, quienes suprimen la verdad no tienen excusa, porque están suprimiendo lo que saben que es verdad.

Pueden mantener la voz de Dios a raya con capas de racionalización.

O elegir falsos maestros para confirmarlos en sus pecados.

Y hay un texto básico de San Pablo en Romanos 1: 24-27:

“Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.

Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío”

En este pasaje Dios está diciendo que si quieres el pecado y la rebelión, puedes tenerlo. Es todo tuyo.

Experimentarás las consecuencias completas de tu rebelión pecaminosa, la furia plena de tus propias elecciones pecaminosas.

De modo que en su ira y disgusto por el pecado consuetudinario, Dios nos entrega a nuestros deseos pecaminosos.

Mientras sigue insistiendo sobre cuál es la verdad noche y día.

Esto es lo que pasa generalizadamente hoy.

Romanos 1 no dice que Dios nos castigará por esto. Dice que la condonación generalizada y la celebración de actos homosexuales es el castigo de Dios; es la revelación de la ira.

Es la indicación que Dios nos ha entregado a nuestra obstinada pecaminosidad y nuestros deseos.

E implica históricamente que algunos pecado se irán generalizando en la sociedad, como castigo.

   

RESUMEN DE LA IRA Y CÓLERA DE DIOS

Aquí hay 5 puntos que resumen la cólera y la ira de Dios

   

1 La ira de Dios es su pasión para arreglar las cosas

Pero a veces nos entrega a que demos rienda suelta a nuestros pecados porque hemos multiplicado nuestra obstinación.

Aunque nunca deja de decirnos lo que está bien y lo que está mal.

   

2 La ira de Dios no es como nuestra ira

Decir que Dios está enojado no significa entender que esta dominado por las pasiones y obviamente no está contaminado por el pecado.

Dios no está enojado como nosotros estamos enojados.

   

3 Dios no está de mal humor ni de buen humor

No se refiere a que Dios tiene buenos y malos días, buenos y malos humores.

La escritura parece bastante clara cuando indica que Dios no cambia.

   

4 La ubicación principal de la ira de Dios no está en Dios sino que está en nosotros

Tal vez la mejor definición de la ira de Dios es que la ira de Dios es nuestra experiencia de la incompatibilidad total de nuestro estado de pecado ante la santidad de Dios.

   

5 Somos nosotros los que debemos cambiar, no Dios y esto provoca la ira que experimentamos

Consideremos el siguiente ejemplo.

En el techo de mi dormitorio hay una luz con una bombilla de 100 vatios.

Por la noche antes de acostarme, me deleito con la claridad que hay.

Estoy acostumbrado a ella.

Pero luego a la hora de dormir apago la luz y voy a dormir.

Cuando me despierto todavía está oscuro (al menos en el invierno).

Por lo tanto enciendo la luz. Pero ¡Uf! ¡Grrr!

Ahora la luz es brillante y la maldigo.

La luz no ha cambiado, sigue siendo la misma bombilla de 100 vatios que era horas antes.

La luz es la misma ¿qué es lo que ha cambiado?, obviamente nuestra situación.

Pero, ¿sabes lo que hago?, culpo a la luz y digo: «¡Esa luz de porquería!»

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¿CÓMO FUNCIONAN ESTAS EMOCIONES ENTRE LOS HOMBRES?

La ira a menudo se refiere a una emoción natural en los hombres cuando es demasiado fuerte y no guiada por la razón.

La ira indica una fuerte reacción. Siempre supimos cuando nuestros padres estaban enojados.

Cólera representa algo aún más fuerte, la diferencia entre un aguacero y un tifón.

El tema de la ira surge en el libro cuarto de la Ética de Aristóteles.

Es una de esas cosas dadas en nosotros que necesita ser auto-gobernada.

Hemos de estar enfadados en el momento correcto, el lugar correcto, el grado correcto, y bajo la dirección apropiada.

Las personas llegan con facilidad a que esta emoción se vuelva fuera de control.

Así es posible estar demasiado enojado o no lo suficientemente enojado.

La capacidad de estar enfadado nos viene dado por la naturaleza misma.

Es parte de todo el «paquete» de elementos interrelacionados que constituye lo que es ser un ser humano.

Sin ella, seríamos menos de lo que somos. Estaríamos mutilados, a falta de algo que debería estar allí.

Dime lo que te hace enojar y te diré lo que eres.
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El mismo punto se puede hacer de forma negativa.
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Dime lo que no le molesta y adivinaré lo que eres.

Fuentes:

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