Cómo detectar y actuar contra los pensamientos y emociones que nos desestabilizan.

Hay pensamientos que surgen en nuestra mente que nos quitan la paz, nos dejan intranquilos y nos angustian.

Seguramente cada uno de nosotros los ha sentido alguna vez.

Surgen inesperadamente, a veces se van rápidamente pero vuelven, y otras veces nos tienen en vilo por un largo tiempo.

¿Qué son, de dónde vienen, porqué tienen tanta fuerza y hasta durabilidad?

A veces hasta pareciera como si estuviéramos más atraídos por las emociones negativas que por las positivas.

Pero la buena noticia es que los cristianos tienen a disposición un arsenal de armas para recuperar rápidamente su paz y felicidad, que otros carecen.

Aquí hablaremos sobre cómo se generan esos pensamientos y emociones negativas, por qué tienen tanto poder sobre ti y cómo te puedes deshacer de ellos en los momentos agudos y también sobre una base permanente.

¿Alguna vez te preguntaste de dónde vienen los pensamientos que te quitan la paz?

¿Por qué piensas lo que piensas, por qué algunas cosas son tan negativas, intrusivas y obsesivas?

Es que experimentamos tentaciones en la forma de pensamientos, sentimientos y deseos que, si no se resisten, nos llevan lejos de nuestro equilibrio emocional y de la voluntad de Dios.

¿Y de dónde fluyen nuestras tentaciones? Vienen del mundo, la carne y el demonio.

El mundo, o sea las personas que nos rodean, pueden sugerir caminos negativos.

La carne, o sea nuestras pasiones y heridas psicológicas, pueden dar lugar a la tentación.

Pero sobre todo los ángeles caídos pueden indicarnos pensamientos y estados de ánimo dentro de nosotros, con el fin de conducirnos hacia un bucle de pensamientos negativos hacia nosotros mismos y hacia los demás.

¿Y cómo lo hace? ¿Puede leer nuestras mentes para saber nuestros pensamientos y cómo distorsionarlos?

Quizás no en un sentido estricto y tampoco lo necesita.

Porque nuestras palabras públicas, nuestros gestos, nuestros actos, delatan lo que pensamos, nuestros deseos, nuestras ambiciones, nuestras puertas abiertas.

Por lo tanto tiene acceso a nuestras mentes, oyéndonos y viéndonos.

Y a partir de ahí puede influir en nuestros pensamientos.

Algunos estudios psicológicos hallaron que la persona promedio tiene 60.000 pensamientos al día.

Restando el sueño, eso significa en promedio 3.750 pensamientos cada hora del día.

Y un notable noventa por ciento de esos pensamientos son bucles mentales,  repeticiones.

O sea que pensamos en las mismas cosas una y otra vez.

¿Y cuántos de ellos crees que son negativos?

El setenta por ciento. Siete de cada diez

Estos bucles mentales negativos pueden ser: pensamientos que son implacablemente pesimistas, depresivos, ansiógenos, de miedo, de paranoia, neuróticos, lujuriosos, posesivos, auto-condenatorios, hipercríticos, impacientes, irritados, de odio, de resentimiento, vengativos, celosos, que no perdonan.

Se trata de un modo repetitivo de rumiar que implica una pérdida de tiempo y energía, y que puede redundar negativamente en tu vida.

Los místicos católicos dicen que esto sucede en el ámbito de lo que llaman la vida interior.

Y ellos aprenden a dar un paso atrás para ver y escucharse a sí mismos.

La repetición equivocada de estos bucles mentales puede ser como el agua que gotea sobre la roca, el tiempo hará que la erosione y finalmente la huella quedará grabada permanentemente en ella.

El punto central es que muchos de nuestros pensamientos no son en realidad nuestros. Muchos provienen del enemigo.

Son plantados por las fuerzas que buscan nuestro desconcierto, opresión y obsesión, en una palabra, los demonios.

Y si queremos paz, deben ser expulsados.

A menudo, cuando piensas constantemente en lo negativo en lugar de lo positivo, cuando piensas mal de ti mismo o de otra persona, como una cuestión de reflejo, un demonio está torciendo las cosas.

Él es la causa de las obsesiones, de las distorsiones. Él quiere tu angustia.

Cuando pensamos en nosotros mismos o en los demás de una manera negativa insertamos la oscuridad en el diseño de Dios, en lugar de la luz que Él desea para nosotros.

Si la negatividad se dirige a nosotros mismos damos la espalda a la alegría que Dios planeó para nosotros.

Y cuando pensamos negativamente sobre los demás, se trata de la lucha contra el amor.

Es así como quedamos atrapados en bucles negativos en vez de ir con la fuerza del Espíritu Santo.

El maligno tiene un plan de 3 etapas para distorsionar tus pensamientos y emociones, llevarte a la negatividad y afligirte.

La primera etapa es abrumar a la cultura con basura.

Los medios bombardean con basura hasta el punto que se hace normal.

Satanás inunda nuestro mundo con tanta suciedad y perversión que es casi imposible escapar de ella.

Por ejemplo, no puedes navegar por Internet, conducir por una carretera, o esperar en la fila para pagar en una tienda sin que aparezcan imágenes o frases, que traten de llevar tu mente en la dirección equivocada.

La segunda etapa del plan del demonio es dominarte por los deseos.

La cultura del pecado está diseñada para mantener nuestra mente en ese lugar en todo momento, lo que es crucial para la estrategia de satanás.

Él sabe que adonde va la mente, el hombre la sigue.

Y si no nos defendemos, en poco tiempo estaremos consumidos con los placeres de la carne.

Y entonces el demonio pasa a la siguiente etapa, la tercera.

Te atormenta con acusaciones, un truco destinado a incriminarte permanentemente.

Él colma de pecado la mente de las personas, y luego lo acumula y lo presenta generando tal vergüenza y condena, que hace que nos sintamos distantes de Dios.

Él te dirá que te has ensuciado demasiado y estás, por tanto, demasiado lejos del amor de Dios.

Que has llegado a un punto que te es imposible llegar a Él, porque hay una distancia sideral entre lo que Él pide y la forma en que tú sientes y piensas.

Y entonces vienen las racionalizaciones de que los que pregonan un Dios tan estricto en realidad no lo conocen del todo.

Y que Dios es tan misericordioso que no nos va a castigar por un poco de placer.

Además si la mayoría lo hace, no debe ser tan malo e ir tan en contra de Dios.  

¿Y entonces cómo enfrentar los bucles negativos de nuestra mente manipulados por el maligno?

En primer lugar, cuando sientas pensamientos negativos repetidos acerca de algo o alguien, incluyendo a ti mismo, da un paso atrás, mira dentro de tu mente y echa fuera todo espíritu que puede estar detrás de ellos.

Deja a Dios el control de todo.

Y deja de pensar que tú tienes que resolverlo todo.

Aléjate de sentir que eres el centro del universo y pon a Dios de nuevo en su lugar.

Si Dios intervino cada vez que estuviste en peligro, y detuvo la circunstancia que te hizo tener miedo, ¿cómo no puedes desarrollar confianza, coraje y fe?

Así que deja de darle alas al miedo, no importa cuán justificado sea que tu lo sientas.

Déjelo ir y permite a Dios que sea Dios.

Y segundo, San Pablo en Efesios 6: 11 nos instruye sobre cómo tener un resguardo permanente poniéndonos la armadura de Dios para defendernos de los planes del diablo.

¿Y de que se compone esa Armadura de Dios?

Son las cosas invisibles qué nos permiten una protección contra las tentaciones del maligno y nuestra tendencia a pecar.

La primera es la verdad.

Ninguna persona puede sobrevivir a la embestida del demonio si nuestros compromisos con Dios son débiles y no podemos comprender la realidad tal cual es.

La segunda pieza de la armadura es la justicia en nuestros corazones y para con los demás.

La tercera pieza es el evangelio.

Se trata de comprenderlo y compartirlo correctamente dentro y fuera de nuestro círculo íntimo.

La cuarta es la fe, que nos permite apagar las flechas de fuego del enemigo.

Esto significa tener confianza en la provisión perfecta de Dios para mi vida y la de mis seres queridos.

La quinta pieza es la salvación.

O sea la seguridad en la promesa de Dios para el final.

La sexta pieza de la armadura espiritual es la palabra de Dios, aquí y ahora.

Cuando la proclamamos y la hacemos conocer a los demás de manera correcta, nos da una capa de protección extra, porque extendemos su poder en el mundo.

Y la séptima pieza es la oración.

La oración es lo que nos permite estar en comunicación permanente con Dios y saber cuál es el camino que nos tiene trazado.

Cada vez que te sientas sin paz a tu alrededor comienza con las oraciones, desgaja las cuentas del rosario y pide a María y al Señor te den la paz.

Deja en manos de María y Jesús tus preocupaciones y pide calma, tanto para ti mismo como para las otras personas a tu alrededor.

Llama a tu ángel guardián y pídele que actúe en el entorno.

También puedes pedir que tu ángel vaya a ayudar al ángel guardián de una persona cercana a ti, que está fuera de equilibrio, sin paz.

Solicita que ejércitos de ángeles vayan a orar y cantar melodías de paz al lado tuyo y de la persona alterada.

Y pide discernimiento, para que las distorsiones de tus pensamientos y emociones no te jueguen una mala pasada.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo el maligno distorsiona nuestros pensamientos y emociones, y cómo puedes defenderte.

Y me gustaría preguntarte si te has visto atrapado en algún bucle de pensamientos negativos alguna vez y cómo has salido de esto.

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