En la gran llanura de la región de Tesalia, al norte de Grecia, surgen de la tierra numerosas columnas naturales de roca oscura, de considerable altura, sobre algunas de las cuales se ubican monasterios bizantinos que comenzaron a construirse en el Siglo XIV, a finales del imperio bizantino, y se finalizaron en el Siglo XVI. Las comunidades religiosas que los habitaban eran llamados «estilitas» de «stylos» (columna).
Los Monasterios de Meteora, (Monasterios suspendidos en el aire o Monasterios arriba del cielo), están localizados, en la llanura de Tesalia, en las proximidades de ciudad de Kalambaka, en el valle del río Pinios
Están clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1988, son construcciones encaramadas en la cumbre de impresionantes masas rocosas grises, talladas por la erosión y llamadas Meteora. Se encuentran hasta una altura de 600 metros y están habitados desde el siglo XIV.
Estos Monasterios Cristianos Ortodoxos, son un importante lugar del monacato ortodoxo griego.
Las formaciones rocosas donde se construyeron los monasterios serían según los antiguos escritos cristianos «las rocas enviadas por el cielo a la tierra» para permitir a los ascetas retirarse y rezar.
Los primeros monjes que habitaron los Meteoros (en idioma griego significa cada cuerpo que cae del cielo), en el siglo XI, eran ermitaños que vivían en las cuevas y que querían estar más cerca del Creador.
LOS MONASTERIOS EXISTENTES
Los primeros monasterios se fundaron en el siglo XIV, fueron construidos con el fin de escapar de los turcos y de los albaneses de la época. Athanasio, expulsado del Monte Athos, fundó el Gran Meteoro o Monasterio de la Transfiguración con varios de sus fieles. Está situado a 613 metros sobre el nivel del mar y esconde una iglesia de estilo bizantino que atesora las reliquias del fundador y unos valiosos frescos multicolores que relatan las persecuciones y martirios que sufrieron los cristianos. Fue seguido por otras comunidades, hasta un total de 24 en el momento del máximo apogeo en el siglo XV que ocuparon los peñascos de la región.
Un gran número de los monasterios fueron destruidos o arruinados en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial por las tropas alemanas, porque la resistencia griegas se refugió en ellos.Sólo seis monasterios de los 23 están hoy en día en uso (cinco son masculinos y uno es habitado por monjas):
•Monasterio de la Santísima Trinidad: para poder entrar a esta estructura, el turista debe de tomar un camino muy tedioso; desde de que cruzar el valle y caminar hasta llegar a la roca.
•Monasterio Varlaam: está localizado en frente del Gran Meteoro y ha tomado el lugar del segundo monasterio mas grande de la zona, tomando el primer lugar el Gran Meteoro.
•El Monasterio de San Nicolás: se trata de una iglesia con una peculiar forma cuadrada.
•El Monasterio de San Esteban: este es el que está en mejores condiciones de todos los monasterios; su refectorio es usado como museo.
•Monasterio Roussanou: este en sus inicios era un monasterio solo para hombres; pero hoy en día ha cambiado y es un monasterio al que pueden acceder también las mujeres.
•El Monasterio de la Transfiguración, o el Gran Meteoro: es catalogado como el más grande de todos los monasterios. Está localizado en la piedra más alta de la zona. Su construcción se debe a los monjes Athanasio ton Meteorito.
EL RECORRIDO
Allá por el siglo X d.C. se empezaron a dar los primeros brotes de eremitismo, pues el enclave facilita las condiciones idóneas para la vida ascética. Los eremitas vivían en las cuevas de las rocas y en chozas al pie de los peñascos, acudiendo a una iglesia central donde se reunían los días festivos y domingos, iglesia llamada ‘Santa María de la Fuente de la Vida’ (‘Panayiá Zoodojos Piyí’), que aún hoy en día se mantiene en pie desde el siglo XI, así como los frescos que decoran su interior. Esta forma de vida eremítica declinaría en el siglo XIV, cuando al lugar llega el prelado San Atanasio ‘Meteorito’, quien le da nombre al lugar y funda la primera orden monástica que se asentaría en Meteora.
En su época dorada, el territorio llegó a contar con veinticuatro centros donde se desarrollaba la actividad monástica, si bien hoy solo continúan habitados seis de ellos, el monasterio de la Metamorfosis o Gran Meteoro, el de San Nikolas Anapafsas, el de Roussanou, el de la Santa Trinidad, el de San Esteban y el de Varlaam. Pero no todo fueron tiempos de benevolencia. Tras la llegada de los turcos a Tesalia, en el ano 1390, se sucedieron una serie de hechos bélicos que sacudieron la vida normal de los monasterios. Durante los dos primeros siglos de ocupación otomana, los monasterios contribuyeron a la convivencia pacífica pagando los impuestos que estaban establecidos con los invasores.
Pero en el ano 1609 tuvo lugar una revuelta en la cercana ciudad de Lárisa encabezada por San Dioniso el Filósofo, a quien los turcos llamaban ‘perrósofo’. Al ser San Dioniso un hombre de la iglesia, los turcos atacaron monasterios y edificios eclesiásticos, muchos de los cuales eran de gran importancia. De entre estos monasterios, el denominado ‘Gran Meteoro’, centro neurálgico de Meteora, fue atacado en dos ocasiones, en 1609 y en 1616. En ambas pasaron a cuchillo a numerosos monjes y en la vez segunda quemaron la sacristía de la iglesia y destruyeron las celdas de los monjes.
La rebelión más importante fue la acontecida a principios del siglo XIX, encabezada por el padre Efthimios Vlajavas, un rebelde local, quien tuvo como base de operaciones el monasterio de San Demetrio en Meteora, hoy en ruinas. El padre Vlajavas fue traicionado y secuestrado por Alí Pashá, sultán de Ioánina, y el monasterio de San Demetrio fue bombardeado hasta quedar reducido a cenizas, mientras que los monjes de los monasterios de San Demetrio y del Gran Meteoro fueron encarcelados en la ciudad de Ioánina. El padre Vlajava, héroe y mártir nacional, pagaría por su osadía de enfrentarse contra el poder del sultán y sería cortado en cuatro pedazos para evitar rebeliones futuras. Pero no cejarían en su empeño estos monjes guerreros, que seguirían apoyando la causa griega en otros enfrentamientos, contra los búlgaros en las Guerras Macedonias a principios del siglo XX, o durante la ocupación italiana que tuvo lugar en la Segunda Guerra Mundial.
Grabados, tapices y otras imágenes recogen estos episodios de la historia de Meteora en el museo del Gran Meteoro, centro administrativo de los monasterios habitados, a 613 metros de altura sobre el nivel del mar y a 415 metros de altura sobre el lecho del río Peneo. El monasterio también es llamado de la Metamorfosis, por estar consagrado, precisamente, a la Transfiguración de Jesús. No en vano, el Gran Meteoro está levantado en el punto más en comparación con el resto de edificios que se erigen en Meteora, en clara metáfora a la Transfiguración de Cristo, que tuvo lugar en lo alto de un monte. Una magnífica construcción constituye la iglesia central denominada Katholikón, considerado como un regio ejemplo del segundo o tercer periodo de la arquitectura bizantina. En su interior podemos admirar el fresco que representa el pasaje evangélico en el que Jesús sufre la Transfiguración, volviéndose sus vestidos blancos y resplandecientes ante los ojos de los apóstoles Santiago, Juan y Pedro, momento en el que también se manifiestan Moisés y Elías.
Al margen de la iglesia, el monasterio cuenta con recintos de gran interés, como el antiguo refectorio, donde los monjes se reunían para comer, la antigua cocina, el osario, dos museos, y las celdas de los monjes. Unas vistas impresionantes se nos ofrecen al asomarnos desde las terrazas del monasterio. Unas alturas sacras cuyos cielos son surcados frecuentemente por numerosas aves, como la grajilla, o la corneja cenicienta, córvido propio del este de Europa.
Descendiendo desde el Gran Meteoro, nos topamos con el monasterio de Varlaam o de Todos los Santos. Se eleva a una altura de 373 metros sobre el suelo. Fue reedificado sobre las ruinas de un monasterio anterior por los hermanos Nektarios y Teofanis, en el año 1518.
A continuación, el monasterio de Roussanou o de Santa Bárbara, que desafía con osadía al abismo con una construcción imposible, coronando la cúspide esbelta de una roca en el centro del territorio. Como el de Varlaam, Roussanou fue reedificado sobre las ruinas de un monasterio primigenio , en este caso por los hermanos monjes venerables Josafat y Máximo en el 1288 d. C.
Prosiguiendo nuestro recorrido nos acercamos al monasterio de Agia Triada o de la Santa Trinidad. Existen diversas hipótesis acerca de la antigüedad de la construcción , sin embargo, la tradición sostiene que se necesitaron 70 años para acarrear los materiales de construcción hasta el tope del peñón e iniciar así las obras. Sea como fuere, lo formidable del enclave donde está levantado Agia Triada nos sobrecoge. Como si de un fenómeno celeste se tratara, parece querer arrancarse de la tierra para alcanzar, majestuoso, el cielo. Es el triunfo de la ilusión óptica que confunde lo real con lo irreal.
Y por fin, el último de los monasterios habitados es el de Agios Stefanos, o San Esteban. Un puente estable de 8 metros de longitud conduce de forma cómoda y segura a la puerta del monasterio. Sobre el portón de entrada del edificio una leyenda certifica que la construcción de esta vieja fortaleza se remonta al año 1192. En el interior del monasterio, habitado por religiosas desde 1961, hallamos dos iglesias. La primigenia capilla de San Esteban, consagrada al protomártir de la cristiandad, con frescos que datan del ano 1501, si bien algunos de ellos presentan daños como consecuencia del agravio cometido por algunos hombres durante la guerra civil que enfrentó a la sociedad griega entre los anos 1944 y 1949.
A escasa distancia se encuentra la mas moderna iglesia de Agios Jarálambos, cuya construcción comenzó en el 1978. En su interior, la magnificencia y el colorido de las pinturas ofrecen una imagen viva de la estancia, con efigies de santos guerreros, temas simbólicos inspirados en la naturaleza, e incluso una miniatura de San Jorge y el dragón, así como otros motivos de gran valor. Al salir del monasterio, uno se queda embelesado contemplando la inmensidad de la llanura tesalia, surcada por una serpiente fluvial, el mítico río Peneo, que se enrosca y desenrosca tendido sobre los campos, bajo la mirada imponente de las montanas Koziakas. Era el Peneo un río al que los antiguos griegos adoraban como a un dios, un río inundado por el mito. Cuenta la leyenda que fue en sus orillas donde Cirene, quien se encontraba apacentando los ganados de su padre Hipeo, fue raptada por el dios Apolo. Es también el Peneo padre de la ninfa Dafne, quien se convirtió en laurel para escapar del abrazo, de nuevo, del caprichoso Apolo, motivo por el cual la divinidad llevaría siempre una corona de laurel en recuerdo de su amor perdido. Y así se suceden las citas mitológicas que tienen como protagonista las mágicas aguas del Peneo.
TURISMO
Para llegar a Kalambaka, hay que coger un tren desde Atenas, y después de unas 4 horas de trayecto llegas a la estación de esta ciudad. Kalambaka es una pequeña y tranquila ciudad sin mucho interés, sino fuera por la sorpresa que nos guarda la inmensa masa rocosa gris que aguarda a sus espaldas. En ella estan los Monasterios de Meteora, suspendidos en lo alto de las rocas, parecen hacer equilibrios sobre ellas.
Para acceder a ellos, sale un autobús del centro de Kalambaka, y por 2 € subes arriba del todo, al Gran Meteoro con las salvedades de utilizar ropa que cubra la desnudez del cuerpo, y tiene horarios de visita que generalmente se sitúan alrededor del mediodía.
Desde aquí se pueden visitar todos a pie e ir bajando de nuevo a Kalambaka, solo apto para gente que le guste el trekking y esté en buena forma. Si no, se pueden ver los cercanos al Gran meteoro, y bajar de nuevo en bus. Por dentro, practicamente son todos iguales, iglesias ortodoxas y vistas espectaculares. Visitables hay 6, y se pueden ver todos el mismo día menos 1, que siempre estará cerrado. Se van rotando, por lo cual siempre hay 5 abiertos. Aparte de los visitables, hay multitud de monasterios que no son visitables, y otros que se hallan en ruinas.
Las mejores épocas del año para visitar Meteora son primavera y otoño, cuando las temperaturas son más agradables y hay menos aglomeración de turistas.
La visita a Meteora se puede hacer fácilmente en un día. Es conveniente pasar al menos una noche en cualquiera de los dos pueblos cercanos al lugar, Kalambaka o Kastraki.
En el interior de todos los monasterios, hay tiendas de iconos de gran calidad elaborados por los monjes según técnicas clásicas.
Por carretera la distancia entre Kalambaka y Atenas es de 326 kilómetros.
Hay que tomar la carretera del norte, Atenas – Salónica (E 75) hasta Larissa y luego desviarse hacia Trikala y continuar 21 kilómetros más hasta llegar a Kalambaka.
Por ferrocarril hay línea hasta Kalambaka. Hay que pasar por Lianokladion y Trikala. El trayecto en tren dura 4 horas y 15 minutos.