¿Y cuál es nuestro aporte para ayudar al moribundo para que se ponga en manos de Dios?

Todos vamos a morir, pero no todos se van a salvar para la vida eterna en el Paraíso, porque hay quienes no pedirán a Dios el perdón de sus pecados, ni se arrepentirán.

A muchos les puede llegar la hora en el lecho de muerte con pecados mortales no perdonados.

Y en ese momento se produce la batalla final entre los demonios, que parecen tener a su presa segura, y los ángeles y el propio Jesucristo y Nuestra Señora.

Aquí hablaremos cómo es la batalla en el lecho de muerte entre los demonios y Dios, y cómo puede hacer cada amigo del moribundo para salvarlo en el último segundo.

¿Qué sucede con las personas en lecho de muerte o moribundas que se han alejado de Dios o que no se han bautizado, e incluso que rechazan a Dios?

¿La Misericordia de Dios les da una última oportunidad, en el último momento? ¿Y cómo se las da?

La experiencia de los capellanes de hospitales es que cuando las personas se acercan a la muerte les llega la gracia de la conversión, aunque ellos deben aceptarla.

Y muchas veces, las personas que parecen estar completamente lejos de la conversión, se convierten.

Algunos piden los sacramentos. 

Otros solo necesitaban un poco de ayuda o cambian de opinión más tarde cuando está claro que la muerte es inminente. 

Y tristemente, otros van a la eternidad rechazando a Dios.

Pero los capellanes que han tenido gran cantidad de experiencias son optimistas.

El padre Stefan Starzynski dice que, si el moribundo no está consciente, le coloca un escapulario marrón, lo reclamará para Cristo e invocará la protección de Nuestra Señora, y lo bendecirá y orará por ella. 

Y cuando su oferta es rechazada, se sienta solo y reza la Coronilla de la Divina Misericordia por esa persona. 

El lecho de muerte es el campo de batalla final donde se decide el destino eterno de la persona, el cielo o el infierno.

Y esa es la razón por la cual la Iglesia Católica ofrece el sacramento de los últimos ritos, fortaleciendo las almas con el sacramento de la confesión, la unción de los enfermos y el viático de la Sagrada Comunión.

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Las conversiones en el lecho de muerte hablan de la misericordia continua de Dios, hasta el último aliento de cada persona. 

El ejemplo más elocuente es el de Dimas, el buen ladrón crucificado junto a Jesucristo, en el que Jesús vio la profundidad de su conversión y le prometió que ese día estaría con Él en el Paraíso.

Y también muestran cómo el maligno es engañado en el último minuto, según la parábola de los trabajadores que se presentan y trabajan sólo durante la última hora, pero aún así reciben el salario de un día completo. 

Hay muchos famosos que se convirtieron a último momento.

Por ejemplo John Wayne, que a pesar de que sus tres mujeres y todos sus hijos eran católicos, Wayne no fue bautizado en la Iglesia hasta dos días antes de su muerte, según la información de su nieto que es sacerdote.

En ese momento final la lucha contra el demonio es muy intensa.

El padre Joseph Aytona, cuenta que lo llamaron en medio de la noche para dar los últimos ritos a un hombre que había tenido un accidente de motocicleta. 

El hombre parecía no estar consciente. 

Cuando procedió a darle los últimos ritos, oyó una voz de hombre que le dijo, 

“Tú no eres un sacerdote. ¿Qué estás haciendo? ¡Él es todo mío!”

El moribundo estaba siendo influenciado por un demonio. 

La voz comenzó a maldecir al sacerdote y la cama del enfermo comenzó a saltar para arriba y para abajo, y la cortina temblaba. 

El sacerdote sabía que tenía que perseverar.

Y cuando terminó de ungir al hombre, la voz se detuvo por completo y el que estaba inconsciente murió.

¿Te imaginas si el sacerdote hubiera esperado 30 segundos más? 

Pero también existen casos a la inversa, como el de Voltaire, el famoso escritor y político de la Revolución Francesa, que ridiculizaba la fe, a pesar de haber sido bautizado.

Algunos de sus seguidores le impidieron entrar a un sacerdote a su lecho de muerte. 

Y la enfermera que lo atendió en sus últimos momentos, dice que murió gritando porque vio que el diablo venía por él.

También Svetlana, la hija de Stalin, dice que la agonía de la muerte de su padre fue terrible. 

De repente echó una mirada terrible, enloquecida, levantó su mano izquierda como si estuviera señalando algo arriba y lanzó una maldición sobre todos los presentes.

Y momentos después murió.

Pero para consuelo hay una revelación mística a una monja misionera en África, que estaba angustiada porque le habían informado que su hermano había muerto rechazando al Señor, en su lejana patria.

Entonces se le apareció Nuestro Señor y le reveló lo que realmente sucedió en ese último momento de su vida.

Le mostró que, después de escupir al sacerdote y volverse hacia la pared, una fracción de segundo antes de que muriera, Nuestro Señor se le apareció con Su Sagrado Corazón y le dijo, «¿Me escupirás ahora?». 

Y el moribundo le dijo a Nuestro Señor, «Jesús, ten piedad de mí», y murió.

Entonces el Señor le reveló a la hermana que fueron sus sufrimientos y sacrificios los que le habían valido esa gracia final para su hermano y se había salvado. 

También podemos mencionar la historia que contó Dan Burke ex presidente y director de operaciones de EWTN News. 

Cuando su padre ateo estaba moribundo le solicitó por enésima vez que pidiera a Dios por el perdón de sus pecados y por su conversión.

Y entonces el padre le preguntó cómo podía hacerlo. 

Y Dan le dijo, «sólo pídelo, ora, ‘Dios, por favor, perdona mis pecados’”.

Antes se había negado a ver a un sacerdote, pero en ese momento accedió a ser bautizado. 

Y dada la incertidumbre de cuánto tiempo le quedaba, él mismo le realizó un bautismo de emergencia. 

Llenó una copa con agua y mientras la derramaba sobre la cabeza de su padre, pronunció: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Luego arregló la visita de un sacerdote local, y fue confirmado, recibió su primera Comunión y la unción de los enfermos. 

Eligió a San Cristóbal como su santo de confirmación.

Vivió otras dos semanas y dijo haber visto a menudo a San Cristóbal, quien le enseñó la fe católica

La Iglesia dice que el bautismo de emergencia se debe realizar cuando la persona se encuentra en peligro de muerte, o está gravemente enferma o espera una intervención quirúrgica que supondría peligro para su vida.

Cualquier persona, bautizada o no, está en capacidad de realizar el “Bautismo de Emergencia”, enseña el Catecismo de la Iglesia.

Y debe usar la fórmula bautismal que usó Dan. 

En 1877 la Venerable Hermana Mary Potter fundó una orden religiosa dedicada a la oración por los moribundos. 

“Ora por los moribundos y ellos orarán por tus intenciones. Hoy necesitan tus oraciones, mañana será muy tarde», decía.

Y ofreció una salida a las madres que luchan por la conversión de sus hijos, que están influenciados por el maligno.

La Hermana Mary Potter sugirió que por el tiempo que el maligno tenga influencia en sus hijos, se esfuercen más fervientemente en la oración para derrotar las trampas del maligno en el lecho de muerte, de quienes casi ha logrado la posesión eterna. 

Dijo, “Madres, dedíquense a los moribundos, y no pueden dudar que Dios en su justicia las recompensará”.

Décadas más tarde Nuestro Señor se apareció a Santa Faustina Kowalska y le inculcó a que orara por los moribundos.

“Hija mía, anima a las almas a rezar la Coronilla que te he dado. 

Me complace conceder todo lo que me piden rezando la Coronilla de la Divina Misericordia. 

Cuando recen esta Coronilla en presencia de los moribundos, Yo me interpondré entre mi Padre y el moribundo, no como juez justo, sino como salvador misericordioso”.

Y Santa Faustina cuenta sobre un momento en que estaba orando por un hombre moribundo que había sido sugerido por el Señor, y éste le dijo,

“Hija mía, ayúdame a salvar a este pecador moribundo. Reza la coronilla que te he enseñado por él”.

Y ella cuenta que cuando comenzó a rezar la coronilla, vio al hombre muriendo en medio de terribles tormentos y luchas, su Ángel de la Guarda lo defendía, pero él estaba como impotente ante la enormidad de la miseria del alma.

Y una multitud de demonios estaban esperando el alma. 

Pero mientras rezaba la coronilla, vio a Jesús tal como está representado en la imagen. 

Los rayos que salían de su Corazón envolvieron al enfermo, y los poderes de las tinieblas huyeron aterrorizados. 

Y el hombre expiró en paz. 

Cuando ella volvió en sí, comenta que comprendió cuán importante era la coronilla para los moribundos.

Otra oración poderosa en el Rosario.

Cuando rezas el Rosario le pides a Nuestra Señora una y otra vez, al final de cada Avemaría “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén”.

Y con tanta insistencia no hay forma de que falle. 

Ahora, esta misericordia de Dios, que da una oportunidad tras otras para la salvación de las almas, incluso en el lecho de muerte, no puede ser excusa para que una persona dilate su conversión, hasta cuando piensa que va a ser el final de su vida, porque en realidad no sabe cuando le va a llegar la muerte. 

Y además Dios ve su dilación, de modo que aún si la jugada le sale bien, tal vez deba pasar una cantidad de tiempo multiplicado en el Purgatorio por su maniobra. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la batalla que se produce en el lecho de muerte de los moribundos.

Y me gustaría preguntarte si has conocido personas que se han convertido al final de su vida o no. 

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