Cómo Dios trajo la luz al universo, de que manera pone Luz a la oscuridad.

El universo se creó de la nada cuando Dios dijo hágase la luz.

Y en el cielo todo es luz, todo emite la luz de Dios, que es el vehículo de Su amor.  

Y cuando en la Tierra se depositó una oscuridad espesa se encarnó Jesucristo, que es la luz del mundo, para llevarnos de nuevo a la luz

En la Tierra está mezclada la luz y la oscuridad, pero a los momentos de mayor oscuridad le siguen los de mayor luminosidad.

Aquí veremos por qué el vehículo del amor de Dios es la luz, como esa luz vino a la Tierra, cómo comenzó a ser eclipsada y cómo Dios está actuando en el centro mismo de la oscuridad para transformarla en luz.

Al principio del Libro del Génesis se narra cómo comenzó la creación, “Y dijo Dios haya luz y hubo luz”  

Y Benedicto XVI explicó esto, “donde hay luz, nace la vida, el caos puede transformarse en cosmos. 

En el mensaje bíblico, la luz es la imagen más inmediata de Dios: Él es todo Luminosidad, Vida, Verdad, Luz”

Y continúa, 

“En la resurrección se realiza del modo más sublime. Dios dice de nuevo: ‘Que exista la luz’, y la resurrección de Jesús es un estallido de luz”.

El Resucitado mismo es Luz, la luz del mundo.

Y a partir de la resurrección, la luz de Dios se difunde en el mundo y en la historia. 

El testimonio más impresionante que tenemos de la resurrección es la Sábana Santa de Turín.

Y el Señor le agregó a María Valtorta,

“Mi Sábana Santa de Turín no es sólo un testimonio de que verdaderamente morí y resucité, sino que también da testimonio de la forma en que fui concebido y nací, no según las leyes de la humanidad”. 

Y así Valtorta también tuvo una visión del nacimiento de Jesús, donde la luz está en el centro, como al principio de la creación. 

Al describir el proceso de nacimiento del Señor, Valtorta escribe, 

“La luz se desprende cada vez más intensamente del cuerpo de María. 

Ella parece estar atrayendo hacia Sí toda la luz que puede descender del Cielo. 

Ella es ahora el Depositario de la Luz. 

Ella debe dar esta luz al mundo”. 

Y continúa diciendo,

“La luz aumenta más y más. 

La Virgen desaparece en tanta luz, como si hubiera sido absorbida por una cortina incandescente.

Y cuando la luz vuelve a ser soportable a mis ojos, veo a María con el Hijo recién nacido en Sus brazos”. ?

La descripción de María Valtorta es secundada por otra mística del siglo XX, la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, que dice,

“Vi a la Reina en el acto de dar a luz al Niño Jesús.

Parecía que tanto Madre como Hijo se transmutaran en purísima luz. 

Pero en esa luz se podía ver muy bien la naturaleza humana de Jesús, conteniendo la Divinidad dentro de Sí, y sirviendo de velo para cubrir a la Divinidad».?

Esa misma luz que proviene del Cielo fue mostrada físicamente a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, que vieron transfigurarse a Jesús en un cuerpo luminoso en el Monte Tabor, y aparecieron Moisés y Elías también en cuerpos gloriosos llenos de luz.

Y en su resurrección se produjo la apoteosis de esa energía luminosa.

Que quedó captada como en una instantánea fotográfica en la Sábana Santa de Turín, como la huella de su resurrección.

Ciertamente, la imagen no es una pintura, como algunos han querido creer.

Y ciertamente fue dejada por el cadáver de un hombre flagelado y crucificado.

Y los rastros que muestra son sangre humana perteneciente al grupo sanguíneo AB.

Los estudios científicos han demostrado que la imagen de la Sábana Santa fue impresa con una fuente de luz de intensa radiación.

El distinguido profesor Giulio Fanti dice que muy probablemente la formación de la imagen fue por una forma de energía electromagnética, por ejemplo un destello de luz de poca longitud de onda.

Un breve e intenso destello de radiaciones UV direccionales puede imprimir un tejido para reproducir las peculiares características de la imagen del cuerpo de la Sábana Santa de Turín.

Pero la energía que se necesita es tan grande que hace que hoy sea prácticamente irrealizable la reproducción de la totalidad de la imagen del sudario.

Y por otro lado, quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte, o sea que han muerto y fueron llevados a un lugar que parece ser el cielo o una antesala del mismo, también han experimentado esa luz.

Primero en la experiencia del túnel cuando recién mueren.

Estas personas ven una luz y pasan por un túnel oscuro hacia esa luz. 

Y a medida que se acercan a la luz dicen que es tan poderosa, tan ardiente, que no se puede comparar con nada y atraviesa la carne. 

La luz les irradia una sensación de paz y alegría, y quedan muy felices.

Esa luz la describen como mucho más potente que la luz del sol, pero sin deslumbrar.

Pero está habitada, no por una persona visible, sino por una presencia evidente, que es el amor.

Y luego descubrirán que ese amor es una persona, Dios

Y cuando llegan a la luz se encuentran con las ciudades de luz que hay allí en el Cielo.

Un mundo entero hecho de luz y amor, que se irradia con luces multicolores, lleno de seres ligeros construidos de la luz más pura.

Dentro de la ciudad de la luz, los experimentadores han visto catedrales de cristal brillantes.

“Vi una ciudad de oro con torres como castillos europeos. Toda la ciudad parecía brillar con luz que se elevaba hacia el cielo como un reflector gigante” dice uno de los llevados allí.

Las mismas paredes y calles brillan.

De hecho, la ciudad y todo lo que hay en ella parece estar hecho de luz, así como los seres que vuelan a su alrededor.

Ellos exudan una luz casi tan brillante como la Navidad.

Y se puede sentir el amor fluyendo de ellos.?

Entonces, como hemos visto, la luz de Dios que surgió en la creación y que es la materia prima del Cielo, llegó a la Tierra y se encarnó en Jesucristo. 

Pero la Tierra era y es el lugar de las tinieblas.

Cuando Judas traiciona a Jesús y lo arrestan, Jesús les dice, “Esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas”.

Era la hora de los enemigos de Cristo, que conspiran contra el Señor, aliándose los gentiles y el pueblo de Israel, Pilatos y Herodes, junto al Sanedrín de sacerdotes, para caer sobre su Santo Siervo.

Y a partir de ahí vemos en la historia la cizaña mezclada con el trigo.

El bien y el mal, la luz y la oscuridad, surcan todos los siglos de la historia, incluso dentro de la Iglesia.

Sin embargo, el misterio es que la navecilla de la Iglesia, fundada por Jesucristo, surca triunfante en medio de las tempestades en todos los tiempos, a pesar de todos los males que surgen en el mundo y en la Iglesia.

Pero en la historia de los hombres todo va mezclado. 

Nunca faltan manchas en los períodos de esplendor eclesiástico, pero Dios siempre envía estrellas radiantes, cuyo fulgor no pueden apagar los nubarrones que se ciernen sobre ellas.

Es que Dios saca bienes de los males, o dicho de otra forma, escribe derecho en renglones torcidos.

Al punto que San Agustín ve en esto el indicio mayor del poder en Dios.

Sacar bienes de males requiere más poder que erradicar el mal.

Y dice que las herejías confirman con más contundencia la verdad a través del tiempo.

Por ejemplo, la historia ha mostrado que las persecuciones fortalecen la adhesión de los cristianos a la fe.

De esta manera, todo aquello que cae bajo la calificación de mal, de una u otra manera, acaba contribuyendo al triunfo del bien, por el inmenso poder de Dios.

Al final, el designio general de Dios nunca puede ser frustrado.

Y la defección de algunas criaturas, incluso dentro de la Iglesia, no hace sino colaborar en la obra de Dios.?

Hace décadas que nos hemos adentrado en un período de noche en la vida de la Iglesia y el mundo, últimamente más oscura si cabe.

En primer lugar, experimentamos una gran oscuridad en el juicio de la fe, en el entendimiento de la Revelación, dándose una confusión doctrinal generalizada que quizá no tenga parangón en la historia eclesial.

En segundo lugar, el desgano apostólico se hace patente, habiéndonos acostumbrado a la comodidad.

En tercer lugar, hemos olvidado la riquísima tradición espiritual, cultural y política de la Iglesia, que sería simiente poderosa en medio de la sequedad, dando preeminencia a lo material.

Y en cuarto lugar todo esto conduce a un estado de suplicio interior en aquellos que mantienen la fe y aman a la Iglesia, quienes son atacados con la tentación de abandonarse a la impotencia.

El mal particular no deja de ser mal, pero la historia nos ha demostrado que contribuye al bien general, porque Dios está guiando la historia.

La luz que viene del cielo, que dio inicio al mundo, no se está apagando a pesar que así parezca, porque las tinieblas se ven como más espesas.

Recuerda que Dios está trabajando para transformar el bien en mal, y pronto verás que la luz parecerá más brillante a la vista de todos. 

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre por qué la luz es el vehículo del amor de Dios, como esa luz parece hoy apagarse en la Tierra, y cómo Dios está transformando la oscuridad en luz desde el corazón de la propia oscuridad. 

Y me gustaría preguntarte si ya ves los resplandores de que la luz se está haciendo más brillante o aún no.

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