La doble pinza de los terroristas y los musulmanes moderados.

 

El ordenamiento interno de las sociedades europeas se está viendo crecientemente subvertido por la acción de las comunidades de inmigrantes islámicos, que se niegan a integrar a la cultura del país que los recibe, hacen lobby para cambiar la cultura, (como fue el caso de la protesta porque una presentadora de TV salió al aire con una cruz en el cuello, ver aquí), y tratan de sustituír la ley del estado por su ley sharía, en los hechos, a través de sus propios tribunales.

 

sharia

 

Esto se asemeja a un copamiento progresivo y de facto de la sociedad receptora, que no es realizada por terroristas musulmanes, sino por los llamados musulmanes moderados, dando cuenta que ambos tipos de musulmanes tienen intereses parecidos en la conquista islámica de las sociedades occidentales.

Y el problema agravante, es que esta aplicación de la sharía se mezcla con la acción de bandas criminales musulmanas.

PODEMOS REGULARNOS ENTRE NOSOTROS

El lema que cada vez con más frecuencia circula en lo interno, en particular, en algunas familias de inmigrantes que viven en Alemania (libaneses, palestinos y kurdos) es: «Podemos regularnos entre nosotros.»

Joachim Wagner, autor del libro Juicios sin leyes, dice que la justicia paralela islámica amenaza el estado de derecho alemán, con la extensión gradual de la sharia como instrumento para regular e influir en la convivencia social.

Es difícil recoger y comunicar datos fiables, ya que es una justicia «paralela», practicada en las comunidades individuales de los inmigrantes, pero a partir de la evidencia recogida por Wagner, la propagación en la sombra de la justicia islámica, se centra en los llamados jueces de paz, «conciliadores» que lo son sólo por gracia propia, sin formación y sin legitimidad legal, pero están es cada vez mas extendidos:

«No aceptan el estado de derecho alemán», dice Uwe Kolmey, presidente del Departamento de Policía Criminal de la Baja Sajonia

«y lo que hasta hace pocos años sólo estaba sucediendo en las grandes ciudades se está convirtiendo en un problema generalizado en todo el país«. 

Números ciertos no existen porque los protagonistas durante las negociaciones y reuniones solucionadoras evitan expresar una amenaza directa, por lo que la policía no puede intervenir.

Una sensación de impotencia que se capta bien en las palabras de Erol Özkaraca, socialdemócrata de Berlín-Neukölln (uno de los barrios de inmigrantes con mayor densidad de Alemania):

«Es imposible soportar el hecho de que, como es evidente a los ojos de todos, el crimen organizado ejerce su propio derecho bajo la forma de la sharia«.

LOS CONCILIADORES

Es útil mencionar aquí que los llamados «conciliadores» basan su autoridad en el antiguo derecho de la estirpe, en el poder de los clanes familiares y el uso de las normas y los reglamentos de la ley islámica.

Esto se encuentran en el centro dos pensamientos: el arreglo y la represalia, la venganza y la indemnización. Especialmente con los asesinatos y las heridas causadas por las «qisas» (Sura 2, versículo 178), los castigos, ofrecen la posibilidad de negociar «dinero de sangre» en la contienda. Es aquí donde intervienen los «conciliadores», que llevan a cabo sus negociaciones en salones de té, en apartamentos privados o en las mezquitas.

A veces se trata de imanes, pero a menudo también de «hombres de negocios» con un historial impresionante de condenas anteriores, estos hombres mismos mezclados con el crimen organizado de los clanes kurdo-libaneses o turcos.

Su objetivo es simple: resolver conflictos de cualquier tipo (desde dramas familiares y el fin de matrimonios a «asesinatos por honor») antes de que los tribunales alemanes emitan su juicio.

UNA HISTORIA REAL

El grito de alarma de Joachim Wagner, a través de historias individuales, muestra una realidad que en poco tiempo podría llegar a ser muy difícil de controlar.

Una de las historias contadas por Wagner es la de Taccidin Yaktin, ex presidente del Consejo Central de los turcos en Alemania, cuyo hijo Ali en 2009, en Berlín, con su Alfa Romeo había golpeado y matado al joven Mohammed, perteneciente a la familia Omeirat, libanesa, mientras cruzaba la calle en rojo (por lo que el tribunal alemán no ha condenado Ali).

Insatisfecho por la citada sentencia, la familia Omeirat ha confiado al imán de la mezquita de Omar de Neuköln la organización de una reunión entre la familia libanesa y Yaktin.

Este último no dudó en aparecer a la cita (en la sede de la Asociación Libanesa de Berlin-Neukölln) creyendo que ha sido invitado, según la tradición árabe, para un apretón de manos y beber té. Nada de esto. Más bien, se ha enfrentado a unas cuarenta personas, incluidos los miembros de la familia Omeirat y otros clanes árabes, algunos de los cuales son conocidos por la policía por pertenecer al crimen organizado.

Y en ese contexto, estaba el citado imán, después de leer pasajes del Corán, la sentencia del caso fue resuelta «según la sharia». Ali que tiene que ser considerado responsable en todos los aspectos de la muerte de Mahammed, sin circunstancias atenuantes.

«Nosotros no queremos amenazarte», esta fue amenaza, «pero cuando vayas por la calle, no podemos responder por tu vida».

La pena solicitada: 100 camellos, que corresponden a cerca de 55.000 euros. En vano fueron las protestas de Yaktin («Yo no acepto la ley Sharia. Vivimos en Alemania y el tribunal alemán ha absuelto a mi hijo»), ya que sólo pudo bajar la solicitud a € 20.000.

Informado por el mismo Yaktin, la policía de Berlín, estaba cerca de la reunión pero no podía intervenir: «La parte reclamante es muy hábil. Nunca hace amenazas directas», dijo Carsten Wendt, director del Observatorio de la Delincuencia Organizada de la policía de Berlín, a Wagner.

Es cierto, por otra parte, que durante la investigación Taccidin Yatkin, junto con su familia, no se abstuvo de acciones perturbadoras. Por ejemplo, de las 50 personas llamadas a declarar sobre el incidente, la mayoría dijo que no recuerdan o sólo vagamente recuerdan lo que pasó. Por el momento Yaktin aún no ha pagado los 20.000 euros que requiere la familia Omeirat, pero él y su familia viven bajo protección policial.

En conclusión, el Presidente del Tribunal de Hildesheim (sede del juicio por la muerte Mohammed Omeirat) dice:

«En estas situaciones, el imperio de la ley choca con los límites determinados por las familias que no aceptan las reglas y la instrumentación de nuestra estructura» 

Una frase para comprender en toda su gravedad, porque ciertamente no es expresada por el líder de un partido político racista, sino por el representante de una institución fundanate del Estado alemán.

Fuentes: la Nuova Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos

 

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