Noticia de Interés
Hace unos días unas declaraciones del cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en una conferencia en Cambridge, Reino Unido, levantó polvareda porque dijo que los católicos no deben evangelizar a los judíos, pero sí a los musulmanes.
Y molesto el portavoz del vaticano, el padre Federico Lombardi, sugirió que a los musulmanes tampoco.
Estas declaraciones supongo que debieran ser tomadas como políticas, para no crear conflictos con estas dos religiones a quienes no les gusta la conversión de sus fieles a otras religiones, al punto que los musulmanes se ponen violentos en la represión de la apostasía, llegando a penas de muerte.
Koch dijo que los cristianos deben ver a los judíos no sólo como «hermanos mayores» y sino como una «madre». Por lo tanto, no deben convertir los Judios, mientras que por el contrario hay que evangelizar a los musulmanes.
Entonces el sitio el Sismógrafo fue a pedir aclaraciones sobre el tema al portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, quien se ha mostrado irritado por lo que considera una manipulación de las palabras del cardenal Koch. Él dijo,
«… es claro que no es correcto atribuir al cardenal K. Koch una invitación al proselitismo hacia los fieles musulmanes».
De esto se deduce que el discurso políticamente correcto de la Iglesia Católica es que no debe haber ningún intento de evangelizar judios y musulmanes; y si uno sigue este patrón probablemente tampoco habría que hacer intentos con fieles de otras denominaciones cristianas para traerlos de vuelta a la Iglesia Católica.
Queremos creer que estas declaraciones de Koch/Lombardi son sólo políticas y no una posición pastoral de la Iglesia Católica.
Porque cabe preguntarse seriamente ¿quién es Jesucristo?
¿Todavía sigue siendo es el único Salvador que murió y resucitó para salvar a todos los hombres, como se ha proclamado desde hace dos mil años?
¿Es el Evangelio «la plenitud de la verdad que Dios nos ha dado a conocer sobre sí mismo», como se afirma en la encíclica Redemptoris Missio (RM de San Juan Pablo II)? ¿Realmente creemos que «abrirse al amor de Cristo es la verdadera liberación» (RM 11)? Si estamos convencidos de esto, ¿cómo podemos excluir a una parte de la humanidad de este anuncio? Porque por Él la muerte ha sido vencida y fuimos liberados del pecado.
Además, todos los documentos del Magisterio dedicados a la misión nunca hablan de que alguien este excluído o exento de ser evengelizado.
El decreto conciliar Ad gentes (1965) es claro: «La razón de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios, que «quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos», «y en ningún otro hay salvación«. Es, pues, necesario que todos se conviertan a El, una vez conocido por la predicación del Evangelio, y a El y a la Iglesia, que es su Cuerpo, se incorporen por el bautismo«.(n. ° 7).
Es irónico que mientras el Papa habla con insistencia de romper todas las paredes y abrir las puertas de la Iglesia, voceros del Vaticano den la orden de construir muros para evitar que ciertas categorías de personas se conviertan.
Y en Redemptoris Missio también se dice: «…una de las razones más graves del escaso interés por el compromiso misionero es la mentalidad indiferentista, ampliamente difundida, por desgracia, incluso entre los cristianos, enraizada a menudo en concepciones teológicas no correctas y marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que «una religión vale la otra»«. (RM, 36).