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El sábado sucedió algo muy importante en una pequeña isla de Grecia, que no fue precisamente el valor emotivo y el show off de la visita del Papa Francisco a la Isla de Lesbos, ni la invitación del Papa a 12 refugiados a llevarlos en el avión a Roma.

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Lo significativo fue que tres importantes líderes de la iglesia cristiana, separados durante mucho tiempo: el católico Papa Francisco, el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y el arzobispo ortodoxo griego Ieronymos II convergieron en la pequeña isla griega de Lesbos, para hacer una dura advertencia a Europa de que será juzgada por cómo trata a los cientos de miles de refugiados que van a estas costas griegas.

Mientras Francisco viajó hacia el este, Bartolomé viajó hacia el Oeste y Ieronymos les dio la bienvenida a su país de origen, sucedió un hecho inimaginable hace 15 años, cuando el papa Juan Pablo II se convirtió en el primer pontífice católico en visitar a un arzobispo griego en más de un milenio.

La isla de Lesbos está a 10 kilómetros de la costa oeste Turquía y a 140 kilómetros de la costa este de Grecia continental y se ha convertido en un punto clave para los refugiados de oriente medio. Se estima que más de un millón de inmigrantes han viajado a la Unión Europea el año pasado y alrededor de la mitad han aterrizado en la playa de esta isla.

Esta visita tiene lugar a menos de un mes después que la Unión Europea comenzó a deportar refugiados a Turquía resultando en algo muy parecido a una prisión.

La inconsistencia de Europa ha producido esto porque durante décadas Europa ha abierto las puertas a los musulmanes ex profeso, porque necesitaba mano de obra para su crecimiento ya que su población está decreciendo.

Pero ahora de la noche a la mañana cierra la puerta porque el volumen de inmigrantes es demasiado grande y además Europa no ha sabido o no ha querido integrar a los musulmanes, generándose un problema interno de zonas regidas por los propios musulmanes con su propia cultura y su con su propia ley de la sharia musulmana, caldo de cultivo para los terroristas islámicos.

Naturalmente la visita fue intensamente emocional con refugiados llorando, un hombre que se desplomó a los pies del Papa, una mujer que pedía atención médica para su hija con cáncer de hueso, varios agarraron a Francisco de los brazos, manos y los pidiendo algún tipo de ayuda o de oración.

Y el Papa Francisco utilizando su prédica de la misericordia y también sus grandes dotes actorales, aprovechó la situación para dar un mensaje altamente emocional a todo el mundo.

Sin embargo lo más fuerte conceptualmente de la declaración de los tres líderes cristianos fue cuando proclamaron:

“Hacemos un llamamiento a todos los seguidores de Cristo a ser conscientes de las palabras del Señor, de que seremos juzgados un día”.

Y cita las palabras de Jesús en el evangelio de Mateo:

“De cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicisteis a mí”

el-papa-lleva-12-refugiadosFrancisco, Bartolomé y Ieronymos dijeron que habían viajado para demostrar su profunda preocupación por el tratamiento de los migrantes y afirmaron:

“La tragedia de la migración y el desplazamiento forzado afecta a millones, y es fundamentalmente una crisis de humanidad, pidiendo una respuesta de solidaridad, compasión, generosidad y compromiso práctico inmediato de recursos”.

Y realizaron un llamamiento

“A partir de Lesbos, hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a responder con coraje. Hacemos un llamado a todos los líderes políticos de emplear todos los medios para asegurar que los individuos y las comunidades gocen del derecho fundamental de vivir en paz y con seguridad”

Esta visita de los tres líderes a la periferia de Europa fue descrita por el Vaticano como estrictamente humanitaria y ecuménica, y aparece como un empuje cristiano unificado, sin precedentes, mostrando a los políticos la necesidad de hacer algo para solucionar la crisis de refugiados.

Finalmente el Papa y los líderes ortodoxos realizaron una oración conjunta por las víctimas que murieron tratando de llegar a la isla. La oración culmina diciendo

Dios compasivo y Padre de todos,
despiértanos del sueño de la indiferencia,
ábrenos los ojos a su sufrimiento,
y líbranos de la insensibilidad,
de la comodidad mundana y el egocentrismo.
Inspíranos, como naciones, comunidades e individuos,
para ver que los que llegan a nuestras costas son nuestros hermanos y hermanas. Amén.