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Los 100 años de las apariciones de Fátima son el evento cristiano más importante del 2017.

Se cumplen el 13 de mayo de 2017.

Y el Papa Francisco ha decretado la concesión de indulgencias plenarias alrededor de él.

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En este artículo trataremos de explicar de la manera más didáctica qué son las indulgencias y como aprovecharlas.
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Y derribaremos el mito de que las indulgencias son un resabio medieval.

Por el contrario, las indulgencias son una parte central de la doctrina católica, asociada a la doctrina del Purgatorio y al sacramento de la reconciliación o Confesión.

oración Fátima

 

CONMEMORAMOS LOS 100 AÑOS DE LA APARICIÓN DE FÁTIMA CON INDULGENCIA PLENARIA

El Papa Francisco decidió conceder indulgencia plenaria durante todo el Año Jubilar para conmemorar las apariciones de Fátima en 1917.

Las condiciones habituales son confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Santo Padre.

Y hay tres formas para lograrlas:

 

A – Peregrinar al Santuario de Fátima en Portugal

Los peregrinos van a Fátima y participan en una celebración u oración dedicada a la Virgen, además de rezar el Padrenuestro, recitar el Credo e invocar a la Madre de Dios.

 

B – Visita a una imagen de Fátima en cualquier parte del mundo

Los fieles piadosamente ganan las indulgencias visitando con devoción una imagen de Nuestra Señora de Fátima expuesta a la veneración pública en cualquier templo, oratorio o local adecuado en los días 13 de cada mes desde mayo hasta octubre de 2017.

Y participen allí devotamente en alguna celebración u oración en su honor.

Deben rezar además un Padrenuestro, el Credo e invocar a la Virgen de Fátima.

 

C – Especial para los enfermos, discapacitados y ancianos

Se aplica a las personas que por la edad, enfermedad u otra causa grave estén impedidos de movilizarse.

Pueden obtener las indulgencias rezando ante una imagen de la Virgen de Fátima, uniéndose espiritualmente a las celebraciones de los días 13 de cada mes, entre mayo y octubre de 2017.

También deben ofrecer con confianza a Dios sus oraciones y dolores, y los sacrificios de su propia vida, a través de la Santísima Virgen.

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¿QUÉ ES ESTO DE LAS INDULGENCIAS? ¿UN RESABIO MEDIEVAL?

En muchos casos en la Iglesia hay una cortina de silencio sobre este tema por dos razones:

-su rechazo por las iglesias reformadas que no reconocen los sacramentos y en especial el de la reconciliación;

-así como algunos trabajos históricos sobre la Edad Media, que les ha considerado como ‘abusos de la devoción’’, que surgieron junto con la llamada “invención medieval del Purgatorio”.

Pero no fue en la Edad Media, ni durante el Concilio de Trento, y ni en la Contrarreforma que le siguió que la Iglesia montó una de sus más completas defensas sobre las indulgencias.

Sucedió después del Concilio Vaticano II, en 1967.

Ese año, el Papa Pablo VI publicó su encíclica Indulgentiarum Doctrina, que reformó las indulgencias.

El resultado de todo esto es que si quieres estar comprometido con lo que la Iglesia enseña y practica en un mundo post-Vaticano II, las indulgencias son parte del paquete y no un resabio medieval.

¿Por qué Pablo VI creía que las indulgencias eran tan importantes?

Pablo VI define una indulgencia como la remisión de la pena temporal del pecado.

Ten en cuenta que la remisión no es lo mismo que el perdón.
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Una analogía es un accidente automovilístico en el cual tú tienes la culpa.
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El otro conductor puede perdonarte, pero tú todavía eres responsable de cubrir los costos de la reparación.

Ahora, en el gran esquema, las indulgencias pueden parecer a algunos como una prioridad mucho más baja que otras cosas, como el perdón, para tomar un ejemplo obvio.

Pablo VI muestra que las indulgencias están profundamente arraigadas en las enseñanzas fundamentales de la Iglesia.

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¿CUÁLES SON LAS TRES ENSEÑANZAS PRINCIPALES EN LAS QUE SE BASA PABLO VI?

Pablo VI justifica las indulgencias a través de 3 argumentos.

Las tres enseñanzas están operando en la doctrina de las indulgencias.

Una indulgencia ocurre cuando la Iglesia, usando su autoridad dada por Dios, recurre al tesoro de los méritos para remitir la pena temporal del pecado.

Vayamos por partes.

 

Primero, sobre la realidad del pecado

Todo pecado, de hecho, causa una perturbación en el orden universal establecido por Dios en su inefable sabiduría y caridad infinita.

Y la destrucción de valores inmensos con respecto al pecador mismo y a la comunidad humana.

Los cristianos a lo largo de la historia siempre han considerado el pecado como una transgresión de la ley divina.

Y también como una rebeldía o indiferencia de la amistad entre Dios y el hombre.

La existencia de un castigo real refuerza esto: el Infierno, la condena eterna, y el Purgatorio para la purificación.

Agrega Pablo VI:

“La existencia misma y la gravedad del castigo nos permiten entender la estupidez y la malicia del pecado y sus consecuencias perjudiciales”.

 

Segundo, sobre la doctrina de la comunión de los santos

Hay una “solidaridad sobrenatural” entre hombres y mujeres.

En la que

“el pecado de uno perjudica a los demás, así como la santidad de uno también beneficia a los demás”.

Las santas vidas de los santos construyen lo que tradicionalmente se ha descrito como el “tesoro de los méritos”.

Este tesoro consiste en el “valor infinito e inagotable de la expiación y los méritos” de Cristo.

Y María y todos los santos también contribuyen a ello a través de sus buenas obras, según Pablo.

 

Tercero, las indulgencias son una extensión lógica de las penitencias

Según el catecismo, un acto de penitencia – asignado a un pecador arrepentido por un confesor – hace satisfacción por el pecado y cura el daño que causó.

Un principio similar está detrás de las indulgencias.

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¿CÓMO UNIMOS LOS TRES ARGUMENTOS?

Uniendo los tres conceptos, se produce una indulgencia cuando la Iglesia, usa la autoridad dada por Dios, y recurre al tesoro de los méritos para remitir la pena temporal del pecado.

O dicho de otro modo, las indulgencias son la remisión ante Dios de la pena temporal merecida por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa.

Los cuales el fiel, obtiene para sí mismo o para los difuntos cumpliendo determinadas condiciones.

Mediante el ministerio de la Iglesia, que como dispensadora de la redención, distribuye el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos.

Pongámoslo ahora en la base doctrinal más amplia para que quede más claro.

El pecado grave nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama pena eterna.

Tanto la culpa como la pena eterna son perdonadas por el Sacramento de la Reconciliación o Confesión recibido con las debidas disposiciones.
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Pero además de la pena eterna, el pecado nos hace merecer una pena temporal (o castigo) que es acumulativa.
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Pues mientras más pecados cometamos, aunque ya los hayamos confesado, más pena temporal se acumula.

Piensa en el accidente de automóvil que ejemplificamos antes.

Por lo tanto, para poder llegar a la presencia de Dios, habrá que purificarse, purgar esa pena, pagar esa deuda, lo cual se hace en el Purgatorio.

¿Cómo evitar ir al Purgatorio, para poder ver a Dios cuanto antes?

Existe un camino para lograrlo, y es mucho menos doloroso que ir al Purgatorio.

Se trata de la remisión anticipada, aquí en la tierra, de esa pena temporal, mediante:

  • Obras de penitencia que el pecador se impone voluntariamente 
  • La penitencia que el Sacerdote impone en el Sacramento de la Reconciliación 
  • La aceptación humilde de las penas que Dios permite que padezcamos en esta vida 
  • Las indulgencias.

Por lo tanto tenemos que:

Las indulgencias tienen un carácter liberador, porque liberan al pecador de la pena temporal

Ante Dios, que es quien concede el perdón 

Sólo puede ganar la indulgencia quien sea un fiel cristiano y esté en comunión con la Iglesia 

Cumpliendo ciertas condiciones que señala la Iglesia, cuya mediación nos permite obtener la indulgencia 

Donde la Iglesia aplica los méritos de Cristo, de María Santísima y de los Santos  

Y por la Comunión de los Santos y por la autoridad recibida de su Divino Fundador puede distribuir los méritos sobreabundantes de Cristo, de María Santísima y de los Santos, a los pecadores y a las almas del Purgatorio que los necesiten, a través precisamente de las indulgencias.

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¿QUÉ DEBEMOS HACER EXACTAMENTE PARA RECIBIR UNA INDULGENCIA?

En primer lugar, uno debe estar debidamente preparado o dispuesto.

En palabras de Pablo VI, los que buscan indulgencias deben

amar a Dios, detestar el pecado, depositar su confianza en los méritos de Cristo y creer firmemente en la gran ayuda que derivan de la Comunión de los Santos”.

Pero hay tres requisitos formales además:

la confesión
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la comunión
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y la oración por las intenciones del Papa

Las indulgencias pueden ser, según el canon 993 del Código de Derecho Canónico:

-Plenaria: si libera totalmente de la pena temporal (¡Borrón y cuenta nueva!)

-Parcial: si libera de dicha pena sólo en parte

Y según el canon 994 del Código de Derecho Canónico, las indulgencias, tanto parciales como plenarias, pueden ser aplicadas a los difuntos.

Lo cual acorta su tiempo de purificación en el purgatorio e incluso pueden darlo por concluido y ayudarles a llegar inmediatamente a la presencia de Dios.

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¿PERO, CUÁL ES EL ‘ACTO’ QUE DEBE REALIZARSE EXACTAMENTE?

La encíclica de Pablo fue publicada antes de una nueva edición de un compendio de la Iglesia sobre los actos indulgenciados, conocido como Enchiridion Indulgentiarium.

Las condiciones generales para ganar las indulgencias plenarias (cfr. Const. Apost. Indulgentiarum doctrina de Pablo VI, 1 de enero de 1967) son:

1 – Desapego a todo pecado, incluso venial.

2 – Rezar por las intenciones del Santo Padre.

3 – Comunión sacramental.

4 – Confesarse regularmente.

La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple plenamente recitando un Padrenuestro y un Ave María por sus intenciones; aunque cada fiel puede rezar otra oración, según su devoción y piedad por el Romano Pontífice.

Las condiciones pueden cumplirse algunos días antes o después de la ejecución de la obra prescrita.

Pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se haga la obra.

Sin embargo, con una sola confesión sacramental se pueden ganar muchas indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y con una sola oración por las intenciones del Sumo Pontífice solamente se puede ganar una indulgencia plenaria.

Pero también se pueden ganar indulgencias mediante diversos actos piadosos.

Para resumir brevemente, el acto por el cual se puede obtener una indulgencia esencialmente se reduce a una oración o un cierto acto de piadoso, más las que dijimos arriba.

Ejemplos de oración incluyen: el Memorare, el Salmo 50, y ciertas novenas. Cantar ciertos himnos, como Tantum Ergo o incluso repetir ciertas frases piadosas también califican.

Actos piadosos que son indulgenciados incluyen: visitar una Catacumba, detenerse en un Cementerio, o ir a una Iglesia en el Día de los Muertos, Adoración al Santísimo Sacramento durante media hora por lo menos, Lectura de la Sagrada Escritura durante media hora por lo menos, Rezo del Via Crucis, Rezo del Santo Rosario en una Iglesia u oratorio público, o en Familia, o en una comunidad religiosa o asociación piadosa

Estos ejemplos de indulgencias sugieren uno de los propósitos detrás de la práctica, y no es sólo la remisión de la pena temporal del pecado.

Las indulgencias también son una forma en que la Iglesia ayuda a los fieles a priorizar qué oraciones y prácticas devocionales son más importantes.

Como dice Pablo:

“les recuerda constantemente aquellas cosas a las que hay que dar preferencia porque son necesarias o al menos mejores y más eficaces para alcanzar la salvación”.

Fuentes: