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El libro del Apocalipsis ha fascinado a los cristianos de todas las épocas.

No sólo por su riqueza profética.

Sino también porque habla de la batalla que está sucediendo en la Tierra en cada época.

Revela la lucha del bien y del mal, los personajes que intervienen y su desenlace.

Y muestra la gloria del triunfo final.

La figura de San Juan y el texto del Apocalipsis son dos de los aspectos más fascinantes de la Biblia.

El título original en griego del libro del Apocalipsis es «La revelación de Jesucristo»”.

Donde Juan evangelista descorre el velo y nos muestra lo que está sucediendo realmente.

Nos revela la gloria de Jesucristo y quiénes son sus enemigos.

Muestra la batalla cósmica que sucede a nuestro alrededor, el triunfo de Jesucristo, la separación la paja del trigo y la recreación de la creación.

Lo debemos leer pensando en la batalla contra el mal en nuestra época.

Porque no hay duda que estamos al final de una era, donde una especie de locura e insensatez se ha apoderado de occidente en el proceso de desmoronamiento.

Mientras el miedo tiene paralizada a la Iglesia, que opta por la suavidad y la condescendencia, pensando en el riesgo de perder sus bienes materiales, su estructura y sus privilegios.

El libro del Apocalipsis nos advierte que no nos debemos dejar engañar con el poder que aparenta el enemigo hoy; eso es una ilusión, porque Jesús es el vencedor.

Y que los cristianos deben ser proféticos, fuertes, estar dispuestos a la batalla, y no sentarse cómodamente viendo pasar la historia, por temor.

Porque ya el enemigo está viniendo por cada uno de nosotros y nos está diciendo que le pertenecemos, a cada uno.

Pero si sabemos que satanás es el gran perdedor no nos podrá impresionar y engañar, para incorporarnos a su mentira.

Aunque muchos caerán presa de sus promesas, poder y placeres sin que Dios lo impida, porque está separando la paja del trigo y eligiendo a los que lo acompañarán en Su Reino.

En este artículo haremos una semblanza breve de San Juan y haremos una síntesis del libro del Apocalipsis.

Recomendamos no perderse en los detalles sino en el mensaje.

  

QUIÉN FUE SAN JUAN

San Juan fue uno de los dos evangelistas elegidos por Jesucristo.

El único de ellos no martirizado que vivió hasta su vejez.

Se lo asocia con Éfeso y con Patmos.

Se cree que vivió en Éfeso con la Virgen María en la casa que hoy se venera en Turquía y que fue hallada gracias a una visión de Ana Catalina Emmerich.

No se sabe si es la misma persona que fue Apostol, escribió en los evangelios, las Epístolas y el libro del Apocalipsis.

Aunque es usual decir qué Juan el evangelista es el mismo que San Juan apóstol y el mismo que escribió el Apocalipsis.

Juan era hijo de Sebedeo y de Salomé y tenía como hermano a Santiago el mayor.

Con su hermano (y su padre) pescaban en el lago de Genesaret y eran discípulos de Juan el Bautista.

Y junto con los hermanos Pedro y Andrés fueron de los primeros en convertirse en discípulos de Jesucristo.

Tenía una relación muy estrecha con Jesucristo; en la Biblia se los llama “el discípulo a quién Jesús amaba”.

En la Biblia se lo muestra siendo testigo de la resurrección de la hija de Jairo, de la transfiguración, de la agonía en Getsemaní, en la preparación de la última cena, y apoyando su cabeza sobre el pecho de Jesús en la última cena.

Se lo asocia con el discípulo que junto a Pedro siguió a Cristo después del arresto.

Fue el único discípulo que permaneció al lado de Jesucristo al pie de la cruz en el calvario, junto con María y las demás mujeres.

Y al que Jesús le dio a su madre para su cuidado, lo que él hizo llevándola a vivir con él a Éfeso.

Junto con Pedro fue el primero de los discípulos que fue a la tumba para ver la resurrección, avisado por las mujeres.

Fue el primero que reconoció a Jesucristo resucitado en el lago de Genesaret.

Y luego de Pentecostés tuvo una función preeminente en la configuración de la iglesia, junto con el apóstol Pedro.

Lo vemos junto a Pedro curando a un hombre cojo en el templo, es encarcelado con él, y nuevamente junto a Pedro visita a los recién convertidos en Samaría.

Habría permanecido unos 12 años en los alrededores de Jerusalén hasta la persecución de Herodes Agripa.

Después probablemente haya ido a predicar a Asia Menor.

Se lo ve regresar para el Concilio Apostólico en Jerusalén del año 51.

San Pablo lo menciona como pilar de la iglesia junto a Pedro y a “Santiago el hermano del Señor”.

Las epístolas firmadas por Juan, lo mismo que el Apocalipsis, suponen que fue testigo presencial de la vida y obra de Cristo, y que vivió por un tiempo en Asia Menor, con una posición de autoridad en las comunidades cristianas.

La fiesta de San Juan en la Iglesia Católica es el día 27 de diciembre, bajo el título San Juan Apóstol y Evangelista.

  

EL DESTIERRO A PATMOS

San Juan habría sido desterrado por un tribunal de Domiciano a la isla de Patmos en el Mar Egeo.

Ahí probablemente fue obligado a trabajar en las minas.

Y obtuvo información de la persecución de los cristianos por algunos desterrados que venían de Mileto y de Éfeso.

También sobre las herejías que estaban asolando el pueblo de Dios.

Entre ellas la de un diácono llamado Nicolás a cuya secta se les llamaba Nicolaítas.

Quienes tenían una especial inmoralidad en sus prácticas y una indulgencia desenfrenada como dice San Ireneo.

La mayoría piensa que el libro del Apocalipsis fue escrito por Juan en Patmos.

Otros creen que fue escrito en Éfeso, pero de cualquier manera la visión habría surgido en Patmos.

La visión sucedió cuando un domingo fue tomado por el espíritu y oyó de tras de sí una gran voz como de trompeta, que le decía que escribiera en un libro lo que veía.

Y ahí vio a una criatura similar a un hijo del hombre.

Su rostro brillaba como el sol y cayó como muerto a sus pies.

Y éste le dijo

“No temas yo soy el primero y el último, y vivo. Estaba muerto y ahora vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del infierno.”

Las revelaciones que San Juan plasmó en el Apocalipsis eran visiones sobrenaturales comunes en la iglesia primitiva.

Al punto que San Pablo encontró tantos profetas y profetisas en Corintios que sintió la necesidad de regular sus manifestaciones e inspiraciones.

El relato de las visiones de Juan fue dirigido a las siete iglesias de Asia.

Y se cree que tuvo la forma de una carta para circular entre ellas.

La zona donde estaban esas iglesias es la parte occidental de Turquía actualmente.

En la carta a las 7 Iglesias San Juan alaba las fortalezas de esas siete iglesias y crítica sus debilidades.

Funcionando como una especie de catequesis de cómo deben actuar las comunidades cristianas.

Luego de eso comienzan las visiones qué aparecen tan desconcertantes como cautivadoras.

Todo libro se puede considerar como un llamado a las iglesias a buscar fortaleza en Cristo, que regresará triunfante ante las persecuciones romanas.

Pero este contenido también es universal para cualquier época, por las persecuciones que sufren los cristianos ante los imperios dominantes.

La esperanza proviene en que las fuerzas del mal serán completamente destruidas por Dios.

De modo que el Apocalipsis ofrece consuelo y aliento a los cristianos de todas las épocas.

Especialmente cuando las fuerzas del mal parecen dominar el mundo, el llamado es a tener confianza en Dios, porque él tiene el control de todas las cosas.

También el libro del Apocalipsis muestra la liturgia celestial.

Allí se muestra al cordero en el trono en medio de una multitud innumerable de elegidos, llevando copas con las oraciones de los santos.

Se oyen los gritos de los mártires saliendo de abajo del altar, canciones de acción de gracias glorificando al Cordero etc.

Es especialmente cristológico, llamando a Cristo el Alfa y Omega, el príncipe de los reyes de la Tierra, el que tiene las llaves de la muerte y del infierno.

Y en última instancia el objeto de la adoración para el cielo y la tierra.

Habla de las últimas cosas, diciendo que este mundo visible desaparecerá después de calamidades.

Y anuncia que el diablo será liberado del abismo por 1000 años para seducir a las naciones y a los santos.

Pero luego será derrotado y enviado permanentemente al infierno junto con sus secuaces.

El Apocalipsis no da fechas ni de las catástrofes ni del regreso de Nuestro Señor para derrotar definitivamente al diablo.

Pero las imágenes del Apocalipsis han dado para un sin número de interpretaciones fantasiosas en libros y películas.

También para predecir los eventos de los tiempos finales.

En definitiva la idea fundamental del Apocalipsis es la creencia de que Cristo es el cordero sacrificado por nosotros, que abre los sellos del libro.

Y eso le permite que lidere la lucha contra el mal con sus ejércitos de santos.

Su arma central es la fe y la palabra de Dios y su abnegación llega hasta la entrega de la vida.

Finalmente promete triunfar sobre el enemigo y la resurrección.

  

LA HISTORIA QUE CUENTA EL APOCALIPSIS

El Apocalipsis comienza con una visión de Juan que cae en estado de éxtasis.

Oye una voz, y ve siete candelabros de oro, en medio de los cuales está uno como el “hijo del hombre”, con cabello blanco, ojos como fuego y una voz como agua corriendo, y como una espada de dos filos saliendo de su boca.

Se trata de Cristo resucitado y los siete candelabros son las siete iglesias de Asia Menor.

La espada de dos filos que sale de su boca es la palabra de Dios.

  

Las 7 cartas y una visión del Cielo

El hijo del hombre le dicta 7 cartas para las siete iglesias de Asia Menor.

En las que corrige y elogia a las iglesias que son: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Luego viene una visión de una puerta abierta al cielo donde presencia el trono de Dios y la corte celestial.

Hay un rollo con siete sellos en la mano derecha de Dios.

Pero nadie es digno de abrirlo salvo un cordero, y el cordero es Jesús.

Esto viene de la práctica usual de los judíos de sacrificar corderos en el templo para expiación y reconciliación con Dios.

Estos capítulos 4 y 5 se consideran el prototipo de la liturgia divina.

Es la adoración presente y permanente a la presencia del Dios eterno.

  

Apertura de los siete sellos

Jesucristo el cordero, abre los siete sellos del rollo y revela un aspecto del sufrimiento humano en cada uno.

Estas son las plagas que han seguido a la humanidad a lo largo de la historia.

Aquí aparecen cuatro jinetes en caballos, que son llamados “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”.

Primer sello: un jinete en caballo blanco que viene a conquistar. El caballo blanco representa el orgullo y el impulso de conquista.

Segundo sello: un jinete en caballo rojo con una espada que quita la paz a la Tierra. El caballo rojo representa el derramamiento de sangre en las guerras.

Tercer sello: un jinete en un caballo negro con una balanza que pesa el grano. El caballo negro es el hambre luego de las guerras.

Cuarto sello: un jinete en un caballo verde que es la muerte y el Hades. El caballo verde es la muerte.

Luego viene la apertura de más sellos.

El quinto sello son las almas clamantes de los mártires cristianos.

El sexto sello es la destrucción en los cielos y en la tierra.

Posteriormente aparecen los 144,000 fieles sellados por un ángel.

Este número es simbólico y representa el número perfecto. Representa a todos los fieles que serán martirizados por su fe.

Y el sello los protegerá de las tribulaciones, pero no de la muerte.

Son el ejército de Cristo formado por los santos de la iglesia.

En contraposición al ejército del anticristo, que está formado por los que adhieren a los poderes mundanos.

Luego viene la apertura del Séptimo sello en que los 7 ángeles reciben 7 trompetas.

  

Las 7 trompetas

El sonido de cada trompeta hace actuar unas plagas sobre la Tierra.

Estas plagas son similares a las enviadas a Egipto como advertencias al faraón para que se arrepintiera.

En el momento histórico en que se escribió el Apocalipsis funcionan como una advertencia al emperador Domiciano, para que se arrepienta.

De lo contrario después vendrá la destrucción total como sucedió en ambos casos.

Y en nuestra época actual funcionan de la misma manera.

A pesar de las trompetas avisando y previniendo, la humanidad no se arrepiente de los pecados.

Primera trompeta: el granizo y el fuego mezclado con sangre que quema un tercio de la Tierra..

Segunda trompeta: un tercio del mar se ensangrienta y muere un tercio de la vida marina.

Tercera trompeta: un tercio del agua dulce es envenenada.

Cuarta trompeta: un tercio del Sol, de la luna y las estrellas se oscurecen.

Quinta trompeta: aparecen unas langostas que pican como escorpiones invadiendo la tierra.

Sexta trompeta: salen cuatro Ángeles a matar un tercio de la humanidad.

Luego de la sexta trompeta Juan come un pequeño pergamino dulce, pero que le agrieta el estómago.

Y le informan de dos testigos que profetizarán por 1260 días vestidos de silicio.

La Séptima trompeta son voces en el cielo que anuncian que el reino de este mundo se ha hecho el reino de Dios y que su Cristo y reinará por los siglos de los siglos.

  

La mujer, el dragón y el niño

En el Apocalipsis 12 aparece una mujer en el cielo a punto de dar a luz.

Junto con un dragón rojo de 7 cabezas y 10 cuernos, que espera el alumbramiento de ese niño para devorarlo.

La mujer es María, la madre de Jesús, es Israel y la iglesia. Y el que nace es Jesús.

Mientras que el dragón representa a satanás.

La mujer da luz al niño y ambos escapan.

Mientras, estalla una guerra en el cielo, en la que San Miguel Arcángel y sus ángeles luchan contra el dragón, el que es arrojado a la tierra.

Y ahí comienza su guerra contra los cristianos fieles de la tierra.

  

Las dos bestias

En el Apocalipsis 13 aparecen dos bestias.

Una bestia salida del mar con 7 cabezas y 10 cuernos y tiene un nombre blasfemo en cada cabeza.

El dragón le otorga poder y autoridad sobre cada tribu y nación.

Y aparece otra bestia que sale de la tierra que tiene dos cuernos.

Es como un cordero pero habla como dragón.

Ambos engañan a los habitantes de la tierra.

Y nadie podrá comprar o vender si no lleva la marca de la bestia cuyo número es 666.

Estas dos bestias actúan bajo el poder del dragón que es satanás.

La primera bestia, que sale del mar, es el anticristo, que es un poder político que dominara el mundo.

Y la segunda bestia, la que sale de la tierra, es el falso profeta, que sería un líder religioso qué señalara qua hay que seguir al anticristo.

  

Más visiones

Luego Juan ve al Cordero parado en el Monte Sión y a los 144.000 sellados por el ángel.

Estos fieles martirizados por su fe están en el templo de Jerusalén.

Y luego aparecen tres Ángeles; uno primero dice “teme a Dios y dale Gloria porque la hora de su juicio ha llegado”.

El segundo Ángel dice que “ha caído Babilonia la grande”.

Y el tercer Ángel avisa que aquellos que adoren a la Bestia y a su imagen, y reciban la marca en su frente o en su mano, beberán el vino de la ira de Dios.

Todo lo cual es una advertencia contra los malvados de este mundo, porque Babilonia representa al mundo.

Y luego aparece la cosecha en la tierra, con el hijo del hombre segando con una hoz afilada. Lo que representa la advertencia del juicio inminente de Dios.

  

Los siete cuencos de la ira de Dios y la caída de Babilonia

Aparecen siete ángeles con un cuenco de oro cada uno para derramar sobre la tierra; sobre los malvados.

El primero tiene úlceras qué salen a los que adoren a la bestia.

El segundo convierte el mar en sangre, muriendo toda la vida marina.

El tercero se vierte sobre los ríos y manantiales, que se convierten en sangre.

El cuarto hace que el sol queme a las personas.

El quinto sumerge los malvados en la oscuridad.

En el sexto se seca el río Éufrates y se prepara la batalla del Armagedón.

Y el quinto es un terremoto, en el que caen grandes piedras y divide la ciudad en tres partes.

Estos 7 cuencos representan el juicio final, especialmente en aquellos que han ignorado las advertencias y no sean arrepentido, quiénes serán destruidos.

Luego aparece una mujer sentada sobre una bestia escarlata que tiene siete cabezas y diez cuernos, y en cuya frente está escrito “Babilonia la Grande, madre de las putas y de las abominaciones de la Tierra”.

Es la Gran Ramera.

Babilonia es el nombre clave para el reino corrupto del mundo; en el caso de la antigüedad simbolizaba a Roma.

El Ángel anuncia la caída de Babilonia inminente y avisa a los fieles para escapar de la destrucción.

  

La fiesta en el Cielo por el triunfo

Una gran multitud se regocija cantando alabanzas a Dios por la caída de la ramera de Babilonia.

Y aparece un jinete en un caballo blanco qué es llamado “fiel y verdadero” con una túnica escrita que dice “Rey de Reyes y Señor de los Señores”.

La bestia del mar y la bestia de la tierra, que hicieron la guerra contra el jinete del caballo blanco, son capturados y enviados al estanque de azufre ardiente.

Por lo tanto es Cristo mismo el que derrota a los poderes del mundo y los destruye sin necesidad de participación humana.

Luego de lo cual Juan ve encadenar al dragón arrojándolo al abismo permaneciendo allí durante 1000 años.

Luego satanás saldrá para engañar a las naciones por un corto tiempo.

Y finalmente es apresado nuevamente y arrojado definitivamente al estanque de fuego, por los siglos de los siglos.

Luego de esto Juan ve la resurrección de los muertos y que todos son juzgados de acuerdo al libro de su vida.

Y los que no están inscriptos en el libro de la vida también son arrojados al lago de fuego.

A partir de esto la muerte es derrotada y aparece un Cielo y una Tierra Nuevas.

La Nueva Jerusalén baja del cielo, y a partir de ese momento Dios morará entre los hombres.

Esto significa la purificación total.

Allí se describe el esplendor de la nueva ciudad Santa que no tiene necesidad de templo porque Cristo es el templo.

Lo implica la restauración del paraíso inicial.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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