Él habla pastoralmente y otros doctrinalmente.
Una de las cosas que llaman más la atención del estilo de liderazgo de Francisco es que se abstiene de presentar lo doctrina de la Iglesia, la da por supuesto diciendo que es hijo de la Iglesia, y se dedica a los enunciados pastorales, muchas veces pisando los “bordes” de la doctrina y a veces hasta sugiriendo más apertura.
Y paralelamente, como una segunda voz, aparece Monseñor Muller, Prefecto de la Congregación para Doctrina de la Fe, haciendo los enunciados doctrinales. Y a veces otras voces, incluso con matices diferentes entre sí.
Este formato le permite a Francisco más libertad en un discurso menos ortodoxo, más sugestivo y emotivo, para llegar a la periferia del cristianismo.
Tras ocho meses de pontificado, el estilo de Francisco ya es reconocible. «Este tiempo es un ‘kairós’ de misericordia», dijo a los periodistas el 28 de julio durante el vuelo de vuelta desde Río de Janeiro, indicando con ello la prioridad que él mismo se había asignado.
Respecto a las cuestiones que se debaten en relación a la familia, el Papa Bergoglio es de una ortodoxia doctrinal indiscutible: «Conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia», dijo escuetamente en la entrevista a «La Civiltà Cattolica».
Pero la exposición de la doctrina la deja a otros, y él se reserva el acercamiento misericordioso del médico de almas, que se inclina sobre los heridos como en un «hospital de campaña».
Una cuestión a la que el Papa Francisco ha aplicado este doble registro de intervención es precisamente al tema de la comunión a los católicos divorciados y vueltos a casar.
Cuando él habla de este tema, ama resaltar que «la Iglesia es madre y debe recorrer el camino de la misericordia», suscitando con esto expectativas de cambio de la praxis vigente.
Al mismo tiempo, sin embargo, parecería que ha confiado al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, la tarea de confirmar, en todo y por todo, la enseñanza de la Iglesia sobre este tema y, por tanto, las razones del no a la comunión.
El amplio artículo de Müller publicado sobre esto en «L’Osservatore Romano» del 23 de octubre no era nuevo. Ya había sido publicado tal cual el 15 de junio en Alemania en «Die Tagespost», antes incluso de que Müller fuera confirmado por el Papa en su papel de prefecto de la doctrina.
Pero a partir de primavera habían ido en aumento las señales de impaciencia entre el clero y entre los obispos de varios países, inclinados a un relajación del no a la comunión de los divorciados vueltos a casar.
A principios de octubre había causado sensación un documento de una oficina pastoral de la archidiócesis de Friburgo, la misma del presidente de la conferencia episcopal alemana, Robert Zollitsch, que animaba el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, sencillamente sobre la base de «una decisión de conciencia tomada de manera responsable» y «con la necesaria disposición de fe».
Ha sido en este momento cuando el Papa ha considerado oportuno consolidar los pilares de la doctrina, probablemente acordando con Müller tanto la publicación del artículo en «L’Osservatore Romano», como su contemporánea difusión en varios idiomas.
En el artículo, Müller critica también a quién desvincula la misericordia de Dios de la obligación de observar sus mandamientos, a quién desvincula la conciencia del deber de buscar la verdad y a quién quisiera admitir en la iglesia católica un segundo o tercer matrimonio, como en las Iglesias ortodoxas.
Pero otro hecho interesante es que Francisco no considera la exclusividad de una visión, por más ortodoxa que fuera, porque el Cardenal Marx, uno de sus 8 consejeros, ha salido a relativizar los dichos de Muller pidiendo la discusión del tema.
Recomendamos leer también otro artículo, Ventajas y costos de la opción de Francisco de no redundar sobre temas conflictivos, que trata este mismo tema desde otro punto de vista, quizás poniendo menos énfasis en la operación.
Fuentes: Sandro Magister, Signos de estos Tiempos